A. ¿Es posible una tipología?. 2
A. Exposición y argumentación. 3
B. El ensayo como monografía. 3
2. EL PERIODISMO Y SU IRRUPCIÓN EN LA LITERATURA. 4
2.2. El texto periodístico: características y tipología. 5
2.3. Periodismo y literatura. 7
c) el siglo XX. Perspectiva del siglo XXI. 10
1. El ensayo.
1.1. Concepto.
Vehículo de gran difusión de la exposición y la argumentación, según Miriam Álvarez, es un género flexible y con grandes posibilidades de adaptación formales y temáticas. El ensayo, dice la autora, es un género ligado a la reflexión libre, al discurrir en libertad y, por ello, es el instrumento idóneo del que se vale la cultura en su constante evolución. Así pues, lo define como “vehículo de ideas, intentando siempre fijar su identidad entre lo rigurosamente científico y el predominio de lo estético”.
GBHC hablan de géneros didáctico-ensayísticos, que incluyen los textos destinados a la exposición de idea o de prosa no ficcional, aun cuando no haya siempre una intención artística bien definida. Aunque en muchos de estos géneros el propósito estético queda subordinado al ideológico o al didáctico, aquél nunca está ausente por completo. La forma básica de este grupo genérico –el ensayo– es testimonio a lo largo de las épocas de las tendencias estéticas dominantes en los momentos en que fue escrito.
La clasificación, con alguna modificación, de GBHC es así:
De expresión dramática |
– diálogo platónico. – diálogo lucianesco. – diálogo renacentista. – sátira menipea. |
De expresión objetiva |
ENSAYO – artículo – tratado – glosa |
miscelánea: apotegma, refrán, máxima, aforismo, greguería |
|
historia, biografía, viajes |
|
FORMAS ORATORIAS: religiosa, política, forense, académica, militar,… |
|
DIDÁCTICA |
|
De expresión subjetiva |
AUTOBIOGRAFÍA: ensayo, memorias, diario,… ENSAYO. CRÍTICA. |
Dentro de este misceláneo grupo deberían incluirse, claro está, los diferentes géneros periodísticos que podríamos considerar, en términos de Lázaro Carreter, literales, esto es, con voluntad de perduración más allá de la simple difusión diaria de noticias.
Suele identificarse el ensayo con aquellos textos dirigidos a lectores no especializados –otra cosas son los textos especializados– en que se expone un tema de forma subjetiva y se argumenta sobre él tratando de suscitar el interés, la curiosidad y la reflexión del lector. Y es que el lector, como afirma Álvarez, tiene un papel determinante en el ensayo como destino de la meditación del autor. En todo texto, el autor es consciente del acto comunicativo que está realizando, pero esta conciencia es más explícita y evidente en el ensayo, en el que abundan las alusiones y apelaciones al lector, su inclusión en la reflexión, y diferentes tipos de estrategias retóricas destinadas a influir en él. Como decía Ortega y Gasset, “el ensayo es la ciencia menos la prueba explícita […]. Yo sólo ofrezco posibles maneras nuevas de mirar las cosas. Invito al lector a que las ensaye por sí mismo”. (Meditaciones del Quijote).
A. ¿Es posible una tipología?
El ensayo, como demuestra la no rigurosa ni exhaustiva clasificación de GBHC, se manifiesta de múltiples maneras, bajo diferentes estructuras, abarca una amplia variedad temática, de ahí que los intentos de tipología no hayan resultado satisfactorios. Suele intentarse una clasificación temática o una clasificación modal.
a) Mediante el ensayo, el autor se dirige a un amplio sector de público para exponer y enjuiciar una cuestión determinada –con una clara tendencia a los humanístico, de ahí que pueda hablarse de ensayo político, filosófico, sociológico,….
b) Por otro lado, el ensayo puede modalizarse en mayor o menor medida, y adquirir entonces un sesgo irónico, satírico, crítico,.. De ahí que algunos consideren posible clasificar el ensayo según su grado de subjetividad o modalización, pero está tan imbricado lo objetivo con lo subjetivo en este género que tal división resulta artificial.
El ensayo se manifiesta bajo diferentes formas: artículos periodísticos, editoriales, columnas, crónicas, artículos de revista, monografías,… Suele considerarse que el creador del género es Montaigne, con sus Essais.
1.2. Estructura.
Según M. Álvarez, el rasgo fundamental del ensayo es que “su estructura es libre: la línea del pensamiento no sigue un camino prefijado sino que discurre libremente. El ensayo, por tanto, no avanza de forma lógica: asociaciones, digresiones, pueden motivar un cambio de dirección […] y la introducción de nuevos temas”. Asocia esta característica con el objetivo último del ensayo: sugerir, y no tanto informar con detalle, porque para eso está el tratado. Unamuno, que acudió a menudo al ensayo, ya apuntó que muchas veces eran notas que iniciaban muchos temas sin acabar ninguno: el pensamiento fluyen en entera libertad.
Aunque es cierto que el autor goza de gran libertad en la ordenación y estructuración de un texto ensayístico, es posible distinguir en todo texto ensayístico ciertos rasgos de organización.
A. Exposición y argumentación.
En un ensayo suelen dominar estos dos tipos textuales. Suele ocurrir que el autor dedica una parte de su texto a exponer o presentar un tema con el objetivo de hacer comprender el estado de la cuestión que abordará a sus lectores. En esta parte del texto, acostumbra a predominar una estructura expositiva, caracterizada por la objetividad, la claridad, la concisión, el rigor, el manejo de fuentes y que seguirá la estructura propia de este tipo de textos:
Esquema prototípico según Adam, citado por Casalmiglia y Tusón:
Esquema pregunta Esquema respuesta esquema
inicial problemático explicativo
Objeto claro e inteligible
Es decir, que se parte de una situación compleja u obscura que debe ser clarificada o desentrañada. Para ello se problematiza la cuestión y se plantea una explicación (respuesta) a través de una serie de procedimientos explicativos (v. tema 28).
Muchos ensayos son sólo una exposición con rasgos de subjetividad en la explicación, pero lo más habitual es que se le añada una argumentación a través de la cual el autor exprese su opinión. En esta segunda parte, el autor aportará argumentos de diferente tipo a favor de una tesis relativa al asunto expuesto anteriormente. Esta segunda parte corresponderá a los rasgos habituales del texto argumentativo: argumentos a favor de una tesis, selección léxica y modalización, estrategias en busca de la adhesión del receptor, estructura dialéctica o lógica (premisas – conclusión),…
B. El ensayo como monografía.
Divulgación científica, argumentación filosófica, sociológica, literaria, crítica,… Muchos ámbitos del conocimiento recurren a la monografía en forma de ensayo para la divulgación y discusión de ideas, propuestas, enfoques, críticas,… Teniendo que la longitud, la intención o la temática del ensayo puede condicionarla mucho, vale la pena tener en cuenta la propuesta de M. Alvar en su Manual de lengua Española de que la redacción de un ensayo seguirá estos pasos:
A) Recopilación –más o menos exhaustiva– de información sobre el tema.
B) Planteamiento del tema: objetivo, público al que se dirige…
C) Organización y desarrollo: información clara y probada, citas exactas, jerarquización de temas primarios y secundarios, argumentos adecuados para la tesis,…
D) Conclusión, resumen concreto de lo expuesto anteriormente,…
Como proceso de escritura es mucho más didáctico el de D. Cassany (Describir escribir, La cocina de la escritura,…), pero en cualquier caso todos los autores coinciden en la especial libertad del ensayo para que el autor lo modele a su personal manera para adaptarlo al tratamiento subjetivo del tema que haya escogido de la forma que le parezca más apropiada.
1.3. Rasgos lingüísticos.
· Lenguaje abstracto. Frente al tratado científico, el ensayo –de tendencia más humanística, aunque admite una enorme variedad temática– tiende al empleo de terminología poco precisa –o más bien, de significado variable: los mismos términos se emplean por diferentes autores a lo largo de los siglos con significados diferentes–, y a un cierto grado de abstracción y especulación –frente a la precisión del lenguaje científico–. Sin embargo hay que tener en cuenta que muchos ensayos no tratan de temas abstractos o profundos si no de cuestiones cotidianas (ver prensa).
· Empleo frecuente de citas, con la intención de poner de relieve la conexión con una tradición legitimada por el tiempo y por una cierta autoridad –el argumento de autoridad no es exclusivo de la argumentación pura–. Algunos autores tienden a cargar el texto de erudición, pero lo normal es simplemente arraigarse con una comunidad de opinión o de tendencia, o con una tradición de peso, con autoridad.
· El ensayo breve, según M. Álvarez, tiende a la estructura deductiva, pues permite mayor brevedad y facilita la comprensión.
· Brevedad, que deriva de la intención última que lo anima. Puesto que su fin no es transmitir todo lo que se sabe sobre un tema, ni se trata de un proyecto exhaustivo de investigación, tiende a la brevedad. Pero precisamente por la libertad propia del género, será la lógica interna la que dicte la duración final.
· Carácter subjetivo. El enfoque personal condiciona todo el ensayo: el tono, el punto de vista, la concepción del tema tratado, la intención y los objetivos,… El autor trata el tema desde su propia concepción del mundo, proyecta en él su carácter, sus ideas, sus pensamientos, “piensa en voz alta”, o “tiene dudas y las comparte”. La personalidad, los gustos, las aversiones del autor, incluso datos biográficos, forman parte del texto ensayístico. Hay pues una relación entre lo social y lo individual.
2. EL PERIODISMO Y SU IRRUPCIÓN EN LA LITERATURA.
2.1. Introducción.
Según Salvador Giner, (prólogo a Gomis, Ll. Teoría de los géneros periodísticos, BCN, Generalitat de Cat, 1989, cat.), “la mayor innovación literaria de nuestro tiempo es el periodismo”. El influjo del periodismo en nuestra sociedad es enorme, ya que es través de él –prensa, radio, televisión, internet– como vemos el mundo. Por otro lado, el mismo autor afirma que “la consolidación del periodismo como género literario (o conjunto de géneros que abrazan la noticia, la crítica, el reportaje) ha comportado una transformación de los demás géneros”. Aparecen desde hace tiempo novelas periodísticas, o que emplean técnicas periodísticas (Soldados de Salamina, Territorio Comanche), incluso poemas que juegan con el lenguaje periodístico.
Según Pizarroso Quintero, A. (Información y poder, Eudema, Salamanca, 1993), la revolución informativa protagonizada por la prensa empezó con la invención de la imprenta. Desde finales del XIV hasta principios del XVIII, la prensa periódica fue gestando su futura expansión a las sombra del Estado, que pronto vio en ella un poderoso medio de propaganda. En el siglo XVI ya se había generalizado la impresión de leyes, decretos, pragmáticas,… Pero en el siglo XVII, en algunos países, encabezados por Holanda, la imprenta, y la prensa –aún no periódica– se convierten en vivero de ideas divergentes, de discrepancias, de opinión y difusión intelectual, de libertad. La Inglaterra liberal de segunda mitad del XVII (Cromwell aparte) crea un cierto modelo de libertad de prensa. Hasta el siglo XVIII la prensa se convierte en vehículo de control del estado, en maquinaria propagandística de los poderes religiosos y en punto de difusión de nuevas ideas –algunas clandestinas–. Se popularizan ciertas publicaciones periódicas en forma de folletos, novelas por entregas, literatura popular, almanaques,,..
El siglo XVIII contemplará el nacimiento de la prensa periódica. La secularización y generalización de la cultura, así como la difusión del libro impreso y la voluntad didáctica y reformista del espíritu ilustrado motivan la aparición de un periodismo literario a nivel europeo: desde el estado, desde las sociedades privadas, desde los círculos intelectuales se van creando incipientes empresas periodísticas. Se consolidan las gacetas semanales y aparecen los primeros periódicos diarios –aún denostados por la alta cultura–, mientas se suceden episodios de una lucha oculta contra la censura impuesta por los estados. Durante años, debido a esa censura, la prensa será un producto caro, sólo al alcance de las medias clases pujantes.
El siglo XIX será la gran época de la prensa política. Sin la competencia de los medios tecnológicos del siglo XX, la prensa vive su Edad de Oro hasta la segunda década del XX como único y gran medio de información. La revolución industrial, con sus nuevos medios y la mejora de las técnicas de impresión, permiten ampliar las tiradas, la calidad y la periodicidad de las publicaciones, que, con los nuevos medios de comunicación, llegan antes y mejor a los más remotos lugares. No sin limitaciones legales, la prensa se desarrolla y se consolida de forma definitiva en todos los países occidentales, apareciendo algunos de los grandes periódicos –que aún perviven–. El lenguaje periodístico desarrolla un sistema propio que, en manos de algunos autores, se consolida como lleno de posibilidades expresivas y, así, como género literario.
El siglo XX, con su vertiginosa tecnología, desplaza a la prensa como medio de información de plena actualidad, para convertirla en vehículo de reflexión y opinión, que ha sabido adaptarse a los tiempos tanto en su forma y presentación, como en los contenidos y enfoques que recoge.
2.2. El texto periodístico: características y tipología.
Suele decirse que la comunicación periodística satisface la necesidad de información sobre asuntos de interés común que tiene toda sociedad bien organizada. La prensa se dedica por lo tanto a difundir información, pero además es también creadora de corrientes de opinión.
Nadie suele plantearle una pregunta tan simple como ¿Qué es el periodismo? Es algo tan presente en nuestra cotidianeidad, tan convencional, tan familiar,… Puede entenderse como “un método de interpretación de la realidad social que es la actualidad” (Gomis). Esa interpretación implica un doble proceso: entender y expresar. Según Gomis, “la interpretación periodística permite, mediante el lenguaje, descifrar y entender la realidad de las cosas que han pasado y pasan a nuestro alrededor”. Para ello, el periodista lleva cabo un proceso de evaluación, selección e interpretación de las noticias, como filtro para hacerlas llegar al público. Y aún después de ellos, volverá a filtrarlas al preparar el texto que se ofrecerá al público.
Por lo tanto, en todo texto periodístico hay una doble intención, un doble proceso, una doble motivación: INFORMACIÓN (con voluntad teóricamente objetiva, se trata de proporcionar al receptor los datos más completos y neutros posibles: interpretación indicativa y descriptiva) y OPINIÓN (todo texto periodístico, por haber pasado una serie de filtros, es implícitamente subjetivo, pero además puede ofrecer explícitamente opiniones: interpretación exegética y evaluativa, la prensa crea opinión.).
La prensa, pues, como indica Rodrigo Alsina (La construcción de la noticia, Paidós, BCN, 1989), tiene un triple rol social:
– informar sobre la realidad social objetiva que rodea al individuo.
– participar en la construcción simbólica de esa realidad.
– participar en la construcción de la realidad social subjetiva que cada individuo crea en base a las anteriores.
El texto periodístico fundamental es la NOTICIA, que muchos periodistas definen como aquello que hace exclamar “¡caramba!” al lector y otros muchos como “aquello sobre lo que la gente hablará” o “cualquier cosa que hará hablar a la gente”, y que otros, más académicos, relacionan con el concepto de “interesante”. La noticia suele recoger hechos de actualidad, que tengan interés humano, y que se evalúan según una serie de criterios como la popularidad de sus protagonistas, lo insólito o sorprendente, la continuidad que pueda tener, el impacto o la espectacularidad, la proximidad geográfica,…
Partes de la noticia: Titular, subtítulo, encabezamiento, cuerpo de la noticia. Las cinco WW.
Estilo expositivo: claridad, concisión, brevedad, corrección, información completa y detallada
Objetividad y subjetividad: focalización y modalización.
Problemas lingüísticos (Lázaro Carreter): literalización, estilo administrativo, vulgarismos, extranjerismos, ultracorrecciones sintácticas, uso excesivo de terminología específica,…
Pero existen otros géneros. Recogemos, completándola, la clasificación de Gomis:
Género de información |
Noticia |
relato de un hecho sucedido que se considera que el público debe saber |
reportaje |
redacción viva –detallada e ilustrada– de un suceso o situación del que el periodista ha sido testigo. |
|
entrevista |
diálogo con una persona cuyas opiniones o confidencias pueden ser de interés. Estilo directo, presentación previa. |
|
Crónica |
cuenta una serie de hechos de cierta duración de forma panorámica, en ciertas tendencias periodísticas, se mezcla con la opinión. |
|
Género de opinión |
crítica |
opinión sobre un evento cultural por especialista: libro, película, obra, concierto. |
editorial |
escrito sin firma, fijo y destacado, que expone la opinión de todo el periódico. |
|
Chiste gráfico- caricatura |
ilustración cómica firmada que expresa una opinión sobre un suceso de actualidad. |
|
cartas al director |
opiniones de los lectores. |
|
Artículo |
exposición subjetiva de cierta longitud sobre una tema cualquiera de actualidad. |
|
Artículo de costumbres |
siglo XIX: descripciones detalladas de escenas cotidianas, |
|
columna |
espacio fijo de un colaborar o un periodista que escribe de forma asidua y regular sobre un tema de actualidad. Hay columnistas muy influyentes en la opinión pública. |
2.2.1. El nuevo periodismo:
También llamado (periodismo literario, o personal). Estilo de periodismo que aparece en EEUU en los 60 a partir de la obra A sangre fría de T. Capote, mezcla de género novelesco y periodístico, y de los texto periodísticos de Tom Wolfe, que empleaba recursos y técnica de la novela para sus artículos y noticias, a la vez que predicaba que el periodista tiene que empaparse de la vida de los sujetos de sus artículos para poder explicar bien los sucesos. Se trata de acudir a recursos novelescos para llenar de realismos y cotidianeidad el texto periodístico, imprimiéndole además un estilo personal. Ivan Tubau resume así las características de este periodismo: periodismo como literatura, realismo detallado, periodista culto y documentado, nueva manera de mirar el mundo para tratar de reflejarlo tal como es sin opinar ni valorar, que el lector saque sus propias conclusiones.
2.3. Periodismo y literatura.
Aunque podemos retraernos hasta las tablillas romanas para encontrar los orígenes de una incipiente obra periodística, es en el siglo XVI, a raíz de la invención de la imprenta cuando se empieza a gestar la verdadera explosión periodística en Europa que se producirá en el siglo XVII y XVIII. Desde sus inicios como gran medio de comunicación en el siglo XVIII, el periodismo va a mantener una estrecha relación con la literatura y sus protagonistas: como medio de difusión, de debate, de opinión, de crítica, de divulgación, de publicidad, de subsistencia,… Desde el siglo XVIII, prensa y literatura andarán cogidas de la mano.
a) el siglo XVIII.
Afirma N. Glendinning (Historia de la literatura española, vol. 4, Ariel), que fue gracias a las publicaciones periódicas cómo muchos autores pudieron alcanzar un público más amplio. Las diferentes revistas y diarios, favorecieron la aparición de nuevos géneros caracterizados por su brevedad, la controversia, la polémica, la actualidad (el ensayo reducido y la carta, sobre todo) formando así nuevos hábitos de lectura, influyendo en el estilo de escritura de los autores, trabajando como medio de publicación y circulación de muchas de las obras del siglo (como las Cartas Marruecas que aparecieron primero en el Correo de Madrid).
1713: bajo cierta estabilidad política: desarrollo de corrientes periodísticas de crítica literaria, política, científica, económica,… Aparecen periódicos como las Memorias eruditas para la crítica de Artes y Ciencias, antecedente del fundamental Diario de los Literatos (1737-1742). Alborg considera que el Diario pertenecía a la modalidad llamada literario-erudita, ya que en él se proponían “emitir juicio ecuánime sobre todos los libros que se publicaran en España”. N. Glendinning insiste en la importancia de estas publicaciones para la distribución y difusión de las ideas ilustradas y los principios del Neoclasicismo en España. Así, el Diario acabó por ser un verdadero tratado de preceptiva contra el barroquismo, el amaneramiento y la falta de rigor, y alabó la claridad, la sistemática y la calidad didáctica. El Diario de los Literatos fue fundado por Juan Martínez Salafranca (uno de los fundadores de la Academia de Historia), Leopoldo Jerónimo Puig y Francisco Xavier de la Huerta y Vega. Alrededor de esta publicación se creo una amplio círculo de colaboradores entre lo más granado de la intelectualidad española de la época. Inspirados en el anterior aparecieron en 1739 el Mercurio Literario, de Antonio Maria Herrero y José Lorenzo de Arenas y el Nuevo Cordón Crítico general de España (1748).
F. Mariano de Nipho editó el semanal Caxon de sastre dedicada a la selección de autores españoles y extranjeros bajo criterios morales y éticos, pretendiendo moralizar y entretener a la vez. Nipho es el primero en crear una publicación periódica –aunque prescinde de la actualidad– y en establecer un sistema de suscripción. El mismo editó después Diario estrangero, amalgama de traducción de obras y artículos franceses. Bajo la misma órbita de éste último aparecen publicaciones como El Hablador juicioso (que pretende instruir al pueblo con artículos sobre moral, política, metafísica, bellas artes,…), El Hurón político (seguidor del periodismo anglosajón, didactista), la Aduana crítica (revista de crítica literaria que pretendía cribar los malos libros), El Belianis Literario (primer ejemplo de crítica literaria moderna) o la Tertulia de la aldea (dirigida a un público sencillo pretendía divulgar obras clásicas internacionales).
Nigel Glendinning destaca publicaciones como la de José Clavijo y Fajardo: El pensador (1762), semanal que sigue el modelo del Spectator de Addison: especulaciones, heterogeneidad temática, generalizaciones, incorporación de cartas escritas por personajes ficticios, tertulias inventadas,….Con ella, Clavijo se convierte en portavoz de las grandes cuestiones que preocupaban a los ilustrados: educación, lucha contra la superstición, reformismo, crítica social –especialmente a los ociosos–,… Destaca la importancia de otros periódicos como El Censor o el Correo de Madrid por su difusión de las ideas de la ilustración más avanzada.
Hacia finales de siglo XVIII el número de publicaciones es cuantioso, y destaca El Memorial Literario, primera revista que se puede considerar estrictamente literaria. Exitoso fue también El espíritu de los mejores diarios literarios que se publican en Europa (1787-1791) de Christoval Cladera, importante fuente de difusión enciclopedista, defensor de la utilidad práctica de la literatura. También la brevísima La espigadera (1790-91), mezcla de revista de actualidad, literaria y filosófica, muy cercana a lo que hoy consideramos revista literaria. En 1791 se prohíben todos los periódicos salvo la Gaceta y el Diario de Madrid, al que se prohíbe incluir temas políticos.
b) en el siglo XIX.
Los modelos del XVIII se mantienen, con su voluntad didactista y reformista, pero incorporando el espíritu prerromántico que empieza a asomar en la España de la Guerra de la Independencia. Algunos autores dirigen publicaciones como vehículo para la expresión de ideas no políticas (Cienfuegos, El mercurio, o Quintana, Variedades de Ciencia, Literatura y Arte, Lista, Arjona y Reionoso, El correo de Sevilla). De 1808, con el levantamiento y el restablecimiento de la libertad de prensa hasta el regreso absolutista de 1814, se multiplican los periódicos y gacetas en todo el estado, serán, como decía Alcalá Galiano, el medio de ilustración de los españoles. Los autores del romanticismo español se lanzan a la creación de revistas. Quintana, Lista, Blanco White,… En 1814 y 1825, permitidos sólo 4 periódicos, destacan La crónica científica y literaria en la que JJ de Mora defiende el clasicismo y Diario mercantil en el que Böhl de Faber defiende la estética romántica. En el Trienio liberal resurgen efímeramente varias revistas como El Censor. Muchos autores seguirán publicando en el exilio, mientras en España la prensa vehicula la obra de Larra (El duende satírico del día), los artículos costumbristas de Mesonero Romanos o Estébanez Calderón y el apogeo del romanticismo hispano en revistas como Cartas Españolas, El Correo Literario y Mercantil, La Revista Española,…
Muerte de Fernando VII: muchos periódicos efímeros, El siglo, El sol,… Destacan revistas como El artista, El semanario pintoresco Español de Mesonero Romanos o El museo artístico y literario en el que se publicó la primera parte de El estudiante de Salamanca. La prensa un lugar preeminente en la difusión del ideario romántico y de la obra de sus autores, en ella se consolidó el artículo de costumbres –documento esencial para conocer la vida española de la época, además de su interés literario por su técnica descriptiva y pictórica y como revitalización de la narrativa española después del paréntesis del XVIII, en él radica el nacimiento del realismo español–. Mesonero recogió algunos de esos artículos –que publicó en prensa bajo el pseudónimo”El curioso parlante”–, en dos libros: Escenas Matritenses (1842) y Obras jocosas y serias (1862). En sus artículos se dedica a recoger y pintar escenas de las costumbres y los tipos del ambiente madrileño, con especial atención al pueblo llano.
La obra de Larra no puede desvincularse de la prensa, en ella empezó como crítico teatral, y en ella alcanzó las más altas cotas de la literatura periodística, con artículos que aún hoy resultan de actualidad. En sus artículos se recoge una visión completa y animada de las costumbres, usos y vicios nacionales, y una visión desencantada y crítica del mundo y la sociedad reflejada con ironía y desgarro en algunos de los primeros artículos realmente contemporáneos de la prensa española.
Tras la agitación revoltosa del romanticismo, la segunda mitad de siglo se caracterizará por la consolidación de un periodismo informativo más cercano al actual. El romanticismo fue un movimiento que nace y muere ligado el mundo de la prensa, pero no cejará de tener un papel fundamental en el realismo, por poner sólo un ejemplo, la labor crítica de Clarín en varios periódicos de la época. Destaca también, tras la libertad total de prensa establecida en el sexenio revolucionario, periódicos como El Imparcial y su famoso Lunes Literario –en el que colaboraban los mejores escritores de la época– o el otro gran periódico: La correspondencia de España.
c) el siglo XX. Perspectiva del siglo XXI.
El periodismo español de finales del XIX y principio del XX destaca por una considerable fusión entre prensa y literatura. Una mezcla de motivos económicos, de difusión a más público y de colaboración entre autores de tendencias parecidas convierte a la prensa en el centro de la vida cultura y literaria. No es exagerado considerar que el ámbito natural del escritor en esta época es más el periódico que el libro. Con las generaciones del 98 y el 14, y aún la del 27, la preponderancia del ensayo se debe a esa simbiosis entre periodista, articulista y escritos. La prensa se convierte en una de las principales fuentes de ingresos para muchos autores y deviene además un medio eficaz para la labor cultural de los autores y para hacer llegar la propia obra a un público mayor. Muchas de las obras de estas generaciones ven la luz en periódicos y revistas como El Sol, El globo, Revista de Occidente, El espectador, El imparcial, ABC. La prensa española deviene literaria e intelectualizada.
José Carlos Mainer, en La Edad de Plata, destaca el papel fundamental del periodismo en el proceso cultural que vive España hasta la guerra. Afirma el profesor Mainer que “el escritor se ha transformado en intelectual, y hasta su actitud bohemia se colorea de política y supone una toma de posición frente a la sociedad contemporánea”. Bajo el término “ensayo”, cuando se dice que la literatura española de esta época es ensayística, se oculta en realidad la condición de periodística que originariamente tuvieron tantas obras maestras de Unamuno, Baroja, Machado, Ortega, Azorín, Pérez de Ayala,… “Se olvida hasta qué punto la apuesta diaria de escribir para un país de sordos acaba siendo, para el escritor, una forma de recabar audiencia pública y reconocimiento profesional”.
Papel fundamental tendrán aún las revistas en la G.27: Litoral, Presencia, La Gaceta Literaria, Ultra, Nos, España. La Edad de Plata española, en fin, no se entiende sin las plataformas periodísticas en las que se apoyó.
Después de la guerra civil, continuarán sólo algunos periódicos más o menos afines al régimen, y aparecerán revistas literarias como Escorial, Arbor, o el suplemento literario de Arriba, teñidas de un nacionalismo católico y conservador anclado en la vocerismo patriotero del régimen. El semanario El Español prestó cierta atención a las polémicas literarias de los 40 y 50 y fue plataforma para algunos autores jóvenes. Mucho más productivas resultarán revistas como Cuadernos para el Diálogo o Destino hasta que en 1966 se declare la libertad de prensa y aparezcan periódicos como Madrid, de marcado corte intelectual, a través del cual se dan a conocer muchos jóvenes artistas. En 1975 aparece El País y se afianza los periódicos regionales. La prensa afín al régimen desaparece. La relación entre literatura y prensa continúa viva, y pocos son los autores que no han probado suerte en columnas, artículos, críticas de las muchísimas publicaciones, suplementos, y periódicos que pueblan un panorama cultural de enorme variedad y riqueza.
Cabría reflexionar sobre el papel de la prensa frente a los otros medios de comunicación. Y especialmente los retos a los que se enfrenta en la época de la digitalización. LA PRENSA EN LA ESCUELA Y EN LA CLASE DE LENGUA Y LITERATURA.