Tema 15E – La función del maestro o maestra en Educación Infantil. La intencionalidad educativa. Relaciones interactivas entre el niño y el educador. El maestro como miembro del equipo educativo y en su relación con las familias.

Tema 15E – La función del maestro o maestra en Educación Infantil. La intencionalidad educativa. Relaciones interactivas entre el niño y el educador. El maestro como miembro del equipo educativo y en su relación con las familias.

· Introducción:

La configuración de un perfil que dibuje la función educativa de los docentes no supone definir un modelo concreto único, ya que esto no ayudaría a promover una actitud personal y creativa, sino que supone tener en cuenta unas bases profesionales y humanas que toda persona educadora ha de tener.

La persona adulta debe procurar observar el ritmo y la orientación de la actividad investigadora del niño. Debe acompañarla, animarla, diversificarla y enriquecerla, y todo ello debe conseguirlo gracias a las bases de conocimientos y profesionales de que dispone y a las propias técnicas y recursos.

· La función del maestro en educación infantil.

La función de los educadores es siempre fundamental. Sobre todo en el principio de la etapa de infantil es muy necesario que el educador sepa satisfacer las necesidades básicas y los intereses de los niños. Es importante disponer de un clima relajado favorecedor del respeto mutuo e incitador de la compañía y de la solidaridad. Por eso es imprescindible que la persona adulta respete, escuche, atienda y facilite ayuda a los niños siempre que convenga. La vivencia de ser objeto de cariño, y al mismo tiempo, el saber querer, con todas las actitudes que eso comporta, es un medio adecuado para construir satisfactoriamente la propia identidad, obtener un papel gratificador dentro del grupo social y respetar a los demás. De hecho, cuando más arriba me he referido a la satisfacción de las necesidades básicas del niño o la niña, no hacía referencia sólo a las sensaciones relacionadas con el malestar corporal producidas por el hombre o por la suciedad, el calor o el frío, sino que también incluía la necesidad que todo niño tiene de vivir el afecto y el cariño.

El maestro debe ser siempre un buen modelo en muchos sentidos, por ejemplo en el lenguaje, los hábitos, los valores, etc. Pero también debe ser un buen observador, puesto que la manera de obtener la información necesaria sobre los niños y las niñas para llevar a cabo un proceso de enseñanza – aprendizaje adecuado ha de ser mediante la observación. Así podremos conocer de manera individualizada cuales son las motivaciones y necesidades de los niños sobre los que estamos interviniendo.

Los conocimientos de psicología, pedagogía, puericultura, etc. pueden facilitar la tarea del docente. Es necesario que estos conocimientos sean actualizados periódicamente y también que sean contrastados con la práctica con el propósito de mejorarla.

La psicología da las pautas para hacer un buen seguimiento de la evolución de los alumnos y de sus procesos de aprendizaje.

La puericultura permite realizar una tarea higiénico – sanitaria, preventiva y de educación para la salud.

La pedagogía, y en general todas las ciencias de la educación, proporcionan conocimientos para llevar a cabo de manera profesional el trabajo en el aula y ayudan a tener una perspectiva más amplia, en el sentido de encontrar finalidades educativas en las acciones cotidianas.

El conocimiento de técnicas y recursos puede proporcionar un mayor rendimiento en la educación. Saber escoger el material adecuado, llevar a cabo una actuación pedagógica idónea en cada momento, proporcionan a los educadores seguridad en su trabajo. Seria un error copiar al pie de la letra metodologías que se han visto culminar con éxito sin tener presentes las variables que la han hecho posible (edad, situación, preparación…) La persona que educa tiene que saber cuál es el objetivo que pretende, qué necesidades e intereses tienen los niños y de qué manera las técnicas que conoce y puede utilizar le ayudan a conseguir el objetivo propuesto.

Como transmisora de valores culturales que hacen posible el desarrollo del niño, debe conocer el propio entorno y respetarlo: la cultura, la lengua, la historia, el folklore, las raíces del pasado. Pero también tendrá que saber como hacer partícipes de ello a los alumnos.

Delante de la diversidad de características individuales del alumnado y de las diferentes necesidades que presentan, es necesario diversificar las actuaciones educativas. Ahora bien, hay que ser capaz de huir de una percepción del niño centrada en cualquier tipo de clasificación. Hoy es sabido que este factor y los prejuicios y expectativas sobre el desarrollo de los niños condicionan fuertemente este mismo progreso. Esto es un hecho que adquiere una particular relevancia en cuanto a los alumnos con necesidades educativas especiales. Por eso, el educador debe situarse en una posición positiva, respetuosa y constructiva en relación con el desarrollo de los niños. Hay que entender que por muchas dificultades que se puedan presentar siempre habrá facilidades o ayudas que se puedan prestar para que se pueda conseguir una mejora en los conocimientos y competencias.

· La intencionalidad educativa:

Según dice la LOGSE en el artículo 8, la educación Infantil debe contribuir a desarrollar en los niños y en las niñas las siguientes capacidades:

a) Conocer su propio cuerpo y sus posibilidades de acción

b) Relacionarse con los demás a través de las diferentes formas de expresión y de comunicación.

c) Observar y explorar su entorno natural, familiar y social.

d) Adquirir progresivamente una autonomía en sus actividades habituales.

Por eso, la práctica del docente debe estar dirigida a conseguir que sus alumnos desarrollen todas estas capacidades. Esto puede hacerse proporcionando a los niños y a las niñas experiencias que estimulen el desarrollo personal completo. Como punto de partida de un proceso que continuará en otros tramos educativos, la educación infantil puede y debe contribuir a compensar cualquier tipo de desigualdad, ya sea de origen social, cultural o económico, sin que esto signifique dejar de reconocer las diferencias psicológicas de los niños. Podríamos decir que se trata de ejercer una prevención que haga que las posibles desventajas de determinados alumnos no lleguen a ser significativas, puesto que lo mejor para paliarlas es la estimulación precoz.

Los grupos de docentes y profesores determinan sus intenciones educativas en forma de proyectos y programaciones, los cuales no deben descuidar, tal y como he dicho, la diversidad de características del alumnado y las diferentes necesidades que presentan.

Estos proyectos y programaciones tienen una serie de objetivos que son una manera de concretar lo que a grandes rasgos dicta la LOGSE. En ellos se tienen en cuenta cuales son las características de los alumnos, del centro, del entorno que les rodea, etc. De esta manera se asegura que la adquisición por parte de los alumnos de los objetivos y de las finalidades sea más efectiva y enriquecedora.

Así pues, se puede afirmar que en lo que respecta a la concreción de las intenciones y finalidades de la educación, los objetivos generales resultan un marco de referencia idóneo para organizar alrededor de ellos la actividad docente.

Ahora bien, a menudo estos objetivos y actividades no se presentan de forma gradual y escalonada, sino que surgen de golpe de manera que sin una buena organización la tarea docente resultaría caótica y poco fructuosa. Por eso, el maestro debe tener suficiente seguridad para saber priorizar los objetivos que hay que trabajar en cada momento, evitando al improvisación y la rigidez.

El logro o no de las capacidades básicas por parte del alumno está condicionado por el tipo de intervención que se haya realizado. Cuanto más activa, planificada e intencional sea, mejores resultados dará. Por eso, en el caso de que no se produzca esta intervención no se puede asegurar que los aprendizajes necesarios para el completo desarrollo del alumno se lleven a cabo.

· Relaciones interactivas entre el niño y el educador:

El niño construye su personalidad en un proceso dinámico de relación interactiva con sus condiciones de existencia. Esta interacción evolutiva es susceptible de ser analizada y modificada durante el proceso educativo. Este proceso implica siempre a toda la persona del alumno y se concreta en un proceso de individualización y de sociabilización estrechamente relacionados. Un proceso en el cual la función de “los demás” es imprescindible desde el primer momento de la existencia y en el cual la interacción es el hilo conductor.

El educador debe trabajar siempre con la perspectiva de que en su relación con el niño le está enseñando mucho más que unos conocimientos y unas habilidades. Continuamente le transmite una serie de datos y de informaciones que alimentan en el niño la elaboración de su propia identidad y una determinada valoración de sus capacidades. Por eso, el adulto tiene que buscar siempre en el niño aquellos aspectos que son más positivos para resaltarlos y tomarlos como punto de partida de nuevos desarrollos.

Pero además, la relación educador – alumno es necesaria para conocer los conocimientos y experiencias previas y las necesidades e intereses de este último. En el transcurso de estas interacciones el educador proporciona un estímulo variado al niño, lo anima con la afectividad y, intencionadamente, le ayuda a ir un poco más allá en su desarrollo.

· El maestro como miembro del equipo educativo y en su relación con las familias:

El equipo educativo está formado por todos y cada uno de los educadores del centro: tutores, educadores, maestros y dirección.

La existencia de este equipo es indispensable para asegurar coherencia y continuidad en la acción docente, y como tal, debe elaborar una serie de documentos que son la base sobre la que se orienta la escuela, estos son:

1.- Proyecto educativo de centro.

2.- Proyecto curricular de centro.

3.- Programación general del centro.

El Proyecto educativo de centro es un instrumento de gestión a medio-largo plazo. Supone el estudio de las necesidades del centro para establecer las señales de identidad que permiten ir dotando al centro de un estilo educativo propio. Su reflexión responde a las preguntas: ¿Quiénes somos? ¿Qué queremos? Y ¿Cómo nos organizamos? Por ello en él se concreta identidad del centro, sus objetivos generales y la estructura organizativa, aunque no sólo esto, sino que a demás incluye el proyecto lingüístico.

En su elaboración hay que tener en cuenta toda la normativa establecida (contexto mediato), y las características propias del centro (contexto inmediato), y naturalmente, el encargado de ella es el claustro y el consejo escolar, aunque es este último quien debe dar su aprobación.

La Programación General Anual (o plan anual) es la herramienta operativa del PEC. Es un instrumento de gestión a corto plazo, ya que cada año hay que cambiarlo, puesto que en él se incluyen aspectos como el horario, y otros detalles que curso a curso hay que ir modificando.

El Proyecto Curricular de Centro es un instrumento didáctico a corto-medio plazo. Completa y despliega el currículum establecido especificando la distribución temporal de los contenidos.

Sus partes responden a las siguientes preguntas: ¿Qué enseñar? ¿Cuándo enseñar? ¿Cómo enseñar? Y ¿Qué cómo y cuando evaluar?

La elaboración y aprobación depende exclusivamente del claustro.

Así pues comprobamos que el maestro, a demás de cumplir con su acción docente, debe elaborar una serie de documentos que son necesarios para que su actuación de cada día no sea infructuosa. Todos y cada uno de los maestros del equipo debe sentirse como parte de la realidad que están llevando a cabo cada día, deben ser conscientes y conocer el entorno donde están inmersos, y por eso elaboran toda esta serie de documentos que ayudan a comprender desde fuera cuál es la filosofía y maneras de hacer de ese centro en concreto.

Pero también forman parte de la comunidad educativa los padres, madres y familias de los alumnos que van a la escuela. La educación de los niños y niñas es una competencia compartida entre todos, por lo que resulta evidente que las relaciones entre padres, madres y docentes son una condición indispensable para alcanzar la coherencia y eficacia de todo el proceso educativo, el cual debe tener una línea democrática, antidogmática y arraigada a nuestra cultura. Todo esto plantea la necesidad de establecer vínculos de colaboración entre los dos estamentos y definir cuales serán las coordenadas óptimas de actuación.

El papel de los padres y las madres en el centro educativo puede analizarse desde dos perspectivas diferentes: por una parte, a escala individual por el hecho de ser responsables de un niño en concreto, y por otra, a escala colectiva por el hecho de formar parte de una comunidad educativa.

Ya antes de la entrada del alumno a la escuela se debe prever un encuentro formal a nivel individual con los padres con el propósito de obtener una serie de datos e impresiones a cerca de los aspectos importantes de la vida del niño. El conocimiento de todos estos datos facilitará desde el primer momento una adecuada atención.

Padres, madres y docentes tienen diariamente ocasión de encontrarse y relacionarse en las entradas y salidas del colegio, pero a demás de eso, es necesario hacer entrevistas periódicas para analizar la evolución del alumno. Acercarse al conocimiento del alumno a través del marco familiar requiere por parte del docente mucha prudencia a la hora de sacar conclusiones y hacer interpretaciones. Es conveniente preparar a conciencia las informaciones que se quieren conocer y manifestar y los acuerdos a los que se quieren llegar.

Otro tipo de contacto se establece a través de los informes escritos en los que se expone la evolución y los progresos del alumno durante un período determinado. La base de este documento se encuentra en la observación activa y sistemática de las personas educadoras. La valoración que se haga en este documento debe ser de aspectos cualitativos y no cuantitativos, evitando hacer afirmaciones demasiado categóricas que puedan condicionar la visión objetiva del desarrollo.

La legislación prevé la intervención institucionalizada de los padres y las madres. La colaboración puede ser a diferentes niveles de participación, aunque en general, en este nivel escolar la contribución de los padres y las madres acostumbra a ser elevada.

· Bibliografía:

La escuela infantil de 0 a 6 años, Ed. Anaya

Curriculum, Generalitat de CataluñaDepartament d’Ensenyament

LOGSE

Real decreto 1330/91 del 6 de septiembre.