Icono del sitio Oposinet

Tema 51 – Los problemas ambientales y sus repercusiones salud ambiental y calidad de vida. La educación ambiental.

1. INTRODUCCIÓN

Como resultado de las estructuras económicas predominantes en el mundo, y de un «orden» económico internacional intrínsecamente injusto y caracterizado por su probado perjuicio sobre el medio ambiente, la hu­manidad atraviesa en la actualidad por serios problemas globales de difí­cil solución. Dichos problemas tienen la característica de ser más estruc­turales que coyunturales, lo que implica que su solución debe pasar por la modificación de las estructuras y sistemas que sostienen la economía mundial como un todo. El medio ambiente, y en definitiva, los recursos naturales son, ya bienes escasos y, por lo tanto, valiosos. Y precisamente esa escasez, ese valor, explica la existencia de conflictos entre crecimien­to económico y medio natural. Existe una estrecha interdependencia entre medio ambiente y salud, y de ahí surge la preocupación sobre el daño medioambiental, pues sus repercusiones sobre la salud humana deben ser motivos de interés por todos los Organismos, que de una forma u otra, son responsables de la Salud Pública humana. Ante una crisis que es fundamentalmente cultural, se hace necesario y urgente desarrollar pro­gramas y actuaciones de carácter educativo que inciten y provoquen un cambio profundo y progresivo de las escalas de valores, Se trata, en definitiva, de transmitir un nuevo estilo de vida individual y colectivo, más integrado y respetuoso con los procesos naturales.

2. ECONOMÍA Y MEDIO AMBIENTE.

Dentro del concepto de medio ambiente suelen distinguirse dos categorías, el medio ambiente físi­co y el medio ambiente social.

El medio ambiente social es el marco de vida en el que el hombre desenvuelve su existencia. Por lo tanto, éste exige un nivel mínimo de bienestar y la satisfacción de las necesidades humanas.

El medio ambiente físico, desde la perspectiva económica, puede con­siderarse como un factor de produc­ción y como un bien en él mismo, propor­cionándole todas aquellas materias primas y sirviéndole de depó­sito de residuos procedentes de los procesos de producción y consumo. Dos grandes economías: economía de los recursos natura­les y economía de la contaminación. Es la existencia de una actividad económica de producción y consu­mo lo que está en la base del pro­ceso del deterioro ambiental

2.1.Interrelaciones entre actividad económica y medio ambiente.

El medio ambiente ha servido para proveer recursos y como vertedero.

La relación entre medio ambien­te y actividad económica tiene lu­gar a través de un flujo de materia­les que circulan entre ellos. Los materiales utilizados del medio ambiente deben ser devueltos al medio por medio del reciclaje. Principio de balance o equilibrio, primera ley de la termodinámica, la materia ni se crea ni se destruye

Hay que tener en cuenta de que todos los residuos no son nocivos y que la naturaleza tiene cierta capacidad de autorregeneración. En el momento de que esta autorregeneración sea superada empieza la contaminación. El medio ambiente se hace escaso comparado con la cantidad de demanda que tiene de ahí que se califiquen unos lugares de vertederos de residuos y otros protegidos por ser escasos.

En el caso de los recursos no re­novables, económicamente aparece la amenaza de deterioro del medio ambiente, cuando se vislumbra la posibilidad real de su agotamiento.

2.2.Protección ambiental.

Según los Informes sobre el Es­tado del Medio Ambiente elaborado por la OCDE, el estado general del medio ambiente se está degradan­do lenta pero inexorablemente, pese a las medidas que se han venido adoptando en las últimas dos déca­das, sobre todo en los países in­dustrializados.

La corrección de los deterioros ambientales, la depuración de las aguas y gases residuales, el con­trol y tratamiento de los residuos urbanos, industriales, ganaderos, hospitalarios, mineros, tóxicos y pe­ligrosos: la reposición de la cubier­ta vegetal para evitar la erosión y la desertificación de nuestros sue­los y tantas otras acciones preci­sas para mantener los procesos bio­lógicos y conservar la flora y fauna singular, requieren una enorme can­tidad de recursos económicos, tan­to para su destino en inversiones como para los costos de explota­ción y mantenimiento de las insta­laciones de tratamiento.

Los costos de la protección ambiental

En los últimos años el gasto pú­blico español destinado a la defen­sa del medio ambiente ha crecido notablemente. El crecimiento, abso­luto y relativo, de la inversión públi­ca en medio ambiente y, en gene­ral, de los gastos medioambienta­les públicos y privados es, por otra parte, una tendencia cuya continua­ción en los próximos años es, ade­más de deseable, fácil de pronosti­car: la gran demanda social de ca­lidad medioambiental, los grandes deterioros existentes y la propia ne­cesidad de adaptación a la exigen­te disciplina comunitaria, previsiblemente producirán en el futuro in­mediato aumentos significativos en el volumen de recursos asignados por la sociedad española al objeti­vo de protección del medio ambiente.

2.3. Instrumentos y mecanismos económicos y fiscales para la gestión ambiental.

A los instrumentos económicos y fiscales se les asigna dos funcio­nes importantes: la primera es de incentivo para reducir la contami­nación y la segunda para incitar la investigación y el desarrollo de las tecnologías limpias.

El Principio de Causalidad o «quien contamina, paga» es el fun­damento en el que se basan los ins­trumentos económicos de lucha con­tra la contaminación.

El principio procura la internali­zación de los costes externos am­bientales por medio de diferentes procedimientos dentro del sistema de mercado, rechazando en conse­cuencia, una intervención general del Sector Público que asuma la res­ponsabilidad total de la degradación ambiental. De esta forma el Estado centrará su intervención marcando objetivos de calidad y normas de emisión o vertido, controlando su aplicación y sancionando cuando corresponda. Lógicamente este prin­cipio no resuelve todos los proble­mas en materia ambiental ya que de un lado, se limita al problema de la contaminación y por otro, tie­ne algunas dificultades de aplica­ción cuando no queda claramente definido quién contamina.

La regulación directa

Con este sistema se obliga a las actividades ambientalmente perjudi­ciales a ajustarse a una reglamen­tación específica, dentro del marco jurídico administrativo convencional, que determina los límites del ejer­cicio de tal actividad, en base a la legislación aplicable tanto a nivel local o regional como a nivel nacional o comunitario. Se fijan niveles de emi­sión y de calidad del agua recepto­ra del vertido. La administración fija unos límites legales, basados en consideraciones de salud, ecológi­cos, urbanísticos, etc., que el po­tencial contaminador debe cumplir para desarrollar su actividad.

Incitaciones al respeto de las normas.

Las incitaciones al respeto de las normas, como las sanciones por no respetar las mismas y los permisos de ejecución, están ligados a la re­glamentación directa. Las sanciones por no respetar las normas penali­zan a los contaminadores que so­brepasan las normas ambientales prescritas. Los títulos de ejecución son pagos a las Autoridades que son re­embolsadas una vez demostrado que el contaminador ha respetado las normas que le han sido impuestas.

Cánones, impuestos sobre efluentes. Gravamen sobre vertidos.

Este sistema es muy utilizado. Consiste en establecer un gravamen sobre los contaminantes vertidos al medio, ya sea el agua o el aire.

La Administración fija un impues­to por unidad de contaminación, con el fin de forzar al contaminador a internalizar los costes sociales de­rivados de su actividad, de tal for­ma que para minimizar sus costes tenga que decidir disminuir la con­taminación que origina. La reduc­ción del volumen de vertidos y car­ga contaminante le resultará bene­ficiosa al contaminador hasta un pun­to donde el coste marginal de re­ducción de contaminación (descon­taminación) sea igual al gravamen fijado.

El mecanismo de la negociación.

Las opciones mercantiles contro­ladas son de tres tipos: «burbuja», «compensaciones» y «depósitos».

– El «efecto burbuja» se refiere a la consideración de varias fuentes de emisión en una planta como si fuera una sola y también a consi­derar un conjunto de focos como una fuente integrada de emisión.

– El concepto de «compensaciones» significa que se puede lograr una autorización de nuevas emisiones de contaminantes si al mismo tiempo, se efectúa una reducción semejante o mayor de la contaminación origi­nada en instalaciones existentes. Es un mecanismo muy eficaz y muy útil en el caso de los efluentes líquidos.

– El mecanismo de «depósito de emi­siones» es en realidad una prolon­gación del programa de compensa­ciones y tiene una gran flexibilidad, pero es difícil de implantar. Si una empresa reduce sus emisiones o ver­tidos por debajo de los límites exigi­dos por la Legislación puede «depo­sitar» estas reducciones y tenerlas en reserva, en algo así como una cámara de compensación, para ne­gociar con ellas en un futuro próximo. Este mecanismo puede ser muy útil en el sector energético.

Derechos de contaminación.

Se basa en la utilización de unos Títulos o Derechos de emiti­do por el Estado, susceptibles de ser transferidos y que permiten a su poseedor contaminar hasta el punto que le autorizan sus derechos de propiedad.

La venta de Derechos se efec­tuaría mediante una subasta anual en la que se ofrecerían, por parte de la Autoridad, los Derechos de Con­taminación referentes al próximo año. Los contaminadores harían sus ofer­tas hasta que se alcanzase el pre­cio unitario al cual se venderían el total de los derechos. Posteriormente durante el año, si los contaminado­res cambiasen sus planes, podrían ofertar los Derechos que no fuesen a utilizar, o demandar Derechos adi­cionales si pensasen que su activi­dad de vertidos iba a ser mayor que la planificada, de forma que des­pués de celebrada la subasta ofi­cial en la que se asignasen todos los «Derechos», aparecería un mer­cado para los Derechos que no se usen.

Sistema de consignación. Caución-reembolso.

En un sistema de caución-reem­bolso, una cantidad o caución es abonada por los productos poten­cialmente contaminantes, como los envases y los embalajes. Una vez que la contaminación ha sido evita­da mediante la recuperación de los productos o de sus residuos, se pro­duce el reembolso de la cantidad desembolsada inicialmente.

Ayudas, subvenciones y otros estímulos.

La subvención, por ser un proce­dimiento contrario al principio ge­neral de contaminador-pagador, ha recibido fuertes críticas y en años pasados se ha reducido notablemen­te. Actualmente, ante el agravamiento de los problemas ambientales, se están fomentando los Programas de ayuda al equipamiento, con impor­tantes subvenciones.

En muchas Autonomías se propi­cia este tipo de ayudas, tanto para las industrias como para las explo­taciones ganaderas, ya que las exi­gentes medidas de la CEE así lo aconsejan, si se desea alcanzar un cierto grado de cumplimiento de la normativa ambiental en pocos años.

2.4. Aplicación de los instrumentos económicos en los sectores ambientales.

Se puede efectuar un acercamiento sectorial basado en los diferentes medios naturales, y considerar las aguas, los residuos y la atmósfera como problemas distintos. Resulta igualmente posible referirse a los sectores económicos, como la ener­gía, el turismo, los transportes, la agricultura y la industria. Las reco­mendaciones en cuanto concierne a la aplicación de los Instrumentos económicos combinan estos dos en­foques, si bien el acento está pues­to preferentemente en los medios naturales, es decir, el enfoque sec­torial.

Contaminación de las aguas.

Uno de los componentes más im­portantes de la política ambiental es la protección de las aguas contra la contaminación, la conservación de los recursos hídricos y la utilización racional del agua.

La lucha contra la contaminación de las aguas tiene como fin preser­var, todo lo posible, la calidad na­tural de las aguas superficiales y de las subterráneas, proteger la bio­cenosis que depende de estas aguas (fauna y flora) y reducir los niveles de contaminación existentes, con objeto de proteger la salud pública y permitir satisfacer las necesida­des que dependen de las aguas, en las mejores condiciones económi­cas y en cantidad suficiente para atender los diversos usos.

A través de la Ley de Aguas de 1985 y de la Ley de Costas de 1988 se ha implantado el canon de ver­tido con carácter general. La ex­periencia ha demostrado, en los países que lo han implantado, que el establecimiento de tarifas o pre­cios reales por el suministro de agua ha conducido a un uso mucho más racional del agua.

Igualmente deben utilizarse los estímulos económicos y fiscales ade­cuados para convencer o disuadir a los contaminadores de contami­nar e incitar a verter los menos con­taminantes posibles y poner a pun­to técnicas nuevas menos contami­nantes, como la construcción de plan­tas depuradoras, estrategias de lu­cha que prevean la adopción de medidas preventivas en las fases más previas posibles de un proceso de producción y el empleo de tecnolo­gías con pocos desechos o sin de­sechos y especialmente el recicla­do.

Es preciso también organizar una estructura administrativa suficiente y eficaz. Sin ella, tampoco será po­sible el ordenamiento ambiental del uso de los recursos hídricos y de­berá estar dotada de los equipos humanos, instrumentales y labora­torios precisos.

Contaminación atmosférica.

La lucha contra la contaminación atmosférica presenta dos vertientes: una referida a la defensa de la cali­dad del aire, con criterios higiéni­co-sanitarios, a través de la exigencia de los correspondientes niveles de inmisión; y la otra corresponde al establecimiento de unos límites máxi­mos de emisión de contaminantes en los focos emisores, constituidos fundamentalmente por instalaciones industriales, calefacciones y vehículos automóviles.

La gestión de la calidad se apo­ya en cuatro tipos de actuaciones:

– Información completa sobre las emisiones de contaminantes, lo que requiere disponer de Inven­tarios y Auditorías Ambientales bien hechos.

– Conocimiento de las relaciones entre el volumen y la naturaleza de las emisiones por una parte, y por otra, del costo de la lucha contra la contaminación, es de­cir, las funciones de costo de las actividades de reducción de la contaminación o de prevención de la misma.

– Evaluación del impacto ambien­tal de estas emisiones, es decir, análisis de la incidencia de los penachos sobre la calidad del aire en el entorno, contando con la capacidad de difusión y transporte de la atmósfera.

– Conocimiento de los efectos so­bre el medio (sobre todo sobre la flora) y sobre la salud, de los contaminantes en sus diversas concentraciones, tanto solos como combinados con otros, es decir, empleo de modelos del medio que relacionan las dosis con los da­ños o efectos. Si no es posible una valoración cuantitativa mo­netaria, sí se pueden obtener resultados cualitativos importan­tes.

Gestión de residuos.

Los problemas ecológicos causa­dos por los residuos se deben es­pecialmente a su volumen, su con­tenido de sustancias peligrosas o su débil grado de aptitud para el reciclaje. Esto se debe al uso de muy diversos materiales o a la defi­ciencia de gestión de los desperdicios y su tratamiento.

La CEE propone políticas enca­minadas a resolver los problemas de los desechos basándose en tres líneas:

– En primer lugar, siempre que sea posible ha de evitarse producir residuos.

– Los residuos deben reutilizarse o reciclarse en la mayor medida posible.

– Aquellos residuos que no pueden ser tratados deben ser elimina­dos de manera segura.

Estas reglas se han enumerado por su orden de prioridad. La pre­vención es preferible al reciclaje y éste a su vez es preferible a la eli­minación.

Se entiende por gestión de resi­duos el conjunto de operaciones en­caminadas a dar a los residuos pro­ducidos en una zona el destino glo­bal más adecuado desde el punto de vista ambiental y especialmente en la vertiente sanitaria, de acuer­do con sus características, volumen, procedencia, coste de tratamiento, posibilidades de recuperación y de comercialización y directrices admi­nistrativas en este campo. La ges­tión de los residuos comprende las fases de preparación, recogida, trans­porte y tratamiento de los mismos.

Desarrollo sostenible

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre Medio Ambiente y De­sarrollo, celebrada en Río de Ja­neiro en junio de 1992, ha girado en torno al tema más fundamental que tiene planteado hoy en día la comunidad mundial, a saber: como reconciliar la actividad humana con las leyes de la naturaleza. En mu­chos sentidos, la Cumbre de la Tie­rra fue un fracaso y, en todo caso, una gran desilusión ante las espe­ranzas concebidas por los más op­timistas, aunque sólo el hecho de su celebración fue un acontecimiento positivo sorprendente. La Declara­ción de Río refleja al menos el gra­do de consenso actual sobre unos principios inspiradores de la acción, aunque muy lejos de la Carta de la Tierra inicialmente prevista. Los Con­venios sobre el Cambio Climático, así como sobre la Biodiversidad, han quedado cojos por falta de objeti­vos y plazos concretos. Pese a todo, el salto cualitativo más importante ha sido la adopción del desarrollo sostenible como indisolublemente ligado a la protección del medio am­biente.

Lo difícil ahora es establecer la definición adecuada de desarrollo sostenible y la estrategia concreta de su aplicación práctica generali­zada, así como lograr movilizar la voluntad política de todos los go­biernos, además de la participación activa de todos los ciudadanos del mundo.

Desarrollo sostenible es aquel que promueve y alcanza el mayor bien­estar material y social para todos, adaptado a las aspiraciones concre­tas de las respectivas identidades culturales, a la vez que reconoce el grave deber de no poner en peligro similares aspiraciones de las futu­ras generaciones que habiten nuestro planeta. Esto exige una estrategia global en consecuencia, unos me­canismos o instituciones con auto­ridad universal para evitar cualquier exceso, abuso o desequilibrio en la explotación de los recursos natura­les, la contaminación emanada por la producción agrícola e industrial, la manipulación desordenada del co­mercio y de las finanzas internacio­nales.

Reconocer que el sistema so­cioeconómico actual no se puede mantener y que, de seguir así, nos orientamos hacia el colapso, es la única forma para poder decidir el cambio del sistema. Por otra parte, el desarrollo sostenible sólo se lo­grará a condición de modificar el estilo de vida imperante, los actua­les hábitos consumistas desordena­dos, reconociendo que los paráme­tros del tipo de vida actualmente más extendido son insostenibles y no se corresponden con los de la calidad de vida que merece ser propugna­da. Esto supondría una profunda me­tamorfosis del sistema actual a modo de una gran transición, análoga a la que supuso la revolución indus­trial frente a la agrícola, en la que se necesita hacer una afirmación del hombre frente a la industrialización a ultranza.

También el reciente informe so­bre desarrollo humano del Progra­ma de las Naciones Unidas para el Desarrollo apunta, con razón, que el previsible «clamor por un desa­rrollo sostenible no es simplemente una llamada a la protección ambien­tal, ya que implica también un nue­vo concepto de crecimiento econó­mico que provea justicia y oportuni­dades para toda la gente del mun­do y no sólo para unos pocos privi­legiados, sin destruir aún más los recursos naturales finitos del mun­do ni poner en entredicho la capa­cidad de sostenimiento de la Tie­rra».

Estamos, pues, ante la necesidad de una gran revolución humana des­de la educación y la cultura. Tene­mos que pasar de la visión del hom­bre conquistador y explotador de la naturaleza al hombre administrador de la naturaleza, sobre bases via­bles y sostenibles. Pero ello conlle­va no sólo aspectos intelectuales y morales sino también la revisión de los concretos intereses de las es­tructuras de poder a todos los nive­les. Debemos tratar de crear una nueva conciencia humana, una es­tructura ética para la supervivencia y el progreso sostenible, tomando lo mejor de la sabiduría de todos los pueblos y culturas del mundo.

3. CONCEPTO ECOLÓGICO DE SALUD.

Existen múltiples definiciones de salud que parten de las siguientes concepciones: subjetiva, objetiva, etiológica y social.

La concepción subjetiva es la per­cepción de ausencia de malestar y de dolor y depende de cada perso­na. Desde esta concepción la O.M.S. definió la salud como el estado de completo bienestar físico, mental y social y no sólo como la ausencia de enfermedad.

Desde el punto de vista de con­cepción social, se considera la sa­lud como el grado de aptitud para realizar los roles sociales, y en fun­ción de lo que vale la salud y lo que cuesta la enfermedad.

La concepción objetiva es la apli­cación de criterios de medida a una serie de parámetros de tipo: físico­químico, biológico, fisiológico y so­ciocultural. La Real Academia defi­ne la salud como el estado en el que el ser orgánico ejerce normal­mente todas sus funciones.

La concepción etiológica se basa en el origen natural de las enfer­medades y de los factores que in­tervienen en el desarrollo de la en­fermedad, de tipo genético, ambien­tal, social y asistencial. De esta ma­nera la salud es la adaptación del hombre al medio ambiente físico y social.

El modelo ecológico de salud de­termina que éste es un proceso de­pendiente de la biología humana, del medio ambiente, del estilo de vida y del servicio sanitario.

El estilo de vida es el determi­nante que más influye en la salud y tiene un porcentaje de gastos míni­mos. Mientras que el medio ambiente presenta importantes interacciones con el hombre:

La O.M.S. marca las siguientes orientaciones para establecer la re­lación entre salud y calidad de vida:

– Evaluación del riesgo de cada con­taminante.

– Sistemas integrales de vigilancia y medición

– Bases de datos sanitarias y am­bientales.

– Medidas de intervención y con­trol.

– Educación ambiental

3.1. Identificación de los factores de riesgos ambientales.

Los factores de riesgo del medio son todas aquellas variables sobre las que se puede actuar para mejo­rar la calidad de los elementos cons­tituyentes del ambiente, tanto físico como social, y con ello disminuir los problemas de salud y del propio ambiente. De forma esquemática puede expresarse el medio como el conjunto de interrelaciones entre el individuo, los recursos y la estruc­tura social, todo inmerso en el so­porte común que constituye el me­dio físico. El medio físico son los factores biogeoclimáticos que actúan sobre una comunidad o un organismo y determinan su forma y su su­pervivencia. Desde el punto de vis­ta didáctico este medio se divide en dos aspectos:

– Por una parte el medio natural, que está compuesto por los re­cursos de aire, agua, suelo, flo­ra, fauna y energéticos. La identificación de los factores de riesgo y de peligro real para la salud de la población existentes en cada ambiente de vida humano, es indispensable para la planificación de programas de prevención y de fomento de la salud.

– Por otro lado, el medio modifica­do está compuesto por su equi­pamiento (vivienda, trabajo, re­creación, salud), su infraestruc­tura (servicios, energía, transporte) y la ordenación de su espacio (usos del suelo).

El medio social es el conjunto de condiciones económicas, socia­les, políticas y culturales, incluyen­do los recursos y las estructuras (le­gislación, hábitos y costumbres) que influyen en la vida de la comunidad y del individuo.

Todo este conjunto de elementos que a veces pueden diferenciarse claramente y otras no, en cuanto a ser generadores directos o indirec­tos de procesos de enfermedad, constituyen los factores de riesgos a los que está expuesta en distin­tos grados y formas la población,

La probabilidad para el conjunto de los individuos de que ocurra o se concreten los riesgos específi­cos de enfermar o morir dependerá del juego entre susceptibilidad y ex­posición al riesgo.

Aunque a efectos prácticos se consideran como integrantes del me­dio dos grandes áreas, las cuales se han diferenciado en la mayoría de las ocasiones, el medio local y físico aparecen entretejidos dentro de una maraña de influencias co­operadoras procedentes de distin­tos tipos de fuentes que se influen­cian y se superponen entre sí.

3.2.Contaminación ambiental.

Según la OMS, la contaminación ambiental de tipo físico, químico y biológico se produce por la presen­cia en el aire, en el agua y en el suelo, de factores y sustancias en cantidad, concentración, y durante un período de tiempo tal, que cau­san molestias, amenazan la vida, o la salud de las personas, animales, o plantas, dañan los bienes u obs­taculizan el disfrute razonable de vi­das y haciendas en zonas afecta­das por ellas.

Por tanto, la contaminación am­biental puede afectar a la atmósfe­ra, a las aguas, a los seres vivos y a los alimentos, y por las radiacio­nes: contaminación nuclear. Según la naturaleza, las principales clases de factores y elementos contaminan­tes del medio ambiente son:

3.3.Vehículos y ambientes de contaminación .

El medio humano ambiental su­pone también un ambiente sociocul­tural y psicosocial dada la enorme influencia que tienen las condicio­nes económicas, sociales y cultu­rales que nos rodean en el modo de ser y de vivir, en relación con lo que ocurre y existe a nuestro al­rededor; de ahí la importancia de realizar un estudio detenido, ya que el hombre es un animal social, y tenemos que tener muy en cuenta que muchos problemas de salud mental, anomalías de la conducta o comportamientos irracionales, se producen por factores sociales (ha­cinamiento, falta de descanso etc.), que en ocasiones están entrelaza­dos con factores biológicos. Si a esto se le une la aguda crisis económi­ca por la que atravesamos, los fac­tores sociales vinculados con la eco­nomía van a incrementar su acción sobre la salud de todos los ciuda­danos. Hay que hacer una mención especial al problema del paro y su repercusión a nivel individual, familiar y social, ya que los parados mues­tran cambios fisiológicos, físicos y psíquicos.

Los más importantes son los si­guientes:

– Las aguas, contaminadas por ori­nas y heces de procedencia hu­mana o animal, productos tóxi­cos, pesticidas o radiactivos re­siduales de origen humano, agrí­cola o industrial. Todas aquellas procedencias pueden contaminar aguas de pozos, fuentes, ace­quias, arroyos, pantanos, ríos y mares.

– El aire, que es contaminado por humos, gases, polvo y polen, ruido y olores; procedentes de proce­sos industriales, de la vida do­méstica, de vehículos de trans­porte, de volcanes, de plantas.

– El suelo, que se contamina me­diante las aguas residuales, pla­guicidas, basuras, aguas indus­triales, productos radiactivos, plás­ticos, cadáveres, excretas, o con productos de animales que inter­vienen en la transmisión de en­fermedades.

– Los alimentos, que se contami­nan mediante sustancias tóxicas, cancerígenas, mutagénicas o in­fecciosas procedentes del medio ambiente o por aquellas personas que los manipulan, almacenan, procesan o venden; de ahí que deban de ser inspeccionados y sa­neados. Dicha contaminación se puede producir en origen o ulte­riormente, directa o indirectamen­te, voluntaria o involuntariamente.

– La vivienda, si no reúne las con­diciones adecuadas (insalubre) puede producir hacinamiento, hu­medades, confinamiento, la con­vivencia con animales domésti­cos, con roedores o algunos ar­trópodos y con la aparición de variados y frecuentes accidentes.

– Ambiente laboral, donde se pro­ducen accidentes, enfermedades del trabajo, enfermedades e in­toxicaciones profesionales etc… Estas situaciones ecológicas es­peciales precisan de eminentes actuaciones preventivas.

– Ambiente rural, en el que debi­do a su dispersión, escaso po­tencial económico, difícil acceso a una cultura elemental, etc., tie­nen más difícil solución los pro­blemas que allí se plantean, como son los traumas, accidentes, in­fecciones, intoxicaciones, que en las zonas urbanas.

– Ambiente urbano, con sus pro­blemas de roedores en el sub­suelo, acumulación de basuras, locales de reunión y de recreo, que pueden ser un medio de di­fusión y propagación de enfer­medades transmisibles o de de­pendencias; actividades molestas, nocivas, insalubres y peligrosas: aire impuro, ruidos, trastornos afectivos, o irritabilidad, muertes o invalideces.

3.4.Importancia de la prevención de la contaminación.

Se va a conseguir el saneamien­to del medio mediante el dominio, control y regulación de todos los fac­tores que en el medio ambiente de la vida humana ejerzan o puedan ejercer acción nociva sobre el de­sarrollo, salud física, mental o so­cial, supervivencia y bienestar.

Va a ser la Sanidad Ambiental la que se va a preocupar de aque­llos factores del medio ambiente que constituyan un riesgo para la salud, llevando a cabo las acciones insti­tucionales que sean necesarias para conseguir la salubridad del medio.

De ahí que el saneamiento del medio sea necesario para evitar la degradación y contaminación del medio, pues hay que abandonar la actitud que anteriormente seguían los ecólogos de “conservar la natu­raleza” y adoptar una actuación di­námica para evitar la alteración del equilibrio ecológico, por lo que el sanitario debe de conocer mejor la ecología humana (conjunto de to­dos los factores y circunstancias que existen en el lugar que residimos y con los que andamos en íntima re­lación). El ambiente de una comu­nidad es un condicionante de su bien­estar social, sanitario y económico tanto para su bien, como para su mal.

Tanto los dirigentes del sector sa­lud como los especialistas en am­biente tendrán que potenciar al máxi­mo las acciones preventivas para evitar los daños que los riesgos del medio están acumulando sobre no­sotros.

Las áreas-problemas específicas de la salud ambiental pueden agru­parse en seis grupos principales: recursos hídricos, contaminación del aire, alimentos y medicamentos, ioni­zaciones y otras radiaciones, núcleos urbanos y residenciales, residuos só­lidos y saneamiento general. Cada uno de estos grupos tienen unas ca­racterísticas especiales, que merecen destacarse cuando se determina un curso de acción para encarar los múltiples problemas de salud.

3.5. Principios básicos y marco legal sobre medio ambiente.

– Evitar la contaminación de aguas continentales y marítimas. Limitar y controlar el vertido de materias de desecho o tóxicas en los cursos de agua y en el terre­no.

– Controlar y mejorar la calidad del aire.

– Respetar al máximo los ecosis­temas naturales.

– Fomentar la información y edu­cación sanitaria de los individuos. Definir responsabilidades de per­sonas o entidades que actúen ne­gativamente sobre el medio am­biente.

– Establecer el principio de solida­ridad de todos los países. Fortalecer las colaboraciones in­tersectoriales.

En función de estos principios, el marco legal en el que España sus­tenta estas actuaciones está conte­nido en:

– En la Constitución Española, que establece en su art. 45, el derecho a disfrutar de un medio ambiente adecuado para el desarrollo de las personas así como su deber de con­servarlo.

– En la Ley General de Sanidad que en varios de sus artículos conside­ra la Sanidad Ambiental como uno de los pilares fundamentales de las actuaciones sanitarias del sistema de salud

La política del Ministerio de Sani­dad y Consumo en materia de Sa­nidad Ambiental, se enmarca en una de las cuatro grandes áreas que com­ponen la estrategia de salud para todos, el área de prevención de ries­gos ambientales.

– En la Ley de Bases de Régimen Local (cap III) Los Municipios podrán solicitar de la Comunidad Autónoma la dispen­sa de la obligación de prestar ser­vicios mínimos.

4. LA EDUCACIÓN AMBIENTAL.

4.1.calidad de vida y educación ambiental

La calidad de vida es el objetivo común de gobiernos y poblaciones. En siglo XXI, se reconoce que uno de los obstáculos más importantes para el mantenimiento o la mejora de la calidad de vida es el deterioro de los sistemas vitales, de los que depende la existencia de la especie humana en el planeta.

El efecto invernadero, el agujero en la capa de ozono, la desertización, el agotamiento de los recursos… La pobreza, el reparto injusto de la riqueza, la desigualdad en las relaciones entre los pueblos… Son sólo algunos de los graves problemas que hacen inviable, para muchas personas, o amenazan, en nuestro caso, el disfrute de una vida digna. La percepción social es que nos enfrentamos a realidades casi incomprensibles y por lo tanto, inmanejables. La respuesta más común es el desconcierto, la inhibición.

Sin embargo, estos problemas son resultado de acciones concretas. Un mosaico de pequeñas o grandes acciones de contaminación, de aprovechamiento excesivo o de descuido, de destrucción. Acciones determinadas por los modelos de producción y consumo y por los hábitos de vida, especialmente los de la sociedad occidental.

Resolver los problemas ambientales o, mejor aún, prevenirlos implica la necesidad de ir cambiando cada acción, de manera que se modifiquen los efectos de nuestra actividad individual y colectiva, para obtener un nuevo mosaico de fuerzas encaminadas en una dirección distinta: la sostenibilidad.

La educación ambiental nace con la vocación de colaborar en la mejora ambiental desde una perspectiva muy amplia, que incluye la necesidad de aclarar, para cada nación y con arreglo a su cultura, el significado de conceptos básicos tales como “calidad de vida” y “felicidad humana”, como señala la “Carta de Belgrado” (Naciones Unidas, 1975).

La educación ambiental se debe potenciar tanto en la actuación administrativa como en el sistema educativo, la gestión empresarial y las organizaciones ciudadanas. No es que la educación pueda resolver por sí misma los problemas ambientales, pero es imprescindible para alcanzar el objetivo último: la mejora de la calidad de vida.

4.2.Definición de Educación Ambiental

La educación ambiental es una corriente de pensamiento y acción, de alcance internacional, que adquiere gran auge a partir de los años 70, cuando la destrucción de los hábitats naturales y la degradación de la calidad ambiental empiezan a ser considerados como problemas sociales. Se acepta comúnmente que el reconocimiento oficial de su existencia y de su importancia se produce en la Conferencia de Naciones Unidas sobre el Medio Humano (Estocolmo, 1972), aunque ya aparezcan referencias explícitas en documentos de años anteriores.

Aunque es difícil encuadrar la educación ambiental dentro de una definición, dada la diversidad de planteamientos y de prácticas concretas bajo tal etiqueta, podemos partir de la propuesta en el Congreso Internacional de Educación y Formación sobre Medio Ambiente (Moscú, 1987):

“La educación ambiental es un proceso permanente en el cual los individuos y las comunidades adquieren conciencia de su medio y aprenden los conocimientos. Los valores, las destrezas, la experiencia y también la determinación que les capacite para actuar, individual y colectivamente, en la resolución de los problemas ambientales presentes y futuros”.

El reto de la educación ambiental es, por tanto, promover una nueva relación de la sociedad humana con su entorno, a fin de procurar a las generaciones actuales y futuras un desarrollo personal y colectivo más justo, equitativo y sostenible, que pueda garantizar la conservación del soporte físico y biológico sobre el que se

sustenta.

4.3.La Educación Ambiental en España

En lo que podría llamarse la “historia oficial” de la educación ambiental en nuestro país cabe diferenciar tres períodos:

– Los inicios son distintos en cada comunidad autónoma. Las aportaciones
que se realizan desde la educación formal y la no formal son muy diversas y
marcan el desarrollo que tendrá la educación ambiental en cada comunidad.
La expansión definitiva coincide con la transición democrática y la apertura al
asociacionismo que, en el campo ambiental, tiene una importante participación
desde el movimiento ecologista, conservacionista y excursionista. Cabe
destacar, en el ámbito escolar, el Movimiento de Renovación Pedagógica,
continuador de una rica tradición que, ya desde el siglo XIX, abogaba por una educación basada en la experiencia del medio y en la aproximación del alumnado a su entorno inmediato. Por último, hay que subrayar el papel de los pioneros: colectivos, empresas y cooperativas de educación ambiental, que han sido decisivas para su impulso inicial y posterior desarrollo en nuestro país.

– Una fase de institucionalización, durante los años 80, que acompaña a la
creación y desarrollo del Estado de las Autonomías, con la multiplicación de
unidades administrativas de medio ambiente. Se generaliza la puesta en marcha
de actividades, programas y equipamientos, públicos y privados, como granjas-
escuela, aulas de naturaleza o centros de interpretación. Dos acontecimientos
marcan esta década: las Primeras Jornadas de Educación Ambiental (Sitges.
1983), donde se realizó un primer balance de las iniciativas existentes hasta el momento, y las Segundas Jornadas de Educación Ambiental (Valsaín, 1987), que permiten constatar el dinamismo experimentado por la educación ambiental e inauguran una etapa de madurez. Otro hecho relevante es la gestación de la Ley de Ordenación General del Sistema Educativo (LOGSE), finalmente aprobada en 1990, que incorpora la educación ambiental, como tema transversal, dentro del curriculum y que supone un reconocimiento oficial a la actividad del profesorado comprometido en esta tarea

– Una etapa de replanteamiento crítico, ya en los 90, que llega a exigir criterios de calidad en los programas y actividades, y subraya la necesidad de una educación ambiental que llegue a toda la sociedad y profundice en los principios de la sostenibilidad. Una conclusión importante de esta revisión sitúa, de un modo realista y menos ingenuo, el papel de la educación ambiental dentro del conjunto de recursos de los que disponemos para afrontar la crisis socioambiental. La educación ambiental es una herramienta, no la herramienta. La imprescindible armonía entre educación y gestión ambiental es una consecuencia práctica de lo anterior.

4.4. Objetivos de la educación ambiental

Del 14 al 16 de octubre de 1977 se celebró en Tbilisi (Georgia) una magna conferencia sobre educación ambiental promovida por la UNES­CO. En dicha conferencia se llegó al acuerdo de que los objetivos de la educación ambiental son los siguientes:

Objetivos generales:

– Que el ser humano compren­da la naturaleza compleja del me­dio ambiente resultante de la inte­racción de sus aspectos biológicos, físicos, sociales y culturales.

– Que perciba claramente la im­portancia del medio ambiente en las actividades del desarrollo económi­co, social y cultural.

– Mostrar con claridad las inter­dependencias económicas, políticas y ecológicas del mundo moderno, en el que las decisiones y compor­tamiento de todos los países pue­den tener consecuencias de alcan­ce internacional.

Objetivos en cuanto al conocimiento:

– Hacer comprender la relación entre los factores físicos, biológicos

– y socioeconómicos del medio am­biente, así como su evolución en el tiempo y su modificación en el es­pacio.

Objetivos con respeto a los valores:

– Insistir en las diferentes opcio­nes en materia de desarrollo, tenien­do en cuenta la necesidad de me­jorar el medio ambiente.

De todos estos principios es ne­cesario destacar algunas cosas im­portantes:

· Se aprecia como objetivo la edu­cación ambiental, una de las ba­ses de la ecología y la que le da un sentido, como es considerar la naturaleza como resultante de la interacción de diferentes leyes de carácter físico, químico, bio­lógico, etc. Este análisis ecológi­co del medio ambiente es muy útil a la hora de orientar el estu­dio de éste, y nos proporciona un elemento globalizador en cuan­to a las técnicas pedagógicas se refiere.

· Basar la educación ambiental en un intento de crear nuevas acti­tudes y un sentido crítico hacia su medio.

· Esta característica nos relaciona con una de las bases de la pedagogía activa en la cual se sustituye el sistema tradicio­nal de clases pasivas por el de crear los elementos necesarios para que el educando genere su propio criterio.

· Se une la educación ambiental con las características económi­cas, políticas y ecológicas del mundo. Dando por sentado que la pedagogía no es un elemento de carácter aséptico, sino que va a depender de la aplicación que se haga de ella, con las conno­taciones políticas, sociales, reli­giosas o económicas, es eviden­te que la educación ambiental es­taría también limitada por estas cuestiones. Pero, teniendo en cuenta que las decisiones sobre medio ambiente, y en ecología en general, tienen consecuencias internacionales, es imprescindi­ble hacer de la educación am­biental una materia de carácter universal donde están implicadas todas las naciones.

Aunque los objetivos de la edu­cación ambiental llevan implícitos al­gunas de las características princi­pales, es necesario resaltar algu­nas cuestiones.

La educación ambiental viene ca­racterizada de manera general por dos puntos:

· Su carácter interdisciplinario.

· Su orientación hacia la resolución de problemas ambientales.

La educación ambiental debe orientarse a los siguientes grupos diferenciados:

· Todos los ciudadanos en gene­ral. Lo que se denomina vulgar­mente hombre de la calle.

· Profesionales del medio ambien­te o personas relacionadas con él (biólogos, paisajistas, geólogos, etc.).

· Profesionales cuya actividad tenga incidencia sobre el medio ambien­te (arquitectos, ingenieros etc.).

· Los que tienen a su cargo la toma de decisiones (políticos, diputa­dos etc.).

· Educación formal (escuelas, ins­titutos, universidades etc.).

Dentro de la educación ambien­tal dirigida al gran público se en­contraría fundamentalmente el pa­pel que deben jugar los medios de comunicación, con programaciones o contenidos que eleven el nivel informativo de las personas en ma­teria medio ambiental y que creen un sentido crítico de la realidad que les rodea.

Otro de los medios que debe uti­lizar la educación ambiental para el público en general, debe ser la aper­tura de las escuelas de barrio o pue­blo por medio de actividades (char­las, coloquios, etc.) que lleguen a un amplio número de personas.

Asimismo, a este nivel informati­vo, los grupos ecologistas cumplen un importante papel, ya que tienen la capacidad para organizar activi­dades vinculantes de un gran nú­mero de personas sobre problemas concretos que afecten a la pobla­ción, y con la información al res­pecto que den cuerpo a tales acti­vidades.

Para el grupo de profesionales, parece obvia la necesidad de tener unos medios de educación perma­nente que les haga mantener sus competencias sobre sus respectivas profesiones.

Todas aquellas profesiones que tienen un efecto sobre el medio am­biente deberían incluir materias que les adviertan de esta incidencia. Ade­más, sería imprescindible tener un control exhaustivo del desarrollo del trabajo de estos profesionales y sus posibles interacciones con la conser­vación del medio ambiente.

El gran reto de la educación am­biental lo constituye su presencia en la enseñanza formal o escolarizada. La coordinación entre este tipo de enseñanza y la enseñanza no formal o extraescolar será lo que posibilite que una y otra tengan su razón de ser y en definitiva su eficacia. La ense­ñanza de la biología y las enseñanzas medio ambientales deben estar basa­das en la observación y en el trabajo experimental, complementándose con el estudio teórico básico.

5. BIBLIOGRAFÍA:

– Calvo. Ciencias de la tierra y medioambientales. Ed. Mc graw hill, 2004

– FAUCHEUX, S. y COLS: Las amena­zas globales sobre el medio am­biente. Ed. Talasa. Madrid, 1992.

– Naredo y parra. Economía, ecología y sostenibilidad en la sociedad actual. Siglo XXI de España. Editores S.A: 2000

– Pérez arriaga. Energía y desarrollo sostenible. Academia de ingeniería. 2003

Salir de la versión móvil