La educación debe proporcionar el desarrollo integral del alumno, por ello deberá atender a la dimensión sexual de la personalidad. Los temas transversales se hacen eco de esta necesidad desde la perspectiva de la educación sexual y para la igualdad de oportunidades entre ambos sexos.
En el desarrollo de este tema analizaremos la educación sexual en la etapa de infantil, el descubrimiento e identificación con el propio sexo, la construcción de los roles masculino femenino y terminaremos con las estrategias educativas para evitar la discriminación de género.
Las enseñanzas o temas transversales, impregnan el currículo establecido en sus distintas áreas hasta el punto de que carece de sentido que el profesorado se plantee si, en un momento dado del trabajo de aula, esta desarrollando un área determinada o un tema transversal concreto. Los contenidos curriculares de los temas transversales son objeto de una fuerte demanda social.
Las enseñanzas transversales, forman una responsabilidad de toda la comunidad Educativa, especialmente del equipo docente. Deben figurar en el PEC, PC de etapa y en las programaciones que realiza el profesorado.
La educación sexual aparece tratada como parte integrante de la educación para la salud. Podemos decir que la finalidad de la educación sexual en esta etapa es la de ayudar a los alumnos a valorar la propia identidad sexual respetando las diferencias sexuales y la diversidad de roles.
Hay muchas razones que justifican la necesidad de la educación sexual, por la existencia de la sexualidad infantil y por la curiosidad e intereses que los niños demuestran hacia el tema. Otra de las razones que invitan al tratamiento de este tema es evitar la existencia de un currículum oculto qué dificultaría la intervención educativa mostrando disparidad de criterios.
Aunque es importante adaptarse al ritmo evolutivo de cada niño hay una serie de actitudes y criterios básicos que siempre se pueden aplicar:
– No dejar nunca una pregunta sin respuesta.
– Contestar siempre la verdad adecuándola a lo que el niño desea saber.
– Aprovechar determinadas informaciones para plantear la información con naturalidad para evitar el miedo.
– Crear una metodología similar a la aplicada para otros temas.
– Utilizar un vocabulario claro y adecuado, fácilmente entendible por el niño.
Las dificultades principales que puede plantear la educación sexual en educación infantil vienen dadas por qué es muy necesaria la unificación de criterios, la coordinación con otros niveles educativos, y una adecuada formación del profesorado.
La educación sexual queda recogida dentro del currículo como eje dentro del tema transversal educación para la salud, y se relaciona directamente con el tema de educación para la igualdad de oportunidades entre los sexos. Los objetivos generales de etapa quedan reunidos en capacitar al alumno para adquirir y desarrollar los conocimientos, actitudes y hábitos necesarios para comprender y vivir la sexualidad desde una perspectiva global e integradora.
En el área de identidad y autonomía personal habrá que tener en cuenta:
– La importancia de la expresión de los sentimientos y emociones en ambos sexos.
– El desarrollo de la identidad sexual y la aceptación del cuerpo sexuado femenino y masculino.
– La concepción del autoconcepto y autoestima positiva sin actitudes discriminatorias y sexistas.
En el área del medio físico y social habrá que tener en cuenta:
– El niño tiene que valorar todas las formas de vida y tener relaciones solidarias.
– Los aprendizajes que favorecen la autonomía de niños y niñas en la vida cotidiana y doméstica.
En el área de comunicación y representación habrá que tener en cuenta:
– Analizar y evitar el sexismo en la expresión oral y escrita sobre todo en la selección de cuentos, textos y escritos, gravados, imágenes, libros, etc… siguiendo el criterio de no discriminación entre los sexos.
– Evitar los estereotipos que atribuyen a las niñas más y mejores posibilidades expresivas, corporales y emocionales, e incentivar la participación del alumnado en grupos mixtos, así como el desarrollo de destrezas corporales sin tratamientos diferenciales por razones de sexo.
– El modelo de aprendizaje que ofrezca el profesorado deberá contemplar un lenguaje sin restricciones donde todo el alumnado pueda sentirse identificado.
– Debe plantearse un lenguaje expresivo, adecuándolo a cada situación y haciendo referencia al género femenino.
Una vez analizada la educación sexual en la etapa de infantil vamos a tratar su funcionamiento psicoevolutivo. Para ello analizaremos en primer lugar el descubrimiento e identificación con el propio sexo.
Vamos a empezar definiendo identidad sexual: es una variable biológica que implica procesos de sexuación pero que no determinan el comportamiento.
Entre los contenidos de la identidad categorial se encuentra la identidad sexual y de género:
– La identidad sexual es un juicio: soy niño, soy niña, que lógicamente atañe a la propia figura corporal.
La identidad de género es el conocimiento de las funciones y características que la sociedad asigna como propias del niño y de la niña. Intervienen: el vínculo de apego, la imitación y la instrucción directa.
En esta etapa los niños no diferencian entre ambos conceptos haciéndolos en las primeras edades de forma paralela, por eso la intervención educativa es primordial. Hasta tal punto que no pueden diferenciar lo moral de lo convencional.
La adquisición de la identidad sexual y el género sigue un triple proceso:
– Reconocimiento conductual de la existencia de dos tipos de vestidos, adornos, etcétera. Los niños manifiestan preferencia según su sexo antes de los dos años.
– Autoclasificación en una de las dos categorías sexuales: ” yo soy como mi papá”, “yo soy como mi mamá”. Supone no sólo un conocimiento social de la identidad sexual y de género de los demás, sino también un conocimiento de sí mismo. Este juicio cognitivo lo hacen los niños y niñas entre el año y medio y los tres años.
– A partir de los tres años usan el conocimiento de la identidad sexual y de género, para definir con claridad sus preferencias y valoraciones: “este vestido no me lo pongo por qué es de niñas”.
– Antes de los seis años, pesan bastante las apariencias externas. Así masculino es aquello que presenta determinados rasgos externos masculinos, y es femenino lo que presenta los rasgos correspondientes femeninos. Ejemplo una muñeca con rasgos femeninos y genitales masculinos los niños dicen que es una muñeca.
Una vez analizado el descubrimiento e identificación con el propio sexo vamos a pasar a analizar el siguiente punto que es la construcción de los roles masculino y femenino y la tipificación sexual.
Los niños y las niñas se identifican claramente con su grupo sexual entre los dos y los tres años utilizando para ello elementos externos. A partir de este momento comenzará el aprendizaje social de la identidad de género. Los niños y las niñas no distinguen en estos primeros años de la infancia entre identidad sexual y de género, adoptando las identidades sociales de género como si fueran consustanciales al hecho de ser hombre o mujer. Esto hace necesario la intervención educativa.
La tipificación sexual consiste en el proceso a través del cual niños y niñas adquieren pautas comportamentales, propias de uno u otro sexo, según criterios sociales.
Cada sociedad se inscribe en un marco temporal e histórico con una serie de valores, normas, y además unas expectativas y unos roles asignados a uno y otro sexo. Las expectativas y roles son difusos y de distinto cariz: hay profesiones ligadas al sexo y toda una gama de conductas tipificadas como masculinas y femeninas.
La rigidez de los estereotipos es debida a que reciben presiones para comportarse de acuerdo con las expectativas y estereotipos sexuales vigentes en su entorno socializador.
En el caso de los chicos los estereotipos funcionan con más rigidez que el de las chicas.
Hay tres explicaciones del porqué de los estereotipos, estos son:
1) Psicoevolutiva: La teoría cognitiva de la diferenciación sexual que hace referencia al hecho de que los niños se comportan de manera sexualmente estereotipada porque esto les ayuda a tener más clara su identidad en este aspecto, fortaleciendo así sus esquemas cognitivos relativos a la identidad sexual. Cuando estos esquemas están ya bien elaborados aparece una mayor flexibilidad porque es menos necesario servirse de ellos como base de diferenciación.
2) presión ambiental: entre los niños son las propias familias las que presionan para comportarse según su sexo.
3) educación: cada vez menos, se intenta que no exista esa transmisión de estereotipos.
Las bases psicoevolutivas que acabamos de tratar tienen como consecuencia la práctica de una serie de estrategias educativas para evitar la discriminación de género.
Dentro de estas estrategias educativas podemos distinguir:
La educación como transmisora de estereotipos sexistas: El estereotipo es una idea que se repite y se reproduce sin variación. Se aplica a aspectos peyorativos, supone una simplificación exagerada, no se apoya en hechos reales sino que son opiniones subjetivas que se finalizan y que están sumamente arraigados. Hay varios tipos de estereotipos: de tipo profesional, étnicos, nacionales, regionales, sexuales, etc.
El sexismo es la manifestación de los estereotipos sexuales. Se puede entender como aquel conjunto de imágenes, actitudes, comportamientos y estereotipos discriminatorios con respecto al sexo. La sociedad es el principal eje de transmisión de estos estereotipos.
Hay tres agentes dentro de ella que vamos a analizar como transmisores de estereotipos:
– Educación familiar. La familia es el agente de transmisión más eficaz del sexismo, como de tantas otras actitudes, ya que es donde el niño encuentra e imita los primeros modelos. Por ejemplo las mujeres se ocupan en mayor medida que los hombres de las tareas domésticas, subvalorándose en ocasiones este trabajo aunque su objetivo es el bienestar de toda la familia. Esto constituye un motivo potencial de imposición de estereotipos sexistas al niño o a la niña.
– Educación escolar. La escuela es una institución que se encuentra inserta en la sociedad y por lo tanto tiende a inculcar a los educandos los valores y normas sociales de ésta. Por tanto, nos podemos encontrar que aunque hoy en día se proclame la igualdad para todos, la escuela continúe actuando como vehículo de estereotipos sexistas.
– El sexismo en la escuela y en los manuales escolares no sólo influye en las aspiraciones educativas y profesionales de los niños y niñas, sino que también condiciona la percepción que cada sexo tiene del otro.
– Los medios de comunicación y la publicidad. Existen películas, anuncios, dibujos animados, etcétera, que muestran actitudes muy sexistas, los niños que lo ven solos se lo van a creer y no van a plantearse nada más.
Otra de las estrategias es encaminarse hacia una escuela no sexista. Desde el punto de vista de la escuela se da tanta importancia a la no discriminación, que la propia normativa legal recoge referencias claras en este sentido, de hecho la LOGSE destaca como uno de los principios fundamentales.
En el preámbulo de la LOGSE, se establece que la educación puede y debe convertirse en un elemento decisivo para la superación de los estereotipos sociales asimilados a la diferenciación por sexos, empezando por la propia construcción y uso del lenguaje.
En la LOGSE se promulga que la actividad educativa se desarrollara atendiendo a una serie de principios, entre los cuales para este tema destaca el siguiente:
“La efectiva igualdad de derechos entre los sexos, y el rechazo a todo tipo de discriminación, y el respeto a todas las culturas”.
De lo anterior se deduce que evitar el sexismo como auténtica actitud discriminatoria ha estado presente desde los comienzos de la reforma educativa; pero no es suficiente la voluntad de erradicar el sexismo hay que adoptar un papel activo, con medidas directas y positivas encaminadas a eliminar el sexismo como se hace con cualquier otra actitud indeseable.
Otra de las estrategias son actitudes del profesorado en educación infantil. Es necesario que el profesorado asuma la responsabilidad que tiene como agente principal en el proceso de formación de la identidad de género y en la adquisición de roles de sus alumnos, evitando la transmisión de estereotipos sexistas.
La mayor parte de los profesores afirma no hacer diferencias entre niños y niñas, pero se ha comprobado que las actitudes, el lenguaje y las expectativas que manifiestan frente a ambos sexos son en muchos casos diferentes.
Las niñas son consideradas más estudiosas que los niños y en consecuencia suelen recibir menos atención por parte de los profesores. Esto lleva de forma inconsciente a un tratamiento diferenciado del que hay que tomar conciencia y contrarrestar con una serie de estrategias que deberán compartirse con las familias, como por ejemplo: la selección de juegos y juguetes, la asignación de tareas y responsabilidades, los tipos de alabanzas y refuerzos que se les da a los niños, etc.
Otra de las estrategias es el profesor como modelo. Los profesores y profesoras han de tomar conciencia de su responsabilidad como modelo, desarrollando e incluyendo en su actividad educativa actitudes positivas, ofertando un modelo exento de prejuicios, flexible y reflexivo que, sin duda, encontrará resultados positivos en el alumnado.
Otra de las estrategias son las estrategias educativas concretas: según las cajas rojas de infantil las estrategias coeducativas: van a servir para evitar la discriminación entre sexos que se pueden llevar a cabo en la escuela. Se pueden concretar en los siguientes tipos de actuaciones:
– Planteamientos experimentales que puedan relacionarse con el campo experimental de las niñas, como por ejemplo proporcionarles indicaciones de cómo realizar las experiencias.
– Propuestas que permitan a las niñas ser activas e independientes, como por ejemplo plantearles juegos arriesgados, fomentando la formación de equipos mixtos.
– Tareas que desarrollen en las niñas la autonomía de criterio, dándoles posibilidades de tomar decisiones y experimentar por sí mismas los resultados, como por ejemplo favorecer que asuman la dirección de tareas de carácter investigador o creativo en grupo.
– Crítica de los resultados que obtienen, como por ejemplo introducir la autoevaluación y enseñarles a detectar sus propios errores en cada tarea.
– Refuerzo del autoconcepto de las niñas en cuanto al desarrollo de sus capacidades socio-profesionales y el de los niños en cuanto al desarrollo de sus capacidades doméstico-afectivas:
Niñas: juegos deportivos, tareas de construcción mecánica.
Niños: juegos dramáticos y tareas de rutinas cotidianas que valoran el orden, la limpieza, la no agresividad y el afecto.
De manera más específica, y en relación con contenidos concretos presentamos a continuación otras estrategias con respecto a: la vida cotidiana, el juego, el cuento y los medios de comunicación.
La vida cotidiana. Tanto en la familia como en la escuela:
– Potenciar y valorar las adquisiciones de unos y otros aunque no respondan al estereotipo sexista establecido.
– Enseñar a los niños hábitos que por cultura permanecen al ámbito femenino: quitar y poner la mesa, etc.
– Permanecer alerta para evitar actuaciones que como adultos están contradiciendo actitudes que se pretenden transmitir a los niños y niñas.
El juego. El juego es una de las principales fuentes de aprendizaje para los niños y niñas de esta edad y además una de sus actividades preferidas.
A través del juego simbólico se realiza un aprendizaje del entorno, reproduciendose a su vez la realidad. Por tanto es necesario:
– Ofrecer a los niños y niñas desde el nacimiento una amplia gama de objetos y situaciones para que puedan desarrollar juegos de todo tipo.
– Facilitar el uso adecuado de todo tipo de juguetes, evitando criterios sexistas.
– Seleccionar los juguetes que ofrece el mercado atendiendo al envase, formato e ilustraciones, pues algunos son estereotipados.
– Motivar a los niños y niñas para que jueguen a juegos tradicionalmente considerados como de sexo contrario.
– Intervenir para desbloquear las situaciones de fijación con juegos y juguetes, por ejemplo, en los niños los juegos de fútbol y en las chicas las muñecas.
El cuento. A través del cuento el niño comunica una determinada forma de concebir la vida y, en muchos casos, los niños se identifican con los modelos que transmiten. Para detectar si estos modelos difunden sexismo, se pueden analizar teniendo en cuenta:
– Si el número de personajes masculinos excede por mucho al de personajes femeninos en imágenes, títulos y protagonismo.
– Si se aportan caracteres sociales y culturales claramente estereotipadas de forma sexista en: profesiones, actividades, juegos, rasgos típicos y psíquicos, cualidades y defectos, etcétera.
– Si el lenguaje que se utiliza, el tono de voz, el gesto, conllevan formas y contenidos sexistas.
El trabajo del maestro consistirá en caso de que el cuento sea discriminatorio en convertirlo en un cuento coeducativo a través de estrategias como: cambiar los roles a los personajes, eliminar actitudes negativas de los mismos, cambiar episodios enteros, buscar finales distintos, contar el cuento al revés, preguntar ¿qué hubiera pasado sí…?, representar el cuento una vez cambiado, etc.
Los medios de comunicación. Pueden analizarse, junto con las familias, múltiples mensajes sexistas observando la clara distinción entre los roles masculinos y femeninos que aparecen en los dibujos animados, películas, anuncios, etcétera, así como las repercusiones que pueden tener en los niños.
La función del maestro será facilitar la formación de un espíritu crítico que se irá potenciando a través de toda la etapa educativa.