1. INTRODUCCIÓN.
Aunque no pueden darse fechas exactas para el nacimiento de la épica o de la lírica, estos dos géneros precedieron con mucho a la aparición de la prosa romance escrita, cuyos primeros testimonios no se presentan hasta comienzos del siglo XIII. Hasta entonces, todos los documentos se siguen redactando en latín, pues a la lengua romance no se le concede todavía categoría para esa especie de escritos. La lengua romance carecía de posibilidades para ser utilizada en la prosa literaria, tanto por su rigidez sintáctica como por la escasez de vocabulario y la anárquica diversidad propia de un idioma no sometido aún a ninguna disciplina.
Sin embargo, la lengua castellana se fue extendiendo paulatinamente, pasando de ser una lengua romance entre tantas a convertirse en el idioma único de castellanos y leoneses.
Las causas para que se produjera este predominio habría que buscarlas en la nueva situación creada. En efecto, el latín mantenía un gran prestigio en aquellas zonas con población relativamente culta, relegándose el romance para uso casi exclusivo de la conversación. En Castilla, no existía en la práctica una tradición culta y el castellano era el mayor vehículo de comunicación para la gran mayoría de los habitantes. Además, el deseo y la necesidad de diferenciarse de los leoneses impulsó al castellano a lograr la supremacía sobre la lengua astur-leonesa.
Desde otra perspectiva, el idioma se convierte en arma política para que los poetas canten a los héroes de Castilla y, de este modo, ir creando una especie de conciencia nacional basada en el antileonesismo y la animadversión para con los musulmanes. Surgen así los cantares de Fernán González, de los Siete Infantes de Lara, de la Condesa traidora, etc. que se constituyen en antecedentes y preparan el advenimiento del Cantar de mio Cid.
2. ORÍGENES DE LA LENGUA ESPAÑOLA
El primer fragmento que se conserva de lo que se podría considerar castellano (ya que contiene matices dialectales) es un venerable trozo de Monasterio de San Millán de la Cogolla, una muy breve oración.
Los orígenes de nuestra lengua se comienzan con la filtración del romance hablado en el latín oficial. Frecuentemente se escapaban en escritos oficiales palabras en lengua vulgar, bien por descuido o por la necesidad de designar nuevas realidades, desconocidas en el idioma clásico. Otras veces, alguien iba anotando la traducción vulgar de ciertos vocablos sobre los mismos documentos latinos: son las llamadas glosas.
Tan rudimentarias manifestaciones de la prosa escrita nunca tuvieron pretensiones literarias y, en la mayoría de los casos, no llegan a constituir frases completas. Sólo en dos ocasiones el texto romance añadido alcanza a tener una cierta estructura: las Glosas Emilianenses y Silentes (monasterios de San Millán y de Silos. Siglo X) consideradas la primera manifestación escrita de la prosa española.
El gallego, el astur-leonés y el navarro-aragonés eran dialectos más conservadores y por tanto reacios a los cambios. El dialecto castellano se convierte en el más revolucionario y de mayor personalidad, adoptando las innovaciones de los dialectos más próximos y fijando más rápidamente sus características propias, lo que le convertirá en lengua frente a los dialectos leoneses y navarro-aragoneses que no lograron nunca alcanzar dicha cota.
La Reforma religiosa de la Iglesia, iniciada en el siglo XI, también manifestó sus influencias sobre el naciente romance. Como el medio común de adoctrinar a los seglares eran los sermones y éstos se pronunciaban en romance cuando el auditorio era laico, la catequesis contribuyó en gran manera a la literatura medieval castellana, máxime si tenemos en cuenta que las primeras obras escritas en esta lengua retienen aún la estructura de sermón.
Si se leen las colecciones de documentos medievales, sobre todo las de tipo privado, contratos, operaciones de la vida ordinaria, se puede percibir como a medida que avanza el siglo XIII el latín va cediendo su puesto a un castellano cada vez menos impreciso y más estable, que se presta para servir en usos que abarcan desde lo doctrinal a lo narrativo, a lo histórico y a cualquier otro campo de la expresión escrita. A mediados de este siglo la labor de Alfonso X resulta primordial: su preocupación y sus intervenciones conscientes en las decisiones lingüísticas favorecieron extraordinariamente a la fijación de este romance que ya había comenzado a precisarse. Para este monarca, la lengua de su reino, en todas las esferas, era el castellano. Para escribir se encuentra el monarca con un sistema ya casi totalmente establecido, con grafías específicas como ç, z, ch para sonidos que no existían en latín y con otras adaptaciones para expresar por escrito las peculiaridades fonológicas del romance.
Mayores innovaciones representan la sintaxis y el léxico. La sintaxis se encuentra muy evolucionada, con gran influjo de la prosa árabe y otros fenómenos que, a menudo, apoyan posibilidades o tendencias que ya estaban presentes en algunas modalidades de latín, reforzándolas. No olvidemos que era necesario crear una prosa de patrones lógicos y esquemas oracionales que permitan la fácil comprensión de las ideas vertidas.
El léxico, por su parte, ha de reflejar una doble función: la de recepción y la de creación. En la fase de recepción destaca el aumento de arabismos, necesarios para los nuevos conceptos y sus matices, que recogen cambios sociales. La fase creativa se caracteriza por introducir un nuevo léxico científico-técnico a partir del latín o del griego y por una cuidadosa distribución en campos conceptuales que abarcan numerosos matices.
3. LA PROSA LITERARIA
En la cultura medieval el concepto de originalidad era distinto: la obra artística debe integrarse en los géneros y formas preexistentes, consagrados por la autoridad y la tradición. El autor considera a su obra como una más de todas las manifestaciones posibles, hasta llegar a Don Juan Manuel, que se plantea la creación literaria de un modo teórico y consciente, copia él mismo sus obras y las conserva en el convento de Peñafiel fundado para tal finalidad; además no solo toma sus datos de fuentes escritas sino de su experiencia personal.
Ya en la primera mitad del siglo XIII las historias romanceadas son todavía excepcionales:
– La Fazienda de Ultramar, ha sido erróneamente fechada en la segunda mitad del siglo XII y parece ser algo posterior. Se trata de una traducción de pasajes bíblicos de un texto hebreo del siglo XII, junto a descripciones de Tierra Santa y a elementos procedentes del mundo clásico. Quizá fue primitivamente redactada en latín y luego traducida en bloque al romance.
– Los Anales Toledanos están escritos en una prosa muy anquilosada.
Si en las obras históricas y científicas los autores suelen encontrarse con problemas sintácticos y léxicos, en las jurídicas el problema es distinto. Estos documentos atañen a personas determinadas, que viven en un lugar concreto y hablan la misma lengua, pero cuando se intentan unificar las leyes de los distintos territorios que se van adquiriendo surgen los problemas de interpretación lingüística. Ya Fernando III manifestó la voluntad de unificar leyes y compiló el Libro de los fueros y el Fuero Viejo de Catilla, también tradujo el Fuero Juzgo. Por tanto, la búsqueda de la universalidad de las leyes determina que los escritores de la cancillería real unifiquen la lengua, supriman las formas dialectales y se fijen en los términos más extendidos y aceptados, como afirma Domingo Ynduráin el efecto nivelador y unificador de los textos escritos es fundamental para la creación de una lengua oficial .
En el siglo XIII se desarrollan las colecciones de exempla. Habitualmente estas obras son traducciones del árabe y su origen se remonta hasta las compilaciones indias, en ocasiones a través de versiones persas. De este modo, se traduce Calila e Dimna y el Libro de los engaños e los asayamientos de las mugeres o Sendebar. A partir de Las Mil y una noches se obtienen relatos como la Historia de la Donzella Teodor.
Un caso especial lo representa la Disputa entre un cristiano y un judío, escrita a modo de debate en el que, en lugar de un predominio de la retórica y el equilibrio en la discusión, se utiliza un lenguaje procaz y existe una aplastante superioridad de una de las partes. Algunos consideran esta obra como la prosa literaria más antigua conocida en castellano, al datarla muy a principios del siglo XIII.
Otras obras conocidas son: Libro de los cien capítulos, Libro de los proverbios, Poridat de poridades, Libro de los doce sabios … La mayor parte tienen intencionalidad didáctica o política, repletos de máximas morales y dedicados muchas veces a la formación de reyes.
4. LA ESCUELA DE TRADUCTORES DE TOLEDO
a) La labor de la escuela de traductores: Cosmopolita y abierta, tolerante y apacible, en la que coexisten tres culturas monoteístas muy bien diferenciadas: cristianismo, islamismo y judaísmo, la ciudad constituye en potente foco de atracción. La Escuela de Traductores fue fundada en pleno centro de la ciudad en los tiempos de Alfonso VII por Raimundo de Fitero, arzobispo de Toledo. En muy poco tiempo la fama del centro se expandió por toda Europa y a la ciudad llegaron científicos, artistas, filólogos, pensadores e intelectuales de todo el mundo conocido.
Su cometido más relevante fue el de traducir las obras máximas del mundo clásico que casi en su totalidad se encontrabas escritas en árabe y que se habían convertido en casi las únicas depositarias del saber científico. Para ello emplearon generalmente una metodología consistente en que primero un mozárabe o un judío traducía el texto del árabe al latín vulgar o a una lengua romance, y después la traducción era vertida al latín escolástico por un cristiano culto.
b) La escuela y Alfonso X, El Sabio: El mayor esplendor de la escuela se logró en los tiempos de Alfonso X, quien la reorganizó, acudió a ella en numerosas ocasiones y en la que actuó personalmente seleccionando las obras, e incluso escribiéndolas él mismo, cuidando de modo excelso la lengua romance que estaba empeñado en fijar. En el caso de que no las redactase él mismo, escogía a los redactores, orientaba los trabajos y revisaba las obras.
El cambio introducido por el rey fue, pues, que las obras no solamente se traducían al latín sino que también e incluso exclusivamente al castellano. En Toledo se tradujeron las obras conocidas de Aristóteles, de los grandes filósofos y pensadores religiosos islámicos y hebreos (al-kindi, Avicena…). Las ciencias más traducidas fueron la medicina, la astronomía, las matemáticas y la filosofía. Son judíos de Toledo los que realizan la primera traducción e la Biblia al castellano, bajo las directrices del rey, que fue editada posteriormente en Ferrara en 1553.
5. ALFONSO X EL SABIO ( 1221 – 1284 )
Aunque en lo político el rey tuvo que enfrentarse a numerosos problemas (disensiones con la nobleza, problemas sucesorios, enfrentamientos con Aragón y Portugal, pugnas con Francia e Inglaterra…), éstos no impidieron que desarrollara una increíble actividad intelectual, cultural y científica. La producción cultural de Alfonso X se caracteriza por la diversidad, tanto en los temas, como en las fuentes o incluso en los enfoques.
Su finalidad esencial era la de vulgarizar la cultura y ponerla en romance para hacerla accesible a un público más amplio. Así lo testimonia en varias ocasiones: Mandólo trasladar de arábigo en lenguaje castellano porque los omnes lo entendiese mejor et se supiesen dél más aprovechar.
Alrededor de la obra del rey siempre se ha sustentado la controversia sobre su paternidad directa, discusión que carece de interés ya que como él mismo afirma el rey faze un libro non porque el escriva con sus manos mas porque compone las razones del, et las enmienda et yegua, et enderesça.
Sus prólogos sobrepasan los hechos puramente informativos, resultan ser una fuente inapreciable de noticias, son la primera información de la obra, la primera crítica sobre el contenido y forma de la misma y de las intenciones que le llevaron a escribirla.
La importancia de Alfonso X radica en la gran obra cultural que supo poner en marcha y mantener a lo largo de tres décadas y en las consecuencias que tuvo su decisión del uso del castellano para las obras de ciencia y como lengua oficial para la administración del reino.
Durante su reinado fue posible todo sincretismo, tanto en la religión como en la literatura. Su corte, la más rica en poetas y músicos de todo el medievo español, es un foco literario y científico de primera magnitud: agrupó al más prestigioso grupo de sabios de la época, judíos, cristianos y musulmanes y compiló con ellos toda la ciencia conocida expresándola en el idioma hablado por el vulgo.
De una obra que va desde la astronomía hasta la legislación, pasando por la historia, la lírica y un tratado de ajedrez, es imposible valorar todas sus facetas. Dejando aparte la vertiente poética de su obra con Las Cantigas como valioso exponente, podemos hacer un itinerario sobre su prosa:
§ Itinerario de la prosa alfonsí
a. Obras históricas: con ellas logra varias innovaciones al abandonar el carácter biográfico tradicional y establecer una historia comparada y cronológica de los hechos de España. Con Alfonso X las crónicas se universalizan y se refleja la vida de todo un pueblo, no solo desde el punto de vista político, sino desde su perspectiva social y cultural. En este sentido el rey en un antecesor de la intrahistoria.
· Estoria de España à la parte primitivamente publicada el la Primera Crónica General.
Esta obra se remonta al Antiguo Testamento y a la España prerromana y representa a todos los pueblos como un todo integrado en una unidad superior. Se divide en dos partes: la primera con la exposición de los pobladores de la península hasta llegar a la invasión musulmana, y la segunda sobre la reconquista y la formación de los diversos reinos cristianos, hasta llegar a su padre Fernando III El Santo. Entre sus fuentes se encuentran los clásicos, como Suetonio, y los cantares de gesta, así como las leyendas tradicionales. Es de gran valor literario por la flexibilidad de su sintaxis. El rey se reservó la corrección con lo que le imprime cierta unidad a pesar de la diversidad de sus fuentes.
· General e Grand Estoria à su finalidad es muy ambiciosa, al querer narrar la historia del mundo desde sus orígenes. El monarca falleció cuando estaba escribiendo la sexta parte de la obra. Sus fuentes son la Biblia y los clásicos: Ovidio, Lucano, Cicerón y Séneca
b. Obras jurídicas: Alfonso X trabaja en equipo, iniciando sus compilaciones en Sevilla
· Libro o Fuero de las Leyes o Código de las Siete Partidas à según indica el propio rey, corresponde al deseo de su padre Fernando con el Setenario, para que los sucesivos monarcas conociesen el derecho y la razón, y para que tampoco fueran extraños a sus súbditos. La obra está basada en el Derecho Romano, especialmente la legislación de Justiniano, pero incluye ideas de Aristóteles y Séneca, de la tradición isidoriana, el escolastismo y de Santo Tomás, compilaciones de Derecho Canónico, glosas de juristas italianos, códigos legales anteriores y fuentes literarias. Como pretende regular todos los aspectos de la sociedad es una fuente inagotable sobre costumbres, prácticas y hechos, en los que las cosas son aludidas por su nombre, de donde viene también su valor semántico y etimológico. Se compone de 7 partes por ser el número mágico que simboliza la perfección y porque el nombre del rey tiene 7 letras.
· El Espéculo à está sujeta a cierta controversia, entre otras cosas porque no está fechada.
c. Obras científicas: aparte de la construcción de un observatorio astronómico en Toledo, es de destacar el gran flujo de materiales y datos que fueron remitidos a Toledo por los judíos y musulmanes por orden del rey. Gracias a ello pueden destacarse una serie de obras como:
· Libros del Saber de Astronomía à se detallan las esferas celestes según el esquema de Tolomeo, enumeraciones de estrellas y constelaciones con sus coordenadas y el estudio de diversos instrumentos astronómicos de la época.
· Tablas Alfonsíes à se describen los cuatro medios y ecuaciones solar, lunar y planetarias, las declinaciones del sol y otras estrellas, la posición de los planetas a lo largo del día, eclipses…
· Lapidario à se describen 360 piedras cuyas propiedades se hayan vinculadas a los 360 grados del Zodiaco e influidas por las estrellas y las constelaciones.
d. Obras lúdicas: El Libro del açedrex, dados e tablas representa el mayor hito medieval en el tema. Según el propio autor fue realizado para aquellas personas que no podían ejercitarse en los juegos físicos. El ajedrez aparece siempre unido a las apuestas, de dinero, militares o políticas.
Al morir Alfonso X la prosa castellana había alcanzado un desarrollo excepcional, pero su empresa cultural se vio truncada prontamente, aunque los ecos del esfuerzo alfonsí no se perdieron.
6. LA PROSA EN EL REINADO DE SANCHO IV (1284 – 1295)
Sancho IV El Bravo fue una pieza fundamental para la reconquista y política y militarmente fue más afortunado que Alfonso X, aunque no fue así desde el punto de vista cultural. Sin embargo, la prosa romance fue avanzando gracias al impulso anterior: siguen compilándose leyes y continúan las manifestaciones de la literatura didáctica e histórico – narrativa, entre las que destacan:
· La versión amplificada de la Primera Crónica General à se basa en un manuscrito alfonsí y se trata de una continuación de la misma unos 20 años después. Las diferencias se deben a la ampliación y el desarrollo de lo que en la primera se encuentra comprimido y sintético.
· El Libro del caballero Zifar à es posiblemente el primer romance español escrito en prosa como obra autónoma, se redacta hacia 1300 y no se han identificado sus fuentes. Es una obra pulcramente construida, en la que las personas y las cosas se presentan como figuras de otras realidades trascendentes y fomentan un mensaje cristiano.
· La Gran Conquista de Ultramar à resulta de difícil datación porque los 3 manuscritos que se conservan son bastante posteriores. Es una crónica novelada de la historia de las Cruzadas en mil cien capítulos. Esta magnitud y la diversidad de sus fuentes determinan que no tenga una sólida unidad estructural. El único hilo conductor es la gesta de Godofredo de Bouillón. La trama se complica al contener diversas leyendas. Uno de los hallazgos de la obra se encuentra en la mezcla, bien c, de elementos mitológicos y prodigiosos con otros de naturaleza más real en la sucesión de planos articulados.
· En el Lucidario un joven pregunta a su maestro sobre problemas de teología y filosofía y de este modo obtiene las respuestas basadas en un pensamiento pretendidamente racionalista.
· En la obra Castigos e Documentos para bien vivir, que Don Sancho IV de Castilla dio a su fijo se plantea, como en otras muchas ocasiones, el problema de la autoría. La estructura se basa en ejemplos morales de las Sagradas Escrituras que se explican con apólogos orientales y sentencias de clásicos como Cicerón, Valerio Máximo, Séneca, pero también Boecio, Pedro Lombardo, San Bernardo, etc.
7. LA LABOR DE DON JUAN MANUEL
Nace en Escalona, hijo del infante Don Manuel, hijo menor de Fernando III, y por lo tanto sobrino de Alfonso X. Su vida fue azarosa y agitada, en un siglo como el XIV especialmente violento en el territorio hispano, que se agravó por la Peste Negra. Fue una figura imprescindible durante las disputas de la minoría de edad de Alfonso XI y en las guerras contra los musulmanes granadinos. Pero nada de esto fue obstáculo para el cultivo de las letras, habiendo legado una obra diversa e interesante, tanto por la precisión de uso del castellano como por el cuadro que nos deja de la sociedad de su tiempo y por el valor literario de la misma. En él se conjuga, pues, la doble vertiente del guerrero y del intelectual, siendo acorde con las formulaciones que incluye en el Libro de los Estados sobre la educación de los señores y con el Libro infinido.
Escritor en una época en que las obras escritas sufrían continuas depuraciones, quiso preservar sus obras mediante la entrega de un códice revisado por él mismo al monasterio de Peñafiel. Sin embargo, este manuscrito se perdió y sólo contamos con el de la Biblioteca de Madrid, en el que el Libro del caballero et del escudero y el Libro de la caça están incompletos, y con otros códices parciales que recogen una o varias de sus producciones. Nos han llegado dos listas de su producción, la que incluye en El Conde Lucanor (con 9 títulos) y en el Prólogo General (con 12 títulos), pero no coinciden ni los títulos ni la cifra y solo hay correspondencia de ocho obras.
Don Juan Manuel no sigue la tendencia medieval a apoyar las opiniones propias en la autoridad de otros autores prestigiosos. En sus escritos se encuentran escasas referencias: la Biblia, los Evangelios apócrifos, San Jerónimo, Boecio. Sus libros son como unas memorias en las que abierta o encubieramente se encuentra incorporada la vida del autor.
Los libros que nos han llegado abarcan una temática amplia, desde la autobiografía y recuerdos personales (Tratado sobre las armas o el Libro de las tres razones) hasta las obras técnicas sobre actividades de la aristocracia (Libro de la caça). En el ámbito histórico sólo ha pervivido una Crónica abreviada y en las de carácter religioso destaca Tratado de la Asunción de Nuestra Señora, quizá su último escrito literario, con el que se anticipa a las razones del dogma mariano.
Otras obras importantes son:
· El Libro del caballero y del escudero à un anciano caballero andante en busca de penitencia va asesorando a su joven escudero sobre una serie de temas teológicos, del mundo de la naturaleza y hasta sociopolíticos, todo en un largo diálogo entremetido en una incipiente urdimbre novelesca.
· Libro de los Estados o Libro del Infante à es su obra más extensa, contiene dos partes: la primera se apoya en una trama novelesca en la que se trata de la educación del hijo del rey Johás, en la segunda resuelve el problema de cuál es el mejor estado para salvar el alma. El libro encierra el pensamiento político del escritor que se recrea en el examen de los tres grandes estamentos en que se dividía la sociedad medieval de su época: los defensores, los oradores y los labradores. Las páginas están salpicadas de digresiones, sobre todo espirituales; en lo que respecta a sus ideas sobre la guerra afirma la supremacía de los hechos prácticos sobre los teóricos.
· Libro de los castigos o consejeros por otro nombre Libro Infinido à es una miscelánea pedagógica donde mezcla la experiencia personal con diversas fuentes para lograr una colección de temas que considera los más oportunos para la educación de su propio hijo, exponiendo argumentos con la doble intención de la salud del cuerpo y la salvación del alma.
· Libro de los exemplos o Conde Lucanor es el más importante de toda su producción:
Ya en el prólogo explica su intención de difundir la cultura: E por ende, fizo todos los sus libros en romançe, et esto es señal çierto que los fizo para los legos et de non muy gran saber commo lo él es.
Ø Estructura: distinguimos las siguientes partes:
– Primer prólogo: el autor ofrece una lista de sus obras y expone su preocupación por la fiel transmisión.
– Segundo prólogo donde habla ya del contenido e indica su intención didáctica ya amena.
– Una serie de 51 exiemplos o narraciones de ficción, a modo de parábolas
– Una serie de sentencias, consejas o máximas doctrinales propuestas como reglas, iniciada por razonamiento de Don Jaime de Jérica. Se trata de un libro de aforismos.
– Le siguen otras dos colecciones de aforismos y una última sarta de consejos más específicos de asuntos espirituales, que se complementa con algún nuevo ejemplo o la remisión a los ejemplos de la primera parte.
La serie de los ejemplos es la más importante: el marco general, es decir, las relaciones del Conde Lucanor con su consejero Patronio, permite agrupar las distintas narraciones, estrategia muy general en las colecciones orientales. El conde plantea algún problema y Patronio, por medio de un exiemplo, le comunica su opinón. Cada exiemplo consta de una parte ficticia y otra didáctica; ésta última ofrece tres momentos que suponen una generalización cada vez mayor de la historia: uno, interno al relato, corresponde al caso consultado por el conde a Patronio. Otro, centrado en ambos protagonistas, es la aplicación que hace Patronio del exiemplo al problema del conde. Y en un tercer momento, el autor interfiere en la obra para deducir una enseñanza con valor para todos los lectores. Para que se pueda rememorar con facilidad Don Juan Manuel añade una moraleja en versos de métrica muy variada, que resume el mensaje del cuento.
Los personajes aparecen caracterizados más que descritos, más por su actuación y sus palabras que por su condición, al igual que los ambientes, más sugeridos que definidos y actualizados en el tiempo, siendo éste un rasgo esencial que otorga carácter histórico a hechos ficticios.
Ø Fuentes: la preferencia del autor por el exiemplo se debe a una doble causa: una influencia árabe y su estrecha relación con la Orden de Predicadores, que los recolectaban y utilizaban para amenizar y distender la predicación. La influencia árabe puede verse también en la composición y sintaxis del libro, al que también sirvieron de fuentes diversas misceláneas romances y latinas y relatos de la tradición oral. Aunque los cuentos pertenezcan al folklore Juan Manuel los rescribe y adapta con suma maestría. A pesar de que su finalidad moral es diversa, no predominan los que se interesan por la salvación o la fe, sino los que se dedican a finalidades más cotidianas. En las otras partes del libro le sirven los aforismos para ampliar el contenido pedagógico y para la experimentación estilística en busca de nuevos procedimientos de expresión. El conjunto total ofrece, pues, la unión de un ejemplario con un libro de sentencias, que hasta entonces habían sido obras separadas.
8. LA PROSA TRAS DON JUAN MANUEL
El Canciller Pedro López de Ayala es la figura sobresaliente de nuestras letras en el segunda mitad del siglo XIV. Además de su obra poética, como representante del mester de clerecía, destacó por su obra histórica en prosa: escribió las crónicas particulares de los cuatro reyes a quienes sirvió: Pedro I, Enrique II, Juan I y Enrique III, la de éste interrumpida por la muerte del escritor. Estas crónicas representan la aparición en nuestra literatura de la historia dramática, viva, concebida como una obra de arte. Ayala, adiestrado en Tito Livio, es maestro en escoger los rasgos psicológicos de un personaje, anima la narración con circunstancias que pueden seducir la atención del lector, y se extiende en observaciones morales de la mayor agudeza.
Merece ser mencionada otra obra en prosa de este período. Es el Corbacho o Reprobación del amor mundano, escrito en 1438 por Alfonso Martínez de Toledo, Arcipreste de Talavera. Es una obra moralizadora, que contiene cuadros realistas y satíricos de los vicios que reprueba. En su concepción, es una imitación de Il Corbaccio de Bocaccio. Algunos de sus esbozos de la vida contemporánea tienen una vivacidad y un brillo muy notables y los personajes que aparecen en él como “ejemplos” que expresan en monólogos que harían honor a cualquier pieza de teatro. Se podría decir que, históricamente, forma un eslabón entre el Arcipreste de Hita y La Celestina.
En el siglo XV, el interés por el estilo en la prosa aumentó con el estudio de los autores clásicos latinos. Cicerón y Séneca entusiasmaban y muchos de los libros del período están llenas de formas pedantescas y latinismos. Ejemplos de ello es Juan de Mena. Sin embargo, a mediados del siglo XVI había surgido una prosa excelente, bien equilibrada, flexible y directa.
Por último, debemos destacar que ese período de flexibilidad comienza con el reinado de los Reyes Católicos: en 1474 se inicia lo que Lapesa ha denominado “español preclásico”, época que abarca hasta 1525. Podemos incluir en este momento las obras más significativas de la novela sentimental (Cárcel de amor de Diego de San Pedro -1492- o las obras de Juan de Flores). La mejor manifestación, sin duda, de la prosa de este período se encuentra en La Celestina.
9. CONCLUSIÓN
La expansión de Castilla supuso la paulatina extensión de su idioma, pero para llevar a convertirse en una de lengua de cultura necesitaba decenios de labor literaria y de producción científica. Con los antecedentes de la Escuela de Traductores de Toledo, Alfonso X será el hombre llamado a construir las bases imprescindibles para el desarrollo del castellano como instrumento de comunicación científica y literaria. Por su parte, don Juan Manuel será el máximo exponente durante el siglo XIV de las posibilidades literarias a las que había llegado el castellano. Su libro fundamental, partiendo de una forma primaria como el ejemplo, logra asentar los fundamentos de la narrativa española.