0. INTRODUCCIÓN
Con la descripción representamos lingüísticamente el mundo real o imaginado tanto en el ámbito humano y sus esferas de actividad como en el ámbito natural y expresamos la manera de percibir el mundo a través de los sentidos y a través de nuestra mente, que recuerda, asocia, imagina e interpreta. Nuestra cultura ha favorecido el sentido de la vista como sentido privilegiado para la representación de la realidad: por eso decimos que la descripción representa la diferenciación y la relación de lo que percibimos en el espacio y se ha asociado con la representación de escenas a través del dibujo, la pintura, la fotografía o el film.
La descripción se aplica tanto a estados como a procesos y se realiza según una perspectiva determinada, con un amplio abanico de posibilidades que se presenta desde el ángulo más objetivo al más subjetivo. El propósito que se pretende orienta la descripción, cuya función comunicativa básica es la representativa, dado que el interés y la atención del emisor se centran en el referente, en lo que describe. Sin embargo, la descripción “en estado puro” no suele ser habitual, pues lo más frecuente es que sea una secuencia constitutiva de una unidad comunicativa mayor, por lo que incluye, aparte de la representación del referente, otras funciones que pueden tener más relevancia: si el emisor describe sentimientos propios sin distanciarse de ellos (en la poesía lírica, por ejemplo) predominará la función expresiva; en los mensajes publicitarios, la descripción de un producto puede contener elementos de función conativa, puesto que se pretende persuadir al receptor e inducirle a comprarlo. Su contenido responde a preguntas, explícitas o implícitas, del tipo: ¿Qué es?, ¿Cómo es?, ¿Qué partes tiene? ¿Para qué sirve? ¿Qué hace? ¿Cómo se comporta? ¿A qué se parece? Todo ello forma parte de la configuración pragmática de la descripción.
1. DEFINICIÓN DE TEXTO DESCRIPTIVO
La descripción ha sido reconocida en la tradición retórica desde siempre como un tipo de texto, pero, curiosamente, a diferencia de la narración, apenas ha merecido el interés de los teóricos de la literatura, ya que no ha sido considerada un tipo de texto autónomo; es más, tradicionalmente ha sido vista como un auxiliar de los textos narrativos, dentro de los cuales cumple una serie de funciones específicas, y es en los tratados sobre narrativa donde habitualmente se le dedican unas páginas, y poco más. Este panorama está cambiando a la vista de los estudios que desde la década de los ochenta han publicado autores como Philippe Hamon, Jean Michel Adam y André Petitjean, es decir, la llamada escuela de Lausanne.
La consideración de la descripción como tipo textual ha sido una cuestión polémica y rebatida. ADAM comenta que entre las razones que se esgrimen para esta exclusión están:
La ausencia de autonomía. La descripción no se justifica por sí misma, sino por finalidades ajenas a ella. Se describe para poner de relieve los objetos que interesan dentro de una narración, para convencer en una argumentación o para instruir en una exposición, pero no se describe por el mero hecho de describir.
La carencia de unos límites y un orden predeterminado. El orden en la descripción parece estar sujeto a los caprichos del autor, sin una estructura y un final obligado. Toda descripción se reduce a la enumeración de las partes o aspectos de una cosa percibida en un orden cualquiera. Esta indefinición en el orden y los límites es lo que la opone al relato de forma más evidente, así como la ausencia de temporalidad ligada a la falta de acción.
La tendencia a la despersonalización. El carácter obligatoriamente antropomórfico del protagonista de la narración contrasta con el hecho de que cualquier elemento de la realidad animado o inanimado pueda ser objeto de la descripción, lo que supone otro factor de indefinición.
Estas objeciones surgen fundamentalmente del contraste con la narración y del hecho de tomar en consideración únicamente la descripción de carácter literario. La lingüística del texto, que centra más su estudio en la organización interna y en factores pragmáticos, propone la existencia de un tipo textual descriptivo. Weinreich define la descripción como el tipo de texto en el que el emisor dirige la atención del destinatario hacia los fenómenos fácticos en el espacio (focus contextual). Y, a pesar de la heterogeneidad que puede presentar en la organización o en la realidad descrita, sí pueden determinarse algunos rasgos básicos, como 1. la organización jerárquica – no puramente lineal- a partir de una palabra-clave o núcleo al que se van aplicando predicados; 2. la progresión informativa mediante la selección de elementos que se constituyen en núcleos de nuevas predicaciones; 3. la frecuencia de enunciados de estado y formas verbales de aspecto imperfectivo durativo; 4. la ausencia de temporalidad y causalidad; o 5. la acumulación estructurada de léxico.
Asimismo, esta escuela de Lausanne dice que la descripción tiene que ver con los esquemas cognitivos de la percepción humana.
En el presente tema se exponen, en primer lugar, las estructuras que caracterizan a la descripción como tipo de texto; a continuación, nos centraremos en las fases que se diferencian en el proceso descriptivo; finalmente, se abordan los dos grandes tipos de descripción que suelen distinguirse partiendo de la base de que normalmente se combina con otro tipo de secuencias (narrativas, argumentativas o expositivas).
2. ESTRUCTURA DE LA DESCRIPCIÓN
Adam propone una organización esquemática del prototipo de secuencia descriptiva. El esquema prototípico del texto descriptivo se diferencia del narrativo en que aquel no refleja un orden fijo de operaciones, sino un repertorio de técnicas y operaciones estructuradas según una jerarquía vertical muy cercana a la que presenta el diccionario. Asimismo, Adam sitúa este esquema en la perspectiva del proceso de composición a partir de un plan y propone considerar tres procedimientos ordenados:
Œ El primero es el del anclaje descriptivo. Es la operación por la cual, a través de un nombre común o propio, llamado tema-título, se anuncia al receptor qué realidad es objeto de descripción, cuál va a ser la realidad descrita. En muchas ocasiones aparece al principio, pero puede darse un orden inverso en el que el anclaje tiene lugar al final de la secuencia; es lo que Adam denomina anclaje con afectación, lo que crea un efecto de suspense, utilizado como elemento constitutivo en las adivinanzas y como recurso efectista en los mensajes publicitarios.
Constituye un factor de coherencia referencial, ya que se trata en un primer momento de una referencia virtual que activa una clase de objetos disponible en la memoria del receptor, y de una referencia actual producida al final de la secuencia. La representación descriptiva provoca un efecto de reforzamiento o revisión del conocimiento anterior, según confirme o modifique la imagen previa que el receptor posee de lo descrito.
Es, por tanto, un primer factor de ordenación. En este sentido el orden y el carácter de la descripción así como la cantidad de datos que el emisor aporta vienen condicionados por factores concretos de la enunciación: el emisor interrumpe la descripción cuando considera que ha aportado el número de datos suficiente, dependiendo de lo que quiere transmitir, del conocimiento del saber del receptor y del momento de la comunicación en que se inserta.
Esta primera operación de anclaje es lo que ha llevado a muchos estudiosos a señalar el paralelismo entre la descripción y de la definición de diccionario, ya que ambas se estructuran como una red verbal organizada en torno a una palabra nuclear o palabra de entrada.
El segundo procedimiento es el de la aspectualización, a través del cual se distinguen las cualidades, las propiedades y las partes del objeto de la descripción. La aspectualización se lleva a cabo mediante dos procedimientos que pueden darse por separado o conjuntamente:
A) La enumeración las cualidades o propiedades (color, forma, tamaño, etc.), que se pueden expresar bajo la forma de predicados calificativos, predicados del ser (ser hermoso, robusto, rápido, etc.) o de predicados funcionales, predicados del hacer (correr rápido, masticar lentamente, etc.).
B) La enumeración de las partes concretas aislables físicamente en el objeto descrito.
Rafael (objeto – anclaje) era un chico flaco (propiedad), con el pelo (parte) enmarañado.
La selección de las partes o propiedades seleccionadas por el emisor está condicionada por el efecto perseguido por el emisor y determina la orientación evaluadora y argumentativa que conllevan ciertos tipos de descripción. Su intención varía desde la representación de un ejemplar prototípico hasta la individualización de un elemento de la clase, el desarrollo de una cierta actitud afectiva por parte del receptor hacia lo descrito, etc.
Ž El tercer procedimiento consiste en la puesta en relación con el mundo exterior, tanto en lo que se refiere al espacio y al tiempo como a las asociaciones que se pueden activar con otros mundos y otros objetos análogos. Esta caracterización se lleva a cabo a través de dos procedimientos:
A) El enmarque situacional. Consiste en describir al objeto por la relación metonímica que mantiene con otras realidades contiguas: el espacio y el tiempo en que se halla inserto o bien otros objetos próximos que ayudan a definirlo y limitarlo. Rafael vivía en el París de 1968 y siempre llevaba consigo un libro de algún autor “comprometido”.
B) La asociación. Es la operación por que se aproximan el conjunto de aspectos de dos realidades diferentes. Los dos recursos de asociación más comunes son la comparación y la metáfora. Por un lado, la comparación permite describir un objeto por las semejanzas o diferencias que presenta con otro, que se supone conocido por el receptor, con el que presenta algún tipo de analogía. La comparación suple una explicación más larga, por lo que supone un recurso de economía lingüística; en otras ocasiones, responde a la intención de dotar al texto de fuerza expresiva. El regreso del puente del 1 de mayo no provoca grandes atascos en las carreteras. Las retenciones fueron similares a las de un fin de semana de primavera. Por otro lado, la metáfora describe un objeto a través de la asociación con otro con el que presenta cierto grado de similitud, identificando nominalmente al objeto descrito con el evocado. La metáfora pone de relieve y obliga a percibir la analogía que existe entre los dos referentes. La descripción resultante de la metáfora suele estar cargada de sugerencias y fuerza expresiva –por eso su interpretación requiere un mayor esfuerzo- y es un procedimiento habitual del lenguaje literario, la publicidad y el lenguaje periodístico. Los cadáveres televisivos de la temporada.
En el recorrido descriptivo, los referentes introducidos pueden ser a su vez tematizados para volver a aplicar el mismo esquema de forma sucesiva. La llamada tematización se refiere a que cualquier elemento referido al objeto central de la descripción puede ser seleccionado como un nuevo objeto de descripción, es decir, como un nuevo tema, que puede generar nuevas proposiciones descriptivas, aunque se inserte en una macroestructura descriptiva general: en este ejemplo de Castilla, de Azorín, el objeto descriptivo es un pueblo castellano, sin embargo una serie de elementos se tematizan: luz, casa, zaguán, niño, flauta y melodía: Allá, a la entrada del pueblo una viva faja de luz corta el camino. Sale la luz de una casa. Acerquémonos. La casa tiene un ancho zaguán: a un lado hay un viejo telar; a otro, hay un viejecito y un niño. Este niño tiene ante su boca una flauta. La melodía va saliendo de la flauta, larga, triste, fluctuante.
Este análisis de las operaciones descriptivas llevado a cabo por Adam le permite rechazar la idea de ausencia de orden en la descripción, que se define como un tipo de secuencia regida por las operaciones señaladas. Independientemente de la heterogeneidad de la realidad descrita, el procedimiento de anclaje garantiza la coherencia semántica de la secuencia.
3. ORGANIZACIÓN DEL CONTENIDO Y TÉCNICAS DESCRIPTIVAS
El contenido de un texto descriptivo está constituido por los diferentes rasgos característicos, propiedades, cualidades, etc., que se atribuyen a la realidad que sirve como tema. Este contenido se elabora mediante un proceso que, en realidad, no es diferente del que tiene lugar en la creación de todo tipo de texto. Se suelen mencionar las siguientes fases del proceso descriptivo: observación, selección, ordenación y expresión.
3.1. La Observación
La observación permite al autor recopilar los rasgos que definen el objeto descrito y formar su imagen. Esta fase está condicionada tanto por el objeto mismo como por el punto de vista y la actitud del observador, lo que es de suma importancia en la integración de la descripción en el relato y depende de lo que al hablar de texto narrativo se llamaba focalización. Esta fase depende, por tanto, de estas tres variables:
A) ¿Quién observa? La distinción esencial la establecen dos tipos de perspectivas: la perspectiva autorial, que se corresponde con el punto de vista del narrador, y la perspectiva actorial o punto de vista del personaje.
B) ¿Desde dónde observa? Aquí hay que tener en cuenta el campo de visión, es decir, la extensión o profundidad de la mirada, su cercanía o lejanía y, consecuentemente, la forma de describir, vaga o detallada.
C) ¿De qué modo se observa? Tiene que ver con el grado de interés y afectividad con el que se observa el objeto de la descripción, el fin que se persigue y el tipo de acto comunicativo en que se inserta, lo que permite distinguir entre descripciones objetivas y subjetivas. Las primeras suelen tener una finalidad meramente informativa y en ellas el emisor trata de ocultar su punto de vista personal o, en todo caso, intenta que éste no influya en la imagen que el receptor se forme del objeto descrito. En cambio, en las segundas el autor pretende transmitir su propia visión personal del objeto descrito y la finalidad es más estética que práctica: lo más importante no es la información transmitida, sino la expresión de su visión de lo descrito y el efecto que la imagen creada pueda causar en el receptor.
3.2. La Selección
De todo lo observado, el autor selecciona, de acuerdo con su intención y con la finalidad que pretende dar a su descripción, aquellos hechos y características que resultan relevantes, y descarta los que no tengan un significado especial. Según sea la selección realizada por el autor, y dependiendo también del tratamiento que haga de esos rasgos característicos, es decir, de la técnica descriptiva que utilice, podemos encontrar diferentes tipos de descripciones:
A) Cuando el autor acumula una gran cantidad de elementos con el fin de crear una imagen completa y minuciosa de lo descrito, nos encontramos ante una descripción exhaustiva, típica de los textos técnicos; las literarias, en cambio, son con frecuencia selectivas: el autor se centra sólo en unos pocos rasgos a lo que carga de una gran expresividad y significación.
B) En la descripción estática, la realidad se describe inmovilizada, como si permaneciera fuera del discurrir del tiempo. La imagen se mantiene fija, de forma que los rasgos que el autor ha seleccionado no cambian a lo largo del texto. En la descripción dinámica (también llamada cinematográfica) se describe una realidad en movimiento y, por tanto, sujeta al transcurso temporal: los rasgos descritos son cambiantes, se mueven y se transforman.
C) La descripción realista –en un sentido general- selecciona y presenta las características del tema descrito de forma pretendidamente objetiva y fiel a la realidad, sin deformarlas mediante la imaginación o el deseo. Otra clase de descripciones se basan en algún tipo de deformación que el autor lleva a cabo; por ejemplo, la descripción idealizada selecciona sólo los rasgos positivos para crear una imagen embellecida del objeto; en cambio, la descripción caricaturesca utiliza la exageración de los rasgos para crear una imagen ridícula o grotesca.
3.3. La Ordenación
La ordenación del contenido puede ser muy variada, en la medida en que depende de la intención del emisor, pero a veces también de ciertas convenciones establecidas para algunos tipos especiales de descripciones. Así, es habitual en muchas descripciones técnicas de distinto tipo seguir un orden prefijado (composición, uso, propiedades o utilidad) que pretende dar cuenta de todas las características del objeto descrito.
3.4. La Expresión
Los elementos lingüístico-discursivos más significativos de la secuencia descriptiva son los siguientes:
ð Léxico nominal (sustantivos y adjetivos). De la selección de las palabras adecuadas depende el éxito del texto descriptivo: terminología específica en el caso de la ciencia y de la técnica; nombres y adjetivos valorativos, precisos y sugerentes para representar con viveza o para dar cuenta de la impresión producida por ella ya sea en la conversación cotidiana o en la literatura.
Todo el despliegue sintáctico nominal –aposiciones, oraciones adjetivas, complementos- se pone al servicio de la construcción de cuadros y retratos que manifiestan la visión propia del locutor a través de la selección y de la analogía. La competencia del hablante está aquí en función de la precisión, del rigor y de la especificidad, o bien de la gracia y de la singularidad.
ð También es característico el uso de formas verbales imperfectivas, que inmovilizan la acción, frente al de las formas perfectivas típico de los pasajes narrativas. Las más habituales son el presente intemporal, sobre todo en las descripciones técnicas, y el pretérito imperfecto de indicativo, característico de las descripciones insertadas en los relatos. En cuanto al tipo de verbos, predominan en la descripción estática los atributivos y aquellos predicativos que denotan estado (es, está, hay, parece, tiene, constituye…). Unos y otros forman el conjunto de presentadores de entidades y sus características. En cambio, las descripciones dinámicas, al expresar el movimiento y la transformación del objeto descrito, admiten mejor los verbos que significan acción o proceso.
ð En cuanto a las estructuras sintácticas, predominan la yuxtaposición y la coordinación. La yuxtaposición permite describir el objeto como un todo, logrando una cierta simultaneidad de las impresiones. Por el contrario, la coordinación implica un cierto dinamismo en la medida que supone una sucesión de los distintos componentes.
ð Como recursos estilísticos que ayudan a componer la imagen pictórica de lo descrito, suelen ser frecuentes las comparaciones y las metáforas. Esto no es sólo cuestión de artificio retórico, sino que forma parte de los rasgos inherentes al tipo de comunicación verbal que se lleva a cabo al describir, y a lo esencial de la metáfora, que es entender y experimentar un tipo de cosa en términos de otra.
ð Como procedimiento discursivo, la enumeración aparece como el recurso más utilizado en la secuencia descriptiva.
En algunos casos los marcadores de tiempo y de lugar funcionan como organizadores del discurso. Pero para instaurar orden en la sucesión de enumeraciones, éstas se suelen situar en unas coordenadas: de lo general a lo particular, del todo a las partes; o bien se presentan con referentes espaciales (arriba/abajo, izquierda/derecha, fuera/dentro, norte, oeste…), de los cinco sentidos, con perspectiva general (de lejos, panorámica) o de primer plano (de cerca, detalle y matiz), etc.
4. TIPOS DE DESCRIPCIÓN
4.1. Los géneros descriptivos de la retórica
El referente de un texto descriptivo, es decir, el objeto descrito o tema puede ser cualquier elemento de la realidad: es posible describir realidades físicas (seres inanimados, animales, personas, lugares, ambientes…), realidades abstractas (sentimientos, creencias, conceptos…) o incluso procesos (como, por ejemplo, una receta de cocina).
Esta diversidad temática fue sometida a clasificación y codificación por los tratados antiguos de retórica, que hablaban de los siguientes tipos de descripción:
4.1.1. – La topografía
Es la descripción de un paisaje entendido éste no sólo como conjunto de elementos naturales, sino también como cualquier disposición de objetos de producción humana. La formulación lingüística de la topografía abunda en sustantivos comunes concretos y topónimos, adjetivos especificativos y nula progresión en el tiempo del relato.
4.1.2. – La cronografía
Consiste en la descripción de una época o una cultura a partir de los elementos físicos y espirituales que la caracterizan frente a otra anterior o posterior.
Se suelen utilizar objetos de uso frecuente, costumbres y algunos acontecimientos de gran repercusión social para dar variedad descriptiva.
4.1.3. – La descripción de personas
Ü El retrato.
El retrato es la descripción de una persona, ya sea en sus aspectos físicos – prosopografía – o en sus rasgos morales –etopeya-. Muchas veces lo físico y lo moral se entremezclan en el retrato (es la mezcla de estas dos descripciones anteriores).
Ü El autorretrato.
Se refiere al retrato que hace de sí mismo un emisor. Tiene un especial interés desde el punto de vista literario, sobre todo en la lírica.
Ü La caricatura.
Cuando se exageran los trazos del retrato o se ridiculizan las formas del retratado estamos ante una caricatura. Se trata, pues, de la deformación de los elementos reales.
4.1.4. El paralelismo
Se trata de descripciones consecutivas o mezcladas para establecer lazos comparativos de los que se pueden extraer semejanzas y diferencias.
4.1.5. De marco
Son descripciones vivas y animadas de pasiones y acontecimientos, fenómenos físicos y psicológicos, que describen circunstancias que sirven de marco para el desarrollo del relato.
4.1.6. El esperpento
Podemos añadir este tipo que sucede cuando la distorsión de la realidad es aberrante se llega al esperpento. El concepto de esperpento hace aparición en 1920 con Luces de Bohemia de Valle- Inclán.
4.2. La descripción técnica
La secuencia descriptiva puede ser la dominante en un texto determinado, pero en la mayoría de los casos aparece como secuencia combinada o incrustada. Junto con la secuencia explicativa y la argumentativa aparece en los textos científicos y didácticos.
Desde antiguo se ha perseguido el propósito de objetividad a partir de imponer condiciones racionales a la visión de la realidad (meta del conocimiento científico). En este sentido la descripción tiene una función relevante en el ámbito de las disciplinas científicas (la astronomía, la geología, la botánica, la geografía…) que se proponen dar cuenta de forma organizada y exhaustiva de las características del mundo natural y social. Toda ciencia presenta, en definitiva, una dimensión descriptiva complementaria de las dimensiones demostrativa y explicativa.
Las condiciones que impone la perspectiva científica en la descripción son, por tanto, la objetividad (léxico denotativo, adjetivación de carácter especificativo), la precisión en la información (exhaustividad y minuciosidad en la presentación de datos, uso de tecnicismos) y la ordenación (estructuración lógica de las observaciones).
Las descripciones científicas se suelen acompañar con representaciones icónicas o incluso son sustituidas por ellas: diagramas, esquemas, mapas, dibujos o fotografías, ya que estas imágenes e ilustraciones representan con mayor exactitud y rigor la realidad estudiada.
Este tipo de descripción enlaza con la definición enciclopédica, porque ésta es una operación discursiva que sirve para especificar un concepto a partir de establecer sus características y la clase de objetos a la que pertenece.
4.3. La descripción literaria
En el ámbito literario la descripción forma parte sustancial de los relatos: junto con la secuencia narrativa y dialogal es parte esencial de la representación del mundo de ficción. Tanto en la retórica clásica como en la moderna narratología, descripción se opone a narración como modalidades básicas del relato: mientras que la narración se aplica al discurso temporal de sucesos y acontecimientos, la descripción se encarga de la presentación verbal de objetos y personajes contemplados en su espacialidad.
Estudiaremos los tres aspectos de la descripción propuestos por la escuela de Lausanne, que son las modalidades de inserción en el relato, la cohesión interna y, finalmente su función en el relato.
En lo referente a la inserción de lo descriptivo en el relato, se insiste en la relación motivada que existe entre lo descrito y el discurso narrativo propiamente dicho. Sin restricciones o limitaciones bien definidas, la descripción suele incorporarse como anticlímax o variación discursiva, sin que existan reglas suficientemente generales que dicten en qué situaciones ello sucede.
Cohesión y unitariedad. Quiere decir esta que una descripción resulta de la conjunción de uno o más personajes o actantes visualizadores que se mueven en un determinado decorado o medio con unas ciertas condiciones funcionales o modales que desencadenan la posibilidad de contemplar un objeto o tema.
En lo concerniente a las funciones de la descripción, obviamente cada relato introduce nuevas posibilidades, pero esto no impide que pueda hablarse de unos papeles generales cumplidos por la descripción en la economía del relato.
a) función demarcativa: subraya las divisiones internas del relato, actúa de frontera inicial o final de una acción, presagia un desarrollo,…
b) función dilatoria o retardataria: sirve para imprimir un ritmo determinado a la narración: a menudo la intriga es “espoleada” por una retardación de la acción al incluirse descripciones o puede provocar un remansamiento después de un momento de acción.
c) función decorativa o estética: la descripción clásica siempre tuvo un estatus de figura del ornamento, servía para lucimiento del escritor.
d) función simbólica o explicativa: en la novela, la descripción siempre fue índice que remitía a importantes informaciones dentro del relato: el atuendo, el mobiliario de una casa, un rostro,… traducen o justifican la sicología de los personajes, crean el ambiente necesario para comprender y valorar mejor sus acciones.
Claro está que nunca o casi nunca se dan estas funciones de forma aislada. A menudo convergen todas.
5. CONCLUSIÓN
Definida habitualmente como “pintura con palabras”, la descripción, al igual que la narración, es también una forma de “recrear” la realidad, de modo que la imagen que el emisor pretende formar sea semejante a la que se puede captar mediante los sentidos, para que el receptor la perciba ya no sensitivamente, sino intelectualmente. A pesar de que se le ha venido negando desde la retórica clásica el estatus de secuencia textual, a partir de lo expuesto y siguiendo a autores más modernos como Adam y los pertenecientes a la escuela de Lausanne, se puede afirmar que los textos descriptivos presentan una serie de rasgos específicos que permiten hablar de un tipo textual descriptivo. Si bien aparece frecuentemente subordinado a una secuencia dominante de otro tipo, sus características pragmáticas y el modo de conocimiento que proporcionan sobre la realidad diferencian a la descripción de los demás tipos textuales.
Parece necesario subrayar también que la descripción puede tener un fin en sí mismo, sobre todo las descripciones técnicas, pero frecuentemente se convierten en un instrumento del emisor para mostrar su actitud ante la realidad: en la selección de lo que se describe y del tratamiento que se le aplica, existen formas de modalización más o menos explícitas que hacen difícil encontrar una descripción objetiva no sólo en la lengua literaria sino en la vida cotidiana, ya que si bien la experiencia humana se basa en la percepción directa, está impregnada de una mezcla de factores racionales y emocionales condicionados por los valores culturales vigentes en cada comunidad y por la propia interpretación subjetiva.
6. BIBLIOGRAFÍA
ADAM, J.M. (1992): Les textes: types et prototipes. Nathan: París.
AGUIAR E SILVA, V.M. (1972): Teoría de la literatura. Gredos: Madrid. 1999.
POZUELO YVANCOS, J. Mª (1988) Teoría del lenguaje literario, Madrid: Cátedra.