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Tema 19 – La población española. Comportamiento demográfico y fenómenos migratorios.

0. INTRODUCCIÓN

1. LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

1.1. EL CICLO DEMOGRÁFICO ANTIGUO.

1.2. EL CICLO DEMOGRÁFICO MODERNO.

2. ELEMENTOS DEL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA . NATALIDAD Y MORTALIDAD.

2.1.EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

2.2.LA NUPCIALIDAD

2.3.LA NATALIDAD.

2.4.LA MORTALIDAD.

3. ESTRUCTURA ACTUAL DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA.

3.1.ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA.

3.1.1. COMPOSICIÓN POR EDAD.

3.1.2. COMPOSICIÓN POR SEXO

3.1.3. EL ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN.

3.2.ESTRUCTURA SOCIOPROFESIONAL.

4. LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

4.1. MIGRACIONES INTERIORES.

4.2. MIGRACIONES EXTERIORES.

4.2.1. LA EMIGRACIÓN.

4.2.2. LA INMIGRACIÓN.

5. ANÁLISIS POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS.

6. BIBLIOGRAFÍA

O INTRODUCCIÓN

Es indudable que el objetivo último de todas las ciencias, de los estudios y de las investigaciones, es el propio hombre, entendido en sentido genérico. Pretendemos realizar una aproximación a las características demográficas específicas de nuestro país, así como a la evolución y los cambios que ha experimentado nuestra población a lo largo de los tiempos y, especialmente, durante este siglo.

Un primer aspecto que debemos resaltar es que las transformaciones demográficas en España, no se han producido al mismo tiempo que en los países de nuestro entorno europeo, sino con un cierto retraso. Tampoco han sido progresivas, escalonadas o graduales, como lo fueron en la casi totalidad de los países de Europa occidental.

En el transcurso del siglo XX, la población se ha multiplicado por dos en nuestro país: el número de nacidos ha disminuido en un 50%, en un 33% el de fallecidos y, muy marcadamente, ha descendido también la mortalidad infantil. Por otra parte ha sido espectacular el aumento de la esperanza de vida. Todo ello se ha traducido en intensos cambios en la distribución de la población por edades: se ha doblado el porcentaje de personas de más de 65 años o, lo que es lo mismo, se ha producido un claro envejecimiento de la población. A su vez, también han sido drásticos los cambios en la distribución de la población española en los distintos territorios del Estado, puesto que se han producido desplazamientos masivos desde de las áreas rurales a las urbanas, en algunos casos con especial intensidad. Esto ha producido un cambio radical en la distribución de la población activa en los distintos sectores productivos. La población ya no trabaja mayoritariamente en la agricultura y la ganadería, como ha venido ocurriendo en el pasado, sino en la industria y, especialmen­te, en los servicios.

1 LA EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

Cuando hablamos de evolución de la población en el ámbito europeo, aludimos a la existencia de dos ciclos, o dos periodos demográficos separados por la fecha de 1700 (siglo XVIII). Estos ciclos son conocidos como ciclo antiguo y ciclo moderno. El primero se caracterizó por el crecimiento de la población a corto plazo y su posterior estancamiento y reducción, para volver luego a crecer un poco y de nuevo estancarse y retroceder, y así sucesivamente. La consecuencia era un crecimiento prácticamente nulo de la población y las causas, guerras, epidemias, crisis de subsistencia, escasa esperanza de vida media etc. La llegada del ciclo moderno supone un cambio en la dinámica poblacional a causa de una transformación social y económica propiciada por el cambio de vida que supuso la Revolución Industrial. Este cambio a nivel poblacional se tradujo en un descenso de la mortalidad extraordinaria en un primer momento, y de la mortalidad ordinaria más adelante, junto con un aumento de la natalidad, consecuencia del mayor numero de mujeres vivas para procrear. Como resultado, el crecimiento de la población despega al fin, para ya en el siglo XX volver a estabilizarse, por la aparición de nuevos motivos en el horizonte de las sociedades europeas.

En España, existen estos dos ciclos demográficos pero con una cronología diferente ya que el ciclo moderno no se consolida en nuestro país hasta el siglo XX, por lo que la transición del ciclo antiguo al moderno durará prácticamente dos siglos. Para el estudio de la población en España disponemos de una serie de fuentes. La mayor parte de ellas emanan del INE, creado en 1945 y cuyo antecedente inmediato fue el Instituto Geográfico y Estadístico (1870). Las principales fuentes demográficas son los registros generales de población (Censos -desde 1857 hasta 2001-, padrones -se actualizan con el Censo y los años terminados en 6-, nomenclátores), las fuentes para el movimiento natural de la población (MNP a partir de los datos del Registro Civil -desde 1870-), las fuentes para los movimientos migratorios (Estadísticas de pasajeros por mar, Informe sobre emigración española del Instituto Español de Emigración, Encuesta de migraciones interiores, Estadística de Variaciones Residenciales, etc.) y las encuestas del INE (Encuesta de fecundidad, EPA, Tablas de mortalidad de la población española, etc.

1.1. EL CICLO DEMOGRÁFICO ANTIGUO

Para este periodo es fundamental una fuente no citada en el párrafo anterior: el Registro parroquial de bautismo, casamientos y defunciones. También son importantes, pese a sus defectos e infrainscripciones los Censos preestadísticos, como los de Quintanilla, el de Millones, el de Campoflorido, el de Aranda, el de Floridablanca, o el de Godoy. Las características de este periodo son similares a las del resto de los países europeos: elevada mortalidad agravada ocasionalmente por las razones que ya hemos comentado, y una reducida natalidad debido sobre todo a la muerte de personas en edad de procrear. Se distinguen dos etapas:

Siglo XVI con tendencia a la alza consecuencia de la expansión económica (Imperio de los Austrias mayores Carlos V y Felipe II)

Siglo XVII con un gran descenso de lo efectivos demográficos a consecuencia de una grave crisis económica y política (Derrumbamiento del Imperio con el gobierno de los Austrias menores)

Esta crisis demográfica afectó de diferente manera a los distintos territorios (Castilla, Aragón , Valencia, Andalucía…) y es desde este momento que ya empiezan a aparecer y a acentuarse las diferencias regionales.

1.2. EL CICLO DEMOGRÁFICO MODERNO

Como ya hemos comentado no se consolida en España hasta el siglo XX, siendo los siglos XVIII y XIX , una fase prolongada de la transición demográfica.

En apariencia, en el siglo XVIII español se produce un aumento de la población, en sintonía con lo que ocurre en el resto de Europa. El aumento es real, pero no obedece a las mismas causas estructurales, es decir no se corresponde con el desarrollo y la modernización del país. En realidad la causa es el fin de la guerra (Paz de Utrecht de 1714) y el fin de la sangría demográfica que obstaculizaba las posibilidades de crecimiento. No existe Revolución demográfica en España en esta época. Según Nadal existe crecimiento sin revolución.

Durante la 1a mitad del siglo XIX, y tras la guerra de la Independencia, la población vuelve a crecer, pero no a causa del descenso de la mortalidad ordinaria (como ocurría en la Europa industrial a causa de la mejora en las condiciones de vida) sino por un lógico aumento de la nupcialidad tras la guerra. De hecho, en la 2a mitad del XIX se siguen dando crisis de subsistencias que provocan mortandades importantes. La sangría demográfica, agravada por la emigración, es diferente en unas u otras regiones: mientras Galicia pierde población a lo largo de todo el siglo XIX, Cataluña sigue una dinámica demográfica muy similar a la Europea. El impacto del cólera se deja sentir durante todo el siglo, así como el de la gripe (“la gripe española”) en 1918-20. La guerra civil y la postguerra será la última gran crisis de mortalidad de nuestra historia. La caída definitiva es pues muy reciente y en las últimas décadas se observa un repunte técnico debido al envejecimiento de la población. La reducción de la mortalidad infantil se adelanta a las décadas finales del siglo XIX en el norte peninsular, pero se retrasa hasta los años veinte de siglo XX en gran parte del territorio del área central y meridional. La natalidad sufre diversas alternativas. Viene decreciendo desde finales del XIX para aumentar en las décadas centrales del XX (“baby boom”) y reducirse drásticamente en el último cuarto.

2 ELEMENTOS DEL CRECIMIENTO DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA. NATALIDAD Y MORTALIDAD

2.1 EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

Si observamos la evolución de la población desde las primeras décadas del XX hasta nuestros días podemos destacar los siguientes hitos:

Reducción de la mortalidad catastrófica a partir de 1900.

Reducción de la mortalidad ordinaria desde los años 20.

Descenso de la fecundidad, muy acusado durante la guerra civil.

Caída de la natalidad en los últimos veinte años (lo que hace que España tenga actualmente, junto con Italia, el menor índice sintético de fecundidad del mundo 1,2 hijos por mujer).

Envejecimiento de la población a partir de los años 50, con un paréntesis expansivo en tomo a los años 60.

Los movimientos migratorios -de los que no se habla en este apartado- son en realidad, el factor explicativo mas importante de la distribución geográfica de la población española.

La evolución de la natalidad, la mortalidad, la nupcialidad y el crecimiento vegetativo en España es muy parecida a las tendencias generales de los pases europeos más desarrollados: los índices de estas variables son hoy muy bajos.

2.2 LA NUPCIALIDAD

La tasa de nupcialidad se ha mantenido estable a lo largo del siglo XX, aumentó entre los años 1 955 y 1965 y se redujo a finales de la década de los setenta. Hoy la tasa de matrimonios ronda el 5%o dato que hay que incrementar ligeramente con parejas que conviven sin estar casadas. La cohabitación fuera del matrimonio, de notable amplitud en otros países, se practica más en las zonas urbanas españolas que en las rurales y entre hombres y mujeres con niveles culturales similares y de parecidos grupos sociales.

Al estudiar la nupcialidad es conveniente reflejar también las separaciones matrimoniales y el fenómeno del divorcio, es decir, la ruptura legal de los matrimonios. La incidencia del divorcio en la sociedad española es reciente (la ley entró en vigor en 1981) y junto con los países del mediterráneo europeo -Grecia, Italia y Portugal-, cuenta con una baja tasa de divorcios si lo comparamos con países como Dinamarca, Holanda o Alemania. En España se produjeron 263.770 sentencias de separación y 195.500 divorcios desde el año 1981 al 1990.

2.3 LA NATALIDAD

Natalidad y fecundidad son dos conceptos que a veces se utilizan indistintamente para referirse a la capacidad procreadora de una población; sin embargo, no significan lo mismo y, por tanto, conviene utilizarlos con precisión. Con la palabra natalidad se define un suceso demográfico relacionado con los nacimientos habidos en el seno de una población considerada en su conjunto; en cambio, la fecundidad es un fenómeno relacionado con los nacidos vivos considerados desde el punto de vista de la mujer en edad de procrear, y no en el conjunto de la población. La fecundidad es, en consecuencia, un término más preciso para referirse al nivel procreador de una población, puesto que solamente tiene en cuenta la población que realmerte interviene en el proceso.

Hasta fechas recientes, España ha sido un país fuertemente natalista en el contexto de los países europeos; por ello, la evolución de la natalidad en las últimas décadas está considerada como el fenómeno más decisivo en el desarrollo demográfico español. A todos ha sorprendido que en un periodo de tiempo muy corto, la natalidad y la fecundidad españolas se hayan situado entre las más bajas del mundo.

Aunque el descenso de la natalidad comenzó en el siglo XIX, todavía a principios del XX era alta (33,9%o); se mantuvo con valores relativamente altos durante toda la primera mitad del siglo, los descensos coyunturales más fuertes se producen a causa de la Guerra Civil (16,6%o en 1939). El descenso más drástico, tanto de la natalidad como de la fecundidad, llegará a finales de la década de los 70: la natalidad pasará de una tasa del 17,9%o en 1977 a 9,l %o en 1995, mientras que la fecundidad evoluciona de un índice de 2,6 hijos por mujer en 1977 a 1,2 en 1997.

No existe consenso sobre las razones que han motivado la caída de la fecundidad. Hoy se considera que los motivos son múltiples y complejos; junto a razones de índole económica (coste de la crianza de los hijos, aumento del nivel de ren­ta) existen también razones de tipo sociológico, cultural e institucional, sin olvidar las estrictamente demográficas. En la actualidad, se destaca el desarrollo de la industrialización, la urbanización y la secularización, junto a otros factores como: la emancipación de la mujer y su incorporación al mercado laboral; el coste de la educación y crianza de los hijos; el comportamiento natalista propio de cada generación, fruto de la experiencia ante la vida.

Junto a estas razones de índole general no se pueden olvidar las circunstancias propias del país, que son las que, en último término, han marcado los ritmos e intensi­dades en el proceso. Así, la marcha de la natalidad en España no puede desligarse de los diferentes acontecimientos históricos, y coyunturas económicas y sociales por las que ha atravesado: Guerra Civil, emigración, períodos de crisis económicas (autarquía), cambios en la estructura por edad, evolución de la nupcialidad, etcétera. También la política demográfica ha podido influir: escasas ayudas sociales que estimulen la natalidad, extensión del aborto, etc.

La natalidad y la fecundidad se han reducido en todas las comunidades autónomas aunque se siguen manteniendo diferencias regionales. Tanto si utilizamos la tasa de natalidad como el índice sintético de fecundidad, las regiones meridionales e insulares son las que poseen las mayores tasas e índices, seguidas por las regiones económicamente más desarrolladas. Por el contrario, las comunidades del centro y del norte peninsular presentan las tasas más bajas. En 1995 las comunidades con tasas de natalidad superiores al 10%o eran Murcia, Andalucía, Baleares, Canarias y Castilla-La Mancha; en cambio, los valores más bajos, por debajo del 8%o, los tenían Galicia, Asturias, Aragón, Cantabria, Castilla y León, País Vasco y La Rioja. En cuanto al índice sintético de fecundidad, ninguna comunidad rebasaba en 1991 los 2 hijos por mujer.

La caída de la fecundidad, con una evolución peculiar dentro de lo que es la dinámica europea, ha venido acompañada de un cambio en la estructura de las tasas de fecundidad por edad (caída de la fecundidad en las mujeres más jóvenes como consecuencia del aumento de edad en las primeras nupcias).

2.4 LA MORTALIDAD

La mortalidad es el fenómeno relacionado con el fallecimiento de los miembros de una población. Hasta finales del siglo XIX la población española se caracterizaba por las altas tasas de mortalidad y la baja esperanza de vida. En la actualidad, la tasa bruta de mortalidad se encuentra en torno al 8,5%o, un nivel a partir del cual resulta ya muy difícil seguir bajando.

La mortalidad infantil ha seguido una trayectoria similar. A principios de siglo XX, el valor de la tasa estaba en el 181%o y el descenso se precipitó en la década de los 40 y 50; en los años 70 se alcanzan ya unas tasas del 24%o. En las últimas décadas continuó bajando y hoy se encuentra en torno a un 6,0%o, un nivel similar al de los países con tasas de mortalidad más bajas.

La esperanza de vida al nacer ha evolucionado también a valores muy positivos a lo largo del último siglo a causa del descenso de la mortalidad. A principios de siglo se encontraba, para ambos sexos, en tomo a los 35 años y en el momento actual es de unos 78 años.

Especialmente significativo ha sido el aumento de la esperanza media de vida de la mujer, que ha pasado de los 35 años en 1900 a los 80,5 que presenta hoy. La diferencia con la esperanza media de vida de los hombres es de unos 7años.

Las causas de la mortalidad han variado con el paso del tiempo. En el pasado, cuando dominaba la mortalidad catastrófica, las causas se debían a crisis de subsistencia, hambrunas, epidemias, guerras, etc., que con su aparición cíclica mantenían estancada a la población pese a las elevadas tasas de natalidad. En una situación de crisis, el riesgo de muerte afectaba a toda la población, aunque la infantil se mostraba aún más vulnerable. Este tipo de causas se conocen como exógenas por tener su origen en el entorno externo al ser humano.

En la actualidad, las causas de muerte se relacionan con las enfermedades degenerativas en edades avanzadas y con las enfermedades sociales o propias del modo de vida de la sociedad actual; destacan las enfermedades del aparato circulatorio y digestivo o las provocadas por causas endógenas y muertes violentas (accidentes de circulación, asesinatos, suicidios, etc.). Por lo tanto, las causas predominantes de mortalidad en nuestro país se pueden resumir bastante bien con las famosas «tres ees» (corazón, cáncer y carretera). En esta fase, la mortalidad se concentra en aquellos estratos de población de edades más avanzadas y más entre los hombres que entre las mujeres.

Sobre las causas del descenso de la mortalidad se han propuesto varias hipótesis. Por un lado, están los partidarios del papel desempeñado por las medidas sanitarias, especialmente los avances médicos; por otro, los partidarios de la influencia de la mejora de los recursos socioeconómicos, sobre todo de la alimentación; un tercer grupo piensa que el crecimiento moderno de la población, motivado por la caída de la mortalidad, es resultado de la combinación de una serie de factores de tipo social, demográfico, económico y cultural que han repercutido positivamente en una mejora de la salud de la población.

A pesar de la reducción generalizada que ha experimentado la mortalidad en España, todavía siguen manifestándose diferencias entre las comunidades autónomas. En la actualidad, las comunidades con una tasa de mortalidad más alta son: Asturias, Aragón, Baleares y Galicia; en cambio, las tasas más bajas corresponden a Canarias, Madrid, Murcia, Andalucía y Cataluña; sin embargo, utilizando el indicador de la esperanza media de vida, las regiones del norte presentan índices más positivos que las regiones del sur.

Finalmente, la oposición espacial se presenta también entre áreas rurales y urbanas como consecuencia de los diferentes modos de vida, la desigualdad en el acceso a la sanidad, la educación y el nivel de bienestar.

El descenso de la mortalidad, tiene lugar en España, con posterioridad al resto de Europa. Sin embargo, cuando esta reducción tiene lugar, lo hace de una forma brutal (en los años 80 se coloca por debajo del 7,5%o).

La década de los 90 ha experimentado un nuevo ascenso de la tasa a causadel envejecimiento de la población, que según las proyecciones seguirá aumentado más allá del 2025.

Como consecuencia de la evolución que acabamos de apuntar, el crecimiento natural inició su descenso a finales de la década de los 70 a raíz de la caída ce la fecundidad y de un incremento de las tasas de mortalidad; esta caída se ha producido de manera muy brusca. En consecuencia, se ha producido una fuerte reducción de la tasa de crecimiento natural en un corto periodo de tiempo, pasando de 1,1 % anual aun 0,04 %, valor que indica prácticamente un estancamiento del crecimiento.

3 ESTRUCTURA ACTUAL DE LA POBLACIÓN ESPAÑOLA

3.1 ESTRUCTURA DEMOGRÁFICA

3.1.1 COMPOSICIÓN POR EDAD

En general podemos afirmar que la mitad sur cuenta con una población más joven que la mitad norte, distinguiendo: provincias muy jóvenes (Canarias), provincias jóvenes (las andaluzas), provincias jóvenes con alto porcentaje de adultos (las vascas), provincias viejas (las catalanas, Baleares, Castellón, Guadalajara, Lugo y Orense) y provincias en torno a la media nacional.

Las causas y grados del envejecimiento tienen que ver con el movimiento natural de la población de signo negativo y con la emigración más o menos acusada. En cuanto a las provincias jóvenes, éstas pueden serlo por inmigración, por estabilidad de la natalidad, o jóvenes a pesar de la emigración.

Analizando globalmente el caso español, podemos afirmar la tendencia al envejecimiento progresivo de la población. Con datos del ultimo censo (2001) se calcula que casi una quinta parte de la población española tiene más de 65 años.

3.1.2. COMPOSICIÓN POR SEXO

En 1991 la población española se caracterizaba por un número mayor de mujeres (19.835.842) que de hombres (19.036.437). Además de la sobremortalidad masculina habitual, en al caso español incide también la emigración que en muchos casos ha sidc esencialmente masculina. El desequilibrio es máximo en la vejez.

3.1.3. EL ESTADO CIVIL DE LA POBLACIÓN

A partir de los datos que arrojan los últimos censos, los hechos más significativos son el descenso de la población soltera, tanto en cifras absolutas como relativas, frente al crecimiento de las otras condiciones de estado; especialmente relevante ha sido el de la población casada y el colectivo de separados y divorciados. El descenso de la población soltera en los últimos años rompe con la tendencia ascendete que se venía produciendo desde principios de siglo, pues, la población era mucho más joven que la actual; en cambio, el descenso de la fecundidad a partir de los 70 es la causa de que exista una menor proporción de población célibe. La población soltera es mayor entre los varones entre 20 y 50 años, mientras que en edades superiores la soltería está más generalizada entre las mujeres.

3.2 ESTRUCTURA SOCIOPROFESIONAL

Desde 1960, (al igual que en fechas más tempranas ocurrió en el resto de Europa) se viene produciendo un fuerte descenso del personal dedicado a las tareas del sector primario y un incremento de todas aquellas profesiones vinculadas a los sectores secundario y terciario. La terciarización de la economía es un hecho, ya que 2 de cada 3 españoles trabaja ya en el sector servicios.

Otra importante tendencia en cuanto a la estructura socioprofesional actual es el aumento de la población asalariada, lo cual según algunos autores es una característica de las sociedades capitalistas desarrolladas en las que tiende a aumentar la población activa dependiente y a disminuir la independiente. También en este apartado existen fuertes diferencias interprovinciales. En 1960 la tasa de asalarización, en una sociedad eminentemente agraria, estaba muy relacionada con la estructura de la propiedad de Iz tierra: las zonas latifundistas sureñas junto con los centros industriales (Madrid, Barcelona, País Vasco, Valencia-Alicante) tienen las mayores cantidades de población asalariada, mientras que las zonas minifimdistas se corresponden con mayoría de trabajadores independientes (pequeños propietarios). Ya en 1981, la mayoría de las provincias españolas habían experimentado aumentos en la tasa de asalarización. Incrementada además por el aumento en la terciarización. Como resumen a la situación socioprofesional podemos decir que:

En los últimos años se ha elevado el grado de terciarización del mercado de trabajo en todas las Comunidades.

Los activos del terciario se han alimentado en casi todas las Comunidades de la mano de obra expulsada por otros sectores, especialmente el agrario.

El terciario es el sector con mayor capacidad de generar empleo.

Los mayores incrementos se registran en el terciario asalariado.

El empleo no asalariado sigue una trayectoria decreciente.

El sector terciario es actualmente el motor de la economía española.

En las comunidades en las que el sector está más desarrollado, también son más altas las tasas de paro.

El aspecto más destacable en el que conviene detenerse es el del paro. En los años 60 y 70 la tasa de paro registraba unos valores realmente bajos. La emigración exterior y la escasa incorporación de la mujer al mundo del trabajo son los dos factores que mejor explican este hecho. Pero la crisis económica desencadenada a finales de los años 70 iba a trastocar enormemente la situación; el retorno de los emigrantes, el proceso de reconversión industrial y la incorporación masiva de la mujer al mercado laboral son factores que harán elevarse las tasas de paro.

En consecuencia, la evolución de la tasa de paro en las dos últimas décadas se ha caracterizado por un continuo crecimiento desde 1978 hasta 1994 y un paulatino descenso desde esta fecha hasta hoy.

El paro es un fenómeno que afecta de manera muy desigual a las diferentes comunidades autónomas, los valores oscilan desde comunidades como Baleares o La Rioja, con una tasa entre el 10% y el 11 % a otras comunidades como Andalucía y Extremadura, con tasas por encima del 20 %. El paro afecta, sobre todo, a los activos que se encuadran dentro del sector agrario y de la construcción, y más a la población activa femenina que a la masculina.

En el contexto de los países de la Unión Europea, España es el país con la tasa de desempleo más alta (15,7%), que llega a doblar la media europea en 1999 (9,2%).

A pesar de la gravedad del problema, el desempleo es percibido hoy en una dimensión menos dramática, pues sólo existe un 8% de hogares con todos sus miembros activos en situación de paro. En cuanto a la existencia de población ocupada en actividades de economía informal o sumergida, se trata de un empleo que escapa al control estadístico oficial.

Igualmente hemos asistido a un cambio espectacular en el nivel de formación de la población. Hace tiempo que España inició un esfuerzo por mejorar las condiciones formativas de su población, de manera que, según datos del último censo, la tasa de analfabetismo se ha reducido al 3 %. En cifras absolutas, 1.119.076 habitantes todavía se consideran analfabetos; de ellos, un 72,3 % son mujeres de edad avanzada. Esta bolsa de incultura se concentra en Andalucía, Castilla-La Mancha y Extremadura. Junto a la reducción del analfabetismo, otros logros son la escolarización obligatoria hasta los 16 años, la considerable ampliación de la población universitaria y, sobre todo, la ampliación de la igualdad de oportunidades para ambos sexos y para los diferentes estratos sociales.

4 LOS MOVIMIENTOS MIGRATORIOS

Un aspecto destacado de la población española es su movilidad espacial; en un pasado no muy lejano, debido a la salida de importantes contingentes de emigrantes hacia otros países de África, América o Europa; en épocas más recientes, por el trasvase de población de unas regiones a otras, o de áreas rurales a urbanas. Pero, además, España se está convirtiendo en los últimos años en punto de destino para muchos inmigrantes extranjeros.

Las razones que mueven a las personas a desplazarse pueden ser muy diveisas, por lo que, más que a factores concretos, habría que aludir a un conjunto de hechos que conforman un contexto económico-social que induce a la persona a emigrar; pero, de manera general, se está de acuerdo en que existe una motivación económica: la búsqueda de un empleo en otro lugar que permita mejorar la condición económica y, en consecuencia, las condiciones de calidad de vida y bienestar social. Sobre esta base general, cada corriente y etapa presenta sus propias características en cuanto a condiciones sociales, económicas o políticas que influyen en el proceso.

4.1 MIGRACIONES INTERIORES

Las migraciones interiores se producen como consecuencia de los desequilibrios económicos, espaciales y demográficos entre unas regiones y otras suscitados por la industrialización, urbanización, mecanización del campo y demás fenómenos de cambios socioeconómicos.

El desplazamiento de personas entre las distintas provincias y regiones de España, desde las áreas rurales a las urbanas, es uno de los fenómenos geodemográfi-cos de mayor importancia de los últimos tiempos.

El proceso de industrialización y urbanización será el causante de las migraciones interiores, que se desarrollarán en España con toda su intensidad entre los años 60 y 70. Las migraciones interiores presentan dos etapas: la primera transcurre desde el siglo XIX hasta 1950; la segunda, desde esta fecha hasta el presente.

a) Desde el siglo XIX hasta la primera mitad del siglo XX, la cuantía de estos desplazamientos no fue grande; no obstante, la industrialización de Barcelona y el País Vasco y las obras públicas iniciadas en otras grandes ciudades durante la dictadura de Primo de Rivera, intensificaron las migraciones interiores, pero ni Guerra Civil y los años de posguerra hicieron disminuir los desplazamientos. Es la consecuencia del excedente laboral del sector primario y de las dificultades que plantea ahora la emigración ultramarina. Las zonas migratorias pertenecían a Galicia, las dos Castillas, Aragón y Andalucía Oriental, mientras que las receptoras de emigrantes fueron Cataluña, Levante, País Vasco, Andalucía occidental (Sevilla) y Madrid. En esta fase también se produce un trasvase interno en cada provincia de las áreas rurales a las capitales provinciales.

b) En los años 60 y 70 se producen importantes migraciones interiores. Se intensifica el éxodo rural directo hacia las grandes ciudades y junto a los destinos tradicionales aparecen otros relacionados con los nuevo polos de desarrollo industrial (Zaragoza, Valladolid, Sevilla, Vigo, LaCoruña…) y con la expansión turística de las áreas litorales. En esta época comienzan a formarse las áreas periurbanas de las grandes metrópolis.Se calcula que entre 1960 y 1985 unos 12 millones de personas habrían emigrado de su lugar de origen. Durante estos 25 años, la media fue de más de 360.000 emigrantes anuales. Las provincias más beneficiadas por la afluencia de emigrantes fueron Madrid, Barcelona y Valencia, a las que siguieron Vizcaya, Girona, Tarragona, Alicante y Sevilla. Las regiones generadoras de emigración fueron Extremadura, Castilla-La Mancha y Andalucía.

En los últimos años, las migraciones interiores han variado en intensidad y comportamiento geográfico. La crisis económica mundial de 1973 tuvo manifestaciones tardías en España, y provocó una situación de freno a las corrientes emigratorias y de estímulo para las inmigratorias de retomo. La causa inmediata ha sido el paro industrial consecuencia de la crisis. En esta época, salidas (de jóvenes solteros) y retornos (de jubilados o activos en paro) prácticamente se compensan hasta que a partir de 1981 los retornos, planteados como una alternativa de subsistencia en un medio mas barato-el rural-, superan al éxodo. Las CC.AA. receptoras fueron la valenciana, Castilla-La Mancha, Canarias y Andalucía. Las CC.AA. emisoras han sido país Vasco, Castilla y León y Cataluña.

Estas son las novedades más sobresalientes:

La progresiva ampliación de las provincias con saldos migratorios positivos y la pérdida de la polarización en los lugares de destino que presentaba anteriormente el fenómeno migratorio;

La reconversión de áreas tradicionalmente de inmigración en áreas de emigración, debido a la salida de antiguos emigrantes; son los llamados «emigrantes retornados»;

El éxodo rural está siendo sustituido por los desplazamientos de población entre los diferentes centros urbanos;

Ha variado también el tipo de emigrante: el actual pertenece mayoritariamente al sector servicios.

Se han intensificado los movimientos pendulares de la población.

Las repercusiones de las migraciones interiores se dejan sentir especialmente en los planos demográfico, social y económico, tanto en las zonas de origen como en las de destino.

a) Para las zonas que actúan como focos de atracción de emigrantes, éstos suponen un cambio positivo sobre el crecimiento real, la estructura demográfica y la dinámica natural. La población emigrante se convierte en la base del crecimiento demográfico de muchas áreas urbanas, tanto por el aporte directo que supone el flujo de emigrantes como por su repercusión sobre la fecundidad, al ser una población mayoritariamente joven. Así, la estructura por edad se verá rejuvenecida, la población activa incrementada y la natalidad y la fecundidad revitalizadas. En el plano social, el aporte de nuevos contingentes es considerado como un factor que acentúa la riqueza y la diversidad cultural; en el plano económico, se producirá una mejora en la oferta de mano de obra y una mayor concentración de recursos humanos.

Pero también las zonas de inmigración se ven obligadas a asumir nuevos costes para satisfacer las demandas de una población en crecimiento: nuevos equipamientos e infraestructuras, mayor número de viviendas, etcétera.

b) Las zonas de emisión de emigrantes sufren repercusiones de carácter más negativo que positivo. Demográficamente, se produce un descenso de la población, el envejecimiento de su estructura y la caída de la fecundidad; en el plano económico, un empobrecimiento de los recursos humanos y una reducción de las actividades económicas. La emigración supone una mejora de la renta para los que permanecen.

Globalmente, las migraciones interiores han sido las causantes de fuertes dese­quilibrios en la distribución de la población; en consecuencia, han propiciado la aparición de zonas de fuerte concentración poblacional frente a la desertización demográfica de otras, así, el despoblamiento del interior y la concentración de las grandes densidades a la periferia con excepción de algunos oasis poblacionales como Madrid, Zaragoza y Valladolid. Otras serían:

Rejuvenecimiento de la población urbana.

Se plantean deseconomías de subpoblación en los municipios rurales.

Se plantean deseconomías de congestión en los grandes municipios urbanos (problemas de suelo urbano, viviendas, circulación, puestos escolares…)

Se crean desiertos demográficos en las áreas expulsoras.

Se crea un fuerte deterioro medioambiental en las grandes metrópolis.

4.2. MIGRACIONES EXTERIORES.

4.2.1 LA EMIGRACIÓN

La emigración española a otros países durante los dos últimos siglos ha pasado por diferentes etapas, cada una de ellas con características particulares en cuanto a país de destino, cuantía, lugares de procedencia, etcétera.

La emigración al norte de África fue importante durante el siglo XIX. El principal país destinatario fue Argelia y los emigrantes procedían de las provincias de Alicante, Murcia y Almería, eran agricultores y mineros que abandonaron sus lugares de origen por las duras condiciones de vida. El empleo de los españoles en Argelia se centró en las obras públicas y en la agricultura

La emigración a ultramar. Su época de apogeo coincidió con la primera mitad del siglo XX. Los países de destino fueron Argentina, Cuba, Brasil, México y Uruguay en un primer momento y, más tarde, Estados Unidos y Canadá. Estuvo protagonizada básicamente por campesinos gallegos, asturianos y canarios de escasos recursos. La emigración a Latinoamérica se prolongará hasta los años treinta, época en la que la crisis económica obligará a imponer restricciones a la entrada de emigrantes. Cuando se reanude de nuevo el flujo de emigrantes, ya no volverá a ser el mismo.

La emigración a Europa. Su época de máxima intensidad fue durante la década de los años 60. Durante la primera mitad del siglo XX, la emigración española a Europa tuvo como país de destino casi exclusivo, Francia. Fue una corriente de agricultores levantinos que acudían a satisfacer las necesidades de mano de obra del campo francés y que se incrementó con los españoles que se vieron obligados a emigrar a causa de la Guerra Civil; así, la presenciade españoles en Francia a comienzos de la Segunda Guerra Mundial se estima en unas 800 000 personas. La finalización de la guerra y el período de reconstrucción que se inicia en los países contendientes, marcará una nueva fase en la emigración de españoles a Europa. La necesidad de mano de obra en países como Francia, Alemania o Suiza, junto al excedente demográfico y las deficientes condiciones económicas y sociales reinantes en España, fueron los factores que impulsaron las nuevas oleadas de emigrantes hacia Europa. Con algunos altibajos, la década de los años 60 conoce el mayor número de salidas, llegándose a superar en algunos años la cifra de 100.000 emigrantes reconocidos. Desde 1974 la salida de emigrantes se hace mucho más débil, lo que motivará que el balance migratorio a partir de entonces sea negativo o escasamente positivo. En esta emigración a Europa, las comunidades que más efectivos aportaron fueron Andalucía y Galicia, pero no ha sido una emigración tan polarizada geográ­ficamente como las anteriores.

Entre los efectos positivos de las migraciones se cuentan: la reducción de la presión en el mercado laboral: gracias a la emigración se alivió el volumen de población en paro; el alivio de la presión demográfica: se estima que salieron unos dosmillones de personas, lo que contribuiría a aminorar las tasas de fecundidad; la entrada de divisas.

Las repercusiones negativas no han sido, sin embargo, menos importantes y entre ellas destacan: los costes demográficos que supuso la pérdida de poblaciónjoven en las regiones migratorias, que provocaría el envejecimiento de la población y la caída de la fecundidad; los costes sociales no fueron menores: ruptura familiar en la mayoría de los casos por ser sólo el cabeza de familia el que emigraba, difícil adaptación en el país de destino debido al bajo nivel cultural del emigrante, empleo en trabajos duros y mal remunerados con elevado nivel de peligrosidad, etcétera; los ahorcos de los emigrantes no servirán para generar riqueza al ser invertidos mayoritariamente en bienes inmuebles o gastados en bienes de consumo; los costes económicos se harán patentes en el despoblamiento de las áreas de origen, con el consecuente abandono de las tierras y de las infraestructuras, la disminución de las poblaciones, etcáera.

A pesar de que en su momento la emigración supuso una ayuda en el desarrollo español y un alivio para el paro de estos años, la crisis demostró que los costes económicos al cabo fueron mayores. Muy altos también han sido los costes sociales de desarraigo y marginación para la población emigrante. En líneas generales la emigración exterior española ha sido muy variada: continental y ultramarina, por razones económicas y políticas (exilio), definitiva y estacional o temporal (vendimia francesa, que aún se mantiene)

4.2.2. LA INMIGRACIÓN

En los últimos años España ha pasado a ser un país de inmigración. Se tienen datos de la inmigración de carácter legal, pero se desconoce la inmigración irregular o ilegal en su auténtica dimensión. En 1998 se superaban los 700.000. Hoy se calcula que la cifra puede superar el doble.

Durante los últimos treinta años, los extranjeros residentes legalmente en España han pasado de 65.000 a 400.000. Entre 1989 y 1998 el crecimiento ha sido muy rápido, aunque apenas representa un 1% de la población total española, porcentaje inferior al de otros países de la UE (Suecia 11 %, Austria 10 % etc.).

El colectivo de extranjeros residentes en España admite una gran variedad de situaciones:

Las naturalizaciones o extranjeros nacionalizados. La evolución de peticiones de nacionalidad española se ha incrementado de manera extraordinaria en los últimos años. Las concesiones están en tomo a las 8.000 anuales. Este crecimiento de las peticiones obedece, por una parte, a las recuperaciones de nacionalidad de emigrantes españoles y, por otra, corresponde a los inmigrantes extranjeros que piden la nacionalidad. El mayor número de nacionalizaciones a inmigrantes iberoamericanos se explica por el trato preferencial que tienen en nuestra legislación.

Trabajadores. En los últimos años se han registrado alrededor de 12.000 nuevas incorporaciones anuales al mundo laboral. La mayoría las absorben Madrid y Barcelona. Los trabajadores extranjeros se emplean básicamente en el sector servicios (67%), en la agricultura (13,5%), y en la construcción y la industria (8%). Los países de origen de estos inmigrados son el norte de África (Marruecos y Argelia), Latinoamérica (Ecuador, Colombia, Bolivia, República Dominicana, Cuba), Asia (Filipinas), Europa no comunitaria (Rumania, Ucrania, Rusia, Bielorrusia), África subsahariana (Senegal, Nigeria) y Estados Unidos.

Estudiantes. Los estudiantes extranjeros universitarios forman un colectivo de cierta importancia en la migración internacional; la mayoría correspondieron a Madrid, Granada y Salamanca.

Asilados y refugiados. Entre los inmigrantes extranjeros en España, un colectivo relevante es el de los refugiados, asilados y desplazados. En 1984 se promulgó la Ley reguladora del derecho de asilo y de la condición de refugiado; un refugiado, según la definición de la Convención de las Naciones Unidas de 1951, es «aquella persona que a causa de fundados temores de ser perseguida por motivo de raza, religión, nacionalidad u opinión política, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no puede o no quiere acogerse a la protección de ese país, o que, por carecer de nacionalidad y estar fuera del país donde antes tenia su residencia habitual, no puede o no quiere regresar a él». España no se ve especialmente presionada por este problema, pues mantiene un número de refugiados que supone la mitad de los que existen en Francia, Bélgica o el Reino Unido. Las peticiones de refugio y asilo provienen, sobre todo, de países de la Europa del Este (Rumania, Bosnia) Asia, África (Senegal, Guinea Ecuatorial) y América Latina (Perú, Cuba, Ecuador, Colombia).

Inmigrantes ilegales. Se define como inmigrante irregular o ilegal a todo extranjero que no tiene en regla su situación de residencia en España. Por lo tanto, legalmente no puede trabajar, residir o recibir prestaciones sociales. La información sobre el número de extranjeros en situación irregular en España es difícil de precisar. Para legalizar su situación y conocer su número, se han realizado programas de regularización desde que se aprobó la Ley de Extranjería en 1985. Los rasgos de este colectivo se definen por estar compuesto de población joven, de sexo mayoritariamente masculino y que se emplean en trabajos como la agricultura, la construcción, el servicio doméstico, la hostelería y la venta ambulante. Proceden de países como Marruecos, Argentina, Perú y Senegal, y se asientan en Madrid y Barcelona principalmente. La pobreza, la carencia de vivienda, la falta de educación y de formación pro­fesional, y la marginación son algunas de las características que definen a este colectivo.

El 22 de diciembre de 1999, se aprobó la Ley sobre derechos y libertades de los extranjeros en España y su integración social. Esta ley ha sido calificada como una de las mas avanzadas de Europa en materia de inmigración. Su objetivo es favorecer la integración de los extranjeros en la comunidad nacional, para lo cual se les reconocen los mismos derechos básicos que a los españoles. En enero de 2001 fue revisada y con moüvo de la reciente cumbre de Sevilla, se anuncia una nueva reforma. Esta ley representa un cambio radical respecto a la de 1985. Los cambios mas significativos que introduce son:

Podrán adquirir el permiso de residencia permanente aquellos que justifiquen una estancia de dos años en el país

Los extranjeros podrán ejercer el derecho al voto en las elecciones municipales.

Se les reconoce el derecho a ejercer una actividad remunerada.

Tendrán derecho a los servicios sanitarios y a la educación en igualdad de condiciones que los españoles.

La inmigración extranjera hacia nuestro país tiene un carácter cuantitativa y cualitativamente distinto al que tuvo nuestra emigración hacia otros países. Existen diversos flujos migratorios que pueden agruparse en los siguientes grupos:

1. Jubilados de la Europa del Norte que se instalan definitivamente en España, especialmente en las costas del Mediterráneo, en busca de un clima benigno y un entorno no urbano. Este colectivo ha ido aumentando en los últimos años.

2. Trabajadores de alto nivel salarial o profesionales, y artistas del resto de la Unión Europea o Norteamérica que viven temporalmente en España por motivos laborales o porque aquí encuentran mejor calidad de vida.

3. Hombres, mujeres y niños de África, América Latina y países del Este de Europa que buscan trabajo y unas condiciones de vida más dignas que las que dejaron en sus países de origen. Esta inmigración recuerda a la de los españoles que, en los años sesenta, marchaban a los países ricos de Europa en busca de trabajo. La llegada de este tercer grupo se realiza mayoritariamente de forma clandestina, sin permiso de inmigración, y su situación no se regulariza hasta años más tarde.

Además de las repercusiones económicas, los inmigrantes reducen los efectos de un crecimiento natural muy reducido. El crecimiento total de la población considera no sólo el crecimiento natural (saldo entre defunciones y nacimientos) sino también el saldo migratorio. En España y en la Unión Europea, el flujo de inmigrantes supera al de emigrantes. Este saldo migratorio positivo incide de diversas maneras en las características de la población:

a) El flujo de inmigrantes contribuye a mantener un crecimiento positivo del conjunto de la población.

b) Los inmigrantes jóvenes ayudan al rejuvenecimiento de la población.

c) De entrada, los inmigrantes tienen una tasa de fecundidad un 20% superior a la de la población que les recibe. Tienen por ello un papel significativo en el aumento de la tasa de natalidad.

Los últimos cálculos de la OCDE apuntan a que España necesita en el próximo medio siglo unos 12 millones de inmigrantes.

5 ANÁLISIS POR COMUNIDADES AUTÓNOMAS

En la actualidad la población española se encuentra muy desigualmente repartida: la periferia aumenta su población a costa de las perdidas del centro; las áreas agrícolas pierden población a costa de las industriales; el campo pierde población a favor de las zonas urbanas.

La tendencia general es hacia un crecimiento mínimo. 0,22% es la media de crecimiento para el conjunto español (1991) pero en ella se ocultan dos comportamientos extremos: ocho provincias con un porcentaje de crecimiento superior al 0,36% (Alicante, Las Palmas, Álava, Madrid, Baleares, Málaga, Santa Cruz de Tenerife, y Barcelona) y en el otro extremo 19 provincias que pierden población, todas ellas del interior. Luego estaría lo que podemos llamar la España dinámica formada por las provincias de la cuenca del Ebro, los archipiélagos Balear y Canario y los “oasis” de Madrid, Valladolid y Zaragoza.

Actualmente la dinámica de crecimiento demográfico se concentra en el triangulo Madrid-Alieante-Málaga respondiendo a una dinámica heliotrópica de atracción de los lugares soleados, que coincide económicamente con el auge de la industria turística y de la agricultura de regadío.

Cinco comunidades de la mitad norte de España (Aragón, Cantabria, Castilla, león y Galicia) presentan signo negativo. En el resto de las comunidades el crecimiento se está desacelerando y sólo en Murcia, Baleares y Madrid esta por encima del 0,5%

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