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Tema 68 – La poesía española a partir de 1940

1. GENERALIDADES

A. PUNTO DE PARTIDA

En el periodo bélico se produce un general empobrecimiento técnico y el retorno a temas de probada eficacia como el romance, la patria como madre, la esencia de las dos Españas, etc. La producción durante la guerra adolece de las deficiencias propias de la propaganda, de la confusión entre el arte y la manipulación de masas y la deficiente capacidad creadora. No obstante, autores relevantes se dedican también a este tipo de poesía (Antonio Machado, Herrera Petere, Emilio Prados, Miguel Hernández, Alberti, Gerardo Diego, Aleixandre, Altolaguirre, Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Manuel Machado, Agustín de Foxá, José Mª Pemán), desde ambas trincheras, aunque con una mayor preponderancia de la republicana.

Además de la publicación de libros, adquieren una gran importancia las publicaciones periódicas: Hora de España, Vértice, El mono Azul…, a veces ni siquiera de índole cultural, y que consiguen llegar a un mayor número de lectores.

En la poesía de posguerra, muertos García Lorca, Unamuno y Antonio Machado, solamente Juan Ramón Jiménez se erige como precedente inmediato de todos lo poetas, tanto de los que escriben en España (Gerardo Diego, V. Aleixandre y Dámaso Alonso), como de los que lo hacen en el exilio (Salinas, Guillén, Cernuda, Alberti, León Felipe). A pesar de este panorama, la poesía es el género más rico y variado, donde antes se recuperan las señas fundamentales, siendo en el campo donde mayor contacto existe con la literatura occidental. Es destacable mencionar la función de las revistas literarias o que incluyen artículos de literatura, que sin abandonar su ideología dominante permiten un cierto grado de mezcla y difusión de autores y movimientos.

B. REVISTAS Y TENDENCIAS

· Escorial: uno de los puntos de contacto fue la exaltación del clasicismo renacentista que pretendió recuperar. Entre su nómina se encuentran poetas jóvenes que militaron posteriormente en distintos, y aun opuestos, movimientos, aunque domina en ellos la ideología falangista. Destacan Leopoldo Panero, Dionisio Ridruejo, Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco.

· Otros poetas se congregaron en torno a un movimiento Juventud creadora y constituyeron el núcleo fundacional de la revista Garcilaso. Tras la guerra y a partir de publicaciones vinculadas con la Falange, creció el grupo y surgió hacia 1943 la mencionada revista, bajo el lema Siempre ha llevado y lleva Garcilaso y con otros autores paradigmáticos como Santillana, Quevedo o Meléndez Valdés. Con la polémica dirección de García Nieto se impone una visión castrense, imperial, caballeresca y amorosa de la vida, en orden a la recuperación del neoclasicismo, la revitalización del cancionero y una clara tendencia neopopularista.

· En 1944 comienza en León la publicación de la revista Espadaña, como reacción a Garcilaso (aunque fueron muchos los autores que publicaron en ambas revistas). Su programa se puede resumir en menos perfección estilística y más gritos, menos metáforas y más gritos…, vida, vida, vida, es decir, claro antiformalismo y demanda de una poesía menos edulcorada y tópica.

· En los años sesenta se empieza a escuchar la voz de dos tendencias articuladas en torno a dos nuevas revistas. Postismo: sus representantes son Carlos Edmundo de Ory, Eduardo Chicharro y Silvano Sernesi. Se trata de un intento de abrir brecha a la poesía conformista, supone una ruptura formal universalista, que contrasta con el cerrado mundo de la poética española del momento. Es una defensa de la libertad formal y temática, visible en la técnica del collage y en las condensaciones greguerianas de Ory, del que destacan Los sonetos, Técnica y llanto, Lee sin temor o Poesía abierta.

· La revista cordobesa Cántico, en su primera etapa, supone una conexión con la generación del 27, especialmente con Cernuda, y en la segunda, la búsqueda de un marcado carácter de pureza poética. Entre sus notas conceptuales se encuentra el refinamiento formal, la búsqueda de la palabra rica y justa, intimismo, barroquismo… De entre sus fundadores hay que recordar a Pablo García Baena (Mientras cantan los pájaros, Antes de que el tiempo acabe), poeta del cuerpo, de la juventud, del goce del vivir y de la melancolía del tiempo; y a Juan Bernier (Aquí en la tierra, En el pozo del yo), entre el pensamiento y la emoción.

2. LA GENERACIÓN DEL 36

Existe un considerable grado de confusión en cuanto a los agrupamientos y terminologías en toda la poesía española más reciente. Así, la Generación del 36 es conocida también como la de la República, la de la Dictadura, la generación escindida… Existe también el problema metodológico de ofrecer una clasificación homogénea de la poesía publicada bajo la férula del franquismo y de la que se escribe en el exilio.

Tras la guerra se muestra un empobrecimiento que solamente se romperá en los años cincuenta. En el ámbito de la poesía se pueden rastrear fenómenos que empezaron un poco antes, como la recuperación de determinadas métricas tradicionales y la adopción de temas religiosos por las corrientes católicas. El interés por la lírica religiosa se manifiesta en la publicación de la Antología Sacra por Valbuena Prat (1940), así como la temática heroica se revela en Poesía heroica del Imperio (1940 – 1943), publicada por Luis Rosales y Luis Felipe Vivanco.

· Luis Rosales exalta con júbilo la vida, la primavera, el amor, dando rienda suelta al sentimiento de un modo que recuerda el Cántico de Guillén. La preocupación formal se dirige a la búsqueda de un neoclasicismo con el que plasmar, en una gran riqueza de imágenes y metáforas, la presencia religiosa de sus obras juveniles. Escribió Abril, El crecimiento del alma en la palabra encendida de Luis Rosales; La casa encendida, poema lírico y narrativo a la vez en el que aparece la verdadera dimensión poética del autor.

· El propio Vivanco, iniciado antes de la guerra en una poesía próxima a la de Neruda, muestra en Cantos de primavera (1936) una poesía plena de religiosidad y amor en la que combina el soneto con el verso libre. Posteriormente escribe Tiempo de dolor y su libro más conseguido El descampado. Sin embargo, su libro póstumo, Prosas propicias, es el que alcanza las mejores cotas de calidad.

· Iniciado en las vanguardias de preguerra, Leopoldo Panero escribe poemas impregnados de una honda espiritualidad, como sucede con los Versos al Guadarrama. Su gran poema religioso es Estancia vacía, cuya línea proseguirá con Escrito a cada instante, su libro más definitorio, de acento machadiano. Su Canto personal es un alegato contra el Canto General de Neruda. Todo parece anunciar la llegada del Blas de Otero del Cántico espiritual (1942) que evolucionará posteriormente a una religiosidad más desarraigada.

· Dionisio Ridruejo se inicia con Plural, obra de poesía barroca, para ir evolucionando hacia poemas más descriptivos al tiempo que cambia su ideología desde el falangismo a la socialdemocracia, itinerario visible entre Poesía en armas (1940) y Hasta la fecha (1960).

· Arturo Serrano Plaja escribe poemas testimoniales y comprometidos, ideológicos y dotados de lirismo y sentido de trascendencia: Versos de guerra y paz, Galope de la muerte, La mano de Dios pasa por este perro.

· Juan Gil – Albert es un autor solitario, melancólico y elegíaco, contemplador y gozador de la naturaleza y poeta reflexivo sobre la vida, el hombre, su destino, pletórico de paganismo vital, ardor juvenil y goce sensual, aunque no exento de presagios de muerte y tinieblas (En el día de difuntos). A pesar de ello, su reincorporación a la poesía en los años setenta origina sus mejores obras: Fuentes de la constancia, Homenajes, In-promptus.

MIGUEL HERNÁNDEZ: Nacido en 1910 en Orihuela, debe ser encuadrado en la generación del 36 y considerado como renovador de la nueva poesía española, aunque sus estrechas relaciones con Neruda y Aleixandre y su paralelismo con poetas de la Generación del 27 hacen que se le pueda encuadrar en una situación intermedia. Su niñez transcurre en el campo mientras pastorea el rebaño paterno. Tempranamente en contacto con los Sijé, éstos se convierten en sus mentores. Viaja a Madrid, donde conocerá a Neruda y colaborará con él en la revista Caballo verde para la poesía. Es posible apreciar una evolución desde una cierta religiosidad hasta la recia y entrañable profundidad de tierra y sangre, de hombre y soldado, de amante y padre. Tras escribir el gongorino Perito en lunas (1933) y Quién te ha visto y quién te ve y sombra de lo que eras, publica en 1935 Los hijos de la piedra. Drama del monte y sus jornaleros. Al año siguiente da a luz su apasionado Rayo que no cesa, donde demuestra ser un poeta auténtico, de corte y temas clásicos a los que dota de vida y aliento trágico, de una desesperación y ternura muy personales, plasmadas en imágenes y símbolos muy atractivos. Ya en plena guerra, en la que se encuadra en el Quinto Regimiento, publica dedicado a Aleixandre Viento del pueblo. Su poemario dedicado a Neruda, El hombre acecha, no vio la luz porque iba a ser publicado en Valencia cuando la ciudad fue tomada por las tropas rebeldes.

Su obra poética se sitúa alrededor de unos 110 poemas escritos hasta 1941, un año antes de su muerte en prisión. En su obra final, Poemas últimos, destaca el valor del amor de la amante como dador de libertad, al igual que lo es el amor del niño de las Nanas de la cebolla : Tu risa me hace libre /me pone alas. Hernández es el poeta de la tierra, telúrico, hombre del campo nacido para el canto, con una innata facilidad para adoptar diversos estilos, barroco, popular. Su temática está conformada por la tierra, el hombre, la esposa, el hijo, la lucha, el pueblo.

3. POESÍA TRASTERRADA

A. PEDRO SALINAS: Su labor como profesor universitario de literatura española en Europa y América le dejó tiempo para su faceta de poeta, narrador, autor teatral y crítico. En su primera etapa poética, con Presagios, se anticipa a las tendencias de su tiempo, pero es en su segunda etapa cuando alcanza la plenitud: La voz a ti debida, Razón de amor, Largo lamento. La tercera se inicia con El contemplado. En Seguro azar y Fábula y signo se denotan los signos del ultraísmo pero modificados a través de un prisma personal. La trilogía amorosa de su segunda época es uno de los mayores logros de la poesía de posguerra.

B. JORGE GUILLÉN: En ocasiones se le ha considerado como un poeta puro, clasificación que él rechazaba. La elaboración de Cántico pasó por varias etapas: su primera edición recoge 75 poemas, que fueron engrosándose de forma progresiva hasta llegar a la cuarta con 340. Se inicia al modo jubiloso de San Juan de la Cruz adentrándose en un nuevo mundo luminoso. Los tópicos eternos (amor, muere, destino) aparecen transfigurados por un hálito especial y centrados en el protagonismo vital del poeta. En Clamor, mucho más flexible, llega hasta la prosa, pero regresa de nuevo a la lírica en Homenaje (1967). En 1968 reúne su obra completa en Aire nuestro y posteriormente publica en Buenos Aires Y otros poemas.

C. LUIS CERNUDA: representa la ruptura de la tradición poética española y por sus intentos de renovación radical puede considerarse poeta clave de su generación, sin olvidar su importancia como crítico y teórico de la literatura. Por su independencia y rebeldía ha recibido siempre la consideración de poeta maldito. Sus primeras poesías, Perfil del aire, son publicadas en 1927. La primera influencia del poeta es francesa (Rimbaud, Gide), pero también es deudor de Garcilaso y Bécquer. Comienza Un río, un amor, exploración en el mundo imaginativo del surrealismo, que culmina en el advenimiento de la República, con Los placeres prohibidos. Hasta el primer año del Alzamiento convive con otros poetas como Aleixandre y Lorca. De esta época es su preocupación por el deseo, que polarizará su obra. Al deseo se opone la realidad y será ésta la que, al vencer la imaginación, convertirá al hombre en víctima. Con Donde habite el olvido abandona el surrealismo volviendo a su antiguo lirismo, que después rechaza. Invocaciones a las gracias del mundo inaugura una nueva etapa que cristalizará ya en los años cuarenta con Las nubes y Como quien espera el alba. Tras emigrar a Estados Unidos fija su residencia en Méjico en 1953. Allí se acentuará su rebeldía en una hermosa y violenta exposición: Desolación de la quimera, Vivir sin estar viviendo, La realidad y el deseo

D. RAFAEL ALBERTI: después de su vocación por la pintura, tras la muerte de su padre, empieza a escribir poesía en los años 20. Conocedor de Lorca y de Gil Vicente inicia Marinero en tierra en el sanatorio de San Rafael de Guadarrama, de donde trajo una tuberculosis. La obra tiene influjos de la poesía tradicional, salpicado de rasgos ultraístas y con significativos paralelismos con Antonio Machado. En 1925 recibe el Premio Nacional de Literatura. Ese mismo año realiza un viaje por Castilla, de la que recibe la inspiración para La amante. Un breve periodo gongorino lo introduce en el terreno experimental (Cal y canto) con obras plenamente vanguardistas. Tras una crisis amorosa escribe Sobre los ángeles de una gran imaginería simbólica. En 1929 inspirado por el cine cómico realiza los poemas representables Yo era un tonto y lo que he visto me ha hecho dos tontos, provistos de cierto tono dadaísta.

Con la llegada de República inicia la lucha en el campo político desde una perspectiva comunista, bajo cuya militancia combativa publica El poeta en la calle. En plena guerra edita Poesía (1924 – 1937) multiplicando sus actividades propagandísticas a favor del Frente Popular; contribuye a la salvación de los tesoros de Prado y funda la revista El mono azul. Durante el destierro en Francia y Argentina escribe Pleamar, Coplas de Juan Panadero, Retorno de lo vivo lejano, Ora marítima, Baladas y Canciones del Paraná. Con Rosa León pasa a residir a Roma, cuyas experiencias se publican en Roma, peligro para caminantes. No se debe olvidar su gran contribución al teatro ni sus aportaciones en el campo de la pintura, a la que dedica A la pintura. Cantata de la línea y del color, en 1945.

E. EMILIO PRADOS: El poeta malagueño, muerto en el exilio mejicano, fue viajero por Europa e interno en la Residencia de Estudiantes. Junto con Altolaguirre fundó la editorial Litoral y la revista del mismo nombre (1927). Bajo la influencia de los novelistas rusos inicia su primera época con libros como Tiempo, Canciones del farero y Vuelta, entre lo popular y lo juanramoniano, para pasar luego a una fase existencialista. En el prólogo de Llanto en la sangre muestra su adscripción a la poesía social y revolucionaria, que materializa en Andando, andando por el mundo y Calendario incompleto del pan y del pescado. En el exilio escribió Memoria del olvido, Jardín cerrado y Río natural con una lírica más simbólica y conceptista.

F. MANUEL ALTOLAGUIRRE: Contribuyó notablemente a la difusión de la poesía desde su faceta de tipógrafo editor y de fundador de la revista Ambos, Litoral, Poesía y Héroe. Fue el impresor de la revista de Neruda Caballo verde para la poesía; en Londres editó la revista 1616 junto con su mujer Concha Méndez, y colaboró como guionista y productor de Buñuel en Méjico. Su primera obra, Las islas invitadas, es de tipo neorromántico. En tiempos republicanos escribe Poesía; durante la guerra La lenta libertad y Nube temporal, en el exilio, Fin de un amor y Poemas de América.

G. LEÓN FELIPE: Poeta visionario, profeta y guía, péndulo entre los temas míticos y los bíblicos, entre el verso y la prosa, la lírica y la épica, la retórica y la antipoesía. En el exilio escribió una ingente obra humanitaria y solidaria. Su poesía es personal e independiente. Antes del inicio de las hostilidades ya había publicado Versos y oraciones de caminante, pero es Drop a star, publicada en Méjico en 1933 donde inicia su permanente grito de denuncia y acusación. De regreso a España, una vez iniciada la contienda, publica varios poemas, entre los que destaca La insignia, su obra más significativa de guerra junto a Oferta. Algunos de éstos se integrarán en el libro El payaso de las bofetadas y el Pescador de cañas, al que siguen El hacha, Español del éxodo y del llanto y en el exilio El Gran Responsable, El poeta prometeico, y Ganarás la luz, con el obsesivo y permanente tema de España.

4. EL AÑO POÉTICO DE 1944

La publicación de Sombra del Paraíso supone la vuelta de Aleixandre, tras un dilatado y significativo silencio. Es un libro neorromántico, con una cosmovisión casi surrealista, en el que versifica con pasión y no con la frialdad garcilasista, enriqueciendo el panorama poético. Sigue una actitud panteísta en la que el universo creado es virgen y sugerente y el mundo constituye una gran unidad en la que el hombre se funde por amor; se enfatiza el erotismo y el paraíso se identifica con la muerte. Permanecen los grandes temas, mar, fuego, tierra, y agua de lluvia, pero invadidos por la tristeza.

Otro evento poético es la publicación de Hijos de la ira, de Dámaso Alonso, en la que coinciden el elevado nivel estético y la repercusión histórica. El libro exhibe una gran complejidad, la disposición racional del poema se rompe continuamente por la aparición de imágenes vigorosas y sugestivas. Su fondo crítico va más allá del tono inconformista y de denuncia implícito en el surrealismo. La anterior ironía del poeta se transforma aquí en dramático sarcasmo. Presenta una concepción del mundo radicalmente inconformista, desde una visión negativa y violenta.

5. LA LÍRICA DE LOS CUARENTA

En esta década aparece una serie de poetas jóvenes que en la siguiente gozarán de una obra consolidada. La agrupación no es cronológica, ni por tendencias, porque existen evidentes diferencias; pero a grandes rasgos se puede hablar de una lírica realista, con un sentido histórico de la existencia humana y de compromiso, contraria al esteticismo y de expresión sencilla (Celaya, Otero, Hierro y Nora), y otra, también con preocupaciones por la realidad, pero cuya visión se centra más estrictamente en lo interior (Bousoño, Gaos, Morales y Valverde).

A. GABRIEL CELAYA: encarna la poesía testimonial y comprometida, aunque la ingente amplitud de su obra rebasa esta dirección para compartir otras, incluso contrapuestas, a lo largo de su evolución. Entre sus primeros libros se encuentran Marea de silencio, La soledad cerrada; más personales son Movimientos elementales, Tranquilamente hablando, otros son experimentales Campos semánticos. La posición de Celaya cambia desde la significativa presencia del yo a una poesía de compromiso social y político, solidaria y llena de esperanza: Las cartas boca arriba, Lo demás es silencio, Cantos íbero, Episodios nacionales, que se evidencia de modo explícito en el poema La poesía es un arma cargada de futuro.

B. BLAS DE OTERO: a una problemática acuciante une un sistema estético muy personal. Su primer libro, Cántico espiritual, contiene reminiscencias místicas y se trata de un libro de afirmación. De temática similar son Ángel fieramente humano y Redoble de conciencia, que corregidas y aumentadas originarán Ancia (1948). Se trata de un buen ejemplo de poesía desarraigada, con un cierto tono generacional, donde el ansia de Dios sirve, a diferencia del Cántico,para expresar una queja: Me haces daño, Señor. Quita tu mano / de encima. Más allá de una simple estética de realismo social, reivindica la dignidad de la persona y del país en una profunda afirmación de solidaridad. Este cambio de actitud se inicia en Pido la paz y la palabra, y continúa en los sesenta con En castellano, Esto no es un libro y Que trata de España, en las que a pesar de todo existe una esperanza: Creo en el hombre (…) creo en la paz, creo en ti, patria

C. JOSÉ HIERRO: en los prólogos de las reediciones de sus obras interpreta su producción, que considera escindida en dos vías que constituyen ambos polos entre los que se moverá su evolución poética: el reportaje y las alucinaciones. En la primera predomina lo testimonial, en la segunda lo intimista henchido de surrealismo y de hermetismo. En su poesía, de conflictivo y dramático contraste, se produce un continuo enfrentamiento de conceptos, sentimientos, situaciones e ideas, muy arraigado en la temporalidad. La herramienta poética que utiliza es la palabra coloquial y desnuda.

D. CARLOS BOUSOÑO: poeta y teórico de la poesía, facetas que se funden en la necesidad de exponer una interpretación del universo, de conocer la posición del hombre en el mundo y de afirmar la vida. El escritor considera que debe ocuparse del espíritu, de la materia, de lo inmediato y lo trascendente, de lo infinito y lo limitado, de lo eterno y de lo perecedero. Publica Subida al amor, Primavera de la muerte, Noche del sentido, Invasión de la realidad. Con este último libro entra en una nueva etapa en la que experimenta con la palabra y la imagen; acepta la realidad pero reconociendo la limitación de la existencia. Nuevos hitos en su poemario son Oda en la ceniza, que constituye una interpretación existencialista de la vida, con fuertes dosis vitalistas de amor, pero también de muerte, y Las monedas contra la losa.

6. LA POESÍA DE LOS 50 Y 60

Al inicio de los cincuenta coexistían una poesía arraigada, religiosa, intimista, con ciertas dosis de realismo, otra desarraigada, de tipo subjetivo y de conflicto con el mundo externo y una tercera vía de denuncia social y de conflicto. Esta situación perdurará más de diez años y comprenderá gran parte del itinerario poético de muchos escritores. Otros publican sus primeros poemas a finales de los cincuenta y alcanzan la madurez en la década posterior. Son los conocidos como poetas del medio siglo o la Generación del 60: tienen un cierto carácter colectivo a pesar de las polémicas alrededor de cuál debe ser la función de la poesía. Se discute sobre poesía social y poesía de comunicación y cuáles deben ser sus notas conceptuales: historicidad, realismo, compromiso, testimonio, denuncia, etc. Se escribe una poesía de tipo histórico, enraizada en la sociedad del momento, provista de un tono eminentemente narrativo, que renuncia a la imaginación para rendir culto a la estética de la pobreza con un léxico extremadamente sencillo. En la temática se sustituye a Dios por elementos mucho más cotidianos, los familiares y laborales, asuntos políticos, y sobre todo los de la infancia y adolescencia. La conciencia crítica de esta generación le induce a la recuperación del noventayochismo con afán de denuncia, sobre todo por lo que respecta al tema de España, pero en la que va imperando progresivamente el tema urbano, con una clara atracción por los objetos de uso común. En esta generación se incluyen importantes nombres como:

Carlos Barral – José Agustín Goytisolo

Francisco Brines – Claudio Rodríguez, Desde mis poemas

Manuel Caballero Bonald: Vivir para contarlo – Carlos Sahagún

Jaime Gil de Biedma – José Ángel Valente

Ángel González: Palabra sobre palabra – Félix Grande

7. LA DÉCADA DE LOS 70

Hacia el año 1966 aparecen en el panorama poético español signos evidentes de renovación que se pueden plasmar en la aparición de Arde el mar, de Pere Gimferrer, seguida de distintas tendencias, pero siempre innovadoras. La aparición de la compilación de José Mª Castellet, Nueve novísimos poetas españoles, fue la puesta de largo de estas tendencias, y los autores que aparecen en ella, y que coinciden en que no conocieron de forma directa la guerra civil, escriben completamente al margen de los dictados y las poéticas de la generación paterna con la que se consideran enfrentados, recuperando actitudes anteriores, sobre todo marginadas y manifiestan total desinterés por la situación real del momento. Algunos críticos consideran a estos nuevos valores como la Generación del 68.

Una de las causas expuestas es que no se han formado en el regazo del humanismo literario, sino en los medios de comunicación de masas, lo que les aboca a una nueva sensibilidad y una mitología nueva procedente de los deportes, del cine y hasta del cómic. Para ellos la ruptura con la generación anterior significa la proclamación del valor absoluto de la poesía y la autosuficiencia del poema que será un símbolo más que un material literario transmisor de ideas o sentimientos.

Se caracterizan por la absoluta libertad en las formas, el discurso plagado de citas o frases de la sabiduría popular, que se deberá conseguir con la escritura automática, la elipsis, el collage, la síncopa, etc. y la introducción de la artificiosidad y componentes exóticos para firmar una postura esnob (goticismo, misterio, modernismo, alergia a lo hispano, etc.). Los nombres de estos nueve novísimos son:

Pere Gimferrer – Félix de Azúa

Guillermo Carnero – Leopoldo María Panero

Manuel Vázquez Montalbán – Ana María Moix

José María Álvarez – Vicente Molina Foix

Antonio Martínez Sarrión

Además de estos nueve autores, incluidos en la mencionada antología, existe otra pléyade de poetas que superan la poética de los cincuenta a través del culturalismo, la sensibilidad camp y la recuperación general de la óptica vanguardista. Entre ellos hay que mencionar a Luis Antonio de Villena, Luis Alberto de Cuenca, Jenaro Talens, Víctor Pozanco, Juan Luis Panero…

En el campo de la poesía experimental tiene una significación especial el grupo Dau al set (Dado al siete), con poetas como Joan Brossa o Juan Eduardo Cirlot, así como el uruguayo Julio Campal, creador del experimentalismo, Fernando Millán y Jesús García Sánchez, continuadores del movimiento. Por su parte la poesía concreta originaria de Brasil rompe con la unidad formal y rítmica del verso para incorporar el espacio gráfico y visual, el ideograma, contactando con otras tendencias vanguardistas en el letrismo, el happening, el espacialismo, la poesía semiótica, e incluso el collage entre texto y fotografía.

8. ESBOZO DE LA POESÍA POSTERIOR

En la antología de José Batlló, Poetas españoles poscontemporáneos, 1974, se advierten ya rasgos contrarios a los de los novísimos, que se afirman posteriormente en el prólogo a Nueve poetas del surgimiento, de Víctor Pozanco (1976), recopilación ampliada en Segunda antología del resurgimiento (1980). Estos poetas nacidos con posterioridad a 1950 y que se incorporan a partir del 75 sin integrarse en una poesía colectiva, siguen más bien tendencias personales. Todavía predominan algunas características básicas de la anterior generación, como el interés por el lenguaje o la consideración de la autonomía del arte, y en mayor o menor grado el neobarroquismo y la renuncia al influjo de los mass media. En la compilación Florilegium (1882) a cargo de Elena Jongh Rossell, a la luz de tensiones entre vitalismo e intimismo, se aprecia la diferenciación de nuevas promociones. Podemos destacar algunos nombres como César Antonio Molina, José Lupiáñez, José Luis García Martín, Andrés Sánchez Robayna, Francisco Bejarano y Ramón Irigoyen.

9. CONCLUSIÓN

La primera característica de la literatura del siglo XX en castellano es la profusión de libros y autores, prácticamente en todos los géneros. Esto ocasiona una riqueza de datos que requiere un tratamiento distinto al de las literaturas precedentes. Además, a ello va ligado la complejidad del mundo del libro y las editoriales. Sin entender la evolución de las editoriales, las revistas como fuente de difusión, las relaciones del escritor con el cine o la televisión y toda una serie de factores, no captaremos el lugar específico del escritor en la cultura actual.

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