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Tema 29 – La atención a las necesidades básicas en la primera infancia. La atención las necesidades, eje metodológico de 0 a 6 años. Evolución de las necesidades de alimentación, higiene y sueño. Importancia de las rutinas diarias. Rutinas y educación de hábitos. Importancia de los factores afectivos y de relación. Colaboración familia-centro. El periodo de adaptación.

INTRODUCCIÓN

Las necesidades básicas son olvidadas con frecuencia en las programaciones por ser obvia su realización diaria, sin embargo resultan fundamentales en el aprendizaje del niño, por lo que han de contempladas en la planificación didáctica. Incluso se podría afirmar que el resto de las actividades han de ser programadas teniendo en cuenta estas necesidades.

Su importancia radica en que al repetirse de forma regular, permiten adquirir hábitos de autonomía y de integración social, facilitando momentos de estimulación de la motricidad, el lenguaje, la afectividad y el desarrollo sensorial. Favorece la relación con el adulto, dado el estrecho contacto que permiten. Y se estimula la comunicación a través de la mirada, los gestos y la voz.

Las actividades de la vida diaria son totalmente globalizadoras. Se han de plantear de modo que sena satisfactorias y resulten agradables al niño.

La actitud del adulto es fundamental para la adquisición de hábitos.

En este tema veremos cuales son estas necesidades básicas en la primera infancia, cómo evolucionan y la importancia que tiene la familia en la adquisición de hábitos relacionados con estas necesidades. Es necesario trabajar coordinados con la familia para adquirir los hábitos de forma correcta y para siempre.

El último punto es el periodo de adaptación al centro de infantil, la forma de planificarlo para causar el menor estrés posible tanto al niño como a la familia. Que la entrada en el centro infantil sea placentera.

  1. LA ATENCIÓN A LAS NECESIDADES BÁSICAS EN LA PRIMERA INFANCIA.

Cuando hablamos de la Declaración de los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de Naciones Unidas en 1989 y ratificada con rango de ley por España en 1990, parece que estamos hablando de un listado de intenciones sobre lo que deseamos para la infancia. Nada más lejos de la realidad, pese a que en muchos lugares del planeta no se puedan garantizar estos derechos, estos no surgen de la buena voluntad de los políticos, sino de la constatación durante décadas en el siglo XX de que estos derechos son en el fondo necesidades básicas que garantizan el desarrollo de nuestros niños.

La declaración recoge lo que los investigadores de la psicología del desarrollo han ido constatando durante años y les ha llevado a la conclusión de que no garantizar alguna de esas necesidades supone maltrato infantil.

Una de las clasificaciones más reconocidas a nivel internacional de necesidades humanas es la elaborada por Maslow. Esta clasificación está basada en la teoría de la jerarquía motivacional del mismo autor. Según Maslow las necesidades superiores sólo desplegarán su potencialidad motivadora cuando las inferiores estén mínimamente cubiertas. La clasificación la desarrollamos a continuación:

  1. Necesidades fisiológicas: hambre, sed, sueño, sexo, descanso, ejercicio, evacuación, evitar el dolor… Tienen que ver con los impulsos fisiológicos relacionados con el concepto de homeostasis. Estas necesidades son primordiales y el ser humano tiende a satisfacerlas antes que el resto de necesidades.
  2. Necesidad de seguridad: alojamiento, protección del bienestar físico, económico o psicológico.
  3. Necesidad de filiación: amor y afecto, amistades, asociación con otros… El amor no es en este grupo un sinónimo de sexo.
  4. Necesidad de autoestima: autoconfianza, independencia, logros, status, reconocimiento personal, respeto…
  5. Necesidad de autorrealización: realizar los propios potenciales, comportamiento creativo, identificación con los problemas de la humanidad…

Las necesidades diferenciales de la infancia serán las mismas que señala Maslow pero adaptadas y desarrolladas de forma específica al momento evolutivo en el que se encuentra la infancia. Félix López realiza la siguiente clasificación de necesidades específicas de la infancia:

a) Necesidades de carácter físico-biológico:

– Alimentación.

– Temperatura.

– Higiene.

– Sueño.

– Actividad física: ejercicio y juego.

– Integridad física y protección de riesgos reales.

b) Necesidades cognitivas:

– Estimulación sensorial.

– Exploración física y social.

– Comprensión de la realidad física y social.

– Adquisición de un sistema de valores y normas.

c) Necesidades emocionales y sociales:

– Seguridad emocional, identidad personal y autoestima.

– Red de relaciones sociales.

– Participación y autonomía progresiva, a la vez que necesidad de establecer unos límites al comportamiento.

– Contacto sexual de exploración, autoconocimiento y autoestimulación.

– Protección de riesgos imaginarios.

– Interacción lúdica.

Los adultos debemos responder a estas necesidades de los menores, ya que estos no tienen la misma capacidad de autoprotección que los adultos: son más vulnerables, no pueden decidir sobre su vida de la misma forma, no saben defenderse bien de los peligros y pueden sufrir efectos irreversibles.

La necesidad de establecer vínculos afectivos se convierte en una prioridad para el sano desarrollo de los menores.

  1. LA ATENCIÓN LAS NECESIDADES, EJE METODOLÓGICO DE 0 A 6 AÑOS.

La Educación Infantil tiene unos rasgos específicos, por lo tanto la metodología deberá adaptarse a las características propias de los niños/as a los que va dirigida.

La metodología es el elemento del currículo que responde a la pregunta “¿Cómo enseñar?” y que determina profundamente la práctica diaria en el aula.

El tiempo es uno de los aspectos fundamentales en la acción educativa y en la etapa infantil hay que tener en cuenta las necesidades biológicas, que son las que marcan en un principio los ritmos y frecuencias necesarias para su orientación temporal.

Por eso es importante establecer rutinas que proporcionen regularidad, frecuencias que ordenen la vida en el centro y lleven al niño a interiorizar ritmos y secuencias temporales.

Estas rutinas se basan en la atención a las necesidades básicas de los niños. La intervención educativa debe planificar estas situaciones de forma que los niños y niñas perciban en ellas una relación personal e individualizada. Tener en cuenta que cada niño tiene su propio ritmo.

  1. EVOLUCIÓN DE LAS NECESIDADES DE ALIMENTACIÓN, HIGIENE Y SUEÑO.

Hay que considerar que el niño al nacer depende totalmente del adulto y ha de ir consiguiendo cada vez más autonomía a medida que su desarrollo madurativo lo permita a través de una adecuada programación de hábitos.

Evolución de las necesidades de alimentación

De 0 a 6 años coincide con el máximo periodo de crecimiento del niño, por lo que la alimentación deber responder a estas necesidades.

Las necesidades calóricas son proporcionales al peso y más importantes cuanto más pequeños:

· Desde el nacimiento: 105 a 120 calorías por Kg de peso y día.

· De 2 a 6 años: 1300 a 1800 calorías por día.

Hay que tener en cuenta que las necesidades calóricas están en función del gasto de energía que se realice.

Las necesidades de proteínas se sitúan entre:

· De 0 a 6 meses: 14 gramos.

· De 4 a 6 años: 20 gramos.

Los glúcidos deben representar de 60 a 100 gramos por día. Los lípidos deben constituir el 15% de la energía absorbida al día.

Cuando bajan las caloría procedentes de los glúcidos y lípidos, el organismo utiliza sus propias proteínas; por el contrario, el exceso de calorías se transforma en grasas.

Los lípidos y glúcidos aportan la energía necesaria para el crecimiento y la multiplicación de las células. No obstante, el consumo de ácidos grasos saturados (sobre todo de origen animal) debe controlarse a consecuencia de los riesgos cardiacos que comporta. Cuando el consumo de calorías es superior a su gasto se origina la obesidad.

Por otra parte, se ha demostrado que el consumo de ácidos grasos insaturados (contenidos en el aceite de oliva, pescado azul) dismimuye el tipo de colesterol perjudicial.

La ingesta de cereales y todo tipo de fibras vegetales, aumenta la cantidad de celulosa, la cual favorece la digestión.

Las necesidades de agua también son importantes y es uno de los aportes indispensables para la vida.

Dependiendo de la edad se pueden distinguir varios períodos: (0-6 meses) se alimenta de la leche materna o maternizada; (6-12 meses) se le van introduciendo zumos, papillas, cereales, pastas, así como alimentos sólidos en pequeños trozos (carne, pescado, frutas, jamón york, tortilla francesa…); (A los 3 años) como ya estará aprendiendo a comer solo, podrá sumarse a las comidas de la mesa familiar; (3-6 años) las raciones aconsejadas son la mitad de las de un adulto y, en cuanto a la variedad, será total. Se aconseja, además de las 3 comidas principales, un yogur o pieza de fruta a media mañana y una merienda por la tarde.

Evolución de las necesidades de higiene

El niño evoluciona de forma muy rápida y cada vez tiene más autonomía en la realización de actividades relacionadas con la higiene.

Durante los 7/14 primeros días hasta que se desprenda el cordón umbilical debemos mantenerlo limpio y desinfectado. Hasta ese momento no se realizará baño por inmersión, se limpiará el cuerpo con una esponja humedecida

En la higiene del recién nacido para hacer un aseo completo y correcto debemos realizar varias acciones como baño, limpieza bucal y cambio de pañal. El baño debe mantener limpia la piel, los órganos de los sentidos y las uñas; de forma que evitemos posibles infecciones al eliminar gérmenes y suciedad que se acumula.

La higiene debe proporcionar bienestar físico y satisfacer las necesidades afectivas.

Durante la primera infancia el baño o ducha se efectuará a diario y lo utilizaremos para limpiar todo el cuerpo del niño.

Insistir en el lavado de las manos que se hará antes de las comidas y después de usar el retrete. A partir del año es buen momento para incitarlos a lavarse las manos, cada vez con mayor autonomía.

Evolución de las necesidades de sueño

Aunque existen variaciones individuales, se da una disminución de la cantidad de sueño individual a medida que se va creciendo.

· Recién nacido: necesita de 16 a 20 horas al día de forma discontinua, repartidas en periodos de 2 – 6 horas.

· 3 meses: necesitan de 14 a 15 horas al día en 4 ó 5 periodos de sueño, más de la mitad del tiempo por la noche. Adoptan ciclo día – noche.

· 6 meses: 14 horas de sueño total, 12 horas de sueño nocturno, interrumpidas por algunos despertares breves fisiológicos. Una siesta por la mañana y otra por la tarde.

· 12 meses a 3 años: 13 – 14 horas de sueño total, 12 – 13 horas de sueño nocturno y una siesta después de comer.

· 3 a 5 años: 10 – 12 horas de sueño nocturno y desaparece la siesta con la escolarización.

  1. IMPORTANCIA DE LAS RUTINAS DIARIAS.

Se pueden definir las rutinas como acciones cotidianas de gran significatividad para el niño, que marcan sus ritmos y tiempos. La principal característica de la rutina es que no son flexibles, son rígidas y no permiten modificación. Se seguimiento es vital, proporcionando seguridad, confianza y mecanizando conductas.

Para Romera Morón las rutinas son las coordenadas que provocan la interiorización de los hábitos y estos son la vivencia de las actitudes que derivan en un aprendizaje constante que desemboca en la autonomía reforzando su autoconcepto y autoestima.

En Educación Infantil, las rutinas marcan la pauta a la hora de desarrollar los acontecimientos de la jornada escolar. como educadores nos permite: desarrollar con orden las actividades, los momentos de relajación y otros momentos de la vida diaria como las comidas o el sueño, teniendo en cuenta nuestros objetivos didácticos, así como las necesidades educativas y asistenciales de los niños/as.
La organización y puesta en práctica de las rutinas escolares ofrece a los niños/as algo más que unas pautas. Mediante la adaptación a las rutinas y el seguimiento de las mismas, los pequeños van conociendo el entorno que les rodea, superando sus miedos y temores a lo desconocido, descubriendo qué es lo que viene después y proporcionándoles la seguridad tranquilidad y confianza necesaria para una adecuada adaptación y estancia en la escuela; todo lo cual posibilita el desarrollo de una sana autonomía personal (objetivo de la Educación Infantil) y el conocimiento de estructuras temporales y nociones secuenciales, como antes y después, ahora y luego, hoy y mañana.
Es necesario elaborar y desarrollar unas rutinas coherentes con las necesidades del cuerpo humano, es decir, ofrecer la posibilidad de pasar de un estado corporal a otro distinto, con fines educativos.

  1. RUTINAS Y EDUCACIÓN DE HÁBITOS.

Según Romera Morón la secuencia de adquisición sería.

Rutina—-Hábito—-Actitud—-Aprendizaje

Entendiendo por hábito la conducta aprendida que se repite de modo cotidiano y automático, que no requiere esfuerzo y que no precisa de control externo. Los hábitos se adquieren, no se heredan. Los buenos hábitos deben comenzar desde los primeros meses de vida y a partir de los 2 años es cuando más importancia tiene la adquisición sólida de buenos hábitos. En los 3/4 primeros años de vida deben ser adquiridos los hábitos higiénicos.

Los hábitos higiénicos guardan relación con las demás actividades que a diario ocupan al niño. Adquirir estos hábitos contribuye al bienestar físico, psíquico y social.

Su adquisición pasa por una serie de fases:

    1. Preparación: analizando sus habilidades y destrezas veremos lo que tiene que mantener y los que hay que mejorar (siempre valorar de forma positiva)
    2. Aprendizaje: el adulto muestra el hábito para que con la imitación lo ponga en práctica. Hay que motivarle.
    3. Automatización: tras la repetición continuada (rutinas) asimila e interioriza la ejecución del hábito llegando a la automatización de la conducta.
    4. Consolidación: el hábito está consolidado cuando se pone en práctica de forma automática y sistematizada en las situaciones que lo requieren.

Una serie de pautas que hay que considerar:

  1. IMPORTANCIA DE LOS FACTORES AFECTIVOS Y DE RELACIÓN.

Para el niño el aprendizaje lo conforman distintas áreas de su desarrollo: lo cognitivo, lo social, lo afectivo. El desarrollo afectivo se sitúa en el seno familiar y también ha de fomentarse y cuidarse en el seno escolar. De él dependen la buena adaptación del niño y el rendimiento académico.

En el aula lo más importante para el niño es la flexibilidad, que aunque parezca contradictorio es establecer los límites claros para los niños; así se favorece el aprendizaje de las normas de comportamiento, y el desarrollo de la autodirección personal y de la conciencia. Ser flexible implica por parte del educador, actitudes de empatía y comprensión y captar necesidades.

Demostrar la afectividad no es tarea siempre fácil. El acercamiento físico, a través del tacto y caricias positivas es una buena demostración que al niño le ayuda a sentirse integrado. El niño es como es y no siempre nos resulta fácil aceptarlo puesto que los educadores somos personas y hay actitudes que nos gustan y otras que nos cuestan más aceptarlas. Lo importante es reconocer y aceptar lo que más nos cuesta y sabernos manejar en aquéllas actitudes que son favorecedoras de las relaciones, como es la sintonía o empatía, esencial para que el niño se encuentre en una atmósfera de credibilidad, confianza y participación.

La afectividad se puede expresar y el niño es capaz de captarla a través de las manifestaciones verbales y no verbales. Se refleja en el movimiento, en la postura, gesto, contacto físico, tono de voz y la mirada.

Algunos de los puntos más importantes desde el punto de vista del niño pequeño que pueden ser importantes para la adaptación del niño en la escuela y en donde los educadores tienen un papel afectivo activo como opción a desarrollar son:

  1. COLABORACIÓN FAMILIA-CENTRO.

La familia y la escuela coinciden en el mismo objetivo: educar a los pequeños. Esta tarea compartida hace que tengan que darse relaciones personales que tienen como finalidad la comunicación, la información y la participación. La corta edad de los pequeños; su necesidad de protección, bienestar, seguridad y cariño plantean una serie de expectativas de la familia sobre la escuela. Los profesionales de EI tenemos que ser conscientes de este hecho y saber que cada relación familia-educador es única y original; por lo tanto la relación con la familia no puede ser masificada.

Los cauces de participación y comunicación ya están indicados en la normativa vigente, solo hay que desarrollarlos, sin perder de vista que es la tarea más delicada realizada por el maestro/a y también la más agradecida por la familia. Los padres participan en la gestión del Centro a través de la Asociación de Madres y Padres.

La relación con la familia debe estar basada en la confianza mutua y desde un marco profesional. Para el profesor/a cada familia nueva y cada niño es una incógnita, una responsabilidad. Para la familia también es una incógnita el lugar y la persona que se hará cargo de algo tan preciados como es su hijo. Esta situación genera angustia y sólo una relación individualizada y el intercambio de información pondrán la base de la confianza que se irá construyendo día a día. Es importante que los familiares conozcan enseguida el Centro: espacios físicos, recursos de que dispone y ubicación de los servicios más importantes que proporciona el Centro.

La relación educador-familia debe encaminarse hacia la adopción de criterios homogéneos respecto a la intervención educativa, limando poco a poco las contradicciones existentes mediante el diálogo y argumentos precisos.

A través de la comunicación, podemos conocer las relaciones que los niños/as mantienen con los miembros familiares. Saber cómo es esta relación, nos ayuda a comprender las relaciones que establece con los iguales, con los adultos y con los demás compañeros del centro. Este conocimiento es imprescindible para realizar una intervención adecuada.

No podemos conocer todo desde el primer momento, hay que establecer una estrategia. El esfuerzo de entender las motivaciones de las familias, tiene una buena repercusión en el niño/a a través de la confianza ganada día a día.

Las entrevistas.

La relación con la familia en el caso de las entrevistas ha de ser individual, y las informaciones obtenidas un carácter confidencial.

Es importante conocer la historia del niño, lo que implica necesariamente conocer a la familia. Con la elaboración de la información recogida en este primer contacto, es posible terminar puntos ajustados a la realidad para iniciar el proceso educativo.

El traspaso de la intimidad familiar, cuando aún no existe un clima de confianza, puede favorecer la mentira parcial o la aparición de mecanismos de defensa, con lo cual, la situación creada o las informaciones recabadas no son útiles para los fines deseados.

La entrevista es una experiencia única y particular, conviene establecer un guión flexible para su desarrollo, como puede ser:

– Efectuar una reflexión sobre qué se pretende, garantizará el tener la seguridad necesaria durante su realización, a la vez que permitirá concretar las informaciones a recoger o comunicar y los temas a tratar.

– Cuidar el entorno físico en el que se desarrolla, facilitando la comunicación bidireccional.

– Establecer una relación empática, escuchar con atención, crear un buen clima emocional y facilitar el diálogo.

– Aclarar suficientemente los temas que se traten.

Existen dos tipos de entrevistas que son esenciales para el desarrollo del proceso evolutivo en la Educación Infantil: la Entrevista Inicial y la Entrevista de Seguimiento.

La Entrevista Inicial tiene un doble sentido: el conocimiento del niño y de su entorno familiar por parte del educador, y el conocimiento de la persona que estará con su hijo por parte de la familia. Supone un primer contacto con la familia y debe realizarse en lo posible antes de la escolarización del niño. A través de ella descubriremos los siguientes datos e informaciones:

· Relativos al desarrollo: conocimientos, hábitos, costumbres, comportamientos, relaciones con amigos y familiares, etc.

· Relativos a otras escolarizaciones: período escolarizado, proceso de adaptación, etc.

· Relativos a las expectativas de la familia sobre el proceso educativo y la escuela.

· Relativos a cómo ven ellos sus pequeños.

· Etc.

Las Entrevistas de Seguimiento son las que se realizan a lo largo del curso, de forma reglada o por situaciones especiales, a instancias de la familia o de la escuela. La temática gira alrededor de los acontecimientos producidos en el desarrollo, y suponen un intercambio de comunicación. Contrastar la información de la entrevista inicial con los datos del seguimiento es muy útil para determinar el camino que ha seguido el desarrollo. La aportación de las informaciones que da la familia puede situarse en la línea de la evaluación continua y conjunta familia‑escuela.

Otros intercambios de información y contacto.

Además de los cauces mencionados, se pueden concretar otros momentos de comunicación, si el talante de ésta es puntual y breve. El período de recepción de los pequeños y la despedida son momentos ideales para estos intercambios breves como: cuando alguien ha pasado mala noche, si hubo una riña en el patio, etc.

Los informes para la familia y los boletines son otros medios a utilizar, así como notas o cartas.

Las Reuniones con la Familia son un utensilio para dinamizar la participación de las familias en la escuela y facilitar la comunicación. Permiten intercambiar experiencias y opiniones. Es aconsejable mantener al menos una al trimestre, establecidas de antemano a través de un calendario.

Requieren una preparación elaborada y estructurada; algunos puntos esenciales:

· Determinando los objetivos que perseguimos.

· Describiendo cómo aprenden los niños (esta información es muy útil y esperada por las familias).

· Mencionando cuál es el nivel global de desarrollo que se aprecia en el grupo de los iguales.

· Dando respuesta a los temas de interés (detectados en otras comunicaciones) apreciados en la familia.

· Evitando en lo posible la información sobre niños concretos, ya que esto aburriría a las otras familias; y existen para ello las entrevistas individuales.

· Estableciendo una dinámica participativa como puede ser alguna técnica de dinámica de grupo.

Es esencial la búsqueda y construcción de un lenguaje común, construyéndolo poco a poco, de forma que todos entendamos lo mismo en los conceptos que se mencionen.

Estas reuniones son un marco ideal para potenciar la participación de la familia en el aula, a través de las múltiples ocasiones que surgen en la vida cotidiana escolar: preparación y desarrollo de fiestas, salidas y excursiones, narración de cuentos, contar experiencias, etc. También puede ser una implicación más sistemática en colaboración en tareas de apoyo (en el momento de la merienda, en el recreo) y también en talleres, todo ello supone la preparación y planificación rigurosa y cuidada.

Otras actividades de formación e información.

El centro de Educación Infantil, es un lugar de encuentro entre familias y profesionales de la educación. En su seno surgen debates, se expresan expectativas sobre la educación de los pequeños y se organizan actividades en torno al tema que nos une.

Es evidente, que la formación y el asesoramiento de una forma sistemática o asistemática se están produciendo continuamente, a partir del entramado de relaciones entre los adultos: familias y profesionales. En cada entrevista o reunión, en cada intercambio de comunicación,… todos aprendemos algo nuevo. La exigencia de relaciones en esta etapa favorece que constituyamos una sociedad viva.

La Escuela de Padres y Madres es una actividad de formación reglada, que surge a través de las expectativas de formación expresadas por las familias. A ellas se desvían temas de interés o conflictivos que los educadores por su importancia o confusión, consideran motivo de debate. Ayuda a entender las necesidades de los niños. Favorece la concordancia de criterios familia-escuela. Se le da un papel positivo a la equivocación, ya que de ella partimos para superar el error. En cualquier caso, favorece la construcción de un modo de ver el mundo infantil más acorde con la realidad de los pequeños.

  1. EL PERIODO DE ADAPTACIÓN.

Para el niño/a los primeros días de asistencia al centro de infantil son un tiempo de conflicto interno, pues vive en la ansiedad de la separación familiar física y sobre todo afectiva. El niño/a se siente menos seguro y menos protegido.

Los cambios que muestran los niños pasan por un periodo de adaptación a la nueva situación a la que se enfrentan. Se van a incorporar a un entorno nuevo donde las personas, los espacios y los materiales son desconocidos para ellos, a lo que se añade la separación de las personas que hasta ahora eran su único punto de referencia.

Los niños no son conscientes del espacio-tiempo real y por ello no saben donde están, el tiempo que permanecerán separados de su familia, cuándo vendrán a buscarlos…., lo que puede generar en ellos sentimientos de inseguridad, angustia y abandono.

Este periodo de adaptación es un proceso lento que requiere un tiempo adecuado para cada niño/a: suele durar entre una o dos semanas con un horario flexible.

Al principio el niño/a podrá llevar objetos de casa que le ayudaran a sentirse mejor; al permanecer periodos cortos de tiempo, va conociendo poco a poco las instalaciones y las personas con las que se va a relacionar, consiguiendo seguridad y confianza.

Durante el proceso de adaptación, es muy importante que padres y educadores establezcan pautas de actuación necesarias para facilitar la adaptación del niño/a a la guardería.

Los padres y madres normalmente muestran su inquietud respecto a dejar a su hijo al cuidado y atención en una guardería. Es necesario resaltar la gran influencia de los padres en este periodo, que vendrá determinado por la forma en que ellos viven la separación.

El periodo de debe planificarse pedagógicamente debido a su importancia. Tanto la familia como el centro escolar son responsables de que este periodo se lleve a cabo con éxito.

La familia ejerce gran influencia en la adaptación, esta viene determinada en gran medida por cómo estas asuman y vivan la separación: sus inquietudes y temores son transmitidos a sus hijos e hijas, e inconscientemente influirá en su actitud, por ello es necesaria la comunicación que transmita la confianza en la escuela.

Para la planificación del periodo de adaptación tendremos en cuenta:

ü El primer contacto de la familia con la escuela se produce al solicitar la matrícula.

ü El equipo educativo acordará las medidas más apropiadas para este periodo.

ü En los días previos al inicio del curso escolar se lleva a cabo una asamblea general con las familias en las que estará presente el equipo docente y tendrá como objetivos:

– Explicar el proyecto educativo del centro: fines, contenidos, línea metodológica…

– Organizar la “entrada escalonada” durante los primeros días de clase.

– Señalar y entregar las normas de organización y funcionamiento de la escuela.

– Planificar las alternativas de implicación familiar y colaboración en las actividades del centro y del aula (talleres, cuentacuentos, acompañantes en salidas…)

– Comentar actitudes positivas y negativas que pueden manifestar durante este periodo.

– Transmitir la importancia de su colaboración y la necesidad de llevarlo a cabo.

ü Comenzado el curso escolar conviene realizar una entrevista personal con cada familia con el fin de conocerse, recopilar información y elaborar la ficha personal.

ü La incorporación será gradual y paulatina y durará aproximadamente una semana, no se extenderá excesivamente por las dificultades laborales de las familias.

ü Se formarán varios grupos, (los niños que se conocen entrarán juntos).

ü Los dos primeros días irán una hora aproximadamente cada grupo, estos se irán mezclando y se irá aumentando el tiempo de permanencia en el aula; así, al finalizar la semana todos han coincidido y termina todo el grupo y todas las horas lectivas.

  1. CONCLUSIÓN

Este tema se relaciona con el ciclo de grado superior de Educación Infantil y dentro de este ciclo con el módulo de Autonomía Personal y Salud. Aunque es un tema bastante general dentro de este ciclo y con aplicaciones a diferentes módulos.

BIBLIOGRAFÍA

Delval,J. El desarrollo humano, Siglo XXI- Madrid, 1994

Crecimiento y desarrollo. Estudio en Kid. Krece Plus. Vol. 4 Serra Majem, Ll. / Aranceta, J. / Rodríguez-Santos, F. AÑO: 2003

Desarrollo del niño en contexto. Lejarraga, Horacio. Editorial Paidós

Autonomía personal y salud infantil. Autor/es: Antonio Jesús Rodríguez, Margarita F. Zehag. EDITEX

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