Icono del sitio Oposinet

Tema 12 – China: sociedad y economía.

Introducción

China es un auténtico gigante. Con sus 9.596.961 km2 es el cuarto país más grande del mundo, tras Rusia, Canadá y Estados Unidos; y con sus más de 1.200 millones de habitantes el más poblado. Es un país pobre, con una renta per cápita de unos 620 dólares en 1995, pero es toda una potencia mundial, debido a su tamaño. Todos los países capitalistas ansían introducirse en su mercado puesto que aunque la gran mayoría de los chinos sean pobres, el 10% de la población son más de 100 millones de posibles consumidores, muchos países no tienen tanta población.

1. Historia

1.1. La China prerrevolucionaria

     China es uno de los imperios más antiguos de la historia. Data, cuando menos, del año 1600 a.C. en el que se unifica gran parte del territorio bajo el poder del emperador, se fija la escritura y se difunde el cultivo del arroz, fundando las dinastía shang. Desde entonces se suceden distintas dinastías, con formas políticas semejantes a la monarquía absoluta. La última dinastía es la manchú, que será derribada por el liberalismo capitalista y nacionalista en el siglo XX. En los años 1911 y 1912 se instala en China una república que no se consolidará hasta 1937.

     Durante el siglo XIX China sufrió un proceso colonizador por parte de ingleses, franceses, portugueses, alemanes y japoneses que se asentaron en puertos como Cantón, Hong Kong, Nankín, Tianjín o Shanghai, sin penetrar en el interior. China aparece como un territorio que explotar y un gran mercado para las potencias coloniales.

     Desde el siglo XVIII la Compañía de las Indias Orientales, británica, comercia con seda, té y porcelana procedente de China. La balanza de pagos estaba desequilibrada a favor de China hasta que se empezó a traficar con opio, del que se convirtieron en grandes consumidores. Se intentó limitar este comercio por parte del Gobierno chino, pero los intereses privados presionaron a las autoridades coloniales británicas y se terminó por generar un conflicto armado en 1840 conocido como la guerra del opio. Esta guerra terminó en 1842 con el Tratado de Nankín, que supuso un nuevo status para los extranjeros y convertía a China en una colonia británica. El pago de la deuda de guerra empeñó y empobreció al Imperio chino. El servicio de aduanas quedó en manos inglesas, con lo que se abrieron al comercio muchos puertos, además del de Cantón, en los que vivían colonias internacionales de europeos bajo gobierno autónomo y con sus propias leyes.

     Los productos industriales terminaron por competir con ventaja con la artesanía china. Existía una cláusula según la cual las ventajas las podía obtener cualquier país extranjero. Los EE UU fueron los primeros beneficiarios. China se convirtió en una colonia internacional a pesar del aislamiento que pretendía el Gobierno.

     Las conductas capitalistas entraron en la sociedad china, que ya practicaba un capitalismo comercial, y se difundieron con rapidez las ideas liberales. Pero el orden social, en estamentos, y la estructura de la propiedad, latifundista y con explotaciones de minifundio, terminan por hacer estallar la rebelión taiping, entre 1850 y 1864; una rebelión campesina y nacionalista que prohibirá la importación de opio. En 1856 los ingleses bombardean Cantón y estalla la segunda guerra del opio, que terminará en 1858 con la cesión de más puertos a los ingleses a cambio del sostenimiento del Imperio contra los taiping.

     A finales del siglo XIX, en 1894 y hasta 1911, entra en guerra con Japón, lo que supone que este país también va a gozar de las ventajas coloniales.

     La asfixia de las rentas chinas es agobiante. Con la política de puertas abiertas todas las potencias podían explotar el país; y la corte manchú apenas podía controlar el territorio y malamente el gobierno.

     Las rebeliones campesinas eran cada vez más frecuentes. Se comenzó a culpar a los extranjeros y se incitó a una guerra contra ellos, la rebelión de los bóxers: chinos nacionalistas, antidinásticos y antiextranjeros (1899-1900).

1.2. La república nacionalista

     Tras la rebelión de los bóxers la dinastía manchú se deteriora en poco tiempo. En 1911 triunfa un ciclo revolucionario de carácter liberal, nacionalista y capitalista dirigido por Sun Yat-sen. Se instaló en el poder como una dictadura militar. Pero la ayuda recibida de las potencias industriales, el respeto a la propiedad privada y los tratados internacionales, supondrían no una mejora de la situación sino un considerable empeoramiento, agravado por la corrupción del Estado.

     La situación degeneraría en un segundo ciclo revolucionario, que comienza 1918 y termina en 1927 con el triunfo de Chang Kai-chek; del mismo signo y con los mismos efectos, aunque empeorado por la amenaza japonesa sobre Manchuria. La Unión Soviética ejercía ya un dominio ideológico y político sobre el mundo socialista. Se formaron las primeras guerrillas comunistas. Mao Tse-tung comenzaba a destacar como líder nacionalistas, pero preocupado por hacer una reforma agraria radical. Esto supondría la transformación de la propiedad, y progresivamente se volvió hacia el comunismo: hacia el marxismo-leninismo.

1.3. La revolución socialista en China

     En 1921 se funda el Partido Comunista Chino (PCC), con Mao como secretario, y se instala en ciudades como Shanghai o Cantón, muy populosas y dominadas por la oligarquía extranjera, pero en las que se podía estar en contacto con las ideologías dominantes en Europa. Sus primeros objetivos tiene como escenario las ciudades, y la revolución industrial como modelo. Pero el PCC es un grupo débil y no recibe la ayuda del PCUS. En realidad el PCUS está apoyando al Kuomintang en la guerra contra los japoneses.

     En 1924 el gobierno nacionalista comienza a perseguir al PCC, que va formando el Ejército rojo. El partido opta por tener su fuerza revolucionaria entre el campesinado pobre. En estos momentos, el PCC sufre persecuciones, pero crece rápidamente. En 1927 se produce una revuelta campesina en Hunán que está controlada por el PCC y es aplastada violentamente. Mao establece la primera base territorial comunista en las montañas de Hunan. Es una base territorial revolucionaria, la «república soviética» en los montes de Kiangsi, que tiene el apoyo del campesinado. En 1931 se declara la primera República soviética china en los montes de Kiangsi, que dominan desde 1928. Chang Kai-chek envía varias expediciones militares, con ayuda de ingleses y alemanes, y derrota al Ejército rojo en 1934. Después de la derrota, el Ejército rojo inicia la larga marcha: una huida de más de mil kilómetros a través de China en la que se va haciendo la revolución por donde pasa, hasta asentarse en Shansi-Yenán, donde establecen una segunda república soviética en 1936, con un Ejército rojo fortalecido. Se hacen las primeras comunas y se comienza la reforma agraria, es la revolución.

     Pero en 1936 comienzan las expediciones militares japonesas en China, en la región de Manchuria, y los comunistas hacen frente común con los nacionalistas del Kuomintang para derrotar a los japoneses, formando un frente unido antijaponés. En 1937 estalla la guerra chino-japonesa, en la que se enfrentan al enemigo con un ejército chino y fortalecido. Los comunistas controlan un mayor territorio, dominan en el campo, mientras que los japoneses controlan las ciudades. Esta circunstancia permite a los chinos el control de las comunicaciones y del abastecimiento. Los japoneses no serán derrotados hasta el final de la segunda guerra mundial. Durante la guerra el prestigio del Ejército rojo crece mucho, y se expande por toda China, sobre todo en el mundo rural, gracias a su estrategia de guerra de guerrillas. Se identifica, en la opinión popular, nacionalismo, resistencia y comunismo. El Ejército rojo trata mejor a sus soldados que el Kuomintang, tampoco maltratan al pueblo y no saquean para conseguir comida; todo ello les hace más populares que el ejército del Kuomintang. El régimen republicano se va quedando relegado en el interior, y la corrupción se generaliza en su administración. Los comunistas llevan el peso de la guerra contra los japoneses.

     Al terminar la guerra mundial comienza la guerra civil por el control del poder en China, entre el Kuomintang y los comunistas. Los estadounidenses no desean meterse en otra guerra, que queda lejos de su territorio, y dejan hacer. Además, se les pide la no intervención en las conversaciones de paz. En 1946 se produce la primera batalla entre el Kuomintang y el Ejército rojo, en Manchuria, muy lejos de las tropas americanas. En 1949 termina la guerra y se proclama la República Popular de China, el 1 de octubre.

1.4. La China socialista

     Con el triunfo comunista se produce un cambio radical en la sociedad y la economía china, que no desconoce su pasado ni sus estructuras, por lo que crea un modelo nuevo de socialismo muy atractivo para los países del Tercer Mundo.

     Se iniciará un proceso de alfabetización y educación que permitirá la utilización las nuevas tecnologías en la industria y la expansión de las ideas socialistas, extrañas a la cultura tradicional china.

     Comienza un proceso de reforma agraria, que será la base de la economía china. Los comisarios que llevan a cabo esta reforma difunden por todo el país la ideología comunista y las nuevas costumbres, que chocan con la tradición.

     Se introduce un nuevo concepto de familia, y de sociedad igualitaria, en la que se destierran prácticas ancestrales, como el vendaje de los pies de las niñas, que están muy arraigadas.

     China era un país en gran parte sin industrializar y hubo de hacerse un ingente esfuerzo para crear una estructura fabril. No obstante, esta industria se localizó en los antiguos enclaves coloniales que tenían una infraestructura mínima.

     Se creó un nuevo modelo de convivencia: la comuna, que era al mismo tiempo una unidad de producción, sobre todo agrícola. Los medios de producción son colectivos, aunque al principio la explotación era individual. Sin embargo, las decisiones se toman en conjunto para toda la comuna. Los cuadros del PCC aportaban la crítica ideológica marxista. Actuaban como una sociedad democrática cerrada y dominada ideológicamente por el PCC, que era en la práctica el que mandaba. A partir de 1958 la explotación de las parcelas asignadas deja de ser individual y comienza a ser responsabilidad de un grupo: la brigada.

     En 1959 Mao Tse-tung deja de ser presidente de la república, aunque continúa siendo secretario general del PCC, pero las tentaciones capitalistas y la corrupción de los cuadros ponen en peligro la revolución. Entonces Mao lanza en 1962 el «gran salto adelante», publica el «Libro rojo», en el que plasma sus ideas sobre la revolución y la sociedad china. La idea básica es la revolución permanente, la autocrítica y la crítica a los cuadros del PCC, incluso a los más elevados. Esto permitió desencadenar una feroz represión que terminó con muchos de sus compañeros. Mao asumió la dirección de la «revolución cultural».

     En 1953 muere Stalin, y en 1956 Jruschev convoca el XX congreso del PCUS. El nuevo secretario general condena el estalinismo, las purgas masivas y el culto a la personalidad dentro del comunismo. Como el comunismo chino se apoyaba en la personalidad de Mao, China y la URSS rompen sus relaciones.

     La política económica del PCC favoreció una economía de subsistencia en la que apenas había excedentes que comercializar, y estos únicamente se vendían en las ciudades chinas.

     El alejamiento de la URSS permitió que se iniciase un acercamiento a EE UU, lo que les dio la posibilidad acceder a un mercado internacional. En 1972 se comenzó a tener relaciones diplomáticas; además, en la industria hubo un importante desarrollo.

     En 1976 muere Mao Tse-tung y se inicia en China un periodo de crisis e inestabilidad política. Tras la muerte de Mao, Deng Xiao-ping se hace con el control efectivo del partido y del país. Se comienza entonces una política de apertura hacia el capitalismo económico, pero no hacia la democracia política. Se permite la propiedad privada de algunos medios de producción, como las tierras, lo que termina generalizando el minifundismo: pues nadie tiene capitales suficientes para comprar las tierras necesarias y producir para el mercado. También se permite la llegada de capital extranjero y el turismo; aunque sólo en las ciudades principales.

     Con estas medidas, el comercio se revitaliza y crece la producción agrícola e industrial, gracias a una fuerza de trabajo abundante, barata y suficientemente cualificada. Sin embargo, los canales de comercialización son deficientes y no permiten poner los productos en el mercado.

     Esta apertura le abrirá las puertas de los países capitalistas. En 1979 se establecen relaciones diplomáticas con EE UU y en 1984 comienza las conversaciones con Inglaterra para la descolonización de Hong Kong, que culminará, definitivamente, el 1 de julio de 1997. El 19 de diciembre de 1999 es devuelto Macao, por parte de los portugueses. Esta es la última colonia europea en Asia.

     Sin embargo, la apertura económica no está acompañada por la política; incluso hay claros signos de represión. Se abre el proceso a la banda de los cuatro por corrupción durante la época de Mao, y se reprimen violentamente las manifestaciones políticas, como las que pedían democracia para China en 1989 en la plaza de Tiananmén. En 1997 muere Deng Xiao-ping y es nombrado presidente de la república Yiang Zemín, que parece impulsar la apertura, aunque es todavía una incógnita. Con la incorporación de Hong Kong, China reúne en un sólo país dos sistemas económicos antagónicos: el comunista y el capitalista.

2. Población

     China es el gigante demográfico más grande del mundo. En 1970 tenía 831 millones de habitantes, en 1980 había 996 millones y en 1995 eran 1.200 millones. La progresión de la población es rapidísima. Esto quiere decir que la densidad de población media es de 128 h/km2; sin embargo, no está repartida uniformemente. El interior del país y las montañas del Tíbet son regiones casi despobladas, con menos de 1 h/km2. También hay muy poca población en los interfluvios más importantes, menos de 25 h/km2; la mayor parte de la población la encontramos en los valles de los ríos principales Amur, Hoang-ho o Amarillo, Yan-tse-kiang o Azul y Si-kiang, en las que la agricultura del arroz se hace intensiva, alcanzan los 150 h/km2. No obstante, las mayores densidades de población se encuentran en la costa y la región de Pekín, con más de 400 h/km2. Algunas regiones, como el entorno de Shanghai, Macao, Nankín, Tianjin, Cantón y Hong Kong superan los 1000 h/km2. En el interior sólo la región de Sichuan, una hoya en las estribaciones orientales del Tíbet, regada por el Yan-tse-kiang y con una buena producción agrícola, tiene unas densidades semejantes. En general, el valle del Yan-tse-kiang tiene las densidades más altas del interior.

     El crecimiento demográfico tiende a ser elevado, debido a la gran cantidad de población y a que no ha terminado la transición demográfica, pero las autoridades chinas han tenido, desde hace tiempo, una política decididamente antinatalista. Los poderes públicos determinan el número máximo de hijos por mujer. En 1970 el crecimiento vegetativo era del 2,5%, en 1980 del 1,3% y en 1992 del 1,5%; este ligero incremento se debe al menor control de las autoridades. La fecundidad ha bajado del 5,4 ‰ en 1970 a cerca del 2,3 ‰ en 1992. Para controlar la natalidad se proporcionan sistemas anticonceptivos de todo tipo, sobre todo el preservativo, por ser barato, y se recurre al aborto y al infanticidio, sobre todo si nacen niñas. Pero el método más utilizado es la abstinencia, ya que no se permite el matrimonio antes de los 30 años. Tener más hijos de los permitidos está muy penado.

     A pesar de todo la población aumenta, ya que disminuye también la mortalidad infantil, aun siendo alta. En 1970 era del 71 ‰, en 1980 del 40 ‰ y en 1992 del 27 ‰, una reducción muy drástica en sólo 20 años, pero muy lejos del 5 ‰ de Japón o del 6 ‰ de España.

     La reducción de la mortalidad infantil ha provocado un aumento de la esperanza de vida al nacimiento que no tiene su reflejo en la calidad de vida. En 1970 era de 61 años, en 1980 de 67 y en 1992 de 71 años.

     La población china es mayoritariamente rural. El 66% de la población vive en y del campo. Pero en los últimos tiempos se observa un proceso de urbanización ligero. En 1970 la población urbana era sólo del 17%, en 1980 del 19% y en 1992 del 33%. La política comunista favorecía la vida en el campo y la población rural en contra de la urbana. Hoy en día la liberalización de la economía y las mayores oportunidades que ofrecen las ciudades favorecen la emigración del campo a la ciudad.

     La pirámide china presenta un aspecto de país joven con una base amplia y bien estructurada, típica de un país en plena transición demográfica.

2.1. El hábitat rural

     El mundo rural chino está marcado por el impacto de la revolución socialista. En tan extenso país no es posible hablar de un modelo rural único, pero la mayoría de la población vive en el entorno de los grandes ríos dedicados a una agricultura de subsistencia, intensiva y de tipo asiático, lo que quiere decir que el cultivo principal es el arroz, seguido de los cereales panificables. El bosque tiene una importancia vital en este tipo de economía.

     La aldea china carece de plano determinado, pero tiende a la regularidad. Las casas son de madera, y están construidas sobre un pedestal que las eleva sobre el suelo. No son casas cómodas, y apenas tienen estancias específicas. La calefacción sólo es imprescindible en el norte. Los servicios sanitarios brillan por su ausencia. Modernamente, ha llegado el agua corriente y la luz eléctrica. Esta es la casa típica de todo el sudeste asiático, que se ha llegado a exportar hasta a Japón.

     Tradicionalmente la casa tenía un pequeño huerto abonado con las heces humanas, pero con la revolución esto desapareció. La ganadería no está integrada suficientemente en el sistema agrícola.

     La propiedad de la tierra es comunal, pertenece al pueblo, y se cultiva entre todos. La decisión de qué se cultiva y cómo se toma en común, en reuniones controladas por los cuadros del partido. Los cuadros del Partido Comunista son los auténticos oligarcas del país. La tierra se explota en parcelas pequeñas con los medios que proporciona la comunidad. Al principio, cada familia recibía una parcela, y era su responsabilidad explotarla, pero tras la revolución cultural las parcelas no se repartieron, y se comenzaron a cultivar en común, en la brigada. Tras la desaparición de Mao, y con la apertura al capitalismo, cada familia volvió a tener una parcela que cultivar, pero de manera secundaria, ya que primero tiene que dedicar su trabajo a las tierras comunes y luego a las suyas. La producción agrícola se consume en el pueblo, y se reserva algo para las ciudades y el mercado. En la actualidad los que cultivan parcelas «propias» pueden dedicar toda la producción al mercado, con lo que consiguen acumular capital. Esto ha permitido que aparezcan nuevos ricos, que emigran a las ciudades. Estos nuevos ricos son los comerciantes y los cuadros del partido: la clase media china. Salvo excepciones, como los cultivos textiles, muy poca de la producción agrícola se comercializa.

2.2. Las ciudades

     En China encontramos algunas de las ciudades más grandes del mundo, como Pekín, Shanghai, Chongoing y Tianjin, todas ellas con más de 5.000.000 de habitantes. No encontramos la macrocefalia de otros países subdesarrollados, pero sólo porque es un país muy grande y la población no se concentra en una sola ciudad.

     El resto de la red urbana está muy mal estructurada. Apenas existen ciudades medias, más allá de las capitales de las treinta provincias con que cuenta: unas provincias muy grandes a las cuales no sirven en su totalidad la mayoría de las capitales. Pero, en los últimos tiempos, ha comenzado la emigración del campo a la ciudad y empiezan a sentirse los primeros signos de superpoblación. Para evitar esto, las autoridades chinas han comenzado a primar a las capitales y a las ciudades nuevas como centro urbano, con similares oportunidades que las grandes urbes. Estas ciudades medias tratan de canalizar y ordenar el mundo rural inmediato: proporcionando productos a los grandes centros urbanos. Cada ciudad lleva a cabo un fuerte programa de desarrollo; lo que le obliga a drenar fuerza de trabajo y capitales del campo. A la postre, esta política favorecerá un auténtico éxodo rural y desequilibrará, aún más, la distribución de la población. Todo esto está, aún, controlado por las autoridades comunistas chinas, que aún deciden dónde debe vivir la población.

3. Economía

     A pesar de ser un país subdesarrollado, China es un gigante económico. Su PNB le sitúa en el séptimo lugar del mundo, con 745 millones de dólares en 1995, pero su renta per cápita, en el mismo año, era de 620 dólares. Existe una pequeña clase media que puede consumir, y que se está desarrollando con la apertura económica. La sociedad china está en pleno proceso de cambio.

3.1. Zonas económicas especiales

    Debido a la tremenda diferencia de desarrollo entre las regiones del interior y las de la costa el gobierno escogió ciertas ciudades a las que otorgó incentivos especiales para atraer inversiones del extranjero.  En 1980 se crearon cuatro zonas económicas especiales: Shenzhen, Zhuhai y Shantou en la provincia de Guangdong; y Xiamen en la de Fujian. Salvo Xiamen, las otras eran pequeñas ciudades de la costa, en las cercanías de Hong Kong, Cantón y Macao. En 1988 la isla de Hainan, perteneciente a la provincia de Guangdong se convirtió en provincia y en zona económica especial. En 1984 el Estado otorgó privilegios a otras catorce ciudades. En 1990 se tomaron una serie de medidas para convertir el distrito rural de Pudong, en Shanghai, en una zona de desarrollo, que ha provocado el surgimiento de una impresionante urbe. Desde entonces muchas ciudades del interior reclaman medidas políticas similares.

    El éxito de las zonas económicas especiales está muy claro desde el punto de vista del desarrollo económico chino, pero no está tan claro desde el punto de vista occidental. La mayoría de las inversiones proceden de los capitales chinos de ultramar. Las inversiones extranjeras se han hecho en productos que necesitan poca tecnología y fuerza de trabajo intensiva y barata, cuando se esperaba inversiones de alta tecnología. Los costes necesarios para crear las infraestructuras los ha asumido el Estado chino.

    La mayoría de los productos no están destinados al mercado interior sino a la exportación. No obstante, la política de protección del medio natural tuvo un impacto directo en la elevación de los incentivos y la productividad en el sector industrial.  Los capitales se dedicaron a la elaboración de productos de consumo de baja tecnología, que tienen un impacto muy importante en el aumento del consumo interno.

3.2. Evolución de la economía china

     La estructura económica china está cambiando rápidamente. En 1970 el 42% del PIB correspondía a la industria, el 40% a la agricultura y el 18% a los servicios. En 1980 la industria había subido al 49%, mientras que la agricultura bajaba al 36% y los servicios al 15%. En 1992 la industria bajaba al 44%, la agricultura al 28% y los servicios subían al 28%. Esto nos muestra cómo China ha hecho un esfuerzo de industrialización en los años 70. La industria ha traído el auge de los servicios, que cada vez tienen más importancia.

     La industria se sitúa en las grandes ciudades de la costa, con buenos puertos internacionales, mientras que el resto del país se dedica a la agricultura. En los últimos tiempos se pretende fomentar el turismo, pero con grandes dificultades. La agricultura es, en buena medida, de subsistencia, aunque cabe destacar las regiones del río Hoang-ho que se dedican al cultivo de algodón y las fibras textiles, prácticamente son las únicas que producen para el mercado.

     El crecimiento económico de China se ha ido incrementando con la adopción de prácticas capitalistas. En 1970 era del 6%, en 1980 del 8% y en 1992 del 13%, y ello con una inflación relativamente baja, baja para los países subdesarrollados, entre el 7% y el 5%. Lo que sí a aumentado alarmantemente es la deuda exterior; casi inexistente en vida de Mao en 1980 era de 5.000 millones de dólares y en 1992 de 61.000 millones de dólares. Esto puede hipotecar, a la larga, su futuro.

     La población activa es barata, pero escasamente cualificada según los criterios occidentales; y ha sufrido un cambio radical. Ha ido aumentado en la industria, en la que trabajaba el 12% en 1970, el 19% en 1980 y el 21% en 1992. También ha aumentado en los servicios, en los que trabajaban el 9% en 1970, el 13% en 1980 y el 19% en 1992. Donde ha disminuido es en la agricultura, en la que trabajaban el 79% en 1970 el 69% en 1980 y el 60% en 1992. Esto quiere decir que China continúa siendo un país mayoritariamente agrícola. La mayor parte de la población vive del campo, aunque cada vez la industria tiene un peso mayor en el PIB. Estas cifras sitúan a China muy lejos de los países desarrollados en los que la mayor parte de la población vive de los servicios.

     Como China es un país muy grande su volumen de comercio exterior le sitúa hacia el cuarto país del mundo, teniendo en cuenta que más de la mitad del volumen corresponde a Hong Kong. Aquí es necesario tomar por separado a China y a Hong Kong. El comercio exterior chino ha sufrido un incremento impresionante. En 1970 exportaba por valor de 2.500 millones de dólares, de los cuales el 41% correspondía a productos agrícolas, el 12% a productos energéticos y el 42% a productos manufacturados. En 1980 exportaba por valor de 18.000 millones de dólares, de los cuales el 32% eran productos agrícolas, el 26% productos energéticos y el 48% productos manufacturados. Y en 1992 exportaba por valor de 81.000 millones de dólares, de los cuales el 10% corresponden a productos agrícolas, el 8% a productos energéticos y el 62% a productos manufacturados. En resumen, en 1992 China exporta por un valor 32 veces superior al de 1970, y sobre todo exporta productos elaborados. Los principales clientes de China son: Japón (10% en 1970, 22% en 1980 y 14% en 1992), la Unión Europea (14% en 1970, 13% en 1980 y 10% en 1992), y EE UU (nada en 1970, 5% en 1980 y 9% en 1992), pero cada vez más los países en vías de desarrollo de su entorno (60% en 1970, 45% en 1980 y 61% en 1992). En la década de los 80 la entrada en el mercado de EE UU descompensó un tanto la importancia de los países de su entorno, pero esto ya se ha restablecido.

     Las importaciones también han cambiado radicalmente. En 1970 importaba por valor de 2.500 millones de dólares (40% productos primarios, 1% productos energéticos y 59% productos elaborados), en 1980 por valor de 20.000 millones de dólares (32% productos primarios, 0,1% productos energéticos y 68% productos elaborados), y en 1992 por valor de 76.000 millones de dólares (17% productos primarios, 2% productos energéticos y 81% productos elaborados). Los principales proveedores de China son: Japón (30% en 1970, 30% en 1980 y 16% en 1992), la Unión Europea (32% en 1970, 14% en 1980 y 13% en 1992), Estados Unidos (nada en 1970, 19% en 1980 y 12% en 1992) y los países de su entorno (22% en 1970, 16% en 1980 y 47% en 1992). Como en las exportaciones, se observa el impacto de Estados Unidos en la década de los 80. Su entrada supuso una perdida de importancia de los mercados del entorno a favor del nuevo cliente, pero en la década de los 90 estos mercados se recuperan espectacularmente. La Unión Europea es la única que ha perdido importancia en este proceso.

     Con estas cifras se puede observar claramente, en los últimos 20 años, el cambio radical de una economía comunista de subsistencia a una economía de mercado dirigida. Pierden importancia los productos primarios y los agrícolas y la ganan los productos industriales. En 1970 la balanza comercial era cero, fruto de la decisión de las autoridades; en 1980 era negativa, pero en 1992 era claramente positiva: lo que demuestra el gran potencial económico de China, que es capaz de poner en el mercado productos baratos, aunque aún de baja calidad y poco valor añadido.

     El caso de Hong Kong es totalmente diferente. Hasta 1997 ha sido una colonia británica bastante aislada de la economía china. Su principal fuente de negocios son los servicios, aunque no faltan industrias que fabrican productos de alto valor añadido. La agricultura está prácticamente ausente. Hong Kong, en 1992 exportaba por valor de 120.000 millones de dólares, pero con una estructura más compleja, ya que exporta ante todo, servicios, y mucho de lo que exporta antes lo importa. Por otro lado, importa por valor de unos 123.000 millones de dólares, pero gran parte del volumen es especulativo y ni siquiera llega a entrar en Hong Kong sino que las empresas aquí erradicadas hacen negocios entre dos países terceros. Esto supone más del 75% del negocio.

     Se ha dicho, no sin razón, que China es un gran dragón dormido. Su potencial económico es de primer orden, aunque sólo sea por los 1.200 millones de habitantes. Muchas de estas personas son pobres y no parece que tengan posibilidades de enriquecerse, pero con que lo consiga un 25% de la población se convertirá en el mercado nacional más grande del mundo, incluida la Unión Europea y Estados Unidos.

     Algunos de los hombres de negocios más dinámicos de Asia son chinos, hay en el exilio más de 30 millones de chinos habituados a las prácticas capitalistas, más los de Hong Kong, y pueden aprovechar su posición de privilegio para impulsar un desarrollo económico que trasforme la sociedad china por completo: lo único que hace falta es libertad política y un sistema democrático, cosa nada fácil. En 1992 China controlaba el 60% de comercio interior de Asia, lo que significa dejar de depender de Europa y Estados Unidos. Aún está muy lejos del poderío económico de Japón pero ¿qué ocurrirá cuando el consumo interno de China aumente?

BIBLIOGRAFÍA

Pierre Gourou: «Asia». Labor. Barcelona 1966

VV.AA.: «El estado del mundo 1994». Akal. Madrid 1993

Edgar Snow: «China: La larga revolución». Alianza. Madrid 1974

David Nelson Rowe: «Breve historia de la China moderna». El Ateneo. Buenos Aires 1963

VV.AA.: «Los protagonistas de la historia». OMEC. Madrid 1970

Taciana y Steve, Tsang: «China en transición». Edicions Bellaterra, Barcelona 2000

Salir de la versión móvil