1. LIBERALISMO Y NACIONALISMO
Liberalismo
El liberalismo es una filosofía política orientada hacia la salvaguardia de la libertad del individuo, justificación última de la sociedad política. El titular último del poder no es el rey sino el pueblo. El poder popular implica las limitaciones del poder de los reyes mediante constituciones donde se consignan las garantías de los ciudadanos y la división de los poderes. Las leyes las hacen los parlamentos y los ciudadanos solo deben cumplir lo que disponen las leyes según la interpretación que den jueces independientes.
Se limita la actuación del poder a la política, sin intervenir en los campos económicos y sociales. Se centra en defender la libertad individual descuidando la justicia social: Estado-gendarme. El liberalismo es inoperante frente a las contradicciones de la revolución industrial. Es revolucionario porque propugna la destrucción del antiguo régimen político. Es conservador porque es la ideología de una clase: la burguesía. Del liberalismo se pasa a los ideales democráticos. El liberalismo evoluciona en el siglo XIX:
– Primera mitad de siglo. Monarquía. Sufragio censitario.
– Segunda mitad de siglo. República. Sufragio universal.
Nacionalismo
En gran parte de Europa las reivindicaciones liberales aparecen unidas a las nacionales. Surgen durante las guerras de la Revolución y el Imperio, por la simplificación territorial que favoreció una conciencia nacional o por la solidaridad surgida de la ocupación extranjera. El concepto francés de la nacionalidad pretendía que la nación se apoye en el consentimiento consciente y voluntario de las poblaciones. El concepto alemán herderiano dice que la nación es una comunidad inconsciente de raza, lengua o costumbres. Hay que diferenciar dos tipos opuestos de nacionalismos:
– Nacionalismos centrípetos. Tienden a la unidad nacional. Alemán, italiano.
– Nacionalismos centrífugos. Tendencia a emanciparse de un estado plurinacional. Belga, griego, polaco, noruego,…
En los nacionalismos hay cuatro factores que pueden actuar a favor o en contra de ellos:
– Intelectuales. Van a dedicarse a hacer estudios filológicos e históricos, en busca de las raíces comunes de un pueblo. Todos los nacionalismos de la segunda mitad de siglo tienen una primera fase cultural.
– Economía. La burguesía van a buscar crear mercados nacionales. Este es el caso de las burguesías alemana, italiana y rumana. Por contra, los checos preferirán seguir integrados en el Imperio austriaco.
– Religión. Fue muy importante en el caso de Grecia, y también para Irlanda y Polonia. En Italia la presencia del Papa en Roma dificultó la construcción nacional. Tampoco fue un factor favorable en Alemania, por los recelos de los estados católicos del sur frente al norte protestante.
– Apoyo exterior. En el caso de griegos y belgas es Gran Bretaña. Durante el tercer cuarto del siglo va a ser Napoleón III, interesado en acabar con el status quo del Congreso de Viena. En la Paz de París de 1856 apoya a los moldavos y valacos, después en 1860 a los servios. En la guerra entre Piamonte y Austria en 1859, apoya a los piamonteses.
CONGRESO DE VIENA
Acabadas las guerras napoleónicas, las naciones vencedoras se plantean crear un equilibrio europeo que evite que vuelvan a surgir nuevos conflictos bélicos de escala continental. El Congreso de Viena (1815) es un compromiso de moderación, donde las grandes potencias (Gran Bretaña, Prusia, Austria y Rusia, y desde 1818 Francia), se comprometen a no alterar el status quo sin antes consultarse. Sus principios son tres:
– Legitimista. Restaura a los príncipes en sus tronos (salvo excepciones).
– Clerical. Formación de la Santa Alianza, paradójica unión de un rey protestante (Prusia), un emperador católico (Austria) y un zar ortodoxo (Rusia). Trono y altar.
– Reaccionario. Crea una policía internacional antirrevolucionaria. El liberalismo, nacionalismo y la cuestión social quedan borradas por decreto.
En Viena se reordena el mapa europeo buscando contener la fuerza de Francia. Toda su frontera oriental queda flanqueada de estados-tapón y se intenta simplificar el mapa y mantener un equilibrio entre las potencias continentales:
– Provincias Unidas fuertes incorporándoles Bélgica y Luxemburgo
– Prusia se incorpora Renania.
– Reino de Saboya-Piamonte reforzado.
– Rusia recibe gran parte de Polonia y pasa a formar parte del grupo de grandes naciones.
– Austria recibe el reino lombardo-veneto y su influencia alcanza a toda la península.
– Suecia se incorpora Noruega.
– Se crea la Confederación de Alemania, con 38 estados, teniendo un ejército propio y una Dieta, presidida por Austria.
Durante más de medio siglo, va a haber unas naciones muy interesadas en mantener el status quo surgido de Viena, que son Austria y Gran Bretaña. Mientras Francia buscará alterar este orden, mientras Prusia trata de aprovecharse de él en su beneficio.
OLEADAS REVOLUCIONARIAS (1820-1830-1848)
Revoluciones de 1820
Estalla la revolución en muchos focos. La causa es el deseo que tienen los pueblos de tener una Constitución y de acabar con la miseria. Hay que considerar la importancia de las sociedades masónicas como germen revolucionario. Las de Italia y Rusia son sofocadas por la fuerza de las armas austriacas. En España, en 1823, un ejército francés restablece la monarquía absoluta. Francia interviene para no tener un santuario liberal en su retaguardia. Tan solo triunfa la revolución en Grecia, con un fuerte componente nacionalista.
Grecia entre 1821 y 1827 va a mantener su guerra de independencia frente al Imperio Otomano. Desde 1824 los turcos van recuperando el terreno perdido y están a punto de acabar con el levantamiento. Rusia se prepara para la intervención pero Gran Bretaña se adelanta para impedir que los rusos obtengan ventajas en los estrechos. En 1828 logra la autonomía y en 1830 la independencia. La pequeña Grecia va a competir con los turcos por extenderse, lográndolo sucesivamente en 1881, 1897, 1912 y 1918. Es el primer éxito del nacionalismo europeo. Para el triunfo de este levantamiento van a tener que conjuntarse varios factores:
– Burguesía fuerte enriquecida con el comercio otomano.
– Kleftas, guerrilleros independentistas.
– Hetairía, sociedad secreta que consigue crear una conciencia favorable a la independencia entre los intelectuales.
– Religión. El Patriarca ortodoxo llama a la unión de todos los ortodoxos.
– Apoyo exterior. Apoyo de Rusia y Francia. Gran Bretaña interviene porque quiere una descomposición lenta del imperio otomano.
Revoluciones de 1830
Es un momento revolucionario donde domina el factor político salvo en Bélgica y Polonia, donde es el nacionalismo. La revolución se inicia en Francia por los recortes que realiza Carlos X de los derechos constitucionales de 1814. El movimiento parte de París donde cae la monarquía de carta otorgada y sube al trono Luis Felipe de Orleáns de la mano del anciano Lafayette.
Desde Francia, pasa a Bélgica que se levanta contra el dominio holandés. Gran Bretaña interviene para evitar que Bélgica se convierta en un satélite de Francia. Así en 1831 se firma el Protocolo de Londres, por el que Gran Bretaña es el garante de la independencia belga, y este es un Estado neutral. Eligen como rey a Leopoldo de Sajonia-Coburgo y se dan una Constitución.
En Polonia la revolución es sofocada de forma violenta por el ejército ruso. La región pierde la autonomía que gozaba desde el Congreso de Viena, y se prohíbe el uso del polaco. El ejército ruso se entretuvo en Varsovia y por eso no pudo intervenir contra los belgas. La revolución es sofocada en todas partes y su balance es que Francia es un estado liberal, y que Bélgica es independiente.
En Gran Bretaña los whig aprovechan el éxito de los revolucionarios de Francia y plantean una reforma electoral en 1832. Hay una cierta agitación social motivada por la resistencia primero de la Cámara de los Comunes y después de la Cámara de los Lores. Finalmente se acaban liquidando los burgos podridos. Esa ley electoral es en si una revolución, porque los intereses industriales adquieren el mismo peso político que la aristocracia terrateniente. Se configuran los dos grandes partidos, el whig (liberal) y el tory (conservador), que alternarán en el gobierno hasta la Primera Guerra Mundial. El sufragio irá ampliándose poco a poco a lo largo de todo el siglo XIX.
Revoluciones de 1848
El antecedente del ciclo revolucionario de 1848 está en Suiza en 1846. Se enfrentan los intereses de los cantones católicos (federalistas y conservadores), frente a los cantones protestantes (unionistas y liberales). Después de un abreve guerra civil llegan a una solución de compromiso. Una república federal y liberal con un modelo similar al de Estados Unidos, con las funciones bien diferenciadas, para el Estado la política exterior, defensa, aduanas, moneda y ferrocarril, mientras los cantones se ocupan de educación, religión, justicia y prensa.
El ciclo revolucionario de 1848 fue el más importante, duradero y amplio de los tres que conoció Europa en la primera mitad de siglo. Afectó prácticamente a todo el continente. Hay que destacar tres características:
– Entrada de las ideas democráticas. Los liberales propugnan, monarquía, soberanía nacional, sufragio censitario e igualitarismo político, los demócratas propugnan república, soberanía popular, sufragio universal e igualitarismo social.
– Movimiento obrero. En este momento ya hay corrientes anticapitalistas, y las trade union han adquirido fuerza. Definen la propiedad como un robo. Se redacta el manifiesto comunista y surgen grupos anarquistas. La izquierda ha reflexionado y plantea alternativas al fracaso del capitalismo.
– Crisis económica. Malas cosechas de 1845-1846, enfermedad de la patata, crisis de cereales en 1847, subidas de precios y crecimiento de las enfermedades epidémicas. En la industria se produce un problema de sobreproducción que afecta primero a los sectores textil y ferroviario. Culparán del paro a las máquinas. Las acciones de las sociedades con dificultades de venta se hunden, los bancos no pueden hacer frente a las demandas de crédito y los fondos estatales se han destinado a comprar productos agrícolas. Se discute sobre si es la última crisis de tipo antiguo (agrícola), o la primera de tipo moderno (financiera). El peso de la crisis en la revolución es relativo, ya que no es la del 48 una revolución de masas sino de elites. La crisis económica acompaña o agrava la revolución pero no la provoca.
La revolución se desarrolló en dos partes, la primera fase en el mes de marzo se extiende por toda Europa la reclamación de una constitución, libertades públicas, derecho al voto y demás reivindicaciones liberales. Los gobiernos se encuentran desorientados y ceden ante la presión popular. Pasada la primavera se desarrolla la segunda fase, donde los distintos gobiernos van reaccionando y se vuelve a la situación anterior, de tal forma que para 1849 todas las revoluciones han sido liquidadas.
En Francia se desarrolla primero una revolución social que es reprimida de forma sangrienta. Se derriba un gobierno liberal por otro democrático con sufragio universal. Tras las elecciones se opta por una solución moderada: república liberal. No se quiere revolución social ni reacción monárquica. Es elegido Luis Napoleón como Presidente de la República y una asamblea con mayoría monárquica y un minoritario grupo republicano radical. Aprovechando el rechazo hacia estos grupos radicales, da un golpe de Estado en 1851 para al año siguiente restaurar el Imperio.
En Austria la revolución supone la caída de Metternich y la desmembración de los distintos territorios. En Viena se desencadena una revolución. Primero se dan una constitución y luego una Asamblea Constituyente. Bohemia y Hungría se producen revoluciones nacionales. Debido a las disensiones de la asamblea de Praga entre checos y alemanes el ejército interviene y recupera el poder sobre la ciudad. Debido al nacionalismo magiar en Hungría, se organiza un ejército que junto con el que ha devuelto el orden a Praga restituye el poder de los Habsburgo en Viena. Los territorios italianos que se habían declarado independientes son sometidos por el general Radetsky. Tan solo la revuelta magiar necesitó del apoyo de las tropas rusas. Al final Austria mantuvo su integridad territorial, sistema político y redujo la autonomía de ciertas regiones.
En Prusia el rey Federico Guillermo IV consintió la reunión de una Asamblea, hasta que esta decidió formar en las zonas polacas gobiernos locales con polacos. Entonces intervino el ejército y liquidó toda la acción revolucionaria. El rey dio una carta otorgada y organizó un parlamento donde los diputados eran elegidos mediante un sufragio mezcla de universal y censitario. Todos los varones tienen derecho al voto, pero se organizan en tres grupos en función del nivel de renta y cada grupo elige el mismo número de diputados.
Hubo también un componente nacionalista en la revolución de 1848. En la Confederación Germánica se organizó la Asamblea de Frankfort que preparó la unificación de Alemania en un estado liberal y ofreció la corona al rey de Prusia. Este la rechazó, después de valorar la oferta, porque no podía aceptar ser emperador por designación popular. En Italia el rey de Cerdeña-Piamonte decide ocupar Lombardía que ha rechazado el dominio austriaco a la vez que Venecia se declara república independiente y los estados de la Toscana expulsan a sus príncipes absolutistas. El Papa Pío IX rechaza encabezar una guerra antiaustriaca. El gobierno de Viena cuando puede reaccionar recupera todos los territorios italianos y derrota al ejército Piamontés. En Roma estalla una revolución que proclama la república y expulsa al Papa. Ante la petición papal de ayuda, ejércitos austriacos, napolitanos y españoles vencen a los republicanos. Queda estacionado en Roma un ejército francés en salvaguarda del poder terrenal del Papa.
En 1850 todo había acabado, y el mapa de Europa no sufrió cambio alguno. Sin embargo hubo dos logros. Una gran potencia, Francia, adoptó el sufragio universal como forma de elección de sus gobernantes. Fueron abolidos todos los vestigios de régimen señorial que quedaban en Europa, salvo Rusia que hubo de esperar hasta 1861 para acabar con la servidumbre.
3. LAS UNIFICACIONES ITALIANA Y ALEMANA
Unificación de Italia (1859-1870)
Los precedentes se encuentran en los intentos fallidos durante las revoluciones de los años 1820, 1830 y 1848. Las formas en que se podía realizar la unión eran varias:
– Neogüelfismo. Crear una confederación de estados con el Papa a la cabeza. Fracasa porque Pio IX se niega a hacer la guerra a un emperador católico como el de Austria.
– República. Opción propugnada por Mazzini y Garibaldi. Están desunidos entre federales y unionistas y además no tiene apoyo de la burguesía.
– Monarquía. Unión de toda Italia bajo el Piamonte. Este será el camino que se tome. La dinastía Saboya cuenta con un personaje excepcional como Cavour.
Los factores favorables con los que contaba la península italiana eran, un pasado común, una misma lengua, un afán de la burguesía piamontesa de tener un mercado nacional, el apoyo exterior de Francia y Prusia, contar con un hombre fuerte y calculador como Cavour, apoyado por un estado fuerte como Piamonte. Junto con Cavour, hay que destacar a dos republicanos, Mazzini que será el gran ideólogo y Garibaldi, hombre de acción.
El proceso se divide en tres fases, en función de tres guerras:
– 1859-1861. Cavour diseña con Napoleón III una alianza para expulsar a los austriacos del norte de Italia. Tras las victorias de Magenta y Solferino, Napoleón III firma bruscamente el armisticio presionado por su propia opinón pública conservadora. Deja el Véneto sin ocupar. Quiere una Italia reducida, formada por tres estados independientes: al norte Piamonte, en el centro los Estados Pontificios y al sur Nápoles. Esto ofende a Cavour. Los ducados de Parma, Módena y Toscana junto con la Romaña se sublevan y piden su anexión al Piamonte. Francia la acepta a cambio de Niza y Saboya. Garibaldi indignado por el trueque organiza una expedición militar en Génova, con la aquiescencia de Cavour, desembarca en Sicilia y Nápoles. Ante el peligro de la proclamación de una república, Francia acepta el envío de un ejército piamontés que ocupa la mayor parte de los Estados Pontificios. El rey Victor Manuel, que quiere evitar a toda costa el ataque de los republicanos a Roma, convence a Garibaldi, se anexiona el sur y centro al Piamonte. El 23 de Marzo de 1861 es proclamado el reino de Italia.
– 1866. Aprovechando la coyuntura de la guerra austro-prusiana, los italianos ocupan el Veneto pero deben renunciar a la Italia irredenta (Istria y la costa dálmata).
– 1870. Al iniciarse la guerra franco-prusiana, los franceses retiran sus tropas de Roma, momento que aprovechan los italianos para ocupar los restos de los Estados Pontificios.
La unificación italiana es en realidad la absorción por parte de Piamonte del resto de la península. Deja varios problemas pendientes:
– Diferencias entre la pujante economía industrial del norte frente al retraso del sur agrario se hace más visible.
– Irredentismo por los territorios italianos no incorporados que condiciona toda la política exterior hasta la época del fascismo.
– Enfrentamiento con el Papa quien se considera prisionero en el Vaticano. No alcanzará una solución hasta 1929
Unificación de Alemania (1864-1871)
Los precedentes hay que buscarlos en 1815 en Viena. Después del congreso la Confederación Germánica queda formada por 38 estados, siendo dos los dominantes: Austria y Prusia. Prusia, reino oriental, adquiere Renania en la zona occidental y desea unir sus dos zonas. En 1828 con la Zöllverein se logra la unión aduanera que agiliza el comercio y hace tomar conciencia de nación a los alemanes.
Durante la revolución de 1848 se plantean en la Asamblea Frankfort dos posibles soluciones, la de la Gran Alemania, con todos los territorios alemanes incluidos los que están bajo soberanía austriaca o bien la Pequeña Alemania, renunciando a las zonas austriacas y recurriendo al rey de Prusia. Ante la reacción austriaca que logra dominar todos los estados que se habían rebelado a su autoridad, optan por ofrecer la corona al rey de Prusia que la rechaza. La asamblea se disuelve y se acaba esta vía de unificación. La unificación vendrá de la mano de un estado fuerte como es Prusia y dirigida por Bismarck, que tuvo una idea clara de las acciones que debía realizar para conseguir su objetivo.
Los factores que favorecen el proceso de unidad nacional son el pasado común, la lengua, la economía después de la construcción de la Zollverein (1828) y los ferrocarriles (1850). Las fases de la unificación son tres, marcadas por otras tantas guerras:
– Guerra de los Ducados (1864). Dirigida por Prusia y Austria para impedir que Dinamarca se anexionase los ducados de Schleswig, Holstein y Lanenburgo. Luego Bismarck provocó a los austriacos anunciando la necesidad de una reforma constitucional basada en la elección de un Reichstag por sufragio universal. Las negativas austriacas se suceden de la ocupación prusiana de Holstein y la consiguiente declaración de guerra austriaca.
– Guerra austro-prusiana (1866). En el terreno diplomático Prusia se atrajo a Rusia al apoyarla en la revuelta de los polacos de 1863. En la entrevista de Biarritz (1865) ofreció a Napoleón III algunas compensaciones. También se alió con Italia que tenía asuntos pendientes con Austria. Los austriacos tuvieron al lado algunos estados alemanes, lo que aprovechó Prusia para ocuparlos. La victoria de Sadowa zanjó la cuestión. Se formó en torno a Prusia la Confederación de la Alemania del Norte con un Reichstag elegido por sufragio universal y un presidente, el rey de Prusia. Desde este momento la atención austriaca se desvía de Alemania y pasa a ocuparse de los Balcanes.
– Guerra franco-prusiana (1870-1871). Bismarck busca un enemigo común para atraerse a los estados católicos y este es Francia. El canciller publica unos telegramas donde Napoleón III reclama recompensas territoriales a cambio de su no-intervención en la guerra contra Austria. La guerra estallará con la excusa de la candidatura al trono español. Después de la batalla de Sedán, Napoleón III cae prisionero y se proclama la república. El ejército prusiano ocupa París y en enero de 1871 se crea el II Reich con el Kaiser Guillermo I. Se incorpora Alsacia y Lorena a la nueva Alemania, por los intereses de militares e industriales.
La unificación se hace mediante la absorción de toda Alemania dentro del estado prusiano. Las consecuencias serán varias:
– Aceleración de la industrialización por la incorporación de Alsacia y Lorena y los pagos de Francia como reparaciones de guerra.
– Desarrollo de la Kulturkampf para uniformizar la cultura y educación alemana.
– Hegemonía europea basada en complejos sistemas de alianzas, aislamiento de Francia y un potente ejército.
4. Europa balcánica
Todo el problema de los nacionalismos en los Balcanes parte del “enfermo de Europa”, el Imperio Otomano.
– Problemas endógenos
o Territorios en tres continentes con multitud de étnias y religiones.
o Está en descomposición y no llega nunca la reforma necesaria, al contrario, el Estado se centraliza cada vez más.
o Sufre graves problemas hacendísticos.
– Problemas exógenos son las ambiciones de las potencias:
o Rusia ansía una salida hacia un mar cálido y lograr internacionalizar los estrechos.
o Austria, separada de Alemania desde 1866 busca crecer hacia los Balcanes.
o Gran Bretaña quiere que todo el proceso se ralentice.
o Alemania quiere ser el árbitro de la situación.
Después de la guerra ruso-turca de 1828-1829 por la independencia de Grecia, los rusos adquieren derechos sobre la desembocadura del Danubio y zonas del Caucaso y establecen un protectorado sobre Moldavia y Valaquia, que después de la ayuda prestada al sultán frente a Mehmet Alí de Egipto, extienden a todo el imperio otomano. Una cuestión religiosa sobre la preponderancia de católicos o de ortodoxos en los Santos Lugares es la excusa para que Rusia plantea una serie de reclamaciones territoriales. Animado por el embajador británico el gobierno otomano las rechaza y declara la guerra. La Guerra de Crimea (1853-1856) se inicia con la ocupación rusa de Moldavia y Valaquia y varios ataques navales. Gran Bretaña y Francia organizan un ataque conjunto contra la península de Crimea y después de sangrientos combates consiguen la rendición del nuevo zar, Alejandro I. Las consecuencia de la guerra en Rusia son varias: el zar Alejandro I decide emprender la modernización del país, Rusia pierde toda su influencia en los Balcanes y Mar Negro y vuelve sus ojos a Oriente. La Paz de París mantiene la situación territorial precedente, salvo que Moldavia y Valaquia adquieren la autonomía.
El reparto más importante sucede después de la derrota turca frente a los rusos en 1878, que obliga a la firma primero del tratado de San Stefano y después de la reunión de la Conferencia de Berlín. En esta conferencia se establece lo siguiente:
– Rumania, Servia y Montenegro se convierten en estados independientes.
– Bulgaria recibe la autonomía.
– Bosnia sigue bajo soberanía turca pero pasa a ser administrada por Austria-Hungría.
– Chipre se convierte en dominio británico.
– Batun y Kars pasan a formar parte del imperio ruso.
– Tesalia pasa a formar parte de Grecia desde 1881.
En la Conferencia de Berlín se repartieron los territorios en función de los intereses de las potencias y sin tener en cuenta los deseos de los propios eslavos. El debilitado imperio otomano mantiene una extensa franja de territorio desde Constantinopla hasta la costa del Adriático.
En los años finales del siglo XIX Austria se adelanta a Rusia en la influencia sobre los Balcanes. Ocupa Bosnia, maneja a Milano Obrenovitch rey de los servios hasta su asesinato en 1903, Rumania busca su apoyo para no verse amenzada por la tenaza que le supone Rusia al norte y una Bulgaria prorusa al sur. La misma Bulgaria opta desde 1887 por un príncipe proaustriaco, Fernando Sajonia-Coburgo. Frente a estos éxitos diplomáticos de Austria, Italia quiere “recuperar” los territorios de la costa Adriática, considerados como la Italia irredenta, mientras mantiene aspiraciones sobre Albania. Rusia aspira a conseguir la apertura de los estrechos para su flota de guerra, centrando su interés en Constantinopla. Gran Bretaña quiere mantener en pie al imperio otomano para poder actuar en la zona del canal de Suez.
5. BIBLIOGRAFÍA
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