Tema 33 – El deporte como fenómeno social y cultural. Concepto y tratamiento pedagógico: características para convertirse en hecho educativo.

Tema 33 – El deporte como fenómeno social y cultural. Concepto y tratamiento pedagógico: características para convertirse en hecho educativo.

INTRODUCCIÓN.

El deporte es un fenómeno que adquiere a menudo un gran impacto dentro de las diferentes sociedades. Es una práctica humana tan significativa en nuestra época como pocos fenómenos sociológicos; el deporte forma parte de la cultura contemporánea, es un pilar en el que con fortaleza se apoya la historia cultural de nuestro tiempo. Tan sólo la música ha representado un fenómeno social equiparable al deporte, aunque de dimensión y naturaleza diferentes.

Muchos autores han intentado ahondar en las raíces de dicho pilar para estudiar el fenómeno social y cultural y realizar una prospección histórica de la palabra, es decir la etimología.

Podemos empezar a comprender la importancia sociocultural de este término al leer a Cagigal (1957): “el deporte es algo que existe; intrínseco a la naturaleza humana; que se manifiesta, que se ha manifestado siempre donde el hombre ha existido. El deporte es una realidad metafísica del hombre. Es decir, que donde quiera que se da el hombre se da el deporte y sólo en el hombre se puede éste concebir”.

El deporte se encuentra presente en todas las clases sociales, teniendo superado barreras de todo tipo como minusvalías psíquicas, motoras, etc.

El deporte se nos presenta de muy diversas formas así podemos hablar de deporte de alto rendimiento, deporte escolar, de tiempo libre, etc. la variante del deporte hace posible que sean bastantes los practicantes que utilizan dicha forma deportiva como medio o instrumento para alcanzar unos objetivos.

Consideramos que el deporte, al ser ante todo un juego, cubre las necesidades vitales, ya que ofrece una estructura lúdica que satisface las necesidades motoras, cognitivas y emocionales de la persona en las distintas etapas evolutivas. Es más, cubre la necesidad vital en los niños y ofrece a mayores la posibilidad de ser niños, sin perder la condición adulta.

El deporte constituye uno de los medios de los que dispone la Educación Física para poder proporcionar al individuo una educación integral.

Centrándonos en el currículo de la E.S.O. de la Región de Murcia, el R.D. 112/02 del 13 de Septiembre, este tema queda reflejado en el bloque de “juegos y deportes”, para el primer ciclo y “Habilidades deportivas” en el segundo ciclo.

Analizando los contenidos observamos la clara distinción del trabajo del deporte de un ciclo a otro. En el primer ciclo debemos tratar la enseñanza de los deportes individuales y colectivos de forma general, a través del juego y con ejercicios sencillos. Por el contrario, en el segundo ciclo la complejidad en las tareas es mayor, yendo en progresión de menor a mayor dificultad, en esta etapa se introducen los deportes de adversario y ya se practican deportes concretos estableciendo situaciones reales de juego.

Si conectamos este tema con el R.R.D.D. 112 de la Región de Murcia vemos que este tema esta relacionado con los objetivos generales de área 6, 7 y 9, los cuales expresan:

6. Conocer y practicar las modalidades deportivas individuales, colectivas y de adversario, aplicando los fundamentos reglamentarios, técnicos y tácticos en situaciones de juego, reconociendo que su práctica representa un fenómeno cultural de gran relevancia social.

7. Participar, con independencia del nivel de habilidad alcanzado, en juegos y deportes, valorando los aspectos de relación que fomentan y mostrando actitudes de tolerancia y deportividad.

9. Aumentar la independencia y responsabilidad del alumnado involucrándolo en la preparación, organización y realización de actividades deportivas, aprovechando los recursos de su entorno.

Al estar concretados los objetivos y contenidos también se tienen que concretar los criterios de evaluación y este tema está relacionado con los criterios para el primer ciclo de E.S.O 1, 8, 9 y 10, los cuales dicen:

1. Demostrar y utilizar normas básicas de higiene y salud en la realización de actividades físico- deportivas.

8. Practicar, en situaciones reales, juegos y deportes, aplicando las reglas y la técnica, y desarrollar estrategias de ataque y defensa. Lo que pretende es observar si los alumnos han aprendido el reglamento, si tienen un nivel técnico aceptable y si son capaces de participar en situaciones de ataque y defensa en los deportes practicados.

9. Participar de forma activa en la realización de actividades físico- deportivas, respetando las reglas y normas establecidas y responsabilizándose de la adecuada utilización de los materiales e instalaciones.

10. Mostrar una actitud de tolerancia y deportividad, tanto cuando se adopta el papel de participante como el de espectador.

Los criterios de evaluación que se persiguen en tercero de la E.S.O. son:

3. Reconocer y practicar los aspectos preventivos a considerar en la realización de actividades físico- deportivas.

6. Emplear hábitos de higiene y actitud postural que garanticen una práctica saludable y segura de la actividad físico- deportiva.

8. Coordinar las acciones propias con las del equipo, participando en el deporte de forma cooperativa.

9. Resolver problemas de decisión surgidos en la realización de actividades deportivas utilizando habilidades específicas y evaluando el ajuste de la ejecución al objeto previsto.

11. Reconocer y practicar juegos y deportes aplicando las reglas y la técnica y, elaborando estrategias de ataque y defensa.

Relacionando el tema con los criterios de evaluación para cuarto curso vemos que aparecen en el 5, 7 y 9.

5. Aplicar normas básicas de higiene y salud en la práctica de actividades físico- deportivas conociendo además las primeras actuaciones ante lesiones o accidentes que puedan ocurrir durante su realización.

7. Coordinar las acciones propias con las del equipo, interpretando la táctica para lograr la cohesión y eficacia cooperativa.

9. Participar de forma activa en la realización de actividades físico- deportivas.

Relacionando este tema con la etapa de Bachillerato vemos que éste esta relacionado con los siguientes objetivos de área 1, 3, 8, 9 y 10, los cuales dicen:

1. Conocer y aplicar instrumentos que le permitan planificar, organizar y practicar actividades físicas y deportivas para satisfacer sus propias necesidades y le sirvan como recurso para ocupar su tiempo libre, valorándolas como un elemento que favorece el desarrollo personal y facilita la mejora de la salud y calidad de vida.

3. Participar en actividades deportivas, con independencia del nivel de habilidad alcanzado, cooperando con los compañeros y valorando los aspectos de relación que las mismas conllevan.

8. Conocer y practicar las modalidades deportivas aplicando los fundamentos reglamentarios, técnicos y tácticos en situaciones de juego.

9. Entender las repercusiones sociales, culturales y económicas de las actividades físico-deportivas, y conocer los recursos existentes en el entorno para su práctica.

10. Conocer los estudios y salidas profesionales relacionados con la actividad física y el deporte.

El bloque de contenidos al cual pertenece este tema es el de “Habilidades Deportivas” y donde se van tener en cuenta los siguientes aspectos:

· Conocimiento de las reglas de juego y perfeccionamiento de los fundamentos técnicos y principios tácticos de los deportes practicados.

· Organización y práctica de actividades recreativas (pala o raqueta, floorball u otros) teniendo en cuenta los recursos disponibles.

· Identificación de las capacidades físicas que intervienen en los deportes practicados.

· Repercusiones culturales, sociales y económicas del juego y del deporte.

· Análisis de los estudios y salidas profesionales relacionadas con las actividades físicas y deportivas.

· Valoración de la incidencia de la práctica habitual de actividades deportivas en la salud y reconocimiento de su función de integración social.

· Valoración de los juegos y deportes como un medio para ocupar el tiempo de ocio.

· Aceptación de las normas, reglas y del “juego limpio” como expresión de respeto por los demás y por nosotros mismos.

Al estar concretados los objetivos y contenidos también se tienen que concretar los criterios de evaluación y este tema está relacionado con los criterios 5, 10 y 11 establecidos en el currículo oficial.

5. Demostrar un dominio técnico y táctico en situaciones de juego, perfeccionando las habilidades específicas de las modalidades deportivas practicadas. Este criterio valora si el alumno ha perfeccionado el domino técnico-táctico de los deportes practicados y si responde con eficacia a las diferentes situaciones que se originan durante el juego.

10. Analizar los factores culturales, sociales y económicos presentes en el ámbito de las actividades físico deportivas. La finalidad de este criterio es apreciar si el alumno realiza una reflexión crítica en torno a los acontecimientos y comportamientos que se observan en el ámbito deportivo.

11. Elaborar propuestas criticas para la mejora de los servicios que, en relación con la actividad física, la salud y la calidad de vida, presta la sociedad, buscando una mayor posibilidad de acceso a los mismos. Este criterio valora si el alumno conoce los servicios que, relacionados con las actividades físico-deportivas, ofrecen las entidades públicas y privadas y si son capaces de presentar alternativas o sugerencias para mejorarlos

Finalizada la introducción, paso a exponer los aspectos más destacados de la estructura de este tema.

En el apartado 1, analizaremos el origen y etimología del término deporte.

En el apartado 2, daremos varias definiciones del término deporte según diversos autores como pueden ser Coubertain, Parlebas, García Ferrando, etc. de un mismo modo hablaremos de los ámbitos y dimensiones que tiene el deporte.

En el apartado 3, analizaremos el deporte como fenómeno social y cultural, siguiendo a Paredes (2003).

En el apartado 4, lo dedicamos a ver o analizar el deporte desde el punto de vista educativo, describiendo sus rasgos y objetivos.

En el apartado 5, daremos las características que tiene que tener el deporte para convertirse en educativo al igual que estableceremos la unión de este tema con los currículos 112 y 113.

En el apartado 6, se expondrán una serie de conclusiones del tema y por último finalizaré mi intervención citando la bibliografía consultada para la elaboración y desarrollo de este tema.

I. ORÍGEN Y ETIMOLOGÍA DEL TÉRMINO DEPORTE.

El origen primigenio del que se tiene constancia escrita del término “deporte” aparece en lengua provenzal. En un poema de Guillermo VII de Aquitania (1071-1127) encontramos el vocablo deport con el significado de diversión; este sustantivo y el verbo deporter se interpretan invariablemente en el sentido de diversión, recreo, pasatiempo agradable.

En Inglaterra se empezó a utilizar el término disport para denominar a un variado número de pasatiempos y entretenimientos. En A survey o London, escrito a finales del siglo XVI y publicado por primera vez en 1603, aparece en varias ocasiones el término disport con esa significación. Con el tiempo el vocablo sport, que deriva del primigenio término disport, se generalizó como término técnico para designar formas de recreación en las que el ejercicio físico desempeñaba un papel fundamental (N. Elías, 1992). Este término fue adoptado de manera generalizada en otros estados para mencionar a esta clase de pasatiempos; así pues el fútbol – soccer entre la clase popular en Inglaterra-, las carreras de caballos, el boxeo, el tenis, la caza de zorros, el remo, el críquet, el rugby, el atletismo, etc. son conocidos como sports en los países de nueva implantación.

En España la forma verbal deportar aparece por primera vez en el Cantar del Mio Cid, que data de 1140. En esta obra el término se interpreta con el sentido de divertirse. La forma deportar, que establecía una relación pareja con depuesto en el sentido de juego, diversión, etc., cayó pronto en desuso, siendo sustituida por esta última que sobreviene durante todo el siglo XIII con la significación genérica de diversión, entretenimiento. El vocablo depuerto desaparece a finales de este siglo, y es sustituido hacia 1440 por el término actual de deporte que es un provenzalismo derivado de deport con la misma significación que aquél.

A partir de esta fecha el término aparece y desaparece caprichosamente en la lengua literaria, hasta que a finales del siglo XIX se impone como un calco semántico del inglés sport, obteniendo en nuestra lengua actual una doble naturaleza: desde el plano de la expresión, deporte es un cultismo, pero desde el plano del contenido es un extranjerismo, ya que es un calco semántico del inglés sport con la significación de “recreación, pasatiempo, placer, diversión o ejercicio físico, por lo común al aire libre” como lo define de forma incompleta el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española en su edición de 1970.

La palabra inglesa sport deriva de la francesa desport, que en el idioma galo antiguo tenía la significación precisa de pasatiempo, diversión, placer, afición, pasión. El sport venía a representar el nacimiento del movimiento deportivo inglés del siglo XIX que desarrollaron los alumnos de las public schools inglesas, organizando, reglamentando, sistematizando en suma,

civilizando los juegos tradicionales, convirtiéndolos por iniciativa propia en los deportes de nuestra era. Los educadores, con Thomas Arnold a la cabeza (1795-1842), descubren el valor pedagógico del deporte organizado e implantado en las escuelas por sus propios alumnos, y revalorizan de esta manera el significado de la palabra deporte. Con el resurgimiento de la idea olímpica y la organización de los juegos olímpicos, el concepto y la praxis del deporte se internacionalizaron definitivamente.

Por lo tanto, el contenido semántico de deporte se fundamenta desde la primera etapa hasta finales del siglo XIX en la pertinencia constante del rasgo “recreación”, mientras que en la etapa final, siglo XX, gira en torno a la “actividad competitiva con ejercicio físico y que se realiza con deportividad”. No obstante, el deporte conforma en torno a él un conjunto de rasgos comunes a varios senemas: ejercicio físico, competición, recreación, juego, balón, fútbol, etc.

II. APROXIMACIÓN AL CONCEPTO DEPORTE.

II.1. CONCEPTO DE DEPORTE.

El deporte, tal y como lo entendemos hoy, es algo distinto de lo que fue y significó en otros tiempos. Mientras la palabra, como fenómeno lingüístico que es, tiende a ser permanente o con leves alteraciones morfológicas, el concepto, como fenómeno ideológico, tiende a enriquecerse mediante la asimilación de nuevas ideas que se incorporan al vocablo primario.

García Ferrando (1998) afirma que cada día va a ser más difícil dar una definición exacta y concreta de lo que es deporte, el motivo es porque éste cambia sin cesar y amplía sus significados tanto en actitud y actividad humana, como realidad social muy compleja.

Veamos diferentes definiciones de deporte según diversos autores:

  • Coubertin, en 1922 dice: el deporte es el cultivo voluntario y habitual del ejercicio muscular, fundamentado en el deseo de progreso y susceptible de llegar hasta el riesgo.
  • Cagigal, en 1959 lo define como divertimento liberal, espontáneo, desinteresado, en y por el ejercicio físico, entendido como superación propia o ajena y, más o menos, sometida a reglas.
  • Magnate (cit. por Hernández, 1994) deporte es: actividad placentera en la que domina el esfuerzo físico, que participa a la vez del juego y del trabajo practicado de manera competitiva, comportando reglamentos e instituciones específicas susceptibles de transformarse en actividad profesional.
  • Cazorla, en 1979 que el deporte es desde un punto de vista individual una actividad humana predominantemente física, que se practica aislada o colectivamente y en cuya realización puede encontrarse o autosatisfacción o un medio para alcanzar otras aspiraciones. Desde un punto de vista social es un fenómeno de primera magnitud en la sociedad de nuestros días, que origina importantes consecuencias, no sólo sociales, sino también económicas y políticas.
  • Parlebas en 1986 define el deporte como una situación motriz de competición reglada e institucionalizada.
  • La Carta Europea del Deporte publicada en mayo de 1992, contempla una visión más amplia y plural del deporte y lo define como: “toda forma de actividad física que, mediante una participación organizada o de otro tipo, tengan por finalidad la expresión o la mejora de la condición física y psíquica, el desarrollo de las relaciones sociales o el logro de resultados en competiciones de todos los niveles”.
  • Hernández en 1994 dice que el deporte es una situación motriz, lúdica, de competición reglada e institucionalizada.
  • Javier Oliveira realiza una definición sintética: conjunto de actividades físicas de carácter lúdico, sujeto a normas, bajo la forma de competición la cual habrá de regirse por un espíritu noble-también llamado deportivo que está institucionalizado y que puede llegar hasta el riesgo.

Aunque se encuentren claras diferencias en las definiciones todas suelen tener una serie de características comunes cómo: la existencia de competición, para superar a los demás o nuestros propios límites, un esfuerzo físico y unas normas regladas por las que se rige el desarrollo de los deportes, reglas que suelen tener carácter universal y sentido lúdico- recreativo, un deseo de progreso y actividad voluntaria.

II.2. ÁMBITOS Y DIMENSIONES DEL DEPORTE.

El deporte como categoría humana, posee una amplitud en la sociedad actual. Debido al constante movimiento y cambio continuo que sufre el deporte, como fenómeno social y cultural en la sociedad actual, tanto a modo individual como colectivo, se podría afirmar que el deporte no se puede delimitar en cuanto a sus ámbitos aunque si se puede estructurar unas categorías dentro de las que los diferentes modos de entender el deporte conviven con la cultura del ser humano.

Smith (1982) propone la reconsideración del paradigma tradicional de la “pirámide” deportiva, basado en la idea de que todo participante aspira a ser campeón. Entiende que actualmente no son así las cosas. Indica que el sistema de participación deportiva comprende unos ámbitos posibles:

  1. Ámbito de las actividades físicas recreativas.
  2. Ámbito de los deportes de competición.
  3. Ámbito de los deportes por excelencia.
  4. Ámbitos del deporte profesional.

García Ferrando (1993) delimitó los ámbitos del deporte y nos habla de tres opciones del deporte:

  • Deporte de recreo.
  • Deporte de competición.
  • Deporte de alta competición.

García Ferrando (1995) indica que el deporte de alta competición puede pertenecer a la segunda opción. Denomina “deporte de competición”. El propio autor (1996) afirma que la mayoría de jóvenes entre la población realizan practica deportiva fundamentalmente por hacer ejercicio, mantenerse en forma y por pasar el tiempo con los amigos.

Gray (1998) restringe su ámbito de referencia al contexto escolar. Indica que los jóvenes adolescentes manifiestan sus deseos de práctica deportiva recreativa como promoción en la escuela:

  • Actividades recreativas.
  • Deportes de competición.

Crossman (1988) observó que los adolescentes escolares prefieren la participación en la práctica de las actividades deportivas no organizadas. Igualmente se refiere al ámbito escolar y no realiza una distinción entre ámbito de competición y ámbito de recreación, sino que distingue entre:

  • Ámbito de actividades organizadas.
  • Ámbito de actividades deportivas no organizadas.

Podemos concluir que el deporte, puede ser estudiado como acción humana que engloba tres dimensiones que podríamos denominar dimensiones sociales:

    1. Dimensión educativa:
      • Escolar.
      • Extraescolar.
      • Formación.
    2. Dimensión recreativa:

· Higiénico- estético.

· Festivo-recreativo.

· Segunda y tercera edad.

· Grupos especiales.

    1. Dimensión competitiva:

· Competición escolar.

· Competición de aficionados.

· Alta competición no profesional o semiprofesional.

· Élite profesional.

II. 3. DIMENSIONES DE LO DEPORTIVO.

El tipo de definiciones que con mayor frecuencia nos encontramos en los manuales y en la retórica oficial tienden a presentar el deporte como una actividad física ludo-competitiva más o menos reglamentada que, con matices, deriva de un modo de instinto o tendencia innata de carácter agonístico. En este sentido, el deporte es algo natural y, por tanto, el hombre ha hecho siempre deporte. Así se pueden leer estudios históricos sobre el deporte antiguo, el deporte en Grecia, el deporte azteca, medieval, moderno, etc., que, por paradójico que parezca, acostumbran a fundamentarse en una concepción universal y ahistórica de lo deportivo.

En el contexto educativo, la anterior definición suele completarse con la distinción entre dos grandes formas de deporte, el deporte de élite-competición, espectáculo, etc.- y el deporte de ocio- recreación- praxis- para todos-etc. Esta bifurcación pretende obviar los llamados excesos del primero reafirmando los valores educativos del segundo o, si se quiere de otra forma, se apoya en una concepción patológica del deporte de élite y en una visión romántica e idealista del deporte para todos. Sin embargo, por un lado, se supone que ambos tienen una matriz común (el instinto agonístico aludido anteriormente) y, por otro, con frecuencia se cae en el círculo vicioso de justificar el uno con el otro y, viceversa, el otro con el uno.

· Carácter histórico de lo deportivo.

El deporte es una construcción social que, como cualquier otra, refleja y recrea el contexto en el que se ha generado.

Lo que hoy llamamos deporte no es sino todo un complejo conjunto de prácticas, saberes y discursos (formas de pensar, hablar y escribir)que se generaron fundamentalmente durante la segunda mitad del siglo XIX en el contexto urbano-industrial (británico) en torno a una serie de preocupaciones relativas a la moral-salud pública, la degeneración de la raza y las recreaciones populares. Además, las clases acomodadas sentían la necesidad de asegurar la cohesión social puesto que el temor a la revolución no les dejaba dormir tranquilas. En este contexto, reformistas, altruistas y moralistas de diversa índole propiciaron iniciativas variadas (alcantarillado, agua corriente, parques, museos, escuelas vespertinas, movimientos juveniles, colonias, etc) que entre otras cosas produjeron variadas redes de instituciones o aparatos que difundieron por todo el país (primero entre las clases medias y después “hacia abajo”) las nuevas formas de jugar”, los nuevos patrones de “recreación racional”. (P. Bailey, 1978).

Todo parece indicar que las clases trabajadoras acogieron con entusiasmo los nuevos mensajes y para los años 1880 el fútbol ya se había convertido en el “juego del pueblo”. (J. Walvin, 1975).

Frente a las diversas y “salvajes” formas recreativas tradicionales (pre-industriales) de las ferias y de las fiestas, frente a la inmoralidad del pub y las borracheras, frente a las apuestas y los pasatiempos crueles como las peleas de ratas, perros y demás, se impone una forma más regulada no sólo para los “jugadores” sino , lo que es más importante, de los espectadores: cientos de miles de personas “ajustan” su conducta, acuden regular y periódicamente a los estadios de fútbol y, además, en sábado.

Estos nuevos modelos más sanos en el doble sentido moral y físico son también más productivos. El ideólogo victoriano H. Spencer afirmaba que un buen stock físico nacional garantiza el poderío militar, el económico y la paz social porque un pueblo saludable se rebela menos, trabaja más y proporciona robustos soldados. (H. Spencer, 1983).

Todos estos cambios no eran, obviamente, ajenos a los ocurridos en ámbitos aparentemente distintos como el educativo, el sanitario, el productivo, el familiar, etc.

Hacia finales de siglo, los modelos y organizaciones deportivas ya se habían extendido por muchos países y el anglófilo francés P. de Coubertín y sus amigos reinventan en 1896 los JJOO Modernos. El deporte encuentra por fin la justificación ideológica más sublime ya que es de los mismos dioses de donde emanan los valores del olimpismo.

Lo deportivo tuvo ya desde el principio una clara dimensión pública en su doble vertiente comercial y política. Estos han sido siempre los dos motores principales del desarrollo deportivo y a partir de los años 1940 multiplicarán su potencia. Por un lado, el triángulo deporte- media-publicidad mueve y produce ingentes sumas de dinero, por otro, la intencionada intervención y planificación estatal se justifica en términos de calidad de vida y de prestigio en los foros deportivos multinacionales.

· Dimensión económica.

Estamos ya tan acostumbrados a ver todos los días en la prensa las grandes sumas que mueve el triángulo deporte- media-publicidad que nos hacemos insensibles a sus significados. A modo de ejemplo he aquí algunas cifras recogidas al azar en lo medios de comunicación. Las deudas del fútbol superan los 30.000millones, la seguridad de los JJOO de Barcelona y de la Expo de Sevilla ha requerido una partida especial de 42000millones, etc.

Se podría concebir el deporte como una actividad industrial más, de la que, al igual que en otros ámbitos productivos, dependen muchos puestos de trabajo, en la que se dan cita la tecnología y la investigación, donde se fabrican una gama de productos de lo más variado (p. ejemplo: Adidas exportaba más de 700 productos deportivos diferentes a unos 150 países) y desde la que se promueve un determinado consumo.

Ahora bien, el significado económico de lo deportivo puede también valorarse desde otras ópticas que, aunque más difíciles de cuantificar, no dejan de ser importantes. El deporte es funcional al sistema en la medida en que como actividad recreativa contribuye a regenerar de otra forma muy barata y regula el desgaste que la semana laboral produce sobre la mano de obra. Además, los variados tipos de prácticas deportivas posibilitan el ejercicio de dinámicas distintivas que reproducen toda la estratificación social con modelos de socialización diferentes en los distintos estratos y grupos. Curiosamente, el paradigma que predomina en los deportes más populares tiende a idealizar el valor del esfuerzo y el trabajo y del cumplimiento del deber en el puesto de cada uno bajo las directrices del director del equipo (obediencia).

Por otra parte, la percepción del deporte como un medio de ascenso y movilidad en la escala social es bastante frecuente entre las clases trabajadoras.

· Carácter político de lo deportivo.

Esta tercera dimensión es importante hacerla porque, una vez más, la retórica oficial y las ideas más dominantes del sentido común presentan el deporte como un conjunto de bondades, ajeno e independiente de los conflictos sociales y que salta por encima de las desigualdades de clase, raza, sexo, religión, etc.

La ideología dominante difunde el mensaje de que política y deporte son dos ámbitos que deben estar separados. La influencia de aquélla, se dice, es negativa para éste porque desvirtúa la verdadera naturaleza deportiva que, de por sí, es apolítica. Pero, como afirma D. Triesman, (1980,12) la reincidente insistencia en la independencia de ambas esferas es una prueba de su vinculación.

Que el deporte tiene una dimensión política significa que su propia práctica, organización, concepción e ideología constituyen variados y multiformes ejercicios de poder y dominación que se suceden a todos los niveles, desde las macro manifestaciones colectivas multinacionales hasta la más minuciosa y privada (o secreta) regimentación científica de la vida de un deportista.

Fueron los sociólogos del deporte llamados Neomarxistas (Brohm, Rigauer…) los que a finales de la década de 1960 convirtieron estos temas en objeto de debate público llamando la atención sobre las vinculaciones entre el deporte, el imperialismo y las más variadas formas de explotación tanto en los países capitalistas como en los comunistas, organizando campañas antiolímpicas o contra los mundiales de fútbol de Argentina (1978) y promoviendo formas alternativas de Educación Física.

Los JJOO, sin duda el suceso deportivo mundial más importante, se basan en el derecho de participación de todos los países que lo deseen y, en este sentido, no existen, deportivamente hablando, fases clasificatorias en las que deba “ganarse”la participación. Los supuestos “juegos” basados, de acuerdo con la ideología oficial, en la amistad y paz entre los pueblos, se transforman en el gran escaparate mundial que todos los estados utilizan, tanto interna como externamente, en su propio beneficio. Con esta excusa, los estados movilizan las inquietudes de sus ciudadanos, crean ilusiones que, además de contribuir a desviar o encauzar la atención pública, encubren una serie de decisiones y prioridades mucho más “materiales” relativas a la distribución de los limitados recursos que todo país posee.

El síndrome del escaparate afecta particularmente al país anfitrión que, en la filosofía del citius, altius, fortius deportivo, ha de ofrecer unos Juegos más bonitos, pacíficos, rentables y mejor organizados que todos los anteriores. Así, todo se aúna en la organización de unos JJOO, el diseño, la arquitectura, las telecomunicaciones, los transportes, la diplomacia, la selección, etc. en pocas palabras, la movilización de voluntades en un proyecto común de Estado.

A pesar de la incuestionable naturaleza política de lo deportivo, el debate es escaso y está incluso mal visto.

III. EL DEPORTE COMO FENÓMENO SOCIAL Y CULTURAL:

III.1. LA REALIDAD SOCIAL DEL DEPORTE.

La sociedad se origina por el conjunto de relaciones del ser humano con sus semejantes. Todo el complejo de relaciones humanas está afectado tanto por factores biológicos y físicos, como herencia y medio ambiente, como por las ideas religiosas y filosóficas, las técnicas artísticas, la tecnología y la ciencia.

La sociedad se podría definir como: “un agrupamiento complejo y organizado, que posee un fin general, de carácter constante, consistente en posibilitar la vida social compartida por un conjunto de personas (Munné, 1979).

Sus miembros se diferencian por las relaciones de posición de carácter personal y colectivo, que originan los estatus y los estratos sociales. El término hace referencia a las relaciones entre las personas.

En los tiempos de la filosofía clásica, ya definió Aristóteles al hombre como animal social. Entendiéndose que para llegar a ser hombre habría de cumplir la doble función, por un lado ha de satisfacer sus necesidades biológicas y por otro necesita de la compañía de sus semejantes.

La naturaleza de lo social en el ser humano no sólo hay que enmarcarla dentro del ámbito de lo innato sino también en el ámbito de lo adquirido, por tanto de lo aprendido. A este respecto, Durkheim (1982) establecía una diferencia clara entre individuo y persona, exponiendo que el proceso de aprendizaje o socialización era precisamente lo que daba lugar el tránsito de individuo a persona.

Este proceso de aprendizaje (educativo y social), que no acaba en la infancia y adolescencia, sino que acompaña al ser humano durante toda su vida, se define como socialización. Y todo aquello que contribuye en la mejora y perfeccionamiento humano, no sólo en modo personal sino también social, es definido como proceso de socialización.

El proceso de socialización tiene lugar a través de toda la viada de las personas.

Rocher (1973) define la socialización, como:”el proceso por cuyo medio la persona humana aprende o interioriza, en el transcurso de su vida, los elementos socio-culturales de su medio ambiente, los integra a la estructura de su personalidad, bajo la influencia de experiencias y de agentes sociales significativos, y se adapta así al entorno social en cuyo seno debe vivir”.

De esta definición se pueden señalar tres aspectos fundamentales: la adquisición de la cultura (de la manera de pensar, sentir y actuar propias del grupo de referencia); integración de la cultura en la personalidad: de este modo al interiorizarse se convierte en parte de las estructuras mentales, y consecuentemente en la pauta de comportamiento; adaptación al entorno social: al compartir una semejante visión de la realidad, los miembros de un sistema social tienen la sensación de pertenencia mutua, identificándose en un nosotros.

Sus agentes operativos más importantes son: la familia, la escuela, los grupos de edad, las empresas, los movimientos sociales y los medios de comunicación, entre otros. La mayor trascendencia de este proceso se sitúa probablemente en las edades que comprenden la infancia y la adolescencia.

Estas tres formas de interacción permiten la existencia y fluidez de las relaciones entre grupos humanos. Concretamente estas tres formas están manifiestas permanente en los deportes, sobre todo los colectivos como formas de relación: cooperación (entre los jugadores del mismo equipo), competencia (entre jugadores de equipos contrarios); conflicto (se convierte en una realidad que hay que controlar o superar en cada momento en la medida de las posibilidades).

La socialización implica un proceso de ajuste constante a la dinámica social. Los niños aprenden a adaptarse socialmente. A través de este proceso, cada persona va construyendo su propia identidad, definiendo su posicionamiento dentro del grupo, sintiéndose parte constitutiva del grupo social.

Una persona preparada para vivir en sociedad, es aquella que ha desarrollado las cualidades de conformidad normativa, identidad, autonomía, individual y solidaridad (Heinemann, 1991).

  • Conformidad normativa: significa aceptar las normas, valores y formas de comportamiento dominantes.
  • Identidad: la conformidad normativa ha de estar en equilibrio con la propia individualidad.
  • Autonomía individual: la persona ha de ser capaz de mantener sus criterios y comportamientos y tan sólo modificarlos por propia convicción y no por miedo o como resultado de factores externos.
  • Solidaridad: la persona ha de ser capaz de combinar su identidad y su autonomía individual con las obligaciones sociales respecto a los demás.

Tenemos que distinguir dos etapas en el proceso de socialización:

* La socialización primaria: acontece en los primeros años de vida y es decisiva en la construcción del “yo”. Se produce principalmente en el ámbito familiar y la escuela primaria; una socialización primaria puede dejar lastres para siempre.

* La socialización secundaria: se inicia cuando la persona entra en contacto con agentes socializadores y situaciones sociales más lejanas a su mundo privado. Representa aprender a interactuar con el mundo de las instituciones y, en definitiva, a consolidarse como ser social.

Estas dos etapas serán fundamentales para construir la base para la vinculación personal con el mundo social, para el éxito escolar, la participación deportiva y la realización social y profesional.

Desde el deporte, el problema de la socialización adquiere un doble planteamiento:

  • Socialización deportiva: el proceso mediante el cual la cultura deportiva es adquirida por los sujetos sociales, hasta el punto de llegar a incorporarse como parte de su personalidad singular.
  • Socialización a través del deporte: el modo en que la cultura deportiva, una vez adquirida, facilita o proporciona mecanismos y recursos para integrarse de modo eficaz y positivo en el seno de la sociedad.

III.2. ANÁLISIS SOCIAL DEL DEPORTE.

El análisis social del deporte es importante porque puede contribuir a explicar la penetración del deporte en el tejido social. Y por otra parte, como nos indica Lévi- Strauss (1968) “no es posible abordar la cuestión de la socialización sin mencionar el desarrollo de la personalidad y, sobre todo, la adquisición de valores morales”.

La práctica deportiva remite necesariamente a un código moral, a un ser de valores que tienden a reforzar los valores dominantes de la sociedad actual.

La familia es el primer agente transmisor de la cultura, pues mediante condicionamientos precoces transfiere a sus nuevos miembros esquemas incorporados que son la base sobre la que asentarán los hábitos que, asimilados de forma inconsciente al esquema pensamiento, definen todo un sistema de disposiciones y de percepciones que irán construyendo lentamente la personalidad.

El sistema educativo protagoniza el segundo nivel, a través del cual la cultura deportiva penetra en el tejido social. La escuela no fija y refuerza tan sólo determinados patrones de conducta, sino que, a través de una compleja red de relaciones simbólicas, consolida y hace brotar actitudes positivas frente a la práctica deportiva. La importancia de este proceso es clave, ya que en primer lugar el tratamiento que del deporte haga el centro escolar es con frecuencia considerado por muchas familias como indicador clave de calidad educativa, pues aunque no sean ellos practicantes habituales le otorgan una significación formativa y saludable; y en segundo lugar, porque la escolaridad obligatoria permite actualmente el acceso a la totalidad de la población infantil y juvenil al mundo del deporte, a pesar de que en algunos casos la situación familiar no haya posibilitado esa inclinación, ya que actualmente la educación física forma parte de los currículum obligatorios, tanto en primaria como en secundaria, y no conviene olvidar el importante influjo deportivo que mantienen los programas de esta disciplina deportiva.

También tiene un protagonismo, no fundamental, pero sí importante en el proceso de socialización, todas aquellas actividades deportivas practicadas en la educación no formal; de ahí que hoy sean difícilmente explicables los procesos de transmisión cultural sin tener en cuenta a los medios de comunicación de masas, y muy especialmente la televisión, que ha convertido a los ciudadanos en el último tercio del siglo XX en cosmopolitas domésticos, puesto que “ha introducido en el mundo en casa” (Echevarría, 1980:16)- el deporte es ejemplo claro.

El deporte puede materializarse en diversas situaciones sociales: escuela, club deportivo, escuela deportiva, participación esporádica como carreras populares, partido entre amigos y agentes socializadores, cada uno de los cuales podrá tener procesos de interacción distintos con la persona en situación de aprendizaje. Heinemann (1994) establece una diferencia entre el potencial socializador del deporte como ámbito de adquisición de cualidades y la posibilidad de que éstas transferidas a otros ámbitos de la vida cotidiana, necesarias para vivir en sociedad.

“El deporte puede favorecer el aprendizaje de los papeles del individuo y de las reglas de la sociedad, reforzar el autoestima, el sentimiento de identidad y la solidaridad. Además, parece que los valores culturales, las actitudes y los comportamientos individuales y colectivos aprendidos en el marco de las actividades deportivas vuelven a encontrarse en otros campos de la vida (VV.AA., 1996).

Mediante el aprendizaje de unas normas, y teniendo en cuenta los modos de comportarse que la persona lleva a cabo un proceso de discernimiento y diferenciación para integrarse en el grupo y llevar a cabo lo que más le gusta, jugar. Con el aprendizaje de un determinado deporte, se podrá interiorizar unas normas y valores sociales que conducirán a:

– Reconocer unas normas como válidas (conformidad normativa).

– Saber reconocerse a sí mismos con relación a los demás (identidad).

– Saber comprometerse con el destino colectivo al que pertenecen (solidaridad).

– Participar, no sólo con la comunicación verbal, sino con su propia realidad corporal, es decir, con la implicación efectiva y total de su realidad como personas sociales.

Interpretación social del deporte.

En este apartado vamos a ver cómo filósofos y sociólogos, de muchas formas, han interpretado el deporte.

1. Deporte como función de compensación. Algunos autores ven e interpretan la actividad deportiva como una reacción niveladora frente a las exigencias y presiones de la sociedad y de sus condiciones de vida (Risse, 1921; Échele, 1927; Jaspers 1955; Plessner, 1956; Buytendijk, 1935; Lenk, 1972). Su función niveladora fue considerada como:

      • Vital- motora, frente a la decreciente y deficiente actividad física como efecto deformador de la forma de vida actual.
      • Enriquecedora de la psique, frente a la monotonía y el empobrecimiento del proceso de producción.
      • Constitutiva e identificadora de la personalidad, frente a la falta de identificación del personal enormemente especializado.
      • Integradora social frente al anonimato, debido a las relaciones funcionales abstractas y burocratización de la vida actual.
      • Liberadora de los instintos agresivos, frente a la falta de posibilidades para las reacciones de agresividad o de satisfacción de los instintos en una existencia totalmente pulida por la civilización (Veblen, 1899; Adorno, 1955; Lorenz, 1963).
      • Nivelación ideal y atractiva porque, al tratarse de superación de dificultades artificiales elegidas por la propia persona, combina lo que no es trabajo con el principio competitivo y de placer, a los que no podría ni querría la propia persona sustraerse en una sociedad que en sí sociedad de rendimiento o competitiva.
      • El deporte es un doble del mundo del trabajo, con la agravante, además, de que el deporte se ha convertido en un sector de racionalización del trabajo, que obedece al máximo de la forma más racional posible a una publicidad y consumo conforme a las leyes del mercado (Habermans, 1958).
    1. El deporte como adaptación. Adorno (1955) sustituye la función niveladora por la de adaptación: el deporte, aparentemente liberado, no hará sino “asemejar tendencialmente al cuerpo a la misma máquina”, no servirá sino “para ejercitar a las personas en un servicio a la máquina mucho más inexorable”: uno de los fines secretos es la adaptación al trabajo. Además se ve en el deporte una extensión del espíritu de la eficiencia técnica, que tiende a la funcionalización de los movimientos corporales y a una brutal autoexploración de los mismos. El deporte crea la masa de las culturas totalitarias.

Una interpretación del deporte, más amplia y sistemática, debería combinar las interpretaciones del deporte como medio de perfección motora y moral, con las que lo consideran un fenómeno estético, o modelo de conducta lúdica, o una articulación ideal de la llamada sociedad competitiva.

Manifestación social del deporte.

Para la supervivencia colectiva (Dobriner, 1975), son necesarios, la política o gobierno, la economía, la religión y la familia. Dentro del entramado social, el deporte constituye una manifestación de salud, deseada y gratificante. No es imprescindible, aunque sí recomendable por razones fundamentales:

1) Para la formación de la identidad personal.

2) Se halla íntimamente unido a las estructuras: sociales, políticas y económicas de la sociedad actual.

3) Es un instrumento de transmisión de cultura que va a reflejar los valores básicos del marco cultural en el que se desarrolla.

4) Constituye, como reflejo social, una manifestación ritual y simbólica.

Creemos en el deporte, como medio formativo y de socialización, y protagonista en un complejo entramado cultural. Pensamos, asimismo, que el deporte ofrece valores útiles para la formación de la identidad. Dichos valores no han sido siempre los mismos ni han tenido las mismas funciones. Nuestra intención es acercarnos a las relaciones entre el concepto de identidad y su formación, y el deporte como juego entendido como ritual.

Desde el paradigma interpretativo de la realidad el deporte es un concepto, es un mundo, un gigante, una realidad social en permanente o perpetua evolución.

La idea es que la formación de la identidad se da siempre en relación con “el mundo instituido de significado” de una sociedad.

Cuando sólo hay un centro creador de significado (la religión) la identidad individual está íntimamente vinculada con la colectividad, a la vez que esta colectividad aparece sacralizada (legitimada por lo sagrado). Conforme aumentan y multiplican los centros (política, economía, etc.) es más difícil que aparezca la conciencia colectiva y, por tanto, la identidad de las personas resulta más compleja y pierde el carácter sagrado y se seculariza. Los valores que otorgan estos “centros” se desmoronan, los individuos pierden identidad y tan sólo se producen identificaciones con los roles que desempeñan los individuos.

En la modernidad, la religión desaparece como primer discurso. Deja de ser el “centro” que totaliza el sentido de las prácticas sociales y culturales y las dota de significación. La religión pierde el “centro estructurador de la vida en grupo”. Aparecen con la modernidad muchos “centros simbólicos” creadores de sentido, que se separan de la religión (ésta pierde el monopolio simbólico), y que pasa a ser un discurso de los que pretenden pensar y explicar el mundo (Beriain, 1990).

Con la separación de lo sagrado se produce un proceso de secularización en el que los nuevos centros van a seguir su propia lógica autónoma. “La modernización es hija de la secularización” (Geertz, 1987).

La práctica deportiva se desliga de lo sagrado, el deporte se transforma en profano. Aparece una progresiva especialización y un aumento de roles en la sociedad; pasamos a hablar de salud, educación, recreación, como finalidades que legitima la práctica deportiva.

Con la modernidad aparece el concepto de individuo autónomo. A este individuo no le viene dada la identidad por la simple pertenencia al grupo. La identidad de la modernidad se construye desde una perspectiva formal (ideal), basada en un proyecto orientado hacia el futuro (Maffesoli, 1990).

Por fin, podemos asegurar que el individuo moderno podrá elegir entre varias señales de identidad formales y trascendentes. “El divino social” se manifiesta a través de la emoción colectiva que el deporte se encarga de provocar de manera periódica.

Con la aparición de nuevos deportes, aparece un predominio de riesgo y velocidad con la nueva situación económica y la propia dinámica de la sociedad. Laraña (1989) afirma que la velocidad se ha convertido en un elemento central de nuestra cultura y que como consecuencia tiene la expansión de la velocidad. Este individuo “desencantado” va a recurrir a todo tipo de identidad que va a estar relacionada con el presente y en el que va a predominar lo concreto frente a lo abstracto. En este sentido todas las manifestaciones deportivas populares, competitivas y recreativas pasan a ser ritualizadas; “las prácticas deportivas, ahora, mueven y liberan las pasiones, a veces hasta el motín, ilusionando y contribuyendo así a las compensaciones imaginarias. Existe un culto a la religión deportiva” (Balandier, 1988).

El deporte se convierte en una religión en tanto que re-liga. Los colores, los cantos, escudos y camisetas: el “estar juntos” que provoca que el individuo sea “parte de” un grupo.

El deporte como construcción social, solo puede ser explicado por lo social. Esto es debido a que “la cultura no está ordenada por las emociones primitivas del hipotálamo; son las emociones las organizadas por la cultura” (Padiglione, 1988).

Es evidente la necesidad que tiene el ser humano actual de volver a contar con sólidos marcos de referencia que orienten y den sentido a su vida. El ritual del deporte es capaz de ilusionar. De esta manera, en su condición lúdica, el deporte se ofrece como ayuda para encontrarse a sí mismo, al sentido de la realización personal y social y con ello, a tener un proyecto de vida coherente.

III.3. DEPORTE Y CULTURA.

Cuando la UNESCO habla de Cultura y de Paz nos invita a “respetar la dignidad de cada persona, preservar el planeta y promover un consumo responsable y un modo de desarrollo que tenga en cuenta la importancia de todas las formas de vida y el equilibrio de los recursos naturales del planeta”.

El proceso de humanizar tiene como objetivo construir al individuo en una sociedad, y para alcanzar ese fin afrontamos la realidad, usando las facultades físicas, intelectuales y espirituales, es decir nuestras facultades humanas que se apoyan en los distintos talentos personales y aptitudes sociales.

A través de la actividad física, el juego y el deporte, el ser humano ha de realizar un esfuerzo para cubrir las tres líneas de despliegue de la acción humana, dando lugar a las tres actividades humanas fundamentales: el sentido físico (hacer); el sentido ético (obrar); el sentido filosófico (saber).

Las actividades deportivas se han convertido en un singular hecho social y cultural que como una tela de araña abarca los distintos campos de la naturaleza humana. Ahora bien, para que las actividades físicas y los juegos reflejen al ser humano en su dimensión más ética, deben hacerse presente desde una doble vía: la social y la educativa, ambas promueven y conforman lo cultural del fenómeno deportivo. Veámoslo con más detenimiento:

Por la vía social. La actividad física va dirigida a la sociedad, se crea en sociedad y crea una sociedad. El proceso de aprendizaje o socialización da lugar al tránsito de individuo a persona. La etapa de mayor trascendencia de este proceso, probablemente se sitúe en la infancia y adolescencia.

Las actividades lúdicas son la mejor herramienta que tenemos los seres humanos para conocernos, ya que en el juego nos comportamos como somos y el juego se convierte en el aliado de la comunicación y el establecimiento de un buen clima social. Es ahí donde está el verdadero valor de dichas actividades. Hemos encontrado un nexo de unión que surge por la transmisión de sensaciones en la práctica de sus diversas manifestaciones, en la actividad física y lúdica, en los juegos, de la mera ocupación del tiempo libre en el disfrute propio y compartido. Las actividades físicas y el ocio activo constituyen un canal social por el que viaja información acerca de quiénes somos, cómo es nuestro interior, qué nos hace falta del entorno, a la vez sirve como canal para recibir información acerca de la sociedad en la que vivimos.

El proceso de humanizar tiene como objetivo construir al individuo en una sociedad, y para alcanzar ese fin afrontamos la realidad física y lúdica, realidad deportiva en sus distintos ámbitos. Ya que tan sólo el pertenecer a un grupo y a una cultura permite desarrollar la educación del ser humano.

La vía educativa. Entendemos por educación “el perfeccionamiento intencional de las potencialidades específicamente humanas” (García Hoz, 1970).

El ser humano nace ser humano, pero para conseguir plenamente la categoría humana ha de conquistar activamente esta condición. La actividad física ayuda al ser humano a conquistarla, ya que la categoría del deporte es la del comportamiento humano; el desarrollo de la corporeidad y motricidad mediante actividades físicas y lúdicas nos preparan para una educación expansiva, de apertura global, en que se favorece la expansión de los distintos talentos o inteligencias y ayuda a la persona a crecer y, en definitiva, a transformarnos en mejores personas.

Mediante la actividad física, entendida como lúdica, el ser humano aprende unas pautas de comportamiento para crecer y aprender a vivir en la sociedad de una manera integral. Estas prácticas proporcionan al ser humano un interés por el conocimiento, actitud activa, positiva y crítica, que le permite integrarse de manera gradual, expresarse y vivir en comunidad.

Estas actividades deben establecerse de manera racional y avanzar, ya que son los jóvenes quienes constituyen el colectivo que ha de hacer en mayor medida un nuevo milenio más rico en valores, más humano. Estos valores se podrán conseguir fomentando “actitudes”. Éstas no se aprenden ni se enseñan, se transmiten, se inoculan como por ósmosis. Es decir, que han de promocionarse desde la experiencia personal y hacia experiencias positivas y gratificantes.

Concluyendo vemos que el ser humano evoluciona desde su corporeidad (hacer, sentir, pensar, comunicar, querer), por medio de su motricidad hacia la condición lúdica, base de la faceta cultural, que favorece el desarrollo global del ser humano:

· La actividad motriz es sinónimo de conducta humana porque nace de la esencia humana, de la bondad humana.

· Contribuye a recuperar y no perder la verdadera naturaleza humana. El ser humano por medio del ejercicio físico y del juego vuelve a su infancia, en donde, posiblemente se encuentre la raíz o hilo umbilical de la propia naturaleza.

· A través de las actividades físicas se puede alcanzar una autonomía madura que ayude a la construcción de un proyecto personal de vida. Esto se podrá lograr por medio de los valores humanos que ayudan a quienes practican deporte a ser mejores personas.

· La práctica de actividades físicas se convierte en una de las más inteligentes actitudes humanas porque:

o Han estado siempre unidos a la cultura de los pueblos, a su historia, a lo mágico, a lo sagrado, al amor, al arte, a la lengua, a la literatura, a las costumbres, a la guerra. Ha servido de vínculo entre pueblos, ha facilitado la comunicación entre los seres humanos.

o Son como una vela que ilumina el comportamiento del ser humano: es el resultado de la búsqueda de las mejores cosas que se hallan escondidas en lo más íntimo del ser.

o El comportamiento motor es universal. El lenguaje corporal y la comunicación no verbal y motora pertenecen a todas las personas. Es un símbolo de humanidad sin prejuicios, bandera de paz y lazo de unión entre gentes diferentes.

o La actividad física es respetuosa y solidaria. No necesita pasaporte ni entiende de idioma, porque no tiene fronteras.

o Es una bandera con todos los colores, es una moneda común, es un idioma internacional. Hace que se entiendan niños, adultos y viejos de manera inmediata sin ningún otro vínculo de comunicación porque nace de la bondad humana.

o Con su práctica, ponemos en conexión nuestro micromundo (persona) con el macromundo (sociedad) en el que vivimos, y en este sentido nos prepara para la vida.

La actividad física y el deporte pueden convertirse en herramienta o en elemento clave para estimular, orientar y entrenar las inteligencias múltiples. Constituyen una oportunidad para aprender y evolucionar de manera natural, activa, participativa desde el individuo que somos y hacia la sociedad en la que estamos, desarrollando los talentos naturales de manera holística hacia la globalidad del ser humano.

La práctica física y lúdica deberá contribuir, pues, de manera eficaz al desarrollo de los talentos personales (partiendo de la inteligencia cinético corporal tienden a conectar y desarrollar las distintas inteligencias o talentos personales) y de esa manera podrán contribuir a alcanzar la felicidad.

IV. TRATAMIENTO PEDAGÓGICO DEL DEPORTE.

VI. 1. HACIA UN DEPORTE EDUCATIVO.

En las sociedades primitivas las actividades físicas y los juegos ocupan períodos de recreación; no son más que simples diversiones, unos pasatiempos donde cada uno muestra sus destrezas. Las formas que más se acercaban a nuestras competiciones son las luchas, directamente inspiradas en el espíritu guerrero. Es en la etapa militar donde las actividades físicas y lúdicas tienen un marcado carácter bélico.

En la Grecia clásica y fundamentalmente en Atenas, aparece el primer proceso educativo que rompe con lo estrictamente bélico, articulando los juegos y las actividades físicas en una concepción más integral y armoniosa en donde el deporte (Juegos Panhelénicos) constituye una opción para lo más dotados; en esta socialización coexisten felizmente el entrenamiento atlético y la Educación Física higiénica y educativa. Estamos en la etapa científica, donde la gimnástica está al servicio de la salud.

A partir del Renacimiento y hasta el siglo XIX, sólo este concepto de la gimnástica higiénica pervivirá hasta encontrar con Rousseau una Educación Física como medio de formación completo del individuo en los planos biológico, afectivo, mental, cognitivo y expresivo.

A raíz de estas experiencias se crean en nuestro continente una serie de métodos ubicados en cuatro áreas geográfico-culturales que corresponden a cuatro visiones distintas que parten de una misma preocupación: la creación de un método de Educación Física.

En el primer período, que transcurre a lo largo del siglo XIX, asistimos a la creación y diferenciación de cada uno de los métodos. En el segundo se procede a renovar los fundamentos filosóficos, pedagógicos y técnicos de cada una de las corrientes. Es en este período cuando el deporte, sobre todo a partir de la instauración de los JJOO Modernos se empieza a conocer introduciéndose en los ambientes más recalcitrantes. Es en el tercer período, tras la II Guerra Mundial, cuando se produce la internalización progresiva de los métodos, produciéndose por tanto la consideración expresa y el reconocimiento por parte de las diversas instituciones educativas de cada país con respecto al deporte, que entra oficialmente en la institución escolar.

Finalmente, la etapa de ocio, que corresponde a la etapa actual; la mayor preocupación de los dirigentes sociales es buscar una ocupación a las masas en el espacio del tiempo libre, estamos en los que se ha venido a llamar “la civilización del ocio”. Las actividades físicas en esta etapa y en el ámbito socio-institucional tienen cuatro campos de intervención:

  • El campo escolar.
  • El campo del tiempo libre y la recreación.
  • El campo terapéutico.
  • El campo de la competición.

El deporte se presenta de diversas formas en cada campo, en el caso del campo escolar estaríamos hablando del “deporte educativo”. Es evidente que el deporte constituye como un fenómeno de masas que afecta a todas las estructuras que tienen relación con él.

Desde el punto de vista de la educación se aboga por un deporte educativo inmerso en un concepto más amplio que es la Educación Física, la cual y según palabras de José Mª Cagigal “…puede resultar una base sobre la cual se acomoda el resto de la educación, sino el primer sistema total y coherente de la educación humana”, este será el paradigma de partida.

Dicho paradigma considera al deporte como un medio de la Educación Física, una Educación Física sistemática, renovadora, cuyo objeto es el ser en su globalidad y unidad, es decir, la persona como sistema inteligente, quedando por tanto constituida como una disciplina de intervención pedagógica que utiliza medios singulares como el deporte.

IV.2. RASGOS DEL DEPORTE EDUCATIVO.

El deporte planteado bajo las consignas de un sistema inteligente, puede constituir un eficaz medio de esa E.F. sistemática, pero este modelo debe poseer una estructura interna coherente integrada por los siguientes rasgos:

  1. El carácter “lúdico” constituye su raíz antropológica, no en vano y hasta el siglo XIX el término “deport”, posteriormente “depuerto” y después “deporte”, vino a significar recreación, diversión. Actualmente y en algunas modalidades deportivas tiende a reducirse; el deporte procede del juego y nunca debe perder su condición de tal.
  2. “La codificación competitiva”, representa la consecuencia lógica del carácter lúdico, ya que el juego por muy anárquico que parezca está siempre reglado, el problema reside en la hipervaloración del elemento competitivo, el cual lleva a variar el objeto último: educación, recreación, por el de ganar, lo que conlleva a degeneraciones deportivas: violencia, doping, etc. las reglas tienen la doble función de regular la competición y eliminar la incertidumbre, esa es la tendencia hasta el momento.
  3. “El ejercicio físico” constituye un rasgo pertinente ya que la actividad se basa en la utilización sistemática de la motricidad con fines educativos, recreativos o de rendimiento, según las normas sociales; lo que puede llevar a determinar y alienar al individuo.
  4. Incrementar la presencia del juego noble en la actividad deportiva a través de un tratamiento diferente de la codificación competitiva.
  5. Dar mayor protagonismo al carácter lúdico, maquillando el esfuerzo físico y mental a niveles tolerables, en donde el riesgo biológico, físico y emocional sea racional en un proceso de formación. En definitiva, que el deporte se constituya en un medio más de la formación del individuo y no un fin en sí mismo.

En resumen, si bien es importante el elemento competitivo, éste debe estar en perfecta interacción con el elemento “lúdico” y “la actividad motriz”. Al deporte educativo se le interpreta como superación, integración, equiparación y en donde la afectividad debe constituir un elemento clave en el proceso educativo que se genera.

IV.3. OBJETIVOS EDUCATIVOS DEL DEPORTE.

En la actualidad, los valores educativos del deporte son aceptados mayoritariamente, aunque sea criticado por muchos, el uso excesivo que en ocasiones se hace de la competición, que lo ha hecho selectivo, permitiendo su práctica sólo a una minoría. La competición también debe tener valores educativos, haciéndola participativa y no selectiva.

Los objetivos del deporte según Cagigal, se centran en los cuatro campos siguientes:

  • Aprendizajes básicos psicomotores.
  • Aprendizajes psicomotores adaptados a tareas frecuentes en la vida cotidiana.
  • Aprendizaje social, por medio de la relación con los demás.
  • Vinculación psico-afectiva.

Todos estos aspectos podemos resumirlos de forma que hagan referencia a dos esferas: la individual y la social.

ESFERA INDIVIDUAL.

El deporte posibilita el desarrollo de todo el potencial humano. Analizaremos en este sentido 4 aspectos:

– Eficiencia fisiológica: el deporte posibilita el mantenimiento y desarrollo de las capacidades funcionales. Tales capacidades se centran en:

  • Eficiencia cardiorrespiratoria: mantenimiento y desarrollo del funcionamiento circulatorio y respiratorio.
  • Eficiencia mecánica: mantenimiento y desarrollo del funcionamiento motor.
  • Eficiencia neuromuscular: mantenimiento y desarrollo del funcionamiento motor.

– Equilibrio psíquico: a través del deporte el individuo alcanza un desarrollo, conocimiento e integración personal elevados:

  • Aspecto lúdico. A través del deporte el hombre encuentra satisfacción, goce y placer en el movimiento. Tal placer debemos considerarlo como una motivación fundamental en el proceso educativo.
  • Conocimiento propio: el deporte ofrece la posibilidad al individuo de conocerse mejor, de determinar sus capacidades y sus límites.
  • Perfeccionamiento personal y existencial: tal y como señala Weiss la característica esencial del deporte consiste en el esfuerzo del hombre por conseguir unos resultados, cuanto más elevados mejor, y perfeccionarse a sí mismo.

– Orientación espacial: a través del deporte y el movimiento el hombre se adapta y controla el ambiente que le rodea. En este sentido se mueve en relación consigo mismo en las 3 dimensiones del espacio:

  • Conciencia: a través del deporte y del movimiento el individuo clasifica la concepción sobre su propio cuerpo y su posición en el espacio.
  • Situación: de la misma forma con el deporte, aprende diversos modos de desplazarse y proyectarse.
  • Relación: con el movimiento el hombre aprende a regular la posición de su cuerpo en relación con los objetos y las personas que le rodean.

– Manejo de objetos: con la práctica deportiva el individuo aprende a dar impulso y absorber la fuerza de los objetos. Con la proyección de objetos el individuo educa su capacidad para propulsar una gran variedad de objetos.

ESFERA SOCIAL.

El deporte estimula y posibilita el aprendizaje de las relaciones con los demás. Los roles o papeles del deporte son factores de integración social y medios de práctica social, especialmente entre los jóvenes:

– Comunicación: el hombre al practicar deporte se mueve y al moverse comparte ideas y pensamientos con los demás.

  • Expresión: a través de la actividad deportiva el individuo conduce y expresa sus sentimientos, y a la vez, recibe la expresión y las ideas de los demás.
  • Clarificación: en ese proceso de expresión, el deporte facilita el significado de otras formas de comunicación.
  • Simulación: el deporte constituye como un doblaje de la realidad, pero es algo más que esa simulación es un sistema de significaciones que llega a constituir una realidad por sí mismo.

– Interacción grupal: el deporte promueve que el individuo actúe y funcione para la consecución de metas comunes.

-Implicación cultural: el deporte, por todos los aspectos analizados, constituye un fenómeno cultural importante en todo tipo de sociedad.

En resumen, el deporte estimula el saber perder, respetar las reglas, jugar limpio, respeto al adversario, camaradería, espíritu de equipo, desinterés, nobleza, sentido de justicia y honradez.

V. CARACTERÍSTICAS PARA CONVERTIRSE EN UN HECHO EDUCATIVO.

“El deporte hace el carácter”, es el lema que ha perdurado desde los clásicos y que ha venido significando la esencia misma de la práctica deportiva. Desde tiempos muy antiguos, el deporte ha sido considerado un medio apropiado para adquirir valores tales como ciudadanía, perseverancia, afán de superación, conocimiento de los propios límites, cooperación, trabajo en equipo, valora, autoestima, tolerancia, etc. todos éstos y otros muchos valores y cualidades socialmente deseables que puede facilitar el deporte no han tenido siempre la misma interpretación y jerarquía a lo largo de la historia, de tal modo que cada época ha resaltado unos sobre otros y ha considerado como positivos ciertos valores que en otro momento han sido rechazados por inaceptables.

Durante mucho tiempo se ha considerado la práctica deportiva como una excelente vía de promoción y desarrollo de los valores sociales y personales, y son muchos los autores que han manifestado su convencimiento en relación con esta idea. Un ejemplo de ello es, la afirmación de Trepat (1995) que señala que <el deporte contiene valores de descubrimiento de sí mismo, de desarrollo personal y de educación social que el niño deportista puede mantener durante toda su vida>. Sin embargo, también parece ser que muchos coinciden en que la progresiva relevancia del deporte, así como el deterioro en las formas de practicarlo, sobre todo en los últimos tiempos, ha puesto en tela de juicio esa tradicional creencia de que el deporte promueve los valores éticos y forma el carácter (Gutiérrez, 1995).

Y es que, como afirma Gervilla (2000), “también el deporte se ha liberado del lirismo de las virtudes, se ha puesto a tono con la lógica posmoralista, narcisista y espectacular. En la actualidad, el deporte de masas es, en lo esencial, una actividad dominada por la búsqueda del placer, del dinamismo, de la experiencia de uno mismo. Después del deporte disciplinario y moralista, he aquí el deporte-ocio, el deporte-salud, el deporte-desafíos. La emoción corporal, el placer, la sensación, el equilibrio íntimo, la forma física y psicológica son hoy los emblemas más significativos del individualismo narcisista. Ya no es el deporte aristocrático, sino el deporte de moda, a la carta, en el que cada día aumenta la gama de ofertas diversificadas en las que todas pretenden el culto al cuerpo. Así, el deporte se ha desmoralizado, se ha liberado de cualquier ideal trascendente que no sea el triunfo de él mismo. El deporte, pues, por sus propias características de competitividad, eficiencia, récords, espectáculo, e incluso, desmesura física, se ha convertido frecuentemente en desnaturalización de la educación física y puede que, incluso, en antieducativo.

En este mismo sentido se manifestaban Lee y Williams (1989) cuando señalaban que aunque en el deporte las actitudes morales y la conducta deseable han sido habitualmente consideradas representativas del “buen carácter”, la “deportividad” y el “juego limpio”, con el crecimiento del apoyo financiero y otras recompensas, tanto en el deporte adulto como en el juvenil se ha observado un progresivo incremento de la presión y una mayor tentación de cometer trampa. De esta manera, el efecto directo de las recompensas y el éxito de los deportistas proporciona unos modelos de rol capaces de influir en los niños y jóvenes, quienes determinan imitando no sólo las habilidades de sus ídolos, sino también sus actitudes.

En la literatura especializada pueden encontrarse defensores de diferentes posturas del deporte, por ejemplo, Blázquez (1986), Devís (1996) y Sánchez Bañuelos (1996), entre otros coinciden en manifestar que el deporte no es ni bueno ni malo, es el contexto el que determina su carácter; que puede desarrollar tanto el espíritu de equipo como engendrar el espíritu individualista, educar el respeto a la norma como el sentido de la trampa. Por ello, es necesario determinar las condiciones pedagógicas que permiten convertir el deporte en una actividad educativa auténtica.

Junto a esto, un importante aspecto que se debe considerar es el conjunto de relaciones que presentan la educación física, el deporte escolar y el deporte profesional (adulto, espectáculo). En este sentido, la educación física, disciplina por la que pasan todos los niños y niñas de nuestra sociedad, debería ser el terreno apropiado en el cual cultivar las mejores propiedades con el propósito de una correcta interpretación y práctica física y deportiva, el lugar donde sentar las bases para un adecuado desarrollo del deporte escolar o deporte infantil o juvenil. A su vez, éste debería constituir el crisol donde fraguar el comportamiento correcto para el deporte adulto (tanto practicantes como espectadores) el adecuado desempeño del rol que a cada uno le corresponde.

Sin embargo, actualmente este modelo resulta utópico. La realidad es que el deporte adulto o deporte espectáculo se ha convertido en un fenómeno de tal trascendencia y ha adquirido tal expansión y poder de influencia que va más allá de las barreras de su propio contexto para invadir muchas otras esferas de la vida social, ejerciendo un especial efecto sobre la educación física y el deporte escolar.

El deporte es un medio que el profesor utiliza para alcanzar sus objetivos de educación moral y ética. En este sentido, es preciso hacer notar que muchos autores (Gutiérrez Sanmartín, 1995) reconocen en el deporte un contexto de alto potencial educativo para la adquisición de valores y desarrollo de actitudes socialmente necesarias.

Ahora bien, para que la riqueza de situaciones potencialmente educativas que surgen durante la práctica deportiva puedan contribuir al desarrollo moral de los alumnos, es preciso que el proceso de enseñanza deportiva se oriente específicamente en tal sentido.

Concebir la iniciación deportiva en un marco educativo debe implicar la inmersión de los alumnos en un proceso que desde la propia actividad deportiva les haga crecer y desarrollarse en todos los sentidos:

  • Intelectualmente: aprendiendo a conocer y comprender el significado y el sentido del hecho deportivo, tanto desde el punto de vista sociocultural como desde el de sus propias percepciones y acciones como protagonista del mismo.
  • Motrizmente: aprendiendo a interpretar y valorar las diversas posibilidades que surgen en cada momento del juego; a formar y utilizar los pensamientos estratégicos de forma abierta y flexible, en función de los datos disponibles; a mejorar su capacidad de enfrentarse y responder a las situaciones nuevas con imaginación y creatividad, memorizando el porqué de los aciertos y errores; a aprovechar sus posibilidades cuantitativas y cualitativas de movimiento de la forma más rentable.
  • Moralmente, aprendiendo, sobre todo, a valorar su propio esfuerzo y el de sus compañeros y adversarios durante el juego; a relativizar los resultados y el éxito y la derrota, considerándolos como un aspecto más del juego que le proporciona aliciente; a respetar las reglas que caracterizan el juego y que determinan los cauces por donde debe transcurrir, asumiendo que su infracción voluntaria altera la esencia del juego.

Para llevar a cabo la enseñanza del deporte con un sentido educativo es necesario determinar sus componentes de mayor potencial formativo y aplicar un planteamiento didáctico que permita desarrollarlos adecuadamente. Según Sánchez Bañuelos (1996), estos componentes son los siguientes:

  1. Componente lúdico. El sentido lúdico es una característica humana que acompañará al hombre a lo largo de toda su vida. Mediante el juego, entre otras cosas, aprendemos a comprender mejor la realidad, a comunicarnos con los demás y a habituarnos al mundo adulto.
  2. Componente agonístico. La competitividad bien orientada durante la iniciación deportiva puede ser enriquecedora, ya que desarrollará la capacidad de superación del individuo y diversas actitudes. La cooperación-competición, está siempre presente en la sociedad actual, incluso en el deporte, por tanto, a través de éste puede vivenciarse de una forma fingida y simbólica, sin la trascendencia de la vida real.
  3. Componente normativo. El deporte es un medio muy adecuado para el aprendizaje de las normas y las reglas, importantísimo para el buen funcionamiento de la sociedad. El cumplimiento de las normas es la base de la convivencia y del respeto a los demás.
  4. Componente simbólico. A través del deporte el individuo se tiene que enfrentar de manera simbólica a determinados aspectos de la realidad que no son agradables.

Centrándonos en el currículo de Secundaria en la Región de Murcia, el R.D.112/02 del 13 de Septiembre, este tema queda comprendido en el bloque de contenidos de “Juegos y Deportes, el cual en el segundo ciclo de secundaria es denominado “Habilidades Deportivas”.

En la introducción de este R.D. se marcan algunas orientaciones didácticas que han de guiar al profesorado en su intervención:

– La enseñanza deportiva debe tener un carácter abierto, sin que la participación se supedite a características de sexo, niveles de habilidad u otros criterios de discriminación, y no debe responder los planteamientos competitivos, selectivos y restringidos a una sola especialidad.

– A lo largo de la etapa se debe promover y facilitar que el alumnado domine un número variado de actividades corporales y deportivas.

– Las actividades dejan de tener un sentido fundamentalmente lúdico (propio de la etapa de primaria).

Se debe educar a los alumnos para que sean capaces de seleccionar una determinada actividad en función de sus capacidades, intereses y finalidades, de programarla y evaluarla, es decir, se les debe guiar hacia la autonomía.

En cuanto al bloque de contenidos, son varias las consideraciones que se han tenido en cuenta:

La primera es que debe tener una triple orientación:

· Orientación lúdico-recreativa.

· Orientación hacia la especialización.

· Orientación hacia los deportes autóctonos.

La segunda consideración es tener presente el carácter cíclico de estos contenidos, ya que en un ciclo pueden desarrollarse todos sus procedimientos (habilidades, técnicas más básicas, estrategias, etc.) por medio de diferentes actividades encaminadas a la iniciación y según las orientaciones antes mencionadas, y en el siguiente ciclo volver nuevamente a ser tratados con un carácter de perfeccionamiento y en profundidad, no presentando una distribución lineal de los mismos.

La tercera y última consideración es que el profesor debe tratar de consolidar en los alumnos un hábito de práctica sistemática a través de la vinculación de estos contenidos a una escala de actitudes, y presentar las actividades de forma que supongan una motivación y un deseo de participación, creando un clima de cooperación en el aprendizaje basado en el trabajo en equipo, donde las actitudes de tolerancia y valoración de la propia actividad, como elemento de relación social, pueda transferirse posteriormente a la vida diaria.

En cuanto a la concreción de criterios de evaluación, ésta está íntimamente relacionada con la secuenciación de objetivos y la concreción de contenidos.

El deporte también es un tema a tratar en la etapa de Bachillerato y viene reflejado en el R.D. 113/02 de la Región de Murcia. El deporte se incluye en el bloque de contenidos “Habilidades deportivas”. La introducción nos refleja el papel relevante que en la sociedad tienen las actividades físicas en general, y el deporte en particular, requiere profundizar en la reflexión, análisis y sentido crítico en torno a estas prácticas. Es preciso, por tanto, fomentar la reflexión crítica referida a los factores sociales, culturales y económicos que influyen y condicionan el desarrollo de las actividades físicas y deportivas.

En resumen, la Educación Física fomentará una cultura físico-deportiva que impulse las potencialidades del alumnado, favoreciendo el uso crítico del tiempo de ocio y la práctica de la actividad física como una forma de mejorar la calidad de vida.

Los objetivos de etapa referente al deporte son: el objetivo 1, 3, 4, 8, 9 y 10. Veamos algunos de ellos:

1. Conocer y aplicar instrumentos que le permitan planificar, organizar y practicar actividades físicas y deportivas para satisfacer sus propias necesidades y le sirvan como recurso para ocupar su tiempo libre, valorándolas como un elemento que favorece el desarrollo personal y facilita la mejora de la salud y calidad de vida.

3. Participar en actividades deportivas, con independencia del nivel de habilidad alcanzado, cooperando con los compañeros y valorando los aspectos de relación que las mismas conllevan.

4. Planificar, organizar y realizar actividades físico-deportivas y recreativas en la naturaleza, respetando el medio ambiente y realizando aportaciones personales que favorezcan su conservación.

8. Conocer y practicar las modalidades deportivas aplicando los fundamentos reglamentarios, técnicos y tácticos en situaciones de juego.

9. Entender las repercusiones sociales, culturales y económicas de las actividades físico-deportivas, y conocer los recursos existentes en el entorno para su práctica.

10. Conocer los estudios y salidas profesionales relacionados con la actividad física y el deporte.

A modo de conclusión, lo que se le pide al alumno es: saber planificar, organizar y practicar actividades físico deportivas, conocer y aplicar la técnica, táctica y el conocimiento del reglamento de una determinada modalidad deportiva, también que el alumno organice y practique actividades recreativas, analice las repercusiones sociales, culturales y económicas de las mismas y analice los estudios y salidas profesionales que tiene el deporte.

Los contenidos están destinados para que el alumno adquiera y perfeccione:

1. Conocimiento de las reglas de juego y perfeccionamiento de los fundamentos técnicos y principios tácticos de los deportes practicados.

2. Organización y práctica de actividades recreativas (pala o raqueta, floorball u otros) teniendo en cuenta los recursos disponibles.

3. Identificación de las capacidades físicas que intervienen en los deportes practicados.

4. Repercusiones culturales, sociales y económicas del juego y del deporte.

5. Análisis de los estudios y salidas profesionales relacionadas con las actividades físicas y deportivas.

6. Valoración de la incidencia de la práctica habitual de actividades deportivas en la salud y reconocimiento de su función de integración social.

7. Valoración de los juegos y deportes como un medio para ocupar el tiempo de ocio.

8. Aceptación de las normas, reglas y del “juego limpio” como expresión de respeto por los demás y por nosotros mismos.

En cuanto a los criterios de evaluación este tema está relacionado con los siguientes criterios: el 4, 5,10, los cuales dicen:

4. Diseñar y organizar actividades de carácter físico-recreativo para el empleo del tiempo de ocio, utilizando los recursos disponibles en el centro y en el entorno próximo.

5. Demostrar un dominio técnico y táctico en situaciones de juego, perfeccionando las habilidades específicas de las modalidades deportivas practicadas.

10. Analizar los factores culturales, sociales y económicas presentes en el ámbito de las actividades físico deportivas.

Con esto lo que se pretende es ver si los alumnos son capaces de diseñar, organizar y llevar a la práctica con autonomía actividades físico deportivas y recreativas que le permitan ocupar de forma activa su tiempo libre, utilizando para ello los recursos disponibles en su entorno; ver si ha perfeccionado el dominio técnico- táctico de los deportes practicados y si responde con eficacia a las diferentes situaciones que se originan durante el juego; y por último apreciar si el alumno realiza una reflexión crítica en torno a los acontecimientos y comportamientos que se observan en el ámbito deportivo.

Características que debe tener el deporte para considerarlo educativo:

  • Debe tener un carácter abierto.
  • Su finalidad no se debe limitar a la mejora de las habilidades motrices.
  • No se incida fundamentalmente sobre el resultado.
  • Se busque la participación, la creatividad, la diversión, el bienestar,….
  • Puedan modificarse las condiciones del juego.
  • Se favorezcan actitudes de cooperación.
  • Se fomente la actitud crítica del alumno.
  • Se valoren y recuperen prácticas alternativas, deportes tradicionales, etc.

VI. CONCLUSIONES.

Las actividades deportivas del siglo XX se han convertido en un símbolo cultural, en una realidad gigantesca que ha dejado huella en la vida del ser humano y en la sociedad: publicidad, comunicación, hábitos, costumbre, espectáculos, moda, rituales, mitos, arquitectura, arte, probablemente hasta una filosofía de vida.

La cultura se refiere a las formas pautadas de pensar, sentir y comportarse. A través de la actividad física, el juego y el deporte el ser humano cubre las tres líneas de despliegue de la acción humana, dando lugar a las tres actividades fundamentales: el sentido físico (hacer); el sentido ético (obrar); el sentido filosófico (saber).

Probablemente en pleno siglo XXI, la actividad física y deportiva deba caminar hacia el desarrollo emocional, la capacidad creadora, el desarrollo de los talentos personales para así conseguir unas aptitudes sociales, es decir capacidades para establecer relaciones humanas con los demás en los diferentes ámbitos de la vida. De esta manera la actividad física y deportiva se convierte en una de las más inteligentes actitudes humanas.

Por último, es necesario que los profesores y maestros, técnicos y deportistas trabajemos juntos para una construcción más humana de las actividades lúdicas, físicas y deportivas, practicadas en cualquier de sus ámbitos y a cualquier edad. Educación, recreación, socialización, una construcción cultural basada en virtudes como, entre otras, la voluntad, la ilusión, la honradez, el espíritu de superación, la generosidad y el compañerismo, valores éticos o simplemente humanos. Estos valores que favorece el deporte se refieren al aspecto motor, en cuanto al aspecto cognitivo, en cuanto al aspecto afectivo y social.

“Las más altas proezas de la Humanidad no han sido las guerras y las conquistas, en las que se llegó a despreciar la vida del otro. Las cumbres de la Historia han sido, en definitiva, las creaciones lúdicas del hombre. (Cagigal, 1981).

VII. BIBLIOGRAFÍA.

*Olivera, J. (1989): Hacia un deporte en educativo en una E.F. renovadora. Apunts nº 16-17. Junio-Septiembre. Barcelona.

*Olivera, J. (1993): Reflexiones sobre el origen del deporte. Apunts nº 33. Septiembre. Barcelona.

*Contreras, O. (2001): Iniciación deportiva. Síntesis. Madrid.

*Paredes , J. ( 2003). La teoría del deporte. Wanceulen. Sevilla.

*Barbero, J.I. (1990): Deporte, “Escuela” y sociedad. Universidad Complutense de Madrid. Departamento de Sociología III. Madrid.

*Gutiérrez Sanmartín, M. (2003): Manual sobre valores en la educación física y el deporte. Paidós. Barcelona.

*Ureña y otros (1999): La educación física en Secundaria. Elaboración de materiales curriculares. Fundamentación teórica. Inde. Zaragoza.