Tema 31A – Los reinados peninsulares en los siglos XIV Y XV. Conflictos sociales. Diversidad cultural.

Tema 31A – Los reinados peninsulares en los siglos XIV Y XV. Conflictos sociales. Diversidad cultural.

Castilla

Con Fernando III y Alfonso X se había concluido la gran expansión territorial del reino castellano a costa de las tierras musulmanas. El final de la etapa expansiva coincide en el reinado de Alfonso X con el intento de fortalecer el poder monárquico a costa de la nobleza. Los sueños imperiales del rey y el problema sucesorio con la muerte del infante Fernando de la Cerda, provocan una guerra civil que deja en suspenso la aplicación de las Partidas y sumen al reino en una crisis general. La guerra civil que enfrente al rey con su hijo Sancho concluye en 1282 cuando en las Cortes de Valladolid se le reconoce a este en el gobierno de Castilla. Sancho IV (1284-1295) ejercerá el gobierno apoyándose en las ciudades castellanas, a las que concede varios privilegios, como el de formar Hermandades, que defienden los intereses ciudadanos y el orden público. La reunión de Cortes es frecuente en este reinado. Sin llegara ejercer una política antinobiliaria, sí marginó a las dos familias más importantes, los Haro y Lara. Su matrimonio con María de Molina fue considerado ilegítimo por el Papa, ante lo cual los infantes de la Cerda vuelven a reclamar la corona ya que los hijos de Sancho IV no son legítimos.

La minoría de edad de Fernando IV (1295-1312) es aprovechada por los nobles para tratar de recuperar los privilegios perdidos y acrecentarlos. La regencia la ejercen la madre del rey, María de Molina y el infante Enrique, hermano de Alfonso X, mientras por otro lado los infantes de La Cerda reclaman el trono y Jaime II de Aragón aprovecha para ocupar parte de Murcia. María de Molina recurrió a las ciudades que le dieron su apoyo político y económico a cambio de la concesión de muchos privilegios. Cuando El rey es declarado mayor de edad (1301) la crisis se atenúa, al admitir el Papa la legitimidad de la sucesión y crear un importante patrimonio nobiliar para Alfonso de La Cerda. Se acaban los conflictos fronterizos con Aragón en la Concordia de Ágreda (1304), donde Castilla cede Alicante, Orihuela y Elche a Aragón. Al final del reinado se logra la conquista de Tarifa, impidiendo así la comunicación por el estrecho entre el reino de Granada y el norte de África.

La temprana muerte del rey, según la leyenda emplazado ante la justicia divina por un reo condenado injustamente, da inicia a una nueva minoría. Alfonso XI (1312-1350), apenas cuenta un año cuando es proclamado rey. Su abuela María de Molina es una de las regentes y quien custodia al rey-niño, mientras hay otros dos regentes, los infantes Juan y Pedro. El reino se divide en tres zonas, administradas por cada uno de los regentes de maneras diferentes. La guerra civil vuelve en los términos anteriores de linajes reales secundarios en busca de poder, nobles que quieren más extensos territorios y ciudades que desean mayor influencia en la monarquía. Se agrava la situación al morir en 1319 los regentes Juan y Pedro, y en 1321 María de Molina. Son ahora los infantes don Juan Manuel, Felipe y Juan quienes luchan por hacerse con el gobierno. Solo con la mayoría de edad del rey en 1325 se reconduce la situación. Durante su reinado la institución regia recupera mucho poder, sobre todo en el control político de las ciudades, con el nombramiento de corregidores. El Ordenamiento de Alcalá (1348) completa la uniformización legal castellana que se establece en las Partidas de Alfonso X. Ambos textos legales son los más importantes castellanos de la época medieval. Los principales problemas de la política exterior son dos. El difícil equilibrio que mantiene entre franceses e ingleses en los inicios de la Guerra de los Cien Años, debido a que su marina de guerra, cada vez más importante, es deseada por ambos contendientes. Castilla debía inclinarse más por los franceses, pero Inglaterra le ofrecía una ruta segura para el comercio de la lana. El segundo es el problema del acceso al estrecho de Gibraltar, por donde los benimerines entran impunemente, poniendo en peligro los territorios castellanos fronterizos de Granada. La derrota en la batalla del Salado (1340) y después la conquista de Algeciras, dejan abierto el estrecho a la navegación castellana. El rey muere cuando se dispone a proseguir sus campañas militares en el estrecho a causa de la Peste Negra en 1350.

Alfonso XI tuvo un solo hijo varón legítimo, Pedro I (1350-1369), y una multitud de bastardos con Leonor de Guzmán, de los cuales el mayor era Enrique, conde de Trastámara. Pedro I continuó con la política de su padre y profundizó más en el fortalecimiento del poder real. Apartó a la nobleza del poder y entregó los cargos palatinos a burgueses y judíos. El mismo clero se encontró relegado. Los intereses de las clases privilegiadas se ven amenazados, por lo que pronto simpatizan con las reivindicaciones del mayor de los bastardos reales, que aspira a convertirse en rey. La alianza con Francia cambia cuando el rey rechaza a su esposa Blanca de Borbón y Enrique de Trastámara se refugia en Francia. Pedro I busca entonces la alianza con Inglaterra. La guerra civil se ve complicada por la intervención de las Compañías Blancas de Bertran Du Guesclin en el bando Trastámara, y el Príncipe Negro al lado de Pedro I. Es un reflejo de la Guerra de los Cien Años. Pedro III el ceremonioso también interviene, y el mismo papado respalda al pretendiente. Al final, cercado en Montiel, es hecho prisionero y muerto a manos del mismo Enrique de Trastámara. En este conflicto el bando trastamarista es claramente antisemita, atacando numerosas juderías. Castilla está devastada por la Peste Negra y las depredaciones de los soldados extranjeros en el reino, aragoneses, ingleses y franceses.

Con la nueva dinastía, llega también una nueva nobleza de servicio, que sustituye a la nobleza antigua. Enrique II (1369-1379) será llamado el de las mercedes, por todas las concesiones que tiene que hacer a los nobles que le ayudaron a llegar al trono. El poder real vuelve a ser una proposición más que una realidad, volviendo en algunos acasos a la época de Alfonso X. La alianza con Francia no variará ya hasta el final de la Guerra de los Cien Años, participando la marina castellana en la batalla de La Rochela donde los ingleses son derrotados, empleándose luego los marinos cántabros en incursiones de saqueo en las costas del sur de Inglaterra. Juan I (1379-1390) recupera parte del terreno perdido en el poder monárquico, creando dos instituciones, el Consejo Real y el principado de Asturias. El Consejo Real es un órgano de gobierno y judicial donde los letrados tienen que ceder protagonismo a los miembros del clero y nobleza. Si bien es una institución de centralización del poder, concede grandes parcelas a los estamentos privilegiados y relega en cierta medida a las Cortes. El título de Príncipe de Asturias se otorga al heredero de la corona de Castilla, de tal forma que se consolida la sucesión dinástica, que tantos conflictos anteriores ha generado. Los problemas con Portugal vienen relacionados con la Guerra de los Cien Años. Juan I deseaba hacer valer los derechos de su esposa Beatriz sobre el trono portugués enviando un ejército castellano que recibe apoyo de la nobleza portuguesa. Las ciudades apoyan a Juan de Avis, que cuenta también con un ejército inglés con el duque de Lancaster, casado con una hija de Pedro I. Los castellanos son derrotados en la batalla de Aljubarrota (1385), tras la cual renuncia Juan I a sus aspiraciones sobre Portugal y se acuerda el matrimonio de la hija del duque de Lancaster con Enrique, recién nombrado príncipe de Asturias.

El reinado de Enrique III (1390-1406) se inicia con una minoría de edad que será muy turbulenta. En cuanto el rey acceda a la mayoría se revelará como un monarca modélico. Restablece el poder real, equilibra la Hacienda y somete las ciudades al gobierno real. El final de los conflictos peninsulares de la Guerra de los Cien Años permite un crecimiento económico importante gracias a la alianza con Francia y las buenas relaciones con Inglaterra. Castilla se convierte en hegemónica en la península. Inicia las navegaciones atlánticas al apoyar la expedición de Bethencourt a las islas Canarias. En los últimos años, ya muy enfermo, se apoya para el gobierno en su hermano Fernando de Antequera, que luego será rey de Aragón.

El reinado de Juan II (1406-1454) comienza con una larga minoría y el enfrentamiento entre Catalina de Lancaster, madre del rey, y Fernando de Antequera, tío y regente. Después las luchas nobiliarias se van a centrar en las disputas entre don Álvaro de Luna, favorito de Juan II y gran artífice del fortalecimiento de la institución real y los infantes de Aragón, los hijos de Fernando de Antequera, que ocupan destacados señoríos castellanos (Alfonso V de Aragón, Juan duque de Peñafiel, después rey consorte de Navarra y más tarde Juan II de Aragón, Enrique maestre de la orden de Santiago, Sancho maestre de la orden de Calatrava). Al final los infantes de Aragón son desterrados, y don Álvaro de Luna separado del poder y ajusticiado por la intervención del Príncipe de Asturias Enrique en 1453. El rey morirá al año siguiente.

El reinado de Enrique IV (1454-1474) se divide en dos partes bien diferenciadas. La primera década es de prosperidad económica gracias al comercio atlántico y la producción de lana, además de paz gracias a las compensaciones dadas a los nobles y la desaparición de los infantes de Aragón y de Álvaro de Luna. La campaña contra Granada, aunque victoriosa, fue el inicio de nuevas ligas nobiliarias, temerosos de los nuevos colaboradores del rey que no eran de extracción noble. El antiguo favorito, Juan Pacheco marqués de Villena, se une a Alfonso Carrillo, arzobispo de Toledo y lideran una liga nobiliar que cuestionaba el poder monárquico. Enrique IV practicó una política exterior que atacaba a Juan II de Aragón, apoyando en Navarra al Príncipe de Viana y en Aragón a los catalanes rebeldes que llegaron a nombrarle rey de Cataluña. Buscó apoyo en Beltrán de la Cueva, secundado por los Mendoza. Las ciudades volvieron a formar la Hermandad General para defender el orden público. Los enemigos del rey declararon la ilegitimidad de Juana, la hija de Enrique IV, acusándole a él de impotente. El bando nobiliario proclama rey al infante Alfonso, que muere poco después. Se fijan en Isabel, que no acepta ser manipulada por ellos, pero que logra que su hermano la reconozca como legítima heredera. El matrimonio de Isabel con Fernando, hijo de Juan II de Aragón, invierte los bandos, pasando los nobles a apoyar a la nuevamente legitimada Juana, mientras los Mendoza y las ciudades defienden a Isabel. A la muerte Enrique IV estalla la guerra civil, por un lado Isabel apoyada por parte de la nobleza, las ciudades y Aragón, mientras a Juan la defiende la liga nobiliar de Villena y Carrillo con Portugal.

Isabel I (1474-1504), será la reina que fortalezca definitivamente el poder real frente a la nobleza, aprovechando la derrota de parte de ella en la guerra civil que hay al inicio de su reinado. Completa la reconquista con la toma de Granada en 1492 y abre un nuevo mundo con el descubrimiento de América. Junto con su marido Fernando, los Reyes Católicos suponen la entrada de Castilla en la modernidad.

Aragón

Completada en el reinado de Jaime I la conquista de los reinos de Valencia y Mallorca, a finales del siglo XIII, movidos por el interés comercial de los catalanes, se va a iniciar la expansión mediterránea. En 1283 entran los aragoneses en Sicilia, abriendo la puerta del comercio con el Mediterráneo oriental. Se entra en conflicto entonces con los genoveses y pisanos, disputándose el comercio con Constantinopla y el dominio de las islas de Sicilia, Cerdeña y Córcega. Este asunto se complica por la rivalidad entre güelfos y gibelinos en Italia. Los monarcas aragoneses Jaime II y Alfonso IV se apoyan en una fuerte armada y en la presencia de los almogávares en Sicilia y luego en Grecia. El área comercial del mediterráneo occidental se cierra por el sur con acuerdos con el sultán de Marruecos y el intento, fracasado, de tomar Almería. Sí consigue extender el reino de Valencia hacia el sur, después de intervenir en las luchas internas castellanas durante la minoría de Fernando IV, incorporando Alicante, Orihuela y Elche en 1305. Las disputas con Génova concluyen con las treguas de 1336 y la anexión definitiva de Mallorca, Rosellón y Cerdaña a la corona de Aragón en 1344 con Pedro IV. Concluye ahora la expansión aragonesa por el Mediterráneo.

Estos años no dejaron de ser conflictivos en el reino de Aragón que durante el reinado de Pedro III (1276-1285), cuestionó la política exterior del monarca que los había enemistado con Francia, que en esos años dominaba Navarra y amenazaba con invadir el reino. Además, no encontraban en la expansión mediterránea ningún beneficio, por lo que presionan para lograr más privilegios territoriales y la intervención directa en las decisiones de gobierno. La nobleza aragonesa estaba acostumbrada a la lucha contra los moros y no a la política frente al resto de estados de la Cristiandad, en la que se interesaba Cataluña, y además veía como un peligro el desplazamiento del centro político de la corona aragonesa hacia oriente. Las Cortes de Zaragoza de 1283 fueron una auténtica revolución porque contra la voluntad del rey el Privilegio General de Aragón recoge la salvaguarda de los privilegios y particularidades del reino, amenazando con el destronamiento y la negación a la sucesión del hijo del rey. En el reinado de Alfonso III (1285-1291) las concesiones serán aún mayores, convirtiendo al Justicia de Aragón y las Cortes en auténtico poder contrapuesto al del rey. Ya con Jaime II (1291-1327) se consigue la pacificación del reino de Aragón, el recorte de los privilegios y la participación de los aragoneses en la conquista de Cerdeña.

Valencia comienza en los años finales del siglo XIII una recuperación económica y demográfica que será clara en el primer cuarto del siglo XIV. Crecimiento urbano paralelo con un aumento de la actividad artesanal y comercial, que llega a competir en producción textil con Cataluña. Nuevos cultivos al drenar tierras antes inundadas logrando excedentes alimentarios que se destinan a la exportación. En el plano político hay una pugna entre los aragoneses que reclaman la extensión de su fuero a Valencia por haberse repoblado en gran parte con naturales de Aragón, y el rey que quiere mantener un fuero propio. Cuando en la segunda del siglo XIV Aragón y Cataluña estén en crisis, Valencia logra superar la crisis incluso prósperamente.

El reinado de Jaime II (1291-1327) es el final de la etapa expansiva de la corona de Aragón, mientras que con su hijo Alfonso IV (1327-1336) comienza la crisis generalizada de la corona, llegando incluso a peligrar la unidad de la herencia. Los catalanes tienen que replegarse por los ataques de los genoveses que logran bloquear la salida del trigo siciliano en 1333 provocando una crisis alimentaria en Cataluña y algunos desórdenes por esta causa. Aliado con Alfonso XI de Castilla trata de completar la reconquista, conquistando Almería, operación que fracasa también. Casado en segundas nupcias con Leonor de Castilla, el hijo de esta nueva unión Fernando será motivo de disputa con los dos hijos del anterior matrimonio, Pedro, heredero de la corona y Jaime, conde de Urgell. Quiso separar parte de Valencia para dejar una herencia separada a su hijo Fernando. Al final, Leonor huye con sus hijos a la muerte del rey para evitar represalias de sus hijastros. Los aragoneses desconfiaban de la hermana del rey castellano, sabiendo que estos no habían renunciado a tener una salida al Mediterráneo por Valencia.

El reinado de Pedro IV (1336-1387), llamado el ceremonioso, verá el final de la pugna entre nobleza y monarquía, que protagonizaba desde el siglo anterior la Unión aragonesa. La pretensión de transgredir el orden sucesorio para poder heredar la corona Constanza, la hija del rey, en lugar de su hermano, unido a los desafueros cometidos por los oficiales reales en Valencia, provoca la formación de nuevo de la Unión de nobles aragoneses, y la Unión valenciana, dominada por elementos populares. Al frente de los unionistas se ponen los hermanos y hermanastros del rey. Entre 1347 y 1348 se desarrolla una guerra civil que concluye en la batalla de Epila. Tras ella, Pedro IV, castiga ejemplarmente a los unionistas y revoca los Privilegios de la Unión, quedando la nobleza aragonesa pacificada definitivamente. El Privilegio General queda entonces como fuero y se el Justicia de Aragón queda como principal institución defensora de las leyes y costumbres aragonesas. Coincide el final del conflicto unionista con la entrada de la Peste Negra. Tendrá un efecto diferente en los distintos lugares, pero supone una pérdida entre un 15-20% de la población, y una incidencia grave sobre una economía ya en crisis desde el bloqueo del trigo siciliano de 1333. Pedro IV luchará en dos frentes, por un lado continúa la pugna con Génova por los intereses del comercio catalán en Sicilia y Cerdeña. Por otro, interviene en Castilla, primero con la Guerra de los dos Pedros, y después apoyando al pretendiente Enrique de Trastámara. Los sucesores del Ceremonioso, Juan I (1387-1395) y Martín el humano (1395-1410), se limitaron a contener la inflación y los conflictos político-sociales. Al morir sin descendientes, hay un interregno entre 1410 y 1412, donde se revela la madurez política de los responsables de cada reino, que controlan la consiguiente inestabilidad.

En 1412 sucede el Compromiso de Caspe. Se reúnen tres representantes de cada uno de los tres reinos principales de la corona (Aragón, Cataluña y Valencia). Deben elegir entre varios candidatos quién debe ser el rey, y el elegido además de sumar la mitad de los votos, debe tener al menos un voto de cada reino. Al final, es elegido Fernando de Antequera, hijo de Juan I de Castilla y regente de Castilla en la minoría de Juan II, su sobrino. El candidato derrotado es el conde de Urgell, que protagoniza una revuelta contra el nuevo rey.

La dinastía de Trastámara llega a Aragón con un gran patrimonio e intereses en Castilla. Repercute esto en la trayectoria de Fernando I (1412-1416) y Alfonso V (1416-1458) que pretenden actualizar el sistema constitucional del pactismo y el progresivo control sobre Cortes y Diputaciones permanentes, lo que lleva a la ruptura institucional de Juan II. El año 1442 marca un punto de inflexión en el reinado de Alfonso V, que ese año entra en Nápoles y no vuelve a pisar sus territorios hispánicos. En ellos queda su esposa María como lugarteniente de Cataluña y su hermano Juan, que ya era rey de Navarra, como lugarteniente en Valencia y Aragón. Solo recurre a la corona de Aragón solicitando recursos económicos. Este alejamiento entre gobernante y gobernados favorece la contestación social de la Remensa y de la Biga y la Busca de Barcelona. Juan dedica estos años a intervenir en Navarra para impedir que su hijo Carlos, Príncipe de Viana se convierte en rey. Cuando muere Alfonso V separa de la herencia que deja a su hermano Juan, Nápoles para su hijo bastardo Fernando.

En el reinado de Juan II (1458-1479) estallan los conflictos que llevan a la guerra civil. Por un lado, la actitud del rey que quiere introducir nuevas formas de gobierno de tendencia absolutista y por otro el anquilosamiento de instituciones medievales. Juan II tenía un ideal hegemónico que debía contar con el sacrificio de los intereses particulares de los reinos a favor de los intereses superiores de la monarquía, que otros consideran los intereses dinásticos. Si bien los conflictos se centraron en Cataluña, se extienden al resto de la Corona y Navarra, donde Juan II actúa como rey desde la muerte de su esposa en 1441, hasta la de su hijo Carlos en 1461. Los problemas entre Juan II y su hijo Carlos, Príncipe de Viana, se extienden a Aragón cuando muere Alfonso V. Cataluña se subleva para conseguir que el rey libere al Príncipe que estaba preso desde su regreso de Sicilia, a la vez que los beaumonteses y que Enrique IV de Castilla se prepara para intervenir. Ante tantos enemigos libera al Príncipe y firma la Concordia de Vilafranca del Penedés. La muerte del Príncipe y el incumplimiento de la Concordia son el desencadenante final de la guerra civil que dura diez años (1462-1472). En ella se enfrenta la Biga y la Busca por el gobierno municipal de Barcelona, la monarquía contra la nobleza y contra la burguesía, lo que se mezcla con las reivindicaciones de los Remensa. La Capitulación de Pedralbes (1472) pone fin a la guerra, pero los proyectos iniciales de Juan II han quedado desbaratados y los condados ultrapirenaicos ocupados por Luis XI de Francia.

La herencia que le queda a Fernando II (1479-1516) no resulta cómoda, con el problema Remensa sin resolver. Tiene, sin embargo, una gran ventaja, la unión dinástica con Castilla por su matrimonio con Isabel I. Los problemas de Aragón se van a mezclar ahora con los destinos de la que será llamada Monarquía Hispánica.

NAVARRA

Entre 1276 y 1328 los reyes de Navarra y Francia son los mismos, creándose entre los navarros un descontento generalizado y rechazo hacia los franceses que ocupan los puestos de la administración. Cuando los navarros eligen a Juana II (1328-1349) como reina se separan de Francia, si bien los nuevos reyes siguen siendo franceses y gobernando desde Francia. En este reinado hay un delicado equilibrio entre Francia e Inglaterra por causa de la Guerra de los Cien Años. En el reinado de Carlos II el malo (1349-1387) se acentuó la independencia con respecto a Francia al introducir navarros en el gobierno. Su ambición política le lleva a meterse a en todos los conflictos políticos franceses y castellanos, a veces en defensa de sus intereses particulares en Francia. El resultado fue un grave endeudamiento y una crisis económica general en el reino. El final de los conflictos internacionales le permite una recuperación al final de su reinado para hacer frente a los desastres climatológicos, la recesión demográfica y la crisis agraria. Carlos III el noble (1387-1425) buscó la paz exterior y la consolidación del pactismo para lograr la interior. Colabora con Castilla en la guerra contra los nazaries, convirtiéndose Navarra en un protectorado castellano. EL rey se preocupa de profundizar en la aristocratización del reino y en el pactismo al declara el Fuero inamovible y consolidar el poder de las Cortes. Pese a la paz interna estalla el conflicto entre dos formas de vida opuestas, la campesina del llano de los beaumonteses y la pastoril de la montaña de los agramonteses. Cuando hereda el reino Blanca (1425-1441) el gobierno lo ejerce su marido Juan, uno de los infantes de Aragón, hijo de Fernando de Antequera, y después rey Juan II de Aragón, quien usa el reino para defender sus intereses en Castilla. Cuando muere la reina, Juan (1425-1479) retiene el poder y relega a su hijo Carlos, Príncipe de Viana, quien nunca llegará a ser rey. Los agramonteses apoyan a Juan y los beaumonteses a Carlos, al igual que los castellanos. Tras varios enfrentamientos y concordias en 1461 muere Carlos. Juan designa heredera a su hija Leonor (1462-1479), relegando a su hija mayor Blanca por haberse casado con el rey de Castilla, ejerciendo como lugarteniente de su padre, que ya es rey de Aragón. Las guerras entre bandos continúan, complicadas con las intervenciones de Castilla, Francia y Aragón. Casi a la vez muere Juan y su hija Leonor, recayendo el trono entonces en Francisco Febo (1479-1483), hijo de Leonor, y después en la hermana de este Catalina (1483-1512). El matrimonio del Príncipe de Viana con la hija menor de Luis XII provoca que Fernando el católico, como regente de Castilla, mande un ejército de ocupación con el duque de Alba en 1512. En las Cortes de Burgos de 1515 Navarra queda incorporada a Castilla preservando sus leyes y fueros. El título real de Navarra lo ostentarán los borbones y pasará a formar parte de los títulos reales con Enrique IV de Francia en 1589.

CONFLICTOS SOCIALES

Gran parte de los conflictos de estos dos siglos van a venir determinados por una coyuntura difícil. En 1348 sucede la mayor epidemia que se había conocido en Europa: la Peste Negra. La dislocación social, y crisis económica que produce es gravísima. A esto se une el Cisma de Occidente y la Guerra de los Cien Años. El siglo XV será de recuperación demográfica y económica, pero de amplia conflictividad social.

Conflictos antiseñoriales

Los levantamientos populares en la época medieval no van a pedir un cambio político o una subversión social. Lo que se reclama es que se vuelva a las costumbres del pasado, que no se innove, respeto por los usos del pasado. No existe una conciencia de clase, pero sí, lo que llaman los marxistas instinto de clase. Debido a la Peste Negra de 1348 la población sufre un fuerte retroceso, siendo entonces muy cotizados los siervos para los señores feudales. Por este motivo hay en estos años un proceso de señorialización, que se reconoce en el cambio de censos enfitéuticos por censos renovables, en Castilla con las mercedes enriqueñas y en el rechazo por parte de los campesinos como los payeses de remensa y los irmandiños,…

Guerra de los Irmandiños. Un rasgo característico de la época será el bandolerismo señorial. Al carecer el señor feudal de mayor número de ingresos, va a dedicarse a las actividades de robo. Este problema será especialmente grave en Galicia, donde con la autorización del rey se forman Hermandades para luchar contra los bandoleros. Son las Guerras Irmandiñas, la primera en 1431 y la segunda en 1467-1469, sofocada con la ayuda de tropas portuguesas.

Guerra de los payeses de Remensa. Los payeses de remensa eran agricultores acomodados que trabajan una tierra propiedad de un señor feudal. La remensa era la multa que tenían que pagar al señor por abandonar el manso. Cuando en la segunda mitad del siglo XIV, se refuerzan los lazos feudales debido al descenso demográfico, los señores recuperan los llamados malos usos:

A Intestia. Multa que pagan los herederos de un payés que muere sin testamento.

A Exorquia. Multa que paga el payés por no tener hijos, privando al señor de vasallos.

A Arsina. Multa que paga el payés si se le incendia el manso.

A Cugucia. Multa que paga el payés cuya mujer es adúltera.

A Ferma despoli. Multa que paga una mujer payesa que se casa con un payés vasallo de otro señor.

A Remensa. Multa que paga el payés por abandonar el manso.

El conflicto de los payeses de remensa lo solucionará Fernando el Católico con la Sentencia Arbitral de Guadalupe (1486). En ella se establece la anulación de los seis malos usos, así como otros derechos que los señores se arrogaban. Los payeses deberán pagar una indemnización a los señores. Logran los payeses liberarse de las más insoportables cargas feudales, pero no consiguen la propiedad de la tierra.

Conflictos urbanos

Otro punto de fricción en la época bajomedieval es la lucha por el control de los municipios. En los cargos municipales se habían instalados grupos oligárquicos formados por familias de hidalgos, que se perpetúan en los cargos conviertiéndolo en parte del patrimonio familiar. Contra ello luchan los elementos del Común.

En Barcelona son los enfrentamientos entre la Biga y la Busca. La Biga la constituían mercaderes internacionales, mientras la Busca aglutinaba a los pequeños comerciantes. Los primeros defendían una política económica favorable al comercio internacional, mientras la Busca pretendía la devaluación monetaria y el proteccionismo. Alfonso V cede ante la Busca a cambio de un considerable subsidio económico, pero la Biga reacciona y se inicia una larga guerra civil entre 1462 y 1472.

En Castilla hay una pugna entre las ciudades y la nobleza por conseguir el control del reino desde la muerte del infante Fernando de la Cerda en 1275 hasta la mayoría de edad de Alfonso XI en 1325.

Conflictos con los judíos

La minoría judía residía en los reinos peninsulares desde época de los romanos. Se dedicaban a actividades financieras y oficios especializados, aunque también los había de extracción modesta. En Castilla eran, jurídicamente, propiedad del rey. Tenían una serie de restricciones legales y tenían vedado el acceso a las instituciones. Se les separaba de la población cristiana para protegerlos. El enriquecimiento de las aljamas porque algunos de sus miembros practican la usura y otros colaboran con la monarquía, les hará objeto de las iras populares.

Durante la guerra civil castellana entre Pedro I y Enrique de Trastámara, los judíos serán perseguidos por el bando trastamarista, sucediendo varias sangrías como la famosa de Toledo. Esta intransigencia antijudía de este momento está muy relacionada con la entrada de tropas francesas en Castilla. En 1391 se origina en Andalucía una gran ola antisemita que se extiende por Castilla y Aragón. Se producen incendios, saqueos, asesinatos y bautismos masivos. En la corona de Aragón el rey les defiende, pero hace pagar a los judíos el coste de su protección, y al finalizar los progroms, impone severas multas a los culpables. En ocasiones a todo un municipio, como en el caso de Valencia. Acabadas las persecuciones, hay una fuerte presión psicológica por las predicaciones de San Vicente Ferrer.

Los judíos convertidos forzadamente serán cristianos judaizantes. Se cambia la cuestión judía por la conversa. El problema viene porque ahora ya no van a tener limitaciones jurídicas, dado que legalmente son cristianos, pero continúan con sus prácticas judías. Ahora van a competir con los cristianos viejos por los puestos institucionales que antes les estaban vedados. El problema querrá resolverse en 1480 con la constitución de la Inquisición de Castilla, y después de forma traumática en 1492 con la expulsión de los judíos. Durante los siglos XVI y XVII seguirá habiendo querellas por cuestiones de limpieza de sangre y descendencia judeoconversa.

Conflictos entre bandos nobiliarios

En Castilla se forman bandos nobiliarios, pero compitiendo por el acceso al poder real. Las guerras durante las minorías de edad de Fernando IV y Alfonso XI, la que enfrentó a Pedro I con su hermanastro Enrique de Trastámara y las motivadas por los Infantes de Aragón y don Álvaro de Luna, tienen como trasfondo una competencia por el gobierno. No hay en este caso unos planteamientos diferenciados sobre la organización social o política. Igual se podría decir de los conflictos en Aragón motivados por la Unión, donde compiten grupos de nobles con el rey para conseguir más privilegios y libertades.

En Navarra se inicia en el reinado de Carlos III el noble un conflicto entre los campesinos del llano (beaumonteses) y los pastores de la montaña (agramonteses). Se continúa en el reinado de Blanca de Navarra y cuando en 1441 muere la reina, Juan II, que luego sería rey de Aragón, mantiene el poder en el reino como regente de su hijo Carlos, Príncipe de Viana. En 1447 Juan II casa con Juana Enríquez, debiendo renunciar entonces a la administración del reino, cosa que no hace. En 1450 el Príncipe de Viana pide ayuda a los beaumonteses, liderados por Juan de Beaumont, mientras Juan II se apoya en los Agramonteses, seguidores de Pierres de Peralta. El Príncipe de Viana muere en 1461, y Juan II retiene el reino de Navarra hasta su muerte en 1479. Los agramonteses que apoyan a Juan II intervienen también en la guerra civil catalana de 1462-1472.

DIVERSIDAD CULTURAL

Los siglos XIV y XV son un momento de consolidación de una cultura laica. El latín va recluyéndose en recintos eclesiásticos, y ganan terreno las lenguas romances, destacando el castellano y el catalán.

En Castilla en el siglo XIV la labor de mecenazgo la realiza la aristocracia. Destacan tres personas. Hay tres autores destacados. El infante don Juan Manuel con su obra de El conde Lucanor (1335) donde refleja la sociedad castellana desde la óptica de los poderosos. El Arcipreste de Hita autor de El Libro del Buen Amor (1343), narración de costumbres populares. Pedro López de Ayala, el principal cronista de los inicios de la dinastía Trastámara. En Castilla el siglo XIV supone un parón en las construcciones. Después cobrarán gran desarrollo los edificios civiles: palacios, castillos, universidades. Se notará una gran influencia del gótico flamenco, debido a las relaciones comerciales entre Castilla y Flandes.

El siglo XV es el momento de la entrada en Castilla de las novedades italianas renacentistas. Dos son los autores más destacados. Iñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, apasionado de las corrientes italianas y Jorge Manrique, que describe el artificioso modo de vida de la alta nobleza.

En Aragón hay un gran auge de la literatura en catalán, con Eiximenis, San Vicente Ferrer, y ya en el XV Ausias March y Martorell autor de Tirant lo Blanc. En la arquitectura, al revés que en Castilla, es más prolífico el siglo XIV que el XV. Destacan los edificios civiles como las lonjas. En la pintura hay numerosos grandes maestros, influidos por la pintura sienesa.

En Navarra destaca la actividad historiográfica de Carlos Príncipe de Viana, que escribió una crónica de los reyes de Navarra. En Portugal las actividades más destacadas son las obras escritas por los reyes Juan I y Duarte.

BIBLIOGRAFÍA

GARCÍA DE CORTAZAR, José Ángel, La época medieval, Historia de España de Miguel Artola, tomo II, Madrid, Alianza Editorial, 1988.

IRADIEL,P., MORETA, S., SARASA,E., Historia medieval de la España cristiana. Madrid, Cátedra, 1989.

VALDEÓN, Conflictos sociales en el mundo hispánico, Avila 1989.

VALDEÓN,J., SALRACH,J.M., ZABALO,J., Feudalismo y consolidación de los reinos hispánicos. Barcelona, Lábor, 1980.