Lecturas seleccionadas para completar o adaptar el tema:
1. Los medios de comunicación. Su importancia en la sociedad democrática y en la formación de valores, actitudes y hábitos de convivencia. Educación para su uso crítico.
LECTURAS RECOMENDADAS |
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Los medios de comunicación. Su importancia en la sociedad democrática y en la formación de valores, actitudes y hábitos de convivencia. Educación para su uso crítico |
Los medios de comunicación
En la sociedad actual se ha desarrollado un complejo sistema de medios de comunicación masiva que refleja por un lado el incremento cuantitativo y cualitativo de los canales de información (radio y TV; cine, prensa escrita, publicaciones de todo tipo, video, medios computadorizados, etc.) y por otro lado el de los recursos económicos destinados a esta área de la comunicación.
El fortalecimiento de los medios masivos repercute en la educación, a veces de manera directa, cuando son empleados con objetivos netamente educativos (enseñanza a distancia, divulgación científica, programas educativos) y en otras ocasiones de modo indirecto, porque a la postre son vías para la difusión de patrones culturales, de mensajes que impactan la conducta de los consumidores de la información.
Existe una diversidad de términos que se usan para denominar a los Medios Masivos de Comunicación. En la literatura especializada es frecuente encontrar este concepto bajo rótulos tales como medios de comunicación, de información o de propaganda, sin que las diferencias entre uno y otro resulten cardinales. También es común que al referirse a los medios masivos se utilice el anglicismo “mass-media”, que por extensión abarca también a los consumidores de este tipo de información.
En el análisis de los medios masivos, hay tres aspectos diferentes de su funcionamiento:
a) como sistema: los medios masivos constituyen una institución profesional que asegura la recopilación, procesamiento y difusión de la información a escala masiva. Así están bajo el control de importantes empresas que monopolizan la información a escala mundial.
b) como actividad: consiste en asegurar el intercambio de información entre grandes masas de individuos, mediante organizaciones, personal y medios técnicos especializados en la recolección, procesamiento y difusión de la información.
c) como agente socializador: los medios masivos poseen una indiscutible influencia en todas las esferas de la vida social. La eficiencia del trabajo de los medios se establece mediante la correlación, entre los fines de una campaña propagandística o de las intervenciones sobre un tema y el logro real de los objetivos propuestos.
Sobre este último aspecto hay que aclarar, en contra de lo que se supone, que la información que brindan los medios masivos siempre tiene un objetivo concreto y nunca es “informar por informar”, sino crear un estado de opinión sobre un asunto o tema concreto. En este sentido la efectividad de su papel socializador se puede establecer en dos direcciones:
a) Al nivel individual: mediante los procesos que se generan en la actividad cognoscitiva del sujeto, manifestados en los conocimientos obtenidos, las convicciones y actitudes que se adoptan y que se traducirán en conductas y modos de actuación.
b) Al nivel social: mediante la conformación de una tendencia social que se produce a partir de los grupos más pequeños (familia, colectivos laborales, comunidades, etc.) y se manifiesta en la forma de “opinión pública”.
Para las ciencias sociales la comunicación constituye un proceso de la actividad humana que consiste en la transmisión de significados de una persona a otra. La comunicación masiva se distingue entonces por la transmisión de significados hacia el público masivo, heterogéneo y anónimo, mediante mensajes públicos, continuos y estandarizados a través de medios técnicos diversos: las ondas de radio, las imágenes de cine y TV, la prensa plana, etc.
La televisión está en gran medida dirigida a un público heterogéneo, muy variado, del que resulta difícil conocer sus necesidades y lo que es peor, la existencia de una separación física respecto a los receptores y entre estos. Los realizadores de programas televisivos no siempre cuentan con la posibilidad de escuchar criterios de los destinatarios, ver sus reacciones cuando observan los materiales, ni beneficiarse de la discusión de los mismos.
Una representación esquemática del proceso de comunicación personal contiene los siguientes elementos:
ESQUEMA DE LA COMUNICACIÓN
EMISOR MENSAJE RECEPTOR
RETROALIMENTACIÓN
a) La Fuente: entidad que genera los mensajes, después de escogidos y procesados, pueden ser empresas públicas o privadas, locales o transnacionales.
b) El Transmisor: el especialista que codifica y transmite el mensaje al público: locutores, comentaristas, publicistas, actores, etc.
c) El Canal: medio técnico utilizado para la transmisión del mensaje: ondas, imágenes, cintas magnéticas, papel, etc.
d) La Reacción: (feed back) que incluye no sólo la retroalimentación al transmisor y la fuente sino también la asimilación del mensaje y su transformación en conducta y acciones del sujeto receptor.
Importancia en la sociedad democrática y en la formación de valores, actitudes y hábitos de convivencia
Funciones de la comunicación masiva
El sistema de información, difusión o comunicación masiva se basa en la utilización de técnicas, medios y métodos propios de la comunicación, así como en el cumplimiento de funciones específicas.
Uno de los aspectos singulares de los modernos medios de alcance masivo es que, al mismo tiempo que actúan, se explican a sí mismos. Nos someten cada día a la afirmación de su papel en la democracia.
Gracias a su diversidad, cubren el campo entero de las opiniones y las aspiraciones de los ciudadanos, los cuales les prestan atención y los favorecen justamente en la medida y amplitud con que los medios expresan esas opiniones y aspiraciones. En el sistema competitivo, el diario de mayor tiraje, el canal de mayor sintonía, son aquellos que mejor recogen los gustos y opiniones de la mayoría.
En virtud de estas características, los medios cumplen en la sociedad moderna las siguientes altas e insustituibles funciones:
1. Recolección y distribución de la información: referida a sucesos internos (locales) y externos, sobre todas las esferas de la vida.
2. Interpretación y crítica de la información: a través de editoriales, comentarios, crítica especializada, etc.
3. Transmisión de patrones culturales: mediante la presentación de situaciones y personajes y la valoración que de estos se realiza, la propuesta de estilos de vida, normas de conducta, criterios éticos y estéticos, etc.
4. Entretenimiento: relacionado directamente con el nivel cultural y los intereses del consumidor, edad, sexo, posición social, etc, así como con la calidad intrínseca del producto, sea este de contenido político, económico, religioso, cultural, científico o exclusivamente recreativo.
5. Modernizadora y progresista. Presentan cada día los últimos adelantos científicos y culturales. La publicidad enseña a vivir mejor, estimulando las expectativas, la producción, la competencia y el consumo, son los heraldos del progreso.
6. Universalista. Dan origen a la primera civilización verdaderamente mundial. El término “aldea global”, tiene sentido gracias a los medios. Contribuyen a la amistad entre los pueblos.
7. Democrática. Aquí reside su papel más trascendente. Al educar, informar, cultivar, crean la posibilidad de la participación ciudadana y de elección esclarecida, sentando cada día las bases de la democracia. La cual defiende contra las arbitrariedades burocráticas y contra las tendencias totalitarias del poder político.
De este modo y debido sobre todo a esta última función irrenunciable, los medios son la piedra angular de la democracia, el compendio de las libertades ciudadanas, la enciclopedia práctica de los derechos humanos. La libertad de información, de prensa, constituyen el arca de la alianza que sella el pacto de la nación con la libertad como valor trascendente.
¿Quién decide acerca de la pertinencia de la información? Ninguna sociedad ha encontrado respuestas satisfactorias a esta exigencia imperiosa, derivada de los límites de los canales de información y de los intereses contrapuestos en el seno de la sociedad.
Toda administración debe impulsar la transparencia de los medios. La sociedad se debe caracterizar más por instituciones de democracia que de control.
Los medios de comunicación ejercen enorme influencia en las mentes y corazones de millones de personas, en el clima político y en la formación de la opinión pública. Abarcan toda la sociedad y atienden a sus diversos sectores, tomando en cuenta sus inquietudes, entre ellas las políticas y las de todo género de ocupaciones.
En una sociedad democrática y plural la existencia de una opinión pública adecuadamente informada y con capacidad para expresarse y difundirse libremente es tan importante como la propia existencia de las instituciones políticas democráticas.
De acuerdo con la prominencia que asume una u otra de las funciones mencionadas dentro del funcionamiento general de los medios masivos estos pueden llegar a convertirse en eficaces medios para la educación de los individuos en un sistema de valores socialmente aceptables, o por el contrario introducir mensajes no coincidentes con las necesidades educativas de la sociedad, que pueden llegar a ser francamente contrapuestos.
En este punto es necesaria una digresión, para hacer referencia a los términos valor y actitud, por el impacto tan grande que sufren por parte de los medios masivos de comunicación.
La formación de valores morales es un proceso educativo en el que el contenido de determinados hechos, formas de ser, manifestaciones de sentimientos, actuaciones o actitudes humanas, con una positiva significación social, provoca una reacción de aprobación y reconocimiento en el contexto de las relaciones interpersonales y trascienden al nivel de la conciencia del niño y la niña.
Los componentes del valor moral son los siguientes:
Cognitivo: son los conocimientos que el individuo posee y que se expresan en su concepción del mundo, en la cultura de la época y en el conocimiento de la moral vigente en la sociedad en que vive, representan una premisa indispensable aunque no suficiente para hallar el significado y el sentido de las cosas y la asunción de determinados valores morales.
Afectivo volitivo: abarca la esfera psicológica de los sentimientos, las emociones, los motivos, la firmeza, y en especial, el de la voluntad, la cual es sometida bajo el control de la conciencia moral individual, en los actos de selección de la conducta, a la vez que responde por ella.
Orientación ideológica: la significación social positiva de un hecho que reafirme el progreso moral en una sociedad dada tiene una connotación ideológica que expresa el carácter de las relaciones individuo- sociedad y los intereses de las diferentes clases, donde predomina los de la clase dominante sobre la base de la conformación histórico social de dicho sistema de valores.
Vivencia y experiencia moral acumulada: se producen en el transcurso de la vida y como resultado de las actitudes y conductas en el contexto de las relaciones humanas.
Antes de asumir a una definición de actitud, señalemos los elementos esenciales que la caracterizan, según J. Gairin (1988: 330).
La actitud es una disposición a la acción:
· Se forma y puede modificarse aunque se considera una disposición relativamente estable.
· Es un principio de organización mental con relación a un objeto o situación.
· Esta relación se efectúa con arreglo a una polaridad afectiva.
· Tiene un carácter multidireccional; esto es, integra diversos componentes a través de los que se puede analizar la conducta.
El mismo autor, dadas las características apuntadas define las actitudes como
¨constructos conductuales de carácter multidimensional que supone una predisposición a la acción relativamente estable y susceptible de formación y cambio¨ (Gairin, J, 1988: 331).
Gairin, explica los componentes de las actitudes de la siguiente forma:
· El componente cognoscitivo hace referencia a la idea o representación mental que se tiene sobre el objeto de la actitud y a él pertenecen fundamentalmente los conjuntos de opiniones, creencias, categorías, atributos, conceptos, los que dan información sobre el objeto, aunque su representación cognitiva no siempre es real.
· El componente afectivo remite a la motivación que impregna las ideas y con él se relacionan los sentimientos y emociones.
· El componente conductual supone una inclinación a actuar de un modo determinado ante un objeto, un sujeto, o un acontecimiento y es el resultado instigado de la cognición y el afecto.
Los componentes cognitivos, afectivos y comportamentales son congruentes entre sí, aunque es el afectivo de mayor importancia en la configuración de las actitudes, como opinan Fishbein y Azjen.
La conceptualización de la actitud se relaciona con otros términos referidos a motivos sociales y estados motivadores; entre los cuales se señalan: la opinión, creencia, prejuicio, (del ámbito cognitivo), sentimiento, opinión (afectivo), motivación, y valor. Nos referiremos a este último, solamente.
En un extremo de la escala de significación se encuentra el valor, el que Rokeach (1973) define como ¨la convicción perdurable de un modo específico de conducta o estado final de existencia personal o socialmente preferible a un modo de conducta o estado final de existencia opuesto o contrario¨. (1973).
En esta escala de significación las actitudes se situarían entre las opiniones (reacciones aisladas entre los hechos, personas o cosas) y los valores (elemento de valoración de la mayoría de las situaciones). Los valores pueden ser considerados como organizaciones de actitudes. El valor central de la personalidad se manifiesta a través de una serie de actitudes consistentes con la orientación de ese valor o sistema de valores.
Rokeach establece diferencias entre actitud y valor: si el valor se refiere a una creencia individual, la actitud a la organización de varias creencias; el valor va más allá de las situaciones, mientras que la actitud se centra y depende de ellas; los valores no son numerosos, frente a las actitudes que pueden darse tantas como situaciones específicas afecten a la persona; el valor es normativo, la actitud no; y, por último, los valores son más centrales y dinámicos que la
actitud. A estas diferencias Gairin (1988: 348) agrega el carácter general y totalizador de los valores.
A los efectos de la labor educativa es importante el convencimiento de que las actitudes se adquieren, se aprenden y se forman a través de la experiencia y que a pesar de su relativa estabilidad pueden ser cambiadas apoyándose siempre en experiencias.
En el desarrollo y formación de las actitudes sus componentes constituyen un objetivo central. A grosso modo señalemos que se interviene en el componente cognitivo mediante el suministro de nuevas informaciones; en el afectivo al proporcionar experiencias agradables o desagradables en presencia del objeto de la actitud; y en el componente conductual a través de la imposición, directa o velada, de las normas del grupo.
La formación, desarrollo o cambio de actitudes exige, como en el caso de los elementos cognitivos, de una estrategia especializada.
Una de las actitudes básicas ser formadas y esto compete por supuesto a los medios es la de la convivencia, en el Informe Delors para la UNESCO(1996), se habla de: Aprender a convivir, lo que supone, el desarrollo de las habilidades de comunicación e interacción social, del trabajo en equipos –la interdependencia -, y el desarrollo de la comprensión, la tolerancia, la solidaridad y del respeto a los otros.
Desde este punto de vista ha de existir una correspondencia entre los valores que se plantean en el centro infantil y la escuela, entre las actitudes que se promueven el proceso educativo, y aquellos que se expresan y difunden mediante los medios masivos de comunicación, entre los cuales los de la convivencia ocupan un lugar principal, y donde la acción de los medios, por sus posibilidades técnicas, pueden puede ser muy efectiva para lograr en los niños y niñas la formación de actitudes y valores positivos hacia la cooperación, la ayuda mutua, la solidaridad, y el convivir de manera armónica.
La industria de la comunicación masiva
Como se destaca la concepción de los medios de comunicación masiva supera la simple transmisión de información. Concebidos como “industria de la información” los medios masivos no se limitan a transmitirla a los sujetos, sino a “producirla” mediante el seguimiento, evaluación, comentario y pronóstico de los hechos (que no resulta de ninguna manera criticable) unido a la creación de un determinado estado de opinión entre los receptores (lo que abre el camino a la manipulación interesada de los hechos, al ocultamiento o sobrevaloración de información y, en peor de los casos a la desinformación).
En las sociedades modernas los mass-media han ejercido una acción general consistente en moldear a los individuos según un patrón común. Reconociendo esta acción algunos sociólogos, entre ellos el norteamericano K. Young,
establecen la aparición de un “hombre-masa”, fruto de la sugestión que sobre él ejercen estos poderosos medios de configuración de la opinión pública. Para este investigador el resultado de ésta influencia es el reforzamiento de sentimientos de inseguridad personal, aislamiento, despersonalización y, en consecuencia, deseos de autoafirmación.
Como señala P. Carreño los medios masivos llevan siempre una carga ideológica más o menos intencional que los convierte en agentes de socialización colectiva.
Cualquier estudio sobre la estructura de la propiedad de los medios masivos demuestra el enorme nivel de concentración monopolista que predomina en el sector, así como también su fuerte concentración, lo que determina la posibilidad de incidir sobre los criterios de la población de acuerdo con los de aquellos. En esto la televisión lleva todos los signos de alineación y consumismo que sus realizadores se han encargado de transmitir, e incluso cuando hoy millones de voces se levantan para criticar los mensajes de la televisión estos siguen invadiendo los hogares de todos.
La industria de la comunicación elabora un subproducto cultural, la llamada “cultura de masas”, encaminada a la satisfacción de un consumidor promedio sin grandes pretensiones de carácter estético. Este tipo de producto, estereotipado y consumista, ha sido denominado como “cultura camp” o “kitch”, que se distingue por:
· elaborarse en serie, a partir de prototipos comprobados.
· promover la formación de criterios éticos y estéticos únicos, sin oportunidad a la confrontación de alternativas.
· estimular interés excesivo por el aspecto mercantil del producto, por lo que tienden a la vulgarización del arte y la comercialización del folklore.
· extenderse a todos los lugares y sectores del país con propuestas únicas, sin tomar en consideración las diferencias socio-culturales.
· atraer la atención mediante la explotación de lo externo e intrascendente, los aspectos superficiales y sensacionalistas, sin profundizar en las causas y efectos sociales.
Como norma los productos que responden a esta características se distinguen por una preocupación por la agilidad del estilo y la utilización de la tecnología (que pueden llegar a ser de muy buena calidad) en detrimento de la seriedad y profundidad del contenido, de la validez social del mensaje que transmiten. Esto es fácilmente verificable en gran parte de la producción cinematográfica, televisiva, radial o escrita, desde los “filmes de acción” hasta las telenovelas y comics, las menciones publicitarias que acompañan a los programas de todo tipo, las imágenes de millares de video-clips o la profusión de pseudo literatura que promueve el escapismo y la alienación por la vía del sexo, la droga y la violencia. Esto, por supuesto tiene una incidencia sobre las actitudes y los valores que se forman, particularmente en la niñez y la juventud.
La imitación, como señalan muchos psicólogos, es un mecanismo humano particularmente movilizador en las etapas iniciales de la vida. Por esta razón aumenta el temor acerca del incremento de las escenas de violencia, pornografía, vandalismo, lenguaje soez, etc, en gran parte de la producción cinematográfica, televisiva, radial y escrita. Aunque las investigaciones al respecto no han establecido una clara relación entre el consumo de estos productos y la conducta de los sujetos, no es menos cierto que estos mensajes refuerzan el conjunto de influencias sociales negativas que gravitan alrededor del niño y la niña. Es indudable que las conductas agresivas y antisociales se derivan del contexto y la situación social circundante, pero los ejemplos que reciben el niño y la niña a través de los medios masivos pueden exacerbar o atenuar los conflictos y las formas de solución personal que se adoptan.
Particularmente importante resulta este asunto en lo referente a la televisión, convertida en los últimos años en un miembro más de la familia, y quizás en algunos hogares el más influyente. Según investigaciones el escolar pasa una gran cantidad de horas semanales ante el televisor. Pero resulta aún más preocupante que sólo la minoría recibe orientación de sus padres acerca de la selección de los programas Por esta razón es recomendable un mejor uso del tiempo libre de los niños y niñas, dirigiéndolos hacia actividades que les reporten más desarrollo cultural, físico y espiritual.
Se afirma que la televisión comercial es la del “edutenimiento”, neologismo derivado de las palabras educación y entretenimiento. Ella genera el ocio pasivo, la rutina y tiene como blanco predilecto al público menos maduro, en primer lugar los niños y niñas, los jubilados, más los pobres que los ricos, los negros que los blancos, las mujeres que los hombres.
La televisión privilegia la contemplación sobre la explicación, es un medio más ostensivo que reflexivo, y el creciente tiempo de exposición televisiva aumenta su poder manipulador.
Así, Mander plantea que la imagen televisiva usurpa la real y conduce a una verdadera deprivación sensorial, con toda su implicación para la formación del niño y la niña.
Según un estudio realizado en Méjico, el 55 % de la programación de TV se dedica a los anuncios comerciales, el 25 % a los programas norteamericanos doblados, conocidos como “enlatados” (seriales policíacos y de aventuras, cómicos, etc) el 10 % a las telenovelas, el 7 % a programas musicales y apenas el 3 % a programas informativos, noticieros y culturales. Es obvio que no puede esperarse mucho del valor educativo de esta programación. Esta situación no es exclusiva de los países llamados en vías de desarrollo, sino que también afecta de manera similar a los altamente industrializados.
Una interesante investigación realizada en España por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Fundación Pablo VI arrojó importantes conclusiones acerca del papel de la televisión en el rendimiento escolar de los niños, en el que se tomaron las opiniones de los escolares, sus padres y sus maestros.
Llama la atención que en cuestiones como la influencia de la TV sobre la actividad de los niños el 91,5 % de los maestros considera que estimula la pereza; en cuanto a la comunicación con la familia el 85,5 % considera que la perjudica; en cuanto al rendimiento escolar la cifra se ubica en el 82,4 % que la considera perjudicial. Aún cuando entre los padres las opiniones resultan coincidentes con las de los maestros los valores para cada indicador eran sustancialmente inferiores (82, 57 y 66 % respectivamente). En el caso de los escolares no existía por supuesto una opinión definida sobre la influencia de la TV en los indicadores propuestos, predominando las respuestas que la califican como “indiferente”. La diversidad de opiniones nos demuestra la inexistencia de un consenso, necesario, al menos entre padres y maestros en cuanto a la incidencia de la TV en la educación de los niños y en la propia vida familiar.
Otras investigaciones han comprobado que el lenguaje de los hijos de obreros y empleados está mucho más influido por la TV que el de los niños y adolescentes provenientes de familias de mejor posición social, lo que aparece relacionado con el mayor “consumo” de la TV en el primer grupo.
No obstante, los medios de comunicación son muy importantes para el proceso de socialización de los niños y niñas, enriquecen su experiencia social, el conocimiento de los valores y normas de la sociedad, la formación de sus actitudes entre otros aspectos. Es por esta razón que el educador debe estar al tanto de las influencias que ejercen los medios sobre sus alumnos. El contenido de esta influencia merece la mayor atención posible.
El público infantil es el psicológicamente más desarmado, el más fácilmente fascinado por la publicidad, en especial la televisiva. Esta dependencia se caracteriza por:
¨ la disminución de la capacidad para la expresión verbal
¨ la pérdida del interés por el mundo real a favor del imaginario
¨ la pérdida de la capacidad para el juego
¨ desórdenes emocionales
Sin embargo, la formación de hábitos de convivencia constituye, como ya se dijo, uno de las principales metas de la educación actual que requiere el concurso de los medios de comunicación. En este sentido, los medios pueden promover un contexto de igualdad y también de objetivos y proyectos comunes en los que es indispensable la cooperación. Asimismo una misión extensiva de los medios consiste en la enseñanza de la diversidad de la especie humana, contribuyendo a una toma de conciencia de las semejanzas e interdependencias. El descubrimiento del otro pasa por el de uno, por lo que
inspirar la empatía hacia los demás se convierte en algo muy positivo, por lo tanto debe considerarse su prioridad.
Educación para su uso crítico
En todas las investigaciones consultadas se observa una regularidad: cuanto mayor es el nivel de calificación profesional y cultural de la familia mayor es la selectividad y variedad de los medios de comunicación que emplean sus miembros como también es mayor la diversidad de formas de utilización del tiempo libre. Por el contrario, un menor nivel profesional y cultural está ligado a un consumo indiscriminado de los medios masivos, con un marcado énfasis en la TV, que se convierte en la forma fundamental de consumo del tiempo libre.
En atención a estos fenómenos se impone elevar la cultura en el uso del tiempo libre de la familia, a la vez que facilitar el incremento de las opciones para ello. Paralelamente la sociedad y particularmente la institución educacional deben exigir de los medios masivos el cumplimiento de la función cultural, para lo que será importante la combinación de las presiones institucionales, colectivas e individuales, así como la creación y desarrollo de medios alternativos (prensa, radio y TV comunitarias) que asuman tareas de carácter educativo en función de los intereses de toda la sociedad.
El logro de coherencias entre los mensajes educativos de la escuela y los que transmiten los medios masivos implica solucionar algunas contradicciones impuestas por la concepción de estos últimos como “industria de la comunicación”. En primer lugar ha de resolverse la contradicción entre la eficiencia económica o rentabilidad de los medios, determinada por el número de consumidores, y la responsabilidad social de los medios, lo que evitaría el sensacionalismo, la competencia desleal y la manipulación del receptor, entre otros males. En segundo lugar deberá resolverse la contradicción actual entre la supuesta “libertad de expresión” y el compromiso ético elemental que debe regir el funcionamiento de los medios masivos, que debe estar centrado en la objetividad, la seriedad y la ética de sus mensajes, lo cual está ligado a la realización de un proyecto social verdaderamente humanista.
La enseñanza de la percepción crítica del mensaje televisivo es una cuestión esencial para la sociedad democrática. Es necesario desarrollar en los ciudadanos una capacidad crítica que les permita resistir el bombardeo de opiniones que les llegan a través de los medios, lo que resulta difícil contrarrestar por cuanto actúan en la esfera afectiva a través de la sugestión.
Es importante cerciorarse siempre si el niño y la niña han comprendido el significado de la información que aparece en los medios, las preguntas son útiles en ese sentido, tanto las directas como las indirectas. Siguiendo esta línea de análisis, el más importante indicador del hecho de haber comprendido un mensaje es enunciarlo con las propias palabras, sobre esta base es conveniente lograr que ellos formen una opinión propia, cada vez que sea posible. Además requiere de sistematización, comprobar si existe comprensión
de lo visto y escuchado, verificar si se ha conformado un juicio propio. Y empezar temprano, pues cambiar actitudes erróneas ya consolidadas es más difícil.
La construcción de esto se hará más efectiva si se favorece la toma de información de diversas fuentes y a través de distintas vías, pues así se gana en objetividad y se controla el potencial peligro de manipulación. Se fomenta de este modo la libertad y la independencia, que se van a reproducir a sí mismas, propiciando que a medida que se vaya teniendo más edad puedan decidir la fuente de donde adquiere la información.
Toda educación que cultive la independencia del niño y la niña, han de fortalecer necesariamente su visión crítica de la realidad y su responsabilidad. Es conveniente poner a prueba la opinión de ellos, refutando con prudencia, para que de esta forma, se vea incentivado a buscar argumentos que contribuyan a mantener su posición.
Los adultos deben completar la información que aparezca en los medios, siempre que en esta existan omisiones importantes y sea inteligible al menor. Además de controlar el flujo de la misma, pues en la actualidad está latente el riesgo de sobrecarga, que resulta nociva para la salud. Un modo sintético de lograr esto, es el de formarse una idea global de lo que se está tratando, este es un aprendizaje que puede ser estimulado en el niño y la niña con la ayuda atenta del adulto.
La selectividad que haga el educador y los padres de los programas televisivos es clave, y los programas asequibles vinculados con el mundo de la ciencia, resultan muy positivos para la configuración de una visión científica del mundo en el niño y la niña, esto no se puede dejar para cuando sean mayores..
También han de promoverse programas que reflejen los grandes valores de la humanidad, entre ellos el patriotismo, el altruismo, la libertad y otros, lo que les permitirá rechazar aquellos tan frecuentes y que generan antivalores, tales como la violencia.
Teniendo en cuenta la trascendencia que tienen los coetáneos en la conformación del parecer del niño y la niña, es importante tener en cuenta al grupo infantil. El educador puede generar el intercambio en el seno del grupo respecto a una noticia que es del conocimiento de la mayoría y observar las diversas reacciones, procurando evitar el conformismo y fomentar la individualización. Este ejercicio es útil, pues pueden darse cuenta de que la diversidad es una característica humana, además se avanza en comprensión, respeto, aceptación del error y búsqueda de argumentos.
Utilización de los medios.
Como señala Gimeno, las posibilidades que se abren hoy, incluso para los medios más desarrollados, son inmensas. Y enjuiciar sus funciones exige tener
en cuenta tanto sus múltiples efectos, según los mensajes que se quieren propagar, como, y sobre todo, por las características del propio medio.
Así, las funciones básicas que se pueden asignar a los medios en la didáctica son cuatro: la motivadora, la del conocimiento tecnológico del propio medio, la de portador de contenido y la estructurante de éste.
La primera de las funciones es inherente al propio medio en contraste con medios más clásicos y agotados en esta facultad motivadora, sobre todo en la intención de acercar la escuela a lo que es más habitual en la vida real y extraescolar. En la calle como en el hogar, tanto el niño y la niña como el adulto se hallan expuestos a un constante bombardeo lúdico-informativo de los medios
La función de conocimiento del medio entra dentro de las finalidades educativas, es decir instruir a los alumnos en el manejo y conocimiento de los instrumentos tecnológicos de la comunicación y tratar de desmitificar su manejo es una exigencia que no puede ser pasada por alto. No obstante, es posible establecer distintos niveles de profundización en el conocimiento de esos medios.
La utilización de los medios como vehículo de información permite hablar de los medios como transformadores de la realidad, en parte, por el sistema simbólico que utilizan para transportar la información y, al mismo tiempo, por la parcialidad con la que ofrecen esa información, sólo transmiten una parte de la información; así, siempre descontextualizada de la realidad más total en la que se inserta.
En la actualidad se les reconoce a los medios un papel importante en la determinación del conocimiento, hasta el punto de que han entrado en competencia con la educación institucionalizada. Sin embargo, no debemos de llamarnos a engaño, la información que los medios nos transmiten a gran escala, para la gran masa de población es, en sentido general, una información sin estructurar, parcializada, fugaz, superficial y ciertamente pasiva.
Si bien es posible establecer distintos niveles de formación, no es menos importante el papel que pueden jugar los medios como recurso tecnológico en la formación del profesorado. De acuerdo con esta idea es posible incorporar estas tres dimensiones en la formación del profesorado:
· Alfabetización en el lenguaje de los medios, especialmente, prensa, radio y televisión.
· Capacitación elemental del profesorado para utilizar en su práctica pedagógica los medios ya producidos, que se hallan a disposición en el mercado (Prensa, Radio, TV., etc.).
· Formación especializada de un profesorado que disponiendo de una formación pedagógica sólida y conociendo las exigencias del trabajo educativo en las instituciones, sean formados para asesorar producciones de medios educativos o ser, ellos mismos, profesionales de los medios al servicio de la educación.
Otro aspecto a tener en cuenta es el del propio proceso del aprendizaje, al respecto D. Perkins señala que en la actualidad se observa que muchos niños y niñas muestran dificultades en su pensamiento, tales como no saber que hacer valiéndose de lo que ya saben o conocen, y recordar cosas pero que no pueden usar para resolver situaciones, lo cual asume este investigador se debe a que aprenden acumulando hechos y rutinas, y centrando mas en la inteligencia que en el esfuerzo, a lo cual la enseñanza que se apoye en los medios puede contribuir para el recuerdo, comprensión y transferencia del conocimiento aprendido, potenciando así la critica del pensamiento.
Según Howard Gardner, los seres humanos son capaces de conocer el mundo de siete modos distintos, diferenciándose por la intensidad de cada uno y por las formas que se recurren y combinan, las conocidas inteligencias múltiples, pero que la práctica educativa convencional es proclive a las modalidades lingüísticas y lógico-cuantitativas en detrimento de las otras, lo que en su parecer mejoraría si las disciplinas se presentaran en diferentes formas y el aprendizaje se valorara a través de una variedad de medios.
De este análisis se desprende la utilización de los medios de comunicación masiva para acercar a la escuela nuevas modalidades de conocimientos, revitalizando sus prácticas, multiplicando y ensanchando sus consabidos y estrechos accesos.
Según Aparici, “los medios audiovisuales en sus diferentes soportes están conformando la ideología de este fin de siglo como instrumentos difusores de los valores dominantes del sistema, caracterizando por el consumo indiscriminado a gran escala no sólo de productos u objetos, sino también de ideas y de formas de vida”. Desde este punto de vista actitudes y valores pueden formarse a partir de cómo los medios ejercen su influencia poderosa desde la más temprana infancia.
Es cierto que las posibilidades de manipular a las masas que ofrecen los medios en especial la televisión son realmente fuertes. Por eso es pertinente para los educadores y padres el informarse sistemáticamente para poder presentar a la infancia puntos de vista alternativos que gradual y modestamente permitan que los niños y niñas vayan construyendo un incipiente, aunque potente, sentido crítico en relación con la avalancha informativa de los medios.
La crítica juiciosa y constructiva de las emisiones difundidas por los grandes medios debe convertirse en uno de los objetivos de principales de la instrucción cívica de los futuros ciudadanos en toda sociedad verdaderamente democrática.
Una vía puede estar en dar a conocer el cómo se producen los programas de televisión, así como las formas de manipulación ocultas, que son fáciles de advertir. Esta familiarización impedirá que las actuales generaciones sean tan
crédulas e ingenuas como aquella que la recibió de adulta como si fuera un juguete nuevo.
La adquisición de este reflejo crítico ante los diferentes tipos de emisiones permitirá distinguir entre el acontecimiento real y el ficticio, entre la personalidad real y la fabricada, entre la auténtica obra de arte y la pálida copia.
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