1. INTRODUCCIÓN.
2. REGIONES NATURALES DE IBEROAMÉRICA.
2.1. AMÉRICA DEL SUR.
2.1.1 FORMAS DEL RELIEVE:
2.1.2. VARIEDAD CLIMÁTICA:
2.1.3. PRINCIPALES PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES.
2.2. AMÉRICA CENTRAL Y EL CARIBE.
3. LAS RAÍCES DE LA PROBLEMÁTICA IBEROAMERICANA.
3.1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA.
3.2. EVOLUCIÓN ECONÓMICA
4. ANÁLISIS DE LA PROBLEMÁTICA ECONÓMICA Y SOCIAL A PARTIR DE 1945.
4.1. ESTRUCTURA ECONÓMICA BAJO EL SIGNO DE LA DEPENDENCIA
4.2. ESTRUCTURA SOCIAL BAJO EL SIGNO DE LA DESIGUALDAD.
4.3. PROBLEMÁTICA ECONÓMICA Y SOCIAL.
4.4. POLÍTICAS SOCIALES:
4.4.1 LA REFORMA AGRARIA
4.4.2 LA INDUSTRIALIZACIÓN
4.5. PROBLEMÁTICA ECONÓMICA. LA DEUDA EXTERNA.
4.6. LAS CONSECUENCIAS DEL SUBDESARROLLO.
5. BIBLIOGRAFÍA.
1 INTRODUCCIÓN
El estudio conjunto de esta extensísima región -abarca desde tierra de Fuego, próxima a la Antártida, hasta la frontera con EEUU de Río Grande- se avala por una historia parecida y una situación socioeconómica precaria y bastante similar.
El concepto de Iberoamérica, acuñado como el más adecuado para definir a todo este subcontinente (es decir incluyendo también a Brasil, ya que el término Hispanoamérica lo dejaría al margen) configura su identidad en oposición al concepto de América Sajona, la América del Norte que constituye otra cultura diferente y otra realidad socioeconómica.
El intento de dar forma material a este sentimiento iberoamericano, esta aún en proceso. Los primeros intentos derivaron en una unión panamericana de claro predominio estadounidense. En los años 80 se creo el grupo de Contadora y más adelante el grupo de apoyo a Contadora que dio lugar a la convocatoria a finales del 87 de la primera reunión de presidentes de latinoamericanos sin presencia de EEUU.
La celebración de las cumbres Iberoamericanas (desde México, 1991 y España, 1992 hasta la actualidad) con las antiguas metrópolis colonizadoras -España y Portugal-ha sentado las bases de la cooperación supranacional y de la identificación histórica y cultural.
2 REGIONES NATURALES DE IBEROAMÉRICA
2.1. AMÉRICA DEL SUR
Este subcontinente alberga a los países mas extensos de la región. Los 17,8 millones de Km2 que conforman América del Sur abarcan diversas formas del relieve y el clima lo que da lugar a diferentes paisajes físicos y culturales.
2.1.1 FORMAS DEL RELIEVE
Cordillera de los Andes, constituye la espina dorsal del área y una inmensa reserva de minerales.
Las llanuras de sedimentación, asociadas a las cuencas de los grandes ríos Amazonas, Orinoco, Paraguay y Paraná-Plata. Todas ellas zonas de producción agropecuaria y forestal.
La selva Amazónica, la mayor reserva mundial de madera dura y ecosistema con mayor biodiversidad del planeta.
La Pampa, tradicionalmente zona de producción cerealística y ganadera.
2.1.2. VARIEDAD CLIMÁTICA
La variedad climática es grande. Podemos distinguir cuatro tipos de climas:
Clima tropical lluvioso: En el centro y norte del subcontinente. Propicio para el cultivo del café y la caña de azúcar
Clima Templado: A partir del Trópico de Capricornio se da en la Pampa.
Clima Templado Frío: Se da en la Patagonia.
Clima de la montaña Andina con sus zonas húmedas en la vertiente suroccidental, sus zonas secas en la vertiente suroriental y sus nieves perpetuas a 5000 metros de altura.
2.1.3. PRINCIPALES PROBLEMAS MEDIOAMBIENTALES
Los problemas de carácter ambiental son consecuencia de los problemas de carácter histórico-económico. La deforestación de la selva Amazónica, la succión de los recursos minerales andinos, la erosión de los suelos fértiles, entre otros, son errores permitidos y potenciados por las clases dominantes internas en clara alianza con la dominación y explotación externa. Un historial de violentas dictaduras militares y una difícil transición hacia la democracia (el ejemplo más reciente sería Perú), la justicia constitucional (triunfo de la democracia chilena con él procesamiento a Pinochet en agosto del año 2000), y la justicia socioeconómica (todavía muy lejos de conseguir) son algunas de las piezas del puzzle que configura la realidad iberoamericana.
2.2. AMÉRICA CENTRAL Y EL CARIBE
Esta constituido por países mucho mas pequeños, con la excepción de México. Esta zona abarca a todos los países comprendidos entre el istmo de Panamá hasta México, y también a todos los países-islas del mar de las Antillas: Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Panamá y Países del Caribe.
De todos ellos, es México el que presenta mayor variedad y cantidad de recursos naturales. El resto de los países, ya sean continentales o insulares, son típicamente tropicales.
3 LAS RAÍCES DE LA PROBLEMÁTICA IBEROAMERICANA
Hasta 1930 se configura el nacionalismo liberal y los lazos con el poder norteamericano, cambiando esta nueva dependencia por la que hasta este momento había tenido con Europa, aunque sin romper los lazos que le unen a ella.
Desde 1930; y como consecuencia del evento conocido como “crack de la Bolsa norteamericana del año 29” la economía iberoamericana, fuertemente ligada a EEUU (como la mayoría de las economías del mundo en ese momento) se viene abajo y el incipiente desarrollo queda frustrado, al igual que la oportunidad del despegue económico. De todas formas, el apoyo del gobierno del entonces presidente Roosevelt (“política de buena vecindad”) ayudó a una cierta recuperación.
A partir de 1945 el desarrollo sudamericano es cada vez más dependiente de ,EEUU, pero con unas formas nuevas. El proceso de financiación de Iberoamérica con capitales norteamericanos se acentúa enormemente, teniendo este acceso a la explotación directa de sus principales recursos naturales a través de grandes compañías transnacionales. Los beneficios de estas actividades económicas de extracción no repercutieron en absoluto en suelo iberoamericano, dándose una fuga de beneficios fuera de las fronteras de Sudamérica. Los economistas han llamado a este proceso característico de las economías subdesarrolladas “extraterritorialidad de la soberanía económica”.
Las formas de resistencia hacia el imperialismo americano van tomando forma (incremento de las dictaduras de fuerte poder constituido en un extremo y revoluciones de inspiración marxista como en los casos de Cuba y Nicaragua), pero su dependencia efectiva y los intereses creados de EEUU, impiden que Iberoamérica se monte en el tren de la industrialización y la organización social. La riqueza efectiva no aumentó, la desigual distribución de la misma siguió siendo extrema y la fragilidad de las estructuras económicas (dependientes del exterior) era evidente.
3.1. EVOLUCIÓN DEMOGRÁFICA
El poblamiento americano se produjo a través de la posible entrada por el estrecho de Bering de los primeros grupos humanos. Su expansión fue lenta. Una segunda oleada de pueblos cazadores superiores seguiría una ruta similar. Hacia el 9.000 a.C. ya existían en la parte sur.
La agricultura apareció entre el 7.000 y 5.000 a.C., siendo a partir del tercer milenio cuando la agricultura se desarrolló plenamente. El volumen de población indígena a la llegada de los españoles es difícil de cuantifícar: desde los 40 o 50 (K. Sapper y H. Spinden) hasta los más recientes de W. Borah que han estimado la cifra en unos 100 millones.
La conquista supuso una violenta contracción de la población indígena. Su número es de difícil evaluación: su número oscila entre un 50% y un 75% según las áreas. En el área antillana el hundimiento casi total fue rápido. En las zonas de México y Perú fiíe más violenta en el litoral que en el interior. En las zonas interiores, donde la población europea penetró más tarde, la población aborigen resistió más. Las razones de este hundimiento fueron: la desestructuración de las economías indígenas y la introducción de enfermedades (N. Sánchez Albornoz).
Los aportes demográficos externos no fueron suficientes: unos 700.000 españoles y criollos y medio millón de esclavos negros.
Hacia mediados del XVII comenzó a cambiar la tendencia, que no fue regular en todos los territorios. En México la recuperación fue rápida mientras que en América del Sur el estancamiento fue más prolongado. Hacia 1800, según J.D. Durand, el crecimiento de la población fue de un 0,8% acumulativo anual. La población europea progresaba rápidamente, sobre todo en la América española debido a una elevada fertilidad. Brasil vio llegar oleadas de inmigrantes (s.XVIII) atraídos por la explotación aurífera de Minas Gerais. La población esclava creció extraordinariamente en Brasil, al igual que en otras zonas hispanas, francesas e inglesas por el auge de la economía azucarera.
Aunque la fase de independencia trajo consigo grandes pérdidas por las guerras, la primera mitad del siglo XIX supuso un ritmo de crecimiento del 1%. Se caracterizaba por alta natalidad (40 p.m.) y mortalidad del 30 (p.m.), a lo que había que añadir grandes epidemias. La inmigración europea no fue importante en este periodo, excepto Uruguay donde los extranjeros superaban el 50%. Este es el momento de máxima llegada de esclavos negros a Brasil.
En la segunda mitad del siglo el crecimiento se aceleró, alcanzando una media del 1,3% anual, con lo que la población se duplicó en cincuenta .años. Se mantenía el mismo régimen demográfico, pero en algunos países (Uruguay, Chile, sur de Brasil, Argentina), la mortalidad caía rápidamente.
Ya en la primera mitad del s. XIX, tras la independencia, algunos países esbozaron políticas de atracción de inmigrantes: agricultores alemanes (Brasil, Chile, Perú, Argentina, Venezuela), suizos (Argentina, Brasil), irlandeses (Argentina, Perú); comerciantes franceses y británicos y algunos artesanos. En la segunda mitad del siglo XIX maduraron las condiciones económicas para atraer migrantes: rápida expansión, poca población y déficit de mano de obra. Argentina, Brasil y Uruguay generaron políticas de atracción; otros, como México, América Central o la región andina se surtían de la mano de obra indígena o mestiza. El acceso a la propiedad les estuvo vedado, generándose problemas (prohibición del gobierno italiano de emigrar a las fazendas brasileñas, 1902). Italia y España fueron los proveedoras más nutridos.
Esto provocó un patrón de distribución racial, configurándose las tres Américas: la blanca (Argentina, Chile, Uruguay, sur del Brasil), la negra (área antillana, noreste brasileño) y la indoméstica (México).
La emigración se interrumpió en los años treinta como consecuencia del crack del 29, que hizo volver algunos a sus países de origen. Los países americanos propiciaron políticas restrictivas. Hasta después de la II G. Mundial no se volvió a dar tímidamente un movimiento inmigratorio. Paralelamente se daba una explosión demográfica generalizada. Si en los años treinta el crecimiento era de 1,9%, subió al 2,5% en los cincuenta y alcanzando hoy el 2,8%. Esto supone que si en 1900 tenía en torno a 61 millones, en 1940 alcanzó los 140 millones., en la actualidad ronda los 600. La razón es el mantenimiento de una fuerte fecundidad, apoyada en marcos socioculturales, con una natalidad incontrolada, y la rápida disminución de la mortalidad. Pero hay matizaciones: en Mesoamérica y en el área andina se alcanza el mayor crecimiento. Por el contrario, los países de la zona templada, que estuvieron a la cabeza del proceso expansivo, son ahora los menos dinámicos como consecuencia de un proceso de urbanización temprano y sus transformaciones socioeconómicas. El mismo descenso de ritmo se observa en Bolivia y Haití por razones diferentes: una fuerte natalidad lleva unida una fuerte mortalidad.
Las consecuencias de esta explosión demográfica son variadas: desmesurado crecimiento urbano, sin que ello reduzca la presión sobre las áreas rurales; rejuvenecimiento excesivo de la estructuras poblacionales, con lo que aumentan la población pasiva, no se puede crear empleo al ritmo deseado y aumentan considerablemente los gastos sociales. Frente a ello no existe una política demográfica clara.
No obstante parece que el ritmo de crecimiento ha alcanzado su punto máximo. La mortalidad seguirá bajando pero no de forma tan espectacular como antes; los aumentos de la esperanza de vida serán más lentos; no parece que la inmigración alcance las cotas de antes. Por contra se acelera el proceso emigratorio.
3.2. EVOLUCIÓN ECONÓMICA
Tras la independencia llegó un periodo de decadencia económica exagerada. En primer lugar, los centros mineros, bien por agotamiento (minería altoperuana), bien por falta de capitales (min. mexicana) se arruinaron. Y con ello los ejes comerciales que los habían mantenido. Al no existir un control fronterizo claro, inmensas áreas rurales cayeron en el autoconsumo. Los mercados locales comenzaron a sentir las importaciones norteamericanas.
No obstante hubo áreas que se despegaron de este panorama. El litoral rioplatense abastecía de cueros a Europa, las grandes plantaciones de cacao de Venezuela o la producción de café de la zona andina o de Costa Rica. Asimismo ocurrió con la zona noreste de Brasil con la producción de azúcar.
A mediados del siglo XIX comenzó una etapa de auge cuya consecuencia fue la consolidación de los lazos que le unían con los centros metropolitanos. El auge aurífero californiano impulsó algunas economías del Pacífico: agricultura del centro de Chile y su puerto de Valparaíso; guano de Perú y el cacao de Ecuador. Así se impulsó la construcción del ferrocarril panameño y se pusieron las bases para la posterior construcción del canal. En definitiva lo que ocurrió es que aumentaron los flujos de materias primas hacia las zonas industriales europeo-americana.
Esto supuso la extensión de los cultivos en plantaciones y de las tierras para la ganadería, que provocó el crecimiento de las tierras colonizadas para lo cual se utilizó al ejército contra los aborígenes (tierras argentinas, del sur; el Chaco). Por todo ello, las tierras nuevas de América Latina constituían una frontera de grandes propiedades, una frontera de ricos.
Consecuencia de todo ello es que se produjo la satelización de las economías campesinas por la gran propiedad y, e veces, el dominio de los exportadores sobre todo un sistema. Esta masificación de los intercambios fue posible por la expansión ferroviaria. Junto a ello se afianzaba el sistema de asentamiento urbano. En Uruguay, Argentina, Chile, Venezuela, Cuba y Costa Rica el 25-30% de la población era urbana.
En las grandes ciudades la nueva riqueza se manifestaba en la construcción de suntuosos edificios, generando un nuevo urbanismo copiado de Europa. Junto a ello crecían los barrios marginales que acogían a las masas de campesinos que venían a trabajar en la ciudad.
El crack del 29 dio al traste con esta etapa agroexportadora. La industria se convirtió en el nuevo motor y se asentó en los núcleos nodales de la economía agroexportadora, donde encontraba población concentrada, poder adquisitivo, centros de decisión, estructuras financieras y comerciales, buena red de transportes y adecuados lazos con los países industrializados. Por tanto, la industrialización se desarrolló en núcleos seleccionados, de una forma polarizada. Ciudades como México, Lima, Santiago, B. Aires, Montevideo, Sao Paulo han llegado a concentrar entre el 40 y el 60% de la industria de sus países.
Se comienza con inversiones públicas (subvenciones, créditos) o creando las propias industrias básicas. Así surgieron las siderurgias iberoamericanas en los años cuarenta y cincuenta. A esto seguirán los capitales extranjeros. Pero esta siderurgia es incapaz de generar industrialización por baja producción o producción poco especializada. Esto atrajo a las multinacionales que se orientaron hacia el sector manufacturero, olvidando las industrias extractivas o agropecuarias.
Esta industrialización ha determinado una gran dependencia al exigir fuertes subvenciones de los estados. A esto hay que añadir la dependencia financiera. Por tanto el desarrollo industrial ha mantenido o aumentado las dependencias, potenciando los desequilibrios y favoreciendo la consolidación del subdesarrollo, como veremos más adelante.
La importancia de la actividad agraria es mayor de lo que le corresponde por el volumen de población que emplea o por su baja participación en el PNB. Por tanto, es una agricultura de exportación que sirve para equilibrar la balanza comercial o para ser invertido en las ciudades.
Frente a ello es una agricultura que no es capaz de alimentar a la población, teniendo que importar maíz o trigo. Esto se debe (R. Bromley) a que no se invierten en el medio agrario las plusvalías que genera. Se han fomentado bajos precios agrarios desde los gobiernos como medidas demagógicas, desincentivando las inversiones en la agricultura de consumo nacional. Se han buscado inversiones agrarias especulativas (exportación), abandonando el consumo nacional. Se han realizado cuantiosas importaciones de alimentos de USA y Canadá, desestimulando la producción nacional.
La densificación demográfica ha provocado una presión sobre la tierra y unas formas más intensivas de aprovechamiento. Se han abierto vías de comunicación para ocupar nuevas tierras (Amazonia); zonas de regadíos (Méjico).
Sin embargo crecen los latifundios y los campesinos sin tierra porque el gran latifundio define al paisaje latinoamericano. Pero la gran propiedad, movida por las reformas, va perdiendo el carácter latifundista que tenía y se va naciendo cada vez más intensiva, sustituyendo mano de obra. Algunas de estas explotaciones, controladas por capitales nacionales o extranjeros, comercializan sus producciones, apareciendo las agrobusiness. Las plantaciones se dedican a los cultivos tradicionales, asentándose en zonas costeras. Las plantaciones de café se extendieron por zonas húmedas y no demasiado cálidas con abundante mano de obra, apareciendo nuevas plantas; las de bananas y plátanos (40% prod. mundial) están muy tecnificadas. Estas actividades son altamente especulativas y generan poca riqueza para el país: emplean poca mano de obra y pagan pocos impuestos porque están subvencionadas.
La población urbana iberoamericana es un 66% de la población total. Si comparamos con 1960 (46 %) la urbanización ha sido muy acelerada. La densificación urbana es debida al crecimiento demográfico y el éxodo rural. Las metrópolis han crecido más deprisa que el resto, con lo que se suaviza la macrocefalia en cuanto a la población. Muchas ciudades medias se convierten en trampolín para las metrópolis, con fuertes crecimientos demográficos, pero también acumulación de bienes de producción y de servicios. Esto hace que se conviertan en centros de decisión, que quitan a la capital del estado, y, por tanto, en metrópolis regionales.
En Iberoamérica está presente la dualidad urbana de las ciudades del Tercer Mundo: las grandes aglomeraciones tienden a hacer aumentar sus grandes desequilibrios internos. Se produce la aparición de habitat subintegrado: favelas, mocambos (Brasil), ranchos (Caracas), tugurios (Bogotá), barriadas (Lima), conventillos y poblaciones (Chile) o ciudades perdidas (Méjico). Se caracterizan por la segregación espacial: grandes barrios de alto standing, que aparecen en la periferia. La estructura urbana llevaría a la aparición de CBD en espacios centrales que produce fuertes concentraciones de tráfico, los pequeños servicios aparecen junto a las zonas residenciales; y la periferia industrial que contrasta con la suburbanización y que se centra en torno a las vías de comunicación. La falta de infraestructuras crea enormes vacíos en la ciudad, que generan una dinámica incontrolada.
4 ANÁLISIS DE LA PROBLEMÁTICA ECONÓMICA Y SOCIAL A PARTIR DE 1945.
4.1. ESTRUCTURA ECONÓMICA BAJO EL SIGNO DE LA DEPENDENCIA
Los interesas de ganaderos, cosecheros y plantadores determinaron que, desde comienzos del siglo XX, la economía iberoamericana se basara en la exportación de materias primas (café de Brasil y Colombia, cacao, caña de azúcar, algodón y caucho de Brasil, Ecuador y Cuba), sobre todo a Europa, y en la consiguiente importación de productos industriales. Esta situación cambiará con la Primera Guerra Mundial. Europa deja de ejercer un papel dominante en el ámbito latinoamericano y será reemplazada por Estados Unidos. Antes del final de la guerra, las empresas inglesas, francesas o alemanas fueron compradas a bajo precio por el capital norteamericano. Las inversiones norteamericanas no dejaron de crecer en el área caribeña y algunas empresas, como la United Fruit Company, o entidades bancarias, como el National City Bank, llegaron a controlar gobiernos. Además, la presencia norteamericana avanzó hacia el sur, contando hacia 1930 con fuertes intereses en Brasil y Chile.
La crisis de 1929 provoca el hundimiento de la economía norteamericana, pero también afecta a la de los países iberoamericanos. La demanda de sus materias primas desciende, haciendo imposible la importación de productos industriales. En esta coyuntura se inicia el desarrollo hacia dentro. De forma improvisada, se empiezan a fabricar los productos que antes se importaban, comenzando por los que requieren una menor inversión y tecnología: alimentos, bebidas y textiles. México, Brasil y Argentina son los que más crecen, seguidos de Colombia. Venezuela, Perú, Chile y Uruguay.
Ahora bien, a mediados de la década de 1950 se llega al estancamiento. La industria creada sólo encuentra mercado en el interior, gracias a una fuerte tasa de protección arancelaria (hacia 1960 en Argentina rebasaba el 300 por 100 o el 100 por 100 en Brasil, frente al 50 por 100 de Japón o el 30 por 100 de Europa y Estados Unidos). Los países iberoamericanos siguen exportando materias primas. Una solución para ampliar los mercados nacionales consistía en crear un mercado que integrara a varios países. En este sentido, se dieron algunos avances con la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC), que agrupa a México y todos los estados sudamericanos excepto las Guayanas. Desde su fundación, en 1960, su objetivo es eliminar toda barrera aduanera entre sus miembros. En 1980 fue sustituida por la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI). Otros ejemplos de organizaciones semejantes son el Mercado Común Centroamericano (MCC), formado en 1960 por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica; el Pacto Andino, que nace en 1969 y que integra a Colombia, Ecuador, Perú, y Venezuela, y, finalmente, el Mercado Común de América del Sur (MERCOSUR) integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
Iberoamérica padece un grave problema financiero y económico desde los años ochenta, sobre todo. Dicho problema es producto de la incidencia de la crisis económica internacional de 1973, que sumió a todos los países del continente, incluida Cuba a pesar de su estructura socialista, en una grave deuda exterior. Conviene señalar que el deterioro económico se desencadenó, en parte, por factores externos y, en gran medida, por la crisis estructural de las políticas de desarrollo de los países iberoamericanos. Entre los factores externos cabe destacar: la mengua de los precios en el intercambio de productos con los países desarrollados, las restricciones de estos países a la entrada de productos y la elevación de los tipos de interés exigido por el FMI (Fondo Monetario Internacional).
Los factores internos traducen la debilidad de unos sistemas de desarrollo que sacrifican la capacidad de producción y la independencia económica nacional a la atracción de mercados extranjeros, lo que acarrea la sustitución de cultivos de subsistencia por los de exportación.
El déficit industrial se explica, a veces, por el peso de las importaciones necesarias para poner en marcha las nuevas industrias, pero también, en la mayoría de los casos, por la insuficiencia de producción de bienes de consumo.
En la última década los países de América Latina, con la excepción de Cuba, han aumentado sus intercambios comerciales con la Unión Europea. También los gobiernos han puesto en marcha unos amplios programas de privatizaciones de empresas estatales, sobre todo en México. El resultado de esta política privatizadora es desigual; o bien no ha funcionado, o, siendo exitosa, los beneficios han resultado muy inferiores a los esperados. Se reconoce una amplia corrupción en el proceso de las ventas. Junto a la incapacidad de los respectivos estados para llevarlas a cabo y, no en menor medida, un aumento del desempleo hasta cotas intolerables debido al reajuste de plantillas realizado por las nuevas empresas.
Algunos países para escapar de la crisis adoptaron políticas financieras totalmente equivocadas, como por ejemplo la dolarización de la economía. En Ecuador provocó una gran inestabilidad política y la emigración de gran parte de su población. En Argentina ha provocado recientemente la mayor crisis económica de su historia reciente, en la que aún está inmersa y de la cual parece difícil escapar.
4.2. ESTRUCTURA SOCIAL BAJO EL SIGNO DE LA DESIGUALDAD
Iberoamérica es un espacio profundamente marcado por la colonización que le produjo rasgos de homogeneidad. Para ello fue necesario o que desapareciesen las culturas indígenas o que fuesen arrinconadas, concentrando a los europeos en las áreas más propicias para la explotación y el control de los nuevos territorios.
Homogeneidad en las estructuras socioeconómicas: disparidades en la estructura agraria y sociedades en subdesarrollo. Profunda distorsión entre desarrollo económico y crecimiento demográfico. Las diferencias nacen por contrastes del medio físico o por el desigual grado de ocupación y aprovechamiento del espacio. Otras diferencia vienen marcadas por la mayor o menor disponibilidad de recursos, relacionados con las dimensiones territoriales o el potencial demográfico.
Iberoamérica se encuentra inmersa en una profunda crisis estructural cuyas manifestaciones pueden ser:
Ruina de la sociedad y economía precolombinas, dando paso a una sociedad y economía encaminada a producir para exportar materias primas a la periferia desarrollada.
La independencia no fue capaz de crear la unidad de las tierras, con lo que se produjo un mayor grado de dependencia exterior.
Todo ello no ha sido tan importante como la crisis motivada por la deuda externa, creada a partir del impulso del desarrollo de los años sesenta y setenta
Crisis derivada del dinamismo demográfico (crecimientos del 3% anual) que ha obligado a fuertes desembolsos para hacer frente a las necesidades alimenticias, sanitarias y educativas. Existencia del hambre entre las clases marginadas.
Polarización social: clases altas frente a clases menesterosas sin existir una clase media importante.
Inadecuada explotación del potencial agrario. Polarización de la propiedad agraria que no ha sido capaz de solucionar las reformas agrarias que, incluso, han forzado la aparición de una contrarreforma agraria.
Crecimiento urbano asfixiante, unido a escasez y deficiente gestión de medios económicos.
El crecimiento económico se ha hecho bajo la dependencia exterior (deuda externa). No obstante algunos países se han convertido en exportadores de capital. Asimismo se han diversificado los capitales extranjeros que de ser exclusivamente norteamericanos han aparecido los europeos y japoneses.
Panorama político desolador, que genera inestabilidad política, planteamientos populistas y demagógicos y golpes de estado. Los regímenes constitucionales son incapaces de ofrecer condiciones de estabilidad.
El rasgo que caracteriza a las sociedades latinoamericanas es su marcada desigualdad. Junto con una oligarquía de blancos de origen europeo, viven las clases populares, compuestas, en general, por indios, negros, mulatos y mestizos. Entre ambos extremos se encuentra un sector, por desgracia aún poco numeroso, el de las clases medias, que ha ido aumentando a lo largo del siglo de forma paralela a la concentración urbana y al desarrollo económico.
De todos los grupos sociales, son los indígenas, descendientes de grandes civilizaciones, los que aparecen como miserables asalariados, habitantes de los barrios marginados. En todo el continente están siendo lentamente sumergidos en el olvido en sus propias tierras natales.
Los pueblos indígenas fueron incorporados contra su voluntad a los estados nacionales donde ya vivían, generalmente sin que se les dieran regímenes sociales especiales. Se les consideró simplemente como minorías y fueron tratados con paternalismo, como si no fueran capaces de ocuparse de sus propios asuntos, Su patrimonio cultural ha sido sistemáticamente saqueado, desde el oro de los incas en el siglo XVI hasta la selva amazónica en el siglo XX.
Ya en los años ochenta, la Coordinadora General del Consejo Indio Sudamericano, Asunción Ontiveras Yulquila, afirmaba que la estabilidad política y la democracia latinoamericanas dependían del respeto a los derechos de los pueblos indígenas, y señalaba que los movimientos guerrilleros solían ser vistos por los indios oprimidos como el único medio a su alcance para llegar a la Justicia. Este es el caso precisamente del Ejército Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas (México).
En otros países, la aparición de la guerrilla no ésta ligada a los pueblos indígenas. Por ejemplo en Colombia, donde, sin embargo, su presencia hace que el país viva una situación de permanente estado de guerra. En Colombia operan dos grandes grupos guerrilleros: el Ejército de Liberación Nacional (ELN), liderado por el cura español Manuel Pérez, y el grupo guerrillero comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FARC), que han sometido a su autoridad política y moral extensas zonas, denominadas liberadas. Desde finales de la década de los ochenta, la guerrilla colombiana protagoniza ofensivas de carácter nacional. El problema guerrillero convive con la gravísima crisis política abierta por el narcotráfico en la zona. Los 14.000 hombres de la guerrilla organizaron un paro armado con un alto coste en vidas humanas y materiales: sólo el primer día se contabilizaron 27 muertos, 25 heridos y pérdidas materiales superiores a los 90 millones de pesetas (700.000 dólares). Son las desigualdades económicas las que hacen que el continente sudamericano aparezca, en ocasiones, como una bomba social.
Lo que caracteriza la estructura de la sociedad sudamericana es su enorme desequilibrio y su polaridad en dos grupos de características opuestas:
Una gran masa de campesinos empobrecidos junto con un escaso sector obrero y un numeroso subproletariado urbano en similares condiciones de miseria, constituiría la mayor parte de la sociedad iberoamericana.
En el otro polo, una minoría que acumula casi toda la riqueza, junto con una poderosa y reducida élite burguesa al frente de los gobiernos, constituiría la otra clase social.
La clase media, característica de las sociedades desarrolladas es en estos países prácticamente inexistentes, por la tendencia a sucumbir ante el elevado coste de vida.
4.3. PROBLEMÁTICA ECONÓMICA Y SOCIAL
Como ya hemos adelantado, la critica situación económica de Iberoamérica a partir de la segunda guerra mundial, y la tensión social a que todo ello da lugar, ocasiona el desencadenamiento de revueltas sociales por doquier reclamando la implantación de un sistema socialista planificado en unos casos o la reconstrucción del sistema liberal en otros.
La situación a grandes rasgos en casi todo el subcontinente es la siguiente:
Rápido crecimiento demográfico.
Fuerte descapitalización.
Grandes desigualdades socioeconómicas.
4.4. POLÍTICAS SOCIALES
4.4.1 LA REFORMA AGRARIA
En general, las rentas agrarias son débiles (10% del PIB) mientras que la exportación agrícola es muy importante (supone más del 50% de las exportaciones). Las técnicas arcaicas y el predominio del latifundio junto con todo lo anterior desembocaron en las reformas agrarias.
Las reformas agrarias son la respuesta de los gobiernos a las tensiones que se desarrollan entre los hacendados y los campesinos miniíundistas y las comunidades indígenas. No se producen en las zonas de plantación sino sobre tierras nuevas, con bajas densidades demográficas. Existen varias categorías de países de acuerdo con su aplicación de la reforma agraria:
Países que apenas han cambiado su situación: Argentina, Paraguay, Uruguay, algunos centroamericanos y República Dominicana..
Países con colonización y promoción agrarias: Venezuela, Colombia, Brasil, Ecuador y algunos centroamericanos.
Países con reforma fruto de una revolución interrumpida (Méjico y Bolivia), con una reforma avanzada (Perú), con una contrarreforma (Chile), con una reforma socialista (Cuba y Nicaragua).
La pretensión de las reformas agrarias era la de hacer desaparecer simultáneamente latifundios y minifundios y garantizar el reparto equitativo de la tierra entre los campesinos, así como unidades de explotación rentables y productivas para ellos. Todas ellas han resultado ineficaces y de un elevado coste económico. Tanto latifundios como minifundios se han reconstruido rápidamente y en lugar de lograr el objetivo que se marcaron han contribuido a acelerar la emigración hacia el medio urbano.
4.4.2 LA INDUSTRIALIZACIÓN
El proceso de industrialización de Iberoamérica ha sido un fracaso, pues prácticamente la industrialización es inexistente, y la que hay, esta en manos extranjeras. En este sentido podemos clasificar tres grupos de países:
En vías de desarrollo: Chile y Uruguay, con estructuras sociales evolucionadas, sin analfabetismo ni hambre.
De estructura dualista: Argentina, Brasil, México, Venezuela, Cuba y Colombia. Su desarrollo interno es muy desigual de unas zonas a otras, y poseen una doble estructura social, una arcaica y otra evolucionada, que en general se corresponden con los medios rural y urbano respectivamente.
De estructura arcaica: Países de América Central y países andinos, junto con Panamá (con excepción de la zona del Canal) y Paraguay. La renta per capita es muy baja, la natalidad elevadísima, la mayoría de la población es rural y carece de organización social evolucionada.
4.5. PROBLEMÁTICA ECONÓMICA. LA DEUDA EXTERNA
Las relativas altas tasas de crecimiento de que disfrutaron los países iberoamericanos en la década de los 70 no son significativas. Cuando se atiende a la “renta per capita” índice de la distribución personal de la riqueza de un país obtenemos los siguientes datos para 1990.
Argentina: 2.370$
Bolivia: 620$
Brasil: 2.680$
Colombia: 1.240$
Chile: 1.940$
México: 2.490$
Nicaragua: 434$
Venezuela: 2.560$
Haití: 370$
Referencias: España: 10.920$ Suiza: 32.000$
Una dificultad añadida en el proceso de desarrollo es el fuerte crecimiento demográfico. Otra, la arcaica estructura del sistema productivo agrario, de cuyas rentas depende el sector industrial. Por otro lado la dependencia comercial (economía para la exportación basada en uno o dos productos solamente y casi siempre en su forma más básica -con el consiguiente menor valor añadido- y necesidad de importación de los productos manufacturados y la tecnología de mayor valor añadido) provoca una situación desigual difícilmente alterable que ha hipotecado su desarrollo.
La creciente intervención estatal para intentar paliar las deficiencias estructurales de la economía de estos países ha llevado al endeudamiento de los Estados en los grandes bancos extranjeros o en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Internacional para la reconstrucción y el Desarrollo (BIRD) o el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
El problema de la deuda externa es de tal calibre que actualmente se sabe que no podrá ser pagada jamás, sin embargo mantiene a todas estas economías subyugadas en ese pago y sin poder concentrar los esfuerzos en su desarrollo interior.
4.6. LAS CONSECUENCIAS DEL SUBDESARROLLO.
Déficit alimentario (malnutrición, subalimentación y debilidad orgánica ante epidemias y enfermedades).
Alta mortalidad infantil.
Baja esperanza de vida media
Bajas tasas de escolarización.
Altas tasas de analfabetismo
Elevadas tasas de desempleo.
Escasa infraestructura sanitaria.
Baja renta per capita.
Desvertebración territorial (macrocefalia de las escasas ciudades y vacíos demográficos en el resto del territorio).
Un factor agravante de todos los anteriores es la inestabilidad política, la amenaza de golpes militares, la existencia de grupos paramilitares de signo ambiguo (muchas veces conectados con las mafias del narcotráfico – Sendero Luminoso en Perú. Ejercito de Liberación Nacional en Colombia, Ejército Zapatista de Liberación Nacional en México…etc.-
Otra grave lacra es la corrupción endémica en los escalafones más altos del poder que provocan una autentica rapiña de los escasos fondos nacionales y una venta de los recursos del país.
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Apuntes sobre Geografía de Sudamérica en lafacu.com: http://www.lafacu.com/apuntes/geografia/geografia sudamérica/default.html