1. INTRODUCCIÓN.
2. CRECIMIENTO ECONÓMICO EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII.
2.1. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
2.2. REACTIVACIÓN DEL COMERCIO MUNDIAL
2.3. TRANSFORMACIONES EN EL MUNDO AGRARIO
2.4. TRANSFORMACIONES EN LA INDUSTRIA
3. ESTRUCTURAS SOCIALES EN EL SIGLO XVIII.
4. MENTALIDADES EN EL SIGLO XVIII.
4.1 PENSAMIENTO ECONÓMICO
4.2 LA CRÍTICA SOCIAL
4.3. EL PENSAMIENTO POLÍTICO.
4.4. PENSAMIENTO RELIGIOSO
4.5. LAS IDEAS PEDAGÓGICAS DEL SIGLO XVIII
5. TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN LA ESPAÑA DEL XVIII
5.1. EL REFORMISMO Y SUS DIFICULTADES
5.2. LA CENTRALIZACIÓN POLÍTICA: LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA.
5.3. LA ADMINISTRACIÓN DE HACIENDA
5.4. REFORMAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
5.5. REFORMAS CULTURALES
5.6. POLÍTICA RELIGIOSA
5.7. POLÍTICA COLONIAL
6. BIBLIOGRAFÍA
1 INTRODUCCIÓN
Cuenta don Antonio Domínguez Ortiz en su Historia Universal. Edad Moderna (Ed. Vicens-Vives) que el siglo XVIII europeo presenta la aparente paradoja de una mentalidad muy cosmopolita y un estado de guerra casi continuo. Las luchas por la hegemonía militar y naval, continental y colonial en las que se mezclaban intereses económicos y dinásticos, no eran incompatibles con aquel espíritu cosmopolita, patrimonio de la intelectualidad y de las clases altas. Todas las naciones en general vieron cómo el siglo XVIII suponía un gran impulso en su economía y modo de vida. El siglo XVIII fue el momento en el que se comienzan a fraguar los sistemas de alianzas entre los países, comienzan los pasos para dos grandes revoluciones, la Industrial y la Liberal, se empieza a crear una mentalidad en el mundo urbano que traerá consigo la crisis del Antiguo Régimen. No en todos los países el ritmo del cambio fue paralelo. En toda la Europa occidental y en América, poblada por europeos a lo largo del siglo XVIII, se preparan grandes cambios que afectarán a toda la vida económica, social y política y culminarán en la Revolución industrial y Revoluciones políticas burguesas. El proceso parece iniciarse en Gran Bretaña a mediados del siglo XVII (revolución política inglesa); se desarrolló plenamente en este país en el siglo XVIII (Revolución industrial), y en los demás países europeos a lo largo de los siglos XVIII (Revolución Francesa y en USA) y XIX (Revolución industrial y revoluciones liberales).
Nos detendremos primero en los aspectos económicos, analizando el crecimiento económico, sus causas y repercusiones. En segundo lugar abordaremos las estructuras y mentalidades sociales de la época, para pasar seguidamente a estudiar el caso español, haciendo hincapié en las transformaciones políticos. Concluiremos con unas referencias bibliográficas.
2 CRECIMIENTO ECONÓMICO EN LA EUROPA DEL SIGLO XVIII
El crecimiento económico del siglo XVIII se produjo gracias al desarrollo de las actividades económicas y al crecimiento demográfico. En general se habla de Revolución Industrial pero el fenómeno fue más complejo y no afectó solamente a la Industria. Se ha hablado de Revolución Demográfica, Agraria, de los Transportes, Urbana, Financiera y de las Mentalidades.
2.1. CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
Durante el siglo XVIII se inicia un fuer te crecimiento de la población en Europa y América (posiblemente también en el resto del mundo). Este crecimiento general europeo se explica observando la variación de las tasas de natalidad y mortalidad. Europa occidental ha entrado en una fase de crecimiento vegetativo importante debido, en primer lugar, a que la tasa de mortalidad desciende (se pasa de un 40 %o a un 30 %o) y la natalidad se mantiene elevada (en torno a un 35 %o). En este proceso de crecimiento influye notablemente la desaparición de las grandes oleadas de epidemias que en pocos años reducían enormemente la población de un país, y la mejora alimenticia basada fundamentalmente en la extensión de la patata y del maíz (tesis de Thomas McKeowm). Mejoran las comunicaciones y el abastecimiento y la salubridad se convierte por primera vez en una verdadera preocupación. Se comienza a cuidar con esmero el urbanismo, etc. A una mayor población, se necesita una mayor producción. Esto significa que el desarrollo agrícola e industrial esta directamente vinculado a la necesidad poblacional y viceversa, el desarrollo demográfico permite una gran acumulación de mano de obra barata para la industria.
Esta población es aún predominantemente rural; los porcentajes más elevados de población urbana en Europa se daban en los Países Bajos y en Inglaterra: no llegaban al 50 por ciento. Asimismo faltaban aún grandes ciudades: pocas de ellas pasaban de los cien mil habitantes.
2.2. REACTIVACIÓN DEL COMERCIO MUNDIAL
Aunque iniciada a fines del siglo XVII se consolida a lo largo del siglo XVIII. En el período 1730-1740 se produce un alza de precios en los mercados internacionales que resulta sumamente estimulante para los intercambios: aumentan el volumen, la variedad y el valor de las mercancías transportadas. A la vez se reorganiza un verdadero comercio mundial que engloba áreas geográficas extensísimas. A lo largo del siglo XVIII se asiste a un proceso de integración progresiva de los pequeños ámbitos aislados en los que antes estaba dividido el espacio económico, para crearse mercados cada vez más extensos (mercados regionales, mercados nacionales, mercado mundial).
El país que tomó la delantera en este renacimiento comercial fue Gran Bretaña porque ya disponía de un mercado nacional muy integrado, una buena red de puertos, unas estructuras de producción agrícola e industrial aptas para producir mucho a bajo precio, y, finalmente, unas técnicas comerciales y de crédito muy desarrolladas (gran difusión de la letra de cambio, bancos de tipo muy variado, importancia creciente de las sociedades anónimas…).
Cuatro eran las grandes rutas mundiales del comercio en el siglo XVIII: La ruta europea norte-sur, que intercambia la producción agrícola mediterránea — especialmente el vino— con productos industriales y materias primas del norte; La ruta europea este-oeste: el este vende productos agrarios y materias primas y compra manufacturas y productos americanos y asiáticos; La ruta del Extremo Oriente, en manos de los ingleses, que comunica a Europa con India y con China; y La ruta americana, objeto de disputa a lo largo del siglo por parte de españoles, ingleses y franceses. En relación con América estaba la ruta triangular. Europa vendía manufacturas a los países africanos del golfo de Guinea a cambio de esclavos negros; estos esclavos eran vendidos por los europeos a los plantadores americanos, que les vendían a cambio tabaco, algodón y azúcar.
2.3. TRANSFORMACIONES EN EL MUNDO AGRARIO
A lo largo del siglo XVIII se inicia el tránsito desde el modelo agrario feudal hacia un nuevo tipo definido por el aumento de la productividad y la introducción del modelo de empresa capitalista. A principios de siglo el sistema feudal predominaba aún en buena parte de Europa. Nuevas mentalidades traen consigo un mayor desarrollo de la producción y una mayor especialización en los cultivos; la mejora de las técnicas de cultivo incrementa la producción, A su vez, la sociedad rural ve una fuerte mejora en su situación, por lo que aumenta el consumo que de nuevo impulsa la producción. El modelo capitalista aparece en Inglaterra ya en el siglo XVII y posee las siguientes características:
Técnicas y productividad agraria. Aumento de la producción gracias a mejoras técnicas (rotación de cultivos en vez de barbechos, arados más profundos, uso de abonos, aparición de algunas máquinas segadoras…); aumento de la productividad gracias a la aparición del cultivo intensivo (Inglaterra: siglos XVI-XVII, rendimientos del 7 por 1 en los cereales; siglo XVIII, rendimientos del 10,6 por 1).
Relaciones de producción. Para realizar el cambio anterior era preciso modificar a fondo el modelo feudal. Esto se produjo en Inglaterra de la siguiente forma: el campesino cultivador perdió todos sus derechos sobre la tierra y fue expulsado de ella (incluso cuando era propietario), viéndose convertido en un jornalero de la agricultura o de la naciente industria. El señor se convirtió en propietario único de todas las tierras de su señorío: las rodeó de cercas (Enclosures Act), se apoderó de las tierras comunales y, como único dueño de ellas, pudo comprarlas y venderlas a su voluntad.
Una vez realizado este cambio, la tierra estaba lista para un nuevo modelo de explotación agraria: el de grandes propiedades que el nuevo propietario cultiva directamente o por medio de un gran arrendatario dotado de importantes cantidades de capital. Este nuevo tipo de cultivador utiliza su capital para mejorar técnicamente sus cultivos (con lo que consigue una mayor productividad) y dedica casi toda su producción al mercado.
De esta forma nacía un empresario agrícola que consideraba su explotación como una fuente de beneficios y que sometía todo el proceso productivo al cálculo de la rentabilidad. Esta modificación se produjo también por el estímulo del alza de los precios agrícolas desde principios del siglo XVIII.
En el resto de Europa occidental no se llegó a la profunda transformación agraria que se produjo en Inglaterra, pero el viejo sistema feudal entró en crisis por la influencia de nuevas circunstancias: aumento de la población, aumento de los precios agrícolas, aumento de la cantidad de productos agrarios que entraba en el mercado.
Esta crisis del sistema feudal se manifestó en una serie de tensiones que afectaron a los dos grupos -señores y campesinos— que vivían de los productos de la tierra: Los señores, ante la subida de los precios agrícolas, intentaron aumentar continuamente la cantidad de excedente agrario que debían entregarles los campesinos cultivadores. Además procuraron aumentar sus propiedades ocupando tierras comunales y tierras incultas. Sin embargo fueron pocos los que se dedicaron a dirigir la explotación de sus tierras. Los cultivadores estaban en gran tensión debido a que los señores les exigían pagar cada vez mayor proporción de sus cosechas y porque, debido al aumento de la población, la cantidad de tierras disponibles era cada vez menor.
Esta contraposición de intereses culminó con el estallido de la Revolución Francesa y terminó con la transformación del campesino propietario en dueño único de sus tierras, no sujeto al pago de derechos al señor. Así apareció un nuevo modelo de explotación agraria muy distinto del inglés: el de pequeñas explotaciones en manos de campesinos que sacaban de ellas lo suficiente para su sustento y que dedicaban a la comercialización una pequeña parte de su cosecha.
2.4. TRANSFORMACIONES EN LA INDUSTRIA
A lo largo del siglo XVIII sobreviven aún tipos de empresa industrial que derivaban de épocas anteriores como el viejo taller artesano de origen medieval o el sistema inglés del «putting out»: campesinos o gente de la ciudad que trabajan en sus casas realizando una parte del proceso industrial (como las campesinas que hilaban la lana), y entregando después su producción a un comerciante que es el dueño de la materia prima y es el que les paga su trabajo, coordina las distintas etapas de la producción y, como dueño del producto, se encarga de comercializarlo.
La manufactura aparece en el siglo XVII, cuando el comerciante aporta no sólo la materia prima, sino también el utillaje y un gran edificio en el que reúne una cantidad importante de obreros que trabajan a cambio de un jornal, y no poseen ningún derecho ni sobre los medios de producción ni sobre el producto. Los trabajadores de la manufactura utilizaban aún utillaje sencillo, pero ya se agrupaban formando equipos que se repartían las distintas fases de la fabricación de un producto. El dueño de la manufactura era, a la vez, el comerciante que se encargaba de vender la producción.
Hacia mediados del siglo XVIII surgen en Gran Bretaña los primeros ejemplos de fábrica moderna, que dedica cantidades crecientes de capital a perfeccionar el utillaje con la finalidad de fabricar abundantes productos a bajo precio. Este incesante perfeccionamiento técnico -con la creación de máquinas cada vez más perfectas- acelera la consolidación del capitalismo industrial con sus caracteres básicos: Abolición de la reglamentación gremial, concentración de maquinaria y de mano de obra que vende su trabajo por un jornal; y acumulación de capital en manos de un industrial que reinvierte sus beneficios en perfeccionar su maquinaria, de forma que fabrique productos cada vez más baratos.
La empresa industrial capitalista resultó enormemente dinámica y proporcionó a sus propietarios unos beneficios importantes (entre un 20 % y un 30 % anual rendían los capitales invertidos en la industria). Así se inicia el proceso de autoalimentación que hace crecer sus dos principales ramas: la textil y la siderúrgica.
El país cuyo crecimiento industrial fue más importante en el siglo XVIII fue Gran Bretaña. Se ha calculado que el índice de su producción industrial se ,multiplicó por tres entre 1700 y 1790 (crecimiento anual medio 1,7 %). A fines del siglo XVIII Gran Bretaña era el único país del mundo en el que el valor de la producción industrial superaba al de la producción agrícola
3 ESTRUCTURAS SOCIALES EN EL SIGLO XVIII
Si nos atenemos al estatuto jurídico y político de los distintos miembros de la sociedad en la Europa occidental seguían existiendo los viejos estamentos de origen medieval: estamentos privilegiados: nobleza y clero; estamentos no privilegiados: formados por el resto de la población (Tercer Estado o Estado Llano),
Pero si nos atenemos a la cantidad de riqueza y de poder que poseen los distintos miembros del cuerpo social, encontramos ya en germen lo que serán las clases sociales del siglo XIX. Así podemos agrupar a los miembros de la sociedad rural, según su riqueza de esta forma:
Grandes propietarios no cultivadores: nobles rentistas, propietarios no nobles rentistas, eclesiásticos rentistas, arrendatarios de grandes propiedades cultivadas de forma capitalista. A lo largo del siglo XVIII este último grupo vio aumentar sus ingresos.
Pequeños propietarios cultivadores: su proporción disminuye en relación al conjunto de los cultivadores y, por otra parte, ven disminuidas sus fincas y sus ingresos.
Arrendatarios y aparceros: su número aumenta y su situación empeora, ya que se les exigen cada vez mayores rentas por la tierra.
Jornaleros campesinos: crece su número y cada vez tienen menos posibilidades de conseguir tierra para cultivar.
En la ciudad, en cambio, se va perfilando en el estrato superior un grupo, cada vez más poderoso, cuya riqueza no se basa en la tierra, son los dueños de mercancías, fábricas, bancos, barcos… Este grupo, ya poderoso en Gran Bretaña, será el germen de la futura alta burguesía europea. A su lado aparece un grupo formado por gentes no nobles que poseen menos riqueza pero que, por el tipo de educación que han recibido, pueden ocupar funciones importantes en la sociedad: científicos, artistas, pensadores, escritores, periodistas, abogados, médicos, altos funcionarios de la administración. Finalmente están los trabajadores manuales, divididos en los maestros, dueños de talleres al estilo gremial, los oficiales, con un oficio bien conocido, que trabajaban en los talleres junto a los maestros, y las gentes sin oficio concreto, que trabajaban esporádicamente en trabajos de escasa o nula cualificación.
En los lugares donde aparece la nueva industria moderna se dan dos tipos de trabajadores: los proletarios, salidos con frecuencia del campo, que trabajan en condiciones muy duras por un sueldo bajísimo, en una tarea que no exigía ninguna cualificación; los técnicos, escasos en número, eran los que conocían el proceso de fabricación y el manejo y funcionamiento de las nuevas máquinas, por este motivo eran muy apreciados en las nuevas industrias.
La burguesía se presenta como una clase social en auge y desarrollo; la clase dedicada a los negocios, y la que en el siglo XIX va a acaparar el poder político. La Revolución Francesa, supondrá su reconocimiento y su valor. Su ascenso forma parte del cambio en las mentalidades, tanto morales como económicas. De todas formas, esto siempre será una generalización, pues bien sabemos, que como grupo social, es bastante heterogéneo. La posesión de capital les otorga grandes posibilidades de iniciativa e inversión, que les hace conscientes de su importancia y su poder.
En retroceso, la nobleza comienza a darse cuenta de la importancia que la burguesía esta adquiriendo en los diferentes ámbitos de la vida, y se ve obligada a reaccionar. Por un lado, existe una nobleza inmovilista y tradicionalista, que no se vuelve participativa y que pretende seguir viviendo de sus títulos a pesar de que la sociedad esté cambiando. Por otro lado, los nobles y aristócratas que se dan cuenta de la nueva realidad, que invierten y se convierten en la élite de los grandes propietarios. Esta diversidad se acentúa más según el país.
4 MENTALIDADES EN EL SIGLO XVIII
Después del análisis que hemos realizado de los cambios habidos en en los aspectos económicos y sociales, es preciso revisar los cambios en los aspectos ideológicos y políticos. No hay que olvidar que los tres niveles se influyen mutuamente y que no es posible analizar los cambios en uno solo de ellos sin tener en cuenta los que tuvieron lugar en los demás.
Todos los cambios parece que tienen sus orígenes en una profunda revolución intelectual que se produjo en Europa en la segunda mitad del siglo XVII. Esta revolución fue el resultado de la influencia profunda de dos grandes corrientes intelectuales: la filosofía deductiva de Descartes y el método científico de Newton. Estas dos corrientes de pensamiento, consideradas como métodos para conocer la realidad, se divulgan a lo largo del siglo XVIII y de ellas nace una tendencia del pensamiento que intentará analizar todo tipo de realidades con los métodos descritos por Descartes y Newton. Esta tendencia propia del siglo XVIII será llamada Ilustración y se esforzará a lo largo del siglo en proseguir el trabajo iniciado por Newton aplicando su método tanto al estudio del mundo de la naturaleza física como al análisis de las sociedades humanas en todos sus aspectos: económico, político, social, religioso… Nos ocuparemos de esta segunda vertiente de la Ilustración porque es la que tuvo una mayor incidencia en la vida económica y política.
En el campo de las teorías sociales la Ilustración trabaja sobre una doble base. Somete a una crítica implacable todos los conceptos y valores que eran aceptados simplemente por el motivo de que «siempre se había hecho así». El argumento del «peso de la tradición» ya no es válido para los ilustrados y todos los supuestos de las ideologías sociales y políticas son sometidos a la crítica y rechazados si no resultan «lógicos». El hombre y su vida social son sometidos a un análisis que se basa en el nuevo método científico y que prescinde de los conceptos heredados de otras épocas. Así se elabora un nuevo concepto del hombre. El hombre es —para los ilustrados— un ser que, dirigido por su razón, busca su felicidad; ésta se basa en el bienestar material y puede ser medida por la cantidad de riqueza que se posee (propiedad). Apoyándose en este concepto del hombre, los ilustrados creen que la sociedad humana puede entrar en un camino de progreso indefinido si logra potenciar en el hombre el uso correcto de la razón (mediante un proceso de educación adecuado) y aumentar su riqueza mediante el desarrollo de una actividad económica adecuada. Estas ideas-base se desarrollaron en teorías económicas, sociales y políticas. Veamos algunas de estas teorías.
Muy importante fue también el idealismo alemán (Aufklarung), entre los que destacan Lessing, Klopstock y Herder (Filosofía de la Historia de la Humanidad, 1784)
4.1 PENSAMIENTO ECONÓMICO
En la primera mitad del siglo XVIII la teoría dominante en el campo económico era el mercantilismo. En Francia sufrió una evolución particular dando lugar al Colbertismo. Pero la mayoría de las ideas mercantilistas fueron criticadas a fondo por el pensamiento económico-social de la Ilustración: fisiocracia y liberalismo económico.
El pensamiento fisiocrático apareció en Francia como reacción frente al mercantilismo y fue fruto del análisis realizado por algunos economistas franceses (Quesnay: Tabelau Économiqué) de la gran revolución agraria que se estaba produciendo en Inglaterra. Los fisiócratas preconizaban una revalorización de la agricultura, a la que consideraban la actividad económica más importante, por ser la única que podía aumentar la cantidad de productos existentes, frente a la industria, que sólo podía transformarlos, o al comercio, que sólo era apto para transportarlos o intercambiarlos. La agricultura defendida por ellos se basaba en el modelo capitalista agrario que se estaba afianzando en Inglaterra: Grandes propiedades en manos de un único propietario, cultivo intensivo y reinversión en la mejora de los cultivos una parte de las rentas producidas. El Estado no debe intervenir en la comercialización de la producción agraria: es preciso que se respete la libertad de circulación y de precio de la producción agraria; de esta forma, tanto las cantidades producidas como su precio se ajustarán a las necesidades del mercado. El propietario agrícola debe pagar al Estado una cantidad proporcional a su riqueza.
La escuela liberal apareció en Gran Bretaña hacia 1770 y su pensamiento económico se divulgó rápidamente por Europa. Esta escuela recogió algunas ideas de los fisiócratas, pero las modificó de acuerdo con los hechos de la Revolución industrial que se estaba produciendo en Gran Bretaña. El creador de esta escuela -Adam Smith (1723-1790)- en su obra La riqueza de las naciones (1776) puso las bases de todo el pensamiento económico liberal, que sería la ideología económica del capitalismo clásico del siglo XIX. Se fundamenta, principalmente en que la verdadera riqueza es el trabajo especializado, el valor de cambio de un objeto en el mercado depende de la cantidad de trabajo necesario para producirlo. En el precio de un producto se incluyen dos elementos: el salario, que va a parar a manos del obrero y que es el precio que se paga por su trabajo; y el beneficio, que es la remuneración que el empresario recibe por el riesgo que corre de perder el capital invertido. El capital, que procede de las rentas acumuladas por los ricos, es básico en el desarrollo del proceso productivo, porque permite mejorarlo y aumentar la productividad del trabajo humano. Por último, según ellos, en la vida económica existe un orden natural que regula la cantidad de productos fabricados y el precio de dichos productos según la ley de la oferta y la demanda. Pero para que tal ley natural funcione es preciso que se pueda trabajar en un mercado extenso y que ningún poder político interfiera en el proceso económico, regulando la cantidad, el precio, o la circulación de las mercancías.
4.2 LA CRÍTICA SOCIAL
Los ilustrados, especialmente en Francia, realizaron un ataque a fondo de la sociedad estamental y del estatuto jurídico de los privilegiados. No se admitía que un noble -por el solo hecho de serlo-mereciera de la sociedad un trato de favor, ni que todo un estamento -la nobleza- no sólo pudiera vivir sin trabajar sino que considerara que el trabajo manual deshonra. No se aceptaba que los nobles disfrutaran de un trato de favor basado, no en méritos personales, sino en la herencia, y que los grupos privilegiados (nobleza y clero) disfrutaran de exenciones con respecto a leyes que deben ser iguales para todos (en especial los impuestos). Por otra parte se atacaban las formas de propiedad características de los estamentos privilegiados, especialmente los distintos tipos de vinculación que sustraen a la venta cantidades ingentes de propiedades agrarias.
4.3. EL PENSAMIENTO POLÍTICO
Desde el punto de vista político la influencia de la Ilustración fue muy fuerte en el mundo occidental. Esta influencia tiene dos fases diferentes: un primer momento, reformista, da lugar a la aparición del Despotismo Ilustrado, y un segundo momento, revolucionario, influye en forma decisiva en la configuración de la Revolución Francesa y sus consecuencias en Europa occidental y en la América española.
Cuando aparece la Ilustración, estaba en pleno apogeo, en buena parte de Europa, la monarquía absoluta. Una parte de los ilustrados creyó que esta monarquía podía ser el tipo de Estado adecuado para introducir cambios en la estructura social, económica y cultural de un país. Se trataba de apoyarse en el rey absoluto para aplicar el programa político de la Ilustración. Así aparece el llamado Despotismo Ilustrado con el cual la monarquía absoluta hace suyos algunos objetivos políticos de la Ilustración: Racionalización de la vida política, creando una administración centralizada y uniforme que acabará con las mil variantes heredadas del sistema feudal; Política fiscal moderna, mediante la creación de la «contribución única», que grava todo tipo de riqueza sin distinción de quién sea su poseedor; Nueva política cultural: control creciente del Estado sobre el sistema educativo para lograr su modernización; Nueva política eclesiástica: control y restricciones de los privilegios y del poder del clero; intentos de reducir el poder del Papa sobre las Iglesias de cada país. Esta política no logró nunca realizar todos sus objetivos porque chocaba con los grupos privilegiados (nobleza y clero), que tenían aún un enorme peso en las decisiones de los reyes. Ante estas dificultades se va abriendo camino entre algunos ilustrados la idea de que es preciso abrir una vía revolucionaria que cambie las estructuras políticas.
La ideología política revolucionaria del siglo XVIII fue adoptada por muchos ilustrados y dio las pautas para la Revolución Francesa, pero en su raíz se encuentra una experiencia política anterior, la Revolución inglesa del siglo XVII, y un pensador teórico que reelaboró sus bases ideológicas: John Locke, autor del Ensayo sobre el verdadero origen, alcance y finalidad del gobierno civil (1690). Las ideas centrales del pensamiento político de Locke se basan en que, en su «estado natural», todos los hombres son iguales y poseen los mismos derechos, vida, libertad y propiedad. Además, deben tener la posibilidad de defender aquellos derechos, atacando a quien pretenda arrebatárselos. Pero el ejercicio de este derecho de defensa conduce a luchas interminables y, por este motivo, el hombre que vive en sociedad con otros hombres, renuncia a su derecho de juzgar y castigar en favor del Estado, depositario del poder político. Así el Estado queda investido del derecho de dictar leyes (para proteger los derechos básicos del individuo y juzgar y castigar de acuerdo con tales leyes). Pero el poder del Estado no puede arrebatar al hombre sus derechos básicos, al contrario, sólo se justifica si los defiende. La acumulación de poder político puede conducir al abuso de dicho poder por parte de una persona u organismo. Por este motivo es necesario que el poder político del Estado esté repartido entre varios organismos y personas que asumen, cada uno, distintas funciones. Tales funciones son básicamente: la de hacer las leyes (que debe recaer en un cuerpo legislativo elegido por los ciudadanos) y la de hacerlas cumplir (que recae en el gobierno).
Estas ideas fueron aplicadas en Gran Bretaña a fines del siglo XVII y se divulgaron por Europa, durante el siglo XVIII, especialmente a través de la obra de dos escritores de lengua francesa: Montesquieu y Rousseau. Las ideas de Montesquieu representan una reacción en Francia frente al absolutismo monárquico de Luis XIV que había dominado la segunda mitad del siglo XVII. Entre ellas destacan dos puntos: revalorización del papel de la nobleza dentro del gobierno del país, y la defensa del sistema de separación de poderes (legislativo, ejecutivo y judicial) inglés. Las ideas políticas de Rousseau constituyen la base del futuro movimiento democrático. Las más importantes se podrían enunciar así: en cualquier país la soberanía pertenece al pueblo, no al rey. Las leyes por las que se rige una nación deben expresar la voluntad general de sus ciudadanos. Todos los ciudadanos de un país deben disfrutar de los mismos derechos políticos.
Estas ideas, comentadas y divulgadas a lo largo del siglo XVIII, servirán de base ideológica para plantear un amplio movimiento revolucionario que empezó en los Estados Unidos (1776) siguió por Francia (1789) y, en España tomó forma en las Cortes de Cádiz (1810-12).
4.4. PENSAMIENTO RELIGIOSO
A consecuencia de la creciente secularización, el concepto de Cristiandad, ya minado por las discordias religiosas a partir del siglo XVI, profundamente revisado. La critica de algunos ilustrados no sólo se dirigió hacia el clero y sus privilegios, sino que llegó a poner en duda la misma posibilidad de existencia de una religión que aceptara ideas no demostrables (dogmas, misterios…). Con ello se destruía el planteamiento tradicional de las Iglesias Cristianas y se postulaba un nuevo concepto de religiosidad, la religión natural basada sólo en las conclusiones de la razón humana. Así nacía un concepto nuevo de religión y de moral que escapaba a toda organización de tipo eclesiástico y se basaba en la aceptación de un Dios descubierto por la razón humana. Surgen los planteamientos Deístas (H. de Cherbury, Dodwell, J. Toland -Cristianismo sin misterio- o A. Collins) y Panteístas. Tuvieron una gran influencia en los enciclopedistas. Algunos ilustrados más radicales llegaron a defender el ateísmo. El pontificado atravesó en este siglo por una cierta crisis, manifestado en la persecución de los jesuítas y en el surgimiento de planteamientos nuevos como el febronianismo y el josefinismo.
Como vemos, el siglo XVIII fue un siglo de cambios que también se vieron reflejados en el ámbito intelectual. El siglo de las luces es el siglo de la razón. Un momento en el que la razón y el pensamiento intelectual, intenta frenar las fuertes oleadas de superstición y creencias místicas que rodeaban a los pueblos. Era el momento de romper, y ejercer absoluto control sobre la razón intelectual y el conocimiento de lo real y empírico. La mayor originalidad del siglo XVIII reside en su pensamiento, tributario y continuador de las corrientes anteriores, pero también innovador y revolucionario. No era un pensamiento abstracto sino dirigido a la acción, a la reforma de la sociedad.
4.5. LAS IDEAS PEDAGÓGICAS DEL SIGLO XVIII
Una de las características más singulares del siglo XVIII es su capacidad para difundir sus ideas. Las academias y centros de investigación, amparados por los Estados, actuaron como correa de transmisión de los conocimientos, al margen de las Universidades. Federico el Grande funda en Berlín la Sociedad Real de Ciencias (a instancias de Leibniz), en San Petersburgo se hace lo propio con la Academia de Ciencias de Rusia y en España Felipe V crea la Academia de la Historia, de la Lengua, etc. Paralelamente el nuevo espíritu llega a la enseñanza. Destacaron las ideas de Rousseau que basa la enseñanza en la experiencia y la comprensión de las leyes y fenómenos de la naturaleza (Emilio), o las de Pestalozzi, creador de la escuela pedagógica moderna. Los nuevos planteamientos llegan a algunas universidades, como Gotinga o Leyden.
5 TRANSFORMACIONES POLÍTICAS EN LA ESPAÑA DEL XVIII
El triunfo borbónico en la guerra de Sucesión contribuyó a la transformación de la vieja monarquía de los Austria y a su adecuación a los modelos europeos. En aquellos momentos el uniformismo racionalista centralista supuso la desaparición de la autonomía municipal y la abolición del régimen privativo de los reinos integrantes de la antigua monarquía hispánica. En este sentido lo más importante fue la abolición de los fueros de los reinos de la Corona de Aragón por los decretos de Nueva Planta. La implantación del Absolutismo en España responde a una serie de fases. Los comienzos coinciden con el montaje del aparato político administrativo del reformismo borbónico (Felipe V y Fernando VI). La plenitud del Despotismo Ilustrado corresponde a la época de Carlos III. El ocaso, condicionado por la propia Revolución Francesa, se da en el reinado de Carlos IV.
5.1. EL REFORMISMO Y SUS DIFICULTADES
Los elementos reformistas ilustrados (novatores) constituían una pequeña minoría que trataban de imponer al Estado una serie de mejoras que perjudicaban a los privilegiados. Durante todo el siglo se enfrentaron manteistas o golillas (reformadores) y colegiales (reaccionarios que había estudiado en los establecimiento jesuítas). Los primeros eran letrados procedentes de las universidades y originarios de la nobleza y de la burguesía. Los reformadores no formaban un grupo único. Básicamente había tres: Los más radicales, que aceptaban el deísmo de la Ilustración, corno el conde de Aranda; un grupo de centro, como Campomanes, Floridablanca o Jovellanos; y otro más a la derecha, que eran denominados, tradicionales, como Andrés Piquer.
La lucha entre los reformadores y los reaccionarios tendrá tres capítulos claros:
La denominada crisis portuguesa. Tras el tratado hispanoportugués sobre la colonia del Sacramento (Tratado de Límites, 1750) por el que España se hacía con la colonia pero tenía en cuenta los avances de Portugal. Supuso el golpe de los reaccionarios contra el marqués de la Ensenada, que fue desterrado.
El motín de Esquilache (1766): cuando Carlos III pretende realizar una política ilustrada mediante medidas hacendísticas, económicas, rbanísticas y costumbristas con los ministros italianos que trajo de Ñapóles, se le echaron encima los grupos privilegiados que aprovecharon la subida de los precios del trigo para soliviantar a las masas populares. El rey se vio obligado a prescindir de los ministros reformistas italianos, aunque llamó a los reformistas españoles, como Aranda.
En la época de Carlos IV el impacto de la Revolución francesa provocó una desbandada de los políticos reformistas ante las revueltas radicales. Aunque gobernó Floridablanca y Aranda finalmente se impuso Godoy que impuso lo que se ha denominado como el despotismo ministerial.
5.2. LA CENTRALIZACIÓN POLÍTICA: LOS DECRETOS DE NUEVA PLANTA
La novedad más importante en cuanto a la Administración Central es la aparición de los ministerios. Previamente, en 1705, la antigua Secretaría del Despacho Universal se dividió en dos para las cuestiones de los cuerpos armados (Marina y Ejército). Pero en 1714 las dos secretaría se convirtieron en cuatro ministerios: Estado y Asuntos Extranjeros, Asuntos Eclesiásticos y Justicia, Guerra y Marina e Indias. En 1754 se añadió una Secretaría de Hacienda. Carlos III amplía a siete los ministerios, con cinco para España y dos para Indias.
En un régimen de absolutismo monárquico las Cortes cayeron en desuso. Por lo que respecta a los Consejos, terminó el sistema de los Austrias, al afirmarse la supremacía del Consejo de Castilla. Se alteró el orden sucesorio de las Partidas. De esta manera el Auto Acordado de 1713 estableció la preferencia de los hijos varones y los que de éstos naciesen sobre las mujeres. La Pragmática Sanción, aprobada en 1789, no fue publicada. Carlos III reformó el Consejo de Castilla para dar entrada en ella a los manteistas, así como creó la Junta del Catastro que era la encargada de todos los asuntos fiscales, proponiéndose la reorganización de la Hacienda y la unidad fiscal.
En cuanto a la Administración Territorial, la medida más importante tras la Guerra de Sucesión en este ámbito fueron los denominados Decretos de Nueva Planta. En 1707 fueron abolidos los fueros de Valencia y Aragón, quedando en ambos reinos las leyes castellanas. En Mallorca en 1715 se estableció una Real Audiencia bajo la presidencia del comandante general. En Cataluña se abolieron las fueros en 1716. El poder quedaba en manos de un capitán general-gobernador y de la Audiencia. Los fueros vascos y navarros fueron respetados, por haber permanecido fíeles a Felipe V. Sin embargo el poder central fue nombrando delegados y representantes que hicieron sentir los efectos uniformistas del absolutismo.
La gran reforma institucional fue la introducción del Intendente. Fueron primero funcionarios militares, que dieron origen al cuerpo de Intendencia, para después ser trasplantados a la vida civil y dedicados a la administración pública. Las intendencias estaban divididas en partidos, cuya delimitación corría pareja a los corregimientos y merindades de los Austrias.
A consecuencia de la centralización política los municipios sufrieron una decadencia progresiva como órgano autónomo. Los de la Corona de Aragón fueron acomodados a los castellanos por los Decretos de Nueva Planta. Sin embargo la reforma municipal más importante fue realizada en tiempos de Carlos III y supuso una cierta democratización, cuyos cargos ostentaban los miembros de la nobleza. Por Auto Acordado de 1766 se tendió a democratizar el municipio mediante el nombramiento de personas del Estado llano. Para los municipios de más de mil vecinos se nombrarían anualmente cuatro diputados por el común de los vecinos. En los municipios menores los diputados serían dos. Para evitar la perpetuación de ciertos cargos entre diferentes familias, se exigió la elección anual de un procurador síndico personero del público.
5.3. LA ADMINISTRACIÓN DE HACIENDA
Los gobernantes españoles del siglo XVIII tendieron a la unificación monetaria, a la creación de unidades monetarias flexibles y a la lucha contra la exportación de metales. Las necesidades financieras de Carlos III en sus luchas contra Inglaterra obligaron al gobierno de Floridablanca a la creación del papel moneda. Aceptando los proyectos de un grupo dirigido por Francisco Cabarrús, Carlos III emitió vales reales.
La novedad más importante en la historia tributaria del siglo XVIII es la introducción en Cataluña del Catastro en 1716. Su base consistía en repartir una suma anual, global, entre los contribuyentes de manera proporcional y equitativa. Se dividía en dos ramas: el real (sobre las fincas urbanas y rústicas), y el personal (sobre utilidades del trabajo). Durante el reinado de Fernando VI el marqués de la Ensenada pretendió extenderlo a Castilla, pero la burocracia impidió llevarlo a la práctica.
5.4. REFORMAS SOCIALES Y ECONÓMICAS
En líneas generales los Borbones pretendieron convertir a la nobleza en un instrumento al servicio del Estado; protegieron a la burguesía y a las clases medias; intentaron rehabilitar el artesanado luchando contra la “deshonra del trabajo”; defendieron a los labradores e intentaron la asimilación de los antiguos conversos.
Pero más trascendentes fueron los instrumentos utilizados en el campo económico, como las Sociedades Económicas de Amigos del País, que impulsadas por Camponianes (llegaron a ser unas setenta), se preocuparon de la enseñanza técnica, de la beneficencia y de la agricultura. Asimismo importante fue la creación en 1758 de las Juntas de Comercio, que fomentaron los estudios náuticos y técnicos, pensionando a los alumnos más brillantes. El triunfo de las ideas fisiócratas es la base de la dedicación que los ilustrados tuvieron por la agricultura. Pero el reformismo agrario (uno de cuyos exponentes más notable es el Informe sobre la Ley agraria de Jovellanos) tuvo grandes dificultades para desarrollarse, debido a la influencia de los privilegiados, que eran los poseedores de la tierra y los más perjudicados por las nuevas medidas.
A mediados del XVIII se lleva a cabo una política agraria en varios aspectos. Por un lado, obras de regadío (conclusión del canal Imperial de Aragón, entre otros) . Por ley de 1765 se dispuso la libertad del comercio interior de cereales; se publican disposiciones contra ciertos privilegios de la Mesta y a favor de los campesinos… Los movimientos sociales, como el motín de Esquilache, que surgieron en varias regiones se deben al empuje demográfico de la época y provocaron las primeras medidas concretas sobre reforma agraria. Varias leyes entre 1766 y 1770 repartieron entre los vecinos más necesitados de tierras labrantías propias de los municipios, así como las baldías y concejiles. También se legisló en materia de arrendamientos. Por lo que respecta a la colonización interior destacar la llevada a cabo en Sierra Morena por Olavide.
A fines del XVIII la situación de los señoríos era que predominaban los dominios señoriales sobre los de realengo. Vizcaya y Guipúzcoa eran los únicos territorios sin dominio señorial. La mayor parte de estos señoríos procedían de la Edad Media, a los que se añadían los creados en los siglos XVI y XVII.
La industria recibió gran ayuda al aceptarse por el Estado el principio de la libertad protegida como el móvil más importante de la iniciativa privada. Carlos III abolió la “deshonra legal” del trabajo manual de forma que estos trabajos no implicaban la pérdida de la carta de hidalguía.
En cuanto al comercio exterior la reforma más importante fue la Real Instrucción de 1765 estableciendo la libertad de comercio de diferentes puertos peninsulares con distintas partes de América, rompiendo el monopolio, primero de Sevilla y desde 1717 de Cádiz.
5.5. REFORMAS CULTURALES
El interés que’ mostraron los reformistas por la cultura es una de las bases de la Ilustración. Es más, la expulsión de los jesuítas es probablemente la manifestación más exacta de esta preocupación, si tenemos en cuenta que en manos de los jesuítas se encontraba la formación de los sectores más influyentes de la sociedad.
Con Carlos III la educación nacional comenzó a ser considerada como un servicio público. El gobierno, las Sociedades Económicas y las Juntas de Comercio se preocuparon por la enseñanza primaria. Con los bienes de los jesuitas expulsados se ordenó la creación de escuelas primarias en los municipios más importantes. En 1793 Godoy proyectó generalizar la enseñanza primaria y en 1806 se fundó el Real Instituto Militar pestalozziano, regentado por oficiales suizos.
La segunda enseñanza en manos de los jesuitas fue reformada tras la expulsión. Se prestó gran interés en los estudios de cultura general y preparatorios para los universitarios, militares y marinos. En este sentido destacan dos fundaciones: el Real Seminario de Vergara, fundado por la Sociedad Vasca de Amigos del País, y el Instituto Asturiano, fundado por Jovellanos.
Por lo que respecta a la reforma de las Universidades, se mermaron las atribuciones de los Colegios Mayores y se extendieron las denominadas “ciencias útiles”. Destaca también la creación de los Colegios de Medicina y Cirugía, Escuelas de veterinaria. Jardines Botánicos, Escuelas de Ingenieros de Caminos, Puentes y Canales, así como la creación de las Academias, de la Lengua (1713)odela Historia (1736).
5.6. POLÍTICA RELIGIOSA
En general todos los monarcas borbónicos llevarán a cabo una política de intervencionismo en los asuntos de la Iglesia como consecuencia de la costumbre que en esos momentos se está imponiendo en Europa, pero en el caso español dentro de un cierto sentido de protectorado sobre la Iglesia. El regalismo español tiene una primera fase, presidida por el jurisconsulto Melchor de Macanaz, que difunde la idea de que los monarcas no pueden estar sometidos a ninguna potencia eclesiástica puesto que su poder depende exclusivamente de Dios. La segunda fase se inicia con la firma del Concordato de 1753. Durante el reinado de Carlos II se exigió el pase regio (exequator) para los documentos pontificios y se obtuvo del Papa la sustitución del tribunal de la Nunciatura por el de la Rota, integrado por seis jueces españoles propuestos por el rey.
Sin embargo, en este sentido el regalismo español no fue unánime. Hubo uno radical, cuyo representante sería Campomanes (Tratado sobre la regalía de amortización) y otra moderada, con Floridablanca a la cabeza (Instrucción reservada).
5.7. POLÍTICA COLONIAL
La política reformista de Carlos III en las Indias ha sido considerada como una segunda conquista. Estas reformas afectaron fundamentalmente a la Administración. Se crearon nuevos virreinatos, como el del Río de la Plata y el de Nueva Granada. Asimismo se establecieron nuevas divisiones: las capitanías generales, la Comandancia de las Provincias del Norte en Nueva España. Se nombran nuevos funcionarios pagados, los intendentes, que serán instrumentos de control social. Se restringe el uso de la mano de obra india, que perjudicaba a los terratenientes y financieros criollos, garantizando a los indios el derecho de comerciar libremente y de negarse a trabajar en tierras ajenas.
La expulsión de los jesuítas (1767) fue considerada como un ataque a la independencia de ciertos sectores y como la afirmación del control monárquico, ya que muchos de ellos eran criollos. Para estimular el alistamiento se extiende el fuero militar a criollos y mestizos, en igualdad con los peninsulares. Sin embargo para evitar el control del ejército por los criollos se reforzó a partir de 1780 el refuerzo del papel del ejército regular con altos cargos peninsulares.
En materia económica, los principales objetivos fueron: erosionar la posición de los extranjeros; destruir la autosuficiencia de los criollos; hacer que la economía colonial se volviese más hacia España. Para lograrlo se utilizaron los siguientes mecanismos: ampliación del monopolio estatal del tabaco; administración directa de la alcabala que antes se concedía a contratistas; liberalización del comercio entre 1765 y 1776, ampliando el número de puertos españoles que podían comerciar con América.
Otro elemento importante fue la política de fomento de la emigración de peninsulares a América con el objetivo de españolizar más el gobierno de las colonias. El decreto de 1778 significó un aumento considerable de forma que a final del siglo las cifras de emigración era cinco veces superior que a principios.
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Modernitas, Bibliografía de Historia Moderna (dentro de la anterior página): http://www.modernal.ih.csic.es/modernitas/default.htm
Fundación Española de Historia Moderna: http://161.lll.141.93/fehm/
Asociación Española de Historia Económica: http://www.aehe.net/inicio/default.asp
Mundos Modernos, portal de Historia Moderna: http://www.mundosmodernos.org/index.php
Tiempos modernos, revista electrónica de Historia Moderna: http://tiemposmodemos.rediris.es/
Cronología del Siglo XVIIII:
http://www.geocities.com/Athens/Atlantis/2492/buxaweb2-historia-cronologia-segleXVIII.htm
Sociedad Española de Estudios del Siglo XVIII: http://www.siglol8.org/index.htm
Los Borbones, en una página de Historia de España: http://www.educar.org/Guardiolapage2/XVIII%202.htm
De Felipe V a la Guerra de la Independencia: http://historia2.webcindario.com/jcll3.htm
El Reformismo Ilustrado: http://historia2.webcindario.com/t5.htm
Los Borbones en el Centro Virtual Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/historia/monarquia/borbones.shtml