1.- INTRODUCCIÓN.
2.- ORIENTACIÓN PROFESIONAL.
2.1. Orientación profesional en la L.O.G.S.E.
2.2. Concepto y objetivos de la orientación profesional.
3.- PRINCIPIOS BÁSICOS Y MODELOS DE INTERVENCIÓN EN LA FORMACIÓN INICIAL Y EN LA FORMACIÓN CONTINUA.
3.1. Principios básicos para una acción orientadora.
3.2. Modelo de intervención general.
3.3. Modelos de intervención en orientación profesional.
4.- AUTOORIENTACION.
4.1. Autoconocimiento en relación a la elección de estudios y profesiones.
4.2. Elección de estudios y profesiones.
5.- CONCLUSIÓN.
ìS BIBLIOGRAFÍA.
– Rodríguez Moreno, María Luisa (2003): Cómo orientar hacia la construcción del proyecto profesional: autonomía individual, sistema de valores e identidad laboral de los jóvenes.
Editorial: Editorial Española Desclee de Brouw
– Repetto Talavera, Elvira (2003): Orientación educativa e intervención psicopedagógica: Cambian los tiempos, cambian las responsabilidades profesionales.
Editorial: Ediciones pirámide
– Lucas Mangas, Susana y Carbonero Martín, Ángel (2002): Construyendo la decisión vocacional. Editorial: Universidad de Valladolid
– AA.VV. (2002): La educación profesional en España. Editorial: fundacion santillana
– Gómez de Agüero, José Luis, Trigueros, Juan A. y Del Valle,Vicente (2001): Formación y Orientación Laboral. Editorial: Mcgraw Hill
– Blasco Calvo, Pilar y Pérez boullosa, Alfredo (2001): Orientación e inserción profesional: competencias y entrenamiento para su práctica. Editorial: Nau libres
– Ríos, Joaquín (2000): Orientación Vocacional. Editorial: Ministerio de Educación y Ciencia
– Valles Arandiga, Antonio (2000): Formación y Orientación Laboral. Transición a la vida activa. Editorial: EOS
– Alvarez Rojo, V. (1992): «Tengo que decidirme». Ed. Alfars. Sevilla.
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– M.E.C. (1992). «Orientación y tutoría». Cajas Rojas de Secundaria.
– Sobrado Fernández, L. (1993). «Intervención psicopedagógica y orientación educativa». Ed. P.P.V. Barcelona.
– Ley de Ordenación General del Sistema Educativo 1/1990 de 3 de Octubre (L.O.G.S.E.).
– R.D. 83/1996 de 26 de enero, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de los Institutos de Educación Secundaria.
– O.M. de 29 de Junio de 1994 por la que se aprueban las instrucciones que regulan la organización y funcionamiento de los Institutos de Educación Secundaria, modificada por la Orden de 29 de febrero de 1996.
– Resolución de 30 de abril de 1996, de la Dirección General de Renovación Pedagógica, por la que se dictan instrucciones sobre el Plan de actividades de los departamentos de Orientación de los Institutos de Educación Secundaria.
– Resolución de 29 de abril de 1996 a de la Dirección General de Centros Escolares, sobre organización de los Departamentos de Orientación en Institutos de Educación Secundaria.
1.- INTRODUCCIÓN.
Vivimos en un mundo complejo en continuo cambio que incide en todos los terrenos de la vida personal y de las relaciones sociales. El desarrollo y empleo de los medios de comunicación, las redes de información, los avances tecnológicos, la movilidad social, los niveles de empleo y paro, entre otros, son una pequeña muestra de la complejidad. Por lo tanto, las personas se ven obligadas a desarrollar estrategias de acomodación continua, lo que en el terreno educativo se traduce en la necesidad de capacitar al ser humano para que se adapte a nuevas situaciones y prepararlos para la construcción colectiva del futuro a partir del conocimiento, la comprensión y el análisis crítico de nuestra historia y cultura actuales.
¿Qué puede ofertar la orientación profesional a la sociedad y al sistema educativo para colaborar en esta tarea de integración del individuo en la vida socio-laboral?, y ¿cómo la contempla el actual sistema educativo?.
2.- ORIENTACIÓN PROFESIONAL.
La capacidad de tomar decisiones, siguiendo a Alfredo Fierro (1992), es la más compleja de las capacidades humanas.
La Orientación Profesional consiste en un proceso de maduración y aprendizaje personal, a través del cual se presta una ayuda técnica al individuo para facilitarle la toma de decisiones vocacionales, con objeto de que logre un óptimo de realización personal y de integración social a través del mundo del trabajo. En esta noción de la Orientación Profesional se pueden destacar tres órdenes de ideas: su carácter procesal, su dimensión técnica y su aspecto humano. Castaño López-Mesas, C. (1983).
A). Carácter procesal.
Al considerar la Orientación Profesional como un proceso de maduración y aprendizaje se acentúa su carácter continuo ininterrumpido a lo largo de la vida del individuo. La Orientación Profesional puede referirse desde el instante del inicio escolar hasta el retiro profesional de un individuo, y no puede reducirse a uno o varios momentos de la vida de la persona. Este proceso, sin embargo, se actualiza en diversos momentos críticos, como son aquellos en los cuales el sujeto debe tomar alguna decisión que comprometa su futuro vocacional.
Este proceso continuo se actualiza en diversos momentos críticos en los que el individuo tiene que tomar una serie de decisiones prevocacionales y vocacionales. Estos momentos definen los distintos campos de la Orientación Profesional, diferencian sus fronteras y establecen las relaciones con las demás modalidades de orientación.
* Orientación Prevocacional: El consejo durante la etapa escolar prepara al niño y a su familia para sucesivas elecciones educacionales que determinen de alguna manera su futuro profesional.
* Orientación Vocacional: El descubrimiento de la vocación del sujeto es la parte esencial de la Orientación Profesional. Si bien la cristalización de la vocación es, normalmente, un proceso tardío que no suele acaecer hasta pasada la adolescencia, lo cierto es que la elección profesional ha de realizarse mucho antes, cuando apenas se ha iniciado la maduración de la vocación.
La Orientación Profesional no es tanto ayudar a hacer una elección ocupacional con la de servir de guía al desarrollo de una carrera. «Hay que diferenciar la Orientación Vocacional o Profesional con la Orientación Ocupacional, ya que la ocupación consiste en lo que uno hace en un momento determinado, y la carrera o vocación es una secuencia de ocupaciones que desempeña una persona durante su vida profesional». Super (1974).
B). Dimensión técnica.
En lo que respecta al carácter técnico, podemos decir que la Orientación Vocacional o Profesional es un proceso de exploración de las características del individuo, de descripción de las exigencias de la profesión y de evaluación de las posibilidades de aquélla frente a éstas; de tal forma que aquél pueda adoptar una decisión más lúcida y más libre.
a). Exploración de las características del individuo: Análisis. Tradicionalmente se ha basado en instrumentos psicométricos capaces de poner de manifiesto sus dimensiones principales: aptitudes, intereses, rasgos temperamentales, etc. Esto significa admitir tres cosas:
– La personalidad posee una serie de rasgos peculiares de cada persona que mantienen una cierta estabilidad en el transcurso del tiempo.
– Estos rasgos son observables y medibles mediante el uso de instrumentos, que pretenden descubrir la estructura psicológica de cada individuo.
– El objeto del diagnóstico no es tanto descubrir al individuo como predecir su conducta.
Para que el diagnóstico sea más eficaz se debe considerar el desarrollo del individuo a lo largo del tiempo, para considerar una ayuda al sujeto a la toma de sus decisiones, y evaluar a la persona sin obviar las condiciones ambientales. Todo ello para poder llevar posteriormente a cabo unos programas de intervención adecuada.
b). Descripción de las exigencias de la profesión: Información. La información que se ofrece al individuo es doble, sobre sí mismo y sobre el ámbito profesional.
– Información sobre sí mismo: Esta información hace referencia a las características de cada individuo, las características personales que debe confrontar con la propia imagen que ya tenía de sí mismo, de modo que las posibilidades de elección del individuo serán tanto más variables en tanto logre incorporar a su autoconcepto los aspectos de su personalidad apartados por el orientador, y será tanto más realista en la medida en que éstos hayan sido obtenidos objetivamente.
– Información sobre la profesión: La información profesional tiene que abarcar tres aspectos:
* Análisis ocupacional: Descripción de las características psicológicas y profesionales de las distintas profesiones, de modo que cada variable profesional (requisitos y exigencias) pueda ser relacionada con variables psicológicas (aptitudes y rasgos), y así puedan ser comparadas las diferentes profesiones entre sí para establecer semejanzas y diferencias.
* Clasificación ocupacional: Aquellas clasificaciones que incluyen al menos dos dimensiones, una estructural y una jerárquica, son las mejores. La primera hace referencia a los campos ocupacionales distintos entre tipos de actividades profesionales; y la segunda a los distintos niveles de grados de responsabilidad y capacitación.
* Demografía ocupacional: Trata del estudio de las condiciones históricas, presentes y previsibles del mercado de trabajo.
c). Evaluación de las posibilidades del análisis frente a la información: Predicción. Todo análisis comporta siempre una predicción. Los instrumentos de medida utilizados para ayudar a la toma de decisiones vocacionales, deben seleccionarse, precisamente, de acuerdo con criterios de validez predictiva. Esta validez predictiva consiste en la verificación de que a partir de las respuestas obtenidas en el predictor, se puedan inferir los tipos de conducta que se producirán tras un período de tiempo más o menos largo, en el criterio.
Para que cualquier tipo de conducta sea un buen predictor, se requieren tres condiciones:
– La conducta medida muestre suficiente variabilidad en los distintos individuos.
– La conducta sea suficientemente estable en el tiempo.
– La situación de conducta del criterio sea lo más semejante posible a la situación de conducta evaluado con el predictor.
d). Adaptación de una decisión más libre y lúcida: Elección profesional. Decisión. Cuando la decisión es de tipo personal, como las que lleva a cabo la Orientación Profesional, nunca se puede obtener seguridad de lo que es válido para el grupo, lo va a ser para cada individuo concreto. El orientador sólo puede ofrecer unos datos que la técnica proporciona; pero al final es el propio individuo quien debe asumir el riesgo de su decisión.
C).- Aspecto humano de la Orientación Profesional o Vocacional.
El uso de técnicas en la Orientación Profesional, puede conllevar el riesgo de olvidar a la persona, que es el único sujeto de la Orientación. «El orientador no debe desconocer este riesgo para poder evitarlo y llegar lo más posible a la persona» (Yela, 1968). La calidad de lo humano no se mide tanto por el procedimiento empleado como por los resultados obtenidos.
Frente a cualquier tipo de combinación de datos que favorezcan la probabilidad de tomar decisiones correctas, lo verdaderamente humano está en utilizar estos datos, más que en desaprovecharlos. El aspecto humano de la Orientación Profesional radica en el hecho de que un profesional, el orientador, emplea los procedimientos de una ciencia aplicada, la Psicología, para ayudar al otro, el orientado, a tomar una decisión más favorable.
El carácter humano de la Orientación Profesional se manifiesta en el objetivo último de la misma (al considerar la Orientación Profesional como un proceso de ayuda a la madurez personal del individuo, se está haciendo hincapié en sus caracteres específicamente humanos), en sus metas específicas y en la misma ayuda prestada en el consejo de orientación. Las metas específicas de la Orientación, su objetivo específico es lograr una íntima integración personal para facilitar la integración profesional, es decir, un debido equilibrio interno y una adaptación profesional, o sea, satisfacción de necesidades, intereses y valores, empleando adecuadamente sus aptitudes y capacidades en su trabajo.
¿Qué entendemos por Consejo Vocacional?. El Consejo Vocacional es una ayuda prestada al individuo para tomar su propia decisión vocacional. La orientación no puede sustituir a la decisión. Orientar es aportar información sobre el propio individuo y la realidad profesional. Se proporciona un medio de contraste entre la opinión que el sujeto conserva de sí mismo y la imagen que obtiene de las distintas profesiones.
Se pretende así que esta contrastación facilite la certidumbre de la decisión. Pero en este último momento, el de la decisión, el sujeto se encuentra inmediatamente sólo ante sí mismo y frente a su porvenir.
Para finalizar, podemos concluir haciendo hincapié en lo que Castaño López-Mesas (1983) señala sobre la Orientación Profesional: «Un proceso continuo para desarrollar una vocación, saber elegir una profesión, prepararse para una ocupación, ayudar al paso de la vida escolar a la profesional, adecuar las características de la personalidad al puesto de trabajo y elegir en función del desarrollo vocacional que discurre paralelo al desarrollo evolutivo del sujeto».
Para lo cual se utiliza un instrumento básico: el consejo vocacional; elaborado en función de los datos que se obtienen al realizar la valoración de las aptitudes, los intereses profesionales y los rasgos de personalidad. Todo ello llevado a cabo por el orientador que describe el perfil del sujeto a orientar, destaca los aspectos positivos que sirven de guía para las elecciones e informa sobre las alternativas del mercado de trabajo y oportunidades.
2.1. La orientación profesional en la L.O.G.S.E.
Si la orientación profesional forma parte de la educación del alumno:
– ¿Cómo la entiende el actual sistema educativo?.
– ¿Forma parte del currículum ordinario o de un currículum paralelo?.
– ¿Cuáles son los responsables de llevar a cabo esta orientación?.
– ¿Cómo la contempla el actual sistema educativo?.
En primer lugar, ofrecer a las personas una preparación suficiente que les permita, por un lado incorporarse a la vida activa directamente desde cada uno de los niveles educativos del sistema educativo y, por otro, adaptarse rápidamente, con el menor coste humano, económico y social, a las situaciones emergentes provocadas por la evolución de la economía y a los cambios laborales y profesionales que estas conllevan. Quedando reflejado en la L.O.G.S.E.:
– «El sistema educativo se orientará a la consecución de los siguientes fines» y, entre otros, en el apartado «d» dice: «La capacitación para el ejercicio de las actividades profesionales». Y en el «f»: «La preparación para participar activamente en la vida social y cultural» (Art.1).
– «La Educación Secundaria Obligatoria tendrá como finalidad transmitir a todos los alumnos los elementos básicos de la cultura, formarles para asumir sus deberes y ejercer sus derechos y prepararles para la incorporación a la vida activa o para acceder a la Formación Profesional Específica de Grado Medio o al Bachillerato». (Art. 18).
– «La Formación Profesional, en el ámbito del sistema educativo, tiene como finalidad…proporcionarles una formación polivalente que les permita adaptarse a las modificaciones laborales que puedan producirse a lo largo de la vida…». (Art. 30.2).
En segundo lugar, organizar un sistema fluido y flexible que se pueda recorrer por diversos caminos y en el que se pueda entrar por más de una vía. En este sentido, intenta también enlazar el mundo académico con el laboral creando canales de comunicación, colaboración y espacios comunes.
¿Qué papel le concede a la orientación educativa y profesional?, y ¿cuáles son los profesionales responsables de ésta según la L.O.G.S.E.?.
– «La actividad educativa se desarrollará atendiendo a los siguientes principios:», entre ellos el apartado «g» dice: «La atención psicopedagógica y la orientación educativa profesional». (Art. 2.3).
– «Todos los alumnos al terminar la E.S.O. recibirán una acreditación del centro… Esta acreditación irá acompañada de una orientación para el futuro académico y profesional del alumno que en ningún caso será prescriptivo y que tendrá carácter confidencial». (Art. 22.3).
– «Los poderes públicos prestarán una atención especial al conjunto de factores que favorezcan la calidad y mejora de la enseñanza». Apartado «e»: «La orientación educativa y profesional». (Art. 55).
– «Las Administraciones educativas garantizarán la orientación académica, psicopedagógica y profesional de los alumnos, especialmente en lo que se refiere a las distintas opciones educativas y a la transición del sistema educativo al mundo laboral, prestando singular atención a la superación de hábitos y profesiones. La coordinación de las actividades de orientación se llevarán a cabo por profesionales con la debida preparación». (Art. 60.2).
– «Con el fin de asegurar la necesaria calidad de la enseñanza las Administraciones educativas proveerán los recursos necesarios para garantizar, en el proceso de aplicación de la ley, la consecución de los siguientes objetivos:», entre otros en el apartado «e»: «La creación de servicios especializados de orientación educativa, psicopedagógica y profesional que atiendan a los centros que impartan enseñanzas de régimen general, de las reguladas por la presente ley». (Disposición Adicional 3ª).
Por lo tanto, podemos decir que la L.O.G.S.E. contempla la Orientación Educativa y Profesional como parte integrante del sistema educativo, siendo un principio de la actividad educativa, favoreciendo de este modo la calidad y mejora de la enseñanza, para garantizar este fin la administración proveerá los recursos necesarios, como son, entre otros, la creación de servicios especializados de orientación educativa, psicopedagógica y profesional, psicólogo y/o pedagogo que forma parte de la actividad docente de los centros de Educación Secundaria.
Llegado a este momento es necesario saber: ¿Qué es la Orientación Vocacional y Profesional?. ¿Qué finalidad tienen y cuáles son sus objetivos?.
2.2. Concepto y objetivo de la Orientación Profesional.
¿Qué es y en qué consiste la Orientación Profesional?.
Retomando a Castaño López-Mesas (1983): «La Orientación Profesional es un proceso continuo de intervención psicológica con objeto de: 1.- Promover en el individuo un óptima madurez personal (madurez vocacional). 2.- Realizado a lo largo de la vida (desarrollo vocacional). 3.- Actualizado en ciertas críticas (cristalización vocacional).
Mediante el cual se presta al individuo una ayuda profesional por parte del orientador que consiste en: 1º. La exploración de sus características personales (psicodiagnóstico). 2º. La descripción de los atributos y exigencias de las diferentes ocupaciones (información profesional). 3º. La evaluación de las posibilidades de aquéllas frente a éstas (predicción del éxito vocacional).
Con la finalidad de que: 1.- El individuo acepte una imagen más objetiva de sí mismo (autoconcepto). 2.- Realice una opción más realista de una ocupación a una carrera (decisión vocacional). 3.- Actualice el grado óptimo, a través del ejercicio profesional, sus posibilidades de ajuste personal y de adaptación social (autorrealización).
A modo de resumen, podemos decir que la orientación profesional tiene un carácter procesual ya que tiene en cuenta el aspecto evolutivo de la personalidad, posee una dimensión técnica y humana del proceso como parte integrante de la educación integral del hombre.
Por lo tanto, ¿cuál es el papel que desempeña el docente en este proceso?, y ¿cuáles serían los objetivos y finalidades de la orientación profesional?.
Según Fernández Sierra, los responsables de la orientación en los centros de enseñanza secundaria han de colaborar, provocar y esforzarse para crear las condiciones necesarias y/o adecuadas a fin de que los alumnos reciban, durante el período académico que abarcan dichas enseñanzas, una adecuada educación en el campo de lo socio-laboral y profesional y una orientación que pueda ayudarles y prepararles para «transitar» con éxito y facilidad por el mundo académico y ocupacional e integrarse en la vida ciudadana.
Por lo que hemos de planificar programas de intervención que persigan una serie de fines o metas en dos campos o dimensiones de la vida presente y futura de los alumnos: el socio-laboral y académico y personal. Aspectos interrelacionados interdependientes e inseparables.
Estas dos dimensiones quedan englobadas en los objetivos de la orientación profesional que según Sobrado Fernández (1993) son los siguientes:
1.- Favorecer el conocimiento de las posibilidades personales.
2.- Estimular la reflexión sobre las salidas ocupacionales y posibilidades profesionales.
3.- Desarrollar los conceptos sobre el mundo profesional y el rol del trabajo en la vida personal.
4.- Desenvolver habilidades para formular «currículum vitae» y superar las pruebas de selección profesional.
5.- Estimular las destrezas de resolución de problemas y tomas de decisión.
Estos objetivos nos obligan a plantear intervenciones orientadoras que vayan más allá de los tradicionales modelos basados en el diagnóstico, la información y el consejo, y que nos comprometamos e impliquemos en programas y proyectos que capaciten a los individuos para conocer, comprender, enjuiciar y decidir autónomamente, no sólo en sus elecciones académicas y/o profesionales en el momento de abandonar el sistema educativo, sino ponerle en disposición de abordar los cambios, las vicisitudes, las readaptaciones, las previsibles y posibles acomodaciones y reacomodaciones futuras, así como su disposición favorable ante la formación y reciclaje continuo o cíclico a lo largo de la vida. Es decir, necesitamos personas no sólo informadas e instruidas, sino educadas.
3.- PRINCIPIOS BÁSICOS Y MODELOS DE INTERVENCIÓN EN LA FORMACIÓN INICIAL Y EN LA FORMACIÓN CONTINUA.
3.1. Principios básicos para una acción orientadora.
Los principios sobre los que se apoya la acción orientadora engloban:
– Los presupuestos justificativos de dicha acción, derivados tanto de la consideración filosófico-antropológica del ser humano, como del análisis de su situación en un momento y en un tiempo determinados.
– Los criterios normativos que dirigen la acción orientadora, producto del conocimiento acumulado a lo largo del desarrollo histórico de la disciplina.
Desde esta doble perspectiva, la orientación educativa se basa en los siguientes principios (Alvarez Rojo, 1994):
– Principio antropológico. Hace referencia al ser humano como responsable de sus actos, objeto de valor y confianza, portador de herencia, experiencias y vivencias únicas e irrepetibles y con el que es posible dialogar en un contexto de realidades a veces amenazantes, que no puede cambiar, pero que debe aprender a manejar (Roig, 1982).
Para Jones (1970): «La necesidad de servicios organizados de orientación responde a la existencia de situaciones vitales que los individuos no pueden afrontar sin ayuda… El individuo se siente impotente para afrontar con éxito las circunstancias harto complejas creadas por las formas modernas de vida en sus aspectos social, económico e industrial. Los problemas emergentes de estas situaciones son tan difíciles y están implicados de manera tal en la vida social y económica de la comunidad y de la nación, que el individuo no puede resolverlos por sí solo. Si él no está en condiciones de realizar las adaptaciones necesarias, es preciso proporcionarle alguna forma de asistencia organizada».
La acción orientadora se justifica, pues, porque la propia condición humana exige y hace posible una acción de este tipo para superar las limitaciones que impone la existencia y porque la dinámica del momento histórico concreto plantea situaciones que el individuo no puede afrontarlo en solitario.
– Principio de intervención primaria. La acción orientadora puede ser más eficaz y tener menor coste personal, social y económico si se anticipa a la aparición de determinados problemas cuyas posibilidades de surgimiento en la población escolar a lo largo del proceso educativo o en algunos de sus momentos se han constatado empíricamente.
Para Wilson y Yager (1981) entendemos por intervención primaria aquella destinada a la eliminación de las causas que suscitan la aparición de problemas en una población-riesgo.
El principio ha sido asumido por la orientación con algunas precisiones (Sanz Oro, 1987):
* Las intervenciones preventivas deber ir dirigidas a todos los alumnos (no únicamente a los sujetos potenciales de un problema).
* Son acciones que se diseñan para dirigirlas a grupos y no a individuos.
* Se trata de intervenciones intencionales, planificadas sobre supuestos teóricos fiables y válidos para la prevención perseguida.
* Dirigidas a los problemas de aprendizaje escolar y de la conducta.
Este principio se ha adoptado en orientación estrechamente ligado a una estrategia específica de intervención: la intervención por programas. Los programas preventivos deben ajustarse a una serie de principios como los siguientes:
* Ser diseñados para informar y transformar una situación.
* Tener en cuenta la motivación de los usuarios y su disposición para el cambio que se propone.
* Centrados en metas/objetivos explicitados.
* El problema debe ser susceptible de ser prevenido.
* Intervención próxima en el tiempo a la ocurrencia previsible del problema.
* Intervención dirigida a la población de riesgo.
* Deben reforzar el sentimiento de esperanza y acción frente al resultado deseado.
* En algunos casos deben dirigirse al cambio de variables intrapsíquicas y modificaciones de elementos contextuales.
* El contexto debe ser proclive a los cambios…
– Principio de intervención educativa. La orientación como intervención educativa no se ocupa de los saberes en cuanto tales, sino de los procesos recorridos por los sujetos para su adquisición e integración en un proyecto contextualizado de futuro.
Este principio en orientación conlleva:
* El acompañamiento de los alumnos:
+ En el análisis y aproximación activa de los procesos de adquisición del saber.
+ En los procesos de conocimiento de sí mismo, de la elaboración progresiva de los elementos de su identidad personal.
+ En los procesos de análisis de la realidad exterior e integración de los elementos anteriores (saberes, deseos, capacidades,…) en un proyecto de vida.
* La consideración de la orientación como integradora de los diversos procesos de desarrollo del sujeto (Hosteren, 1990) (Psicosocial, psicosexual, intelectual-conceptual, moral, de la carrera, de la propia construcción de significados existenciales).
* Como intervención educativa en la que el proceso de acompañamiento y resultados tienen idéntico valor, se justifican conjuntamente y ocurren en un contexto cultural sistémico (familia, escuela, comunidad y sistemas socio-culturales) en el que los cambios hacia el desarrollo no aluden solamente al individuo, sino también al contexto (sistemas y subsistemas).
* El establecimiento de un tipo de relación orientador-orientado en que el primero abandona su papel de experto en estudio/manejo de cosas y conserva únicamente el de experto en procesos: como profesional capaz de poner a los sujetos en situación de búsqueda, descubrimiento y adquisición de la capacidad (habilidades, conocimientos y destrezas) de autoorientarse.
El carácter educativo de la orientación que hasta aquí hemos analizado plantea la necesidad de la integración curricular de las intervenciones orientadoras.
– Principio de intervención social y ecológica. La intervención orientadora se realiza en y sobre un contexto social dado para posibilitar al orientado, no sólo el conocimiento de las variables contextuales (en cuanto a su configuración, limitaciones y posibilidades), sino también su transformación, en la que orientador y orientado deben implicarse. Se exige pues, al orientador que adopte una postura dialéctica frente al contexto de intervención; por una parte, debe posibilitar que el alumno aprenda formas cada vez más eficaces de adaptarse a la realidad; pero al mismo tiempo, tiene que enseñar al alumno y utilizar él mismo estrategias para actuar sobre las variables contextuales condicionantes con vistas a su transformación.
3.2. Modelos de intervención general.
Del modelo de servicios al modelo de programas:
Con anterioridad la orientación ha sido concebida como un conjunto de servicios desconectados entre sí, los cuales aportaban intervenciones puntuales e individualizadas al margen de la planificación y desarrollo de los programas educativos. Su función era principalmente de carácter terapéutico.
La nueva Reforma del Sistema Educativo que se está llevando a cabo en nuestro país se hace eco de las nuevas tendencias que a este respecto defienden una transformación radical de los Servicios tradicionales, haciendo hincapié en los principios de prevención y desarrollo personal. En esta línea la Reforma propone un modelo de orientación que intenta superar las intervenciones orientadoras de tipo puntual e individualizada características del modelo de Servicios, para propugnar la integración de la Orientación en el proceso educativo.
Así, en la Reforma del Sistema Educativo se tiende al modelo de orientación por programas; sin embargo, debido a la estructura organizativa y funcional de los Servicios de Orientación en España el modelo imperante es el de los Servicios por Programas.
Este nuevo modelo se constituye así en uno de los principales factores que van a contribuir a la calidad y mejora de la enseñanza. Desde este nuevo enfoque se hace énfasis en la prevención, desarrollo e intervención social frente al planteamiento anterior.
Pero, ¿qué ventajas supone esta concepción?.
Según Rodríguez Espinar (1993), a través del programa de orientación es posible:
– Encauzar las actividades propias del desarrollo curricular a la consecución de objetivos globales de desarrollo del alumno.
– Establecer una estructura dinámica que relacione las experiencias de aprendizaje curricular y la significación personal de las mismas.
– Operativizar de una forma clara y precisa la participación de todos los agentes educativos.
– Articular los objetivos a lo largo de un continuo temporal que abarque a todos los alumnos y cursos.
– Evaluar los efectos de las intervenciones realizadas.
* Concepto de programa.
Una vez conocido el cambio de planteamiento de la intervención orientadora experimentado con la reforma y sus principales implicaciones cabe preguntarse:
¿Qué significa la orientación por programas?. ¿Qué es un programa?.
Los autores que han abordado el concepto de programa coinciden en concebirlo como una acción planificada, basada en necesidades identificadas y orientada a unas metas, con una teoría que la sustente. En consecuencia, y siguiendo a Rodríguez Espinar (1993), podemos definir los programas como acciones sistemáticas, cuidadosamente planificadas, orientadas a unas metas, como respuesta a las necesidades educativas de los alumnos, padres y profesionales insertos en la realidad de un centro.
¿Cuáles son los elementos estructurales de un programa de orientación?.
Al igual que cualquier otro programa educativo consta de:
– Metas de aprendizaje, o competencias a adquirir por parte de los alumnos, en diferentes áreas.
– Actividades y procesos o estrategias para ayudar a los alumnos en el logro de las metas propuestas.
– Materiales y recursos para la ejecución de las actividades.
– Profesionales competentes y reconocidos para diseñar e implantar dichos programas.
Una vez definido el programa de orientación, se hace necesario delimitar el conjunto ordenado de pasos que se han de llevar a cabo para ejecutar dichas acciones.
En definitiva, preguntarnos ¿cuáles son las fases del diseño de los programas de orientación?.
– Fases del diseño de los programas de orientación.
Fase 1. Consiste en la valoración de las necesidades de orientación y el establecimiento de objetivos o metas generales derivadas de ellas. Fruto de esta valoración surgirán metas y la estructura del programa. Es relevante destacar la necesidad de contextualizar el programa de orientación a las necesidades concretas del centro, de cara a una intervención eficaz y coherente.
Fase 2. En esta fase se lleva a cabo la planificación y diseño de los componentes del plan de orientación. Respondemos así a las siguientes preguntas: ¿para qué? objetivos y metas; ¿sobre qué? contenidos; ¿a quién? destinatarios; ¿cómo? actividades; ¿con quién?, ¿con qué? recursos humanos y materiales; ¿cuándo temporalización; ¿cuánto? costos.
Fase 3. Se trata de la puesta en marcha del programa planificado. A lo largo de esta fase se van realizando modificaciones y ajustes como consecuencia de los factores externos o internos al desarrollo del programa.
Fase 4. Evaluación desde la doble vertiente formativa y sumativa, tanto del proceso como de los resultados. La evaluación estará presente desde que se establecen los objetivos y va dirigida a todos los componentes del programa: necesidades, diseño, proceso, resultados.
Evaluación de necesidades. A través de ella delimitamos el marco donde se piensa desarrollar el programa, identificando así las principales lagunas de información, valorando también las necesidades de los diferentes usuarios así como los problemas que subyacen a éstos e igualmente las oportunidades y medios con que contamos para su resolución.
Evaluación del diseño. Su finalidad es identificar y valorar las estrategias de los programas de información más acordes a las características y capacidades de las personas e instituciones implicadas en las mismas, teniendo en cuenta sus necesidades y las circunstancias ambientales que les son propias.
Evaluación del proceso. El fin esencial será facilitar durante el desarrollo de los programas las oportunas mejoras y/o modificaciones, cuando se detecten defectos de planificación, procedimientos o realización.
Evaluación de resultados. Su finalidad será valorar, interpretar y juzgar los resultados positivos, tanto como los negativos obtenidos con la aplicación del programa, de este modo se identifican los efectos deseados y no deseados y también el grado de satisfacción de las necesidades del grupo al que se ha dirigido, para finalmente determinar si el programa debe prolongarse, repetirse y/o ampliarse.
* Dimensiones de un programa de orientación.
El análisis de las diferentes tipologías de actividades que engloba un programa de orientación en relación a aquellos a quienes va dirigido nos da las dimensiones de un programa.
Tres son las agrupaciones de actividades que realizamos en orientación, y por lo tanto, tres son las dimensiones que consideramos:
– Diagnóstica.
– Informativa.
– De asesoramiento.
– Dimensión diagnóstica. Contempla las actividades encaminadas al conocimiento del alumno como individuo o como grupo. Las áreas de diagnóstico son todos aquellos factores que están asociados con la consecución de objetivos del programa, y vienen condicionados por la edad de los estudiantes y por el tipo de programa. Algunos ejemplos de áreas de diagnóstico: habilidades personales, estilo de aprendizaje, valores intereses, personalidad y autoconcepto, técnicas de estudio, etc.
Esta dimensión permite conocer al tutor y a los alumnos aquellos aspectos o áreas más relevantes para la intervención, su función, por lo tanto, es la de marcar las pautas para la orientación.
– Dimensión de información -formación-. Abarca las actividades destinadas a proporcionar datos a los alumnos, padres y profesores acerca de la realidad personal, académica y profesional, así como aquellos cuyo objetivo sea el análisis y contraste de los datos obtenidos con la propia experiencia personal.
– Dimensión de asesoramiento. Engloba aquellas actividades destinadas a ayudar en las dificultades personales que los alumnos van encontrando, así como las destinadas a la incidencia sobre alguna familia preocupada por ellas.
Tipologías de Programas de Orientación.
La realidad educativa de los centros pone en evidencia la necesidad de intervenir en todos los aspectos educativos: vocacional, personal, académico, etc., aunque luego se prioricen unos aspectos sobre otros en función de las edades y los consiguientes niveles educativos de los alumnos. Las características de la etapa de Secundaria y las del período adolescente por las que atraviesan los estudiantes en estos momentos exigen una puesta en marcha que contemple dichos aspectos.
Tres son los tipos de programas que más se utilizan en Educación Secundaria:
– Programas para el desarrollo y orientación vocacional.
– Programas relacionados con el desarrollo personal de los alumnos.
– Programas para la transición de etapas educativas.
En apartados posteriores nos detendremos a comentar con mayor detalle el modelo de orientación e intervención psicopedagógica en la etapa de la educación secundaria, por ello pasamos ahora a plantearnos otra cuestión: ¿Cómo se evalúan los programas?.
Evaluación de Programas de Orientación.
Entre los diferentes autores suele haber consenso a la hora de subrayar que los propósitos o finalidades de la evaluación en la orientación son:
a). Juzgar el valor y utilidad de un programa.
b). Asistir a los responsables de la toma de decisiones acerca de la implantación, ampliación o suspensión de programas.
c). Contribuir a la mejora de los programas.
La información que suministra la evaluación de Programas de Orientación comporta una serie de ventajas para los equipos de profesionales encargados de la planificación y diseño de nuevos programas (Sanz, 1990):
1. Proporciona retroalimentación sobre la efectividad del programa.
2. Ofrece evidencias para comprobar si la orientación satisface las necesidades de los usuarios.
3. Facilita la elección de actividades y recursos en base a su efectividad y, en su caso, la supresión.
4. Aporta información a la comunidad educativa, en virtud de la cual la participación puede resultar más acorde a las necesidades.
Pero, ¿en qué consiste la evaluación de programas?.
Desde una perspectiva amplia se concibe como el proceso de recogida y análisis de la información como soporte para la toma de decisiones acerca de los programas educativos.
La evaluación de programas, abarca todas las etapas del desarrollo de un programa, no se efectúa pues en un momento puntual, sino a lo largo de todo el proceso.
En el momento de evaluar el programa es relevante tener en cuenta el número de actividades realizadas, así como el tiempo dedicado a cada una de ellas con el objeto de analizar a que dimensión se le está concediendo más importancia en la práctica.
Para poder realizar una evaluación los programas han de satisfacer unos requisitos (M. Rodríguez, 1988; Sanz, 1990):
* Los objetivos han de estar enunciados explícitamente en forma de competencias.
* Se han de establecer los indicadores de ejecución.
* La evaluación debe estar prevista desde el inicio del programa.
En cuanto a los Modelos de Evaluación de Programas de Orientación, si bien se han propuesto varios, mencionaremos aquí brevemente dos de ellos.
– Modelo global de Atkinson. El proceso es este modelo tiene dos partes diferenciadas. La primera pone el acento en lo que ha hecho el orientador y la segunda en los efectos de la interacción. El primer conjunto de datos se obtiene mediante la evaluación transaccional o de proceso (actividades), y el segundo se obtiene por medio de la evaluación del producto (efectos).
– Modelo CIPP de Stufflebeam. Este modelo define la evaluación como el proceso de diseñar, obtener y proporcionar información útil para juzgar alternativas de decisión.
En este modelo se relacionan las fases del proceso de puesta en marcha y desarrollo del programa, con los tipos de decisiones y los tipos de evaluación, partiendo para ello del supuesto de que cada parte del proceso de implementación conlleva un tipo de decisiones y, por tanto, será más adecuado un tipo u otro de evaluación.
Las fases de este modelo ateniéndonos al tipo de evaluación son las siguientes (Rodríguez Espinar, 1993):
* Evaluación del contexto.
* Evaluación de entrada (Diseño).
* Evaluación del proceso (Formativa).
* Evaluación de productos (Sumativa).
Estructura organizativa del nuevo modelo.
El nuevo modelo de orientación se estructura en tres niveles:
a). Nivel de aula, y del grupo de alumnos, con la función tutorial y orientadora que corresponde a los profesores y, en particular, al profesor-tutor.
b). Nivel de Centro Educativo, como institución integrada por el equipo docente y por los recursos materiales a su disposición, que lleva a cabo los programas de orientación a través del Departamento de Orientación.
c). Nivel del sistema escolar, como tal concretado en la demarcación de distrito o sector, que ha de contar con un equipo interdisciplinar, y desde donde, en coordinación con otros programas y servicios, el sistema ha de dar respuesta adecuada y completa a las necesidades que en el sector aparecen.
Pero, ¿cuáles son las funciones específicas en cuanto a intervención y orientación psicopedagógica en cada uno de estos niveles?. ¿Cuál es la naturaleza definitoria de cada uno de estas instancias?.
3.3. Modelos de intervención en Orientación Profesional.
Integrar la orientación profesional y los programas de Transición a la Vida Activa en un centro educativo es, ante todo, considerar la educación socio-laboral y profesional como una finalidad esencial del centro, tener en cuenta a la hora de elaborar su Proyecto Educativo del Centro y recogerla y desarrollarla al concretar su Proyecto Curricular.
Según Fernández Sierra, podemos concretar la inclusión de la Orientación Profesional y, dentro de ella, los programas de transición a la vida activa en el Proyecto Curricular de Etapa de varias maneras, que representan diversos enfoques de la tarea orientadora y ofrecen diferentes niveles de integración Curricular.
¿Cuáles son estos enfoques?. ¿A qué Modelos de intervención responden?. En definitiva, ¿cuáles son los Modelos a partir de los cuales podemos desarrollar los programas de Transición a la vida activa?.
En la literatura sobre Orientación se hace referencia a tres Modelos de intervención integrada, éstos son:
– Modelo de Orientación en Paralelo.
– Modelo de Integración Disciplinar.
– Modelo de Integración Interdisciplinar.
3.3.1.- Modelo de Orientación en Paralelo.
Hablamos de intervención orientadora en paralelo para referirnos a las actuaciones que podemos llevar a cabo en este campo a través de un programa recogido en el Proyecto Curricular de Etapa, pero que se diseña y se desarrolla independientemente de las enseñanzas de las diversas áreas y disciplinas que configuran el currículo. Este Programa, recogido en el Proyecto Curricular, se encuadra dentro del Plan de Orientación Académica y Profesional (POAP) y es elaborado por el Departamento de Orientación.
El diseño de un programa de este tipo, requiere como punto de partida, definir una serie de temas o tópicos que sirvan de elementos cohesionadores de los contenidos que consideramos necesarios ofrecer a los alumnos en este ámbito. Dichos temas o tópicos habrían de poseer, al menos, una doble cualidad:
– Por un lado, ser lo bastante atractivos y motivadores para captar el interés y las expectativas de los alumnos.
– Y, por otro, lo suficientemente genéricas y flexibles para poder aglutinar el máximo de los contenidos seleccionados para la educación socio-laboral y profesional de los estudiantes.
¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de este Modelo?.
Fernández Sierra, en cuanto a las ventajas de este Modelo, indica que a su favor se puede alegar que es el más fácil de organizar y ejecutar de los tres Modelos y, posiblemente, sea el único factible de realizar en muchos centros de Educación Secundaria.
En cuanto a los inconvenientes, Fernández Sierra, enumera los siguientes:
a) En primer lugar no encontramos con el factor tiempo. En la práctica suele ser difícil encontrar tiempo suficiente dentro del horario escolar y del extraescolar para aplicar un programa lo suficientemente amplio como para cubrir los fines y abordar los contenidos pretendidos. La falta de tiempo suele reducir la intervención orientadora a una serie de cuestiones muy concretas, de poca importancia y transcendencia, que se limitan, por lo común, a informaciones sobre el mundo laboral, a pequeños informes escritos y, en los casos más delicados o difíciles , a algún tipo de consejo orientador.
b) En segundo lugar, como los profesores no necesitan implicarse en el programa, puesto que se lo encuentran organizado y, en parte, ejecutado por el Departamento de Orientación. Esto, lógicamente, condiciona el éxito del programa, ya que los profesores, en el caso en el que más colaboren, serán meros «operarios» que aplicarán lo que otros «fabrican» sin llegar a comprender en profundidad los motivos y fines de la intervención.
c) En tercer lugar, los alumnos verán y vivirán las actividades del programa como algo ajeno a los procesos de enseñanza que se desarrollan en las aulas, considerándolas como de segundo orden para su formación.
3.3.2.- Modelo de Integración Disciplinar.
Este modelo se basa en la idea de que los contenidos propios de la orientación profesional se pueden «apegar» a los demás contenidos de las áreas de conocimiento y disciplinas curriculares, o dicho de otra forma, que en los proyectos curriculares y en las programaciones de aula hay lugar para relacionar e incluir contenidos relativos a la Transición de la vida activa.
Según este modelo cada profesor habría de abordar en su clase los contenidos acordes con la finalidad de la orientación profesional y la Transición para la vida activa, integrándolos en su materia. Es decir, que cada profesor pondría en escena actividades de enseñanza y de orientación aprovechando las posibilidades que ofrecen los diversos temas curriculares de su área o disciplina curricular.
¿Qué ventajas e inconvenientes presenta este Modelo?.
Para Fernández Sierra, las ventajas e inconvenientes de este Modelo son los siguientes:
a) Ventajas.
– Implica y responsabiliza a los profesores del peso principal de la orientación profesional de los alumnos. En este caso el beneficio que se obtiene no es sólo en cuanto a una mayor profundización en los aspectos socio-labores de la educación, sino que, por reciprocidad, los contenidos académicos encontrarán una nueva y significativa dimensión al ser relacionadas con la vida cotidiana presente y futura de los alumnos.
– La implantación de actuaciones desde la perspectiva de este modelo necesita poca coordinación entre profesores y, por tanto, puede resultar adecuado para comenzar a trabajar aspectos sobre la «carrera» en centros de marcada tradición individualista. Asimismo, permite establecer diferentes ritmos y grados de coordinación y de trabajo entre profesores del asimismo ciclo, del mismo curso, de la misma área e, incluso, individualmente.
– Todos los alumnos irían recibiendo a lo largo de su vida académica información y formación en este importante aspecto de su vida actual y futura. Si estos contenidos se van trabajando paulatinamente a lo largo de los diversos ciclos y cursos de las enseñanzas secundarias, los alumnos lo irán asumiendo e internalización a partir de un proceso de reflexión continuada y cíclica, no sólo en el aula, sino fuera de ella.
b) Inconvenientes.
– Hemos de destacar el peligro que supone en cuanto que puede descuidar el tratamiento de los aspectos personales de los alumnos si los enfoques de los profesores son primordialmente instructivos, enfocando su enseñanza desde perspectivas eminentemente informativas.
– Un segundo punto débil es el potencial conservados de la metodología docente, es decir, si no se practican modos de enseñar y de aprender que inciten a la participación de los estudiantes en los procesos de enseñanza-aprendizaje, al análisis crítico de las situaciones y hechos académicos y sociales, a la interacción, a la indagación individual y colectivamente, sin esta perspectiva, el proyecto orientador perderá profundidad y se reducirá a una información, tal vez exhaustiva y continuada, pero, al fin y al cabo, sólo «información».
3.3.3.- Modelo de Integración Interdisciplinar.
Este modelo arranca, como el modelo de la integración disciplinar, de la idea de que es posible y deseable incorporar los contenidos propios de la orientación profesional a los de las demás áreas y materias del currículo, pero presupone que no es suficiente con ello, puesto que ésto daría pie a un tratamiento, de estos contenidos, de forma parcelada y que el aprendizaje se produzca o asimile desconectado en las cuentas con los alumnos. Por lo tanto, para evitar este hecho, desde este modelo se defiende la idea de incorporar el contenido propio de orientación profesional a los de las demás áreas y materias, pero dicha incorporación de estos contenidos y el aprendizaje y trabajo de los mismos ha de llevarse a cabo de forma interrelacionada y de manera interdisciplinar.
Siguiendo a Fernández Sierra para el planteamiento de este Modelo de intervención en el ámbito de la orientación profesional partimos de dos premisas:
a) En la enseñanza obligatoria es necesario interrelacionar el saber y plantear y organizar los conocimientos y las experiencias de aprendizaje desde núcleos y temas que tengan significatividad para los alumnos, a fin de proporcionarles una cultura integradora.
b) La mejora de los procesos educativos desencadenados en las aulas y en los centros, de enseñanza pasa por el compromiso de los profesionales de la educación en su formación y autoformación a través, eminentemente, del estudio, análisis y reflexión compartida de sus prácticas cotidianas.
¿Cuáles son las ventajas e inconvenientes de este Modelo?.
Siguiendo a Fernández Sierra, en cuanto a las ventajas de este Modelo, nos encontramos, en general, que solventa todos los inconvenientes que presentaban los dos modelos anteriores.
En cuanto a los inconvenientes, es de destacar:
– La dificultad de elaborar y ponen en marcha un programa de tales dimensiones, puesto que supone un gran compromiso y dedicación por todos los profesores del centro, no sólo del Departamento de Orientación, así como una gran capacidad de coordinación entre todos los implicados.
– Asimismo, la temática de los programas que se realicen desde este Modelo ha de ser lo suficientemente genérica, globalizada, flexible (además de interesante y motivadora para los alumnos), como para posibilitar su abordaje o estudio desde el conocimiento que pueden aportar las diferentes materias curriculares.
– Este hecho, facilita el que, en ocasiones, lo que realmente se realice desde las diferentes áreas, es el proporcionar información sobre la relación de cada área con la temática planteada.
4.- AUTOORIENTACION.
Uno de los fines que se persiguen desde la orientación es la autoorientación por parte del alumno, es decir, que vaya elaborando su propio proyecto de vida, que realice las decisiones adecuadas en el proceso académico que se plasmarán posteriormente en el terreno profesional, para llegar a ello los alumnos precisan de información tanto de sí, como académica o profesional. A continuación abordaremos este punto desde el autoconocimiento y elección de estudios y profesiones.
4.1. Autoconocimiento en relación a la elección de estudios y profesiones.
El concepto que el alumno tiene sobre sí mismo tiene un peso decisivo en la elección académica y profesional. Los instrumentos o técnicas que se utilizan para este conocimiento no tienen como objetivo decirle al alumno como es, sino tomar conciencia de como se ve uno mismo desde la autoobservación, y conocer así sus intereses, valores y aptitudes. Pero, ¿qué se entiende por autoconcepto?. ¿Cuáles son los conceptos relacionados con éste?. ¿Qué son y en qué consisten los intereses, valores y aptitudes?. ¿Cómo se relacionan éstos con la elección de estudios o profesiones?.
I.- Autoconcepto o conocimiento de sí mismo.
¿Cuáles son los conceptos que engloba este término?. ¿Cuáles son sus características?. Y, ¿en qué se diferencian unos con otros?.
– Conceptualización y elementos relacionados.
Según Castaño López-Mesas (1983), la madurez vocacional identifica el autoconcepto con la noción que el sujeto tiene de sí mismo. Este autoconcepto estaría integrado por los aspectos fenoménicos del sí mismo, revelables a la conciencia del yo, mientras que quedarían fuera de su campo los aspectos no fenoménicos e inconscientes. El proceso de madurez personal y vocacional consistiría, en cierta medida, en ir alumbrando estos aspectos ignorados o inconscientes de modo que se integren en un sí mismo progresivamente más amplio.
El autoconcepto se ha identificado, en general, tanto con la percepción que el sujeto tiene sobre sí mismo (autoimagen), como con la valoración que obtiene sobre sí mismo (autoestimación).
¿Cuáles son las diferencias entre éstos?.
Si bien estos conceptos a menudo se emplean como sinónimo, cabe destacar algunas diferencias. Por autoconcepto entendemos la noción global y más o menos estable que el individuo va adquiriendo sobre sí mismo. La autoimagen hace referencia a una noción meramente cognoscitiva, es decir, cómo se percibe el propio sujeto; y, por último, la autoestima corresponde con la valoración afectiva que le merece esta imagen o, lo que es lo mismo, cómo se aprecia a sí mismo.
La esperanza de reducir la distancia entre el yo actual y el yo ideal configura la confianza en sí mismo (autoconfianza). La experiencia del intento de reducir la disonancia cognoscitiva entre ambos conceptos de sí mismo (actual e ideal) genera, a su vez, su propia estima. Autoestimación y autoconfianza se hallan, pues, mutuamente relacionados, ya que las expectativas que conciernen a la actuación futura dependen, en gran medida, de la información obtenida sobre el desempeño actual. Una vez vistas las diferencias entre estos términos tan parecidos o similares, vamos a profundizar más en el término del autoconcepto.
El individuo obtiene una imagen de sí mismo cambiante a lo largo de su desarrollo en los que se puede distinguir los dos aspectos: el yo ideal y el yo actual. El yo actual es la imagen actual que el sujeto logra sobre sí mismo, es decir, su autoimagen, se construye a partir del proceso de interacción entre las disposiciones y experiencias. El individuo conforme crece, va elaborando una imagen de sí mismo entorno a la cual organiza su conducta. El sujeto aprende así a conocerse y a valorarse.
El yo ideal. Es la proyección de lo que desearía ser con referencia a sí mismo y a la sociedad. Es producto de las expectativas sociales y de los intentos de identificación con los modelos escogidos. En la medida en que el autoconcepto logre aproximarse a ese ideal del yo, el individuo va elaborando una mejor o peor valoración de sí mismo. El resultado de esa «disposición cognoscitiva» produce, por un lado, el sentimiento de la propia autoestimación mientras que, por otro, es un estimulante del comportamiento, el cual se organiza en torno a la necesidad de reducir esta incongruencia entre el yo actual (percibido) y el yo ideal (deseado). Es decir, el yo actual es la noción que tengo de mí mismo, como creo que soy y el yo ideal la fantasía que elaboro acerca de como me gustaría ser, qué quería llega a ser.
II.- Autoconcepto en la teoría vocacional de Super.
Super se refiere al autoconcepto como la percepción que el sujeto obtiene sobre sí mismo. Incluso la denominación de autoconcepto es criticable, reconoce Super (1974) pues que cada persona tiene un concepto de sí mismo, sino varios, tantos como cometidos tiene y situaciones enfrenta (como profesional, ciudadano, padre, esposo,…). Uno puede tener diferentes imágenes de sí mismo en cada uno de estos papeles que pueden ser o no concordantes. Estos varios autoconceptos se combinan, sin embargo, en un sistema de conceptos de sí mismo y son determinantes importantes de sus percepciones, sus actitudes y comportamiento.
En cuanto a la dimensión vocacional del autoconcepto, Super (1953) formula que «el proceso de desarrollo vocacional consiste esencialmente en el desarrollo y realización del concepto de sí mismo. Se trata de un proceso de compromiso en el que el concepto de sí mismo es un producto de la interacción entre las aptitudes heredadas, la constitución neuroendocrina, la posibilidad de desempeñar distintos roles y las evaluaciones de la medida en que los resultados de los roles desempeñados logren la aprobación de los superiores e iguales».
III.- Autoconcepto y desarrollo vocacional.
¿Cuáles son los aspectos del proceso mediante el cual el autoconcepto afecta al desarrollo vocacional?.
Según Super son:
A).- La formaci3n del concepto de sí mismo.
B).- La traslación de ese concepto a términos vocacionales.
C).- La implementación o realización del concepto de sí mismo a través de la vida profesional.
A).- La formación del concepto de sí mismo.
¿Como se produce el desarrollo del concepto de sí mismo?. Y, ¿en qué consiste tal desarrollo?.
Para Super y sus colaboradores (1963) el concepto de sí mismo se desarrolla durante la vida del individuo y comprende cinco aspectos diferentes:
– Exploración. El individuo al nacer posee ciertas tendencias innatas que favorecen determinados tipos de conducta. Desde los primeros años del desarrollo, el ambiente en que se desenvuelve comienza a actuar sobre estas conductas embrionarias. Así, ciertos tipos de comportamiento merecen la aprobación de los padres mientras que otros son reprochados. Sobre este esquema de gratificaciones y represiones se inicia el proceso de exploración del autoconcepto.
– Autodiferenciación. El mismo sistema de gratificaciones y castigos hace que el niño vaya tomando conciencia de los límites de su propio yo físico y psicológico, diferenciándolo del mundo de los objetivos y de las demás personas.
– Identificación. A través del fenómeno de la identificación el niño se vuelve hacia los objetos o las personas que le proporcionan gratificación. Conforme crece los objetivos de identificación se hacen más variados y diversos. Así, es cuando mediante la identificación con el padre del propio sexo, el niño desarrolla una imagen de sí mismo adecuada a las normas que aquél imparte. Cuando, por el contrario, la identificación con el padre no se produce, puede encontrar otras personas con quien identificarse.
– Desempeño de roles. El desempeño de diferentes papeles que el medio familiar, favorecido por el propio proceso de identificación, facilita aún más el desarrollo de la imagen de sí mismo.
– Evaluación de los resultados (prueba de realidad). El contraste con la realidad supone una prueba continua del concepto de sí mismo. El individuo termina por aceptar aquellas facetas de éste que le proporcionan satisfacción mientras que rechaza las que no le gratifican, procurando sustituirlas por otros rasgos y maneras capaces de afrontar más satisfactoriamente el contraste con la realidad.
B).- Traslación del concepto de sí mismo a términos vocacionales.
¿Cómo se realiza la traslación del concepto de sí mismo en términos vocacionales?.
Al llegar a la adolescencia, el joven se enfrenta con la elección profesional cuya dirección depende, según Super, de la capacidad de trasladar el concepto que tiene de sí mismo:
– Exploración. La adolescencia comporta la necesidad de explorar y valorar a las propias capacidades del sujeto frente a las exigencias profesionales.
– Autodiferenciación. Durante esta época el adolescente va perfilando su propia identidad atraído por dos tendencias: la necesidad de ser diferente (ser uno mismo) y la necesidad de parecerse a un subgrupo juvenil (ser como todos).
– Identificación. El proceso de identificación con modelos profesionales adultos le hace inclinarse por determinadas ocupaciones. Y tanto más si éstas son a la vez valoradas positivamente por las mismas circunstancias con las que se identifican y por la propia sociedad.
– Desempeño de roles. La experiencia en diferentes actividades le permite descubrir aptitudes específicas e intereses insospechados.
– Evaluación. El contraste con la realidad representa, finalmente, el banco de pruebas que revelará si sus exploraciones, su identidad, sus identificaciones y los roles desempeñados son congruentes con las exigencias de la profesión escogida.
C).- Realización del concepto de sí mismo a través de la actividad profesional.
Tras la elección profesional el individuo ejerce una serie de actividades encaminadas a desempeñar la ocupación elegida y a mantenerse y a progresar dentro de ella. De acuerdo con la hipótesis de Super, el principio que guía este tipo de comportamiento es el intento de procurar la defensa y la ampliación del concepto de sí mismo. En la etapa de declinación se requiere, a su vez, unas nuevas adaptaciones con objeto de conservar el autoconcepto dentro de márgenes tolerables. Cuando la profesión no escogida no contribuye, por el contrario, a este fin, es previsible que el individuo efectúe sucesivos cambios de ocupación hasta lograrlo.
En resumen podemos decir que la influencia del autoconcepto en la decisión vocacional siguiendo a Super queda recogida en los siguientes postulados:
– «El individuo toma decisiones preocupacionales, ocupacionales y posocupacionales sobre la base del autoconcepto y de la situación en que se ve así mismo». (Super, 1974).
– «Un concepto de sí mismo claro, realista y armonioso se traducirá en preferencias ocupacionales que se completarán en elecciones». (Super, 1970).
– «La congruencia entre la valoración ocupacional y el concepto de sí mismo, es decir, del nivel de incorporación del autoconcepto a la profesión, determina la elección y la satisfacción profesional».
– «La cristalización de los intereses interviene en el proceso de maduración individual y el aprendizaje, apoyados en un concepto de sí mismo cada vez más estable, del cual dependen las futuras decisiones profesionales».
Todo esto nos viene a confirmar que el autoconcepto es un determinante de la elección vocacional tal y como la entiende Super (1963) y Tiederman (1961).
El autoconcepto nos da conciencia de nuestras potencialidades y a la vez influye en el rendimiento de las mismas.
Este tiene su origen en:
a).- Las experiencias personales vividas en el ambiente familiar, social y escolar.
b).- Las expectativas despertadas por los propios ambientes.
c).- Los rasgos de personalidad del sujeto tales como ansiedad, modo de relación interpersonal, motivación de logro, valores, etc.
Según Gimeno (1976), es sobre todo el autoconcepto académico el que va a tener una mayor importancia en la formación del autoconcepto vocacional, en tanto que le servirá de evaluación de sus capacidades, a la vez que le proveerá las respuestas de las personas significativas para él, con las que podrá calibrar el valor del mismo rendimiento, produciéndose una relación circular, por la cual el autoconcepto influirá en el rendimiento escolar y/o en la elección vocacional o profesional, a la vez que estimulará la noción de sí mismo a través de la percepción que el sujeto tiene de las respuestas de los otros hacia él.
El sujeto se forma tanto una representación de sí (autoconcepto), como de las profesiones de su entorno. Esta representación está integrada por aspectos cognitivos y afectivos y caracterizada en su estructura por la ambivalencia del significado que se hace depender de la actitud del sujeto ante la posición de los rasgos del objeto.
Las representaciones se forman en base a la información asequible o disponible del sujeto. En el caso de las profesiones, la información de que disponen los sujetos es en muchas ocasiones fragmentaria, parcial y escasa. En estos casos puede tener lugar una esquematización que lleve a la formación de estereotipos. Cuando la información no es excesivamente reducida, el modo de organizar la información es a través de la categorización, que permite asimilar las informaciones diferentes pero cercanas y que conduce a una clasificación de la información a partir de los efectos de contraste y similitud, de las propiedades del objeto, de la profesión en este caso, a partir de una preferencia afectiva del sujeto hacia ellas que nacerá en el propio autoconcepto del sujeto y se extrapolará al objeto, sobre todo en la adolescencia.
La selección de una profesión o de la percepción de la profesión como adecuada a uno mismo se produce a partir del esquema de la toma de decisión y de la disonancia cognitiva por el contraste y evaluación de los rasgos correspondientes a la representación de sí mismo y de los rasgos de la profesión.
Por lo tanto, el autoconcepto personal, el autoconcepto vocacional y los rasgos percibidos de la profesión tienden a asemejarse y acercarse entre sí para aquellos sujetos que se encuentran motivados para esa profesión, lo que nos viene a decir la estrecha relación entre la información, el autoconcepto y la elección vocacional y el importante papel que juegan los dos primeros en la adquisición de una adecuada, realista y congruente elección vocacional. Lo que quiere una persona y decide ser profesionalmente está influido por cómo se considera, la percepción que tiene de sí mismo y la evaluación que de sus capacidades ha tenido a través del éxito o fracaso que haya obtenido en sus actividades.
* Aptitudes.
Hay que proporcionar al individuo una información objetiva sobre sus capacidades y sus reales posibilidades de éxito frente a las diferentes alternativas académicas, ya que como dicen Super y Bohn (1970) «un individuo estará más satisfecho con sus estudios en la medida que las exigencias de éstos se correspondan con su nivel de aptitud y sienta que el estudio le ofrece la oportunidad para el uso y expresión de sus aptitudes».
Pero, ¿qué entendemos por aptitud?.
Según Castaño López-Mesas (1983), se entiende por aptitud aquellos componentes de la persona que están orientados a recibir, elaborar y transmitir información. Estos son direccionales, es decir, describen que tareas pueden resolver los sujetos y en qué grado.
Las aptitudes son consideradas, según Castaño López-Mesas, como disposiciones o habilidades potenciales para la acción. Tienen las siguientes características:
– Tienen una fase fisiológica.
– Son consideradas como tales en cuanto se manifiestan en un comportamiento.
– Pueden ser generales y específicas (aptitud verbal: general y aptitud oral: específica).
– Dependen de la maduración de las estructuras y del aprendizaje.
Según Rubio Moreno, Castillejo Valero y otros (1992), la aptitud es una disposición innata que permite desarrollar la capacidad de cumplir convenientemente tareas y trabajos. Se da el nombre de capacidad a una saber hacer que se adquiere, mientras que la aptitud es una disposición natural que puede permanecer inútil si no se desarrolla. Se ha observado que las aptitudes se van diferenciando progresivamente.
No todas las personas poseen las mismas aptitudes, ni han desarrollado las mismas capacidades. Este es el motivo por lo que es necesario que los alumnos conozcan las aptitudes que poseen y hasta que grado las han desarrollado. De la misma forma que las aptitudes que posee un alumno se relacionan con sus aficiones e intereses.
Por esto a la hora de elegir una carrera o profesión es necesario tenerlas en cuenta ya que van a influir primero en el rendimiento académico y posteriormente en el éxito profesional.
* Intereses, actitudes y valores.
A). Conceptualización.
Castaño López-Mesas (1983) asegura que «los intereses vocacionales apuntan en la dirección de que cada individuo y cada grupo profesional se caracteriza por poseer una estructura más o menos compleja de intereses definida por un mayor o menor número de dimensiones».
La actitud, según Rokeach (1968), es «la organización, relativamente duradera, de creencias entorno a un objeto o situación que predispone a cualquier sujeto a responder de una manera determinada».
A una organización congruente de actitudes se le llama valor y, tradicionalmente, se ha considerado que los valores orientan la conducta humana.
Por lo tanto, podemos decir que el conocimiento de aquello que orienta la conducta de las personas, o lo que es lo mismo ¿por qué deseamos unas cosas y no otras?, ¿qué hace que algo nos parezca positivo o negativo?, ¿por qué nos empeñamos en conseguir algunos objetivos y no otros?. Esta en función de estos tres conceptos: intereses, actitudes y valores, son las razones que justifican buena parte del comportamiento de las personas.
Por tanto, el proceso de orientación educativa del alumno exige reflexionar sobre cuáles son sus intereses, a dónde quiere llegar, cómo lo hará, por qué razones,…
4.2. Elección de estudios y profesiones.
A lo largo del desarrollo del tema hemos expuesto ¿qué es la orientación profesional y cuáles son sus objetivos?, ¿por qué son necesarios los procesos de toma de decisiones? y ¿qué relevancia tienen en la elección de estudios y profesiones?, al igual que la necesidad de la madurez vocacional y el autoconocimiento en esta elección. También ha quedado claro que la L.O.G.S.E. considera a la orientación profesional dentro del currículo ordinario que está inmersa en el sistema educativo. En este momento se nos plantean las siguientes cuestiones: ¿En qué etapa educativa deben realizar los alumnos la elección de estudios y profesiones?. ¿Qué papel va a desempeñar el tutor y el orientador para facilitar al alumno esta elección?. ¿Cuáles son los elementos y aspectos a tener en cuenta al realizar esta elección, además de los ya mencionados?. ¿Cuál es la información que se le debe proporcionar al alumno?.
* Elección de estudios y profesiones en secundaria.
¿Cuáles son las opciones que se le presentan a los alumnos en la Educación Secundaria?.
A los alumnos al terminar la E.S.O., el Bachillerato y la Formación Profesional Específica, tanto de grado medio como superior, se le plantean dos opciones:
1º. Incorporarse al mundo laboral, realizando una elección profesional, debido al carácter terminal que se le conceden a estas etapas de educación (L.O.G.S.E., art. 18, 25, 27 y 30).
2º. Continuar sus estudios debiendo de realizar una elección vocacional.
Pero, ¿cómo se lleva a cabo el proceso de elección tanto vocacional como profesional?.
Según las Cajas Rojas de Secundaria es cierto que las decisiones de itinerarios se toman en el último curso de la Enseñanza Obligatoria, el desarrollo vocacional no es un hecho puntual y reducido a este momento, sino que es un proceso que forma parte del desarrollo general de la persona a lo largo de toda su vida y que conduce a la madurez vocacional. Este proceso se va configurando a través de las experiencias vividas y es influido por los modelos, normas y valoraciones del entorno. Cada persona progresivamente va almacenando informaciones vocacionales que le brinda el contexto y teniendo experiencias escolares que le permitan contrastar los contenidos de diversas materias que se dirigen a diferentes áreas vocacionales. Estas experiencias tienen un peso importante en el proyecto de vida que cada uno se traza y van definiendo los intereses y preferencias individuales. A veces un peso negativo puesto que fuerzan a decidir basándose en estereotipos y modelos sociales o expectativas familiares que poco tienen que ver con las motivaciones, aptitudes y valores personales.
La primera decisión vocacional que afronta el adolescente en la E.S.O. tiene lugar en el segundo ciclo, especialmente al comenzar el último año. Las materias que elija, entre áreas fundamentales obligatorias y asignaturas optativas que oferte el centro, configuran un camino que, de alguna forma, orienta y define la decisión por la que opte al concluir la etapa.
Al final de la etapa de E.S.O. el alumno que ha terminado con éxito tiene tres posibilidades: cursar un ciclo formativo de Formación Profesional Específica de grado medio, cursar algunas modalidades de Bachillerato o abandonar el sistema educativo. Las actuales condiciones sociales hacen sumamente desaconsejable abandonar la educación formal antes de los 18 años. Las posibilidades de trabajo están muy condicionadas por los estudios realizados. Un determinado nivel y especialización de estudios no garantiza el acceso al trabajo, pero si suele constituir una condición indispensable o facilitadora para ello. Precisamente en condiciones de paro profesional extendido los mejores cualificados tienen mayores posibilidades de empleo. Los profesores deben de ser conscientes y hacer conscientes de estos a los alumnos.
* Areas de información.
La información está destinada a proporcionar datos sobre la realidad personal, académica y profesional. La información por sí sola no basta. Debe de complementarse con el análisis y reflexión de los datos que nos proporciona nuestra propia experiencia personal.
El alumno debe ir aprendiendo a contrastar los datos que va obteniendo de sí mismo, del mundo académico y profesional para ir realizando decisiones sucesivas, bien en lo que se refiere a las elecciones de áreas a cursar o a cambios a realizar en su persona.
¿Cuál es la función de la información académica y profesional?.
a). Conocer:
– Las realidades y posibilidades de uno mismo en contraste con el entorno social y laboral.
– Las vías habituales de inserción socio-académicas-profesionales.
b). Relacionar sendos ámbitos.
De estas funciones se derivan tres grandes áreas de información sobre las que habitualmente toda persona debe interrogarse, consultar, asesorarse, reflexionar y experimentar antes de adoptar decisiones sobre las opciones académicas y profesionales ofertadas por la sociedad. La interrelación entre ambas es estrecha y sus efectos en la mayoría de los casos son interdependientes.
¿Cuáles son estas áreas de información?.
A).- Información personal y social.
Que fomente el autoconocimiento o conocimiento de sí mismo. En otras palabras, ayudarle a identificar sus actitudes, nivel de aspiraciones, intereses, aptitudes, aspectos familiares y de relación social, ya que el concepto que el alumno tiene de sí ejerce un peso decisivo en la elección profesional.
B).- Información académica.
Esta suele ser el tipo de información que el alumnado de niveles intermedios del sistema educativo necesita con más perentoriedad, mientras contrasta sus posibilidades de futuro. Es una exigencia derivada de la estructura de casi todos los sistemas educativos que al final de cada ciclo ofrecen opciones curriculares diferenciadas y requisitos de ingreso distintos.
Esta información no debe basarse únicamente en la mera exposición de la estructura del sistema educativo, sino que también es necesario conocer los centros en los que se pueden continuar los estudios, las oportunidades y exigencias académicas actuales y futuras, los condicionamientos y problemas inherentes a los diferentes niveles educativos, las ayudas son las que se puede contar para acceder a ellos, etc., es decir, el alumno debe consultar, comprobar y reflexionar sobre:
– Posibilidades próximas y remotas de continuación de estudios.
– Requisitos académicos exigidos en los diferentes niveles de estudios.
– Destrezas y actitudes personales necesarØs para el logro de las metas deseadas en contraste con las disponibles.
– Oportunidades de apoyo ofrecidas por la sociedad y sistemas de búsqueda.
C).- Información profesional.
La información sobre el mundo laboral adquiere características peculiares en función de la edad y situación del alumno. Las necesidades de un alumno que acaba la Educación Secundaria Obligatoria son muy diferentes de las de un joven a punto de terminar sus estudios universitarios.
Cuando la incorporación al trabajo está próxima, al estudiante se le plantea este interrogante: ¿dónde y cómo encontrar trabajo?. A contestarlo puede ayudarle un correcto proceso de información sobre:
a). Las profesiones existentes.
b). Las tareas a desarrollar en ellas.
c). Los emolumentos.
d). Las ofertas y demandas de trabajo.
e). La evolución del mercado laboral.
f). Las fuentes de información.
g). Las vías de promoción.
h). Los programas especiales de apoyo al empleo, etc.
En los momentos actuales la aptitud para adquirir y procesar correctamente la información relativa al campo laboral es fundamental, este aprendizaje se puede conseguir mediante:
– Exploración de distintas profesiones, iniciándose por las más habituales al contexto habitual del alumno.
– Aproximación a la realidad en las que normalmente se desarrollan las profesiones.
– Desarrollo de procesos cognitivos y afectivos implicados en la inserción socio-profesional.
En resumen, esta información personal (actitudes, capacidades, intereses, aptitudes,…), académica y profesional debe de favorecer la reflexión del alumno para poder integrarla y realizar una adecuada elección académica o profesional.
A lo largo del tema hemos expuesto que la orientación profesional, el proceso de toma de decisiones y la elección de estudios y/o profesiones forman parte del currículum educativo, pero ¿dónde se enmarca este proceso?, ¿quiénes son los encargados de facilitar la información necesaria y orientar a los alumnos?.
* Funciones de los tutores.
Según el R.D.83/1996, de 26 de enero, por el que se aprueba el Reglamento Orgánico de los Institutos de Educación Secundaria, las funciones de los tutores son, entre
, entre las que cabe destacar las siguientes:
a). Participar en el desarrollo del plan de acción tutorial y en las actividades de orientación, bajo la coordinación del Jefe de Estudios y en colaboración con el Departamento de Orientación.
b). Orientar y asesorar a los alumnos sobre sus posibilidades académicas y profesionales.
c). Colaborar con el Departamento de Orientación del instituto en los términos que establezca la Jefatura de Estudios.
* Funciones del Departamento de Orientación.
El citado R.D. expone que las funciones del Departamento de Orientación son, entre otras, las siguientes:
a). Elaborar, de acuerdo con las directrices establecidas por la Comisión de Coordinación Pedagógica, las propuestas de organización de la orientación educativa, psicopedagógica, profesional de los alumnos y del plan de acción tutorial.
b). Coordinar, de acuerdo con lo establecido en los proyectos curriculares de etapa, la orientación educativa psicopedagógica y profesional de los alumnos, especialmente en lo que concierne a los cambios de ciclo o etapa y a la elección entre las distintas opciones académicas, formativas y profesionales.
c). Contribuir al desarrollo del Plan de Orientación Académica y Profesional y del Plan de Acción Tutorial.
d). Participar en la elaboración del Consejo Orientador sobre el futuro académico y profesional del alumno.
e). En los institutos donde se imparta la Formación Profesional Específica, coordinar la orientación laboral y profesional con aquellas otras instituciones o administraciones competentes en la materia.
De estas funciones se deduce que la orientación profesional, la toma de decisiones y la elección de estudios y profesiones se realizará por medio del Plan de Acción Tutorial y el Plan de Orientación Académica y Profesional; pero, ¿en qué consisten y cuáles son las actuaciones que se realizan de éstos?. En la Resolución de 30 de abril de 1996, de la Dirección General de Renovación Pedagógica, por la que se dictan instrucciones sobre el Plan de actividades de los departamentos de Orientación de los Institutos de Educación Secundaria, viene recogido el contenido y características de estos planes:
A).- Plan de Acción tutorial.
Es el marco en el que se especifican los criterios y procedimientos para la organización y funcionamiento de las tutorías. En él se deberán incluir las líneas de actuación que los tutores desarrollarán con el alumnado de cada grupo y con las familias, así como con el equipo educativo correspondiente.
La acción tutorial tenderá a favorecer la integración y participación de los alumnos en la vida del instituto, a realizar el seguimiento personalizado de su proceso de aprendizaje y a facilitar la toma de decisiones respecto a su futuro académico y profesional.
Deberá concretar medidas que permitan mantener una comunicación fluida con las familias y de otro lado asegurar la coherencia educativa en el desarrollo de las programaciones de los distintos profesores del grupo.
Cada tutor programará las actividades más acordes con su grupo de alumnos siguiendo las líneas marcadas por el Plan de Acción Tutorial.
Este programa de actividades con el alumnado deberá englobar tanto las que se han de realizar con el grupo en la hora semanal de tutoría, como aquellas que estén previstas para atender individualmente a los alumnos que lo precisen.
Si bien la coordinación del Plan de Acción Tutorial será responsabilidad del Jefe de Estudios, éste contará con la colaboración del Departamento de Orientación, el cual colaborará también en el establecimiento de criterios para asignar las tutorías de grupo a los correspondientes profesores.
Por último, que en este ámbito el Departamen_’ de Orientación contribuirá al desarrollo del plan citado, asesorando a los tutores en sus funciones facilitándoles los recursos necesarios e interviniendo directamente en los casos que los tutores lo soliciten.
B).- Plan de Orientación Académica y Profesional.
Ya hemos comentado la amplia opcionalidad y diversificación del currículo, ésto junto a la complejidad del mundo laboral y la escasa información que los alumnos poseen acerca de las alternativas académicas y profesionales hacen de la enseñanza secundaria un momento en que la formación vocacional y la preparación para el mundo profesional sea un área de intervención fundamental teniendo en cuenta las instrucciones establecidas en la Circular de Renovación Pedagógica podemos decir que:
– El Departamento de Orientación, siguiendo las directrices generales de la Comisión de Coordinación Pedagógica, elaborará el Plan de Orientación Académica y Profesional.
– Este tenderá a facilitar la toma de decisiones de cada alumno respecto a su itinerario académico y profesional. A tal efecto incluirá:
+ Actuaciones dirigidas a que los alumnos conozcan y valoren de una forma ajustada sus propias capacidades, motivaciones e intereses.
+ Actuaciones destinadas a facilitar información suficiente al conjunto del alumnado sobre las distintas opciones educativas y laborales.
+ Actuaciones que propicien el contacto del alumnado con el mundo del trabajo y puedan facilitar su inserción laboral.
– El Plan de Orientación Académica y Profesional deberá especificar las líneas de actuación prioritarias para cada etapa, ciclo o curso.
– En el desarrollo de dicho plan se prestará atención a la superación de hábitos sociales discriminatorios por razón de sexo.
– Contemplará las líneas prioritarias que sobre este ámbito de actuación deben integrarse en el Plan de Acción Tutorial y las que deben ser incorporadas al desarrollo de las programaciones de las distintas áreas, materias o módulos, así como las actuaciones concretas que corresponde organizar y desarrollar al propio Departamento de Orientación.
– El Departamento de Orientación organizará y, en su caso, llevará a cabo actividades de orientación académica y profesional dirigidas a las familias.
– El Departamento de Orientación mantendrá relación con los centros de trabajo de su entorno para recabar y fomentar su colaboración en la orientación profesional del alumnado.
– La orientación académica debe entenderse como un proceso que se debe de desarrollar durante toda la Educación Secundaria, adquiriendo una especial relevancia en aquellos momentos en los que la elección entre distintas opciones pueden condicionar en gran medida el futuro académico y profesional de los estudiantes.
Una vez referidas las instrucciones establecidas por esta circular, tan sólo queda hacer hincapié en que un planteamiento como este no debe concebirse ni planificarse de forma aislada o desconectada del resto de las enseñanzas y demás actuaciones educativas que se plantean en los centros de secundaria.
Así, integrar la orientación profesional en un centro educativo implica considerarla como una finalidad esencial del mismo y ello, a su vez, supone tenerla en cuenta a la hora de elaborar su Proyecto Educativo de Centro y recogerla y desarrollarla también al concretar su Proyecto Curricular de Etapa.
C).- Papel de los profesores.
Todo profesor de secundaria, no importa cuál sea el área que imparta, tiene una responsabilidad específica en enseñar a los alumnos a decidirse, en general, y educarles en la madurez vocacional, en particular. Respecto a lo primero, todas las áreas del currículum incluyen elementos cognitivos de capacidades, procedimientos y de actitudes que guardan relación con la capacidad de decidirse, con la madurez para tomar relaciones. Es de enorme importancia que los profesores favorezcan en los alumnos esta madurez, tanto más necesaria en una edad en la que muchos de ellos son dubitativos o, al contrario, en exceso irreflexivos.
Además de eso, por otra parte, a través de la docencia en todas y cada una de las áreas, tanto de las obligatorias cuanto de las materias optativas, los profesores pueden y deben dar oportunidad a los alumnos de tomar contacto con conocimientos, destrezas, modos de hacer, actitudes que contribuyen a definir determinados ámbitos profesionales y, por consiguiente, a orientarles en tales ámbitos. El desarrollo de las materias de esta etapa adquiere con ello un contenido y un valor educativo orientador.
5.- CONCLUSIÓN.
La orientación profesional es un proceso de ayuda e intervención que debe de ser asumida por el centro, que forma parte del mismo sistema educativo y que figura en el Plan de Acción Tutorial y el Plan de Orientación Académica y Profesional. Debe de aplicarse a todos los alumnos y no sólo a aquellos que plantean indecisión en la elección, ya que al ser parte de la orientación educativa, se concibe como un proceso para la madurez personal, el autoconocimiento y la autoorientación y, por último, deben incluirse algunas de sus actividades en las materias curriculares con las que guarda relación, no sólo por la integración de los aprendizajes, sino porque su realización contribuye a los objetivos de área. Así, las actividades relacionadas con el conocimiento del entorno laboral pueden utilizarse para desarrollar contenidos de ciencias sociales como conceptos de división social del trabajo, evolución socioeconómica de la comunidad.
Esto queda patente en el R.D. 1345/91 de 6 de Septiembre, que establece el Currículo de Educación Secundaria Obligatoria, en el que se expone que:
La orientación debe estar integrada en el proceso de enseñanza-aprendizaje, propiciando el desarrollo personal de los alumnos y les capacite para tomar decisiones sobre su futuro académico y profesional. Ha de tener un carácter personal y educativo, contribuyendo a la formación integral del alumno, facilitando su autonomía, autoconocimiento e iniciativa y favoreciendo el desarrollo de los criterios personales. A ello contribuye el ofrecer información permanente sobre la evolución del alumno, su integración social y su situación con respecto al proceso de aprendizaje, el dialogar sobre sus posibilidades y la madurez y el desarrollo alcanzados.
Ha de ser, además, la orientación académica y profesional, ayudando al alumno a tomar decisiones sobre diferentes opciones que se le presentan, sin perjuicios y con la madurez suficiente, sin que la evaluación decida exclusivamente por él, con conocimiento de todas las posibilidades. Las decisiones que toman los alumnos en Educación Secundaria Obligatoria pueden influir considerablemente sobre su futuro personal y profesional. La importancia de estas decisiones exige una orientación no limitada a proporcionar información actualizada del mundo laboral o de itinerarios académicos y profesionales. Debe suponer, sobre todo, facilitar oportunidades de aprendizaje y experiencia personal relacionadas con el mundo del trabajo y de su entorno social, de conocimiento y experiencias directas de otros centros de educación postobligatoria.
Según Fernández Sierra (1993), he aquí una de las labores primordiales del profesional o del equipo orientador de los centros de secundaria, la de ser elemento dinamizador, coordinador y facilitador de la integración curricular e interdisciplinar, como medio para la orientación y la educación socio-laboral-profesional de los estudiantes.