1. Literatura sánscrita o india. 2
1.1. Literatura védica. (1500-1200 aC) 2
1.4. Sistemas filosóficos y producción científica en sánscrito. 4
1.5. Literatura no religiosa. 4
2. Literatura hebrea: la Biblia. 5
A. Los manuscritos del mar muerto. 6
C. Literatura judeohelenística. 7
2.3. La literatura sefardí (los judíos en España). 7
3.2. La expansión (622-750). 8
3.3. La literatura árabe en Oriente. 8
3.4. Literatura arábigo-española. 9
4.1. Mito, leyenda y oralidad. 10
5. LITERATURA ROMANA Y EN LENGUA LATINA. 14
0. Introducción.
Decía Josep Pijoan, en su traducción de la magna obra de Prampolini, que “todo cuanto el hombre ha pensado y sentido se encuentra consignado en la literatura”. La literatura es la historia de la evolución y de la variedad del pensamiento y el sentimiento humano, es la historia del alma humana contada de mil maneras diferentes por ella misma. Desde épocas remotas, el hombre se ha esforzado por consignar en símbolos y signos (que acabaron por ser letras) todo lo que piensa, sufre, goza, opina, imagina,… La historia de la literatura es la historia de todas las historias, la geografía del espíritu: sabemos lo que somos al apreciar y entender lo que otros fueron y supieron. La influencia de las literaturas primigenias y las culturas que las crearon sobre toda la expresión artística posterior es enorme, y la comprensión del arte debe partir de un conocimiento básico de aquellos primeros autores. No es extraño que Batlló y Pérez hayan podido estudiar la pervivencia de ciertos temas clásicos en el cine contemporáneo (La semilla inmortal), tal como hizo, por ejemplo, Curtius, con los tópicos literarios grecolatinos en la literatura occidental.
Es a través de una noción básica de las raíces más profundas y antiguas de nuestra tradición literaria cómo realmente podemos llegar a entender esa tradición y las obras y autores que en ella se han inscrito y que de ella han bebido. Habría que viajar hasta el más antiguo Egipto, el de las primeras pirámides de Zoser y Saqqara o hasta los primeros textos mesopotámicos –con los que se inventó la escritura cuneiforme– para hallar las más profundas raíces de esa tradición. Podríamos sumergirnos en las míticas y legendarias civilizaciones que nacieron a orillas del Tigris y el Eufrates por un lado y del Nilo por otro.
Del tercer milenio data el primer poema sumerio a la creación: creaciones cosmológicas y religiosas en torno a lugares míticos como la ciudad de Ur. Del segundo milenio data el primer texto legal conocido: el código de Hammurabi, y también en esos años hallamos ya completo el gran poema épico babilonio: el Enuma Elish o Poema de la creación.
No mucho después, alrededor del Nilo, se desarrolla la otra gran civilización, cuna de occidente, con su propia escritura ideográfica o pictográfica: los futuros jeroglíficos, que acabarán siendo una forma mixta de ideograma, signos fonéticos, silábicos y determinativos. A lo largo del Imperio Viejo, Medio y Nuevo, Egipto desarrollará una literatura rica en poesía religiosa, elegíaca y votiva, además de producciones narrativas, biográficas, legales, filosóficas,…
1. Literatura sánscrita o india.
Prampolini, la ausencia de cronología obliga a dividir en géneros: literatura védica, epopeya popular, literatura budista y jainista, literatura sánscrita (que divide en artística y filosófica), literaturas neoindas y literaturas dravídicas.
Bajo el adjetivo “indo” incluimos una cantidad ingente de producciones literarias de muchas épocas y muchas lenguas. Comparten rasgos comunes: predominio del tema religioso, variedad de géneros, mezcla temática de lo puramente literario con lo religioso, lo filosófico o lo científico, mezcla de prosa y verso y creación de esquemas rígidos.
Importancia histórico-cultural de primer orden para occidente: no hay duda –dejando aparte la admiración por esta literatura tras su descubrimiento a principios del XIX– de que las fábulas europeas se inspiran, a través de persas y árabes, en libros indos como el Panchatantra. También es indudable la influencia de filósofos indios en el pensamiento griego.
1.1. Literatura védica. (1500-1200 aC)
En su origen es lite religiosa –himnos, plegarias, fórmulas mágicas– de diferentes épocas reunida por brahmanes en los “samhita” o recopilaciones. A los Vedas se ha ido añadiendo sucesivamente una amplia literatura en prosa de interpretación y comentario. Pero Prampolini insiste en distinguir entre lo Védico y lo brahmánico, como entre lo mitológico y lo histórico.
A) El RIGVEDA, o “Veda de los himnos de loa”, 1028 cantos de diferentes épocas reunidos en 11 mandala (libros). Es una recopilación sobre el panteón de dioses indos nada popular, sino elaborada –a veces con enorme complejidad– por sacerdotes cultos. Además de estos cantos e himnos rituales, se recogen también algunos de tema profano, filosófico o épico.
B) Otros vedas son el SAMAVEDA o “Veda de las melodías”, repertorio de cantos para el “udgátar” o cantor en las ofrendas. El YAJURVEDA o Veda de las fórmulas para los sacrificios, versos reunidos para fines ceremoniales que permiten conocer a fondo los ritos brahmánicos. El ATHARVAVEDA, por último, recoge supersticiones antiquísimas en forma más popular que el Rigveda, pero también elaborada: incluye versecillos y fórmulas mágicas con enfermedades, picaduras, seres malignos,…
C) Los BRAHMANAS, son obras en prosa para esclarecimiento y comentario de los Vedas. Cada una de estas voluminosas obras corresponde a un Veda, y casi cada “samhita” tiene más de uno de diferentes escuelas brahmánicas.
D) Las VEDANTA, que incluyen las ARANIACA y las UPANISHAD: son textos brahmánicos sobre el tercer estadio de vida del proceso brahmánico, que marcan el camino hacia la meditación. Redactadas en verso algunas y en prosa otra, las Upanishad son sinónimas de doctrina misteriosa y secreta, ya que acogen todo lo que sea poco accesible a la mayoría: símbolos, alegorías, elucubraciones místicas, encantamientos,…
E) Los VEDANGA, o textos auxiliares de los Vedas, recogen el ritual (“kalpa”), la fonética o recitación (“shiksha”), la gramática (“viakarana”), etimología, métrica, astronomía,… Pero, si bien refieren a los vedas, no se consideran reveladas, no pertenecen al dogma. Los KALPA tienen valor aparte, pues recogen los SUTRA (“compendios, manuales”) y se distinguen por su tono aforísticos y sentencioso, a menudo oscuro y con un estilo complejo (basado en largas palabras compuestas, para ahorrar espacio). Unos sutras son prescripciones relativas a los grandes sacrificios y rituales. otros regulan la vida del creyente mezclando derecho civil y religioso, y otros son relativos a usos y costumbres cotidianas y genuinamente populares, teniendo enorme interés como documento histórico de la vida cotidiana.
1.2. La epopeya popular.
El origen de las dos grandes epopeyas indias se pierden en lo remoto de los tiempos, si bien parece claro que ambas se basan en un inmenso y antiquísimo patrimonio de narraciones en verso y en prosa que llegaron a ser de dominio público gracias a unos bardos (“suta”) –que formaban una casta especial– y de cantores populares (“kushilava”).
A) El MAHABHARATA, obra gigantesca que recopila más de cien mil versos en torno a un núcleo narrativo constituido por la gesta guerrera. Incluye:
· leyendas épicas que tienen como protagonistas a otros héroes,
· aportaciones brahmánicas en forma de leyendas, partes didácticas, glorificaciones de dioses,…
· aportaciones de ascetas sobre leyendas de santos, fábulas, parábolas,….
No es sólo, pues, una obra épica, también es de moral, de ética, de derecho, de filosofía,… Es pues una vasta y heterogénea enciclopedia de saber popular y culto, profano y sagrado. La acción épica recoge los valores feudales y los ideales caballerescos. Aparece toda la mitología india, la doctrina moral,…
B) Los PURANA son mezclas de lo épico y lo religioso, todos ellos consagrados al dios Vishnú o Siva y con intenciones edificantes o moralizantes. Durante mucho tiempo fue el libro “de texto” de mujeres, “shudra” y clero humilde que no podían acceder a los Vedas. Son verdaderas enciclopedias de sabiduría popular. Las AGAMA son textos sagrados de comunidades no ortodoxas que, en forma de versos dialogados, describen ritos, ceremonias y prácticas esotéricas impregnadas de magias. Los más famosos son los Tantras.
C) El RAMAYANA es mucho menor que el Mahabharata, pero mayor unidad de acción y autor conocido: Valmíki. El material de origen son leyendas populares, explicar la historia de Rama, encarnación de Vishnú y honrado como semidios. El Ramayana es menos vigoroso y variado que el otro, pero más rico en su descripción del mundo, más refinado en los sentimientos, más dado al humor. Por supuesto, su presencia en el imaginario popular indi es aún hoy constante.
1.3. Literatura budista.
Ambas tendencias nacen como reacción a la tiranía brahmánica en el siglo IV aC y fundan una literatura basada en un mundo ético que nada tiene que ver con el anterior. Redactados en lenguas indias, inauguran una nueva tradición. La obra fundamental de budismo canónico es el TIPITAKA, documentos que recogen las bases más antiguas del budismo –ya no sólo en sánscrito, el canon está en pali–, que recoge las bases de esta tendencia religiosa con enorme variedad de estilos y recursos. Destacan formas estróficas muy rítmicas, el uso de símbolos, parábolas, símiles, imágenes muy plásticas,… La literatura budista recoge, por otro lado, “jatakas”o fábulas, tradición cuentística que llegará y triunfará en el medievo occidental; epopeya como la del piadoso príncipe Vesantara, literatura aforística.
1.4. Sistemas filosóficos y producción científica en sánscrito.
Numerosa es también la literatura científica en sánscrito, articulada alrededor de “darshana” o sistemas que funcionan como doctrina de un maestro y credo de una escuela. La literatura sánscrita alcanzó todos los temas y así encontramos obras lexicográficas que recogen palabras importantes o raras, poéticas, un tratado de dramaturgia, obras sobre métrica, retórica, poética, gramática,… Una de las obras fundamentales de este grupo, heredera de los “sutra” védicos, es el “Manú-Smriti” o LEYES DE MANÚ –considerado el padre de la humanidad–, obra cuyas enseñanzas morales y éticas resultan válidas aún hoy día y se tiene en cuenta en muchos lugares de la India. Por otra lado, existen también tratado de erótica (Kamasutra), guías de buen gobierno (Kautiliya-Arthashastra) y numerosos textos de matemática, aritmética, álgebra, astronomía,…
1.5. Literatura no religiosa.
Dejando aparte la producción poética de Kalidasa (s. IV dC) y la considerable producción dramática basada en la antigua literatura sánscrita, es fundamental mencionar –por su enorme influencia en la literatura medieval europea– la producción narrativa sánscrita, a través de la cual se transmite y llega hasta occidente un vasto patrimonio popular, que recoge muy heterogéneos materiales entre los que hallamos cuentos, relatos y chistes profanos, narraciones de propaganda religiosa, recopilaciones de relatos con fines didácticos, cuentos diversos.
A) El PANCHATANTRA (“Cinco capítulos”), del que sólo conservamos copias, incluye 5 libros articuladas cada uno de ellos en torno a un argumento central en el que se interpolan muchas historias secundarias, casi todas ellas protagonizadas por animales (fábulas y apólogos). De la traducción en pelvi – hoy perdida – se hizo una traducción siria que fue traducido al árabe en el 750 por Ibn Al-Muqafa, bajo el título de Kalilah wa Dimnah. De esta traducción se derivan las sucesivas europeas: al castellano en 1251, hacia 1100 en hebreo y poco más tarde al latín, en 1480 al alemán,… Por otro lado, una traducción de la versión árabe al griego del 1080 expande el libro, en sucesivas traducciones, a Asia occidental, vía por la que llega, en otra versión, al francés, al alemán, al húngaro, al holandés,…
2. Literatura hebrea: la Biblia.
Si bien, entre las literaturas semíticas, la hebrea-israelita debe ceder el primer lugar cronológico a la mesopotámica, merece un lugar preeminente por su enorme influencia en la evolución cultural del mundo. La gran obra literaria de la cultura hebrea, el Antiguo Testamento que conocemos con el nombre griego Biblia y que en hebreo se denominan Torá (ley), Nebin (profetas) y Ketubim (escritos). Su estudio como obra literaria resulta difícil porques está profundamente intrincado con las raíces espirituales y religiosas de occidente y por su consideración histórico-mítica como “palabra sagrada o revelada”. La composición de los 24 libros santos que la forman es el resultado de una actividad colectiva y anónima que pudo ir desde el siglo VIII hasta e II a.C.
Primeras referencias históricas sobre el pueblo de Israel datan del 1100 a.C.: monarquía con capital en Jerusalén. Su origen es semita, como el de los árabes, y ambas culturas debieron vivir muchas décadas como beduinos nómadas dedicados al pastoreo. Abraham debió ser contemporáneo de Hammurabi. La huida de Egipto data más del 1300 a.C.. Desde su llegada a Canaan y el nacimiento del pueblo de Israel, seguirán décadas de luchas constantes con los enemigos que les rodeaban y breves lapsos de prosperidad y esplendor hasta la destrucción de Jerusalén y la deportación a Babilonia en el 587 a.C. Liberados al cabo de 50 años por los persas, los hebreos volverían Jerusalén y vivirían en paz hasta la conquista de Alejandro y la época grecorromana, de la que datan la segunda producción literaria hebrea de importancia: los textos apócrifos, los textos judeohelenísticos y el Talmud.
2.1. La Biblia.
24 textos, probablemente recopilados durante el cautiverio babilónico, en tres grupos:
a) Torá
Es la ley o enseñanza, los cinco primeros libros o PENTATEUCO: relato de la creación o orígenes del mundo y de la humanidad e historia de los patriarcas y los hebreos hasta su llegada a la tierra prometida. Es un conjunto de textos histórico- míticos cuyo compilador no se preocupó en exceso por la coherencia interna, ya que existen entre ellos numerosas contradicciones y repeticiones. El núcleo de los cinco libros son sobre todo normas de convivencia social, leyes civiles y religiosas, alrededor de las cuales se articuló después una relación de la historia del pueblo hebreo. El heterogéneo material, que incluye elementos míticos, fabuloso, historiográficos, legales, justificaciones de costumbres, está relativamente cohesionado por una idea subyacente a todo el texto: justificar la misión divina de Israel.
b) Nebim (profetas)
Son ocho libros: HISTÓRICOS: los primeros siguen la tónica del Deuteronomio (último de la Torá) y tratan de dar una relación sistemática de la historia de Israel, desde los orígenes hasta sus tiempos (la dominación persa). Israel es, con Grecia, el único pueblo antiguo que cultiva la historia en sentido estricto. Estos libros, se caracterizan por el detallismo de la narración, la dramatización en estilo claro y directo,… Pero lo esencial de esta historiografía hebrea es su carácter providencialista: todos los acontecimientos humanos están regidos por la voluntad divina. PROFÉTICOS. Los otros cuatro – y algunos del Ketubim– recogen las profecías –llenas de interpolaciones, anotaciones, añadidos y digresiones– de los grandes profetas hebreos, Isaías, Jeremías, Ezequiel,…
c) Ketubim (escritos)
Conjunto heterogéneo de materiales poéticos, narrativos y gnómicos. En ellos hallamos desde vidas de profetas, hasta los libros sapienciales o didácticos (Proverbios, Eclesiastés, Sabiduría), textos filosóficos como El libro de Job o los 150 poemas tradicionalmente atribuidos al Rey David que componen los Salmos y que recogen desde composiciones líricas (Cantar de los cantares) hasta versos filosóficos y épicos.
En el siglo XIX se empezó a considerar el marco literario en que se insertaba la Biblia, al investigar las tablillas de los persas y los babilonios. Conociendo la literatura de los pueblos con los que tuvo contacto Israel, se demuestra una clara interacción entre esas culturas: la convivencia trajo la mezcla, la inter-influencia, o, como mínimo, fondos comunes de tradición literaria. El diluvio aparece casi idéntico en el Enuma Elis, mucha de la sabiduría de los Salmos, del Libro de Job y otros aparece en los códigos asiriobabilónicos y en textos egipcios, cananeos, indios,… El Antiguo Testamento, pues, forma parte de un acervo cultural compartido por todo Oriente próximo.
d) El NUEVO TESTAMENTO
Sería el resumen escrito de la tradición oral basada en testigos oculares de la dichos y hechos de Jesús. Una primitiva redacción formular daría lugar a pequeñas colecciones temáticas que luego serían recopiladas y reescritas por autores concretos con fines teológicos. Todo ello hacia la segunda mitad del siglo I. Los géneros literarios (cartas, epístolas, hechos, evangelios, apocalipsis) son diferentes de los del Antiguo y están más cercanos a los helenísticos. La relación literaria entre los diferentes evangelios sigue siendo un misterio.
2.2. Otros textos.
A. Los manuscritos del mar muerto.
Hallados fortuitamente en 1947 en varias grutas cercanas a ese mar, son textos apócrifos más antiguos de varios libros de la Biblia entre los que abunda el tono apocalíptico y una notable profundidad de pensamiento. Al parecer constituían la doctrina de la secta judía de los Convertidos, o los Penitentes que practicaban la caridad fraterna, menospreciaban placeres y riquezas y aspiraban a la purificación. Hay textos tanto a.C. como d.C., y los parecidos con la secta esenia, las doctrinas de San Juan Bautista o la doctrina cristiana son considerables.
B. Textos apócrifos.
En este grupo se incluyen, según Prampolini, obras que quedaron fuera de la selección que realizó el compilador de la Biblia bien por no considerarlas dignas, bien por su carácter profano, bien por no ajustarse al dogma. Estas obras no se destruyeron sino que se declararon “ganas” (escondidas – apócrifas). Según Riquer y Valverde, la mayoría de los apócrifos son libros escritos con la intención de hacerlos pasar por revelados, atribuidos falsamente a profetas y patriarcas. La mayoría de originales se perdieron, pero existieron gran número de traducciones (griegas, latinas, etíopes, egipcias, armenias, eslavas) que nos ha permitido conocerlos. Debieron gozar de cierta popularidad, y son una fuente amplia de leyendas, mitos y tradiciones que debieron fecundar la imaginación medieval. Destacar El libro de Enoc, El libro de los jubileos, El testamento de los doce patriarcas.
C. Literatura judeohelenística.
Desde el siglo II a.C. aparecen autores hebreos que escribe en griego como Aristóbulo – que pretende relacionar ya en esa época la filosofía griega con la Biblia –o los poetas Fión y Ezequiel, de los que sólo nos han llegado fragmentos–. El gran hecho cultural de esta época es la traducción al griego de la Biblia. Fundamental también la colección de máximas La sabidura (Hokhma) de Salomón que poco a poco se va identificando con el logos griego. En vida de Cristo, Filón de Alejandría logra sintetizar la filosofía griega con la teología judaica.
D. El Talmud.
A lo largo de los años, se van acumulando los comentarios, decisiones, interpretaciones y debates de los doctores de la ley y los sabios hebreos acerca de los preceptos de la ley que se derivaban del Antiguo Testamento. El conjunto de materiales colectivos constituye la Mishná (repetición) que empezó a ser ordenada en el s. I d.C. El Talmud es el resultado de la compilación de esos textos, y resulta ser una monumental recopilación de la actividad intelectual y legisladora hebrea. En ella aparecen todo tipo de deliberaciones, debates, digresiones, consideraciones, toda la actividad intelectual de los doctores hebreos reflejada con detalle en hebreo o en arameo. Es una fuente de narraciones de gran valor literario.
San Jerónimo traduce la Biblia al latín en el siglo IV (La vulgata), considerada por la Iglesia como autoridad final. Primera edición impresa en Maguncia (1452-56). Versiones romanceadas en el siglo XIII, como la de Alfonso X. Primera versión completa en castellano: La biblia de Ferrara (1553), literal y plagada de hebraísmos. La Biblia de los pobres estuvo destinada a la enseñanza del pueblo en la edad media y fue más tarde impresa con grabados en madera. La Biblia políglota a complutense (1502-1520) fue una gran proyecto de la Universidad de Alcalá bajo el mecenazgo del Cardenal Cisneros, y es la primera revisión crítica del texto del Renacimiento. Felipe II encargó a Arias Montano la Biblia políglota o regia de Amberes basada en la anterior pero con correcciones, aparece entre 1560 y 1573 en 8 vols.
2.3. La literatura sefardí (los judíos en España).
La comunidad judía española alcanzó un enorme esplendor cultural en la edad Media, hasta su expulsión en 1492. Son numerosos los poetas líricos, profanos y sacros, que escribieron en hebreo en España. Destacan en el siglo XI Mosé Ibn Ezrá y Yehudá ha-Leví, cuyo El Kuzarí y cuyas poesías líricas y báquicas son de gran valor. Además de la poesía, los hebreo cultivaron con gran habilidad la prosa, destacando los apólogos –recopilaciones de cuentos breves de origen árabe u oriental, medios de transmisión fundamentales de ese enorme corpus cuentístico– como el famoso Disciplina clericalis de Pedro Alfonso. En novela, desarrollan la mucama árabe, novelitas llenas de apólogos, narraciones breves, anécdotas organizadas en torno a un argumento central, por ej. Libro de enseñanzas deleitables de Yoseg Ibn Sabara y sobre todo El sabio de Yehudá al-Harizí.
Destacar el papel fundamental de los hebreos en los talleres de traducción fomentado por Alfonso X.
3. Literatura árabe.
3.1. Preislámica (500-622).
Según sus propios historiadores es una “época de ignorancia”. Las producciones de esta época preliteraria se conservan de modo deficiente, en reelaboraciones posteriores orales y escritas. Data ya de esta época la “qasida”, prototipo de canción árabe. La transmisión era oral, a través de unos “ruwat” o recitadores, figuras legendarias –mezcla de poeta, guerrero, bandido– en el imaginario de la época, según reflejan las poesías. La prosa se limitaba a breves relatos, algunas sentencias y aforismos y proverbios.
Merece nombre propio el rey sin reino: Imru-l-Qays (o Mu’alaqat), poeta admirado por Mahoma y considerado creador de muchos de los recursos de la poesía árabe. Además de poetas del desierto como el anterior o como ‘Antara, hubo también poetas de corte como Tarafa o Zuhair, algunos de cuyos poemas ha devenido proverbios populares de la lengua árabe.
3.2. La expansión (622-750).
El Islam, fundado por Mahoma, da a la literatura árabe una fisonomía propia y particular, la vitaliza y renueva y, lo más importante, con su avasallador empuje guerrero la lleva a tierras lejanas y la integra en las tradiciones literarias de todo el Mediterráneo y Asia Menor. EL CORÁN. Libro sagrado para el Islam que se considera revelado directamente a Mahoma (570-632) por Dios. Fue ordenado y fijado en el 650 por discípulos del profeta. Consta de 114 “suras” o capítulos, de desigual extensión y redactados en versículos rimados sin medida fija (es más una prosa armoniosa que un texto poético). No hay criterio alguno en el orden de la suras, aunque suelen dividirse en dos grupos, las 85 compuestas en la Meca (breves, arrebatadas, intensas, violentas) y las 29 de Medina (muchos más extensas y mesuradas, de carácter más edificante y discursivo, llenas de preceptos y enseñanzas). En las primeras abundan los períodos breves, el imperativo, exclamaciones, exhortaciones, sarcasmos,… Las segundas, más reposadas, abundan explicaciones de cosas oscuras,… El Corán fue durante muchos años la única obra escrita en prosa, y ejerció por ello una enorme influencia en la literatura árabe, tanto por la cantidad de estudios y comentarios que motivó como por ser modelo gramatical y estilístico del árabe clásico de todas las épocas.
3.3. La literatura árabe en Oriente.
El Corán abre un período de predominio de literatura religiosa. Interpretaciones y comentarios sobre la obra del profeta, exégesis de los textos, aparición de escuelas y sectas… Importantes los místicos o sufíes y la secta “hermanos de la pureza” de Basora, que reunieron una considerable enciclopedia gnosticista y neoplatónica en la que abundan fábulas y apólogos. Especulación filosófica (Avicena). El estudio de la lengua del Corán da lugar a importantes contribuciones filosóficas y escuelas gramaticales como las de Basora, Kufa y Bagdad, creadora ésta última de un purismo lingüístico que mantuvo la pureza del idioma.
La expansión militar da lugar a la aparición de la historiografía árabe.
PROSA. La prosa árabe, enormemente enriquecida en esta época islámica, se perfecciona, se hace rebuscada, alambicada, retórica, llena de recursos rítmicos y de sonoridad, y se manifiesta en forma de relatos breves que recogen tradiciones antiquísimas de Oriente y que llegarán a toda Europa: Kalila wa Dimna, Libro de Barlaam y Josafat, Sendebar.
Aparece además el cuento o narración corta propiamente árabe, muy alejada de los refinamientos estilistas de la narración breve: la maqama. Al-Hamadaní llevó a cabo en su obra una importante renovación de la cuentística y contribuyó a fijar relatos tradicionales, a los que añadió otros de invención propia.
Las mil y una noches es el más importante conjunto de relatos (Alf laila wa-laila), aunque no llegó a Occidente hasta el siglo XVIII. Reúne cuentos que habían circulado oralmente durante siglos. Se trata de un conjunto de cuentos sin finalidad moralizante ni didáctica, sino de puro entretenimiento basado en historias de magia, aventuras, bandidos, amores más o menos idealizados,… En esta magna colección entran toda suerte de temas y de asuntos de procedencia india, persa o árabe, mezclando lo fantástico con la realidad más cruda, lo cortesano con lo picaresco, en un amplio material que ha sido fuente de inspiración para todo tipo de autores.
LÍRICA. El islamismo no supuso ninguna transformación radical de la poesía árabe, que siguió con los caminos iniciados por los ruwat durante unos años. En el siglo VII sin embargo se constituyen dos importantes escuelas de lírica amorosa. Los udríes que tiende a tratar el amor como sentimiento puro y auténtico, centrándose a menudo en el tema de la nostalgia y la separación de la amada, con un estilo refinado. Los poetas de La Meca y Medina, en cambio, dedican su poesía amorosa a mujeres fáciles, con un estilo a la vez tierno y desvergonzado, mucho más sensual, sencillo y hasta obsceno. Ambas escuelas suponen la superación de la lírica preislámica y la fijación de la temática amorosa –tratada castamente o sensualmente– como centro de la creación poética. En el siglo VIII aparecen los más notables poetas modernos, como Abu Nuwas, Al-Mutanabbi o Al-Farid.
3.4. Literatura arábigo-española.
Destacan las obras filosóficas como el neoplatonismo de Ibn-Masarra o de Ibn Tufayl, o la corriente aristotélica de Avempace y Averroes.
En lo puramente religioso destaca el Libro de la escala de Mahoma traducido en la corte de Alfonso X, que recoge tradiciones y leyendas escatológicas surgidas de interpretaciones varias del Corán y que pudo haber influido en LDC de Dante.
Abundaron las misceláneas (tan típicas del renacimiento) de cosas curiosas y útiles como el Arrayán de los corazones.
Los apólogos, fábulas y compilaciones de narraciones breves árabes, traducidas al castellano o a otras lenguas europeas, forman una base narrativa tradicional que influirán enormemente en la prosa medieval y en el desarrollo de la prosa romance. Los relatos de obras como el Disciplina Clericalis, Libro de los enxemplos de Clemente Sánchez Vercial, Calila e Dimna, Poridat de poridades, Sendebar, Barlaam y Josafat, y otras muchas son traducidos, contados, explicados, modificados, refundidos, reescritos en todas las lenguas europeas. Muchos de los personajes que en ellos aparecen y de los argumentos que se explican serán la base de las futuras narraciones europeas.
La poesía árabe, fomentada y protegida por los soberanos, perduró años en tierras españolas a la vez que se mezcló con las tradiciones culturales de los mozárabes, dando lugar a una curiosa modalidad popular de poesía árabe que convivía con la recargada poesía de corte clásico basada sobre todo en alardes de ingenio y agudeza. Destacan al-Sarif al-Taliq (el príncipe amnistiado), Ibn Darrach, Ibn Hazm (autor del tratado de amor El collar de la paloma)…
En la poesía popular no podemos dejar de mencionar a Muqaddan ibn Muafá al-Qabrí (el ciego de Cabra), presunto inventor de la moaxaja [que frente a la clásica casida monorrima, es un conjunto de estrofas de distinta rima seguidas de un refrán o estribillo] y el zéjel [lo mismo en árabe vulgar], en ambas el estribillo, llamado jarcha, está total o parcialmente en mozárabe, muchas veces tomado de cancioncillas populares tradicionales. Destaca también Ibn-Quzmán, el más importante de los poetas zejeleros árabes, autor de muchos versos de tema amoroso y tono desenfadado.
4. La literatura griega.
4.1. Mito, leyenda y oralidad.
Decía T.S. Eliot que todos somos Grecia, la sucesión rigurosa de aquella herencia de equilibrio, claridad, orden y mesura. Con Grecia entramos en las más auténticas raíces de occidente. La cultura griega partió de un fondo mítico, legendario, en que todo lo que era digno de recuerdo o de explicación era consignado en un conjunto de tradiciones orales imprecisas que se transmitían de generación en generación. La conciencia de historia, la separación entre lo mítico y lo histórico, no llegaría hasta tres siglos después, a raíz de dos hechos fundamentales del siglo VIII: la introducción del alfabeto y los primeros agrupamientos urbanos en forma de polis.
Los mitos forman un amplísimo conjunto de relatos de enorme valor literario y humano. Los viejos temas de la prehistoria mítica griega fueron reelaborados por los autores del esplendor cultural griego y, posteriormente, por todas las artes occidentales.
4.2. La epopeya.
Son dos extensos poemas épicos los primeros monumentos literarios que nos deja la cultura griega: la Odisea y la Iliada., ambas atribuidas a Homero, aunque cobra mayor fuerza la idea de que sería producto de una larga tradición oral compilada por un grupo de aedos. El tema principal de la Ilíada es el asedio a Troya por las fuerzas aqueas tras el rapto de Helena (esposa de Menelao) por Paris (príncipe de Troya). El poeta épico no se centra en los datos históricos, sino en las pasiones humanas y el dramatismo creados por la situación violenta en que se ven sumergidos los personajes humanos, heroicos, semidivinos, y divinos que interactúan. Aquiles, menospreciado por Agamenón, y la cólera que en él despiertan ese hecho y la muerte de su amigo Patroclo a manos de Héctor son el eje central de la obra. En la Odisea, por otro lado, se narra la aventura de Ulises en su regreso a Ítaca tras la toma de Troya. En ella confluyen el tema del retorno y la venganza con la creación de un personajes complejo cuya astucia y prudencia devienen proverbiales.
La epopeya clásica griega se caracteriza por:
A) La mezcla de lo humano y lo divino, con intervenciones directas –decisivas en la acción narrativa– de las divinidades en los asuntos de los mortales.
B) El elemento legendario e idealizador de quien escriben desde la distancia.
C) El espíritu heroico, (Iliada): todos los héroes son nobles y para ellos la mayor gloria es el combate, de ahí la minuciosa descripción de la batalla, los pertrechos y preparativos militares,… El oyente y lector griego tiene un claro interés por los profesionales de la guerra, vinculados a lo legendario y lo divino.
D) La aventura (Odisea) y la peripecia, con cuidadas descripciones del mundo marino –omnipresente en la vida cotidiana griega– y de lo doméstico.
E) Personajes semidivinos tratados con gran profundidad psicológica y cercanía. Los tipos principales (Ulises, Aquiles, Penélope, Héctor) están perfectamente dibujados.
F) Estilo lleno de elementos dramáticos y fórmulas fijas: descripciones detalladas y minuciosas, epítetos heroicos y formulismo, plasticidad y colorido, comparaciones muy elaboradas.
G) El hexámetro épico homérico es perfecto, muy elaborado, nada de balbuceos ni primitivismo, lo cual hace pensar en posibles producciones épicas anteriores a Homero hoy desaparecidas. Lenguaje literario y culto, nada coloquial, aunque sí variado dialectalmente y abundante en arcaísmos y recursos estéticos varios.
A Homero se han atribuido también una serie de himnos escritos a su estilo, pero sin duda muy posteriores (Himnos homéricos) y un texto paródico de la Iliada: la Batracomiomaquia.
Hesíodo, más cercano a la vida cotidiana del mundo campesino que a los aristocráticos héroes homéricos, escribió la Teogonía, sistematización de los principales dioses griegos desde la creación del cosmos hasta la victoria de Zeus, y Los trabajos y los días, con una primera parte con preceptos sobre moral y justicia y una segunda que detalla el calendario campesino. Lo que en Homero es lucha de héroes y guerreros, deviene en Hesíodo la lucha cotidiana del labrador con la tierra.
4.3. La lírica.
La poesía, tanto épica, como lírica, parece nacer en Grecia vinculada al ámbito de la fiesta, la celebración y el banquete, y que se concibe como un espectáculo acompañado de música (de la “lira”, de donde viene el nombre) y danza. Las primeras manifestaciones consistentes de lírica griega se deben a autores cultos de nombre conocido. Todos ellos siguen recurriendo al mito –pero empleándolo como recurso ornamental de enorme capacidad de sugestión– y al hexámetro –pero creando además nuevas estrofas–.
El estudio de la lírica griega suele dividirla en dos grupos:
· lírica individual o personal. ELEGÍA, sucesión de dísticos que en su origen –y hoy día– pudo tener un carácter funerario o melancólico. C. Miralles la relaciona con el banquete o las fiestas privadas. Suelen tener una intención moralizadora que contribuye a la racionalización del sentimiento. Se tratan temas de política, sociedad civil, ética, moral, guerra en tono grave y sentencioso. El poeta elegíaco más antiguo es Calino de Efeso. Tirteo, el poeta patriótico que cantó a Esparta en tiempos de guerra, o Mimnermo, el voluptuoso y hedonista jónico. El legislador ateniense Solón también compuso elegías para la formación del espíritu ciudadano. YAMBO, poesía llamada así por basarse en el pie yámbico, es de carácter desde satírico y burlón hasta agresivo o grosero. Nació a la vez que la elegía, pero sólo se cultivó en Jonia y en relación con fiestas y rituales de tipo dionisíaco. Su más alto representante es el irreverente Arquíloco de Paros, al que los antiguos equipararon con Homero y cuya producción se basa en la subversión de valores tradicionales como la fama del soldado muerto en combate y otras ideas de la concepción aristocrática de la vida del guerrero homérico. Atacó con ironía salvaje los mitos, los más altos cargos de la ciudad. Mucho más lúgubre y pesimista fue Semónides de Samos, considerado por algunos el fundador de la tradición misógina. La ODA es lo más subjetivo de la poesía griega ya que es la vía de expresión de la vida interior del poeta. Poesía como pura expresión del sentimiento amoroso encontramos en Safo de Lesbos, y como celebración de los placeres de la vida y el vino en Anacreonte.
· El lirismo coral, el poeta se convierte en este tipo de poesía en portavoz de un sentimiento común y refleja el alma de la ciudad. Es poesía destinada a ser cantada por un coro, acompañado de danza y música. En esta poesía entran en juego no sólo los valores patrios, las hazañas y cultos locales, también el mito, la genealogía, la estirpe,… Citaremos a Alcmán y Estesícoro, pero nos detenemos en Píndaro, considerado el más gran poeta lírico de Grecia. Son famosos sus epinicios –que hoy debemos apreciar sin música ni danza– a las victorias de atletas en los juegos olímpicos, y los himnos. En su poesía se mezcla la alabanza a la juventud, la fuerza, el vigor, la virtud del héroe con una profunda religiosidad: no es raro que vincule esa virtud con linajes y estirpes que le conducen directamente al mito y a lo divino. Sus himnos triunfales, como su Pítica primera, considerada su obra maestra, adquieren un marcado valor de poesía religiosa, y a través de la anécdota de la victoria de un atleta mortal y contemporáneo, se actualiza y se da nueva validez al mito.
4.4. El teatro.
Como el teatro medieval nace en la iglesia, también el griego nació vinculado a determinadas celebraciones religiosas. Se cree que la tragedia nació del ditirambo (himno dedicado a Dionisio) que los participantes en sus rituales báquicos dedicaban a las aventuras del dios, disfrazados de sátiros e intercalando su canto con las palabras de un directo o corifeo. Entre el siglo VII y VI aC se van diseñando las creaciones dramáticas griegas y sus espacios característicos, aunque los primeros textos conservados son del V. Un origen parecido debió tener la comedia, pero en ambientes más rurales: se introduce en la fiesta en el 486 a.c.
TRAGEDIA. Es quizá la más eterna de la creaciones griegas, porque a pesar de su origen legendario y de su ambientación mítica y aristocrática, la tragedia muestra a nuestros ojos pasiones humanas, constantes a través de los tiempos, eternas: en ella están los grandes temas que todas las artes han interpretado, reescrito y reelaborado a lo largo de los siglos. Las pasiones radicales de personajes mil veces reescritos como Edipo, Antígona, Electra, Orestes, Fedra y tantos otras forman parte del acervo cultural y emocional de todas las épocas y lugares. Los trágicos griegos lograron apurar –llevar al límite– los más básicos conflictos internos del ser humano, los más terribles problemas morales, en los más angustiantes dilemas sin solución. La lucha del hombre contra lo irremediables y contra lo que no tiene enmienda constituye la esencia de la tragedia clásica. De la ingente producción teatral griega sólo conservamos algunas obras de tres de sus autores más representativos, pero ellos nos permiten hacernos la idea de cómo el dramaturgo griego recogía el material mítico de los diferentes ciclos y los reelaboraba a su gusto –sin apartarse nunca en exceso de la tradición–, sabiendo que el tema –el argumento, sus causas y consecuencias– eran harto conocidos por su público y que habían sido o podían ser manejados por sus competidores.
De Esquilo destaca la trilogía de la Orestíada y el Prometeo encadenado. Es el más antiguo y conservador de los tres, y en él se trasciende lo mítico o legendario para convertir a sus personajes en símbolos de valores trascendentes o problemas de conciencia o derecho.
Las tragedias de Sófocles, el que más veces ganó el festival, acusan una mayor preocupación escénica y un principio de humanización de los personajes –que completará Eurípides–. Los temas salen del mismo fondo mítico, pero Sófocles crea con ellos tramas más densas y elaboradas, más variadas, ampliando los puntos de vista y los matices psicológicos de los personajes. Más que la lucha contra un destino impuesto por los hados o los antepasados, a Sófocles le interesa el conflicto íntimo, el individuo en sí. Frente a los personajes majestuosos, lejanos y heroicos de Esquilo, éstos son más cercanos, más humanos. Destacan Ayante, Antígona, Edipo Rey, Electra, Filoctetes.
Eurípides. Según Aristóteles, decía Sófocles “que él representaba a los hombres como deben ser, y Eurípides, como son”. Eurípides es el punto final del proceso que comenzó con los personajes míticos y lejanos de Esquilo, siguió con la asimilación humanizadora de Sófocles y culmina con la humanización radical de Eurípides: la materia es la misma, los mitos troyanos, argivos, tebanos,… pero el tratamiento es más personal, más escéptico, sorprendente, renovador, original. Para Eurípides, las divinidades y los mortales comparten defectos y virtudes, no hay destinos inexorables sino una rebelión contra la injusticia que viene del más allá. Lo que los personajes de Eurípides pierden en grandeza épica lo ganan en humanidad. Sus pasiones y conflictos alcanzan a veces lo humanamente patológico, pero llevado a la desmesura, hasta llegar incluso a la caricatura. “Los antiguos héroes han pasado a ser miserables humanos, y lo que en Esquilo y Sófocles pudo ser desmesura es patología en Eurípides”. Destacan Medea, Alcestis, Electra, Hipólito, Hécuba.
COMEDIA. Poco queda de lo anterior a ARISTÓFANES, contemporáneo de Sófocles y Eurípides, y gran parodiador de todos los valores de la tragedia. Lo que en aquélla hay de grave y trascendente, se convierte aquí en burla e ironía, en desenfado y humor, en crítica y risa. En la comedia, el autor no tiene por qué acudir al mito, y si lo hace es para tratar a los personajes míticos como trasuntos de personas reales conocidas por el público. Pero lo habitual en Aristófanes es trasladar a la escena el mundo real de la calle de Atenas convirtiendo la vida cotidiana y los personajes populares en un espectáculo que hará reír al público. Junto a la descripción sarcástica más o menos realista, aparecen tramas y sucesos inverosímiles cercanos al absurdo. Personajes y seres fantásticos, el mundo al revés, los personajes públicos denigrados y ridiculizados hasta la saciedad, un lenguaje lleno de juegos de palabras, salidas grotescas, chistes, burlas, farsas, elementos escatológicos… La finalidad es la risa, pero como dice C. Miralles, bajo esa burla, hay un fondo de amargura y de seriedad. Tras las propuestas fantásticas y absurdas, tras la risa y el sarcasmo, se advierte un doloroso desconcierto ante la realidad, tras la broma se esconde la crítica, y detrás de todo ello una visión desencantada y desesperanzada de la vida, que reivindica unos valores concretos.
4.5. Prosa.
Muy posterior a la poesía y el teatro. La historia (Heródoto, Jenofonte) y la filosofía (Parménides, Platón, Aristóteles) son los dos géneros más considerables de la prosa clásica griega ya se sabe la enorme influencia de los FILÓSOFOS griegos en el pensamiento occidental, y cabe considerar además la ORATORIA (Demóstenes).
ESOPO. Las fábulas son relatos breves en prosa protagonizados por animales dotados del don del habla que razonan y proceden como los hombres y que el fabulista hace actuar para ejemplificación y éstos y como lección moral. Son pequeñas alegorías narrativamente muy concentradas y con intención moralizante. Es posible que esas fábulas tengan un fondo común con la cuentística india, y que todas ellas se remonten a una antiquísima tradición mesopotámica. Ya en tiempo de Platón, las fábulas de Esopo eran conocidas por toda Grecia, desde el culto hasta el analfabeto, desde el ciudadano urbano hasta el campesino. Y su influencia en la literatura posterior es, como se sabe, enorme.
5. LITERATURA ROMANA Y EN LENGUA LATINA.
5.1. LA REPÚBLICA
5.1.1. El teatro.
Los escritores latinos reprodujeron en la tragedia y la Comedia Nueva de los griegos, tomando las estructura, los personajes y la acción de obras de autores famosos, pero también compusieron obras sobre personajes y asuntos romanos.
TRAGEDIA: distinguían la fabula cothurnata en alusión al coturno –calzado de los actores griegos – y a la de asunto romano f. praetexta, por la toga de los magistrados.
COMEDIA. f. palliata, por tratar de personajes griegos que vestían con el pallium (manto típico) y f. togata por la toga romana. Plauto, (s. III-II a.C.) produjo numerosas fabulas palliatas, pero muy lejos de la imitación, introducía asuntos y personajes locales. Tramas intrincadas y de acción rápida para mantener la intriga en el público. El comediógrafo suele aparecer en la obra, e incluso interrumpirla para dirigirse al público. Presenta una sociedad de clase media viciosa, decadente y grotesca, con personajes sacados de la realidad romana, que hablan sin parar con una verborrea llena de chistes, juegos de palabras, expresiones callejeras,… Su intención no es moralizadora: los personajes decadentes y despreciables que pueblan su obra son para divertir y no hay nada más que una cierta crítica negativa y sarcástica. Destacan El Anfitrión y La Olla. Terencio (184-159 a.C.) Más reflexivo y fino que Plauto, sus comedias son más ciudadanas y sentimentales, de mayor profundidad psicológica. Empleaba un lenguaje más culto y refinado, pues a ese tipo de público se dirigía. Los temas eran un poco los de Plauto: enredos, equívocos, amores prohibidos, niños robados e inverosímilmente reconocidos, esclavos listos y picarescos, pero no recarga tanto la acción ni se dedica a ridiculizar grotescamente a sus personajes, pues logra individualizarlos gracias a una mayor profundidad en la caracterización psicológica. Influencia en La celestina.
5.1.2. Poesía.
Destacan en el s.I a.C. Lucrecio, por De la naturaleza, epopeya científico-filosófica en la que desarrolla en verso hexámetro las ideas epicúreas de forma apasionada y visceral. Catulo del que se recuerdan algunos de poemas satíricos más agresivos y obscenos de todos los tiempos, pero también algunas de las poesías amorosas –en la tradición de Safo– más bellas. Su cancionero es como el diario de sus relaciones con Lesbia en el que aparecen versos desde lo más descarnado y cínico hasta lo más emotivo y sincero, a la vez que una amplia galería de tipos de la sociedad romana.
5.1.3. Prosa.
Destaca sobre todo la oratoria de Cicerón, en el que se dan las pautas de lo que debería ser el arte de hablar en público (acción y elocucion) y la historia (Julio César, Tito Livio, Salustio).
5.2. EL IMPERIO.
5.2.1. Virgilio.
Las Bucólicas son delicados cuadros de la vida pastoril tras lo que se ocultan en realidad personajes cultos que se expresan con sutilidad y preciosismo. El retrato idílico de la naturaleza de Virgilio y las convenciones fijadas en su texto serán fuente de inspiración para gran parte de la literatura posterior, citamos p.e. las églogas de Garcilaso. Las Geórgicas es un poema en hexámetros sobre la agricultura: el mundo real del trabajo agrario sustituye al mundo refinado e irreal de las Bucólicas. La Eneida es la gran epopeya romana: una versión trascendente del pasado, el presente y el futuro de Roma que coloca a los romanos como descendientes de la estirpe troyana y a César y Augusto como herederos directos del espíritu de Venus y Eneas. La Eneida es una calculada síntesis de los poemas homéricos, tanto temática como formalmente. Pero Virgilio no se basa en una tradición mitológica muchos más antigua que él, sino en medio intelectuales y en una intención política clara, pero eso sus personaje son más humanos y su estilo más refinado y contenido.
5.2.2. Horacio.
En los Epodos sigue la poesía viril y severa de Arquíloco, que reivindica atacando furibunda y violentamente a los poetastros y los nuevos ricos de su tiempo, augurando el peor de los destinos para Roma. Conocidísimo es el epodo que empieza “Beatus ille…”, (tópico). Las Sátiras componen un amable y detallado cuadro de la vida cotidiana en Roma, de los debates, la gastronomía, las costumbres, en un tono coloquial cercano a la prosa. Las Odas, escritas con amigable ironía y profunda filosofía, recogen las preocupaciones y los placeres del campo, los afanes de las gentes, viejos temas transfigurados por el verso horaciano que dan lugar a versos famosísimo como el tópico carpe diem. La esencia de su poesía es la capacidad de convertir en arte lo cotidiano. Por último, las Epístolas, entre las que destaca la Epístola a los Pisones o Arte poética, por ser, con la Aristóteles, la poética más leída y más influyente en la historia del pensamiento literario occidental.
5.3. Podríamos hablar de Propercio, de Tíbulo, de Lucano, Marcial (el maestro del epigrama nacido en Bílbilis), Juvenal, pero mejor detenernos en Ovidio y sus dos obras fundamentales: El arte de amar, divertidísimo y liviano compendio de arte amatorio y de consejos para la seducción y la conquista amorosas que fue canónico durante toda la EM. Y las Metamorfosis, ingente enciclopedia de leyendas mitológicas en forma épica en la que, además supo caracterizar psicológicamente a los grandes personajes y dotarlos de carácter propio.
5.4. Acabo por fin con una anotación sobre la prosa: Séneca y el estoicismo, Tácito, Suetonio, los Plinios,… Historia, filosofía,… EL alma realista y práctica de la civilización romana no da lugar a ninguna creación novelesca, más allá del Satiricón de Petronio.
La literatura romana suele caracterizarse como realista, práctica, basada más en la griega que en la propia capacidad creativa, cercana siempre a la naturaleza y al pensamiento práctico (poca filosofía, pero mucha historia y mucha oratoria). Sin embargo, y a pesar de que fue mucho lo que perdió en los avatares de la historia, es en ella donde se explica gran parte de la evolución literaria en la edad media.
Bibliografía:
Giacomo Prampolini, Historia Universal de la literatura. UTEHA, Buenos Aires, 1995. Tomos I, II.
Riquer y Valverde, Historia universal de la literatura. Planeta, BCN, 1984, Tomos I y II.
VVAA, Historia universal de la literatura. Orbis, Bcn, 1982. Vol I.