Tema 48 – Fascismo y neofascismo: caracteres y circunstancias en que se desarrollan.

Tema 48 – Fascismo y neofascismo: caracteres y circunstancias en que se desarrollan.

I. INTRODUCCIÓN

El fascismo se sitúa en la historia contemporánea como uno de los temas más debatido; y no es de extrañar, pues son varias las razones que mantienen su vigencia en la historiografía actual: complejidad y diversidad de elementos de análisis, realidad histórica de un fenómeno de características generales comunes y manifestaciones concretas diversas, polémica suscitada por actitudes fascistas en regímenes políticos que rebasan el marco temporal de los “fascismos históricos”, resurgimiento de fuerzas catalogadas como “nuevos fascismos”, revitalización del debate en Alemania a raíz de los cambios ocurridos en los países del este europeo.

Asimismo los enfoques teóricos del fascismo son numerosos, y como es lógico el rigor ciéntifico variable. Desde las tesis intencionalistas, que hacen residir la esencia del fascismo en la personalidad del lider; pasando por las funcionalistas, que consideran la globalidad del sistema fascista; la óptica del culturalismo, que fija sus miras en la tradición cultural de cada país; o la teoría totalitarista, que hace hincapié en los aspectos antiliberales y antiparlamentarios –llegando a incluir el estado burocrático stalinista–; o bien, la explicación psicológica trata de interpretar el fascismo como un fenómeno de masas, así como las interacciones del individuo y la colectividad; y finalmente la denominada “teoría de los agentes”, defiende que los fascismos supusieron el instrumento de la burguesía dirigente para sostener su situación de dominio, imposible de mantener por los cauces de la democracia formal.

II.TIEMPO HISTÓRICO DE LOS FASCISMOS

La mayoría de los estados europeos (excepto Turquía y la URSS) tenían regímenes democráticos en torno a los años 20, pero sin embargo a finales de la década de los 30 sólo sobrevivían once democracias, que pertenecían en su mayoría a la zona noroccidental de Europa. La I Guerra Mundial no significó, pues, el triunfo de la democracia. En aquellos países europeos con menor tradición democrática y con estructuras económicas muy deterioradas, las corrientes autoritarias empezaron a cuajar muy pronto en dictaduras militares del viejo estilo o en movimientos fascistas y totalitarios de factura moderna. Este proceso se amplió sobre todo a partir de 1930, en el momento en que la gran depresión aumentó las dificultades de los países europeos más endeudados con el exterior y agudizó en su seno las tensiones sociales cuando todavía estaba en la memoria de todos la inflación galopante de la posguerra, en la que se había volatilizado buena parte de los ahorros de las clases medias.

El fascismo explotó el sentimiento de frustración nacional -en el caso de Italia, “la victoria mutilada”, y en el caso de Alemania la convicción de haber sido sometida a discriminaciones internacionales por el Tratado de Versalles- y justificó la violencia sistemática y la destrucción de la democracia parlamentaria por el temor de un golpe comunista que condujese al mismo tipo de régimen.

II.1. contexto ideológico precursor

Hasta el momento en que se hace evidente la crisis del modelo liberal, en el último cuarto del siglo XIX, la realidad social se había explicado a través de esquemas de pensamiento racional que justificaban el modo en que la realidad estaba organizada.

Desde ese momento, las clases dominantes percibieron los cambios históricos – movimiento obrero, sufragio universal,…- como manifestación de una crisis generalizada de la autoridad y de los valores establecidos por la burguesía en base al positivismo. La I Guerra Mundial no hizo sino ahondar la sensación de crisis por sus motivaciones imperialistas, porque antes de su finalización había triunfado la revolución rusa y por las consecuencias socioeconómicas y políticas que acarreo.

En estas circunstancias, la necesidad de justificar ideológicamente el orden de cosas previo a la crisis va a favorecerla aparición de un gran número de resortes ideológicos que, según su interpretacíon interesada, han de ser tenidos en cuenta en la gestación de los fascismos.

El socialdarwinismo, que aplicará las tesis del científico como ley de desarrollo social, justificando la desigualdad natural.

La obra del filósofo Nietzsche, cuyos conceptos de dominación creadora y voluntad de poder fueron interpretados como mera fuerza bruta.

Influjo del nacionalismo conservador, que consideraba la nación como un organismo vivo que crecía a impulsos de una fuerza superior: el espíritu del pueblo (volkgeist) de Herder. Su postura más extrema se alcanzó cuando la exaltación nacional se asocio a la idea de naciones superiores, lo que va servir de justificante al imperialismo en auge.

El racismo, difundido desde mediados del siglo XIX, por corrientes pseudocientíficas que señalan la existencia de razas superiores. Esta línea de pensamiento culminará con la obra de Moeller van der Brück titulada El Tercer Reich (1922), que se considera el antecedente de la política racial nazi.

Ciertas ideas vinculadas al imperialismo, como el pangermanismo teorizado por Schoenerer, de cuyas ideas se sintió Hitler tributario en numerosas ocasiones.

Ya en el siglo XX los representantes de la teoría de las élites influyeron en la tesis defendida por el fascismo del papel rector de las minorías.

La utilización interesada de la vertiente determinista de la disciplina geográfica. Sobre esta base se gestó en Alemania la tesis del “espacio vital”, que defendía la expansión ineludible para el cumplimiento del destino histórico germano.

Las tesis del sindicalismo de Sorel fueron recogidas parcialmente por Mussolini en todo lo referente a la acción directa para atacar al estado liberal.

Finalmente teóricos en la antesala de los fascismos como Spengler culpando a los sistemas liberales del caos de la I Guerra Mundial; o Carl Schmitt que opinaba que el “estado de emergencia” originado por la I G M obligaba a las naciones, ante todo, a mantener su identidad propia frente al peligro del “enemigo” y al estado a fundamentarse en una actitud “decisionista” y no en la racionalidad del derecho positivista.

III. CARACTERES GENERALES

Los rasgos definitorios de la doctrina fascista son los siguientes (282…)

– Omnipotencia del Estado.- Los individuos están subordinados al Estado que ignora los derechos individuales del liberalismo. En el plano político se aniquila toda oposición (se erige el partido único), se adueña de los mecanismos del estado (no tolera la separación de poderes); en el plano intelectual disfruta del monopolio de la propaganda y la verdad (elimina toda crítica y capacidad de disentir frente al sistema político impuesto).

– Desigualdad de los hombres.- Como se parte de la desigualdad de los hombres, se rechaza, por tanto, la democracia porque concede los mismos derechos a todos. El fascismo cree que sólo una minoría está predestinada para gobernar. Además esta desigualdad se pone de manifiesto entre los sexos, las razas,…

– Filosofía de la víctima propiciatoria.- Se intenta convencer a los ciudadanos de que el origen de sus problemas viene del exterior, como son el marxismo, el capitalismo y el judaísmo. (→ Al antisemitismo se añaden algunas variantes xenófobas contra minorías como los gitanos, los negros, los homosexuales, los masones o los trabajadores extranjeros. La violencia contra ellas no se considera delito sino un servicio al Estado e insufla en los seguidores fascistas un sentimiento de superioridad, lo que les convence que han pasado de ser víctimas a ser verdugos).

– Exaltación del líder carismático que representa a la nación entera, la cual sigue sus instrucciones sin titubeos. El modelo de conducta viene dictado por los hábitos de la milicia: disciplina, obediencia y fidelidad han de tributarse al líder.

– Nacionalismo exacerbado.- El fascismo nace de la humillación de la derrota, o de una victoria de la que no se ha obtenido provecho. Se exige la revancha, que no sería posible sin una invocación apasionada a la grandeza de la propia nación ultrajada. Con facilidad se pasa del nacionalismo al imperialismo, una gran nación encuentra su horizonte en la formación de un imperio. Un pueblo superior tiene derecho a disponer de “espacio vital” para realizarse y a conquistarlo.

– Código de conducta basado en la violencia.- Necesidad de la violencia militar y policíaca en gran escala ante la urgencia de los objetivos y, en consecuencia, se dota a las fuerzas represivas de toda suerte de prerrogativas. (→ Existencia de los campos de concentración nazis y de la Gestapo alemana y la Ovra italiana).

– Desconfianza de la razón.- El fanatismo está por encima del análisis lógico. El individuo no debe ejercer la actividad de pensar. El tabú caracteriza a los regímenes totalitarios.

IV. EL FASCISMO ITALIANO

En la década de 1910 había cristalizado en Italia un nuevo nacionalismo autoritario y antiliberal que aspiraba a la creación de un nuevo orden político basado en un Estado fuerte y en la afirmación de la idea de nación. Todo ello acompañado por el descrédito político del régimen liberal italiano y las consecuencias de la I Guerra Mundial

IV.1. Orígenes y acceso al poder.

El fascismo capitalizó la crisis económica, social, política y moral de la Italia de la posguerra. Nació oficialmente en 1919, cuando Benito Mussolini (que años antes había sido expulsado del Partido Socialista) celebró un mitin en Milán, donde se crearon ‘Fascios italianos de combate’ (‘squadre’ de ciudadanos armados que actuaban por su cuenta cuando el gobierno no podía dominar a los obreros en huelga). El primer manifiesto-programa de Mussolini reivindicaba el espíritu “revolucionario” del movimiento e incluía medidas políticas radicales (proclamación de la República, abolición del Senado, derecho de voto para las mujeres), propuestas sociales y económicas avanzadas (abolición de las distinciones sociales, mejoras de todas las formas de asistencia social, supresión de bancos y bolsas, confiscación de bienes eclesiásticos y de los beneficios de guerra, impuesto extraordinario sobre el capital) y afirmaciones de exaltación de Italia en el mundo.

Sin embargo, en las elecciones de 1919 no obtuvieron ni un solo escaño, lo que obligó a Mussolini a variar su orientación política y erigirse como defensor del orden frente a la agitación social. El ascenso del fascismo a partir de 1920 se debió a su capacidad para postularse como única solución nueva y fuerte ante la crisis política y social que Italia vivía desde el final de la guerra y para afirmarse como alternativa de orden a un régimen liberal y parlamentario desacreditado, ante la amenaza de revolución social que pareció cernirse sobre el país. En un primer momento algunos políticos liberales pensaron que el fascismo podía ser el contrapeso en la lucha contra el socialismo y que los fascistas acabarían por integrarse en las filas liberales.

En efecto, en octubre de 1922 Mussolini ordenó a sus milicias que marcharan sobre Roma. La “marcha sobre Roma” fue una movilización militarizada de todos sus efectivos para converger desde distintas localidades sobre la capital y exigir el poder. El gobierno decide proclamar el estado de sitio pero el rey se niega a firmar el decreto, para evitar el derramamiento de sangre. Dimite el gabinete y el rey pide a Mussolini que forme gobierno, el 30 de octubre. Mussolini asume la gobernación del país al frente de un gobierno de coalición (cuatro fascistas, cuatro liberales, dos populares, un nacionalista y algún independiente).

IV.2. El fascismo en el gobierno

La primera etapa del gobierno fascista (octubre 1922 – enero 1925) fue una etapa de transición en la que la vida pública. Y económica. En cuestiones internacionales, dejó clara su oposición al Tratado de Versalles y a la Sociedad de Naciones (ocupación militar de la isla griega de Corfú; firma con Yugoslavia, al margen de la Sociedad de Naciones, un compromiso sobre Fiume, que pasaba a integrarse en Italia a cambio de concesiones importantes sobre territorios del entorno de la ciudad; firma de acuerdos comerciales con Alemania y la URSS -a la que reconoció enseguida-). Pero hubo también manifestaciones tranquilizadoras, como la firma del Tratado de Locarno; del Pacto de Briand-Kellog; con el Vaticano los acuerdos de Letrán.

Con todo, Mussolini tomó antes de 1925 iniciativas políticas significativas creando órganos paralelos a los del Estado como el Gran Consejo Fascista, que puede tomar decisiones políticas y reduce al gobierno a un simple papel administrativo. De igual manera, legaliza la Milicia fascista, verdadero ejército del partido, colocándola bajo el control del citado Gran Consejo y encargándole la defensa del Estado, lo que le convertía de hecho en un ejército paralelo. Más aún, Mussolini procedió a la fusión del partido fascista con los nacionalistas y, dos meses más tarde, hizo aprobar al Parlamento una nueva ley electoral en virtud de la cual la lista que obtuviera más del 25 % de los votos recibiría el 66 % de diputados. Mussolini, por tanto, daba pasos hacia la fascistización de las instituciones, el control del Parlamento y el partido único.

Desde 1925 se procedió a la creación de un régimen verdaderamente fascista, esto es, de una dictadura totalitaria del partido. El régimen fascista italiano se concretó:

Primero, en una dictadura fundada en la concentración de poder en el líder máximo del partido y de la Nación (el Duce acumula el título de jefe de gobierno, primer ministro, un número cada vez más elevado de ministerios, secretario de Estado, caudillo del partido y la posibilidad de gobernar en adelante por decreto ley, perdiendo el rey perdió parte de sus prerrogativas), en la eliminación violenta y represiva de la oposición (suspensión de los partidos políticos y arresto de numerosos miembros de la oposición) y en la supresión de todas las libertades políticas fundamentales (los grandes periódicos quedaron bajo control directo del Estado, se suprimen los derechos individuales y justifican la opresión, se instruye el delito de opinión, se restaura la pena de muerte…).

Segundo, en una amplia obra de encuadramiento y adoctrinamiento de la sociedad a través de la propaganda, de la acción cultural, de las movilizaciones ritualizadas de la población y de la integración de ésta en organismos estatales creados a aquel efecto;

Tercero, en una política económica y social basada en el decidido intervencionismo del Estado en la actividad económica, en una política social protectora y asistencial y en la integración de empresarios y trabajadores en organismos unitarios (corporaciones) controlados por el Estado. La acción social del Estado se concretó ante todo en la Opera Nazionale Dopolavoro que consistió básicamente en la organización de actividades recreativas para los trabajadores, lo que explica la adhesión pasiva al régimen de una parte considerable de la población italiana.

Cuarto, en una política exterior ultra-nacionalista y agresiva encaminada a afianzar el prestigio internacional de Italia y a reforzar su posición imperial en el Mediterráneo y África.

El 25 de octubre de 1936, Hitler y Mussolini proclamaron la creación del “Eje Berlín-Roma”. Con él, Italia quedó desde ese momento dentro de la órbita de Alemania en una posición de subordinación y dependencia, y condujo a Italia a la Segunda Guerra Mundial, de la que saldría derrotada y el régimen fascista destruido.

V. NAZISMO ALEMÁN

La crisis de 1929, además de todo el proceso de devoluciones de guerra, afecta muy gravemente a la economía alemana. El partido Nacional Sociaslista (NAZI) aglutina en esta época a los trabajadores en paro y a los excombatientes de la IGM y que habían sido empleados para combatir a los Espartaquistas de la izquierda revolucionaria. En julio de 1921, Hitler, que había luchado en el ejército alemán es nombrado jefe de este partido. En las elecciones de 1930 conseguirá 107 diputados; su propaganda en contra de la democracia y de los acuerdos de Versalles, calará en la burguesía y en la clase trabajadora, que están muy afectadas por la crisis. Aprovechando esta mala situación Hitler y su partido intenta dar un golpe de estado en 1923, pero fracasa y es encarcelado.

V.1. Acceso al poder

El golpe de estado frustrado en 1923 apartó a Adolf Hitler de la idea de acceder al poder mediante la violencia o cualquier otro tipo de presión al estilo italiano. Lo que no abandonó Hitler fue su idea de destrucción de los mecanismos constitucionales o institucionales que le impidiesen implantar el autoritarismo en Alemania.

Una vez liberado el partido vuelve a reunirse entorno al lider. En las elecciones de 1932 Hitler presenta su candidatura y obtiene 196 diputados y los socialistas 100. El miedo a la revolución marxistas hace que las derechas se aglutinen y Hitler es nombrado canciller en un gobierno de mayoría militar.

Elevado al poder dentro de la legalidad constitucional de la República de Weimar, los propósitos de Hitler se encaminaban hacia la consecución del estado autoritario mediante el decreto de suspensión de garantías constitucionales y la Ley Defensa del Pueblo y del Estado, que le confiere plenos poderes para legislar al margen del parlamento, esta le fue concedida tras las elecciones de 1933, cuando consiguió un elevado porcentaje de votos, en ausencia de los comunistas (el Partido Comunista fue disuelto tras el incendio del Reichstag en febrero del mismo año). A partir de entonces estaba abierto el camino para la destrucción de todas las fuerzas democráticas. El Partido Nacionalsocialista fue elevado al rango de partido único. Para que no le entorpecieran el camino hacia la presidencia del país, Hitler hizo asesinar a los jefes de las SA (el cuerpo paramilitar del partido nazi), que pretendían mantener el cariz social del partido, y que habían contribuido en gran medida a abrirle el acceso al poder, en la “noche de los cuchillos largos” (30 de junio de 1934). Tras la muerte de Hindenburg, Hitler se convirtió en el Reichsführer.

V.2. Desarrollo de la política totalitaria

En lo que se refiere a la política económica se recurre al intervencionismo, como había sucedido en Italia, orientándose hacia la autarquía; el estado emite unos pagarés (letras mefo) sólo válidos dentro del país y reducirá las importaciones. Asimismo se dejarán de pagar las reparaciones de guerra al retirarse Alemania en 1933 de la Sociedad de Naciones.

También se inicia en Alemania una fuerte protección de la agricultura y de la industria pesada, en ambos sectores se consiguen grandes beneficios. Los empresarios mantendrán sus empresas pero el estado controlará los precios, los salarios, el mercado de trabajo y el comercio exterior.

En política interna la consolidación del proyecto nazi se llevará a cabo por medio de un régimen de terror, desplegado en el Estado policial de las SS y la Gestapo y de un estudiado uso de la propaganda y la cultura como formas de manipulación de las masas, de movilización social y de adoctrinamiento colectivo. En 1936, se hizo obligatoria la afiliación de los jóvenes a las Juventudes Hitlerianas, donde se inculcaba la convicción de pertenecer a una raza superior. En este sentido es importante considerar como un elemento clave en la Alemania nazi fue el antisemitismo, que llevó al gobierno a promulgar una serie de decretos contra los ciudadanos judíos: boicot a los comercios judíos, imposibilidad de ejercer la función pública, las Leyes de Nuremberg, leyes racistas que privaban a los judíos de la nacionalidad alemana y les prohibían el matrimonio con los alemanes. El atentado de un judío contra un diplomático alemán en París fue el pretexto para la masacre de “la noche de los cuchillos largos. De este modo se trataba de provocar la emigración masiva de los judíos -en 1939 habían emigrado la mitad de los judíos alemanes, que habían comprendido la amenaza que pesaba sobre ellos. Muchos otros, a partir de 1941, fueron aislados en campos de concentración y elminados de forma masiva.

El sistema judicial, también depurado, pierde totalmente su autonomía, para convertirse en un simple órgano auxiliar del gobierno. La utilización masiva de la detención preventiva hará posible el más absoluto estado de inseguridad jurídica para la población.

Una política social intervensionista prodigó sus atenciones sobre la familia y sobre la natalidad, fin último de un Estado lanzado hacia la expansión territorial. En cuanto a la organización laboral, los sindicatos existentes fueron prohibidos y se crearon en su lugar sindicatos oficiales, el Frente de los Trabajadores Alemanes, que supuso el control gubernamental directo de todo el cuerpo social trabajador (las huelgas y la negociación colectiva fueron prohibidas).