0. Introducción.
El estudio de las relaciones que establecen las sociedades con su(s) lengua(s) o con otras comunidades con lengua(s) distinta(s) a la suya es una preocupación de muchos lingüistas. Si bien desde el punto de vista sincrónico es un fenómeno que estudia la sociolingüística, ya en el siglo XIX la coexistencia de lenguas era señalada como uno de los motores de los cambios lingüísticos.
El enfoque que requieren estas cuestiones es multidireccional, ya que la naturaleza de ambas realidades –las lenguas y las sociedades en que se emplean- es tan compleja que provoca fenómenos muy diversos entre sí. En el presente tema se abordarán los procesos que dan lugar a la coexistencia de dos o más lenguas, en lo que respecta al conocimiento y uso de dos o más lenguas, y las diferentes repercusiones lingüísticas que producen las lenguas en contacto. Posteriormente, se analiza el proceso de normalización lingüística y su desarrollo en las comunidades españolas que tienen lengua propia.
1. Bilingüismo y diglosia.
1.1. El bilingüismo: definición y tipos.
La definición del término bilingüismo (tomado del latín bi-lingüis ‘el que habla dos lenguas’) no es homogénea en todos aquellos que han estudiado este aspecto, aunque puede decirse que la mayoría de las definiciones reitera la idea de que el bilingüismo supone “el uso de dos lenguas por parte de un hablante o comunidad”. En este caso, el problema se presenta en la comprensión global de todos y cada uno de los elementos que intervienen en el fenómeno del bilingüismo, entre los que destacan: factores individuales (como el aprendizaje de la lengua B o la dimensión psicológica); factores sociales (relativos a las relaciones lengua/sociedad); bilingüismo estable/inestable (en la medida en que se produce la convivencia de forma paralela sin que ninguna lengua caiga en desuso o la situación inversa); la educación bilingüe; la existencia de comunidades históricamente bilingües; la política lingüística y sus medidas ante el bilingüismo, etc.
Al tratarse el bilingüismo de la utilización alterna de dos o más lenguas, habría que examinar el grado de competencia que en ambas lenguas tiene el individuo, es decir, los usos que el bilingüe haga de cada lengua y bajo qué condiciones éstas se utilizan. Dependiendo del desarrollo de las destrezas comunicativas (hablar, leer y escribir) que exigen un mayor conocimiento, Karmele Rotaetxe (1990) distingue:
a) Bilingüismo de comprensión o en primera potencia, para el bilingüe que carece de capacidad de expresión y sólo “piensa” en una de las lenguas.
b) Bilingüismo de comprensión y de expresión, o en segunda potencia, para el bilingüe que alcanza los dos procesos, pero realiza la actividad mediadora a partir de una sola lengua.
c) Bilingüismo de comprensión, expresión y pensamiento: es el caso del bilingüe activo, completo y coordinado. Esta capacidad requiere que el hablante diferencie las normas de la vida socio-cultural que las lenguas particulares reflejan. Habitualmente se distinguen dos clases de bilingüismo:
A) Bilingüismo individual. Es el que afecta al individuo y a los condicionamientos psicológicos que inciden sobre el mismo. Diferencia los siguientes aspectos:
1. Según la relación entre lenguaje y pensamiento:
Ü Bilingües compuestos: cuando se recibe un mensaje en la Lengua A o en la B, hay mecanismos de adaptación del mensaje en la mente del hablante hacia la lengua predominante.
Ü Bilingües coordinados: si el mensaje es recibido en la Lengua A o en la B, se entiende en cada una de esas lenguas. Además, la respuesta es en la misma lengua en que se ha recibido.
2. Según el grado de conocimiento de la lengua:
Ü Bilingües equilibrados: son aquellos que tienen un grado de conocimiento idéntico de ambas lenguas.
Ü Bilingües dominantes: se da cuando el grado de conocimientos es mayor en una de las dos lenguas. Esto ocurre, generalmente, con la lengua materna.
3. Según la edad de adquisición:
Ü Bilingüismo de infancia: no se ha alcanzado la madurez y el bilingüismo corre paralelo al desarrollo general del niño.
Ü Bilingüismo de adolescencia: se aprende una segunda lengua entre los 10/11 años hasta los 16/17.
Ü Bilingüismo de edad adulta: aprendizaje o adquisición en etapas posteriores a las señaladas.
4. Según las relaciones de estatus socio-cultural de las dos lenguas:
Ü Bilingüismo aditivo: si las dos lenguas tienen una valoración positiva.
Ü Bilingüismo sustractivo: cuando una las dos lenguas, la materna, por ejemplo, está desvalorizada.
5. Según la pertenencia y la identidad culturales:
Ü Bilingüe bicultural: cuando se reconocen y aceptan las dos realidades culturales de las lenguas A y B.
Ü Bilingüe monocultural: cuando se reconoce sólo la identidad cultural del grupo al que pertenece el bilingüe.
B) Bilingüismo social. Es aquel que se refiere a la sociedad en su conjunto, dentro de la cual se integra el individuo.
El bilingüismo social también está regido por una serie de factores. Para empezar, se dice que una sociedad es bilingüe cuando una parte más o menos importante de la sociedad lo es. Habría, por tanto, una relación de causa efecto: hay sociedades bilingües porque existen individuos bilingües o, por el contrario, el que existan varias lenguas en una comunidad trae como consecuencia la presencia de individuos bilingües. El bilingüismo individual y social, pues, están íntimamente relacionados.
Dentro del bilingüismo colectivo, Hugo Baetens –citado por K. Rotaetxe– distingue tres tipos de bilingüismo:
a) El bilingüismo horizontal. En este caso se encuentran el francés y el inglés en Quebec: se trata de dos lenguas oficiales que tienen el mismo estatus cultural y en la vida familiar.
b) El bilingüismo vertical. En el segundo caso concurren el uso de una lengua oficial y el de un dialecto con el que está emparentada. Se da en la Suiza germánica (schwyzertütsch y alemán).
c) El bilingüismo diagonal. En cuanto al tercero, ocurre en hablantes que usan un dialecto o una lengua no oficial junto con una lengua oficial “genéticamente no relacionada”, como ocurre en el estado de Louisiana, donde se hablan el inglés y el francés, aunque sólo el primero es oficial.
1.2. La diglosia.
Charles A. Ferguson parte de la hipótesis de que hay una situación muy caracterizada en la relación que se establece entre la lengua estándar y la coloquial –relación que él llamará diglosia-. Lo importante en la concepción de Ferguson es que se trata de dos variedades de una misma lengua, lo que significa que un mismo hablante podría en un momento dado utilizar tanto la variedad alta (A), empleada en situaciones formales, como la variedad baja (B), asociada a las situaciones informales, dependiendo de unas circunstancias comunicativas específicas.
El fenómeno de la diglosia se caracteriza, según Ferguson, por nueve rasgos:
1. Función. La variedad A es usada en contextos formales (colegios, actos protocolarios, literatura…) y la B es la modalidad de la familia, los amigos, el vehículo cotidiano de comunicación.
2. Prestigio. La lengua de prestigio es la A y la de menor valoración es la B.
3. Herencia literaria. La literatura “seria” y “culta” se escribe en A. En B aparecen los folletines y escritos de poca consideración literaria.
4. Adquisición. La variedad A se adquiere en la escuela, a través de los libros. La variedad B es la lengua materna y, como tal, se habla en casa y con los niños.
5. Estandarización. La modalidad A tiene reglas para su funcionamiento (gramáticas, diccionarios, tratados de pronunciación, libros de estilo, etc.). En la modalidad B la ausencia de normas escritas es lo general.
6. Estabilidad. Durante siglos se han conformado las situaciones de diglosia. Este mismo hecho ha regulado el uso de A y B.
7. Gramática. La modalidad A posee una gramática mucho más amplia y compleja. B tiene una gramática más simple.
8. Léxico. El vocabulario, en más ocasiones de las que se piensa, es compartido por A y B, aunque con variaciones de forma y diferencias de uso y significado. Los cultismos, por ejemplo, están mayoritariamente en A.
9. Fonología. En el campo de la Fonología, dice Ferguson, hay más dificultades para ofrecer una generalización de las relaciones entre A y B.
La variedad A tiene, por tanto, un mayor número de situaciones “formales” y sería más conservadora, en tanto en cuanto en ella inciden unos factores que, a través del tiempo, la han convertido en un vehículo de cultura y prestigio. Los cambios se producen cuando nos situamos en B, en la lengua oral, la lengua en plena efervescencia: entre amigos, en el ambiente familiar, etc.
2. Lenguas en contacto.
La expresión lenguas en contacto, difundida por Uriel Weinreich en 1953, da cabida a todo tipo de fenómenos originados por la coexistencia de dos lenguas en una comunidad. El bilingüismo y la diglosia caen dentro de este epígrafe; sin embargo, en un sentido más restringido, se habla de lenguas en contacto para describir la influencia que, desde el punto de vista lingüístico, ejerce una lengua sobre otra, y los fenómenos y creaciones a que da lugar. Estos fenómenos normalmente se manifiestan individualmente, pero, una vez que se generalizan, pueden provocar cambios en el sistema. Los factores sociales, como las actitudes de los hablantes, los dominios de uso o las situaciones comunicativas, son los que provocan estos cambios.
Francisco Moreno (1998) propone la siguiente clasificación de los fenómenos derivados del contacto de lenguas:
1. Fenómenos derivados del contacto de sistemas.
2. Fenómenos derivados del uso de varias lenguas.
3. Variedades derivadas del contacto de varias lenguas.
2.1. Fenómenos derivados del contacto de sistemas.
La lingüística histórica ha empleado los conceptos de sustrato, superestrato y adstrato, formulados a finales del siglo XIX, para clasificar los posibles contactos entre lenguas.
a) El sustrato es el influjo de una lengua perdida sobre otra que se ha impuesto. Surge del abandono y sustitución de una lengua (el ibérico) por otra (el latín), en la que la lengua precedente deja ciertas huellas. Ejemplos de este proceso se hallan en el castellano, procedentes de las lenguas prerromanas.
b) El superestrato alude al influjo que una lengua conquistadora ejerce sobre la lengua de la población conquistada, a la que no llega a sustituir. También para el castellano se habla del superestrato germánico y árabe, sobre todo en el léxico y en la onomástica.
c) El adstrato es el influjo recíproco entre dos lenguas vecinas. En la supuesta influencia español-portugués no basta el hecho de que exista una frontera, sino que en los hablantes debe existir el conocimiento, aunque sea parcial, de ambas lenguas.
De estos tres tipos de situaciones derivan las interferencias y los préstamos.
2.1.1. Interferencias, transferencia o convergencia.
Se suele hablar de interferencia/transferencia o convergencia cuando una Lengua A (la receptora) comienza a mostrar signos (fonéticos, léxicos, gramaticales o sintácticos) que la alejan de las estructuras propias de su norma para tomar o asimilar estructuras propias de la lengua de contacto, es decir, de la Lengua B. En el caso de la interferencia el resultado es el de una estructura agramatical, no aceptada por la norma estándar o culta de la lengua receptora. Así, Weinreich (1953) define la interferencia como “casos de desviación con respecto a las normas de cualquiera de las lenguas que concurren en el habla de los individuos bilingües como resultado de su familiaridad con más de una lengua”.
Algunos autores prefieren el término transferencia por considerar que el de interferencia tiene connotaciones más negativas, pues de alguna manera interferencia supone un mal uso del bilingüismo, lo que acarrea para las lenguas un estado de “deterioro” y “contaminación”. En el caso de la convergencia también se registra un influjo de la Lengua B sobre la A pero, al contrario que en la interferencia, no se dan resultados agramaticales y se emplea para referirse a la generalización o intensificación de unos esquemas ya existentes en la lengua receptora -como el aumento de frecuencia de la pasiva pura en español en detrimento de la pasiva refleja por influjo del inglés.
2.1.2. Préstamos, híbridos y calcos.
Esta categoría engloba a todos aquellos tipos de préstamos que aportan una nueva lexía a la lengua receptora. Al ser el préstamo léxico la categoría más numerosa, resulta imprescindible una clasificación a partir de la modificación formal que sufren las unidades desde la perspectiva de la lengua modelo.
a) La importación o préstamo integral es el tipo más elemental de préstamo y consiste en incorporar a la lengua receptora una lexía extranjera, con su forma y su significado, sin más alteración que intentar adaptarla en cierta medida a las pautas fonológicas, gráficas y gramaticales de la lengua receptora, de lo cual surge la borrosa distinción entre extranjerismo (software) y préstamo (parqué < parquet). En general, sucede cuando se importa junto con el término un nuevo ente de la realidad.
b) Los híbridos son unidades polimorfemáticas (compuestos y derivados) en las que parte del modelo es importado y parte de él es sustituido o calcado. En todos estos casos se habla de “sustitución”, fenómeno que viene originado por causas varias como el mayor prestigio de la lengua modelo, una mayor expresividad o capacidad de llamar la atención por lo novedoso. Existen dos variedades principales, como podemos ver en los siguientes anglicismos del español: radical importado y afijo sustituido, es decir, derivados híbridos: footballer > futbolista; boxing > boxeo; y lexías complejas híbridas o compuestos híbridos: música country < country music; club campestre < country club.
c) Los calcos léxicos, un tipo especial de préstamos léxicos, consisten en la sustitución de un compuesto nominal de la lengua modelo por medio de morfemas o lexías simples, ya existentes en la lengua receptora, de manera que la unión de estos elementos dé lugar a una lexía compleja desconocida antes en esta lengua como, por ejemplo, rascacielos, calco del inglés sky-scrapper. Esto constituye, además, el criterio decisivo para la distinción entre el calco léxico y el calco semántico, ya que este último se limita a añadir un nuevo significado a una palabra ya existente en la lengua receptora. Es el caso de asistente < assistant con el significado de ‘ayudante’.
2.2. Fenómenos derivados del uso de varias lenguas.
Una manifestación más de las lenguas en contacto es la que se denomina intercambio de códigos. Tal nomenclatura (del inglés code-switching) viene a suponer que un hablante llega a alternar ciertas lenguas en un mismo acto de habla. La complejidad de este tipo de comportamiento lingüístico radica en analizar los mecanismos y pautas que cada individuo tiene para emplear de forma aparentemente desordenada dos lenguas. Los estudios realizados vienen a demostrar que el cambio de código está regido por una serie de elementos y que son los bilingües más equilibrados (quienes mejor conocen cada una de las lenguas) los que más practican la alternancia de códigos. Silva-Corbalán (1989) señala los siguientes factores:
a) Factores externos. Entre otros están el entorno físico, los participantes, el tópico de la conversación y la identificación étnica.
b) Factores lingüísticos. A pesar de las dificultades para su descripción, razones estilísticas y metafóricas reguladas podrían señalar este proceso. Son algunos mecanismos propios de la cadena hablada como la codificación de citas y el discurso indirecto, las repeticiones, las interjecciones, el estilo personal subjetivo o la función retórica.
2.3. Variedades derivadas del contacto de varias lenguas.
Como producto del contacto de lenguas, en ciertos territorios geográficos –y bajo algunas circunstancias que luego se verán- se han creado algunas lenguas que se denominan pidgins y criollos. Según López Morales (1980), su formación es el caso más extremo del contacto de lenguas.
2.3.1. Pidgins.
Suele haber unanimidad entre los especialistas en señalar que el pidgin es una variedad creada a partir de dos o más lenguas con el fin de satisfacer necesidades comunicativas entre individuos y grupos que no poseen ninguna variedad en común. Estas variedades han sido creadas, por tanto, con propósitos muy prácticos e inmediatos. De hecho los pidgins se han creado muchas veces como lenguas de comercio. Es el caso del Tok Pisin (del inglés pidgin talk), también conocido como neo-melanesio, basado en el inglés y usado en Nueva Guinea y varias islas próximas.
Su aprendizaje debe ser lo más simple posible, por lo cual el vocabulario suele basarse en la lengua del grupo dominante. Esto puede comprobarse en los pidgins que hay repartidos por todo el mundo, donde la presencia de lenguas europeas es una constante: inglés, francés, portugués, español y holandés. Por esa necesidad de facilitar el aprendizaje, la fonética y la sintaxis corresponden a la de las variedades subordinadas. En cuanto a la morfología, se reducen las diferencias de tiempo, número y caso, que suelen marcarse mediante la adición de partículas.
El hecho de que las lenguas pidgin no sean nunca usadas como medio de identificación del grupo hace que no exista una presión para mantener unificado y estable el sistema, de modo que en general presentan una gran variabilidad.
2.3.2. Criollos.
La idea más aceptada es la de considerar que un criollo es un pidgin que ha evolucionado lo suficiente en su estructura lingüística como para dejar de ser una segunda lengua y convertirse en lengua materna de una comunidad. Una vez llegado a este punto, el criollo irá desarrollándose según las necesidades comunicativas de la comunidad que lo emplea. Esto no quiere decir, no obstante, que todos los pidgins lleguen a ser criollos, ni que todos los criollos se conviertan en lenguas maternas, como ocurre con el Tok Pisin.
El criollo, en definitiva, supone una compleja y heterogénea red de situaciones de variada índole a las que el individuo y la comunidad al completo se ven sometidos: la adquisición de hablantes nativos, lo que supone el aprendizaje de una primera lengua y la ampliación del número de relaciones contextuales en las que el criollo puede emplearse. Ahora ya no es una lengua de contacto más o menos superficial, sino que se emplea en una variada gama de situaciones domésticas, laborales, comerciales, culturales, institucionales, etc. Caso especial de lengua criolla es el papiamento de Curazao e islas inmediatas (Donaire y Araba), pertenecientes a Holanda a partir de 1634. A una base criolla africano-portuguesa se han añadido abundantes hispanismos como consecuencias de haberse instalado en Curazao gentes numerosas procedentes de las Antillas españolas y de Venezuela. Finalmente, el holandés, lengua oficial en los tres siglos y medio últimos, ha dejado también su huella. El papiamento, nombre que deriva de papear (‘parlotear, charlar’, verbo corriente en portugués) se ha extendido a todas las clases sociales curazoleñas, cuenta con prensa y tiene cultivo literario.
Tanto los pidgins como los criollos están expuestos a una gran dinámica lingüística y social. La principal diferencia que se establece entre pidgins=lengua aprendida y criollo=lengua adquirida dejaría de ser poco nítida si el fenómeno se viera como dos partes integrantes de un único proceso comunicativo que ocasiona múltiples situaciones de contacto lingüístico.
3. La normalización lingüística.
3.1. El proceso de normalización lingüística.
La normalización lingüística, entendida como la extensión del uso de una lengua a todos los ámbitos de la vida de una comunidad, constituye un proceso que tiene, entre otros objetivos, el de superar las situaciones de diglosia en comunidades plurilingües. Los desequilibrios provocados por la desigual distribución de los usos de varias lenguas en contacto o por cuestiones de prestigio o lealtad lingüística requieren la intervención de instancias externas, sean de carácter político o académico, que regulen el uso de las variedades lingüísticas, sea entre dos lenguas distintas o entre variedades de una misma lengua.
En este sentido, la normalización lingüística constituye uno de los fines de la planificación lingüística. Rotaetxe define el término planificación lingüística como “las distintas formas de intervención consciente sobre una lengua”. Tal manipulación es consciente porque precisamente procede de una comprobación y de una evaluación de la situación de la lengua. Cuando los resultados de tal evaluación no son todo lo satisfactorios que se desearía, se prevén medidas para que cambie.
Asimismo, se plantean unos objetivos: los que debe alcanzar una lengua en sus funciones sociales. En el caso de lenguas minoritarias o dominadas el objetivo principal de una planificación no puede ser sino mejorar la situación de las mismas dentro de la comunidad que las practica. Así pues, la planificación lingüística, aun manipulando la lengua misma, persigue siempre un objetivo dentro de la sociedad, al asumir que toda lengua es un instrumento social que tiene un papel social y que, en sí misma, es vehículo de valores sociales, además de simbólicos.
1. Elección de la norma. Se decide cuál de las variedades existentes debe constituir la base de la lengua estándar, o bien si ésta puede ser una amalgama de distintas variedades.
2. Codificación de la norma. La variedad seleccionada debe ser sometida a un proceso de estandarización que afecta a todos los niveles lingüísticos (ortografía, sintaxis, léxico) y que compete a determinadas instituciones especializadas, creadas para ese cometido, como son las academias. Se trata de fijar unas normas que determinen lo que es o no correcto y de divulgarlas en forma de diccionarios o gramáticas.
3. Implantación. Una vez normativizada, la actividad educativa debe encargarse de establecer las medidas institucionales y proporcionar los medios prácticos que permitan su difusión y aprendizaje entre los miembros de la comunidad. Esa generalización conlleva, asimismo, la ampliación de funciones y ámbitos de utilización, que aparecen regulados en disposiciones legales como son las leyes de normalización lingüísticas promulgadas en las diversas comunidades autónomas del Estado español.
4. Modernización de la lengua. La rapidez con que cambia la sociedad en todos los aspectos (culturales, técnicos, científicos…) exige que la lengua estándar tenga una gran capacidad de adaptación y flexibilidad. Para ello, es necesaria la constante evaluación de la norma en términos de eficacia y adaptabilidad, en la que intervienen no solo las Academias, sino también organismos específicos ocupados de crear y revisar terminologías, valorar las posibilidades de expansión de la lengua, así como de promover el desarrollo de la función estilística y de su cultivo literario.
3.2. Las comunidades bilingües españolas.
España reconoce en su Constitución de 1978 que es un país plurilingüe y que serán las distintas Autonomías las que regulen el uso, desarrollo y fomento de las lenguas o modalidades lingüísticas propias de cada región. A continuación veremos algunos aspectos sociolingüísticos de las diferentes Comunidades autónomas que tienen una lengua propia.
a) Galicia es considerada una comunidad bilingüe en la que se da o se ha dado una situación diglósica en tanto en cuanto el gallego es la lengua empleada para los registros no formales y el español el usado en los círculos cultos. Además, durante mucho tiempo, el gallego se ha relacionado con ambientes rurales, pobres e incultos. Este hecho va cambiando en los últimos años.
Como lengua oficial que es, el gallego es empleado en la Administración Pública autonómica, junto con el castellano, en todas sus disposiciones, aspectos estos que, sin duda, han ayudado a la revalorización de esta lengua. Por otro lado, el gallego es hoy en día enseñado en toda la Comunidad autónoma en escuelas, colegios, institutos y universidades. Los medios de comunicación están jugando también un papel importantísimo en el prestigio del gallego en los últimos años.
b) En el País Vasco, sin olvidar la pérdida de la lengua en ciertas zonas geográficas como Álava y Navarra, el conocimiento del euskera por parte de la población ha sido difícil por varias razones: la propia tipología de la lengua, tan diferente al resto de las lenguas vecinas, la presencia del castellano como lengua estándar y la presión política ejercida durante mucho tiempo, la compleja dialectalización motivada por ser básicamente una lengua de transmisión oral, la ausencia de escritura hasta prácticamente la época moderna, el haber sido una lengua arrinconada a medios rurales y círculos cerrados, así como la carencia de una norma lingüística estándar.
Hoy en día, sin embargo, y gracias al esfuerzo de estudiosos y especialistas, se cuenta con una modalidad estándar o euskera unificado que se denomina euskera batua. Gracias a éste, se puede usar el euskera como lengua general en los medios de comunicación, en los centros de enseñanza, en las disposiciones, leyes, edictos, bandos y pronunciamientos gubernamentales y políticos. En definitiva, la supervivencia y aprendizaje del euskera depende mucho del nuevo estándar que se ha ido creando especialmente a través de la escritura.
c) La Comunidad Foral de Navarra pertenece cultural y lingüísticamente, una parte al menos, a lo que se denomina euskalherria, es decir, al conjunto de territorios donde se habla euskera (al igual que el País Vasco y el país vascofrancés). La situación lingüística de Navarra es compleja. El castellano es la lengua general, mientras que el euskera se habla sólo en algunos territorios de zona norte, en el Pirineo. Frente a lo que ocurre en el País Vasco, la cooficialidad del euskera queda reducida a una parte de la región.
d) Cataluña tuvo Estatuto de Autonomía ya en la época de la II República Española (1931-1936), aunque el régimen de Franco supuso la ruptura con todo lo anterior, especialmente en materia autonómica y lingüística. La lengua de los catalanes se ha mantenido, pues, de forma notoria incluso en aquellos momentos en los que fue erradicada, a favor del castellano, o perseguida por motivos políticos como síntoma de un sentir nacionalista y diferenciador.
El uso del catalán se ha ido extendiendo cada vez más a todos los sectores: aumenta entre la población joven, es la lengua más usada en la Generalitat y en toda la Administración autonómica y local, lo que supone un avance en los índices de normalización lingüística. En el terreno de la prensa, por el contrario, los periódicos escritos en catalán sólo representan el 14%, frente a los periódicos escritos en español. La lengua catalana, como vínculo histórico, como manifestación de cultura y tradiciones de todo un pueblo y de toda una comunidad lingüística mucho más amplia que los límites estrictamente administrativos de Cataluña, ha vuelto a tomar su andadura como lengua plena, independiente, en contacto con el español.
e) El valenciano –para la mayor parte de los lingüistas una variedad del catalán- presenta frente a éste diferencias notorias en el plano fónico, gramatical y léxico. A pesar de que en el Estatuto de Autonomía de Valencia se dice en su artículo 7.1 que “Los dos idiomas oficiales de la Comunidad Autónoma son el valenciano y el castellano” y que “Todos tienen derecho a conocerlos y usarlos”, el uso del valenciano ha estado siempre en un segundo plano, llegando incluso a hablarse de una situación diglósica frente al español.
f) El Parlamento balear, como ha ocurrido con las demás comunidades bilingües españolas, ha elaborado una serie de leyes y disposiciones adicionales para el fomento y regulación de su lengua. En este caso, la “Ley de Normalización Lingüística”, aprobada en 1986, tiene como objetivos: hacer efectivo el uso progresivo y normal de la lengua catalana en el ámbito oficial y administrativo; asegurar el conocimiento y uso progresivo del catalán como lengua vehicular en el ámbito de la enseñanza; fomentar el uso de la lengua catalana en todos los ámbitos de la comunicación social.
Algunos datos sobre el nivel de conocimiento del catalán en las Baleares –basados en las encuestas del Censo de 1991- indican que los niveles de conocimiento de la lengua son similares a los de Cataluña. Por otro lado, en contra de lo que ha ocurrido en la Comunidad Valenciana, el nombre que se le da a la lengua –catalán “modalidad balear”- no ha ocasionado graves problemas políticos ni ideológicos.
4. Conclusión.
A partir de lo expuesto, se puede apreciar que las lenguas, como vehículos de comunicación en las relaciones interpersonales y entre distintas comunidades, están ligadas a factores sociales y de hegemonía política, económica o cultural. Asimismo, el hecho de que los hablantes de una lengua se sientan partícipes de un mismo patrimonio lingüístico y cultural provoca un sentimiento de cohesión entre ellos, pero, a su vez, puede ser una fuente de conflictos en relación con otras comunidades de hablantes. La situación que se vive en la actualidad en España, donde conviven en seis territorios autonómicos dos lenguas cooficiales –la vernácula y el español- ha provocado y provoca actitudes dispares entre los mismos habitantes del país. En España se trata de un proceso en el que han confluido y confluyen factores muy diversos, unos lingüísticos, otros políticos, y a veces ciertas dosis de demagogia que distorsionan la realidad y alteran la serenidad de juicio. Por ello, desde la educación se deben fomentar el conocimiento y el respeto hacia la diversidad lingüística, subrayando lo que supone de enriquecimiento el contacto con otras lenguas y culturas.
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