La entrada de los musulmanes en la península ibérica en el año 711, liquida la monarquía visigoda y provoca la reunión en la zona más septentrional de la península de grupos reducidos de hispanogodos, que se convierten en centros de resistencias. Poco a poco van a ir logrando una cierta autonomía con respecto al dominio musulmán, si bien hasta el año 1000, siguen siendo dependientes de los emires y califas cordobeses. La fragmentación política va a ser la característica de estas entidades políticas que nacen en el norte peninsular, debido a que quedaron recluidos en una zona montañosa y a que eran grupos con escaso poder expansivo en los años de formación. Los siglos XI y XII van a ser de constante pugna entre el avance cristiano y la enconada resistencia de la España musulmana con ayuda de grupos norteafricanos. El siglo XIII es la gran expansión por el sur y costa de levante, dejando la España musulmana reducida solo al reino nazarí de Granada, que resistirá aún otros dos siglos y medio.
LOS REINOS CRISTIANOS HASTA EL AÑO 1000
Reino asturleonés
Una franja de territorios montañosos cantábricos queda sin ocupar por los musulmanes, lugar donde viven cántabros, astures y vascones. En el año 718 un noble visigodo llamado Pelayo huye de Córdoba y se refugia en las montañas cantábricas, poniéndose al frente de un movimiento de resistencia al dominio musulmán en torno a Cangas de Onís. En el año 722 vence a una expedición musulmana en Covadonga, y poco después el gobernador de Gijón abandona la localidad. El primer organizador del reino es Alfonso I (739-757) que consigue mantener la independencia política gracias a que el empuje musulmán llega a su final y a la retirada de los bereberes de las zonas más allá del Duero. Ahora los visigodos se convierten en el eje vertebrador del reino, imponiéndose sobre los cántabros y astures. Alteran sus modos de vida ancestrales, introduciendo nuevos sistemas de explotación, de propiedad individual y dependencia personal. Con respecto a Al Andalus, hay una vinculación económica en el pago de parias, en reconocimiento de soberanía. Los emires intervienen en los asuntos del reino asturiano. Se comienza ahora la desarticulación demográfica del Duero para crear un vacío que proteja de las incursiones musulmanas.
Otro gran impulsor de la independencia del reino es Alfonso II (791-842), que traslada la capital a Oviedo. Al estar en crisis de nuevo el emirato de Córdoba, suspende el pago de tributos y continúa con el traslado de la población del Duero. Consigue independizarse de la iglesia de Toledo al apoyar al Beato de Liébana frente al obispo Elipando de Toledo que defiende el adopcionismo. Somete el área de Galicia que llevaba medio siglo ajena a la dominación musulmana y sin reconocer a los reyes asturianos. La primera basílica de Compostela es construida ahora, iniciándose la adoración al sepulcro del apóstol.
Con Alfonso III (866-911) hay una expansión hacia el sur y oeste, conquistando León, Astorga, Tuy, y llegando hasta Coimbra. Por la parte oriental se ocupa Amaya llegando hasta la zona de La Rioja donde choca con la dinastía de Pamplona. La presión demográfica en el reino se hace tan fuerte que se inicia la repoblación de la zona entre el Duero y la cordillera Cantábrica, primero de manera espontánea (presura individual) y después organizada por el rey poniendo un noble al frente (presura colectiva). Llevando mozárabes de Toledo se van a repoblar diversos núcleos en la ribera norte del Duero (Zamora, Toro, Dueñas y Simancas). Es ahora cuando un grupo de monjes mozárabes refugiados en Asturias elaboran la teoría sobre la continuidad del reino visigodo en las instituciones asturianas, la pérdida de España y la que luego será llamada Reconquista. Es importante la redacción de Crónicas donde se recogen todas estas ideas. Si bien es con Alfonso II cuando se construye la basílica de Compostela, el impulso definitivo al culto al apóstol llega con Alfonso III, quien lo convierte en un anti-Mahoma y punto de referencia para todo el mundo cristiano peninsular.
La capital del reino se traslada León con Ordoño II (914-924), queriendo contraponerla al Toledo visigodo y comenzando a llamarse los reyes de León emperadores. Los demás reinos cristianos no le reconocerán esta primacía. Continúa la expansión por el valle del Duero, conquistando Salamanca en 948, aunque Abd al Rahman III trata de frenarlo, enviando expediciones militares y construyendo el castillo de Gormaz sobre el Duero. La expansión se ve ralentizada y luego definitivamente frenada por la agresividad de las campañas de Almanzor. Al tener cerradas las rutas auríferas de África por la expansión de los fatimitas, el califato busca en los reinos cristianos del norte el flujo monetario que necesita. Esta es la razón de la presión en el último cuarto del siglo X. La presión demográfica debía ser fuerte porque la repoblación no se detuvo a pesar de las condiciones mucho más difíciles en la segunda mitad del X.
En la zona oriental del reino empieza a adquirir relevancia política una tierra de frontera a la que llaman Castilla por la abundancia de castillos. Es una zona que sufre los constantes ataques musulmanes y que separa el reino asturiano del valle del Ebro. Sus habitantes son hombres libres, de behetrías, que eligen libremente a su señor y lo rechazan si no les conviene. Está en contacto con los vascones y el reino de Pamplona. Como centro más importante se funda Burgos. El conde de Castilla va a ir poco a poco separándose de su dependencia del reino asturleonés, a partir del conde Fernán González (920-970), hasta lograr hacerse más poderoso que el mismo rey de León. Los condes castellanos aprovechan la debilidad leonesa por la falta de autoridad real, para intervenir en los asuntos políticos de León, igual que hacen cordobeses y navarros. El final del reino de León llega en el año 1037 cuando muere Vermudo III en la batalla de Tamarón y el conde castellano Fernando I se convierte en rey al estar casado con Sancha, heredera de Vermudo III.
Reino de Pamplona
La zona de la actual Navarra es uno de los ejes de salida de la península de los ejércitos musulmanes que se adentran en la tierra de los francos en la primera mitad del siglo VIII. Por esta causa, los carolingios también entran por aquí para intentar tomar algunas plazas del Ebro. En una de estas incursiones, la retaguardia de los carolingios es atacada y derrotada en Roncesvalles (778). Pamplona se debate entre la influencia carolingia, el control árabe del valí de Huesca y la familia muladí banu Qasi que domina la ribera. En el 816 Iñigo Arista, de la familia Iñiga que domina Pamplona, emparentado con los banu Qasi, se alía con ellos y se independiza de los carolingios, para más tarde con apoyo astur, derrotar a los banu Qasi en Albelda (859). La fragmentación del territorio de los banu Qasi deja el paso libre a los ejércitos cordobeses. Los asturianos apoyaron al reino de Pamplona y promovieron a la familia de los Jimeno, que dominaba la zona oriental (Sangüesa-Leyre), para crear un poder fuerte. Sufre ataques normandos y paga parias al emir de Córdoba. El siglo X también es de sumisión frente a Córdoba, mientras con asturleoneses hay alianzas matrimoniales y enfrentamientos fronterizos o por injerencias mutuas en los gobiernos. Con Sancho I (905-926) y la reina Toda, que es regente a la muerte de su marido, Navarra adquiere relevancia política, interviniendo de manera constante en el reino asturleonés. Conquista la Rioja con el monasterio de San Millán de la Cogolla, y la zona del río Aragón con el obispado de Jaca. En el último cuarto de siglo se ve sometida por los ataques de Almanzor, que llega a saquear Pamplona. A partir del año 1000 vive Navarra su momento de mayor esplendor.
Condados catalanes
Igual que sucedía con el Pirineo occidental, el lado oriental tenía una importancia estratégica porque era la ruta de paso de los ejércitos musulmanes hacia Narbona y Arlés para entrar en el territorio franco siguiendo el curso del Ródano. En el año 785 los habitantes de Gerona hacen entrega de la ciudad a Carlomagno, quien restaura la diócesis. Estos territorios se entregan al poder carolingio para separarse del emirato de Córdoba. Hay unas campañas de los carolingios, que culminan en el 801 con la conquista de Barcelona. En estas tierras se forman una serie de condados dependientes (Gerona, Ampurias, Urgel, Cerdaña, Ausona, Barcelona, Rosellón y Besalú) que serán llamados la Marca Hispánica, siendo sus condes magnates francos. Los condes son vasallos del rey de los francos y sus diócesis dependen del arzobispado de Narbona. Es una frontera defensiva entre el Imperio de Carlomagno y el Emirato. Los condes de Tolosa crean otros dos condados en valles pirenaicos centrales, Pallars y Ribagorza. Todo el valle del Ebro está en poder de los musulmanes que establecen una línea defensiva muy fuerte desde Tudela a Huesca, Lérida y Tarragona con Tortosa.
A finales del siglo IX, Wifredo el velloso (870-898) logra unir cinco condados bajo la dirección del de Barcelona que se ha convertido en el más poderoso entre ellos. Repuebla la plana de Vic y promueve la construcción de grandes monasterios como Ripoll. A su muerte la herencia se divide entre sus tres hijos, quedando Urgel por un lado y Barcelona por otro. Hasta el último cuarto del siglo X la vida en los condados catalanes es tranquila, manteniéndose la dependencia feudal de los reyes francos por inercia y con unas buenas relaciones con el califato. En el año 985 Barcelona es saqueada por Almanzor y ocupada temporalmente. Al no recibir ayuda de Hugo Capeto en 987 los condes catalanes reniegan de su juramento de fidelidad al rey de los francos. Aun habrá otro ataque musulmán en 1001.
EL REINADO DE SANCHO III EL MAYOR DE NAVARRA (1000-1035)
Sancho III de Navarra (1000-1035), el Mayor, rey de Navarra que incorpora al reino los condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza y Castilla. Coincidió su reinado con la muerte de Almanzor y el declinar del poder de los califas de Córdoba. El rey Vermudo III de León, el conde Berenguer Ramón I de Barcelona y el conde Sancho Guillermo de Gascuña le prestaron vasallaje, consiguiendo de esta manera unir en una autoridad política los territorios cristianos de la península y algunos del otro lado de los Pirineos. El reino de Navarra quería ser el contrapunto frente al califato de Córdoba. Conquistó algunas plazas frente a los musulmanes. Al morir entrega la corona de Navarra a su hijo García Sánchez, y reparte entre sus demás hijos otros territorios pero bajo la supremacía navarra: Ramiro I en Aragón, Gonzalo en Sobrarbe y Ribagorza y Fernando en Castilla. Con el tiempo, estos comienzan a dejar de llamarse condes y acaban autotitulándose reyes. De esta forma, igual que el califato de Córdoba se divide desde el 1031 en taifas, los cristianos también disuelven ese espejismo de unidad que supuso Sancho el Mayor. Coincide el final del reinado de Sancho el mayor con la descomposición del califato de Córdoba en los múltiples reinos de taifas, y de esta forma, sus hijos van a iniciar un nuevo proceso de conquista de territorios musulmanes.
EXPANSIÓN DE LOS SIGLOS XI Y XII
La descomposición del califato de Córdoba coincide con la configuración territorial de los reinos cristianos, que llegará hasta el final de la época medieval. Hay una expansión entre el último cuarto del siglo XI y el primero del XII, cayendo Toledo y Zaragoza en poder de castellanos y aragoneses respectivamente. Se unen los destinos de castellanos con leoneses y aragoneses con catalanes, mientras los navarros van quedando desconectados paulatinamente de los asuntos peninsulares.
Castilla y León
León había vivido los años de reinado de Sancho el mayor de Navarra, sometida por su pujanza militar. En cuanto muera, Vermudo III recupera varias de las ciudades ocupadas e intenta reconstruir las fronteras frente a Castilla. Fernando I, uno de los hijos menores del rey Sancho el Mayor (Sancho III de Navarra), había recibido a la muerte de su padre el condado de Castilla, pero bajo el vasallaje de Navarra. Estaba casado con doña Sancha, hermana de Vermudo III de León, que llevó al matrimonio como dote los territorios del recién creado obispado de Palencia. Al morir Sancho el Mayor, Vermudo reclamó los territorios palentinos, lo que enfrenta a los cuñados en una guerra en la que muere el rey leonés en la batalla de Tamarón (1037). La corona de León recae entonces en Sancha, quedando así unido dinásticamente Castilla y León. Como Fernando recibió apoyo de Navarra, y Castilla era su vasallo, a cambio de la unión de Castilla y León, Navarra se incorpora varias localidades castellanas. El sometimiento frente a los reyes de Pamplona lleva a una guerra que acaba en la batalla de Atapuerca (1054) donde los castellanos vencen y muere el propio rey García Sánchez III de Navarra, hermano de Fernando I. Entonces Fernando I quiere reactivar la idea imperial de León, utilizando para esto una política de sometimiento de las distintas taifas musulmanas imponiéndoles parias. Las taifas de Zaragoza, Toledo, Badajoz y Sevilla se verán obligadas a reconocer la supremacía del rey castellano-leonés. Así se refuerza la economía cristiana y se prepara para una futura expansión territorial que en esos momentos es imposible por la falta de recursos demográficos. En su testamento reparte los reinos entre sus hijos: Sancho II Castilla, Alfonso VI León, García Galicia y a sus hijas Urraca y Elvira, las ciudades de Zamora y Toro. El reparto de las sustanciosas parias musulmanas es el inicio de una guerra entre los hermanos, que dura siete años y que acaba con la reunificación de los reinos en Alfonso VI.
Alfonso VI de Castilla y León (1065/1072-1109), desposeído en un principio por su hermano, regresa para hacerse cargo de la herencia íntegra de sus padres Fernando I y doña Sancha, una vez muerto Sancho II y encarcelado García. Alfonso VI va a extender la frontera del reino castellano-leonés hacia el sur conquistando Toledo en 1085 y obligando a los reinos de taifas a continuar pagando parias. La caída de Toledo tiene un fuerte efecto psicológico para los musulmanes, ante lo cual Al-Mutamid de Sevilla, solicita ayuda a los almorávides, que entran en Al Andalus y ponen todas las taifas bajo su poder, salvo la de Zaragoza. En 1087 derrotan a los cristianos en Sagrajas suponiendo el cese en el pago de parias y poner en peligro los territorios recién ocupados. Se suceden ahora varios años de guerra con la frontera entre cristianos y musulmanes en torno al Tajo, donde los acontecimientos más importantes son: el matrimonio de Alfonso VI con Zaida que lleva en dote las tierras de Cuenca, Ocaña, Consuegra y Uclés, y las batallas de Consuegra (1097) y Uclés (1108), muriendo en esta última el único hijo varón de Alfonso VI. El rey muere al año siguiente dejando sus reinos a su hija Urraca, casada en segundas nupcias con el rey Alfonso I el batallador de Aragón. Durante el reinado de Alfonso VI la orden de Cluny adquiere mucha importancia en el reino, con Sahagún y Compostela como bases principales, y sustituye el rito latino al mozárabe. El Camino de Santiago se convierte en el nexo de unión con Francia, entrando por él importantes activos humanos y económicos. Las hijas del rey se casan con príncipes franceses (el primer marido de Urraca es Alfonso de Borgoña y Teresa casa con Enrique de Lorena).
A la vez en Valencia, Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid conquista la ciudad y la mantiene bajo poder cristiano durante diez años (1089-1099). Derrota a los almorávides con la ayuda del rey moro de Zaragoza.
El reinado de Urraca (1109-1126) es de crisis, desorden guerra civil. Las facciones nobiliarias se multiplican, señores como el arzobispo Gelmírez niegan contestan la autoridad real y el segundo marido de la reina, Alfonso I el batallador, rey de Aragón, interviene en los asuntos de gobierno y cuando repudia a Urraca mantiene parte del reino en su poder. El balance de este reinado es catastrófico. Su hijo, Alfonso VII (1126-1157), será una figura providencial. Primero devuelve el reino a la autoridad regia, aprovecha la crisis aragonesa después de la muerte del Batallador para recuperar los territorios perdidos en la parte oriental, y más adelante lleva la campaña de conquista hasta Sierra Morena. Incluso llegará a conquistar Almería, plaza que pierde diez años después. Se hizo coronar como emperador ya que recibió homenaje vasallático de su primo Alfonso Enríquez, reconocido entonces como rey de Portugal, y de los demás monarcas peninsulares. A su muerte dividió sus reinos entre sus hijos: Castilla a Sancho III y León a Fernando II.
Castilla vivió convulsa los primeros años separada de León por la prematura muerte del rey Sancho III (1157-1158) y la prolongada minoría de edad de Alfonso VIII (1158-1214). Cuando el rey alcance su mayoría de edad (1169) recupera los territorios riojanos que le había quitado el rey navarro y completa la ofensiva conquistando Álava y Guipúzcoa en 1200. Deja así sin salida al mar a Navarra y conecta Castilla con la frontera francesa. Los enfrentamientos con León estuvieron parcialmente solucionados al casar la hija primogénita de Alfonso VIII, Berenguela, con el rey de León Alfonso IX. Cuando el Papa considere la unión ilegítima por el parentesco las hostilidades vuelven y no cesan hasta la muerte del rey leonés. Frente a los musulmanes, conquistó la ciudad de Cuenca (1177), y tuvo que hacer frente a la invasión de los almohades que le derrotan en la batalla de Alarcos (1195). Después de este revés que supone la pérdida de control sobre los territorios de Guadiana y Tajo, consigue la ayuda de aragoneses y navarros. Vuelve a dar la batalla en la Navas de Tolosa (1212), consiguiendo una victoria tan importante que quedan abiertas las puertas de toda Andalucía.
León tuvo dos monarcas. Primero Fernando II (1157-1188), que repuebla Ciudad Rodrigo y Ledesma para asegurar la frontera con Portugal y trata de ampliar su frontera frente al Islam pero no lo consigue por el empuje almohade, quedándose con Alcántara, donde nace una orden militar. Alfonso IX (1188-1230) también tuvo problemas con sus dos vecinos, Portugal y Castilla, y solo conquistó tierras islámicas, aprovechando el repliegue almohade después de las Naves de Tolosa. Conquista Cáceres, Mérida y Badajoz. Reunió las primeras Cortes medievales en 1188 para recaudar dinero de las ciudades del Camino. Fundó la Universidad de Salamanca. A su muerte, el reino quedó para su hijo Fernando, que ya era entonces rey de Castilla, reuniendo así las dos coronas.
El reino de Navarra
García (1035-1054) primogénito de Sancho el mayor, se verá enfrentado con su hermano Fernando I por los territorios castellanos, donde había creado el obispado de Nájera. Su hijo Sancho IV el de Peñalén (1054-1076) se ve obligado a reconocer la superioridad castellana y renunciar al cobro de parias musulmanas. A la muerte de Sancho IV, Navarra y Aragón se unen para resistir mejor los empujes castellanos y catalanes. Permanecen unidos entre 1076 y 1134. A la muerte de Alfonso I el batallador, los navarros eligen a García Ramírez (1134-1150). En adelante Navarra quedaría a expensas de los reinos castellano y aragonés, solo pudiendo destacar cuando estos estaban en crisis. En adelante los navarros solo lucharán como mercenarios en otros reinos. Para evitar la anexión a Castilla y Aragón los navarros se alían con leoneses y franceses. En 1200 no pueden evitar la conquista castellana de Guipúzcoa y Álava.
El reino de Aragón
Ramiro I (1035-1063) recibió una estrecha franja de territorio al sur de los Pirineos. Su expansión pasaba por la taifa de Zaragoza, por la que se enfrenta a Castilla, muriendo en ello el rey. Su hijo Sancho Ramírez (1063-1094) infeudó su reino a la Santa Sede. En 1064 el Papa organiza una cruzada con nobles europeos que entregan Barbastro a Aragón. El afianzamiento viene con la unión con Navarra en 1076. La crisis castellana tras Sagrajas, y la de la taifa de Zaragoza consiguen un progresivo desmantelamiento de las defensas musulmanas, culminando con las conquistas de Alfonso I el batallador. El rey batallador reanuda la conquista del valle del Ebro. Los almorávides en 1110 habían conquistado Zaragoza, que consigue tomar el rey aragonés en 1118. Repuebla Soria y conquista Calatayud, Daroca y Molina. El contraataque almorávide y la muerte del batallador suponen la inseguridad de toda la región. Alfonso I el batallador deja sus reinos a las órdenes militares. La nobleza aragonesa no dispuesta a ello opta por casar a Petronila, heredera del reino con Ramón Berenguer IV conde de Barcelona, de la orden del Temple. Se perdía Navarra.
Los condados catalanes
En la primera mitad del siglo XI se hace de forma violenta el proceso de feudalización de la sociedad. Las posibilidades de expansión eran más reducidas que en occidente, al estar los territorios musulmanes muy densamente poblados. Hay una lucha contra el poder del conde de Barcelona, que acaba por vencer este con Ramón Berenguer I (1035-1076). En 1058 la nobleza rebelde pacta con el conde a cambio de sus privilegios y el sometimiento del campesinado. El cobro de parias reactivó la economía, pero impedía la expansión territorial, creciendo la tensión entre nobleza y campesinado. El Cid impidió al conde de Barcelona tomar las parias de Zaragoza y Valencia. La entrada de los almorávides acabó momentáneamente con la actividad de los reinos cristianos.
Se ocuparon de una expansión por el sur de Francia, empezando por el condado de Razés y la ciudad de Carcasona. Ramón Berenguer III (1097-1131) se casa con Dulce de Provenza e incorpora Besalú y Cerdaña. Restaura la sede arzobispal de Tarragona uniendo los condados en el aspecto religioso, a la vez que intensifica la repoblación de Tarragona. Su hijo Ramón Berenguer IV se casa con Petronila, heredera del reino de Aragón y actúa como regente durante la minoría de su prometida. En 1148 conquista Tortosa y después todo el valle bajo del Ebro.
Corona de Aragón
Del matrimonio de Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y Petronila, reina de Aragón nace Alfonso II (1162-1196) que une bajo una corona Aragón y Cataluña. Defendió sus dominios franceses y fundó Teruel como avanzada entre Castilla y los territorios levantinos aún en poder de los musulmanes. En su reinado ya empieza a sentirse el enfrentamiento entre la burguesía catalana que piensa en la expansión comercial mediterránea y la nobleza aragonesa que se preocupa de la expansión territorial peninsular. En el valle del Ebro la distribución de territorios se debió hacer pensando en los fuertes contingentes musulmanes y mozárabes que allí permanecieron, sometidos a la nobleza terrateniente. En la Extremadura aragonesa dominan los concejos vinculados a la monarquía, ocupados en la ganadería. La competencia castellana lleva a la conquista de Teruel. Los intereses catalanes ultrapirenáicos desaparecen tras la muerte de Pedro II en la batalla de Muret (1213).
Los orígenes del reino de Portugal
Durante la guerra que acaeció durante el reinado de Urraca, su cuñado Enrique de Lorena, conde de Portugal, se afianzó en su territorio. Cuando sube al trono Alfonso VII no puede evitar que Alfonso Enríquez actúe con independencia de Castilla. Para asegurarse la independencia el condado fue infeudado al Papa. Braga será su sede metropolitana. La Iglesia se convierte en un poder que en ocasiones se enfrenta al rey.
SIGLO XIII
Fernando III el Santo (1217/1230-1252). Heredó el reino de Castilla al morir su tío Enrique I (1214-1217) y renunciar su madre doña Berenguela en él. León fue herencia de su padre, tras una negociación ya que este había dejado el reino a las hijas de su primer matrimonio. Desde 1224 el rey se centra en la actividad que hará que sea considerado como uno de los reyes más importantes de la época medieval, la conquista de todo el valle del Guadalquivir. La conquista de Córdoba (1236) y Jaén (1246) se ven coronadas con la de Sevilla (1248). Esta última en una sitio terrestre y naval sin precedentes. Los avances posteriores a su reinado son escasos, dejando unas fronteras que, recortadas ligeramente, llegarán hasta los Reyes Católicos. Su hijo y heredero Alfonso colabora de cerca con su padre, firmando con los aragoneses el Tratado de Almizra (1244) que establece las zonas musulmanas que corresponden a cada reino. Solo Niebla y Murcia quedan como reinos musulmanes, pero con una administración militar castellana. Por este motivo Alfonso X tendrá que volver a conquistarlas en la década de los 60.
En cuanto a la ocupación del territorio se hará mediante repartimientos. La potencial demográfico castellano-leonés no permite llevar grandes contingentes de población, como ya sucedió en el Campo de Calatrava. En las principales ciudades andaluzas (Úbeda, Baeza, Córdoba, Jaén, Carmona, Sevilla) el pacto de entrega establece la expulsión de la población musulmana, lo que genera un vacío demográfico difícil de cubrir. La repoblación se hace creando poderosos concejos y mediante repartimientos. Las ciudades van a estar controladas por oligarquías de caballeros con propiedades de tipo medio. La repoblación rural se hace sobre la permanencia de gran parte de la población musulmana. La revuelta mudéjar y la crisis demográfica van a crear un vacío de población rural. La propiedad se va a concentrar en manos de la nobleza y las oligarquías urbanas, imponiéndose una estructura socioeconómica feudal y formando grandes latifundios.
Cuando Alfonso X ha sometido los antiguos reinos de Niebla y Murcia, y aplastado la rebelión mudéjar, solo el reino nazarí de Granada se mantiene como reducto musulmán en la península. Las razones de no completar la labor de reconquista en el siglo XIII son varias. Granada era un reino vasallo de Castilla que pagaba unas cuantiosas parias, con lo que no se tenía una necesidad imperiosa de dominarlo. EL reino castellano-leonés carecía de contingentes suficientes para dominarlo y se defendía en una orografía muy montañosa. Además, se inician en estos años una serie de guerras civiles donde la nobleza se resiste al dominio que sobre ella quiere ejercer la monarquía, y esta trata de hacer valer su autoridad.
La Corona de Aragón
Abandonadas las pretensiones francesas después de Muret, la corona se fijará en las cuestiones hispánicas. La minoría de Jaime I (1213-1274) es aprovechada por la nobleza para replantear sus reivindicaciones. En los años 30′ el rey canaliza los intereses de los nobles hacia la expansión territorial sobre los musulmanes. La conquista de Mallorca (1229-1230) interesaba a la burguesía y nobleza catalana, pero le era indiferente a los aragoneses que se oponían a ella. Las islas tardaron más tiempo en conquistarse. Los aragoneses aprovecharon el año de 1229 para ir conquistando plazas de la frontera septentrional valenciana. Ante el peligro de que los aragoneses conquistaran toda Valencia por su cuenta, Jaime I pide fondos a las Cortes de Monzón (1232) y encabeza la empresa. Toman Valencia (1238) y en los años siguientes se va ocupando el resto del reino (1239-1245). Las grandes ciudades son abandonadas. La repoblación urbana se hace también mediante el repartimiento. Los grandes beneficiados son la nobleza y la burguesía comercial.
En las zonas rurales la nobleza podrá constituir notables señoríos. Allí vive una importante población musulmana que practica una agricultura de irrigación y se organiza tribalmente. Esta estructura mantenida mediante pactos, acabará cuando la revuelta mudéjar permita a los nobles someter a la población a un proceso de feudalización. La agricultura de regadío se sustituye por el cereal y la vid. Se incorporan contingentes campesinos cristianos.
El reino de Portugal
El fortalecimiento monárquico del siglo XIII se ve condicionado por la gran influencia de la Iglesia. La monarquía canalizó los intereses de Iglesia y nobleza hacia la ofensiva contra el Islam. Contó también con las órdenes militares del Hospital, Temple, Santiago y Avis. Surgieron problemas fronterizos con Castilla, hasta que en 1267 se fijó la frontera en el Guadiana. La repoblación estuvo marcada por el predominio de la ganadería, la escasez demográfica y los grandes señoríos de las órdenes militares.
Sancho II que quiso imponerse frente a Iglesia y nobleza fue sustituido con apoyo del papado por su hermano Alfonso III (1248-1279). Este reconoció los privilegios de Iglesia y nobleza, a la vez que se procuró apoyos contra estos en la burguesía. Terminada la reconquista portuguesa, requisó bienes eclesiásticos y quitó la exención de impuestos de los nobles. Constituyó así una monarquía centralizada con poco peso de los nobles, aunque siendo importantes la Iglesia y las órdenes militares.
BIBLIOGRAFÍA
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