Los recursos expresivos de la literatura. Estilística y retórica.
1. El discurso literario como producto lingüístico, estético y social
• Las principales escuelas que elaboran una teoría de base lingüística son :
1. La estilística idealista : Vossler y Dámaso Alonso. El estilo es algo personal de cada autor.
2. La estilística del estilo literario : considera la literatura a partir del lenguaje normal.
3. La estilística expresiva : mira el tono, la época, las clases sociales, las regiones…
4. El formalismo ruso : importancia de la construcción lingüística en el estudio de textos.
5. El “new criticism” americano : la obra no puede confundirse con lo que quiere decir el autor.
6. El estructuralismo : la lengua no sólo denota, sino que también connota.
7. La neorretórica : distingue entre anormalidades (signos que no siguen la norma lingüística) y valores figurativos (que sí las siguen).
8. La semiótica : recordar a Todorov en su “Gramática del Decamerón” (T-26 de los específicos).
9. La Teoría de la Comunicación : T-1 de los específicos, “función poética” de Jacobson.
• La lingüística del texto considera que éste tiene 3 características fundamenales : coherencia, cierre (voluntad del autor sobre el texto) y completez.
• ¿Qué es literatura?
1. Tradicionalmente : “la expresión de la belleza por medio de la palabra escrita”.
2. Juan Rey : “el arte que realiza la belleza por medio de la palabra hablada o escrita”.
3. Fernández Moreno : “la facultad de hacer bien una cosa según determinadas reglas”.
4. En cuanto al creador, sus facultades son : imaginación creadora, memoria, talento de ejecución, inteligencia, sensibilidad, inspiración, genio artístico y talento.
• El mensaje poético depende de la estructura de la obra literaria.
• La palabra en el producto estético-literario :
1. Poesía : es la comunicación establecida con palabras de contenido psíquico- sensóreo-afectivo-conceptual.
2. Bousoño reduce estos procedimientos a la sustitución : “mano de nieve” significa mano muy blanca.
• El discurso literario como producto social :
1. Teoría artística : Aristóteles es el primer autor que reflexiona sobre el hecho social de la literatura en su “Poética”, considerando a la literatura como “imitación”.
2. Aristóteles estuvo vigente hasta el siglo XVIII.
3. Hegel : “la literatura intenta reproducir los rasgos de una determinada sociedad”.
4. Goldman : “hay una coherencia entre unas determinadas estructuras literarias y una visión del mundo”.
5. Sartre : “literatura como compromiso”.
• La sociología de la literatura propiamente dicha :
1. Sobre el autor suelen versar estudios referidos a : el nacimiento, el grupo al que pertenece, lz frecuencia de su producción literaria, los géneros que cultiva, las aficiones personales (al margen de la literatura) y la vida privada del mismo.
2. Sobre el título suelen versar estudios referidos a : edición, coste, ventas, reediciones, traducciones.
3. Sobre los lectores suelen versar estudios referidos a : número de ellos, nivel social, edades, sexos, ideologías…
2. Los recursos expresivos de la literatura
• La lengua literaria :
1. Crea una realidad fingida, desconocida por el receptor.
2. Su función dominante secundaria es la poética y posee valor connotativo.
3. Crea campos semánticos plurisignificativos.
4. Estructura su propia realidad.
5. Establece nuevas relaciones entre la palabra y su sentido.
• Hablar de sustitución (ver el “apartado 1” de este tema : La palabra en el producto estético-literario : 2. Bousoño).
• Recursos expresivos :
1. Onomatopeya (ampliar).
2. Aliteración (repetición de un mismo sonido).
• El ritmo y sus valores expresivos :
1. La rima (ampliar).
2. El acento : trocaico (acento en la 3ª, la 5ª y la 7ª sílabas), dactílico (1ª,4ª,7ª) y mixto (2ª,4ª,5ª ó 7ª).
3. Tono y entonación expresiva :
– Una misma frase varía su significado, su intención, según si se carga de ironía, desprecio, alegría, etc…
• Recursos léxicos :
1. Evocaciones: sociales, geográficas, biológicas, de tiempo, de origen…
2. Figuras retóricas : pleonasmo (añade palabras innecesarias para la comprensión de una idea), sinonimia, epíteto, amplificación, paradiástole (reúne términos que significan lo mismo pero con matices de oposición entre ellos), elipsis (liberar al máximo de elementos la frase) asíndeton (omite las conjunciones), polisíndeton (lo contrario), anáfora, reduplicación (“llueve, llueve, llueve”), concatenación (se repite la palabra al final de un verso y al principio del siguiente), polípote (repetición de un nombre en varios casos o un verbo en varios tiempos), epífora ( repetición de una palabra al principio y al final de la estrofa), derivación (“caminante no hay camino…”), dialogía (empleo de vocablos homófonos u homógrafos).
• Recursos semánticos : los tropos :
1. Metonimia : cambio semántico motivado por las relaciones entre las palabras :
a) el instrumento por el que lo maneja : “pluma” por “escritor”;
b) el lugar por el producto que procede de él : “Champagne”;
c) el autor por la obra : “un Picasso”.
2. Sinédoque : a) concebir la parte por el todo : “el pan nuestro de cada día”; b) mención del todo por la parte; c) mención del singular por el plural : “el hombre es mortal”.
3. Simil, imagen, sinestesia, alegoría, símbolo, eufemismo, ironía, antítesis, paradoja, hipérbole, prosopopeya : el simil es comparación pero no expresa una identidad total como la metáfora; la imagen es toda representación de algo; la sinestesia es el entrecruzamiento de sensaciones visuales, acústicas,etc; la alegoría (ampliar); el símbolo (ampliar); el eufemismo(ampliar); la ironía (ampliar); la antítesis (ampliar); la paradoja(ampliar); la hipérbole es una exageración; la prosopopeya es otorgar cualidades de seres animados a los que no lo son.
4. La metáfora : A es B; B es A; A de B (“es de oro el silencio”); B de A (“el tambor del llano”); A,B; A=B=C (“nuestras vidas son los ríos…”); B en lugar de A (“su luna de pergamino”).
• Recursos morfosintácticos : diminutivos, superlativos, aumentativos, etc (ampliar).
• Recursos sintácticos : colocación del verbo al final (entre complementos); separación del verbo auxiliar y principal.
• Sentido de los tiempos y modos verbales (ampliar, ver T-15 de los específicos : 1. “Morfología”).
• Estilos : directo, indirecto, indirecto libre (ampliar).
• Oraciones simples y compuestas (ampliar).
3. Estilística y retórica
• (Resumir el apartado 1 de este tema).
• (Citar algunos estilos literarios : realismo, naturalismo, expresionismo, etc).
• Estilística Clásica : interés por un sistema perfecto y normativo en las expresiones lingüísticas literarias. Aparece ya en el mundo griego, perdurando hasta el siglo XIX.
• Estilística Moderna : la problemática se ha desarrollado en torno a dos puntos :
• 1) : la relación entre la forma y el contenido y
• 2) : la relación entre la expresión y el individuo.
• La Estilística Moderna considera el estilo como fenómeno de la personalidad artística y es fruto del uso individual de la lengua (expresión y elección adecuada de los elementos para crear expresividad).
• El estilo literario es la manera particular y distinta con que el escritor utiliza los elementos del lenguaje a fin de comunicar el contenido de sus mensajes.
LECTURA ÚNICA : REDACCIÓN DEL MISMO TEMA POR LA WEB :
“PROYECTO AULA” :
1. – El discurso literario como producto lingüístico y estético.
Nuestra experiencia, como integrantes de una cultura y una civilización fraguadas durante siglos, hace relativamente fácil la identificación de obras literarias como tales. Sin embargo, cuando nos preguntamos por qué determinados discursos son creaciones literarias y otros no, la respuesta no es tan fácil. Afirmar la capacidad que reconocemos al texto literario de comunicar la belleza a través de la palabra es trasladar el problema a otra esfera, no menos complicada: la estética.
El concepto de literatura, igual que el de poesía como especificación de aquélla, es el resultado de una abstracción. Como abstracción debe recoger todo aquello que es común a todas las obras literarias por encima de tiempo, lugar y género, y debe
establecer las diferencias de esta clase de textos que reconocemos como literarios frente a todos aquellos que no lo son.
Hasta hoy no ha sido posible descubrir ese “algo” propio de la literatura, ni como propiedad materia, ni como propiedad estructural. No hay “materiales lingüísticos (ya sean fónicos, mofosintácticos o léxico-semánticos) presentes en textos literarios –en todos ellos- y ausentes en los que no consideramos como tales. No hay especiales relaciones o disposiciones de estos materiales que permitan identificar inmediatamente un texto literario. Por último, las obras literarias no “funcionan” de forma diferente a los discursos propios de la lengua común.
Con todo, se pueden establecer una serie de diferencias, que han de ser entendida en el sentido “cuantitativo”, más que en el “cualitativo”.
1. Diferencias entre lenguaje común y literario.
La literatura es un fenómeno que emplea como materia prima el lenguaje. Sin embargo, el lenguaje literario presenta (frente al común) sus propias características. Destacamos las siguientes:
* Originalidad: el lenguaje literario es un acto de creación consciente de un emisor con voluntad de originalidad. El Formalismo ruso hablaba de una desautomatización que realiza el lenguaje literario con respecto del lenguaje común; aquel debe ser inédito, extraño y siempre original
* El lenguaje se utiliza con voluntad artística: se intenta crear una obra de arte; no existe una finalidad práctica sino estética. Esta finalidad artística se debe también a una especial intención comunicativa.
* Otra característica es lo que conocemos como “desvío”, entendiendo por ello apartamiento o transgresión de una supuesta norma. Según la teoría clásica, las figuras eran el resultado de este desvío. Pero queda por determinar cuál es esa norma y en qué consiste el “desvío”. Además, si, por un lado, algunas de las tradicionales figuras no infringen ninguna norma, por otra parte, determinadas incorrecciones gramaticales suponen un desvío y no constituyen por ello formas de lenguaje “figurado”. A pesar de estos inconvenientes, aceptamos –con todas sus limitaciones_ que esa “norma” que infringen algunas figuras es lo “habitual” en el uno de la lengua. De este modo, al aparecer la palabra como algo “extraño”, fuera de lo común, percibimos toda su densidad, reparamos en ella, captamos nuevos matices significativos. Y, en última instancia, nos impregnamos de su dimensión estética. Así, este concepto ha sido
empleado en la Estilística idealista para referirse a todas esas desviaciones de tipo fónico (aspectos rítmicos y métricos del verso), morfosintáctico (elipsis, hipérbaton, paralelismo,…) o semántico (metáfora, metonimia, sinécdoque,…),que presenta la lengua literaria respecto al uso funcional del idioma
* En el lenguaje literario no hay significados unívocos. Es esencialmente connotativo, abierto a la evocación y a la sugerencia a través de significados secundarios de las palabras. Además, y por encima de las connotaciones habituales de algunas palabras (connotaciones universales o grupales), es posible provocar nuevas connotaciones, propias de cada lector, de cada autor o de cada época. En este sentido, Wheelright habla de plurisignificación.
* El mensaje literario crea sus propios mundos de ficción cuyos referentes no han de corresponder necesariamente a la realidad exterior.
* Además, es un lenguaje semánticamente autónomo. Los elementos reales no interesan sino en cuanto están literariamente usados.
* Otra característica fundamental es la exploración: la obra literaria se entiende como una forma de conocimiento y descubrimiento de una nueva realidad. Mallarmé hablaba de que en una obra literaria se trata de “dar un sentido más puro a las palabras de la tribu”. El lenguaje literario no sólo genera su propio mundo referencial, sólo que éste, en ocasiones, llega a disolverse, mediante el fenómeno de la ambigüedad, en series de imágenes diversas que conducen a otra visión de la realidad, de la que la obra es simple transmisora. Este principio es el que obliga al escritor a explorar, hasta los últimos
límites, los valores aspectuales y semánticos de las palabras con las que va a construir el mensaje literario. Esa indagación se manifiesta en el rechazo evidente de términos y sintagmas “gastados” por el uso lingüístico. El lenguaje literario debe renovarse en un continuo esfuerzo de transformación, de búsqueda de nuevas posibilidades expresivas.
* Destaca la importancia del significante. A pesar de Saussure, podemos afirmar con Lévi-Strauss que en un mensaje literario, el significante puede estar motivado: musicalidad, aliteraciones, simbolismos fónicos…
* Por último, hemos de distinguir los conceptos de literalidad y poeticidad. No podemos usar la poeticidad como único elemento para llegar a saber qué es literario, ya que las figuras estilísticas son elementos que hacen que un texto sea poético, pero no son exclusivos puesto que aparecen en textos no literarios. Lo que sí es característico de la lengua literaria es la literalidad, consistente en una decisión de uso que se basa en convenciones culturales. Alguien construye un discurso con la seguridad de que va a ser entendido como un texto literario. Por tanto se trata de un fenómeno convencional.
1. La función poética.
Roman Jakobson, destacada figura del formalismo ruso, después de atravesar distintas corrientes lingüísticas (estructuralismo checo), de contactar con Leví-Strauss y de impartir docencia en EE.UU. (teorías lingüísticas de Hopkins) determina la “teoría de la función poética”, uno de los giros más singulares de los análisis del lenguaje literario. Jakobson funde en un mismo plano dos áreas, la lingüística y la poética, dando así un cambio radical en el tratamiento de las dos disciplinas condenadas ya a entenderse de una manera fructífera.
Jakobson afirma que “la poesía es el lenguaje en su función estética”, precisando que esa función cumple el cometido de subrayara los elementos formales del enunciado. La función poética orienta la atención a la expresión verbal mediante recursos de recurrencia.
Lo que le faltaba a Jakobson era encuadrar la noción de “función poética” en una teoría más amplia de la comunicación lingüística para distinguir el mensaje literario de otra suerte de conductas verbales. Esto le lleva a trazar los seis factores que intervienen en todo acto de comunicación verbal, asociados cada uno de ellos a una precisa función. Los factores son: emisor, receptor, canal, código, contexto y mensaje. En un solo mensaje verbal pueden aparecer todas las funciones. Lo importante, sin embargo, no es el número de funciones sino el orden, de modo que la estructura verbal del mensaje depende de la función que predomina. Si el mensaje se orienta hacia el referente (contexto) se bala de “función referencial”, si es hacia el hablante, “emotiva”; si es hacia el oyente, “conativa”; si es hacia el canal, “fática”; si es hacia el código, “metalingüística” y si es hacia el mensaje, “poética”. Todo conduce a la definición de esta función: “la función poética proyecta el principio de equivalencia del eje de selección al eje de combinación”.
Destaca también Jakobson la importancia de la recurrencia en la teoría de la función poética. En los mensajes verbales comunes, el hablante, una vez realizadas las selecciones paradigmáticas, es decir, extraídos los términos adecuados a la intencionalidad expresiva, y ordenados en los ejes sintagmáticos (cadenas oracionales) olvida esas operaciones de búsqueda de palabras y de esquemas oracionales. El poeta no sólo no las olvida sino que vuelve a ellas y las proyecta de nuevo, de ahí las repeticiones fónicas, morfosintácticas, semánticas, que constituyen la base de la mayor parte de los recursos literarios tradicionales.
El propio Jakobson ya puso algunos reparos a su modelo explicativo, incidiendo en que otro tipo de mensajes podían ofrecer recurrencias de distinto carácter. En relación con esto, es importante mencionar los trabajos de 1975 de Lázaro Carreter, en los que partiendo de las mismas prevenciones señaladas por Jakobson (la función poética no es exclusiva del lenguaje literario, puesto que las recurrencias se dan en otro tipo de mensajes, incluso en algunos del lenguaje cotidiano) nos habla de una nueva dicotomía:
* Lenguaje no literal: aquel que se caracterizan por estar predestinado al consumo rápido (publicitario)
* Lenguaje literal: aquel que está hecho para permanecer en el tiempo; se trata de aquellos mensajes que están obligados a reproducirse en sus mismos términos, porque si no, el mensaje se resentiría y perdería su efectividad comunicativa.
Hay así, lenguajes literales no literarios (formulario oficial) y literarios. La función poética ayuda a comprender los mecanismos de este tipo de lenguajes literales literarios.
2. – El discurso literario como producto social.
2.1. La sociedad y la literatura.
Evidentemente, es indiscutible la relación entre ambas. Con frecuencia oímos que una obra “es como la vida misma”; a veces se toma un texto literario como documento para estudiar una época. La literatura nace en la sociedad e influye en ella. El escritor procede de una clase social y escribe para un público. En numerosas ocasiones la literatura se ha empleado como arma social.
2.2. La sociología de la literatura.
Desde el siglo XVII se hacen estudios historicistas: Madamme Staël advierte en 1800 que la literatura refleja las costumbres, ambientes, creencias y problemas colectivos de una época determinada. La sociocrítica marxista sobrevalora la presencia de la sociedad, la consciencia colectiva en una obra literaria. Se critica el virtuosismo formal, el estilo debe pasar inadvertido. La única literatura válida es la comprometida con su tiempo.
Dos figuras de esta teoría literaria de base sociológica son Luckàcs y J. P. Sarte.
De las últimas tendencias de la Sociología de la literatura destacamos la “sociología estadística” realizada por R. Escarpit. Se trata de hacer encuestas a los lectores; buscan el origen social del autor; estudian el fenómeno del mecenazgo (dependencia financieras del escritor),… Así, se obtienen la mayor cantidad de datos sobre la obra (sólo de aspectos externos). También destaca el Estructuralismo genético de base social, tendencia crítica creada por Lucien Goldman que se propone estudiar la génesis de la obra literaria, partiendo de la idea de que una obra es demasiado compleja para ser hecha por un solo individuo y que la base social no está en el contenido, sino en la estructura de la obra.
3. – Los recursos expresivos de la literatura.
3.1. Nivel fónico.
En el nivel fónico, comenzamos hablando del “ritmo”. Debemos aclarar que una de las principales diferencias entre prosa y verso es que éste posee más ritmo que aquella. El ritmo se consigue por la repetición periódica de ciertos elementos sonoros: número de sílabas, distribución de sílabas tónicas, las rimas y las pausas.
Dentro del verso, diferenciamos por el número de sílabas, los de arte menor y los de arte mayor. Los primeros (más vivos y ágiles) suelen transmitir emoción, desasosiego, sentimientos no contenidos. Los de arte mayor (más ceremoniosos, solemnes y lentos), son más aptos para transmitir sentimientos serenos, elegancia o tristeza.
Según la distribución de la sílaba tónicas podemos distinguir varios tipos de ritmo: yámbico, trocaico, dactílico… Las palabras que sustentan el acento prosódico quedan destacadas sobre las demás.
En cuanto a la rima distinguimos dos tipos: consonante y asonante. La rima asonante tiene un carácter más popular y la consonante más culto, al igual que la ausencia de rima. Sólo tenemos que comprobar en qué géneros se usan:
* La asonante es propia de formas como el romance, la seguidilla, la copla…
* La consonante es la más usada en todo tipo de lírica culta, desde las coplas medievales a los sonetos;
* La ausencia de rima tiene carácter culto en sus distintas posibilidades:
1. Los versos blancos se usan en determinadas epístolas (Garcilaso) o en series de endecasílabos blancos, por citar sólo dos ejemplos. En el S. XX, muchos autores han usado esta última posibilidad (por ejemplo, Rafael Alberti, Retornos de lo vivo lejano o Claudio Rodríguez El don de la ebriedad);
2. El verso libre es el más empleado en el S. XX. No podemos negar el carácter culto de obras como La destrucción o el amor de Aleixandre
Sobre las pausas hemos de decir que cuanto más similitud existe entre las pausas morfosintácticas y las métricas, más sensación de equilibro dará el poema. Lo contrario es el encabalgamiento abrupto, que remarca las palabras encabalgadas de modo brusco y violento. Un punto intermedio es el encabalgamiento suave (el pensamiento o la acción fluyen lentamente).
A continuación, citaremos algunas de las principales figuras expresivas del plano fónico.
* La aliteración consiste en la repetición de sonidos idénticos o parecidos. A veces puede provocar algunos efectos: /s/, /k/, /z/ pueden connotar silencio, tranquilidad; /k/, /r/, /t/ pueden connotar dureza, desagrado, miedo. Si se evoca directamente un sonido natural, se hablas de simbolismo fónico y onomatopeya. Es el caso de los famosos versos de la Égloga III de Garcilaso: “en el silencio sólo se escuchaba/ un susurro de abejas que sonaba”, donde la repetición de “s” nos sugiere el susurro.
* La paranomasia es un recurso fónico que consiste en la colocación próxima de dos palabras con significantes parecidos y significados alejados. La expresividad viene dada por el contraste entre el significante y el significado. (“Aquí se vive porque se bebe” Quevedo). Resalta los conceptos que tienen significantes casi iguales.
* La similicadencia es un recurso que se consigue mediante la combinación de dos o más palabras que poseen semejanzas gramaticales (tiempo, persona números…) Ej. “De carne nacemos, y en carne vivimos…” A. De Guevara.
3.2. Nivel morfosintáctico.
Como expone Jakobson, en el uso del lenguaje literario no sólo se tiene un especial cuidado en la selección paradigmática (elección de una determinada palabra y no otra) sino que también en la selección sintagmática: orden de palabras, de las frases, de los párrafos; hipérbatos, paralelismos, quiasmos…
La realidad extralingüística puede organizarse según tres perspectivas posibles: estética, dinámica, adscrita, correspondientes a tres categorías morfosintácticas: sustantivo, verbo, adjetivo.
Las figuras gramaticales son muchas. Cada una aporta un valor determinado. De las figuras creadas por adición o repetición de palabras destacamos:
* La anáfora, que consiste en la reiteración de una palabra o grupo de palabras al comienzo de dos o más versos o unidades sintáctica.
* La conversión, que consiste en la repetición de elementos al final de los versos.
* La complexión, combinación de conversión con anáfora.
* La anadiplosis o conduplicación: repetición que se produce entre el elemento final de un verso y el que es principio del siguiente. El uso continuado de la anadiplosis se denomina concatenación.
* La epanadiplosis o redición, si los elementos idénticos se sitúan al comienzo y al final del mismo verso.
* La reduplicación: se produce una repetición entre elementos que están en contacto, sea al principio, al final o en el interior de un verso o unidad sintáctica. También recibe el nombre de geminación y los elementos pueden repetirse tres o más veces.
* El retruécano consiste en la repetición de los mismos términos de una unidad sintáctica en orden inverso, produciéndose un cambio de significado.
* El políptoton o políptote es la repetición de elementos semejantes, que se produce cundo aparecen en el mismo contexto palabras con idéntico lexema o raíz, pero con distintos morfemas flexivos. Cuando se trata de una palabra y otra derivada de ella, hablamos de derivación.
* El polisíndeton es la repetición del mismo nexo al comienzo de unidades sintácticas sucesivas.
* La sinonimia: aparición de palabras con significado idéntico o análogo, con un claro matiz intensificativo. La agrupación de sinónimos, no como términos equivalentes, sino haciendo notar la diferencia que entre ellos existe, recibe el nombre de paradiástole.
* La gradación o clímax se produce cuando existe una especie de progresión entre las palabras que se colocan consecutivamente.
* El pleonasmo se define como la explicitación innecesaria de un contenido ya expresado implícitamente (“subir arriba”), que en la lengua literaria posee un alto valor de profundización expresiva.
De las figuras por supresión, que ofrecen la posibilidad de conseguir una fuerte condensación expresiva o, por el contrario, dejar abierta la interpretación plural de lo omitido, señalamos las siguientes:
* La elipsis: supresión de algún elemento de la oración, que queda sobreentendido contextualmente.
* El asíndeton u omisión de nexos entre oraciones coordinadas o sintagmas coordinados.
* El zeugma, que se produce cuando un elemento de la oración se relaciona con varias unidades y aparece sólo en una de ellas, omitiéndose en las restantes.
* La silepsis: omisión de un elemento que rige unidades diversas semántica o sintácticamente (por ejemplo “su producción consistió en escribir un libro y varios cuadros”). El término silepsis abarca diversas anomalías en al concordancia de género y número (así, “la mayoría piensan”).
* La reticencia o aposiopesis consiste en que una parte de los que falta haya sido bruscamente interrumpida, bien porque se anuncia la intención de no decirlo todo.
* La prolepsis o anticipación, que consiste en refutar una objeción prevista, sin que ésta haya llegado a plantearse, o bien en adelantar el pensamiento u opinión del interlocutor.
Por último, señalamos las figuras de disposición, esto es, aquellas motivadas por la “ruptura” de ese “orden natural” de los elementos de la frase (“sujeto + verbo + complementos”), la creación de un orden “artificial”, que vuelve extraña la construcción y subraya determinados elementos que encontramos en lugares que no corresponden a nuestra expectativa:
* El hipérbaton: cambio de disposición de las palabras en relación con el que se supone “orden normal”. Un caso especial de hipérbaton es la anástrofe, o inversión del orden habitual de las palabras.
* La hipálage: anástrofe que provoca el cambio en la atribución de cualidades (“la rubia sonrisa de la niña”).
* La enálage: sustitución brusca de un tiempo del verbo por otro, o el cambio de número o persona.
* El paralelismo: idéntica disposición sintáctica de dos o más unidades diferentes, para insistir en la identidad (paralelismo sinonímico)o subrayar el antagonismo (paralelismo antitético).
* El quiasmo o “paralelismo cruzado”: cuando la relación entre los elementos es cruzada, de tal manera que en una secuencia a-b / c-d , se corresponden “a” y “d”, por una parte, y por la otra “b” y “c”.
3.3. Nivel léxico-semántico.
El lenguaje literario se caracteriza por romper las relaciones normales entre significante y significado. Como consecuencia, aparecen plurisignificaciones, ambigüedades, nuevas connotaciones, cambios semánticos, etc.
Destacamos las figuras de contenido como el eufemismo, la ironía, la antítesis, la paradoja, la gradación, la hipérbole, la prosopopeya, la interrogación retórica…
Por otro lado hemos de detenernos en otras figuras de contenido, los tropos. Se conoce como “tropo” todo cambio semántico realizado en una palabra o en una frase. Estos “giros semánticos” son:
* La metonimia: sustitución de un término propio por otro que está en relación de contigüidad con él.
* La sinécdoque: tropo que consiste en la utilización de un término de significación más amplia por otro de significación más restringida, o viceversa.
* La metáfora: traslación del significado propio de una palabra a otro sentido que le contiene en virtud de una relación de semejanza.
* El símil o comparación: asociación sin identificación de dos o más realidades.
* La alegoría: metáfora continuada, en la que cada elemento del plano imaginario se corresponde con un elemento de plano real.
* La parábola: se produce cuando la conexión entre una secuencia de elementos se pone de manifiesto.
* El símbolo: consiste en la asociación de dos planos, uno real y otro imaginario, entre los cuales no existe una relación inmediata.
* –Estilística y Retórica.
4.1. Estilística.
Estilística es el término con el que se designa una disciplina que estudia las características de la expresión lingüística individual o de grupo y, especialmente, del estilo literario de un escritor, una obra, una escuela e, incluso, una época. Además en la actualidad, este término se utiliza para designar unas corrientes de análisis de la expresión lingüística y literaria, a las que Pierre Guiraud alude con las siguientes denominaciones:
* Estilística descriptiva o de la expresión, desarrollada por Charles Bally, con la que se estudian los valores estilísticos propios de la lengua común (matices afectivos, volitivos, estéticos…)
* Estilística genética o del individuo, propugnada por Leo Spitzer, que trata de analizar las relaciones de la expresión con el individuo o colectividad que la crea. Recursos estilísticos dependen del temperamento, la cultura, la visión del mundo, etc.
Aparte de estas dos escuelas, Guiraud alude, en un estudio posterior a otras corrientes a las que denomina estilística funcional (Roman Jakobson, que estudia los valores estilísticos en función de las necesidades de la comunicación), y estilística textual (Cressot, Marouzeau, Bruneau, Riffaterre, etc.), en explicación de los textos, con el objetivo de describir e interpretar los efectos de estilo en su contexto concreto.
La Estilística genética tiene su más claro exponente en Leo Spitzer y a dicha corriente se vinculan Dámaso Alonso y Amado Alonso. Se propone conectar la lingüística y la Historia literaria.
De la metodología de esta corriente destacamos el principio que propone que a través de la intuición de los detalles lingüísticos peculiares, el crítico es capaz de deducir y comprobar la estructura interna de una obra y el pensamiento y cosmovisión de un
autor, reflejo, a su vez, de la cultura de su época.
En conexión con esta corriente, se desarrolla la estilística española, iniciada por Dámaso
Alonso y Amado Alonso.
Dámaso Alonso coincide con la idea de Spitzer de que en el descubrimiento de las claves de interpretación de una obra desempeñan un papel importante la intuición.
No obstante, Dámaso Alonso cree en la posibilidad de elaborar una ciencia de la literatura que se acerque al “misterio” de la creación poética a través de un conocimiento literario o poético, distinto del meramente intuitivo y en realidad “acientífico”. Cree que esta posibilidad la ofrece la estilística, cuyo objetivo consistiría en el estudio de la interdependencia y complementariedad entre significante y significado.
Otra corriente estilística a la que hemos aludido es la descriptiva o Estilística de la expresión, iniciada por Bally, discípulo de Saussure.
La estilística de la expresión es el estudio de los valores expresivos e impresivos de la lengua común hablada y espontánea. Se centra en los valores afectivos que acompañan a toda situación del lenguaje y trata de analizar la expresividad de la lengua y las relaciones de esta con el pensamiento.
Los discípulos de Bally han extendido sus análisis a la expresión literaria y han creado un verdadero inventario de los recursos expresivos del francés literario.
4.2. Retórica.
La Retórica, definida en ajustada fórmula clásica como ars bene dicendi o bene dicendi scientia, tiene por objeto el “bien decir”, el “hablar bien”, la elocución en su sentido etimológico. En ambos casos no debemos entender “bien” como “correctamente”, puesto que del correcto hablar se ocupaba la gramática (ars recte loquendi), sino “adecuado a su fin”, “apropiado”. En efecto, la Retórica nace de la experiencia oratoria, y pretende proporcionar a la formación del orador reglas y preceptos útiles para alcanzar la persuasión del auditorio. Con el paso del tiempo, proyectaría su influencia más allá del discurso oratorio en prosa y se convertiría en código para toda creación literaria, a la vez que en instrumento de análisis crítico. Confluirían así Retórica y Poética sujetando el desarrollo de la literatura a un modelo predeterminado, aunque más flexible de lo que muchos críticos piensan.
Cuando se “retoriza” la literatura, y particularmente la poesía, la teoría retórica queda reducida a un simple catálogo de reglas sobre el ornato. De la tripartición retórica tradicional, que consideraba la invención (o hallazgo del tema, del argumento a tratar),
la disposición (u ordenación y secuencia de las partes) y de la elocución (o expresión del pensamiento a través de las palabras), esta última ocupó el lugar central
La dimensión prescriptiva que adquirió la Retórica, en relación con la creación literaria, provocó su agotamiento y el rechazo por parte de los autores que buscaban formas más libres de expresión. Pero sik la reacción contra la Retórica como modelo de creación de obras literarias fue un signo positivo y necesario, el olvido de ella como valiosísimo instrumento de análisis de los textos provocó un empobrecimiento de la crítica literaria, incapaz de sustituir los tradicionales repertorios por nuevos modelos.
El reciente “redescubrimento” de la Retórica y los intentos de adaptar sus esquemas a nuevas terminologías son buenas pruebas de su vitalidad. En cualquier caso, la identificación de unos “recursos” o procedimientos expresivos –tarea de tanta importancia didáctica y propedéutica- no puede prescindir de la Retórica.
Decimos para concluir que la Retórica, como arte de dar al lenguaje eficacia bastante par deleitar, persuadir o conmover, se ocupa de los recursos expresivos explicados en el apartado anterior. Es fundamentalmente teórica, su cometido es ofrecer unos instrumentos válidos para realizar el análisis de una obra literaria. La Estilística hace uso de este aparato teórico en su labor de crítica textual.