En contra de la opinión de los arquitectos sanitarios suecos que últimamente prefieren construir los quirófanos en forma hexagonal o hasta redonda (lo que facilita los desplazamientos del personal auxiliar y el transporte del material en cada instante requerido) aquel en que yacía la Florita era de forma rectangular u oblonga, un tanto achatado por uno de sus polos y con el techo artificiosamente descendente a lo largo de una de sus dimensiones. No gozaba la paciente casiparturienta de niquelada mesa o de aceroinoxidada mesa con soportes de muslos para mejor obtener la posición ginecológica preferida por casi todos los artífices, sino acajonada mesa de pino gallego antes servidora del transporte de cítricos de la región valenciana y posteriormente acondicionada a la función de lecho, soporte de jergón de muelle y de las sábanas rojas de su propia sangre abundantemente huida. La lámpara escialítica sin sombra se sustituía ventajosamente por dos candiles de acetileno que emanan un aroma a pólvora y a bosque con jaurías más satisfactorio que el éter y el bióxido de oxígeno, consiguiendo, a pesar del temblor que la entrada de intrusos (desgraciadamente no dotados de la imprescindible mascarilla en la boca) provocaba, una iluminación suficiente. Tratándose de hembra sana de raza toledana pareció superflua todas anestesia, que siempre intoxica y que hace a la paciente olvidarse de sí misma, y es en este punto en el que mejor se cumplieron los cánones modernos que hoy, por obra y gracia de la reflexología, la educación previa, los ejercicios gimnásticos previos relajantes de la musculatura perineal y la contracción de las mandíbulas en los momentos difíciles consiguen de vez en cuando hermosísimos ejemplos de grito sin dolor. Más inculta, la muchacha rugía con palabras destempladas (en lugar de los finos ayes carentes de sentido escatológico) que contribuían a quitar la necesaria serenidad a los múltiples asistentes al acto. Éstos podían ser clasificados, según diversos criterios, en “familiares y no familiares”, “peritos en abortos provocados e imperitos en el mismo arte”, “vecinos provenientes de la plana toledana e inmigrantes de otras regiones de la España árida”, “gentes aptas para el consejo moral y cínicos que comprendían que así es la vida” y, finalmente, para concluir esta ordenación dicotómica, “sabedores de que el padre de la Florita estaba en trance de ser padre-abuelo y simples sospechadores de la casievidente verdad”.
El texto que vamos a comentar presenta la descripción de un escenario marginal en el que se desarrollan las circunstancias de un aborto. El autor se ha valido de una serie de recursos lingüísticos para abordar este asunto. De ellos vamos a dar cuenta en lo que sigue, analizando cada uno de los planos lingüísticos.
En el plano fonemático – fonológico hemos de constatar que se trata de un texto escrito en español actual cuyo grupo fónico se extiende más de lo habitual en español, con una extensión media de entre ocho y once sílabas: La lámpara escialítica sin sombra se sustituía ventajosamente por dos candiles de acetileno que emanan un aroma a pólvora y a bosque con jaurías más satisfactorio que el éter y el bióxido de oxígeno, es una buena muestra de lo que decimos. De este modo el autor se demora por un lado en las reflexiones científicas que provoca la escena y, por otro, en la descripción de las circunstancias de la situación. Este recurso marca un lento tempo narrativo que contrasta con la inminencia del fatal desenlace a causa del desangramiento de Florita.
Este desfase entre el asunto tratado y el tono distante, al margen de la tragedia humana que allí se desarrolla se recalca por el hecho de que la entonación que predomina en el escrito sea la enunciativa, de entonación llana y unida a la función referencial: el autor aborda una situación de aborto como si de un informe médico se tratase. La misma predominancia de la función referencial es la propia de los textos expositivos, propios del ámbito científico, en ellos el emisor no se implica emotivamente en el mensaje, pues se limita a constatar o reflexionar desde un punto de vista científico: Éstos podían ser clasificados, según diversos criterios, en “familiares y no familiares”, “peritos en abortos provocados e imperitos en el mismo arte” (…) y simples sospechadores de la casievidente verdad”. El plano fonemático nos aporta una intención comunicativa primaria por parte del emisor: tratar una situación trágica con los recursos lingüísticos propios del ámbito científico.
En el plano morfológico, predomina la aparición de sustantivos sobre la de los verbos en cuanto el autor trata, como dijimos, de pormenorizar los detalles de la escena:y es en este punto en el que mejor se cumplieron los cánones modernos que hoy, por obra y gracia de la reflexología, la educación previa, los ejercicios gimnásticos previos relajantes de la musculatura perineal y la contracción de las mandíbulas en los momentos difíciles consiguen de vez en cuando hermosísimos ejemplos de grito sin dolor.
La práctica ausencia de una serie de sustantivos abstractos delata el afán de constatación que caracteriza el texto, sin que la escena, sórdida y desamparada, provoque valoración moral alguna en el emisor; por el contrario predominan los sustantivos concretos, cuyos referentes denotan elementos propios del ámbito científico desarrollado y de la desoladora chabola de Florita: No gozaba la paciente casiparturienta de niquelada mesa o de aceroinoxidada mesa con soportes de muslos para mejor obtener la posición ginecológica preferida por casi todos los artífices, sino acajonada mesa de pino gallego antes servidora del transporte de cítricos de la región valenciana y posteriormente acondicionada a la función de lecho, soporte de jergón de muelle y de las sábanas rojas de su propia sangre abundantemente huida.
Dentro de este universo de recursos lingüísticos propios del discurso científico – técnico, el autor introduce un antropónimo apocorístico diastráticamente propio del registro familiar al que le antepone un artículo determinado, rasgo también propio de la sinstratía familiar y aun vulgar: la Florita. Este hecho genera un fuerte contraste no exento de ironía: aquel en que yacía la Florita era de forma rectangular u oblonga. Del mismo modo, el autor introduce un plural no normativo en español, ayes; aquí el narrador sustantiva una interjección y le da un tratamiento morfológico impropio de la situación dramática: aborda de un modo neutro los gritos de dolor de la muchacha.
En cuanto a los adjetivos calificativos, el narrador inserta un buen número de ellos con un afán descriptivo de la situación: No gozaba la paciente casiparturienta de niquelada mesa o de aceroinoxidada mesa con soportes de muslos para mejor obtener la posición ginecológica preferida por casi todos los artífices, sino acajonada mesa de pino gallego. Sin embargo, la anteposición de muchos de ellos se muestra como uno de los recursos irónicos del texto: la anteposición de adjetivos, por su carácter ponderativo y subjetivo, no es en modo alguno admisible en los textos científicos; es este desvío de la norma científico – técnica seguida predominantemente el que descubre una afectación del emisor más bien debida a un irónico entusiasmo científico que por un acercamiento al drama humano que allí se vive: hermosísimos ejemplos de grito sin dolor, finos ayes, aceroinoxidada mesa, niquelada mesa, acajonada mesa
La gradación de los adjetivos incide en la estimación nacida del contraste entre el ideal mundo de la sanidad nórdica y las condiciones higiénicas deplorables de la chabola donde se va sucediendo el aborto: techo artificiosamente descendente, sangre abundantemente huida, más satisfactorio que el éter, Más inculta, la muchacha,… Igualmente percibimos este hecho en la abundancia de complementos del nombre, como veremos en el apartado sintáctico.
En cuanto a los verbos, el narrador se vale del pretérito imperfecto, especialmente válido para descripciones de sucesos por su aspecto imperfectivo Aquel en que yacía la Florita era de forma rectangular; No gozaba la paciente casiparturienta de niquelada mesa; La lámpara (…) se sustituía ventajosamente por dos candiles; la muchacha rugía con palabras destempladas;… En pocas ocasiones, se reserva el pretérito indefinido, por su carácter perfectivo, para los preparativos ya acabados del aborto,: pareció superflua toda anestesia. Como era de esperar, según la reflexión científica que lleva a cabo, usa el presente de indicativo con valor gnómico para las verdades universales propias de la ciencia. Ello corrobora que, irónicamente, da un tratamiento científico al cuadro sórdido que se nos presenta: dos candiles de acetileno que emanan un aroma a pólvora y a bosque con jaurías más satisfactorio que el éter; pareció superflua toda anestesia, que siempre intoxica y hace a la paciente olvidarse de sí misma,… Podemos afirmar, pues, que el narrador se ha valido especialmente, del presente gnómico para valorar científicamente un cuadro cuyas acciones se describen en pretérito imperfecto, que por su carácter imperfectivo sirve para remarcar el fatal transcurrir de los acontecimientos.
El rigor científico se subraya con el total predominio del modo indicativo, que expresa hechos reales, o de cuya realidad no se plantea, añadiendo a tal rigor un matiz de inexorabilidad ante lo que va a ocurrir: cínicos que comprendían que así es la vida. Este distanciamiento objetivo del narrador queda definitivamente marcado por la morfología verbal, en tercera persona, que nos delata una voz narrativa heterodiegética y extradiegética, es decir, no presente como personaje y fuera de la acción principal.
En el plano sintáctico, notamos cómo el autor usa abundantemente de la subordinación, como corresponde a un registro culto haciendo especial hincapié en las carencias sanitarias de la chabola mediante subordinadas adverbiales concesivas En contra de la opinión de los arquitectos sanitarios suecos que últimamente prefieren construir los quirófanos en forma hexagonal o hasta redonda (…) aquel en que yacía la Florita era de forma rectangular u oblonga; consiguiendo [la luz de los candiles],a pesar del temblor que la entrada de intrusos (…) provocaba, una iluminación suficiente; enunciativas negativas: No gozaba la paciente casiparturienta de niquelada mesa; no dotados de la imprescindible mascarilla en la boca.
Con el rigor científico que preside todo el texto, el relator hace uso de diferentes recursos de adjetivación de núcleo nominal para acentuar el afán de precisión descriptiva mediante oraciones subordinadas adjetivas de relativo – candiles de acetileno que emanan un aroma a pólvora; cínicos que comprendían que así es la vida;… -; mediante sintagmas preposicionales en función de complemento del nombre: la opinión de los arquitectos sanitarios suecos, acajonada mesa de pino gallego, hembra sana de raza toledana, simples sospechadores de la casievidente verdad,…; y a través incluso de complementos del adjetivo: gentes aptas para el consejo moral, vecinos provenientes de la plana toledana,… Con la misma intención de rigor y objetividad, no son pocas las impersonales que aparecen en el escrito: La lámpara escialítica sin sombra se sustituía ventajosamente; Tratándose de hembra sana de raza toledana,…
En el plano léxico el relator se explaya en la creación de neologismos propios del ámbito científico por composición: casiparturienta, casievidente, aceroinoxidada, padre–abuelo,…, al tiempo que hace un uso abundante de la derivación: sabedores, sospechadores, acajonada,… Todo ello busca la precisión científica en un texto plagado, además, de tecnicismos: escialítica, reflexología, ginecológica, anestesia, perineal,…
Esta riqueza léxica se corrobora en el plano semántico, donde es abundante la antonimia que preside la taxonomía de los personajes y la oposición entre el mundo ideal sanitario y la realidad del tugurio : aptas para el consejo moral / cínicos; peritos / imperitos; vecinos / inmigrantes; finos ayes / palabras destempladas; forma hexagonal / forma rectangular; niquelada mesa / acajonada mesa;… Lo que acentúa aún más lo sórdido de la escena.
Este contraste se acrecienta al estudiar cómo, a un campo semántico de intervenciones quirúrgicas – escialítica, reflexología, ginecológica, anestesia, perineal,…-, se yuxtaponen otros dos que corresponden al mobiliario de la chabola – mesa, candiles, jergón,…- y al inequívoco origen español de todo lo que rodea la tragedia: gallego, toledana, España árida, valenciana,…
Por otro lado hay una tendencia a la designación eufemística de elementos connotativamente negativos: así, los pobres que acuden al aborto son designados como asistentes al acto; las quejas de la muchacha, como palabras destempladas; el hedor a pólvora se convierte en aroma a pólvora; la moribunda, en hembra sana de raza toledana;… se da, por tanto, un tratamiento semántico que contrasta fuertemente con el asunto tratado. De nuevo aquí el desfase entre el asunto abordado y el registro empleado se delata como uno de los recursos que subrayan el sarcasmo del relator.
Por lo demás, el autor ha organizado el texto de un modo paralelo, pues muestra cómo se adapta una intervención abortiva urgente al margen de las opiniones de la medicina avanzada: el texto es un continuo análisis que desmenuza los detalles de la escabrosa escena con un cierto entusiasmo científico. Al utilizar el aséptico corpus de recursos lingüísticos del lenguaje científico – técnico en una situación narrativa tan escabrosa el lector percibe el escrito en clave sarcástica, con un humor negro que denuncia la situación de desamparo de una muchacha chabolera.