1.- Definición y características principales.
Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, describir es representar a personas o cosas por medio del lenguaje, refiriendo o explicando sus distintas partes, cualidades o circunstancias. Lo que se representa es, pues, muy diverso, en cuanto llamamos cosas a los objetos, pero también a los ambientes y a las acciones. Entre los estudiosos de las tipologías textuales, la descripción es definida de maneras diferentes, pero todos coinciden en algunos puntos esenciales: es la organización jerárquica, a partir de una palabra clave, o núcleo, a la que se aplican uno o más predicados, y la progresión mediante la selección de palabras que se convierten en núcleos de nuevos predicados.
Por otra parte, las secuencias descriptivas incluyen, generalmente, enunciados de estado, que se actualizan en tiempos verbales aspectualmente durativos, especialmente el presente y el imperfecto. Carece de una temporalidad asociada a una causalidad y a una consecuencia -cualidad más propia de la narración-. Puede formar textos homogéneamente descriptivos, pero igualmente admite la heterogeneidad textual: puede aparecer en otros textos de otra índole, así, por ejemplo, cuando se hace uso de ella como soporte ilustrativo de una narración o de una argumentación. Igualmente tales textos pueden ser secundarios respecto a un texto predominantemente descriptivo: por ejemplo, en una descripción del río Xi Jiang se puede narrar una leyenda a él asociada para aumentar la belleza y singularidad de su paisaje.
2.- Principales operaciones descriptivas.
Nos parece especialmente útil el esquema que propone Adam, quien señala cuatro operaciones fundamentales en la descripción: anclaje, aspectualización, puesta en relación y tematización.
2.1.- Anclaje.
El anclaje orienta a al receptor sobre la relación de las proposiciones con un tema determinado, y no con otro, es decir: con el objeto de la descripción. Es el punto de partida de la descripción y suele coincidir con el título o el tema de la misma. Es un núcleo de entrada que generará una expansión. El anclaje típico va al principio del texto de modo que sabemos a quién o a qué se atribuyen las partes, las propiedades, …
El anclaje con afectación es, según Adam, el que no tiene lugar hasta el final de la secuencia descriptiva por necesidades discursivas. En ella tenemos un conjunto de proposiciones que caracterizan un objeto: el receptor tiene que ir acotándolo a medida que avanza en la lectura, como en un juego de suspense. Tanto es así que puede dejarse sin mencionar, por ejemplo en las adivinanzas: Llevo mi casa al hombro, / camino con una pata / y voy marcando mi huella / con un hilito de plata. O no, procurando que el receptor se haga cargo de cada una de las cualidades, desvelando al final el anclaje: Libertad, deseo, conquista, sueño, potencia, (…) éxito, vida. Boxster. Porsche en estado puro.
La reformulación consiste en designar al objeto de descripción con dos o más expresiones para ofrecer una representación más rica y sugerente de la diversidad de percepción o de interpretación de un texto, para ahondar en él, ofrecer visiones diversas,…: Se dice, con razón, que Hong Kong es la puerta que cruza la China comunista para negociar con el mundo capitalista. No obstante, para la mayoría de turistas esta perspectiva está invertida y la isla constituye una ventana abierta sobre el exotismo de la cultura china. Aquí Hong Kong es puerta que une capitalismo y comunismo, y ventana al exotismo chino.
2.2.- Aspectualización.
Trata de llevar a cabo la descripción del objeto descrito mediante su fragmentación, generalmente por enumeración, en partes y/o propiedades. Las partes mantienen una relación sinecdóquica en relación al total del objeto: Rafael (objeto – anclaje) era un chico flaco (propiedad), con el pelo (parte) enmarañado.
Tales enumeraciones pueden ser exhaustivas o selectivas, según la intención latente en la descripción. En este sentido, la excesiva parquedad puede conducir a la indefinición, e, igualmente, la acumulación de información puede llegar a desdibujar el objeto de descripción. Ambas tiene que estar determinadas por el principio de relevancia: seleccionar y resaltar aquellas partes o propiedades que distingan al objeto por oposición con otros parecidos. Y ello puede suceder hasta el punto de que no exista propiamente enumeración: Winston: el genuino sabor americano.
2.3.- Puesta en relación.
La puesta en relación del objeto descrito con el mundo exterior se hace, básicamente, mediante dos operaciones: el enmarque situacional y la asociación: el enmarque situacional tiene como base la relación metonímica, porque se refiere a características contiguas al objeto descrito, tanto por su situación espacio-temporal como por lo que respecta a otros objetos próximos, cuyas cualidades ayudan a definirlo, representarlo y situarlo: Rafael vivía en el París de 1968 y siempre llevaba consigo un libro de algún autor “comprometido”.
La asociación aproxima el conjunto de aspectos diferentes de dos o más objetos supuestamente conocidos por el receptor, de modo que ayuda a entender el objeto de descripción por su parecido o divergencia con aquéllos. La forma más común es la comparación: El regreso del puente del 1 de mayo no provoca grandes atascos en las carreteras. Las retenciones fueron similares a las de un fin de semana de primavera. En algunos casos no se especifica el segundo punto de comparación porque el conocimiento del mundo del receptor lo asume: Hoy la temperatura diurna es más elevada -no es necesario añadir que la de ayer-. No obstante, en otros casos se hace con la intención de que sí exista una cierta ambigüedad, provocando una evocación abierta en el receptor: Opel Corsa es más alegre -¿que otros coches, que otros jóvenes usuarios de otros coches,…?-.
La asociación por metáfora consiste en señalar la intersección de semas -o rasgos de significado- entre el objeto descrito y otro; de este modo se resaltan por analogía unas cualidades concretas. La metáfora suele marcar la subjetividad del emisor, al tiempo que exige al receptor una descodificación más laboriosa: así, por ejemplo, un reportaje sobre fracasos televisivos que se titulara Los cadáveres televisivos de la temporada.
2.4.- Tematización.
Cualquier elemento referido al objeto central de la descripción puede ser seleccionado como un nuevo objeto de descripción, es decir, como un nuevo tema, que puede generar nuevas proposiciones descriptivas, aunque se inserte en una macroestructura descriptiva general: en este ejemplo de Castilla, de Azorín, el objeto descriptivo es un pueblo castellano, sin embargo una serie de elementos se tematizan: luz, casa, zaguán, niño, flauta y melodía: Allá, a la entrada del pueblo una viva faja de luz corta el camino. Sale la luz de una casa. Acerquémonos. La casa tiene un ancho zaguán: a un aldo hay un viejo telar; a otro, hay un viejecito y un niño. Este niño tiene ante su boca una flauta. La melodía va saliendo de la flauta, larga, triste, fluctuante.
3.- El retrato.
Cuando una descripción tiene como objeto a un ser animado estaremos ante un retrato. Un retrato incluye la aspectualización de las partes y cualidades físicas -prosopografía- y de sus cualidades internas -etopeya-, como el carácter, la moral,… Igualmente se puede retratar mediante la puesta en relación, transfiriendo las cualidades de lo que rodea a la persona descrita a ella misma. También sus acciones pueden ser entendidas como expansiones de su persona, si las conectamos metonímicamente con el objeto descrito.
En el caso de que el anclaje no marque a un referente único estaremos ante un objeto de descripción que nos e refiere a nadie en concreto, sino que generaliza un perfil de persona: son los retratos genéricos, que retratan tipos: procedencia geográfica, ocupación, condición social, personalidad -especialmente en publicidad-, …: así, en el eslogan No estamos locos: sabemos lo que queremos, se describe a un tipo de destinatario del refresco Sprite.
4.- La descripción de acciones.
Como ya se ha dicho, la descripción suele incluir enunciados de estado entre los cuales no existe relación cronológica alguna. Pero esto no ocurre en la descripción de acciones, especialmente a raíz de una cronografía, o descripción de épocas, o en la descripción dinámica de un entorno, que puede ser real -estaremos ante una topografía- o ficticia -llamada topotesia-. Se diferencia de la narración en que aquí sólo se pretende caracterizar de modo dinámico. Veámoslo en los dos grandes tipos de descripción de acciones:
Caracterizar a un personaje explicando su comportamiento por lo que Adam llama predicados funcionales. En este caso tendríamos una clase especial del retrato, donde tales predicados nos permitirían derivar las propiedades del personaje: él hace a, él hace b, él hace c, él hace n: él es X.
Caracterizar una situación describiendo las acciones de diferentes actores, que se consideran elementos, o partes, de esa situación: ellos hacen a, ellos hacen b, ellos hacen c, ellos hacen n: la situación es X.
5.- Estructuras gramaticales de la descripción.
Los verbos que predominan en una descripción son los que señalan cualidades y partes: verbos copulativos y semicopulativos, verbos que indican posesión -tener, poseer, …- y también predicativos de costumbres, acciones,… Todos ellos están generalmente conjugados en tiempos aspectualmente imperfectivos por su carácter de evocación: nótese en el presente gnómico -El parisino es afable con quien quiere- y el presente y el imperfecto habituales -Soy / era una persona afable con quien quería: soy parisino-.
Normalmente aparecen en oraciones enunciativas afirmativas. Aunque pueden valerse de la negación, definiendo al objeto por lo que no es; este tipo de negación implica una comparación no expresa: señala lo que no es y de qué carece, normalmente en relación con otros objetos: Tom Hanks no es guapo, no tiene los hombros especialmente anchos, no es un galán ni un aventurero, pero su presencia domina la pantalla.
Las descripciones son proclives a los elementos que funcionan con valor adjetival: adjetivos calificativos -normalmente expresan valoración y cualidad inherente si van antepuestos, y objetividad y cualidad no inherente a su clase si van pospuestos: por ejemplo, blanca nieve y victoria segura, respectivamente; aunque no siempre se a así: rugido ensordecedor y excelente noticia, invierten el criterio de inherencia antes citado-; complementos preposicionales -Era el hombre del abrigo gris-; aposiciones directas -El Rey Juan Carlos- o indirectas -Juan, mi hermano, es alto-; u oraciones subordinadas adjetivas de relativo especificativas -Los venecianos que no quieren más turistas son muy suyos- y explicativas -Los venecianos, que no quieren más turistas son muy suyos-.
En cuanto a los adverbios, en las descripciones abundan los que funcionan cono complementos circunstanciales de modo, que determinan la gradación de la cualidad: bastante alto, parcialmente interesante,… y, asociadas a ellos, todas aquellas construcciones que sitúen espacial y temporalmente al objeto de descripción: En aquel tiempo, Juan andaba todos los días alegre y curioso en clase.
Las conjunciones más abundantes son como y que, como introductoras de comparaciones y cualidades en subordinadas de comparación y adjetivales. Y tiene el valor de sumar significados, generalmente referidos a cualidades y/o partes del objeto. La adversativa pero tiene un cierto valor argumentativo en cuanto anula la conclusión que el receptor espera del objeto de descripción: en el ejemplo anterior si decimos Tom Hanks no es guapo, no tiene los hombros especialmente anchos, no es un galán ni un aventurero esperaríamos una conclusión desfavorable al actor, pero la adición de la adversativa introduce una valoración inesperada: pero su presencia domina la pantalla.
6.- Cohesión y coherencia textuales de la descripción.
La coherencia de un texto la garantizan especialmente, según Halliday, la referencia y la cohesión léxica. La referencia endofórica, es decir, la foricidad, o señalamiento, a elementos dentro del texto dan cohesión a las cualidades, partes, objetos de descripción,… especialmente mediante pronombres personales, posesivos, demostrativos y relativos.
La cohesión léxica es asegurada mediante la repetición de palabras o la utilización de series de ellas relacionadas por sinonimia, hiponimia o hiperonimia, contraste,… en las operaciones de aspectualización y de puesta en relación. No hace falta decir que este tipo de relaciones semánticas no son privativas de los textos descriptivos, pero son una de las estrategias más utilizadas en estos textos, no sólo para cohesionarlos, sino también para hacerlos avanzar.
De hecho, la operación de tematización, es decir, la aparición progresiva de nuevos temas es característica de la descripción, según vimos arriba. Así, pues, las secuencias descriptivas siguen, en general una progresión temática de tipo lineal, en la que cada rema -es decir, la información nueva de partes, propiedades, puestas en relación,…- que se atribuye a un tema se convierte en tema de una nueva proposición, origen de un nuevo rema: A lo largo de todo el trayecto el río se va encontrando ocupado de niños, de mujeres que lavan la ropa o hacen la comida, de bueyes plácidamente sumergidos en el agua, y sobre todo de pescadores que trabajan con los tradicionales juncos aprovechándose de la efectiva colaboración de los cormoranes, esas aves acuáticas expresamente adiestradas, que pueden capturar hasta ochenta peces diariamente.
7.- Características pragmáticas de la descripción.
La selección de los elementos que conforman el objeto descrito se realiza teniendo en cuenta el propósito de la descripción y el destinatario de la misma, y por tanto, las operaciones de anclaje, aspectualización, puesta en relación y tematización.
En este sentido tenemos, básicamente un tipo de descripción objetiva, que quiere reproducir con fidelidad el objeto descrito, casi de modo impersonal; y una impresionista, que pretende provocar en el receptor emociones parecidas a la que el mismo emisor ha experimentado ante ese objeto.
Así, en publicidad el receptor aparece, por ejemplo, por identificación con el objeto descrito -un coche alegre, con marcha,…- o participando en la descodificación de un mensaje lacónico y lleno de connotaciones: ¿Tengo pinta de conformarme con poco?, leemos en un anuncio de cigarrillos.