En primer lugar, voy a centrar el tema de la consecución de las capacidades generales en la etapa infantil, en el contexto de la actual reforma educativa.
Tres de las grandes novedades de la reforma actual aparecen en el artículo 4 de la Ley Orgánica de Ordenación General del Sistema Educativo de 3 de octubre de 1990. Estas tres novedades son: por un lado, que el currículo se concibe como el “conjunto de objetivos, contenidos, métodos pedagógicos y criterios de evaluación de cada uno de los niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo que regulan la práctica docente”, por otro lado, que la expresión del primero de esos elementos, es decir los objetivos, será en términos de capacidades, y por último, el establecimiento por parte de las administraciones educativas competentes del currículo de los distintos niveles, etapas, ciclos, grados y modalidades del sistema educativo (que en el caso de la educación infantil se llegó a cabo, fundamentalmente en los Reales Decretos 1330 y 1333).
En el epígrafe de este tema se habla de capacidades generales, que son competencias globales que ponen de manifiesto, en actuaciones concretas, que pueden ser distintas en cada niño, aunque se deban a la misma capacidad. Existen distintos tipos de capacidades que hacen referencia al conjunto de los ámbitos propios de la experiencia y desarrollo infantil: motor, cognitivo, lingüístico, de inserción social y de equilibrio personal. Estos ámbitos se toman como referencia para organizar los contenidos en tres áreas de experiencia, en lugar de en áreas de conocimientos, como ocurre en el resto de las etapas. Estas áreas de experiencia son: identidad y autonomía personal, medio físico y social y comunicación y representación.
El conocimiento de este tema resulta muy relevante para los profesores/as de educación infantil, y se puede justificar desde dos puntos de vista: el legislativo y el educativo.
Desde el punto de vista legislativo, por su presencia en la ley. Así aparece en varios artículos de la LOGSE: en el artículo 1.1 donde se establecen los fines de la educación, ya que el logro de estas capacidades contribuirá al pleno desarrollo de la personalidad del alumno; también en el art.7.1 donde se establece que la educación infantil contribuirá al desarrollo físico, intelectual, afectivo, social y moral de los niños; y más en concreto, en el art.8 donde se establecen las capacidades a desarrollar en esta etapa. Además, también aparece regulado en el RRDD 1333/1991 de 6 de septiembre, que establece los aspectos básicos del currículo de educación infantil. Así en su art.6.1 se regula que los contenidos se estructurarán en torno a las tres áreas de experiencia.
Desde el punto de vista educativo, es importante: porque el conocimiento y reflexión de los elementos del currículo de educación infantil lleva a los equipos docentes, y a cada maestro en particular, a comprender y asumir sus intenciones educativas, y a guiar su intervención en el aula; además, porque los centros deben concretar y completar el currículo, y por último, porque para concretar y completar este currículo necesitamos conocer los criterios de contextualización y ajuste de los objetivos y contenidos posibles.
Para terminar esta introducción y comenzar con el desarrollo del tema, voy a destacar cuáles son sus finalidades, es decir, para que nos va a servir: para que a través de los aspectos básicos del currículo, fijados por el gobierno, garanticemos en todos los centros una formación común; para llevar a cabo unas programaciones coherentes con este principio y el de atención a la diversidad no sólo de alumnos sino también de contextos; también, para facilitar el proceso de toma de decisiones que ha de llevarse acabo en los distintos Niveles de C.C; y por último, para sentar las bases que faciliten una sistematización, ordenación y planificación de la acción pedagógica por parte del profesorado.
El esquema que voy a seguir para llevar a cabo el desarrollo del tema consta de los siguientes apartados. En primer lugar, analizaremos la estructura curricular de la etapa infantil. Después los objetivos y contenidos, y su contribución a la consecución de las capacidades generales de la etapa. Para finalizar, abordaremos las áreas de experiencia, analizando sus objetivos y contenidos. Y por último, expondré la conclusión al tema y la bibliografía utilizada.
Empiezo mi exposición con el primer apartado del tema que versa sobre la estructura curricular de la EI. En este primer punto de desarrollo del tema vamos a aproximarnos a la estructura curricular de la etapa de EI, y cómo desde la LOGSE se establece una estructura por ciclos y por áreas de experiencia.
Siguiendo el art.9.1 de la LOGSE observamos como se indica que la EI comprenderá dos ciclos. El primer ciclo se extenderá hasta los 3 años, y el segundo desde los 3 hasta los 6 años de edad. El concepto de ciclo aparece definido en el art.7.3 del RRDD del currículo de EI, como la unidad curricular temporal de programación y evaluación. El hecho de establecer estos dos ciclos no significa, en ningún caso, que no se contemple el desarrollo del niño como un proceso continuo, en el que los cambios no se producen de manera uniforme para todos los niños. Sin embargo, hay una serie de razones que aconsejan esta organización de la etapa en dos ciclos:
· Razones sociales: las demandas de la escolarización de la sociedad se podrían agrupar de forma general en esos dos grupos de edades.
· Razones metodológicas: las edades que comprenden cada ciclo presentan exigencias metodológicas comunes.
· Razones organizativas: la agrupación de los alumnos dentro del centro requiere unas unidades organizativas concretas que en nuestro caso son los ciclos.
· Y por último, razones curriculares: las edades de cada ciclo poseen suficientes características comunes como para permitir la diferenciación de los principales elementos curriculares, entre ellos los objetivos y contenidos.
No obstante, hay que tener en cuenta que esta organización en dos ciclos no tiene las consecuencias, en el ámbito de ordenación académica, que tienen en otras etapas educativas, por ejemplo, en la evaluación, promoción, etc. Una vez analizada las estructura cíclica de la etapa, vamos a analizar de forma breve, para posteriormente desarrollarlo de forma extensa, la estructura en áreas curriculares o de experiencia que presenta la etapa.
Siguiendo el art.9 de la LOGSE, en el párrafo 4º se establece que los contenidos educativos se organizarán en áreas que se correspondan con los ámbitos propios de la experiencia y desarrollo infantil, y se abordarán a través de actividades globalizadas que tengan interés y significado para el niño. Si tuviéramos que aportar una definición de las áreas, podemos definirlas como aquellas unidades curriculares en torno a las cuales se organizan los contenidos que contribuyen a desarrollar las capacidades explicitadas en los OGE.
Como observamos, en el tratamiento que expone la LOGSE, no se trata de áreas de conocimiento, a diferencia de otras etapas, sino de ámbitos de experiencia del niño, y no suponen una consideración de la realidad en parcelas diferenciadas sino que se resalta la profunda interdependencia entre ellas. La finalidad de esta diferenciación en áreas es la de ayudar al educador a sistematizar, ordenar y planificar su actividad docente, respetando el carácter de globalidad de lo que el niño hace y aprende.
Por último, las áreas de experiencia que establece el currículo de EI y que desarrollaremos con más amplitud posteriormente son: área de identidad y autonomía personal, área del medio físico y social, y área de la comunicación y la representación.
Una vez analizada la estructura base de la EI, vamos a centrarnos en el verdadero eje del tema, es decir, en la consecución de las capacidades generales de la etapa de EI, que es el 2º apartado de mi exposición, donde veremos cómo se desarrollan en cada uno de los NCC, es decir, desde las finalidades de la etapa, los OGE, los OGA, los contenidos: conceptuales, procedimentales y actitudinales, el papel de los T.T, y cómo debemos ajustar o adecuar cada uno de éstos elementos a lo que cada centro escolar considera que debe ayudar a conseguirlos en su alumnado, sin olvidarnos lógicamente de los ACNEE.
Siguiendo el desarrollo que nos presenta la LOGSE y apoyándonos en el artículo 8, se nos presentan cuáles son las finalidades de la etapa: “La educación infantil contribuirá a desarrollar en los niños las siguientes capacidades”:
· Conocer su propio cuerpo y sus posibilidades de acción.
· Relacionarse con los demás a través de las distintas formas de expresión y comunicación.
· Observar y explorar su entorno natural, familiar y social.
· Adquirir progresivamente una autonomía en sus actividades habituales.
Como se desprende del contenido del artículo 8 de la LOGSE, lo que se pretende es potenciar y afianzar las posibilidades de desarrollo del niño al tiempo que se le dota de las competencias, destrezas, hábitos y actitudes que faciliten su adaptación a la educación primaria, pero sin supeditarla a ella. Estas competencias se concretan en los diferentes ámbitos del desarrollo, que son: motor, cognitivo, lingüístico, de inserción social y de equilibrio personal. Estas finalidades de la etapa se concretan y se desarrollan en: los objetivos generales de etapa, los objetivos generales de área, los contenidos y los temas transversales.
Su concreción en la legislación por medio del RRDD 1330/1991 de 6 de septiembre, por el que se establecen los aspectos básicos del currículo de educación infantil, y el RRDD 1333/1991 de 6 de septiembre por el que establece el currículo de la etapa infantil para el territorio MEC, nos ofrece una base de desarrollo para la consecución de las capacidades generales de la etapa, pero no podemos olvidar que cada medio educativo vive una realidad diferente, y por ello, consideramos fundamental aportar una serie de criterios de contextualización y de ajuste para llegar al fin previsto ante la diversidad tanto del medio como del alumnado.
Estos criterios de contextualización podrían ser: unificar (unir varios objetivos o contenidos, en uno solo), priorizar (jerarquizar unos sobre otros basándose en las necesidades concretas), matizar (aclarar algún aspecto muy general), añadir (incluir algún aspecto no contemplado), anexos (añadir información sobre el contexto), y por último, nueva redacción (redactar de nuevo el objetivo, contenido, etc.).
A continuación pasamos a desarrollar los elementos curriculares y propondremos algunos ejemplos de cómo esta serie de criterios ayudan y son necesarios para una mejor consecución de las capacidades generales de la etapa. Pasamos en primer lugar a desarrollar los objetivos, tanto generales de la etapa como los de las áreas.
Los objetivos generales de la etapa establecen las capacidades que se espera que al final de la educación infantil haya desarrollado un alumno/a como consecuencia de la intervención educativa que el centro ha planificado intencionalmente. Los objetivos generales de la etapa aparecen regulados en el artículo 4º del Real decreto del currículo de educación infantil, en el artículo 5 se recogen los objetivos generales del primer ciclo.
Los objetivos generales de etapa se refieren a aspectos y rasgos muy generales y comunes a la mayoría de los niños en edad infantil. Los maestros de cada centro educativo deben tener en cuenta las características del contexto escolar y de los alumnos para tallar y perfilar esos objetivos generales en función de dichas características. Este proceso en el que se adaptan las características comunes de los objetivos generales de etapa a las características de los alumnos de cada centro, es la finalidad que se pretende con el primer proceso de toma de decisiones del proyecto curricular.
Con esto se consigue que todo el equipo docente de una determinada etapa comparta los mismos objetivos. Solamente así podrá facilitarse una formación global y coherente de los alumnos. La reflexión que sobre estos mismos objetivos se haya realizado en el P.E por parte de los distintos colectivos representados en el consejo escolar, deberá ser punto de partida del trabajo del equipo docente de la etapa, que terminará de adecuar al contexto sus intenciones educativas. Este elemento es importante para la necesaria coherencia entre el proyecto educativo y curricular.
Los objetivos cumplen tres funciones que justifican su importancia: por un lado, definen las metas que se pretenden alcanzar, por otro lado, si se enuncian con claridad ayudan a seleccionar los contenidos y medios didácticos para su consecución, y por otro, constituyen el referente indirecto de la evaluación.
El grado en el que se espera que se hayan adquirido las capacidades, está definido para el final de la etapa. Sólo llegarán los alumnos a alcanzar el nivel de capacidad si el proceso de enseñanza que se programa a largo de los dos ciclos está planificado para asegurar este grado de aprendizaje. Por otra parte, se trata de capacidades que se inician en la E.I, pero que se han de continuar desarrollando a lo largo de las restantes etapas. Ello hace imprescindible coordinar las decisiones que sobre los objetivos se hayan tomado en el proyecto de I con los proyectos de P.
Cuando el equipo docente está realizando esta reflexión sobre los objetivos, es importante que preste atención a las características más novedosas de este elemento del currículo, ya que son las que tienen mayor capacidad de innovar la práctica educativa. El aspecto clave de los objetivos es que están expresados en términos de capacidades. Es decir, se considera que lo que la escuela debe ayudar a desarrollar no son tanto comportamientos específicos iguales para todo el alumnado, sino capacidades generales, competencias globales que después se ponen de manifiesto en actuaciones concretas que pueden ser distintas en cada niño, aunque se deban a la misma capacidad.
Además de estas características de los objetivos generales de etapa, hay que destacar que están definidos en términos de capacidades que se refieren al conjunto de los ámbitos del desarrollo, en un mismo objetivo se recogen capacidades de distintos ámbitos. Una de las estrategias que puede ayudar a llevar adelante este proceso de lectura de los objetivos, teniendo en cuenta el contexto, es ir indicando las distintas capacidades que hay en cada objetivo de etapa y discutir acerca de las interrelaciones que pueden existir entre ellas.
Vamos a ejemplificar este proceso con el primer objetivo general de la etapa, que es: “Descubrir, conocer y controlar progresivamente el propio cuerpo, formándose una imagen positiva de sí mismos, valorando su identidad sexual, sus capacidades y limitaciones de acción y expresión, y adquiriendo hábitos básicos de salud y bienestar”.
En este objetivo se encuentran capacidades de tipo cognitivo, ya que se quiere que el alumno descubra y conozca su cuerpo, pero se quiere igualmente que desarrolle capacidades que tienen más que ver con el ámbito afectivo o de equilibrio personal, como son que se forme una imagen positiva y valore su identidad, también están presentes las capacidades motrices, ya que se pretende que el alumno controle su cuerpo, asimismo el proceso de enseñanza debe conseguir que el alumnado adquiera una serie de hábitos que influirán también en la comunidad y en el entorno en general, desarrollando así competencias del ámbito de la interacción y la inserción social.
La identificación y discusión acerca de las capacidades presentes en los objetivos habrá posibilitado una comprensión de los mismos que permitirá al equipo docente adecuarlos a las peculiaridades de su centro. Esta adecuación puede hacerse de las diversas maneras o criterios que mencionamos con anterioridad. Vamos a ejemplificar con algunas matizaciones al objetivo presentado anteriormente, es decir, al primer O.G de la E.I. “Cuando se trabaje este objetivo se hará especial hincapié en aspectos como: necesidad de reforzar desde la escuela los hábitos de salud e higiene de los niños, importancia de la no discriminación por razón del sexo, etc.”
En esta adecuación debe prestarse especial atención a los temas transversales, es decir, aquellos contenidos que están presentes en todas las áreas curriculares, con una gran carga actitudinal, y que, precisamente por ello, pueden llegar a vertebrar el proceso de enseñanza. También debemos tener presentes a los ACNEE. La adecuación a este alumnado es una estrategia muy potente de normalización, ya que si se ajusta la intervención educativa a sus peculiaridades en todas aquellas decisiones que son posibles en el segundo nivel de concreción, se podrían evitar algunas adaptaciones individuales en el aula que apartarían más al alumno del currículo ordinario.
Vamos a proponer un ejemplo de matización del objetivo h) de educación infantil en un centro que integra ACNEE, principalmente auditivas. Este objetivo dice textualmente: “Utilizar el lenguaje verbal de forma ajustada a las diferentes situaciones de comunicación habituales para comprender y ser comprendido por los otros, expresar sus ideas, sentimientos, experiencias y deseos, avanzar en la construcción de significados, regular la propia conducta e influir en la de los demás”.
Para los ACNEE proponemos: “desarrollar en el alumnado y el profesorado capacidades relacionadas con la lectura de labios (como la utilización del lenguaje gestual para acompañar las producciones orales), utilizar habitualmente lenguajes alternativos para facilitar la comprensión oral de la vida cotidiana, utilizando apoyos mímico-gestuales y visuales, favorecer en el alumnado el respeto a las producciones y mensajes orales realizados por los alumnos sordos”.
Para finalizar el tratamiento de los objetivos generales de la etapa, destacar que lo importante es que la reflexión sobre los objetivos de la etapa infantil lleve a que todo el equipo docente de la etapa comprenda y, lo que es fundamental, asuma las intenciones educativas que en el proceso de adecuación se hallan concretado como guía de su intervención en el aula.
Los objetivos generales de área establecen las capacidades que la intervención educativa, durante la E.I, deberá desarrollar y potenciar en el niño en cada una de las áreas o ámbitos de experiencia, a través de unos procesos de E-A. Suponen un paso más en la concreción de las intenciones educativas plasmadas en los objetivos generales de etapa. Al igual que éstos, contemplan los cinco tipos de capacidades a desarrollar: cognitivas, motrices, de equilibrio personal, de relación interpersonal y de inserción y actuación social.
Estos objetivos tienen un claro carácter propedéutico y al igual que los de etapa tienen importantes implicaciones en el proceso de evaluación, ya que constituyen el referente básico permanente que debe tener en cuenta el profesorado para llevar a cabo dicho proceso. Los objetivos generales de área, han sido desarrollados por cada comunidad autónoma con competencias en materia educativa a partir de los objetivos generales de etapa, establecidos en el Real decreto que establece los aspectos básicos del currículo de la etapa infantil.
Del mismo modo que desarrollamos los objetivos generales de etapa vamos a ejemplificar alguno de estos objetivos generales de área en su adecuación o contextualización a la situación concreta de trabajo de cada centro y cada grupo de alumnos. Tomamos como ejemplo el área de identidad y autonomía personal, y siguiendo el Real decreto por el que se establece el currículo de educación infantil para el territorio MEC, tomamos el objetivo general de áreas número 3, que dice textualmente: “tener una actitud de respeto hacia las características y cualidades de las otras personas y empezar a valorarlas sin actitudes de discriminación en relación con el sexo o cualquier otro rasgo diferenciador”.
La adecuación que proponemos es la siguiente: “se prestará especial atención al respeto y valoración de las diferencias individuales dentro del grupo, y fundamentalmente las que se derivan de limitaciones intelectuales, físicas y sensoriales, evitando actitudes de rechazo, sobreprotección o discriminación por estos motivos”.
Los contenidos son un instrumento que permite desarrollar al alumno las capacidades recogidas en los objetivos generales de etapa y objetivos generales de área. Por tanto, los objetivos han de constituir un elemento clave de referencia para la selección de contenidos. Los contenidos son elementos de la experiencia de los niños y niñas que han sido seleccionados de forma que sirven de mediación entre los pequeños y las demandas sociales y culturales, contribuyendo a su proceso de socialización, y por tanto, a la asimilación de los saberes sociales y del patrimonio cultural de la sociedad.
Los contenidos se organizarán entorno a las tres áreas de experiencia, y los correspondientes a cada área se estructurarán en varios bloques de contenidos. Podemos encontrarnos con tres tipos de contenidos: conceptos, procedimientos y actitudes. A veces un mismo contenido puede aparecer repetido en las tres categorías, esto se traduce en la necesidad de ser abordado simultáneamente desde una perspectiva conceptual, procedimental y actitudinal. En otras ocasiones un determinado contenido aparece únicamente en una u otra de las tres categorías, lo que significa que deberá ser abordado de forma prioritaria en esa categoría.
Los contenidos conceptuales constituyen hechos muy sencillos y primeras nociones que sirven a los niños para comprender e interpretar la realidad, y que, en etapas sucesivas, podrán dar lugar a conceptos cada vez más complejos. El proceso de enseñanza y aprendizaje debe ofrecer experiencias que ayuden a los niños y a las niñas a ir elaborando y ampliando sus marcos de interpretación de la realidad, reelaborando y construyendo nuevos conceptos.
Los contenidos procedimentales constituyen un conjunto ordenado de acciones dirigidas a la consecución de una meta. A menudo se emplean otros términos, como habilidades, destrezas, etcétera. Puede haber procedimientos de muy diferente complejidad, en relación con los pasos de que se componga y la meta que pretenda cada uno de ellos. Así, algunos procedimientos se inician en la etapa de educación infantil y se desarrollan, mejoran y completan a lo largo de toda la vida, como por ejemplo, la observación, cuyo grado de complejidad puede ser distinto.
En cualquier caso, los procedimientos han de ser funcionales para el niño, y su ejercitación en diferentes situaciones favorece su consolidación. Un procedimiento no debe confundirse con una determinada metodología, puesto que es la destreza que se desea que construya el alumno.
En cuanto a los contenidos actitudinales, conviene destacar que frecuentemente se ha eludido en la enseñanza una reflexión sobre las actitudes, las normas y valores, aunque se transmitían durante el proceso de enseñanza y aprendizaje, y los alumnos también aprendían estos contenidos. Este hecho ha favorecido que en muchas ocasiones pasaran a formar parte del denominado “currículo oculto”. El profesor debe reflexionar sobre estos contenidos, explicitarlos, concretarlos y reelaborarlos durante el proceso educativo, sin perder de vista que él actúa como modelo y que ha de ser coherente en sus propuestas y acciones.
Los valores son principios que se integran en la estructura del conocimiento, mueven la conducta, orientan la vida y configuran la personalidad. Los valores se concretan en normas de actuación que la persona cumple acorde con ellos; recoger basuras, cuidar el bosque, etcétera. La educación de los valores no puede ser nunca un proceso inculcador, por el que se pretenda imponer en el alumnado unos criterios determinados, sino que debe ser el fruto de una fundamentación basada en el conocimiento, la reflexión y la acción.
Analizado cada uno de estos tres tipos de contenidos, habría que señalar que el maestro debe programar actividades en las que intervengan los tres, y sólo en circunstancias excepcionales, puede ser aconsejable enfocar de manera específica el trabajo sobre uno y otro tipo de contenidos. Siguiendo el esquema de desarrollo del tema que estamos presentando y resaltando de nuevo la necesidad de ajustar y contextualizar los elementos curriculares, vamos a ejemplificar algunos contenidos.
Siguiendo el primero de los objetivos generales del área de identidad y autonomía personal, que dice: “tener una imagen ajustada y positiva de sí mismo, identificando sus características y cualidades personales”. Nuestra nueva redacción sería: “tener una imagen real de nuestras posibilidades y limitaciones, valorando positivamente nuestras características”.
Siguiendo el tercero de los objetivos generales del área de conocimiento del medio físico y social, que dice textualmente: “orientarse y actuar autónomamente en los espacios cotidianos y utilizar adecuadamente términos básicos relativos a la organización del tiempo y el espacio en relación con sus vivencias periódicas y habituales”. Nuestra nueva redacción con respecto a este objetivo sería: “orientarse y actuar en casa y en la escuela de forma autónoma, y utilizar adecuadamente los términos: antes, después, ahora, aquí, allí, etc. en relación con sus experiencias”.
En definitiva, y al igual que hemos comprobado con el resto de elementos curriculares, cada situación, cada contexto, cada centro educativo puede ajustar y contextualizar cada uno de los elementos mencionados, siempre con un único fin: el desarrollo de las capacidades expresadas en la LOGSE en función de sus necesidades.
Para finalizar el desarrollo del tema, vamos a analizar más detalladamente cada una de las áreas de experiencia, y presentaremos algún ejemplo de objetivo general de área y de contenidos que quedan recogidos en el Real Decreto del currículo. Este es el tercer y último apartado en mi exposición. Como ya dijimos anteriormente las áreas de experiencia en EI son tres: área de identidad y autonomía personal, área del medio físico y social, y área de la comunicación y la representación.
En cuanto al área de identidad y autonomía personal, hay que destacar según se señala en el Real decreto por el que se establecen los elementos básicos del currículo de la etapa infantil, que ésta área hace referencia al conocimiento, valoración y control que los niños van adquiriendo de sí mismos, y a la capacidad para utilizar los recursos personales de los que dispongan en cada momento. En este proceso resultan relevantes las interacciones del niño con el medio, el creciente control motor, la constatación de sus posibilidades y limitaciones, el difícil proceso de diferenciación de los otros y la cada vez mayor, independencia respecto a los adultos.
A lo largo de esta etapa debe conseguirse que los niños y niñas conozcan global y parcialmente su cuerpo, sus posibilidades perceptivas y motrices, puedan identificar y disfrutar con las sensaciones que experimentan, y servirse de las posibilidades expresivas del cuerpo para manifestarlas. En la etapa infantil tiene gran importancia la adquisición de buenos hábitos de salud, higiene y nutrición. Estos hábitos no sólo contribuyen al cuidado del propio cuerpo y de los espacios en los que vive, sino que son también fundamentales en el proceso de autonomía del niño.
Por lo tanto los objetivos generales del área de identidad y autonomía personal se refieren a los siguientes aspectos: conocimiento de sí mismo, control motor para desenvolverse en la vida cotidiana, regulación de la propia actuación de forma autónoma y ajustada a la realidad, y hábitos básicos de salud y bienestar. El Real decreto por el que se establece el currículo de EI para el territorio MEC, recoge los objetivos generales de área. Uno de los objetivos generales del área de identidad y autonomía personal es “identificar progresivamente sus posibilidades y limitaciones, valorarlas adecuadamente y actuar de acuerdo con ellas”.
Estos objetivos se trabajan a través de una serie de contenidos, que como ya hemos comentado, se agrupan en bloques de contenidos, y dentro de cada bloque encontramos conceptos, procedimientos y actitudes, sin que ello signifique que no exista una profunda interrelación entre ellos. Siguiendo al Real decreto mencionado anteriormente, los bloques de contenido en esta área son 4: el cuerpo y la propia imagen, juego y movimiento, la actividad y la vida cotidiana, y por último, el cuidado de uno mismo.
A modo de ejemplo vamos a desglosar uno de los bloques. Así, en el bloque del cuerpo y la propia imagen, tenemos conceptos como el cuerpo humano, sensaciones y percepciones del propio cuerpo, sentimientos y emociones propios y de los demás y su expresión corporal. Procedimientos como: exploración e identificación de las características y cualidades del propio cuerpo, tanto global como segmentariamente, y de las diferencias y semejanzas con los otros. Y actitudes como: aceptación y valoración ajustada y positiva de la propia identidad y de sus posibilidades y limitaciones.
Con respecto al área del medio físico y social, resaltar que según señala el Real decreto por el que se establecen los aspectos básicos del currículo de educación infantil, esta área hace referencia a la ampliación progresiva de la experiencia infantil, y a la construcción de un conocimiento sobre el medio físico y social cada vez más completo. Este conocimiento implica, además de una determinada representación del mundo, la existencia de sentimientos de pertenencia, respeto, interés y valoración de todos los elementos que lo integran.
El acceso del niño al centro de educación infantil supone una ampliación de las relaciones sociales en espacios distintos a los habituales, ofreciéndole posibilidades de conocer una nueva realidad, de actuar e intervenir sobre ella, de crecer y desarrollarse. Es objetivo de la educación infantil que los niños puedan actuar con autonomía, confianza y seguridad en los sistemas sociales más próximos, conociendo y utilizando las normas que permiten convivir en ellos. En el seno de los grupos a los que pertenece, aprende a valorar las ventajas de la vida en grupo, así como las limitaciones que ésta impone. Aprende también a colaborar con los otros, a ayudar y a pedir ayuda.
El descubrimiento del medio implica una actuación de la persona, en la que se pone en juego procedimientos de observación, de exploración, de recogida datos y de formulación de metas. Los objetivos generales del área del medio físico y social se refieren a los siguientes aspectos: conocimiento del entorno social, interacción en los diversos grupos sociales, conocimiento del entorno físico, y actitudes de cuidado, respeto e interés hacia el medio.
Los objetivos generales de esta área están también recogidos en el Real decreto del currículo de infantil, uno de ellos es “participar en los diversos grupos con los que se relaciona en el transcurso de las diversas actividades, tomando progresivamente en consideración a los otros”. Los bloques de contenido de esta área son cuatro: los primeros grupos sociales, la vida en sociedad, los objetos, y el cuarto, animales y plantas.
A modo de ejemplo desarrollamos el bloque de contenido los primeros grupos sociales. Uno de sus conceptos es: principales grupos sociales de los que se es miembro. Entre los procedimientos están: utilización de estrategias de actuación autónoma y adaptada a los diferentes grupos a que se pertenece (familia, clase, escuela) y también, realización responsable de tareas o encargos sencillos. Algunas actitudes son: autonomía en la resolución de situaciones conflictivas, y además, respeto por la diversidad de sexos, de profesiones, de edades, etcétera.
En cuanto al área de la comunicación y representación, hay que destacar que según indica el Real decreto por el que se establecen los aspectos básicos del currículo de educación infantil, el sentido fundamental de esta área es el de contribuir a mejorar la relación entre el individuo y el medio. Las distintas formas de comunicación y representación sirven de nexo entre el mundo interior y exterior al ser instrumentos que posibilitan las interacciones, la representación y la expresión de pensamientos, sentimientos y vivencias.
Las diferentes formas de representación no se limitan a ser vehículo de expresión, sino que pueden también afectar sobre el contenido que tratan de representar. Estas formas incluyen la expresión gestual y corporal, el lenguaje verbal, la expresión plástica en sus diversas formas, la expresión musical, el lenguaje escrito y la forma de representación matemática. Por lo tanto, los objetivos generales del área de comunicación y representación se refieren a los siguientes aspectos: uso de las diversas formas y técnicas de comunicación y representación (musical, oral, corporal), e interés valoración y respeto hacia las distintas formas de expresión y representación.
Como en las otras áreas, sus objetivos generales aparecen recogidos en el Real decreto por el que se establece el currículo de la etapa, de ellos uno es “comprender las intenciones y mensajes que le comunican otros niños y adultos, valorando el lenguaje oral como un medio de relación con los demás“. Los bloques de contenido en esta área son 6: lenguaje oral, aproximación al lenguaje escrito, expresión plástica, expresión musical, expresión corporal, y además, relaciones, medida y representación en el espacio.
A modo de ejemplo, desarrollamos el bloque de contenidos “lenguaje oral”. Algunos de sus conceptos son: formas socialmente establecidas para iniciar, mantener y terminar una conversación, y también, textos orales de tradición cultural (canciones, cuentos, coplas, poesías, refranes). Entre los procedimientos están: comprensión de las intenciones comunicativas de adultos y de otros niños en situaciones de la vida cotidiana, y además, utilización adecuada de las formas socialmente establecidas para relacionarse con los demás. Algunas de las actitudes son: interés y esfuerzo por mejorar y enriquecer las propias producciones lingüísticas, y también, atención e interés hacia los textos de tradición cultural.
Con estos ejemplos finalizo el desarrollo del tema, donde hemos visto como se consiguen las capacidades generales de la etapa infantil mediante los objetivos y contenidos de las áreas del currículo de dicha etapa. Pero no quiero terminar sin hacer mención a la O.M de 3 de noviembre de 1993 por la que se establece el currículo del área de religión católica, ya que en esta etapa, aunque está estructurada en tres áreas de experiencia, es muy importante que, además de incluir en las programaciones el tratamiento de los T.T, se incluya el tratamiento de la enseñanza religiosa, como parte fundamental en el desarrollo integral de la personalidad del niño.
Para terminar mi exposición, quiero concluir destacando las finalidades que persigue este tema. El conocimiento de los contenidos de este tema nos va a servir como educadores: para que a través de los aspectos básicos del currículo, garanticemos en todos los centros una formación común; para llevar a cabo unas programaciones coherentes con este principio y el de atención a la diversidad; también, para facilitar el proceso de toma de decisiones que ha de llevarse acabo en los distintos Niveles de C.C; y por último, para sentar las bases que faciliten una sistematización, ordenación y planificación de la acción pedagógica por parte del profesorado.
Las normas y documentos bibliográficos en que me he apoyado para llevar a cabo el tema son:
· La LOGSE. El RRDD 1330/1991 de 6 de septiembre, por el que se establecen los aspectos básicos del currículo de EI. Y el RRDD 1333/1991 de 6 de septiembre, por el que se establece el currículo de la etapa de EI.