1. INTRODUCCIÓN.
2. CONTEXTO SOCIAL Y TERRITORIAL GENERAL
3. EL REINO DE CASTILLA.
3.1. HISTORIA POLÍTICA. :
3.1.1. LOS REINADOS DE FERNANDO IV, ALFONSO XI Y PEDRO I.
3.1.2. LA DINASTÍA TRASTAMARA, ENRIQUE II, JUAN I, ENRIQUE III, JUAN II Y ENRIQUE IV.
3.2. HISTORIA SOCIAL.
3.2.1. LOS CONFLICTOS ENTRE SEÑORES Y CAMPESINOS.
3.2.2. LOS CONFLICTOS URBANOS.
3.2.3. LOS ENFRENTAMIENTOS ENTRE LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA.
3.2.4. EL ANTIJUDAISMO.
4. LA CORONA DE ARAGÓN.
4.1. HISTORIA POLÍTICA.
4.1.1. DE JAIME II A MARTÍN EL HUMANO, ÚLTIMO SOBERANO DE LA CASA DE BARCELONA.
4.1.2. REINADOS DE FERNANDO I, ALFONSO EL MAGNÁNIMO Y JUAN II.
4.2. HISTORIA SOCIAL.
4.2.1. EL CONFLICTO AGRARIO CATALÁN.
4.2.2. EL LEVANTAMIENTO DE LOS FORANS MALLORQUINES.
4.2.3. LUCHAS SOCIOPOLITICAS URBANAS. LA BUSCA Y LA BIGA EN BARCELONA.
5. EL REINO DE NAVARRA.
6. EL REINO NAZARI DE GRANADA.
7. EL REINO DE PORTUGAL.
8. LA CULTURA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA A FINALES DE LA EDAD MEDIA.
9. BIBLIOGRAFÍA
1 INTRODUCCIÓN
Los siglos XI, XII y XIII suponen una fase de expansión en la Historia de Europa y por ende de la península Ibérica. Esta expansión se manifiesta aquí en un importante proceso de ampliación de los reinos cristianos. A finales del siglo XIII esta tendencia comienza a invertirse produciéndose la famosa “crisis económica del siglo XIV” agravada aún más por las epidemias (especialmente la peste negra), las condiciones climáticas desfavorables y las múltiples guerras. Esta situación se mantuvo hasta mediados del siglo XV.
En la península la paralización de la expansión territorial cristiana y las continuas luchas internas en los distintos reinos hispánicos caracterizan este periodo. Especial relieve adquieren los conflictos entre monarquía y aristocracia, tanto mayores, cuanto menor pudo ser la importancia de las clases intermedias (burguesía)-
Seguiremos a Fierre Vilar en la visión general del contexto- histórico con la que comenzamos la respuesta. Posteriormente abordaremos la evolución política y social de cada uno de los estados existentes en la Península Ibérica en la Baja Edad Media. A continuación nos centraremos de manera general en la diversidad cultural del periodo, para concluir con unas referencias bibliográficas.
2 CONTEXTO SOCIAL Y TERRITORIAL GENERAL
En líneas generales, como señala Fierre Vilar en su “Historia de España”, el siglo XIV es de divergencia y el XV de convergencia. El siglo XIV no debe ser olvidado si se quieren comprender bien algunos grandes acontecimientos del porvenir: independencia de Portugal, puntos de atracción múltiples del imperio español, resistencia de los catalanes a la primacía castellana, etc. El siglo XIV parece comprometer el porvenir de la Reconquista y de la unificación. La eficacia política de Castilla, que es la única que sigue luchando contra los musulmanes ibéricos, está minada por las crisis dinásticas y las revueltas de nobles: luchas entre los herederos de Alfonso X (1275-1295), minorías de edad de Fernando IV y Alfonso XI, trágico duelo entre Pedro el Cruel y su hermano bastardo Enrique, pretensiones de la casa de Lancaster al trono castellano. Durante ese tiempo, Portugal emprendía su vuelo independiente de los destinos de la Península: en 1383 una revolución llevó al trono a la casa de Aviz; en 1385 la batalla de Aljubarrota descartó la intervención castellana en este asunto. Dinastía y burguesía comercial de los puertos prepararán desde entonces las grandes navegaciones.
La Corona de Aragón experimenta una atracción análoga por el lado mediterráneo. El poderío de los puertos, el comercio de Levante, ampliamente desarrollado en el siglo XIII, la buena suerte de la dinastía—de 1276 a 1410, siete reyes, no exentos de grandeza, se suceden sin dificultad-, todo esto eleva rápidamente a Aragón al nivel de gran potencia mediterránea. Sus reyes atacan Túnez, intervienen en Sicilia, obtienen derechos sobre Cerdeña y Córcega, luchan al lado de Venecia contra Pisa y Genova, establecen -numerosas factorías en Levante y arrebatan territorios a Bizancio.
Barcelona conserva en su corazón gótico el recuerdo de un pasado glorioso. En la expansión aragonesa se encuentran los orígenes de los intereses españoles en Italia.
La prosperidad de Levante fue breve. El siglo XV muestra su decadencia, mientras se afianza el impulso y triunfo de Castilla, que será la que absorba al final del periodo dos estados independientes hasta entonces: Granada en 1492 y Navarra en 1512.
3 EL REINO DE CASTILLA
La Corona de Castilla estuvo formada durante los siglos XIV y XV por el reino de Galicia, el de León, el de Castilla, el de Toledo, el de Murcia, el de Sevilla, el de Córdoba, el de Jaén y el Señorío de Vizcaya.
3.1. HISTORIA POLÍTICA
3.1.1. LOS REINADOS DE FERNANDO IV. ALFONSO XI Y PEDRO I.
Fernando IV (1295-1312), hijo de Sancho IV, murió dejando en el trono a un heredero de tan solo un año de edad, el futuro Alfonso XI (1312-1325-1350). La minoría de edad del rey transcurrió como una época llena de turbulencias, y cuando por fin Alfonso fue coronado, éste luchó contra los nobles que durante su infancia se habían rebelado contra la regencia.. En política externa tomó Algeciras y acabó con el peligro de una nueva invasión musulmana (benimerines). Estrechó lazos con Inglaterra al casar a su hijo Pedro con una hija de Enrique III de Inglaterra. Cuando Pedro I (el Cruel) fue coronado rey, su decidida política centralista le llevó a un enfrentamiento frontal con la nobleza encabezada por su hermano bastardo Enrique de Trastamara.
Castilla y Aragón entraron en guerra- en 1356 -guerra de los dos Pedros-enfrentándose Pedro el Cruel de Castilla y Pedro’-el Ceremonioso de Aragón. Los motivos que animaron esta contienda fueron la ocupación de Alicante por parte de las tropas castellanas, el conflicto por el reino de Murciadla alianza de Castilla con Genova y con Inglaterra. Todos los enemigos de Pedro de Castilla -Enrique de Trastamara y los nobles-se unen al rey de Aragón, como el Pontificado y Francia..
Si al principio la balanza se inclinó del lado de “el Cruel” gracias a Inglaterra, finalmente este morirá a manos de su hermanastro Enrique, quedando a partir de entonces éste como rey de Castilla.
3.1.2. LA DINASTÍA TRASTAMARA, ENRIQUE II, JUAN I. ENRIQUE IIL JUAN II Y ENRIQUE IV
La nueva dinastía consolida la alianza castellano-francesa, sin incurrir en hostilidades contra Inglaterra, lo cual supone una etapa de menor conflictividad. Enrique II (1369-1379), una vez coronado rey de Castilla, reemprende la guerra con Aragón (ya que no está dispuesto a entregar a Pedro las plazas prometidas por su ayuda contra el cruel) y el éxito de Castilla le valdría la devolución de algunas plazas castellanas conquistadas anteriormente por Aragón y el matrimonio con Leonor (hija del monarca aragonés). Este enlace supone la consolidación y el reconocimiento de esta dinastía. En lo que ha política interna se refiere, Enrique se aleja de la nobleza de parientes (cuyos peligros y rivalidades conoce bien a través de su propio ejemplo) y se apoya en la nobleza de servicio.
Su hijo Juan I (1379-1390) continuará en la misma línea centralizadora en política interior, y en política exterior combatió contra el portugués Juan de Avis, futuro rey de Portugal, por su derecho consorte (su esposa era Beatriz, hija del difunto rey portugués) al trono de Portugal. La derrota de Aljubarrota decidió contra el monarca castellano y selló la histórica alianza angloportuguesa.
Enrique III (1390-1406), hijo de Juan y Beatriz, al suceder a su padre consiguió un reinado pacifico y gracias al apoyo que dio al aventurero Jean de Bethencourt, consiguió una importante presencia en las islas Canarias. Murió prematuramente dejando la corona a su hijo Juan, cuancTo todavía era un niño.
Cuando Juan II (1406-1454) obtuvo el trono de Castilla, encontró una corte pro-Aragón constituida por sus primos, los infantes de Aragón (los hijos de Fernando de Antequera, hermano del difunto Enrique III que había sido regente de Castilla hasta su coronación como rey de Aragón durante la minoría de edad de Juan y que había colocado a todos los suyos en los principales puestos de la Corte castellana). Además de los infantes, el reino cuenta con otros dos protagonistas: el favorito del rey Alvaro de Luna, y la oligarquía castellana.
A la muerte de Juan II le sucedió su hijo Enrique IV (1454-1474), último monarca medieval del reino castellano-leonés. Era este un hombre débil y enfermizo que se rodeó de consejeros conversos, lo cual le valió la enemistad de la alta nobleza. Ésta se confabuló para hacer abdicar al monarca, pero no lo consiguieron ya que su primer candidato murió (Alfonso, hermanastro del rey) y su segunda candidata (Isabel, hermanastra también) pactó con el monarca para no derrocarlo a cambio de ser su heredera legítima. Cuando Isabel se casó con Fernando, heredero al trono de Aragón, Enrique IV se echó atrás en su compromiso y nombró como nueva heredera a su hija Juana. Al morir Enrique y ser coronada Isabel reina de Castilla (1474) estalló la guerra civil entre los partidarios de la reina Isabel y los de Juana, apodada “la Beltraneja”. Tras la batalla de Toro en la que fueron derrotadas las tropas de Juana, las Cortes de Madrigal ratificaron en 1476 el nombramiento de Isabel. Una nueva derrota en 1479 (batalla de Albuera) de las fuerzas de Juana la obligaron a firmar el tratado de Alcásovas-Trujillo por el que reconocían a la reina Isabel y se ponía fin al conflicto. Ese mismo ¿ño Fernando heredó el reino de Aragón y tuvo lugar la unión de las dos coronas. Con esta unión se inicia el periodo hegemónico de la Corona Hispánica. La lucha por el poder político había terminado y la monarquía autoritaria había vencido.
3.2. HISTORIA SOCIAL
3.2.1. LOS CONFLICTOS ENTRE SEÑORES Y CAMPESINOS :
La Castilla de los siglos XIV y XV era fundamentalmente rural y agrícola (la ciudad y las oligarquías urbanas se sostenían gracias a las propiedades agrícolas de éstas). La Iglesia, la Corona y los señores feudales extraían del trabajo de los campesinos casi todas sus rentas a través del diezmo, los tributos reales y las cargas señoriales respectivamente. Los campesinos vivían en niveles por debajo de la subsistencia y fueron ellos las principales víctimas de la crisis del siglo XIV. en la que, además de las adversas condiciones meteorológicas, se unieron la pérdida de cosechas, las epidemias, el hambre, la presión fiscal, el abandono de campos y las guerras.
Además de esta situación de crisis y angustia para el campesinado, el antagonismo entre señores y campesinos estaba implícito en la estructura misma de la sociedad feudal, y se fue haciendo más irreconciliable con la expansión del poder señorial que tuvo lugar con la muerte de Pedro I el Cruel (gran coaccionador de la nobleza) y la subida al trono de Enrique de Trastamara, que la favoreció en sus privilegios señoriales como recompensa por sus ayuda contra Pedro. El desarrollo de los señoríos ocasionó el fortalecimiento de una oligarquía de poder y el endurecimiento de la lucha de clases. El aumento del poder de la nobleza afectó al mundo rural, en forma de un aumento de presión sobre los campesinos, ya muy maltratado por la grave depresión económica de este tiempo. Esta fue la principal causa del aumento de la conflictividad entre señores y campesinos. Los reducidos linajes de la nobleza (los grandes) reafirmaron su posición hegemónica. La nobleza entró a saco en las tierras de realengo y acabó apoderándose de los puntos estratégicos de circulación de numerario: ingresos jurisdiccionales, ingresos de la Mesta, ingresos sobre los impuestos (alcabalas, portazgos, diezmos de-la mar). Para consolidar esta riqueza en el linaje familiar y evitar su venta o reparto, la alta nobleza logró de la monarquía el establecimiento del mayorazgo, forma de propiedad vinculada que permite al titular disponer de la renta, pero no de los bienes que la producen. Aparecieron en el siglo XII, se desarrollaron a fines del siglo XIV y fueron legalizados en las Cortes de Toro en 1505. ‘ /
La reacción de los campesinos se materializó en dos formas: moderada, formando concejos y reclamando jurídicamente; y violenta, rebeliones contra la autoridad del señor.
Aunque tenemos noticias de algunas protestas y se conocen casos en que los campesinos mataron a su señor feudal (Parede de Nava, 1371), sólo ha llegado documentación suficiente y se ha estudiado una sublevación generalizada en una amplia zona: el movimiento hermandino o hirmandiño, que tuvo lugar en Galicia entre 1467 y 1470. En sus inicios se trató de una sublevación de la pequeña nobleza y la burguesía de las ciudades contra los grandes señores. Se radicalizó y adquirió carácter de lucha social desde el momento en que se añadieron los campesinos, que destruyeron castillos y torres y obligaron a huir a los nobles hacia Castilla. El movimiento mantuvo cierta cohesión hasta 1469 en que, posiblemente asustada por el radicalismo campesino, la pequeña nobleza ayudó a los grandes señores a imponer de nuevo su autoridad y realizar una represión brutal.
El mismo carácter antiseñorial se esconde tras las luchas entre Oñacinos y Gemboinos en el País Vasco, donde en el siglo XV, pequeños burgueses y campesinos formaron las hermandades, que también habían aparecido en Castilla. Las hermandades de Vizcaya (1390-1415), de Álava (1442) y Guipúzcoa (1457) se enfrentaron a la nobleza e incluso a los funcionarios reales (merinos).
3.2.2. LOS CONFLICTOS URBANOS
En las ciudades la monopolización de los puestos de mando por parte de la alta nobleza, provocaron el choque con el pueblo menudo (labriegos y artesanos) al que en ocasiones se sumó la pequeña nobleza local. Pero este tipo de conflictos son claramente políticos y en general exentos de connotaciones sociales en Castilla.
3.2.3. LOS ENFRENTAMIENTOS ENTRE LA NOBLEZA Y LA MONARQUÍA
Estos enfrentamientos se caracterizaron por sus inusitada violencia a finales de la Edad Media. Los conflictos estuvieron dominados por las rivalidades y las apetencias de los Hurtado de Mendoza, , los Manrique, los Estúñiga, los López Dávalos, los Ponce de León, los Suero de Quiñones, etc. El fortalecimiento de la institución monárquica a la que correspondía la jurisdicción y el poder político supremo chocaba con la estructura clásica de la sociedad feudal, pero en realidad, gracias a esta fortaleza real los nobles pudieron consolidar sus intereses económicos y su preeminencia social aún a cambio de reconocer en la Corona la fuente de sus poder.
3.2.4. ELANTIJUDAISMO
Aparte de las cuestiones religiosas, la dedicación de bs judios a las actividades financieras, su vida al margen de la sociedad cristiana y su condición de protegidos de reyes y nobles, provocaron que un enfrentamiento que inicialmente tuvo connotaciones religiosas se transformara en una cuestión social. El antisemitismo de la sociedad Cristina fue estimulado por varios factores como el fanatismo de los conversos. Ya, en 1335 Alfonso XI recibió propuestas para que decretase la expulsión de los judíos, mientras que, en 1348, la incidencia de la Peste Negra se atribuyó a la maldad de los judíos. Con ocasión de la guerra civil la amenaza sobre las comunidades judías fue constante. En 1391 fueron notables los asaltos a las juderías andaluzas estimulados por los virulentos sermones antijudíos de Ferrán Martínez, arcediano de Ecija. A partir de ese momento se generalizan las emigraciones y conversiones. Cuando a finales del siglo XV se produjeron las conversiones en masa de los judíos (por miedo a la expulsión y a la Inquisición) el problema no desapareció, ya que el elemento diferenciador pasó a ser ahora la antigüedad de la fe (cristianos viejos versus conversos).
4 LA CORONA DE ARAGÓN
Los diferentes estados que compusieron la Corona de Aragón -Aragón, Valencia, Cataluña y Baleares- y su distinto peso especifico en la política, plantea una situación mucho mas compleja en el ocaso de la Edad Media que la que hemos visto en Castilla.
4.1. HISTORIA POLÍTICA
4.1.1. DE JAIME II A MARTÍN EL HUMANO. ULTIMO SOBERANO DE LA CASA DE BARCELONA
Tanto Jaime II (1291-1327) como su hijo Alfonso IV el Benigno (1327-1336) lucharon contra la nobleza para fortalecer la monarquía. Pedro el Ceremonioso (1336-1387) continuó el linaje con un reinado expansivo, a pesar de la peste negra que asoló su reino. Su principal objetivo fue intentar que todos los dominios que habían pertenecido a Aragón volvieran a ella (especialmente Sicilia y Cerdeña). Luchó contra los nobles de Aragón y Valencia, y entabló la famosa guerra de los dos Pedros con Pedro el Cruel de Castilla.
A pesar de la alianza de Enrique de Trastámara (hermanastro de Pedro de Castilla y aspirante a la corona de ese reino) con Pedro de Aragón y del triunfo de este primero, Aragón no obtuvo ventajas de esta victoria y en cambio sí que obtuvo otra guerra más con Castilla, gobernada ahora por Enrique, al negarse a darle las plazas prometidas por su apoyo. En 1375 el Ceremonioso hubo de firmar con Castilla una paz sin ventajas.
A su muerte le sucedió su hijo Juan I (1387-1395) que mantuvo buenas relaciones con Castilla y Francia (lo que le llevó a apoyar a los Papas de Aviñon) y malas con Granada. En política interna su reinado se caracterizó por el intento de gobernar sin las cortes y por frenar la democratización de los municipios catalanes. También por la aceleración de la decadencia de Aragón, con la quiebra de la Hacienda real, la malversación, la corrupción de su sequito y por una grave persecución contra los judíos.
A Juan le sucedió en el trono su hermano Martín el Humano (1395-1410) último soberano de la casa de Barcelona. Durante su reinado se consiguió unificar Cataluña y se intensificó la defensa de Sicilia y Cerdeña. Su periodo de mando transcurrió en paz con los demás reinos, aunque al morir sin descendencia, Aragón entrará en un periodo de interregno que durará hasta 1412 fecha en que se firma el compromiso de Caspe.
4.1.2. REINADOS DE FERNANDO L ALFONSO EL MAGNÁNIMO Y JUAN II
Durante el interregno se disputaron el trono de Aragón Fadrique de Luna, hijo natural del difunto rey; Jaime de Urge!, esposo cíe una hermanastra del rey muerto y bisnieto de Alfonso el Benigno; Luis de Calabria, nieto de Juan I; Fernando de Antequera, nieto de Pedro el Ceremonioso; Alfonso de Gandía: nieto de Jaime II; Alfonso, conde de Denia y Juan de Prades, ambos hijos del pretendiente anterior. El 24 de Junio de 1412 fue elegido Fernando de Antequera, primer monarca de la dinastía Trastámara que gobernó el reino de Aragón.
Cuando Fernando I de Aragón (1412-.1416) subió al trono, lo primero que hubo de hacer fue consolidar su poder en el interior del reino, luchando contra Jaime de Urgel, que de inmediato se levantó contra él, luchando también contra las clases dirigentes de Cataluña que querían conservar y aumentar sus privilegios. En la cuestión religiosa rompió con el Papa Benedicto XIII buscando favorecer la unidad de la Iglesia. Al morir dejó unas posesiones mediterráneas pacificadas pero amplios problemas políticos y sociales en la propia Cataluña. •
Alfonso V el Magnánimo (1416-1458), hijo del anterior se dedicó a tas posesiones mediterráneas, descuidando los reinos peninsulares que estaban sumidos en una grave crisis política y social (conflictos de los campesinos catalanes, luchas de la Busca y la Biga en Barcelona e insurrección en Mallorca de los forans). Instaló una importante renacentista en Ñapóles y su esposa María, regente en Barcelona, fue incapaz de solventar los problemas.
A su muerte subió al trono su hermano Juan II (1458-1479), el segundo hijo de Femando de Antequera. Este reinado fue muy controvertido, primero por la oposición entre el monarca y su hijo Carlos, príncipe de Viana, por el trono de Navarra, al que Carlos tenia derecho por el testamento de su madre, Blanca de Navarra, aunque en dicho testamento, ésta le pedía que no tomase la corona sin consentimiento de su padre, fita situación fue aprovechada por la oligarquía catalana para oponerse al rey. Más tarde, tras la muerte de Carlos de Viana, sería la guerra-civil, lo que asoló el reino, dividiéndolo en dos facciones:
el partido realista, a favor del rey, apoyado por Francia y su monarca Luis XI, el Conde Gastón de Foix, los remensas catalanes y la Busca.
el bando contrario, formado por la Biga, la Generalitat, la nobleza y el clero y un buen sector popular.
Esta guerra vino a ser la síntesis de toda la crisis que venia gestándose desde la segunda mitad del siglo XIV, relacionada con todos estos conflictos de los que venimos hablando. Acabó con la deposición de Juan II y el nombramiento del rey Enrique IV de Castilla como rey de los catalanes. Este hecho fue lo que hizo del conflicto aragonés un asunto de política internacional. Por la sentencia arbitral de Bayona (abril 1463) Luis XI de Francia era designado arbitro de las diferencias entre el rey aragonés y el castellano. Fruto de este arbitraje fue que Enrique IV tuvo que abandonar entrono catalán, aunque ello no supuso el final del conflicto. Seis largos años más de guerra interna, porque los catalanes no querían a su rey, hubo de sufrir el reino hasta que, finalmente y gracias a la hábil política de Juan II, que casó a su hijo Fernando con la hermana de Enrique IV de Castilla, Isabel, pudo obtener en 1472 la capitulación de Pedralbes por la que Juan II obtenía la obediencia de sus súbditos catalanes.
Su sucesor será su hijo Fernando II, el Católico (1479-1516).
4.2. HISTORIA SOCIAL
4.2.1. EL CONFLICTO AGRARIO CATALÁN
Aunque la crisis del siglo XIV afectó a toda Europa occidental, en Cataluña sus repercusiones fueron particularmente profundas y duraderas, amén de provocar una revolución agraria y una guerra civil.
Consecuencia de las sucesivas catástrofes fue una enorme depresión demográfica que se dejó sentir especialmente en Cataluña y dentro de ésta en el medio, rural en el que las emigraciones hacia las ciudades provocaron el abandono de núcleos rurales enteros (especialmente emigraron los remansas más pobres, mientras que los más pudientes fueron adquiriendo los mansos abandonados por estos -masos rónecs-). Las graves consecuencias de esta crisis también afectaron a los señores, los cuales vieron descender sus rentas. Todo ello, unido a los estragos causados por la peste, y las sucesivas bancarratas (crisis de 1380, crisis de 1455) provocó el movimiento de emancipación de los remansas.
En la Catalunya Vella, a mediados del siglo XIV los remensas representaban la cuarta parte de la población. Su situación de sumisión al señor y adscripción a la tierra había sido refrendada en 1283 cuando Pedro III el Grande necesitó el apoyo nobiliario frente a la invasión francesa. Al estallar la crisis de 1380 los señores procuraron aumentar sus rentas agrícolas, optando por endurecer jurídicamente las condiciones serviles de los campesinos y hacer uso frecuente del “ius tnaletractandi”, de la redimentia y de los “malos usos” o derecho de los señores para encarcelar a sus campesinos y confiscarles sus bienes sin motivo alguno. Los remensas buscaron el apoyo del rey, j los monarcas intentaron apoyarlos. Juan I y Martín el Humano fueron los primeros reyes que intentaron solucionar el problema remensa, y aunque apoyaban a los campesinos tampoco querían arruinar a la clase señorial. Alfonso el Magnánimo reinició la política de apoyo a los remensas. Bajo los auspicios de la reina regente María (esposa de Alfonso V) los remensas realizaron una gran reunión en el Ampurdán y formaron un Smdicat que inició toda una serie de litigios jurídicos contra sus señores. Pronto se vio, sin embargo, que entre los remensas había dos tendencias claras: una formada por campesinos que se habían enriquecido después de la crisis (moderados,- Francesc de Verntalfet) y que deseaban garantías sobre la libertad personal, la supresión de malos usos y la perpetuidad de los censos, y otra formada por campesinos pobres (radicales, Pere Joan Sala), que querían la propiedad de la tierra y la anulación de los censos, con lo que deseaban acabar con el sistema señorial. El líneas generales la monarquía apoyó la primera tendencia.
En tiempos de Juan II los remensas pasaron a la acción directa. Poco antes de iniciarse la guerra civil, en 1462, tuvo lugar el primer alzamiento remensa. Durante la guerra, los remensas lucharon en guerrillas al lado del rey. El triunfo de Juan II tras la guerra civil comportó “excesivos” beneficios para los remensas que en la práctica no se llevaron a efecto. Durante el reinado de Femando, los° derechos señoriales triunfaron al conseguirse la anulación de la sentencia de Alfonso el Magnánimo que los limitaba. La plena instauración de estos derechos dio paso a la 2a guerra remensa (1484-859 en la que estos aparecen divididos en dos grupos: los radicales que promulgan y llevan a cabo la lucha armada y los moderados, partidarios de la lucha sindical. Fernando II pactó con los moderados y aplastó a los radicales. En 1486, el rey promulgó una sentencia arbitral por la que se regulaban las relaciones jurídicas y sociales -en el campo catalán . Una de las principales consecuencias de la Sentencia Arbitral de Guadalupe fue la reglamentación de las relaciones jurídico-sociales del campo, estableciendo la abolición de los malos usos, la libertad del campesino para vender sus bienes y tierras propias y la obligación del pago de rentas atrasadas. ;
4.2.2. EL LEVANTAMIENTO DE LOS FORANS MALLORQUINES
Se produjo entre 1450 y 1454, contra la oligarquía mallorquína (ciutadans) por parte de los forans o campesinos. El trasfondo social estalló cuando la revuelta campesina contó con el apoyo de los menestrales de la capital, lo quedes permitió convertirse en dueños de la ciudad. Las discusiones con las autoridades señoriales y monárquicas fueron largas y confusas y los señores no cumplieron, con cierta frecuencia, los pactos establecidos. El aplastamiento de esta insurrección por un ejército de mercenarios italianos y la brutalidad de las medidas adoptadas por el monarca contra los forans insurrectos (tuvieron que pagar todas sus deudas, la mitad del sueldo de las tropas, una indemnización a los ciutadans y otra a los recatxas -forans céntranos a la insurrección- , una multa de 150.000 libras y no pudieron reclamar por los saqueos sufridos por parte de tropas reales) provocaron la ruina de las villas, la semidespoblación de los campos y la conversión en bandoleros de muchos forans.
4.2.3. LUCHAS SOCIOPOLÍTICAS URBANAS. LA BUSCA Y LA BIGA EN BARCELONA
Durante la etapa de expansión económica y comercial los intereses de la oligarquía y la pequeña burguesía menestral coincidieron. A partir del momento en que la crisis económica empezó a cortar el empuje comercial y el p’atriciado prefirió invertir sus capitales en rentas municipales y la importación de productos foráneos. Los intereses de los pequeños burgueses se vieron duramente afectados. De aquí que se formara en la mayoría de ciudades un sindicato de oposición al poder de la oligarquía formado por los ciutadans honráis que pretendía intervenir en el poder municipal para imponer un programa económico proteccionista, devaluar la moneda para favorecer la exportación, controlar los gastos municipales, reducir los impuestos y los sueldos de los consellers. La lucha por el poder municipal estalló en toda Cataluña y durante la segunda mitad del siglo XV la mayoría de ciudades consiguieron establecer un sistema electoral más igualitario (insaculación)
El enfrentamiento social más claro se dio en Barcelona, donde ya Pedro el Ceremonioso permitió la aparición de un sindicato de oposición menestral. El partido de la Biga estaba constituido por la oligarquía barcelonesa en alianza con los grandes señores territoriales (nobleza y clero). La Busca estaba formada por la burguesía industrial y comercial dedicados al comercio de exportación. Aunque contó con el apoyo de la monarquía, fue la Biga quien finalmente logró hacerse con el poder. El enfrentamiento definitivo tuvo lugar durante el reinado de Alfonso V en 1452. Un año después la Biga desde las Cortes y la Generalitat intentó boicotear el programa de reformas de la Busca que gobernaba el municipio. Cuando en 1462 estalló la guerra entre la oligarquía catalana y el rey Juan II, la Biga supo arrastrar al pueblo logrando la victoria definitiva y condenando a muerte a los principales líderes de la Busca.
Estos enfrentamientos por el poder política en Barcelona provocaron la crisis de la ciudad, y la pérdida de su puesto de capital fínanciera de la Corona de Aragón. Valencia tomó el relevo.
5. EL REINO DE NAVARRA
Encerrado entre Castilla, Aragón y Francia, el reino de Navarra osciló durante los siglos XIV y XV entre sus influencias. Estuvo bajo dominio francés desde 1276 hasta 1349 (Dinastía Champaña). Ante la crisis sucesoria provocada por la muerte sin descendencia masculina del último de lo tres hijos de Juana la Loca (hija del rey de Navarra) y Felipe el Hermoso (2° hijo del rey de Francia), la corona pasará a manos de Juana (hija del primogénito de Juana y Felipe) y su marido Felipe de Evreux (miembro de la casa real Capeta).
De esta forma, y tras renunciar al condado de Champaña y a cualquier derecho sobre la corona de Francia, Navarra se separó nominalmente del país galo (aunque en la práctica los reyes vivieron casi siempre en Francia y gobernaron el reino a través de altos funcionarios franceses tal y como habían hecho sus antecesores).
Su hijo y sucesor Carlos II el Malo (1349-1387), involucró a Navarra en los complejos problemas del momento entre Francia, Castilla y Aragón. Destaca su enemistad con Francia y su perenne lucha con el rey francés.
A su muerte le sucedió su hijo Carlos III el Noble, cuyo reinado se caracterizó por la paz absoluta con los demás reinos. Casó a su hija Blanca con Juan II (futuro heredero de la corona de Aragón ) y a la muerte de ésta, el conflicto por la corona Navarra entre Juan II y su hijo Carlos de Viana dará pie a una guerra civil también en Navarra, entre los dos partidos que apoyaron a uno u otro candidato: los beaümonteses (nobles ganaderos de la montaña, partidarios de Carlos de Viana) y los agramonteses (nobles agrarios del llano partidarios de Juan II).
Juan II hubo de claudicar y liberar a su hijo de la prisión que le había impuesto por su conspiración, pero la muerte de éste en 1461, dejaba como Lugarteniente General de Navarra a Leonor (hija de Juan II) y a su marido Gastón de Foix, que pasaron a ser los nuevos reyes de Navarra.
La pretensión de la corona francesa, al igual que la de la castellano-aragonesa, de casar a Catalina de Foix con el respectivo primogénito de cada casa real y la imposibilidad de Navarra de quedar independiente de uno u otro reino, provocó el que Fernando el Católico invadiese la Navarra cispirenaica (española): Catalina de Foix casó con el francés Juan de Albret, pero Fernando el Católico casó con Germana de Foix. Por las cortes celebradas en Burgos en 1515 Navarra fue incorporada a la Corona de Castilla, conservando sus propias leyes, tribunales y cortes.
6 EL REINO NAZARI DE GRANADA
La pervivencia de este área musulmana en la península se explica por motivos básicamente económicos: En principio era mejor recibir el oro procedente de Sudán a través de Granada en forma de tributos, que atacar Granada, con el despliegue de recursos que ello hubiese supuesto.
El reino nazarí de Granada se constituyó en el siglo XIII (reinado de Muhammad Ijy vivió una época de esplendor en el siglo XIV con los reinados de Yusuf I (1333-1354) y Muhammad V (1354-1391), con el que se inician importantes luchas políticas que darán lugar al establecimiento de reinados intrusos o usurpadores. A partir de la muerte de Yusuf HI en 1417 la historia entera del reino nazarí presenta una creciente complejidad. Tres familias, los Alamines, los Abencerrajes y los Venegas, cortesanos de los reyes nazaríes alcanzaron gran importancia y sus luchas por el poder dividieron, desangraron y debilitaron el Estado. Las guerras civiles son constantes en los reinados nazaríes del XV, destacando las producidas durante el de Muhammad IX. Son constantes las represiones y las entronizaciones. Las divisiones se mantuvieron en tiempos de la última guerra contra Castilla. Solo cuando Fernando e Isabel unifican sus coronas, se sienten lo suficientemente fuertes y decididos como para conquistar Granada . Será el 2 de enero de 1492, cuando consigan la unificación territorial de la península (con la excepción de Portugal) que se completaría algunos años después con la anexión de Navarra.
7 EL REINO DE PORTUGAL
Cuando a finales del siglo XIII terminan su labor reconquistadora el reino de Portugal entró en una fase de repoblación y desarrollo económico con Dionis (1279-1325) y Alfonso IV (1325-1357). Mas no tardaron en surgir graves conflictos familiares en la Casa Real durante los reinados de Pedro I (1357-1367) y Fernando I (1367-1383), que llegó a reivindicar Castilla cuando se entronizó Enrique II. Se produjo una grave crisis tras la muerte de Fernando I por falta de descendencia. La cuestión se zanjó a través de unalucha armada de la que salió coronado Juan de Avis (1385-1433), hijo bastardo de Pedro I, gran maestre de la Orden Militar de Avis, apoyado por la burguesía de Oporto y Lisboa que no quería la otra opción: Beatriz, casada con Juan I de Castilla. Juan de Aviz creó una nueva nobleza adicta a su causa para contrarrestar el poder de la rancia nobleza lusitana. Hay que destacar la originalidad del movimiento portugués con respecto a la situación general en Europa. La victoria de Aljubarrota fue decisiva.
A su muerte le sucedió su hijo Eduardo I (1433-1438), y a este Alfonso V el Africano (1438-1481), el cual intervino en la guerra civil castellana, confirmando las fronteras entre ambos reinos en 1411. Su hijo Juan II orientó la política portuguesa hacia la expansión marítima que alcanzó su gran apogeo en el reinado de su hijo Manuel el Afortunado (1495-1521).
8 LA CULTURA EN LA PENÍNSULA IBÉRICA A FINALES DE LA EDAD MEDIA
Una de las características más importantes de los siglos XIV y XV desde el punto de vista cultural es la diversidad. En la península conviven distintos planteamientos culturales y distintas influencias. Esta convivencia no siempre es pacífica, aunque destacan algunos centros por su variedad de enfoques y el respeto entre las culturas (Toledo, Sevilla, Córdoba, Granada). El mantenimiento de las Escuelas de Traductores es un ejemplo. Es el momento del comienzo de una crisis generalizada de lo que hemos venido conociendo como cultura medieval. Los cambios culturales que se van gestando durante toda la Edad Media se manifiestan de forma clara y expansiva en los últimos años de este periodo, y estos cambios constituyen la madurez de la evolución medieval e la , infancia de la nueva cultura renacentista. Por un lado comienza a aparecer una cierta visión laica de la vida, que dará paso posteriormente al humanismo; por otro, cada reino peninsular explotará culturalmente sus peculiaridades, lo que significará la ruptura con la lengua común, el latín y la irrupción de las lenguas vernáculas. El tema de la muerte se convierte en un tema central en el arte y la literatura.
En Castilla, la sustitución del latín por la lengua romance ayudó a extender y popularizar las letras y las artes. En Historia destaca la obra del canciller López de Ayala y ya en el siglo XV también los cronistas Diego de Valera, Diego Enriques del Castillo, Alonso de Falencia y Hernando del Pulgar. La literatura sufre la influencia italiana. Hasta el reinado de los Reyes Católicos se desarrollará la épica a través de romances escritos en versos octosílabos. En Aragón la fundación de Universidades, que se unen a las castellanas del siglo XIII, y la creación de bibliotecas (como la del monasterio de Poblet, que fue legada por Jaime II, apasionado bibliófilo) así como la proliferación de estudios jurídicos y humanísticos, hablan de un floreciente panorama cultural desde Pedro el Ceremonioso hasta Juan I.
La burguesía impuso una nueva mentalidad, que fue aceptada por la nobleza cortesana y la monarquía. Se basaba fundamentalmente en la superación del teocentrismo escolástico. El hombre adquirió un nuevo valor y pretendía personalizar su vida dentro de la sociedad y frente a Dios. A partir de la segunda mitad del siglo XIV, el dram-atismo provocado por la Peste Negra agudizó una nueva sensibilidad que superaba la concepción ascética de la muerte y trajo consigo:
Una sustitución de los temas religiosos por los más íntimamente humanos, a veces duros, cínicos o burlones.
Una evidente relajación moral, que aceptaba la bastardía incluso en la misma monarquía (Trastámaras, Avis) y en el clero (burlas de Bernat Metge:£o somni, y Francesc Eiximenis: Llibre de les dones.
Unas ganas enormes de vivir, si era preciso rompiendo los vínculos sociales y familiares (Arcipreste de Talayera: el Corbacho).
Una crítica de los privilegiados, que puede ser didáctico-raoralizante cuando la hacen ellos mismos (Juan Manuel: el Libro de los Estados o El Conde Lucanor, canciller Pedro López de Avala; el Rimado de Palacio; ambos en la Castilla del siglo XIV); o puede ser terriblemente irónica en manos del bajo clero y la burguesía (Juan Ruiz, Arcipreste de Hita: El Libro de Buen Amor, en Castilla; Anselm Turmeda: Disputa de l’Ase, en Mallorca).
El deseo de obtener fama y pasar a la historia, que puede verse en la poesía de Jorge Manrique (s. XV, Coplas a la muerte de su padre) o en la abundante historiografía castellana (Crónicas de Pedro López de Ayala, Generaciones y semblanzas de Pérez de Guzmán, Claros varones de Castilla de Hernando del Pulgar, siglos XIV-XV) y catalana (Crónicas de Bernat Desclot y Ramón Muntaner,s.XIII-XIV).
La acentuación del mito caballeresco en una novela galante y de aventuras (Amadís de Caula, 1325, Curial y Güelfa, o el Tirant lo Blanc, del valenciano Joanot Martorell, 1413-1468); galantería y estilización de corte que imponen algunos monarcas (Juan I de Aragón, «amador de toda gentileza»; Juan II de Castilla) a una nobleza que deja de ser guerrera y rural y se convierte en cortesana, gustando de la caza y el amor.
La exaltación de la monarquía llevada a cabo por funcionarios de palacio: Juan de Mena, secretario de Juan II de Castilla en su Laberinto de Fortuna o Bernat Metge, consejero de Jxian I, en su Llibre de Fortuna e Prudencia.
El gusto por la poesía lírica, popular (Romancero) o aristocrática (Cancionero de Baena en Castilla, Cancionero de Stuñiga en la corte de Alfonso V de Aragón) expresada la segunda dentro de un gusto italianizante (Marqués de Santillana: Serranillas, o Ausias March: Cant espiritual}.
Se trata, por otra parte, de una cultura literaria, escasamente científica, que no aprovecha ni desarrolla la ingente traducción de la ciencia islámica. Apenas si se puede hablar de la obra en medicina, de Arnau de Vilanova (1238-1311) en Cataluña. Sólo en cartografía el núcleo judeohispano de Palma de Mallorca abánzó categoría mundial (siglos XIV-XV), con sus mapas portulanos, destacando la figura de Yahuda Cresques, que acabó dirigiendo la escuela portuguesa de Sagres.
Es la época del gótico y del florecimiento de las ciudades. Un arte característico de este periodo es el mudejar con vida y personalidad propia en según que zona. Se da en Castilla La Nueva, Castilla La Vieja, Toledo y Aragón. El arte, musulmán en el reino de Granada alcanza su máxima expresión en el palacio-fortaleza de la Alhambra. En Navarra destacan las escuelas catedralicias monásticas y parroquiales y la obra del Príncipe de Viana, y en Portugal los libros de Juan I y de su hijo Duarte.
En general podemos decir que mientras en el siglo XIV destaca sobre todo Cataluña, artísticamente en el siglo XV es Castilla quien se sitúa a la cabeza culminando su arte con el gótico isabelino (Capilla del Condestable de la catedral de Burgos de Simón de Colonia, San Juan de los Reyes en Toledo de Juan de Guas, entre otras).
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