0- INTRODUCCION.
1- EL MERCADO DE TRABAJO.
El análisis del mercado de trabajo, cada vez más necesitado de una mayor profundización, se sitúa en el marco de la economía del trabajo (Labour economics), y constituye parte esencialísima de la ciencia económica.
La demanda del factor trabajo por parte de las empresas y sus causas, la oferta de un determinado volumen de mano de obra y sus motivaciones, el salario como remuneración de este factor de la producción, el paro como desequilibrio de este tipo de mercado, la relación entre el nivel de desempleo y la variación de los salarios, y entre estos últimos y los precios, el impacto sobre la distribución de la renta y la mayor o menor presión de los sindicatos son temas entre otros, que se hallan en el corazón mismo de nuestro ámbito científico.
Además de ser pieza clave de la ciencia económica, estos temas y problemas son, evidentemente, de una gran actualidad. Pero no pretendemos abordarlos todos ellos en esta breve incursión por el mercado de trabajo, puede comprenderse con facilidad que hemos de ser selectivos y centrar nuestro análisis en algunos de los aspectos de mayor relevancia. Por otra parte, hay que tener muy en cuenta la disponibilidad de datos estadísticos en torno a esta parcela de la realidad económica, que permite tan sólo una información en ocasiones muy precaria y, en términos generales, claramente insuficiente.
Un mercado de trabajo puede definirse como el conjunto de trabajadores en busca de un puesto de trabajo (oferta de trabajo) y de empresarios de todo tipo que necesitas y requieren fuerza de trabajo (demanda de trabajo).
La demanda del factor de trabajo depende, entre otras causas, de los niveles actuales y futuros de demanda en el mercado de los bienes que utilizan este factor, de los niveles de beneficio de las empresas, del precio del factor trabajo en relación con el de otros factores, y de los cambios experimentados por la tecnología y en los procesos productivos.
A su vez, la elasticidad de la demanda como medida de la respuesta o reacción de los empresarios a incrementos en el precio del trabajo dependerá fundamentalmente de la elasticidad de demanda del producto, de la proporción en la que aparezcan los costes del factor trabajo dentro de los costes totales de producción, de la dificultad de sustituir otros factores por el trabajo, y de las curvas de oferta de estos últimos. Dicho de otra forma, la demanda de trabajo será más inelástica, es decir, que un aumento de los salarios producirá una caída pequeña o sin importancia en el empleo, si se cumplen las siguientes condiciones:
a). La demanda del producto es inelástica.
b). Los costes de la fuerza de trabajo constituyen una parte no demasiado importante de los costes totales.
c). Hay escasas posibilidades de sustitución del capital y otros factores por el trabajo.
d). La oferta de los restantes factores (los que no sean la fuerza de trabajo) es inelástica.
El análisis de la oferta de trabajo constituye con frecuencia el punto de partida de los estudios sobre economía del trabajo debido, quizás a que es este concepto o variable el que proporciona cuantitativa y cualitativamente un primer marco de referencia a la materia, considerada de manera global. A ello hay que añadir que en la mayoría de los casos no es fácil explicitar y determinar las funciones de demanda, siendo, por tanto, la oferta de trabajo junto con los niveles de paro obtenidos por procedimientos directos, las únicas variables operativas de las que puede disponerse.
En términos generales, la oferta de trabajo viene condicionada o determinada por cuatro tipos de factores: la población total, su distribución por sexo y edad, el marco legal y social del país y la eficiencia de la fuerza de trabajo.
Como es bien sabido, la curva de oferta agregada de trabajo se deriva del comportamiento microeconómico de cada de los individuos que ofrecen su trabajo. De igual manera, la demanda agregada se basa en el comportamiento de todas las empresas que demandan este factor.
El análisis microeconómico del comportamiento de estas empresas supone el cumplimiento de los siguientes requisitos:
a). La empresa opera en condiciones de competencia perfecta.
b). Se supone que el único factor de la producción que varía a corto plazo es el trabajo.
c). Se entiende que el comportamiento de la empresa será racional en la medida en que tienda a un solo objetivo: maximizar sus beneficios, para lo cual el precio habrá de ser igual al coste marginal.
No es necesario recordar que tales presupuestos del análisis teórico limitan de manera considerable su validez real y efectiva. Hay que poner de relieve, por otra parte, que los diferentes planteamientos que puedan adoptarse en el mercado de trabajo condicionan ampliamente su alcance y conclusiones.
Así, por ejemplo, mientras que en el modelo neoclásico el mercado de trabajo se encuentra en equilibrio cuando se verifica la condición
NS (W/P) = Nd (W/P)
Expresado con NS, Nd y W/P la oferta de trabajo, la demanda y el salario real, respectivamente, para Keynes no tiene sentido trazar una curva de oferta de trabajo de tipo neoclásico.
En efecto, en el análisis keynesiano no puede describirse el mercado de trabajo como el que tiende al equilibrio en virtud de una demanda y de una oferta que depende de una misma variable. La única relación que Keynes introduce es que los salarios monetarios no pueden ser inferiores al nivel normal W0 es decir: W
En contraposición a cuanto se considera en el polémico y controvertido ámbito científico, el mercado de trabajo tal como existe realmente, puede caracterizarse de la manera que se indica a continuación:
a). La demanda de trabajo cambia o se desplaza frecuentemente.
b). La oferta de trabajo es heterogénea.
c). la información en el mercado de trabajo es insuficiente e inadecuada.
d). El desempleo constituye una situación normal.
e). La movilidad de la mano de obra es limitada.
Por lo que se refiere a las funciones de demanda y de oferta de trabajo, más de los distintos planteamientos excluyentes o irreconciliables, podrían expresarse de manera general como sigue, teniendo en cuenta los factores mencionados anteriormente:
Indicando con
Situados en este plano real, y a manera de conclusión de este conjunto de reflexiones al tema que nos ocupa, podríamos resumir así los problemas que con mayor fuerza se perfilan en todo mercado de trabajo:
a). El conflicto entre la teoría y la praxis, como fácilmente puede deducirse de cuanto se ha expuesto con anterioridad.
b). La eficiencia del mercado de trabajo, a cuyo fin van encaminadas cierto tipo de intervenciones públicas.
c). Los salarios, su estructura y distribución, su dinámica, su relación con los precios y con los niveles de empleo; la definición y el grado de suficiencia del salario mínimo, las acciones discriminatorias a través de salarios distintos para idénticos puestos de trabajo, en función de la edad o el sexo, etc.
d). El paro, su tipología y dinámica; su relación con la variación de los salarios y los precios, y su dispersión regional, con la consiguiente influencia en los procesos inflacionistas.
e). La política de mano de obra , único procedimiento para hacer predicciones sobre necesidades futuras de mano de obra en términos de cantidad y de calidad.
f). La movilidad del trabajo, elemento esencial a considerar en la teoría de salarios y en el plano de la política económica.
g). Las instituciones, como sindicatos, asociaciones de empresas y confederaciones, etc., intervienen en el mercado de trabajo, lo influencian y conforman en un grado tal, que carece de sentido plantearse la actividad económica del mismo sin incluir y valorar en él, el papel en ocasiones definitivo, de dichas instituciones.
2- DISTRIBUCION DE LA POBLACION.
La población dentro de la actividad económica puede ser estudiada tanto desde el lado de la demanda (tiene necesidades y consumo) como por el lado de la oferta (proporciona la fuerza de trabajo).
A continuación vamos a detenernos en el análisis de la población como recurso o factor de producción que condiciona la producción e influye en la oferta.
La población proporciona el potencial de recursos humanos del que se puede disponer como fuerza de trabajo, sabiendo que la legislación de cada país establece el marco de utilización potencial del recurso, fijando las edades permitidas para trabajar. En España, la población en edad de trabajar es la comprendida entre los 16 o más años. Aunque la jubilación es a los 65 años, no se establece un máximo obligatorio para dejar de trabajar a determinados colectivos no asalariados (autónomos) y, además, hay colectivos que se jubilan antes de dicha edad.
Antes de analizar los rasgos básicos y característicos fundamentales de la población en España, vamos a estudiar la distribución de la población según su relación con la actividad y según la EPA, que analizaremos más adelante.
– Población potencialmente activa: es la población de 16 y más años, variable que es estimada a partir de los datos del censo de población, y se clasifica según su relación con la actividad.
– Población activa: es el conjunto de personas de 16 o más años que en la semana de referencia, suministraban mano de obra para la producción de bienes y servicios económicos o que estaban disponibles y hacían gestiones para incorporarse a dicha producción.
– Población ocupada: está formada por aquellas personas de 16 o más años que trabajan por cuenta ajena o ejerzan una actividad por cuenta propia durante al menos una hora en la semana de referencia a cambio de un sueldo, salario, ganancia familiar, beneficio u otra forma de retribución conexa o que, habiendo ya trabajado en su empleo actual, estaban ausentes del mismo y mantenían un estrecho vínculo con él.
– Población parada: comprende todas las personas de 16 o más años que no tenían empleo ni habían trabajado en la semana de referencia que habían buscado trabajo durante el mes precedente y estaban disponibles para trabajar en un plazo de dos semanas. Asimismo, son paradas las personas sin trabajo y disponibles para trabajar que están a la espera de incorporarse a un nuevo trabajo en fecha posterior a la semana de referencia, y los ausentes del trabajo a consecuencia de una suspensión por regulación de empleo que no creían poder incorporarse a la empresa y que habían buscado trabajo y están disponibles para trabajar.
– Población contada aparte: varones que cumplen el servicio militar o prestación social sustitutoria con independencia de que trabajen o no.
– Población inactiva: abarca las personas de 16 o más años que no desarrollan una actividad económica, es decir, personas sin trabajo y disponibles para trabajar que no buscan empleo, y personas sin trabajo y no disponibles para trabajar. Los colectivos que la integran son los siguientes: jubilados, pensionistas o retirados, estudiantes que realicen trabajos lucrativos y personas dedicadas a labores del hogar.
Para analizar el desarrollo de la población activa en su conjunto se utilizan fundamentalmente estas tasas:
–
Tasa de actividad: Proporción que representa la población activa respecto a la población potencialmente activa.
–
Tasa de ocupación: Proporción que representa la población ocupada respecto de la población activa.
– Tasa de paro: Proporción que representa la población parada respecto de la población activa.
NOTA: Completar con anexo.
– Fuentes estadísticas para el estudio de la población en España.
· encuesta de Población Activa (EPA). Es elaborada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) a partir de un muestreo efectuado en 64.000 hogares o viviendas, lo que supone obtener información sobre la situación laboral de unas 200.000 personas. Tradicionalmente el INE tan sólo difundía los datos correspondientes a los trimestres naturales, sin embargo a partir de mediados de 1996 también proporciona los resultados mensuales, que corresponden a medias trimestrales móviles centradas en el mes de referencia. La última vez que esta encuesta fue objeto de modificación, en 1987, se debió a la variación de ciertas definiciones conceptuales y a la implantación de un nuevo cuestionario, para hacerla homogénea con las directrices de EUROSTAT.
· Movimiento Laboral Registrado. Se elabora a partir de los cuestionarios cumplimentados mensualmente por las Oficinas del Instituto Empleo en lo referido a ofertas y demandas de empleo presentadas, así como a las colocaciones y contratos registrados. Esta información corresponde al último día del mes considerado y se clasifica atendiendo a diversos criterios, que permiten conocer la distribución por Provincias y Comunidades Autónomas, por sexo y edad, grandes grupos profesionales, divisiones de actividad, y por niveles académicos.
· Convenios colectivos. Su información procede de la explotación de las Hojas Estadísticas que se cumplimentan para cada convenio, una vez firmados por las comisiones negociadoras de los mismos, y que forma parte de la documentación que es necesario presentar ante la Autoridad Laboral competente para proceder a su registro. Estas estadísticas permiten el seguimiento de la evolución de los incrementos salariales percibidos por los trabajadores por cuenta ajena, y por tanto, de la masa salarial e, indirectamente, del consumo privado y el ahorro. Para ello, se recogen tanto los convenios firmados, como las revisiones de carácter anual que se realizan para aquellos convenios cuya vigencia es de dos o más años.
· trabajadores afiliados en alta laboral. Dada la obligatoriedad de afiliación al Sistema de la Seguridad Social, las cifras ofrecidas se refieren a los trabajadores en alta laboral y situaciones asimiladas, tales como incapacidad temporal, suspensión por regulación de empleo, desempleo parcial, etc. asimismo, ha de indicarse que el número de afiliados no se corresponde necesariamente con el de trabajadores, sino con el de situaciones que generan obligación de cotización tenga, ya sea porque tiene varias actividades laborales en un mismo régimen o en varios.
Evidentemente, estas estadísticas no agotan todas las fuentes de que dispone un estudioso del trabajo, pues a ellas habría que añadir otras muchas, que se encuadrarían en los siguientes bloques:
a) Empleo: Encuesta de Coyuntura Laboral, Regulaciones de Empleo, Permisos de trabajo a Extranjeros, Cooperativas y Sociedades Anónimas Laborales.
b) Relaciones laborales: Huelgas, Mediación, Arbitraje y Conciliación, Asuntos Judiciales Sociales, Apertura de Centros de Trabajo, Fondo de Garantía Salarial, Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales.
c) Seguridad Social: Pensiones, Prestaciones por Desempleo, Prestaciones a Minusválidos, y Pensiones Asistenciales.
d) Otras estadísticas: encuesta de Salarios, Salario mínimo interprofesional, Precios de consumo, y Producción industrial.
3- EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN EN ESPAÑA.
Independientemente de que se acierte en la articulación de las reformas a que el mercado laboral español se está viendo sometido en los últimos años, no parece que en un futuro inmediato pueda llegar a solucionarse el problema del desempleo dado el espectacular salto que ha tenido lugar en la población activa desde principios de los años ochenta, a pesar de lo cual todavía la tasa de actividad (también llamada de participación) sigue estando por debajo de la media de los países de la UE de ahí que deban esperarse próximos aumentos, pero no tanto por el aumento de la tasa de participación femenina. Por ello, y antes de analizar los rasgos básicos y variables fundamentales del mercado de trabajo español, se van a estudiar los distintos aspectos relacionados con la oferta de trabajo.
El deterioro del mercado laboral que ha tenido lugar a lo largo fundamentalmente de las dos últimas décadas no ha venido determinado tan sólo por graves insuficiencias en el lado de la demanda, sino también por una desfavorable evolución de la oferta de trabajo, sobre la que han incidido tanto factores demográficos como de participación. Por lo que se refiere al primero de ellos, su evolución (expresada en tasas) se caracteriza por:
· A finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta se produce un aumento de la tasa de fecundidad.
· A partir de 1977 cae drásticamente la tasa de natalidad hasta nuestros días.
· Las tasas de supervivencia para los distintos estratos son relativamente estables.
Aunque la actual caída de la natalidad va a reducir la presión por el lado de la oferta de trabajo, con lo que ello supone en cuanto a alivio del problema del desempleo, los niveles a los que se ha llegado ponen en peligro incluso el reemplazo generacional (con 1’33 hijos por mujer España es junto con Italia el país de la UE con el nivel más bajo). No obstante, en la actualidad se perciben indicios del freno en la caída de la fecundidad, atendiendo, por ejemplo, al comportamiento de sus tasas a niveles de en torno a treinta años, que presagian una posible recuperación. Por tanto, la opinión dominante entre los expertos es que la fecundidad en España no va a seguir disminuyendo y que podría iniciar en breve una recuperación.
Aunque por definición la actividad de la población no es ajena a los indicadores demográficos, éstos no son los únicos factores determinantes, y además la dependencia no funciona en una única dirección, sino que también las variables socioeconómicas inciden sobre la misma, de ahí el interés que su análisis presenta desde la óptica del análisis económico.
A la hora de analizar la evolución de la actividad en los años recientes, más que centrar la atención en datos expresados en términos absolutos, es decir, independientemente de cual sea su peso respecto al conjunto poblacional, es más riguroso acudir a la tasa de actividad, que relaciona el número de personas que se declaran activas con la población total en edad de serlo. En cualquier caso, analizando dicho gráfico se aprecia con claridad como el aumento en el total de activos se debe básicamente al aumento en la actividad femenina que se duplica a lo largo del período considerado (un 117%, que supone 3.344.700 personas), mientras que la masculina lo hace tan sólo en 825.000 personas. Esta práctica estabilidad de la actividad masculina se traduce en la traslación inmediata sobre la evolución de la actividad total de cualquier variación en la femenina. Como resultado de ello se pueden apreciar con claridad 4 etapas, que serían menos perceptibles si analizásemos la evolución de las tasas de actividad:
· De 1964 a 1973, caracterizada por una práctica estabilidad de la actividad femenina en unos niveles muy bajos, sobre todo entre 1964 y 1970, creciendo con fuerza desde ese año y hasta 1974.
· De 1974 a 1980 cae de manera ininterrumpida como resultado de las consecuencias de la crisis económica y el efecto desánimo que afecta especialmente al colectivo femenino.
· De 1981 a 1985 se inicia la recuperación de la actividad en niveles moderados.
· De 1986 a 1996 tiene lugar una etapa prolongada de aumento en la actividad femenina.
· De 1997 a la actualidad continua el aumento en la actividad femenina aproximándonos cada vez mas a la media de la UE
No obstante, la evolución de la actividad que se acaba de comentar no se corresponde con el potencial de fuerza de trabajo disponible en España medido a través de la tasa de actividad, hasta tal punto es así que desde 1973 y hasta la actualidad todavía no se ha superado la tasa de actividad observada en ese año. Para ilustrar las consecuencias que ello tiene en materia de desempleo baste decir que, si en 1986 la economía española hubiese tenido que afrontar la tasa de actividad del año 1976, el índice de desempleo habría alcanzado el 27 %, suponiendo ello más de cuatro millones de desempleados.
Desde 1986 la tasa de actividad se ha situado en niveles de en torno el 49 % (
El práctico mantenimiento de la tasa de actividad, aunque con oscilaciones, a lo largo de los últimos veinte años tiene una composición diferente si se considera el sexo de los activos. Así, en el caso de los varones, la tasa de actividad ha caído con especial intensidad desde 1976, pasando del 76’1 % en ese año al 63’2 % de 1996, aunque el mínimo absoluto de todo el periodo aconteció en 1994 con un 62’7 %. Ello no quiere decir en modo alguno que se haya relajado la pauta tradicional por la cual la práctica totalidad de los hombres españoles en edad adulta se declara en disposición de trabajar, pues un análisis de la estructura por edades permite comprobar como la actividad se está concentrando en las edades centrales (de entre 25 y 54 años).
Así, al hecho de que actualmente se empiece a ser activo más tarde (debido a la prolongación de la enseñanza obligatoria, el mayor atractivo de los estudios universitarios, o el desánimo de ciertos colectivos de jóvenes), se une la salida del mercado laboral de personas con edades inferiores a los 65 años establecidos como el límite (debido tanto a la generalización de las jubilaciones anticipadas derivadas de la crisis industrial, como por el desánimo que afecta con especial intensidad al parado de larga duración). Ello no ha de interpretarse como que la vida activa media se haya reducido en ambos extremos, sino más bine como la conjunción de factores coyunturales que difícilmente podrán mantenerse cuando las generaciones actuales lleguen a edades avanzadas.
Por lo que se refiere a la tasa de actividad femenina, lo más relevante es la intensidad con que se ha producido su incremento (a excepción del periodo de crisis 1976-1985), pasando de un 22% en 1964 a superar el 37 % en 1996. Aunque la incorporación masiva de la mujer al mercado de trabajo está condicionada por el proceso social de reasignaÉûón de roles que tuvo sus orígenes a comienzos de este siglo, no se puede olvidar la importancia que ha tenido el incremento de mujeres que cursan estudios, con la repercusión que ello ha tenido en la estructura de edades para la actividad femenina. Concretamente, nos estamos refiriendo a:
· La caída en la tasa de actividad para el colectivo de entre 15 y 19 años, y el de entre 65 y 69 años.
· La práctica estabilidad para los grupos de edad (20-24) y (55-64), con las excepciones observadas, respectivamente, en los años sesenta (de menor entidad, probablemente a consecuencia de la todavía incipiente incorporación de la mujer a los estudios universitarios), y a finales de la década de los ochenta (de mayor entidad, debido a las expectativas creadas tras varios años de expansión económica).
· El fortísimo incremento de las edades adultas, de entre 25 y 55 años en general, pero muy especialmente hasta los 39 años, precisamente las edades a las que se va trasladando la decisión de la maternidad de las mujeres, de ahí que no pueda prescindirse de las repercusiones que ello está teniendo, junto a otros factores en la caída de la natalidad.
A modo de ejemplo, baste resaltar el que mientras sólo un 30 % de las mujeres nacidas a principios de los años cuarenta eran activas al llegar al tramo de edad (25-29), dicha proporción se situaba por encima del 70 % para las nacidas en la segunda mitad de los sesenta. De este modo, cabe esperar que en lo sucesivo la tasa de actividad de este segmento poblacional siga aumentando hasta el momento en que los nacidos tras la caída en la natalidad de los años setenta se incorporen a la actividad.
En materia demográfica y de actividad, y con carácter prospectivo, hemos optado por acudir a los resultados de las proyecciones realizadas por el Instituto de Demografía, que giran en torno a las siguientes ideas:
a) La evolución de la fecundidad combinada con la actual estructura por edades garantizada el crecimiento de la población prácticamente en cualquier supuesto, alcanzándose con toda seguridad los cuarenta millones de españoles a la vuelta del próximo siglo.
b) A medio y largo plazo se incrementará considerablemente el número de personas mayores, debido a la caída de la mortalidad, de la que se beneficien las numerosas generaciones nacidas antes de la caída de la fecundidad, modificándose la relación entre generaciones.
c) En el futuro inmediato (horizonte 2005) se producirá un aumento de la proporción de personas en edad de trabajar, lo que facilitará la asunción de la carga creciente de personas mayores.
d) La importante modificación de la composición interna de los inactivos derivada del aumento de la carga de mayores frente a la de los jóvenes, puede generar problemas sobre cómo traspasar recursos dedicados a los inactivos jóvenes hacia los mayores, problema más social y político que demográfico, pues la carga de los mayores está socializada mientras que la de los jóvenes recae todavía ampliamente sobre la familia.
En definitiva, habría que terminar concluyendo que, desde la perspectiva de la oferta de trabajo, su evolución parece no explicar totalmente el fuerte incremento del desempleo en España, de ahí que debamos acudir al análisis de la demanda de trabajo para tratar de discernir los factores que subyacen a la escasa generación de empleo acontecida.
3-1. VARIABLES FUNDAMENTALES DEL MERCADO DE TRABAJO ESPAÑOL
Durante los años setenta y principios de los ochenta es cuando tiene lugar el comportamiento diferencial del mercado de trabajo en España con relación al de los países de nuestro entorno, materializado en unos mayores niveles de desempleo. Sin embargo, el hecho de que durante la etapa posterior de expansión no se haya reducido dicho diferencial, a pesar de seguir teniendo una tasa de actividad inferior, lleva a pensar que no estamos simplemente ante un problema de carácter coyuntural o cíclico, sino que también hay que considerar peculiaridades estructurales y funcionales que son fundamentales para entender lo acontecido en nuestro mercado laboral.
A la hora de analizar las características generales y la evolución temporal del mercado de trabajo, lo que más llama la atención, junto con el elevado y persistente desempleo (cuestión que será comentada con más detalle en el apartado siguiente) es, por un lado, la escasa capacidad para generar empleo que tiene la economía española, y por otro lado, la elevada sensibilidad de la ocupación a las oscilaciones cíclicas de la economía. Sólo de esa manera se puede entender el que en la actualidad todavía el número de ocupados esté por debajo del máximo histórico de 1974 (12’9 millones de personas, con datos del 4º trimestre), aunque con visos de superarlo en 1997. No sólo es grave el hecho de que entre 1974 y 1984 se destruyeran más de 2 millones de empleos, sino el que desde entonces haya sido necesario esperar trece años para recuperar lo perdido en la década precedente. Conviene, por tanto establecer las etapas que se aprecian en la evolución de la ocupación, en términos absolutos, desde 1964 hasta la actualidad:
a) Desde 1964 hasta 1974. La ocupación evoluciona de manera similar a la actividad, es decir, aumento moderado hasta 1969, y de manera notable en el quinquenio siguiente. Por ese motivo el paro se mantuvo en unos niveles muy reducidos (cercanos al pleno empleo).
b) Desde 1975 hasta 1985. Cae la ocupación con intensidad debido a la conjunción de la crisis con la eliminación de algunas protecciones frente al exterior, así como por el inicio de la reconversión industrial.
c) Entre 1985 y 1990. La recuperación económica se traduce en un fuerte crecimiento de la ocupación (el más intenso jamás observado, al suponer dos millones más de empleos en tan sólo cinco años). A pesar de ello no se llega a solucionar, aunque sí paliar, el problema del desempleo.
d) A partir de 1990 y hasta 1994. La crisis económica, de nuevo vuelve a incidir con fuerza en la ocupación hasta el punto de destruirse en este periodo más de 850.000 empleos, sin embargo, y como rasgo diferencial con la crisis de los setenta, el progresivo aumento de los activos se tradujo en una fuerte elevación del desempleo.
e) Desde 1994 hasta la actualidad. Se detecta una fuerte creación de empleo (a pesar de los modestos crecimientos del PIB nacional), situada cerca de los 700.000 en tan sólo dos años.
NOTA: completar con anexo
Con relación a la estructura sectorial de la ocupación se aprecian importantes diferencias en función de la rama de actividad considerada:
a) Agricultura. Experimenta una reducción en algo más de 3’1 millones de empleos, lo que supone una caída de casi el 75 % (60 % en los últimos veinte años), en un proceso además que no tiene visos de detenerse en los últimos años, aunque sí de ralentizarse, como resultado del diferencial existente con otros países de nuestro entorno.
b) Industria. Muestra, independientemente de las lógicas oscilaciones cíclicas, una clara tendencia a la pérdida de importancia relativa, ya que el saldo desde 1976 es negativo en casi un millón de empleos, lo cual da idea de la contribución de este sector al aumento del desempleo experimentado en nuestro país.
c) Construcción. Su evolución sigue con total exactitud las oscilaciones cíclicas del conjunto de la economía. Sin embargo, y como dato positivo, destacaría la mayor firmeza de la ocupación en este sector.
d) Servicios. Finalmente, la evolución del empleo en servicios hay que enmarcarla en el proceso de terciarización que experimentan las economías a medida que se desarrollan, por ello no ha de sorprender el gran aumento En cualquier caso, el balance de los cambios en la estructura sectorial no puede ser muy positivo ya que el dinamismo del sector servicios no ha sido suficiente para compensar la pérdida de puestos de trabajo de otras ramas de actividad, a pesar incluso del papel destacado que el empleo público ha tenido, fundamentalmente en actividades sanitarias o educativas.
Como conclusión, podemos decir que los sectores industriales tienen un crecimiento insuficiente, pues no sólo no recogen las ocupaciones desplazadas de la agricultura, sino que además contribuyen a la destrucción masiva de empleo. Y también resulta un crecimiento sectorial inarmónico por parte de los servicios, ya que no sólo es insuficiente, a pesar de crecer más que el resto de sectores, sino que un grupo importante de los mismos (los más cerrados) está sesgado hacia el capital y hacia las ocupaciones más altas, reduciendo así las posibilidades de crecimiento de los sectores más expuestos a la competencia y con más proporción de empleo “desplazado”.
Si se compara la estructura sectorial española con la europea, se observa que, aunque ha existido convergencia entre ambas, aún se mantiene una disparidad entre las mismas. También podemos decir que el nivel educativo del empleo en España ha aumentado considerablemente .
4- LAS POLITICAS DE EMPLEO.
Podemos distinguir como contenido de la política de empleo dos amplios frentes: el constituido por las políticas macroeconómicas, por una parte, y las políticas de empleo propiamente dichas, por otra. Con las medidas del primer tipo se trataría de abordar los problemas derivados de una insuficiencia de la demanda agregada, mientras que con las medidas del segundo grupo se pretendería subsanar los desajustes y deficiencias del mercado de trabajo.
Unificando los criterios mencionados, podríamos considerar los siguientes instrumentos o conjuntos de acciones de una política de empleo en sentido amplio a corto y medio plazo:
1. Acciones sobre la oferta de mano de obra.
2. Acciones en materia de colocación y formación.
3. Acciones sobre la demanda de la mano de obra.
Detengámonos con algún detalle en el contenido y posibilidades de cada una de ellas.
1. Por lo que se refiere al primer grupo de medidas o acciones, pueden consistir en reducir las disponibilidades de mano de obra frenando el acceso al empleo a ciertas categorías, o provocando la salida de otras, o en tratar de repartir o distribuir el volumen de empleo existente.
Entre todas ellas suele hablarse de la jubilación anticipada, de la prolongación de la escolaridad obligatoria, y de la reducción de la jornada laboral. Con frecuencia se aluden a estas acciones como una de las vías para paliar el paro y fortalecer la política de empleo. Sin embargo, su aplicación no se halla carente de dificultades pudiendo, por otra parte, cuestionarse su conveniencia.
En un período de recesión, el impacto a corto plazo de una jubilación anticipada sería realmente débil, provocando efectos de mayor importancia a largo plazo.
En cualquier caso, el tema de la jubilación anticipada no puede contemplarse de manera global o indiscriminada, yaN#ue habrá que considerar la naturaleza y el tipo de las profesiones que ejercen los trabajadores. a ello hay que añadir, y éste es un punto que suele pasarse por alto, los efectos negativos de carácter sociológico y psicológico de la jubilación anticipada, que pueden variar ampliamente en función del tipo de trabajo o tarea que se desempeña. Así, por ejemplo, un investigador y profesor universitario normalmente no experimenta un shock o efecto psicológico negativo debido a una jubilación anticipada, ya que en su nueva situación pueden continuar su tarea sin graves inconvenientes. Por el contrario, no está claro cuál puede ser la ocupación de un trabajador cualificado o de un empleado de nivel medio si se jubila anticipadamente, corriendo el peligro de altos costes humanos y psicológicos.
No obstante, y como se sugiere en los estudios realizados por expertos de la Comunidad Europea, habría que arbitrar un conjunto de medidas que tiendan a revalorizar el importe de las pensiones, flexibilizar la edad de jubilación e introducir ventajas específicas para los empleos penosos.
La prolongación de la escolaridad obligatoria ha sido uno de los fenómenos característicos de los últimos años, en relación a este tema. Prolongar estos límites supone, a corto plazo, reducir el volumen de entrada de jóvenes generaciones en el mercado de trabajo, mientras que a largo plazo puede dar lugar a modificaciones en el nivel de las cualificaciones y aspiraciones en materia de empleo.
Pero aunque este tipo de medida entraña efectos positivos en las posibilidades de empleo en los jóvenes, chocará, en opinión de los expertos, con oposiciones inspiradas en consideraciones financieras logísticas y pedagógicas. Ello, por otra parte, resulta evidente, al no coincidir siempre los intereses de una política de empleo con el contenido y las posibilidades de la política educativa.
La reducción de la jornada quizás sea el instrumento menos adecuado para resolver el problema del desempleo en el mercado de trabajo, ya que implica una serie de inconvenientes de importancia, principalmente en el capítulo de los costes. En efecto, si se reduce la jornada laboral con el fin de dejar disponible horas y tiempo de trabajo para crear empleo, y se mantienen íntegras las compensaciones salariales, es obvio que se eleva el coste de la producción, a menos, claro está, que se produzca una moderación correlativa de los aumentos de los salarios en el conjunto.
Una de las soluciones que en torno a este tema comienza apuntarse, consiste en una mejor articulación entre educación y empleo; de esta forma, la reducción temporal de la jornada laboral vendría acompañada o compensada por períodos de formación o reciclaje, cuyo soporte financiero podría distribuirse entre las empresas y la Administración pública.
Dentro del grupo de medidas que pretenden distribuir el volumen de empleo existente en el mercado, conviene destacar, finalmente, el trabajo temporal y el trabajo a tiempo parcial.
El primero de ellos se caracteriza por la existencia de una relación triangular entre la empresa que contrata al trabajador temporal, el asalariado para una función concreta, y el destinatario final d ese factor trabajo. Considerado frecuentemente como mal menor, mal necesario o solución de compromiso en espera de controlar un empleo permanente, el trabajo de temporal, que constituye un factor de heterogeneidad en el mercado de trabajo, está adquiriendo cada vez mayor importancia en algunos países europeos. Por supuesto, presenta no pocos inconvenientes al mismo tiempo que ventajas indudables, contemplándose como una modalidad que continúa siendo objeto de atención y debate.
El trabajo a tiempo parcial como instrumento de política de empleo está cobrando gran importancia en los momentos actuales. Más allá de las valoraciones que puedan hacer los distintos grupos socioeconómicos implicados, y a pesar de los innegables inconvenientes que presenta esta modalidad de contratación, es preciso reconocer que constituye una realidad o, como opinan algunos autores, una necesidad social, esto parece ser especialmente cierto en épocas de crisis y elevado volumen de desempleo, y debido a un conjunto de factores económicos y sociales, la búsqueda de nuevas condiciones laborales, la ampliación del sector terciario, o un desarrollo parcial de las prioridades sociales hacia el ocio. Por ello, y aunque ha predominado una actitud de escepticismo respecto a esta fórmula de trabajo, es está produciendo un desarrollo notable en los últimos años, como puede comprobarse analizando la experiencia de los países de la CEE.
2. Las medidas del segundo grupo, es decir, las acciones en materia de colocación y formación constituyen lo que podría denominarse política de mercado de trabajo en sentido estricto.
Contrariamente a lo que en un principio podría parecer, esta forma de actuación reviste una gran importancia como instrumento de la política de empleo. Las acciones encaminadas a mejorar los niveles de información y facilitar el proceso de colocación, por una parte, junto con las que se destinan a lograr una mayor formación y potenciar el reciclaje o readaptación de la fuerza de trabajo juegan, en verdad, un papel clave cualquiera que sea el momento económico que se considere.
Es bien sabido que parte del paro se debe a una insuficiencia en materia de información que impide o dificulta el equilibrio entre las fuerzas del mercado. Hasta tal punto esto es cierto que en no pocos países, si se mejorase la transparencia y el conocimiento del mercado de trabajo, disminuirían sensiblemente los porcentajes de deseyÆleo. como afirma Moore, “el nivel de paro friccional”, y con ello la posición de la curva de intercambio de posibilidades, podría reducirse sustancialmente perfeccionando la eficacia y utilización de los servicios de empleo, facilitando más información general y reduciendo los costes de la movilidad. El mejorar el asesoramiento a los nuevos trabajadores reducirá también el número de veces que éstos cambien de trabajo que encuentran uno satisfactorio.
Las evaluaciones realizadas hasta el momento de los costes y beneficios sociales de la reeducación de una parte de la mano de obra arrojan resultados claramente positivos. A ello hay que añadir que este tipo de reeducación o readaptación constituye una arma indispensable para enfrentarse a las consecuencias negativas del desempleo estructural que , como puede comprobarse fácilmente, crece de manera progresiva.
3. Las acciones sobre la demanda de mano de obra caen de lleno en el ámbito de las que hemos denominado “políticas macroeconómicas”, dentro de la política de empleo. No hay que olvidar, por otra parte, que la demanda del factor trabajo depende, entre otras causas, de los niveles actuales y futuros en la demanda de bienes.
Pero toda política que actúe sobre la demanda en el mercado de bienes con el fin de generar empleo debe cuidar, como repetidamente hemos señalado, un grado aceptable de compatibilidad con otros objetivos, y más concretamente, con el de la estabilidad de los precios.
Es trata, además, de que las actuaciones sobre la demanda sean de carácter selectivo, e incidan clara y positivamente en el volumen de empleo.
En este sentido, los expertos sugieren tres tipos de acción:
– Estimular la demanda de bienes y servicios de ciertos sectores a través de facilidades crediticias a los mismos (como por ejemplo al sector de la construcción), o mediante un aumento selectivo de los gastos públicos, como podría ser el caso de los gastos públicos en bienes de equipamiento colectivo o de tipo social.
– Subvencionar o primar las inversiones en sectores muy intensivos en mano de obra y, por tanto, potencialmente generadores de empleo.
– Subvencionar directamente el aumento o el mantenimiento de empleo en las empresas privadas o en los servicios públicos.
Claro está que es preciso evitar que estas medidas favorezcan una demanda artificial, falseen las preferencias del mercado o de las administraciones públicas, creen empleos inestables o den lugar protecciones adicionales encubiertas en los márgenes de las empresas.
De todo ello se deduce, una vez más, que no basta con una presión sobre la demanda vía el aumento del volumen de inversión, sino que es necesario actuar directamente sobre el empleo. Se podría hablar, pues, de una mayor importancia estratégica de la ayuda al empleo, con respecto a la ayuda a la inversión: ¿ayuda al empleo versus ayuda a la inversión?
Lo acertado y pertinente de este enfoque se pone de relieve si tenemos en cuenta un punto de vital importancia; y es que, del crecimiento que normalmente acompaña a todo aumento de la demanda, no se sigue forzosamente un crecimiento de los niveles de empleo.
Conviene recordar, a estos efectos, la conocida ley de Okun, ampliamente utilizada por los consejeros económicos de Kennedy y Johnson.
Por lo que se refiere a la reducción de los salarios reales (o de su ritmo), conviene recordar que si en el mercado de factores éstos constituyen un coste, también son, “mutatis mutandis”, una renta en el mercado de bienes y, por consiguiente, es preciso ser cauteloso en el manejo de este instrumento de la política de empleo.
Siguiendo esta línea argumental, y dentro del conjunto de medidas por el lado de la demanda favorecedoras de la creación de puestos de trabajo, no hay que olvidar el capítulo básico de los costes financieros, y el papel relevante que juegan en la actualidad los tipos de interés. En algunos casos concretos, como el de la economía española, éste constituye una variable clave en la configuración de una política de empleo que permita hacer frente a los desequilibrios que padece la economía.
Por otra, sobre el tema de la relación del pleno empleo con otros objetivos de la política económica, vamos a llevar a cabo seguidamente unas breves reflexiones. Pero antes hay que abordar, aunque sea a grandes trazos, el problema importante del subsidio del desempleo y su influencia en el comportamiento del mercado de trabajo.
En el plano de la política económica, en temor a que los incentivos para buscar o retener un empleo se pueden ver anulados por la existencia de un sistema de indemnizaciones excesivamente generosas ha provocado en algunos países, como en el Reino Unido, la adopción de medidas tendentes a limitar dichas percepciones o beneficios e incluso a gravarlas con impuestos.
Vamos a hacer ahora algunas consideraciones sobre la relación que hay entre el empleo y la estabilidad de los precios, o dicho de otra forma, entre el paro y la inflación, y sobre la existente entre el crecimiento y el desempleo.
El primero de estos temas constituye, sin lugar a dudas, una de las cuestiones básicas y más importantes que en la actualidad tiene planteada la política económica. No es fácil encasillar su contenido, complejo e interdisciplinario, ni en este ni en otro apartado o capítulo.
5- SITUACION LABORAL DE COLECTIVOS DESFAVORECIDOS.
El problema del desempleo en España presenta a lo largo de los últimos años como una de las características más llamativas, y a la vez diferenciadora con relación al conjunto de los países industrializados, la rapidez con que la tasa de desempleo ha aumentado en España desde comienzos de la crisis económica de 1974, y las dificultades existentes para reducir su nivel.
La tasa de desempleo en España creció a un ritmo especialmente intenso entre 1978 y 1984, buena prueba de ello es el hecho de que hasta 1974 la tasa de desempleo no superaba el 3 %, llegando hasta un 21 % en 1984 y manteniéndose desde entonces siempre por encima del 20 % con la excepción del periodo 87-91. El máximo histórico en el valor de dicha tasa se encuentra durante la crisis de los 90, ya que en 1993 y 1994 se repitió una tasa de 23’9 % lo que supuso cerca de 3’7 millones de parados. Pero el desempleo no afecta por igual a todos los colectivos que forman la población activa vamos pues a analizar aquellos colectivos más desfavorecidos:
– Desempleo por sexos: desde 1974 se ha ido acentuando la desigual distribución del desempleo por sexos, no obstante desde 1988 parecen haberse consolidado las diferencias entre la tasa masculina y femenina en un nivel de entorno a 12 puntos de porcentaje. Así en 1996 terminó con una tasa de desempleo para los hombres del 17’5% mientras que para las mujeres era del 29’11%.
En España la incorporación de la mujer al mercado de trabajo se ha caracterizado por un ritmo lento pero continuado, acompañado siempre de importantes oscilaciones coyunturales como antes hemos comentado, pero en la actualidad la tasa de actividad de la mujer se ha incrementado notablemente.
Pero además de lo dicho existen otros factores que colocan a la mujer como colectivo desfavorecido en el mercado de trabajo.
Las mujeres están empleadas fundamentalmente en ciertos sectores y trabajos poco cualificados, así como profesiones que socialmente se consideran femeninas, encontrando muchas dificultades para poder acceder a determinados puestos de trabajo que la sociedad considera masculinos (machista).
Aunque en este aspecto se ha evolucionado bastante, aún sigue siendo una característica del mercado de trabajo español. Por otra parte existen empleos que presentan diferencias salariales por sexos, el salario medio de las mujeres en igualdad de empleo que un hombre suele ser inferior.
Se está evolucionando de forma positiva, pero actualmente la mujer se encuentra discriminada en el mercado de trabajo, lo que conlleva tasas de desempleo más elevadas, mayor dificultad para desempeñar determinados puestos de trabajo, así como salarios más bajos.
– Desempleo por edades: si analizamos el desempleo por edades se aprecia como los jóvenes de entre 16 y 19 años, independientemente de su sexo tienen las mayores tasas de desempleo, seguidos muy de cerca por las tasas del colectivo de edad siguiente (de entre 20 y 24 años) que se encuentran en la actualidad ligeramente por debajo del 40%.
Uno de los factores fundamentales de este elevada tasa de desempleo es el hecho de que este colectivo se enfrente a su primer empleo sin experiencia lo que le pone en una situación de desventaja frente al resto de desempleados. Las políticas de empleo que se están utilizando en la actualidad intentan solucionar este problema estableciendo contratos de aprendizaje en prácticas y de esta forma fomentar el empleo de personas pertenecientes a este colectivo.
– El desempleo de larga duración: (se considera desempleados de larga duración, a aquellas personas en situación de búsqueda de empleo durante más de dos años); el nivel de desempleo de larga duración ha comenzado a mejorar en la actualidad aunque aún se considera un problema, sobre todo por las repercusiones psicológicas que produce en las personas que se encuentran en esta situación. Las actuales políticas de empleo también prestan atención a este problema fomentando el contrato de parados pertenecientes a este colectivo.
– Minusválidos: el colectivo de minusválidos, es claramente uno de los más desfavorecidos por las limitaciones propias a su minusvalía que le impiden acceder a determinados puestos de trabajo, pero este colectivo se encuentra discriminado incluso en aquellos empleos que puede desempeñar como una persona que no presente ninguna minusvalía. Las políticas actuales de empleo intentan paliar este problema obligando a las empresas tanto públicas como privadas a emplear un % de trabajadores minusválidos y muchos casos subvencionando a los empresarios que empleen a miembros de este colectivo.
– Los inmigrantes: en este colectivo incluimos al sector de inmigrantes procedentes de países del tercer mundo, o inmigrantes extracomunitarios. Las características de este grupo son:
· Escaso nivel educativo.
· Baja cualificación .
· Relativamente son jóvenes entre 20 y 40 años.
Estos inmigrantes generalmente abandonan su país por motivos económicos. El temor de competencia y discriminación en el mercado de trabajo por la posibilidad de emplearlos a un menor salario y en peores condiciones, ha llevado al progresivo desarrollo de actitudes y conductas racistas sobre este colectivo, que hacen que sea uno de los más desfavorecidos.
6- PROFESIONES CON FUTURO.
La mejora del medio ambiente y la calidad de vida, la introducción de nuevas tecnologías para el uso racional de la energía y las materias primas, y la atención a los grupos menos favorecidos de la población son las tendencias de las futuras ocupaciones.
Algunas de las actividades potencialmente creadoras de empleo son, entre otras:
· La defensa del medio ambiente, la revalorización de oficios tradicionales y la búsqueda de alternativas para el desarrollo rural.
· La recuperación de zonas rurales y agrícolas.
· La mejora del paisaje urbano, rehabilitación de viviendas, restauración, urbanismo, nuevos materiales y regeneración de espacios urbanos e industriales degradados.
· Las técnicas de tratamientos de residuos urbanos y reciclado de materiales.
· El fomento de un turismo activo y cualitativo, orientado al intercambio cultural, el turismo rural, el ocio creativo y nuevos medios de diversión.
· La agricultura biológica, la tecnología alimentaria y las nuevas fuentes de energía.
· La aparición de nuevas tecnologías da lugar a nuevas profesiones como la agrometereología, la informática para el turismo o la producción del videodisco con fines culturales.
· El aumento de los profesionales técnicos y los técnicos especializados en informática, electrónica telecomunicaciones y biotecnología, técnicas par procesos industriales con láser, robots o ingeniería genética.
· El incremento de ocupaciones administrativas y de gestión de nivel medio alto y la disminución de las de nivel bajo.
· Las ocupaciones relacionadas con la inserción de grupos sociales en dificultades: servicios para personas mayores y ancianos (geriatría); atención a niños pequeños; asistencia a domicilio; salud y medicina preventiva; personal doméstico, o de servicios de protección y vigilancia.
En general se prevé un crecimiento de las ocupaciones más cualificadas y las menos cualificadas dentro del sector servicios, una tendencia hacia ocupaciones poco definidas; y la tendencia a promover actividades económicas y creación de empleo en proyectos de bienestar social y mejora de la calidad de vida con la participación de los sectores sociales afectados, impulsando el voluntariado y la autoorganización de las personas implicadas.
7- PERSPECTIVAS EN EL ENTORNO LABORAL.
El crecimiento del empleo y la reducción de la tasa de paro, aunque a menor ritmo que el de creación de empleo, por el incremento de la población activa, son las notas que han caracterizado los últimos años Junto al aumento del empleo se ha venido produciendo un fenómeno no tan positivo como el rápido acortamiento de la duración de los contratos lo que desincentiva la productividad de los trabajadores y la dedicación de recursos, ya escasos, a la formación profesional por parte de las empresas.
Los acuerdo entre sindicatos y empresarios y refrendado por el gobierno mediante las oportunas reformas legislativas, se ha traducido ya en una disminución de la tasa de temporalidad durante los últimos años
En el contexto europeo las características de las medidas que se están poniendo en marcha en el ámbito del mercado de trabajo las podemos resumir en el siguiente esquema:
El mercado de trabajo español
REFORMAS POTENCIALES EN LOS SISTEMAS DE EMPLEO DE LOS PAISES DE LA U.E.
Objetivos de las reformas Mecanismos generales para esos objetivos
*Reducir obstáculos a la jornada laboral flexible y a la jornada a tiempo parcial.
Aumentar la flexibilización *Eliminar facilidades a la jubilación anticipada y facilitar del tiempo de trabajo su retraso.
*Fomentar negociaciones voluntarias sobre organización flexible del tiempo de trabajo.
Objetivos de las reformas Mecanismos generales para esos objetivos |
|
Flexibilizar la seguridad en el empleo |
*Reducir costes de incertidumbre en la gestión de plantillas *Incentivar la negociación colectiva descentralizada sobre condiciones de despidos por crisis. *Eliminar restricciones legales a la contratación temporal. |
Flexibilizar salarios y costes laborales |
*Reconducir salarios mínimos hacia rentas mínimas *Incentivar cláusulas de descuelgue en la negociación colectiva. *Acelerar la tendencia para sustituir costes laborales no salariales por impuestos. *Atenuar regulaciones laborales que impliquen rentas de situación. |
Mejorar las políticas activas del mercado de trabajo. |
*Desarrollar programas de empleo integrados (acciones para mejorar la adecuación de ofertas-demandas, acciones de formación organizada a demandantes de empleo, acciones de creación directa de empleos). *Seleccionar al máximo los colectivos receptores de esos programas (grupos desaventajados). *seleccionar las medidas con criterios de coste-eficacia |
Explotar yacimientos locales de empleo. |
*Explorar nuevas necesidades sociales. *Explorar nuevas cuencas de servicios. |
Mejorar las competencias de la mano de obra. |
*Mejorar la enseñanza escolar inicial. *Mejorar el paso a la vida activa. *Estimular la formación en la empresa. *Estimular la formación continua de los trabajadores. *Desarrollar y estructurar nuevas profesiones. |
Reformar sistemas de prestaciones y el tratamiento fiscal de rentas no salariales. |
*Establecer prestaciones por debajo de los salarios de mercado. *Potenciar los mecanismos de control. *Reformular la financiación del sistema. |
Facilitar y potenciar la movilidad regional. |
*Reformular políticas de suelo y vivienda. *Facilitar la transferencia de derecho de desempleo y jubilación entre países. *Mejorar las redes interregionales de empleo. |