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Tema 63 – La lírica en el grupo poético del 27

1. LA GENERACIÓN DEL 27.

El grupo de poetas que integran la llamada Generación del 27 es reconocido como conjunto con unas características comunes, que permiten su agrupación, desde sus inicios. En 1924, varias publicaciones extranjeras reconocen la existencia de un nuevo frente literario, que, a pesar de darse a conocer en el mundo literario de forma aislada, a través de las últimas revistas de vanguardia, tienen la característica común de realizar una verdadera revolución lírica, anticipada en la vanguardia, pero que no había llegado a cuajar.

Podemos considerarlos como grupo compacto, si bien con variedades muy notorias entre ellos. El grupo lo formas Pedro Salinas, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Luis Cernuda y Rafael Alberti. Algunos críticos incluyen también a los malagueños Emilio Prado y Manuel Altoaguirre. Estos diez son los que se citan con mayor frecuencia, si bien ello deja fuera de lugar a muchos otros (Hinojosa, Garfias, Chabás…) que, por distintas razones, han quedado relegados a un segundo término.

Sin embargo, existen controversias críticas acerca de la conveniencia de catalogar al grupo como generación. Entre los detractores se encuentra Vicente Gaos. Para este crítico dado que el clima intelectual y las corrientes estéticas de la época se suceden con rapidez, no es posible afirmar que todo el grupo genérico comparta unos ideologuemas ni unos criterios estéticos comunes. Tal y como sostiene Gaos, podría afirmarse que todos los poetas del grupo son poetas de transición con respecto a sí mismos, ya que cambian sus modos de entender y de hacer poesía en el curso de las cuatro décadas en que ocupan el panorama intelectual del país.

A pesar de todo ello, hay puntos comunes a los poetas que toman el relevo de la vanguardia. Efectivamente, el impulso de las primeras formas de expresión de la vanguardia fue extinguiéndose con las últimas obras ultraístas para dar paso a una lírica con caracteres neo popularistas, surrealistas, de estabilización y continuidad de los modos adquiridos o derivada de los sucesos históricos. Lejos de las diatribas acerca de si se trata de una generación literaria o no, lo cierto es que promediando la segunda década del siglo, se encontraran escritores que, vinculados a determinadas circunstancias, obligan a que se les considere grupo poético. Casi todos ellos nacidos entre 1891 y 1905, dieron sus primera publicación, desligadas de los comienzos vanguardistas, en torno a 1927, fecha en la que también se preparan o aparecen las revistas donde colaboran. Todos se profesan común amistad, proceden de similar origen familiar acomodado, cursan estudios universitarios (casi todos pasaron por la Residencia de Estudiantes de Madrid) y habrán de dedicarse, en su mayoría, a la docencia. No existe un único estilo en ellos; eso sí, en todos se ve el deseo de renovar el lenguaje poético y a veces coinciden en su trayectoria, aunque cada uno mantiene un estilo muy personal, buscando siempre la perfección formal y conceptual. Por eso Góngora es el modelo común. Debicki rastrea una serie de contactos entre ellos: interés por el empleo más adecuado de la forma y de la lengua, desdén por el sentimentalismo y la retórica, rechazo de cualquier léxico particular como válido en sí e igualdad en el concepto de poesía como misterio.

El grupo del 27 aparece como consecuencia de una doble situación histórico-literaria, la española y la europea hacia 1920 (el Modernismo está superado). Es clave entender el magisterio de J. R. Jiménez y R. Gómez de la Serna que compaginaron lo tenían de bueno las influencias extranjeras con lo que traía la tradición española, con lo cual la nueva poesía que practican los del 27, aunque en conexión y con dependencia respecto de Europa, toma rumbos propios. Se conjuga tradición y revolución.

Dámaso Alonso destaca otros puntos de conexión: coetaneidad, compañerismo, reacción similar ante excitantes externos. Es firme defensor de la existencia de la generación. En cuanto a las características de la generación, habla de dos fases:

– Hasta 1927: Triple influencia:

* Del ultraismo: ligar elementos distantes; ennoblecimiento del humor.

* Del Cubismo: asimilan la técnica, el odio a la anécdota y a lo sentimental.

* De Paul Valéry: asepsia, deshumanización.

– A partir de 1927, la vida y la pasión que circulaban soterradas, se desbordan en el surrealismo y el neorromanticismo.

2. CARACTERÍSTICAS COMUNES DE LA GENERACIÓN DEL 27.

Siguiendo el estudio realizado por los propios Dámaso Alonso y Jorge Guillén las coincidencias en el ideario de estos poetas son las siguientes:

· Se trata de una generación que no se alza contra nada, ni en política ni en literatura. No rechaza la generación precedente, el magisterio de J. R. Jiménez es innegable.

· Los contactos entre sus miembros son continuos y desembocan en amistad.

· Aunque no hay un caudillaje explicito, todos muestran un influjo de J. Guillén.

· No hay comunidad de técnica o de inspiración, tenemos cultivadores del verso libre, como Salinas y perfectos escultores de estrofas casi perfectas como Guillén. Hay dispersión en las formas y contrastes. La variedad es enorme, hay técnicas comunes a estos pero no una manera formal que defina todo el grupo.

· A pesar de todo, se dan las condiciones precisas para hablar de grupo: coetaneidad, compañerismo, intercambio, reacción similar ante excitaciones internas.

· El impulso estético esta dominado por la imagen. Su cultivo aúna el quehacer poético del grupo. Los más extremos reducen la poesía a una secuencia de imágenes entre las que se han suprimido las transiciones del discurso.

· La poesía es una creación. Las obras apuntan a una meta esencial. Es preciso que se fragüe la identificación entre poesía y poema.

· A pesar de esa búsqueda del ideal estético perfecto, es necesario que la poesía sea humana, en contra del concepto de Ortega de “deshumanización del arte”. Son los grandes asuntos de la humanidad los que llenan la poesía: amor, universo, destino, muerte.

· Tendencia al equilibrio entre polos opuestos, que logran conciliar la mayoría de los poetas (intelectual/sensitivo, tradición/renovación, influencias foráneas/lo autóctono, pureza estética/arrebato humano)

3. ETAPAS EN LA EVOLUCIÓN

Hasta 1927: Influjo de Bécquer y del Modernismo. Pronto aparecen las primeras vanguardias. A la vez y, por influjo de J. R. Jiménez, se orientan hacia la “poesía pura”. Se depura el poema de todo lo anecdótico, de toda emoción que no sea puramente artística. Para ello usan mucho la metáfora. Esta poesía es hermética y fría. También lo “humano” les influye, sobre todo a través de la lírica popular (Alberti). La sed de perfección formal los lleva al clasicismo, sobre todo del 25 al 27. Incluso podemos hablar de una fase “gongorina”.

De 1927 a la guerra civil: Comienza a notarse cierto cansancio del puro formalismo. Se inicia un proceso de “rehumanización” (más notorio en algunos autores, pero presente en todos). Se dan las primeras obras surrealistas (radicalmente opuesto a la poesía pura). Pasan a primer término temas más humanos: el amor, el deseo de plenitud, las frustraciones, las inquietudes sociales o existenciales… Nace la revista Caballero verde para la poesía de Pablo Neruda en 1935, donde aparece el “Manifiesto por una poesía sin pureza”. Algunos poetas, por sus inquietudes sociales, se interesan por la política a favor de la Republica, fundamentalmente.

Después de la guerra: Lorca muere en 1936. El grupo se dispersa:

4. PRINCIPALES AUTORES DE LA GENERACIÓN DEL 27.

4.1. Poesía neopopularista: Alberti y García Lorca.

· RAFAEL ALBERTI: El entronque con la tradición, recuperada ya por Unamuno y A. Machado, es una de las características de varios de los autores del 27. Su expresión refleja la influencia de lo popularista en su vertiente auténticamente popular o en la atracción erudita hacia ella. Adscrita a dicha tendencia se halla parte de la obra de Alberti.

Tres son los núcleos vertebradores de toda su poética: la nostalgia, la angustia y lo social. Por estos motivos es lógico que inicie su producción con la etapa neopopularista, que ya nunca abandonara del todo. Con el regreso a lo popular aúna sus preocupaciones de tipo social y nostálgico, al tiempo que investiga las posibilidades de lo popular como germen de la regeneración humana.

La crítica suele distinguir las siguientes etapas poéticas (no siempre cronológicas):

Lírica neopopular. Marinero en tierra (1924), Nostalgia del mar (= pureza) y su tierra natal. La amante (1926), donde la huella de Gil Vicente y de la poesía cancioneril es muy clara. El alba de alelí (1927).

Barroquismo y Vanguardismo. Los rumbos poéticos cambian hacia el rigurosismo formal con Cal y canto (1929), gongorino y futurista a la vez y trata el mundo de los mitos modernos. Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos (1929) dedicado a las figuras del cine mudo.

Surrealismo. Sobre los ángeles (1929) responde a una crisis religiosa y vital del poeta. Es su obra maestra. Esta escrita en versos libres, cortos al principio, progresivamente mayores (versículos). El poeta se ve sin luz para siempre, expulsado del paraíso perdido. Va errando por un mundo caótico y sin sentido. Los “ángeles” simbolizan la crueldad, la tristeza, la desesperanza, la muerte…, distintos aspectos del Hombre. En esa línea surrealista esta Sermones y moradas (1929-30), en la que el poeta vuelve a sufrir un cambio estético, impulsado por sus actividades políticas contra el régimen de Primo de Rivera, aquí está el germen de su posterior poesía social, civil o de circunstancia.

Poesía cívica o social. Poesía social y política, revolucionaria. Elegía cívica (Con los zapatos puestos tengo que morir) (1930), El poeta en la calle (1930-1), 13 bandas y 48 estrellas (1930), Poemas del mar Caribe (1936), De un momento a otro (1938). Es una poesía de urgencia, a veces buena, a veces panfletaria.

Poesía en el exilio. Mezcla diversos estilos: obras sobre el destierro, de añoranza; poesía política (Coplas de Juan Panadero)…Destacan Roma para caminantes y Retornos de lo vivido lejano. Mitifica los paraísos de la infancia a la par que regresa a la estrofa clásica, tal y como se observa en Pleamar (1941) y Ora marítima (1953).

· FEDERICO GARCIA LORCA (1898-1936): Desde su infancia Lorca tiene el folclore a su alrededor, así el mundo andaluz con su idiosincrasia popular se convierta en motivo recurrente de toda su obra.

En Canciones, el primer libro definitivo de García Lorca, se cruzan la tradición clásica y la tradición española popular. Responde plenamente a su descendencia de los antiguos cancioneros, y sus metros cortos, el juego aéreo de los estribillos, se complementan con repetidas alusiones y giros populares.

En Poema del cante jondo (escrito de 1921 a 1924, publicado en 1931), Romancero gitano (escrito de 1924 a 1927, publicado en 1928) y Llanto por Ignacio Sánchez Mejías (1935), libros de profunda estilización, el documento tradicional se confunde y esfuma con elementos surgidos directamente de la fantasía del poeta. En el Romancero gitano la influencia del romancero clásico se percibe en un cierto tono y una manera comunes, más que por expresiones directamente emparentadas. El uso del material tradicional es un hilo conductor de esta poesía. En Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejias se percibe la influencia de la lírica cancioneril, especialmente la estela de Jorge Manrique y sus coplas fúnebres.

Lorca encuentra en el folclore literario de España el modulo y la razón de su estilo propio. Toda su obra primera esta atravesada por los cancioneros y romanceros de nuestro acervo de lírica popular. Sin embargo, su obra de madurez nada debe prácticamente a la vena popularista. Su teatro registra modismos y giros del habla popular, pero solo por fidelidad al género, como semillero estético.

En 1929 viaja a Nueva York y aquí se gesta un cambio radical en su poética, que da como primer fruto Poeta en Nueva York, que no fue publicado hasta 1940. Se trata del libro más emblemático del Surrealismo español, si no el único. Hay una dosis de crítica social, por la deshumanización que ejerce la sociedad industrializada, la angustia de las cotidianas y del insignificante lugar que ocupa el ser humano en la gran urbe, crea monstruos de asfalto y humo. El poeta es un espectador de ese mundo alucinado. El Surrealismo del libro no está en la ruptura del orden lógico de la frase, sino en una ruptura suave con la lógica ordenadora del lenguaje, que refleja la lógica ordenadora de ese mundo absurdo del que abomina el poeta. Se trata de una liberación de los controles de la mente para refugiarse en un mundo supra-real que no rezume la angustia descarnada del hombre bajo el yugo de la sociedad moderna.

El último Lorca es el que podemos leer en El diván del Tamarit y Sonetos del amor oscuro, donde amor y muerte se dan la mano. La muerte es el único y verdadero fruto del amor, la unión d esto antitéticos obsesiona a Lorca desde sus primeras producciones, y en su etapa final cobran forma poética.

En sus libros vemos que Lorca es de los poetas que más sólido mundo poético propio ha creado en la historia de nuestra literatura. La fuerza del mundo lorquiano procede directamente de su maestría con la metáfora, se trata de una metáfora no decorativa, sino significante, reveladora. Y es que el reino poético de Lorca, luminoso y enigmático a la vez, está sometido al imperio de un poder único y sin rival, la Muerte.

4.2. Los poetas profesores: Salinas y J. Guillén.

Ambos poetas se agrupan por el proyecto común de lograr de la poesía una forma intelectiva y sensitiva como única vía de aprehensión de la realidad. Se trata de la noción de la poesía como camino de perfección.

· PEDRO SALINAS (1892-1951): Los tres elementos básicos de su creación son autenticidad, belleza e ingenio. Para Salinas, la poesía representaba un modo de acceder a la esencia de las cosas y de las experiencias vitales. El ingenio permite ahondar en los sentimientos y acercarse así a lo absoluto, superando las anécdotas concretas. Es un autor perfeccionista, pero de gran sensibilidad. Es el principal poeta del amor de su generación. Desde su primer a su último libro hay una voz que intensifica la vivificación del mundo. El hombre afronta un mundo incompleto que reclama perfección. Hay dos temas recurrentes en su poesía: el amor, motor para la búsqueda de las realidades esenciales, la perfección de la vida, búsqueda en el tiempo y en el espacio de la fórmula para alcanzar la integración entre el “yo” y el mundo.

– Su primera etapa se singulariza en tres libros Presagios (1923), Seguro azar (1929) y Fábula y signo (1931). En ellos se acusa la influencia de Juan Ramón y de A. Machado. Se presentan los temas centrales de toda su poesía: el amor (expresado en la antigua dialéctica de amado / amada), la idea de la nada, lo desconocido (un mundo que no existe detrás del mundo real o mas adentro del alma) y el tema de la voluntad-poder.

– En la segunda etapa de su poesía (1933-1939) se configura ya como el poeta absoluto del amor (se convierte en la fuerza motriz de toda creación) y se configura en una trilogía: La voz a ti debida, Razón de amor y Largo lamento.

– Su tercera etapa se inicia tras la Guerra Civil. El libro mas característico es El contemplado (1946), donde la contemplación del mar con sus elementos intelectuales repliega el alma del poeta sobre sí misma, de lo que surge un conocimiento que es la propia conciencia. De la amalgama entre lo intelectivo y lo sensitivo brota la verdad final detrás de la que iba el poeta con magnética ansiedad.

La variedad de estructuras métricas utilizadas por el poeta revela las múltiples influencias recibidas, aunque, en general, se observa una preferencia por el verso corto: el octosílabo, solo o combinado con otros metros, es el más frecuente en su obra.

Se han señalado las relaciones de Salinas con Guillén: van a la realidad, buscan su esencia para hacerla lírica. Se diferencian en que Salinas es más subjetivo y amétrico; Guillén posee una más fuerte voluntad objetivadota y utiliza mayor regularidad métrica.

· JORGE GUILLÉN (1893-1984): Guillén es el máximo representante de la poesía pura dentro de su Generación. En sus poemas se observa una estilización de la realidad, una depuración hasta quedarse con lo más esencial de las cosas. Posee un lenguaje muy elaborado, muy selectivo, rigurosamente tratado, pulido, que renuncia al efectismo: una poesía fría (sobre todo en su primer contacto), difícil, pero de gran calidad artística: ansia de perfección; afán de luz, de claridad.

Las influencias más destacables son las de Valéry (poesía pura), Baudelaire (por su organización poética en un solo libro) y Whitman (por su júbilo, su exaltación de lo vital). También influyen los clásicos españoles: Berceo, el Romancero, Gil Vicente, Machado, Juan Ramón, Unamuno. Especial relevancia adquieren San Juan de la Cruz y fray Luis de León. No en vano se ha hablado del “misticismo” en la poesía de Guillén, de su deseo de descubrir, captar y expresar la armonía reflejada en el mundo.

Guillén concibe su obra como un todo, al que da nombre de Aire nuestro, y que está formada por las obras Cántico (1919-1950), Clamor (1950-1963) y Homenaje (1967). Su poesía ofrece una unidad de construcción que recuerda una obra arquitectónica.

Su proceso de perfeccionamiento estético es tal que desde 1931, año en que publica Cántico, no vuelve a publicar hasta 1950. Cántico es un libro de rara pero necesaria perfección formal, es un logro de plenitud que el poeta alcanza deteniendo el tiempo, la perspectiva, la contingencia: hallando la perfección del ser que lleva cada cosa. Escribe para receptores cualificados, capaces de prescindir de los estereotipos para entender. Lo que singulariza su estilo es la expresión de la lucha entre la más pura emoción y la inteligencia. La obra es una expresión del entusiasmo de su autor ante el mundo.

En Clamor, Guillén da un giro: se observa una protesta ante los horrores y las miserias del momento histórico. El poeta es optimista, pero no por ello deja de ver los defectos del mundo. También aparece el tema de España: la guerra, el exilio, la dictadura.

En Homenaje (Reunión de sus vidas), Guillén dedica poemas, como homenaje, a distintos personajes de las letras, las artes y las ciencias de todos los tiempos: Homero, Hipócrates, fray Luis de León, Góngora, Salinas, Lorca…

4.3. Aleixandre y Cernuda: los poetas del espíritu romántico.

· VICENTE ALEIXANDRE (1898-1984): Es uno de los que más fruto sacó del Surrealismo, pero aprovecha de éste solo aquello que pueda serle útil para su proyecto poético que consta en un entendimiento de la poesía como clarividente fusión del hombre con lo creado, poesía como conocimiento.

Su obra suele dividirse en tres etapas:

– La primera (1928-1943) se caracteriza por una visión pesimista del hombre. Destacan Ámbito (1928), Espadas como labios (1931), La destrucción o el amor (1933) y Sombras del paraíso (1943).

– En la segunda etapa abandona el surrealismo y se decanta por una visión poética historicista. La poesía se hace más solidaria y social. Su visión del hombre empieza a cambiar hacia un nuevo humanismo. Destaca En un vasto dominio (1958-1962).

– La tercera época sobreviene con Poemas de la consumación, supone una añoranza de la juventud y del mundo de posibilidades que esta encarna.

Aleixandre crea un mundo poético de gran originalidad sobre todo en la primera época. Le concede un lugar preeminente a la elementalidad, a la idea de la unidad del mundo, y más aún, la de que sea el amor dentro de esa unidad, la sustancia de todos los seres, incluso de los inanimados. La cosmovisión simbólica del mundo caracteriza la primera etapa de Aleixandre, la que la crítica ve como surrealista. Sin embargo, tanto la segunda etapa como la tercera abandonan el símbolo como matiz generadora de significados y vuelve al poeta a una cosmovisión realista. De este modo, podemos afirmar con Bousoño que hay dos cosmovisiones en la obra de este autor, una cósmica y otra histórica. Son de distinta índole, la primera es simbólica y la segunda realista. Esa diferencia entre ambos mundos no impide que puedan integrarse en la concepción más amplia y abarcadora que muestra En un vasto domino, donde en efecto la visión naturalista del primer Aleixandre y la historicidad del segundo se funden armónicamente en una suerte de “naturalismo-historicista”. En la tercera de sus etapas, la que se encuentra en Poemas de consumación, irrumpe en el mundo de Aleixandre un nuevo elemento: la vejez. No es de extrañar, por tanto, que ésta se cargue de tintes sombríos pues en las etapas precedentes el poeta había puesto énfasis en la vida y el amor, dones de juventud.

Formalmente, la poesía de Aleixandre ofrece variaciones en lo relativo al tratamiento del ritmo: si en unos poemas éste se logra por medio de la distribución del acento, de la rima y de repeticiones de diferente tipo, en otros se consigue a través del versículo de ritmos endecasílabos, que el poeta alterna con el verso breve.

· LUIS CERNUDA (1902-1963): Es un paradigma dentro de la generación, dado que transitó por todas las vertientes poéticas que se fueron sucediendo en los representantes de su generación, así buscó la pureza poética, practicó el surrealismo y como exiliado mostró el dolor del exilio.

Según las clarificadoras clasificaciones de los estudiosos, la obra de Cernuda tiene las siguientes fases:

– En la primera etapa (termina en 1928) se orienta hacia la búsqueda de la poesía pura. Destacan Perfil del aire y Égloga, elegía y oda, donde el homenaje tributado a Garcilaso es más que evidente.

– En un segundo momento juguetea con el Surrealismo, creando una poesía de imágenes visionarias. Destacan Un río de amor (1929) y Los placeres prohibidos (1931). Su obra magna, la que mejor representa su lírica: Donde habite el olvido (1932-3).

– La última etapa esta ocupada por las experiencias del exilio, donde se refuerza el tema de España en su poesía. Destaca La desolación de la quimera (1962).

La obra poética de Cernuda se recoge en un volumen que él mismo tituló La realidad y el deseo, que puede verse como una biografía espiritual, sucesión de momentos vividos y reflexión sobre experiencias vitales. Todas las edades del hombre aparecen en el libro, excepto la infancia que sólo es evocada como un mundo perdido y cuyo secreto se ha olvidado. Biografía de un poeta moderno de España -afirma Octavio Paz- La realidad y el deseo es también la biografía de una conciencia poética europea. Descubre el espíritu moderno a través del surrealismo. Para él, el surrealismo fue algo más que una lección de estilo, más que una poética o una escuela de asociaciones e imágenes verbales: fue una tentativa de encarnación de la poesía en la vida, una subversión que abarca tanto el lenguaje como a las instituciones. Unan mora y una pasión. Cernuda fue el primero, y casi el único, que comprendió e hizo suya la verdadera significación del surrealismo como movimiento de liberación de la conciencia.

Es ya tradición decir que Cernuda es un poeta de amor. Es cierto y de este tema brotan todos los demás: la soledad, el aburrimiento, exaltación del mundo natural, contemplación de las obras humanas.

4.4. D. Alonso y G. Diego: Los poetas críticos.

· DÁMASO ALONSO (1898-1990): Su labor más sobresaliente no es la poesía sino la crítica literaria. Suya es la mejor exégesis gongorina, el poeta por antonomasia en la epistemología de la generación. Su producción poética parece completamente heterogénea. Sin embargo en este tema hemos de abordar su obra lírica.

Su producción poética parece completamente heterogénea. En sus primeros poemas (Poemas puros, poemillas de la ciudad de 1921) hay una poesía formal rigurosa y de muy pulida factura. Es al tributo de la poesía pura. De ahí salta a los poemas terriblemente angustiados de Hijos de la ira y Oscura noticia de 1944.

Veintitrés años median entre su primer libro y los dos últimos. Su primera poesía es incidental y no plenamente desarrollada y su verdadera importancia como poeta viene de sus obras posteriores y no esta suscitada por sus actos como miembro de la Generación del 27.

Sin embargo, los temas desarrollados en Poemas puros y en algunas otras obras tempranas, así como las técnicas que emplea en dicha época tienen una íntima relación con los temas y técnicas que encontramos en los siguientes libros de poemas. El conflicto entre una visión idealizada de la vida y otra visión ásperamente realista, conflicto que es central en su primer libro, prefigura el choque entre un concepto religioso y un concepto existencial de la vida y este choque es también central en su poesía madura.

El uso de imágenes que combinan valores simbólicos y metafóricos puede verse a través de toda su poesía: el uso de un vocabulario prosaico con efectos poéticos puede comprobare en su primer último libro. Todo ello sugiere que Dámaso Alonso con su poesía forma una sola senda: sus primeros poemas revelan preocupaciones humanas, filosóficas y poéticas que florecen del todo en sus libros posteriores, libros que le capacitan como guía de la renovación poética que sigue a la guerra civil.

En cuanto a la lengua poética de Dámaso Alonso, es ya un tópico de la crítica afirmar que es este poeta el que inicia el renacimiento de la poesía realista en España con Hijos de la ira. Sin embargo, la gran contribución del poeta a la lengua poética nada tiene que ver con el realismo como tal. Realidad sí, realismo no.

Dámaso Alonso es el primer poeta español que de una manera constante incorpora cualquier tipo de vocabulario al lenguaje poético total. La seriedad y el humor, la belleza y la fealdad, la pulcritud y la vulgaridad, con igual derecho y dentro del mismo poema.

· GERARDO DIEGO (1896-1987): Gerardo Diego es otro de los exponentes generacionales que tan pronto elabora teorías críticas como poemas de belleza infinita. Su poesía es rica y variada aunque, desde sus mismas palabras, la crítica tiende a observar un movimiento pendular entre su “poesía relativa” (la que se apoya directamente en la realidad) y “poesía absoluta” (que se nutre sólo de sí misma). El conjunto de su poesía se suceden composiciones con versos tradicionales con otras con versos raros, nuevos y diversos. Esta dialogía se encarna perfectamente en Versos humanos (1918-1924). Imagen (1922) y Manual de espumas (1923), los dos últimos, exponentes del quehacer vanguardista. El Creacionismo y V. Huidobro le abren las puertas de la poesía creacionista, y en sus poemas se hace una trasposición de las técnicas cubistas a la poesía.

En Versos humanos se anuncia la profundidad del maestro que escribe versos en su mejor libro, ya de madurez, Alondra de verdad de 1941. Tras la Guerra Civil se volvió más tradicionalista. Trató todo tipo de temas: religioso, amoroso, taurino, musical, pueblos de España…

Gerardo Diego es la mejor imagen de la síntesis entre tradición y renovación. Es un gran maestro en el arte de versificar, a lo que añade sensibilidad y sabiduría.

5. CONCLUSIÓN

Obviamente, habida cuenta de los difusos límites que impone el método generacional, la nómina de poetas del 27 que en este tema es ofrecida podría ser incrementada. Tal vez hubieran merecido nuestra atención poetas como Emilio Prados, Manuel Altoaguirre (ambos malagueños). Sin embargo hemos preferido ahondar en las características de los líricos más sobresalientes e indiscutibles de la generación, corriendo el riesgo de olvidar a muchos, a hacer un tema repertorio de nombres y fechas, que si bien tiene la virtud de la erudición adolece la profundidad. Por tanto creemos que con el condicionante del espacio reducido que le corresponde a un estudio de estas características, es preferible el detenimiento en aspectos relevantes, aunque sea en detrimento de la extensión nominalística.

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