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Tema 24 – La península ibérica hasta la dominación romana.

El periodo cronológico que vamos a abarcar es de algo menos de un millón de años. Se inicia con los primeros pobladores del género homo en la península, localizados en la sierra de Atapuerca, incluye todo el paleolítico medio y superior, la introducción del neolítico a través del mediterráneo, las culturas de la edad del bronce, la edad del hierro con las colonizaciones griega, fenicia y cartaginesa. Acabamos con la dominación romana, que culmina en el año 19 a.C. al finalizar las guerras cántabras. A lo largo de todo este tiempo la península no tiene una evolución homogénea, diferenciándose las áreas mediterráneas meridional y septentrional, atlántica meridional en torno a la desembocadura del Guadalquivir, atlántica septentrional con cantábrica y las zonas del interior. Solo después de la última de guerra de conquista romana la península adquiere unos caracteres más homogéneos.

PALEOLÍTICO y EPIPALEOLÍTICO

Durante el Paleolítico los homos viven de la caza y recolección, utilizan instrumentos líticos tallados. El periodo del Paleolítico Inferior no está representado en la Península Ibérica porque corresponde con la evolución del homo habilis que es exclusiva del continente africano.

Durante el Paleolítico Medio podemos encontrar los géneros homo ergaster, antecesor, heidelbergensis y Neandertal. Este periodo está siendo mejor conocido gracias a las investigaciones llevadas a cabo a partir del excavaciones de Atapuerca en Burgos, desarrollada por Bermúdez de Castro, Eudald Carbonell y Arsuaga. De esta forma los primeros pobladores de la península pueden situarse hace algo menos de un millón de años. Eran Homo Antecessor, una especie situada entre el homo ergaster y anterior a Neandertal y Cromagnon. Se sabe poco sobre ellos, ya que la misma especie ha sido catalogada hace muy poco tiempo. Están asociados a la industria achelense. Los asentamientos se hacían en los márgenes de los ríos. Los neandertales los situamos entre 95000 y 28000 a.C., asociados a la industria musteriense. Están documentados en toda la península y fueron contemporáneos del Homo Sapiens Sapiens, si bien parece que este le relegó dentro del nicho ecológico hasta la extinción. El valle del Ebro fue la última frontera que separó a los neandertales de los cromangones, siendo atravesada en un momento glaciar en que el cauce del río quedó helado. Precisamente en la Península Ibérica se han encontrado los restos de Neandertal más tardíos (28000 a.C.) en Gibraltar.

El periodo que denominamos Paleolítico Superior se caracteriza por la existencia de un solo género de homo, el Cromagnon o Sapiens. En este momento, que se inicia hace 30000 años, hay una serie de cambios importantes. La extensión geográfica y la densidad aumentan, el asentamiento se hace en cuevas por razones climáticas, hay una expansión definitiva de la caza mayor junto con un desarrollo de la pesca y el marisqueo. Además, aparecen evidencias de expresión artística. En este último punto es importante destacar, que es muy posible que con anterioridad hubiera otras formas de arte, que por su soporte no fosilizan: madera, plumas, etcétera. Los principales yacimientos se encuentran en la cornisa cantábrica y los Pirineos. La primera cueva que se descubre con pinturas rupestres es la de Altamira en 1879. Lo representado son animales de caza mayor (caballos y bisontes sobre todo), figuras humanas cazando o bien con exagerados órganos sexuales y manos tanto en positivo como en negativo. Las interpretaciones son varias y no convencen a todos:

a) Es el arte por el arte. No tiene más trascendencia que cubrir la necesidad psicológica de los hombres de expresarse con el arte.

b) Magia propiciatoria (Abate Breuil). Se representa animales que se desea cazar, para de esa forma facilitar su captura.

c) Visión dual del cosmos (Leroi-Gourhan). Lo representado son símbolos masculinos (caballos, formas abiertas) y femeninos (bisontes y formas cerradas).

El Epipaleolítico es la etapa final del Paleolítico. En ella los distintos grupos de cazadores y recolectores han alcanzado un nivel muy alto de desarrollo y no tienen necesidad de buscar, como los grupos mesolíticos del Próximo Oriente, una forma nueva de supervivencia. Es el momento de los concheros, actividad muy especializada y estacional, como revela el hecho de que la caza asociada sea de individuos jóvenes.

NEOLÍTICO

El Neolítico aparece por primera vez en lo que se ha denominado el creciente fértil. Una zona donde la subsistencia es difícil y el aumento de población obliga a optimizar los recursos. Esta necesidad imperiosa de aumentar los recursos va a propiciar que se inventen la agricultura y ganadería.. Según Rincón, dado que no hay comunidades mesolíticas en la península, ni existen en estado silvestre las especies domesticadas (gramíneas, leguminosas, ovejas, cabras y vacas), el proceso no es autóctono. Además, añade, no se introduce por una colonización, sino por un proceso de aculturación. Es decir, contactos con grupos neolíticos que permiten que los pobladores aprendan sus técnicas.

Es, además, un Neolítico cerámico. Afecta este primer Neolítico a la costa de Levante y se inicia en el sexto milenio antes de Cristo. A diferencia del Neolítico del mediterráneo oriental, en esta parte, la occidental, la residencia seguirá siendo en cuevas. Todavía no aparecen los primeros signos de urbanismo. Según parece llega primero la ganadería de ovicápridos y posteriormente la agricultura. Según Lewthwaite esto, igual que la aparición de la cerámica impresa, sería debido a un modelo social. Pese al escaso nivel tecnológico, la posesión de una cabaña ganadera era un elemento de rango social.

Las primeras zonas donde se extiende el Neolítico son la costa mediterránea desde Cataluña hasta Andalucía y Portugal meridional. Se caracteriza por la llamada cerámica cardial, que debe su nombre a que era decorada con la concha de un molusco llamado cardium edule. Esta cerámica da paso después a otra sin decoración, en la que se van aumentando el número de objetos. En Cataluña se da la Cultura de los Sepulcros en Fosas, que además del enterramiento en fosas destaca por el empleo de la variscita, piedra obtenida mediante una labor de minería. Esto implica un complejo nivel tecnológico, para la extracción del material y su posterior comercio. En Valencia es donde aparecen primero núcleos habitados al aire libre que forman entidades mayores. En Andalucía uno de los principales yacimientos es la cueva de La Carihuela (Granada) donde se documenta desde cerámica cardial hasta la cerámica decorada a la almagra del Neolítico Final. El arte levantino, identificado inicialmente como Paleolítico, hoy no se discute el que sea Neolítico, sino su interpretación. Son pinturas rupestres que representas escenas protagonizadas por el hombre, de caza o en la guerra. La mujer aparece en actitudes domésticas, identificable por los grandes pechos descubiertos y vestir con una amplia falda. La ubicación de las pinturas no es en la profundidad de cuevas como en el paleolítico, sino en abrigos naturales al aire libre.

1. NEOLÍTICO FINAL o CALCOLÍTICO

En el Neolítico Final o Calcolítico comienza la utilización de los metales. No es la introducción del metal el cambio más revolucionario, pues es también ahora cuando se inventa la rueda, el arado, los sistemas de regadío, el abonado y el aprovechamiento de los animales como fuerza de tracción. Esto genera un aumento de las poblaciones y una mayor complejidad social. Otro aspecto característico del Neolítico Final o Calcolítico es el megalitismo, corriente cultural que se caracteriza por la construcción de enterramientos colectivos bajo monumentos formados con grandes bloques de piedra. Hoy en día se considera originario de la península, para después tener una amplia difusión por toda Europa y Próximo Oriente. Según Renfrew debieron emplearse como una forma de organizar un territorio más amplio y para señalizar lugares de reunión y culto. Los focos principales se encuentran en el sur de Portugal y Almería, donde se realizan tumbas de corredor y el noroeste donde se realizan los dólmenes.

El calcolítico no se difunde desde un solo centro, sino que va a surgir de forma simultánea en diversos lugares, uno de ellos en el sudeste peninsular, en los Millares. En la Cultura de Los Millares aparecen las primeras producciones a principios del tercer milenio. Los Millares es un poblado de cuatro hectáreas que debió acoger a cerca de mil habitantes, estaba amurallado y contaba con una importante necrópolis megalítica con enterramientos en tholos, una corredor que da acceso a una sala circular cubierta con una falsa cúpula. Cuenta además con varios fortines en los alrededores para controlar todo el territorio. La aparición de instrumentos de marfil y huevos de avestruz en el ajuar funerario delata contactos comerciales de larga distancia.

A finales del tercer milenio se extiende por toda Europa el calcolítico, a través de varias culturas que tienen como nexo común el vaso campaniforme (2200-1700 a.C.). Cambia la forma de enterramiento, pasando a ser individual. La forma más común es un hoyo circular en el suelo donde se deposita al fondo el cadáver flexionado con el ajuar. La cerámica que da nombre a este periodo está muy bien elaborada y con decoración incisa de motivos geométricos y zig-zag.

EDAD DEL BRONCE

Dentro de la edad del bronce se distinguen tres etapas, si bien las dos primeras sus diferencias no son apreciables: antiguo, medio y final. Durante el bronce antiguo y medio el sudeste peninsular se adelantó en la metalurgia del bronce. La Cultura de los Millares fue sustituida por la Cultura del Argar (1700-1400 a.C.) en Almería, Murcia y Granada. De aquí se expande al resto de la península. Se extiende hacia el interior en busca de yacimientos, formando núcleos entre 100 y 600 habitantes. Se entierran en urnas con una losa encima. Valencia y Cataluña reciben influencia argárica. Andalucía occidental continúa su desarrollo agrícola y minero precursor de Tartesos. La zona galaico-portuguesa evoluciona rápidamente por la riqueza en oro, elaborando armas y joyas de excelente factura. El resto peninsular evoluciona lentamente. En estos momentos hay una diferenciación entre las culturas del Mediterráneo y las del Atlántico, que se mantienen aislada una de otra.

En el bronce final destaca la parte occidental de la península que se inserta dentro de la fachada atlántica, movimiento cultural que abarca desde el Báltico hasta la península y se caracteriza por el uso de determinados objetos de metal. Son características las hachas de talón, realizadas en moldes bivalvos, y los objetos de oro como el torques. Estos últimos, según Ruiz Galvez, son objetos que servían para establecer lazos comerciales dentro de una economía agraria muy pujante. Es frecuente la aparición de los llamados Atesoros@, acumulación de objetos aún hoy no bien explicada. El nivel técnico que alcanza aquí la orfebrería es muy alto.

Por otra parte el nordeste peninsular recibe el influjo cultural de los Campos de Urnas al final del segundo milenio (1100 a.C.). Su aspecto más conocido es el rito funerario: depósito de cenizas en urnas cerámicas tapadas con otro recipiente y enterradas en fosas, formando extensas necrópolis. Parece ser que llegaron grupos humanos en sucesivas oleadas, procedente del sur de Alemania, mezclándose con los habitantes locales.

En el sur peninsular hay una decadencia de la cultura argárica, que algunos han relacionado con que los Pueblos del Mar que asolaron las sociedades urbanas del Próximo Oriente y rompieron un floreciente comercio. Sin embargo, la zona de la desembocadura del Guadalquivir si mantuvo relaciones con Oriente en estos mismos momentos. Parece que la razón estaría en el agotamiento de los recursos mineros. Es en torno a lo que luego será Tartessos donde se reencuentran las culturas mediterránea y atlántica en la península.

1.1. EDAD DEL HIERRO: COLONIZACIONES Y TARTESOS

En el final del Bronce llegan las colonizaciones mediterráneas de griegos y fenicios y la formación del importante núcleo de Tartessos. De tal manera que la edad de hierro se confunde ya con numerosas culturas, unas procedentes de fuera y otras evolucionadas desde las influencias de los pueblos colonizadores. El hierro aparece en la península en torno al siglo VIII a.C.

Los fenicios y los griegos acudieron a la península atraídos por su riqueza mineral (plata, oro, hierro y estaño). El predominio comercial será primero de los fenicios, luego de los griegos y por último de los cartagineses herederos de los fenicios. La primera colonización fenicia es la fundación de Gadir, actual Cádiz, que según la leyenda es en el 1100 a.C., aunque más probablemente sea hacia el 800 a.C.. Es la única ciudad en la costa atlántica, las demás serán mediterráneas, siendo las principales Malaka (Málaga), Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra). Los fenicios ocupan tierras vírgenes de las costas malagueñas y granadinas, creando ciudades con puerto, fortificadas y dedicadas al comercio con los indígenas y a las actividades metalúrgicas, ganaderas, de pesca y artesanales. Según Almagro se trata más de factorías que de colonias. Desde Gadir se inició la colonización del bajo Guadalquivir, entonces navegable más allá de Sevilla. Tiene especial importancia la instalación de auténticas ciudades al modo oriental. Los fenicios llevaron sus divinidades y templos, el urbanismo, la cerámica de torno y la forma de trabajar los metales y el marfil. Se da una artesanía de lujo para las clases dirigentes indígenas.

La colonización griega es realizada fundamentalmente por los foceos de Asia Menor, aunque existe una leyenda que hace anteceder la colonia de Rosas a una fundación de los rodios. Desde el siglo VIII a.C. hay un prospero comercio con Tartessos, consecuencia del cual es la fundación de Mainaké, cerca de la actual Málaga. Mantienen un floreciente comercio cuando decae la influencia fenicia por que Tiro cae en manos de Nabucodonosor (573 a.C.). Sin embargo este predominio griego en el sudeste peninsular apenas dura medio siglo. Los etruscos y cartagineses coaligados derrotan a los griegos en la batalla de Alalia (535 a.C.), consecuencia de la cual es la formación de dos áreas de influencia en el mediterráneo occidental. La parte meridional con su ruta comercial de metales por la península ibérica para los fenicios, mientras la parte septentrional quedaba para los griegos. Por este motivo los griegos fundan Masalia (Marsella), donde tienen acceso a la otra ruta de los metales, que bajaba por el Ródano. Desde Masalia fundan Emporion (Ampurias), que se convierte en la colonia griega más importante de la península. En la primera mitad del siglo V a.C., Ampurias sustituye a Masalia en la preponderancia comercial, iniciando la acuñación de moneda. En el siglo III a.C. la colonia de Rosas conoce un importante desarrollo por la fabricación y comercio de cerámicas de barniz negro para las poblaciones indígenas. La victoria de Roma en la Segunda Guerra Púnica supone el fin de la colonización griega en la península.

Tartessos se considera la primera sociedad peninsular que consiguió configurar una cultura urbana. Tiene su origen en las florecientes culturas del Bronce final en Andalucía Occidental. Cristaliza en el primer cuarto del primer milenio a.C., gracias a las minas de la zona de la desembocadura del Guadalquivir y a ser punto de llegada de la ruta del estaño desde el noroeste peninsular y desde las islas británicas por el Atlántico, Tartessos estaba constituido por monarquías que controlaban una serie de minas y ciudades y se sostenían con mercenarios indoeuropeos. La gran riqueza se fundamentaba en la extracción de mineral y su posterior comercio con fenicios y griegos, además de etruscos y pueblos atlánticos; sin olvidar la importancia de la agricultura, ganadería y pesca. La orfebrería estaba bastante evolucionada, siguiendo modas y técnicas fenicias. Las ciudades se protegían con imponentes murallas. Las casas eran rectangulares. Los ritos funerarios y religiosos sufrieron un proceso de semitización.

Entre los siglos VI y III a.C. los cartagineses asumen el control de los territorios de población fenicia occidental. El cambio supone variaciones en los ritos funerarios (inhumación en lugar de cremación), nuevas divinidades del panteón cartaginés, y la introducción de la terracota. La caída de Tiro supone una orientación comercial hacia Cerdeña, Etruria y Ampurias, perdiendo interés Gadir. Se coloniza Ibiza, y luego se instalan factorías comerciales en Mallorca. Los cartagineses dominan las antiguas áreas fenicias e incluso las amplían. Después de la derrota de Cartago en la Primera Guerra Púnica, vuelcan su interés en la península ibérica al perder Cerdeña y Sicilia. A partir de este momento se plantea con los Bárquidas un proyecto de conquista de los territorios peninsulares costeros y del interior. En el año 238 a.C. Amílcar Barca desembarca en Cádiz con un poderoso ejército, ocupando las zonas habitadas por libio-fenicios. Buscaba ampliar mercados y conseguir recursos materiales y humanos. Ante la resistencia de las poblaciones interiores opta por la diplomacia, anexionándose varias ciudades. Su sucesor Asdrúbal se dedica a la acción diplomática. Consigue que Roma reconozca la influencia cartaginesa hasta el Ebro, y estrecha lazos con la nobleza indígena. Funda Carthago Nova. Se acuña moneda y se construye una flota. Asdrúbal muere asesinado. Aníbal, hijo de Amílcar Barca, era un joven decidido a solucionar la hegemonía cartaginesa por medio de las armas. Así somete a los pueblos indígenas al sur del Ebro. En el 219 a.C. solo Sagunto, aliada de Roma, escapa a su control. Pretextando defender a los turdetanos de la amenaza de Sagunto, ataca la ciudad que resiste ocho meses gracias a sus murallas. Se inicia así la Segunda Guerra Púnica, donde Roma defiende los intereses de Sagunto y especialmente de su aliada Marsella. El triunfo romano supone el inicio de la romanización de la península.

LA PENÍNSULA IBÉRICA ANTES DE LA DOMINACIÓN ROMANA

Las fuentes para estudiar los distintos pueblos prerromanos de la península son escasamente históricas, por lo que se deben apoyar en la epigrafía, lingüística y arqueología. Simultáneamente a las colonizaciones griega y fenicia, grupos indoeuropeos, tradicionalmente identificados como indoeuropeos, entran por los Pirineos, mezclándose con los habitantes peninsulares e introduciendo la metalurgia del hierro. De esta forma se reduce la diferencia entre el poblamiento más denso del sur peninsular y el resto. Caro Baroja ya estudió los distintos pueblos dividiéndolos en grupos según los puntos cardinales: sur, este, centro y oeste, norte.

Entre los pueblos al sur de Sierra Morena destacan los turdetanos, descendientes de los tartésicos, estando todos ellos dominados por los cartagineses. Contaban con las minas de plata y cobre y con una agricultura basada en el cereal, la vid y el olivo y desarrollada por una abundante mano de obra esclava. Tenían también ganado vacuno. La pesca, sobre todo de atún y caballa, era otra actividad importante, por las conservas en salazón y la elaboración de salsas como el famoso Agarum@ cartaginés. Continúa el comercio de metales extraídos allí y los procedentes del noroeste peninsular y las islas británicas. Contaban con una nobleza y magistrados públicos. Existía una relación de dependencia de unas ciudades hacia otras, según Mommsen, como los ilotas lacedemonios.

En el este de la península están los pueblos íberos. En cierta medida se parecen a los del sur, porque lo que fue allí la influencia fenicia, aquí lo es la griega. Destacan los edetanos, ilergetes e ilergavones, frente a los pueblos pirenaicos que eran los más atrasados. El curso del Ebro fue una prolongación de la influencia griega en la costa. Otra ruta importantes la que va paralela a la línea de costa, por el norte hasta Marsella y por el sur hasta los asentamientos fenicio-púnicos. La economía se basa en el cereal, vid y olivo, cultivo y procesado del lino y, en la zona de Cartagena, en la minería con mano de obra esclava. Estos pueblos se gobernaban mediante asambleas, y a lo que llamaban reyes eran muchas veces líderes guerreros a quienes se encomienda una acción militar. Es el caso de Indíbil y Mandonio al frente de ilergetes e ilergavones en las guerras púnicas, luchando del lado de Roma.

En el centro y oeste de la península había pueblos de origen indoeuropeo, mezclándose en la parte oriental de la meseta con los íberos, dando lugar a los llamados celtíberos. Destacan los arévacos, vacceos, carpetanos y lusitanos. Hay embriones de ciudades como la arévaca Numancia. Predomina la ganadería de ovejas, cabras y caballos, salvo entre los carpetanos donde es más importante la agricultura de cereal. La organización social es en tribus y clanes, y la propiedad de la tierra es comunal, sorteándose los lotes cada año. Contaban con un silo común. Cuando este sistema se disloca por la concentración de riqueza en manos de una aristocracia, los campesinos sin tierras se dedican al bandolerismo e incluso se enrolan como mercenarios, apareciendo en Tartessos y en los ejércitos cartagineses.

Los pueblos del norte son los galaicos, astures, cántabros y vascones, los más atrasados de toda la península y fuertemente influidos por los indoeuropeos. Apenas tienen agricultura, basando su alimentación en la recolección y secado de bellotas para fabricar pan, y en la ganadería de cerdos y cabras. De esta forma, las expediciones de pillaje contra sus vecinos son fundamentales para la supervivencia de los pueblos. Ocupan sitios fortificados elevados llamados castros, dado lo belicoso de su carácter. Las mujeres trabajan en el campo y participan en la guerra, llegando al extremo entre los cántabros de formar un matriarcado.

1.1.1. PROCESO DE DOMINACIÓN ROMANA

La dominación romana se inicia en la península en el año 218 a.C. dentro del marco de la Segunda Guerra Púnica y no acaba hasta las guerras de Augusto contra cántabros, astures y galaicos que acaban en el año 19 antes de Cristo. Este proceso de conquista supone la asimilación o exterminio de todos los pueblos de la península. Tiene momentos de guerra junto con otros de paz. Este largo proceso queda bien desarrollado siguiendo a Bosch Gimpera y Aguado Bleye. Puede dividirse en tres fases.

La primera fase se inicia con el desembarco en Ampurias de los romanos para cortar la base de suministros de Aníbal en la península ibérica y culmina con la conquista de Gádir en el 206 a.C. De esta forma los romanos acaban con la dominación cartaginesa y van paulatinamente haciéndose con todos los territorios que fueron de estos. Emplean para ello la diplomacia y los pactos junto con la guerra y dominación. Durante los dos primeros tercios del siglo II a.C. van a conquistar toda la costa mediterránea, el valle del Guadalquivir y del Ebro y van a introducirse en el interior de la Meseta. La sublevación de turdetanos y otros pueblos por los excesivos tributos suponen un dominio más efectivo. Culmina esta fase con las guerras celtíberas y lusitanas, donde el sitio de Numancia (143-133 a.C.) es el episodio más importante.

La segunda fase ocupa un siglo, desde la caída de Numancia (133 a.C.) hasta las guerras de Augusto (29-19 a.C.). La expansión territorial es escasa y se caracteriza por un largo proceso de asimilación de la población y por ser escenario de las guerras civiles del final de la República. Para acabar con los apoyos que reciben algunos generales hay que someter a los pueblos que tenían acuerdos de federación con ellos. Así sucederá con los aliados de Pompeyo que debe someter César.

La tercera fase se corresponde con unas guerras que emprende Augusto para extender el dominio romano más allá de sus fronteras y asegurar así los dominios imperiales. Entre el año 29 y el 19 a.C. se va a organizar la conquista sistemática, con tres ejércitos y empleando fuerzas navales de los territorios de satures, cántabros y galaicos. Los cántabros son vendidos como esclavos en la Galia, pero asesinan a sus amos y regresan a su tierra. De esta forma en el año 19 a.C. el ejército romano aniquila a toda la población cántabra, obliga a satures y galaicos a abandonar las montañas y ocupar los valles, además de emplearlos en la extracción de las riquezas minerales de sus territorios.

BIBLIOGRAFÍA

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