1. INTRODUCCION.
El debate entre los que perciben el Modernismo como opuesto a la Generación del 98 y los que proponen un punto de vista más ancho de la cultura española finisecular prosigue. A pesar de estas diferencias, los historiadores de la literatura han presentado a ambos grupos dentro de una tradición de la historia literaria que identifica preocupaciones o intereses comunes o estilos comparables, para categorizar temas o formas recurrentes, etc.
Al acercarnos a la cuestión del Modernismo frente a Generación del 98 podemos poner en tela de juicio los discursos de las historias literarias que suscriben y apoyan la idea, sugerida en primer lugar por Azoran en Generaciones de escritores en 1912, y para quien la literatura entre 1895 y 1915 puede ser clasificada en términos de dos grupos antagónicos. Varios criticos desde posturas políticos desarrollan los argumentos de Azoran. Sin embargo, en 1930 publico Valbuena Prat su obra La poesía contemporánea en la que se creaba la primera tentativa de diferenciar seriamente entre las dos generaciones. Para el, “las diferencias entre ‘Modernismo’ y ‘Generación del 98’ eran esencialmente de estilo y visión del mundo mas que cronológicas’. Analizando profundamente su discurso podemos concluir que sus juicios (y los de otros como Salinas, Díaz-Plaja, D. Alonso, Laín Entralgo…) no están basados en lo artístico o estético, en absoluto.
2. MEDIOS DE DIFUSIÓN DE LAS NUEVAS CORRIENTES.
Según José Carlos Mainer, por encima de los libros, el lugar físico donde la nueva literatura va a intentar la captura de su público es el periódico, como consecuencia de la gran expansión alcanzada por la prensa española en la Restauración. En este sentido, fue importante la contribución de la prensa de Barcelona que, como ciudad mas poblada del país tuvo una importancia relevante que transcendió, como en el caso de Madrid, los limites físicos de la región. Por ello, la difusión de las nuevas ideas y actitudes, se realizo fundamentalmente a través de revistas como Germinal (fundada en 1897, republicana y con Valle-Inclán, Baroja, Maeztu…), Vida Nueva (1898, con rasgos noventayochistas y con Menéndez Pelayo, Galdós, Unamuno…),Revista Nueva (1899, abierta a las nuevas corrientes europeas con R. Darío, Baroja, Unamuno, Maeztu…), La Vida Literaria (1899, modernista y con R. Darío, M. Machado…) y Helios (modernista y con Benavente, A. Machado, J. R. Jiménez, R. Pérez de Ayala…).
3. LA POLEMICA DEL MODERNISMO.
En el ultimo decenio del XIX, Clarín era el critico más leído y en 1893 escribe su primer ataque contra el Modernismo (respecto a Azul) al que responde R. Darío: “Yo no soy jefe de escuela ni aconsejo a los jóvenes que me imiten; y el ejercito de Jerjes puede estar descuidado, que no he de ir a hacer predicas de decadentismos ni a aplaudir extravagancias ni dislocaciones literarias). El primero de los críticos afirmativos del Modernismo fue José María Llanas Aguilaniedo en su libro Alma contemporánea. Estudio de Estética (1899), donde expone las características del movimiento con la Belleza como ideal exclusivo, un cierto intelectualismo (pero “si este entra en la obra resérvesele un papel secundario”), un estilo sencillo, armonioso, sincero, completamente ceñido a la idea y mas filosófico que gramatical, un temperamento de impasibilidad absoluta y proscripción, por consiguiente, tanto del optimismo como del pesimismo, una moral sin importancia y la consideración de la mujer como naturaleza viva. A. Guerra afirma que “no es una moda pasajera. Por el contrario, tiene todos los visos de un ideal estético que ha cristalizado, encontrando una técnica original completamente nueva”, valora el colorismo literario del movimiento, el exotismo como formula estética significativa y las nuevas orientaciones dramáticas: “la acción escénica nada nos dice, ni obra sobre nuestro emotivismo, ni tampoco acosa nuestra sensibilidad nerviosa. En cambio, al asimilarse los estados del alma que sugiere, estados de inconsciencia, de intranquilidad espiritual, de incertidumbre, la sugestión de lo desconocido, pesando terriblemente sobre nuestro espíritu, lo llena de miedo y de una angustia inexplicables”.
4. EL CONCEPTO DE 98.
Se suele estar de acuerdo en que el autor de la apelación de Generación de 98 fue el Duque de Maura quien, en su disputa con Ortega y Gasset, menciona “a la generación que ahora llega, generación nacida intelectualmente a raíz del desastre; patriota sin patriotería; optimista pero no cándida, porque las lecciones de la adversidad moderaron en ella las posibles exaltaciones de la fe juvenil”, a lo que el filosofo responde “No se si mi generación es patriota, pero no es acertado caracterizar mis pensamientos como de tal. ¿Es patriota quien antepone su patria a todo lo demás? […] Mi liberalismo lo exige: me importa mas Europa que España y España solo me importa si integra espiritualmente Europa”.
Es evidente que el concepto de 98 focaliza en una fecha singularmente dolosa una reacción posterior, que actualiza valores que se creían desaparecidos, apoyada en las ideas liberales y la pedagogía krausista, que trata problemas importantes del país, algunos de ellos todavía vigente y que se caracteriza por la confusión en la lista de sus representantes. Los mas comunes son Valle-Inclán (1866-1936), Azoran (1873-1967), Baroja (1872-1956) y Unamuno (1864-1936) a los que se pueden unir, dependiendo del critico, Maeztu (1874-1936), Benavente (1866-1954), R. Darío (1867-1892) o, incluso, M. Machado (1874-1947) y menos A. Machado (1875-1939).
5. DIFERENCIACIÓN DE MODERNISMO Y 98.
Según Díaz Plaja, no solo es que la Generación del 98 es fundamentalmente española y fiel a unas coordenadas geográficas e historicas, mientras que el Modernismo consiste en la integración de un movimiento europeo, por un lado, e hispanoamericano, por el otro, “se trata de que es posible establecer dos grupos en lo que para lo político, lo social, lo estético y lo ético se propugnan soluciones radicalmente distintas. Es algo mas que una disensión estilística, que una diversa forma literaria; es una radicalmente opuesta actitud ante la vida y el arte”.
Según las teorías de Petersen acerca de Las Generaciones (1930), son necesarios ciertos requisitos para establecer la existencia de una generación literaria: herencia, fecha de nacimiento, elementos educativos, comunidad personal, experiencias de la generación, el guía, el lenguaje de la generación y el anquilosamiento de la vieja generación.
5.1. Cuestiones cronológicas: Por lo que respecta al año de nacimiento, es evidente que hay una sucesión de gustos y estilos con el tiempo, aunque es difícil definir cuando una generación es reemplazada por otra; la moda cambia en pocos años, el gusto permanece estable mayor lapso de tiempo y el estilo mantiene una mayor duración. Si intentamos establecer generaciones para el siglo XIX, el tiempo medio de aparición resulta decenal. Para los miembros mas aceptados como integrantes del grupo, la variación es de doce años entre Unamuno y A. Machado. Si lo que nos ocupa es el tiempo de aparición, este oscila entre R. Darío (1888) y M. Machado (1902), para los modernistas, y Gavinet (1896) y A. Machado (1903), para los del 98, lo que no sirve demasiado para arrojar luz a la cuestión de si son dos generaciones o una sola.
5. 2. Cuestiones educativas: Recordemos el elemento diferenciador que es el intervensionismo del 98 hacia la colectividad y el mas exquisito aislacionismo de los modernistas. A primera vista, tampoco parece haber una homogeneidad educativa en los hombres de la Generación del 98 pero, según Salinas, se parecen al menos en alejarse de un foco central de cultura, de universidad, etc.
5.3. Relaciones personales: En el pueblerino Madrid finisecular es evidente que la coincidencia casi continua de los miembros de ambas tendencias en actos públicos colectivos, en editoriales y revistas, en banquetes y celebraciones, en tertulias… por lo que no son de extrañar los choques entre miembros del 98, cuya línea dura integra el grupo de los tres (Azoran, Maeztu y Baroja) y del Modernismo, mas a la defensiva, en los que intentan caracterizarse y diferenciarse.
5.4. Experiencias de la generación: No cabe duda de que la experiencia común a ambas generaciones es el desastre colonial de 1898, el acontecimiento mas importante en la España contemporánea. Para la Generación del 98, tiene una importancia capital y justifica su intervensionismo en política y se convierte en su común denominador. En cambio, para la Generación Modernista carece totalmente de valor alguno. Darío, que llega de inmediato a nuestro país, no siente el pesimismo noventayochista y hasta ironiza sobre el intervensionismo. El único acontecimiento aglutinante de la generación de 1892, para la primera promoción (Benavente, Valle-Inclán y Salvador Rueda) y, el segundo, de 1899, para la segunda.
5.5. El guía generacional: Si se considera guía al conductor del movimiento, las diferencias entre ambas tendencias son conspicuas. Para el 98 la figura señera es Larra, del que heredan la gravedad meditabunda, la preocupación por los problemas de la nación. De el derivan el estilo periodístico del grupo, enérgico y sobrio, la valoración positiva de la cultura europea y el análisis comparativo del que deriva la necesidad de levantar la cultura española para que alcance y se asimile a Europa. Para los modernistas, son dos los guías espirituales: Poe y Baudelaire, como introductor este del anterior. En efecto, siguen las ideas de la poética del primero, que se pueden resumir en la brevedad del poema, la eliminación de todo su didactismo, la aspiración a la belleza por un anhelo natural que le empuja a la eternidad, la necesidad de la música y del ritmo para crear belleza y elevarse a lo supraterrestre, el uso de la melancolía, como el mas legitimo de los tonos poéticos, y del ritornello, refrán o estribillo como recurso poético mas eficaz, la experimentación en la métrica y la preocupación por la intensidad poética.
5.6. Lenguaje generacional: Las dos tendencias rechazan la retórica anterior a ellas, pero la rechazan en aspectos distintos, no por retórica, ya que el Modernismo tambien es una retórica, ni por su sentido real del naturalismo, que heredan los noventayochistas; el único punto en común es que abominan ambos la frase hecha.
Los del 98 rechazan toda forma de barroquismo y huyen del casticismo y del preciosismo literario. Otras notas conceptuales que caracterizan al 98 son, además del antirretoricismo y el antibarroquismo, la creación de una lengua natural, valida para todos, definitoria, al servicio del lenguaje.
Las diferencias con el Modernismo son de intención. Si los anteriores buscan la raíz; los modernistas, el ramaje y hacen del idioma el primer objeto de la búsqueda incesante de su estilo personal. Las notas conceptuales del lenguaje modernista serán, pues, el retoricismo, la creación de una lengua artificial, sensual, al servicio de la belleza y de finalidad predominantemente estética, el enriquecimiento musical del idioma, hacia una expresión personal e intransferible y, por consiguiente, el uso de un lenguaje minoritario.
5.7. Anquilosamiento de la antigua generación: Hacia 1890 se produce un bache en las letras españolas. Según Salinas: “existen testimonios de cansancio y desasosiego en los viejos maestros; Galdós, Clarín, la Pardo Bazán, se sienten a disgusto en las formas del realismo y ensayan caminos espirituales”. En la misma fecha, triunfa el Naturalismo, que influye negativamente poética. Clarín afirma: “en España. Erato, no hay poetas nuevos […] porque no los hay; porque no han nacido. […] No tenemos poetas jóvenes, porque no hay jóvenes que tengan nada que decir en verso”.