En la actualidad nos encontramos es una situación singular ya que recientemente se ha aprobado la LOCE que modifica algunos aspectos legales de la normativa vigente hasta el momento (LODE, LOGSE y LOPEG), introduce otros nuevos y deroga diversos artículos, como es el caso del capítulo V de la LOGSE, que se ocupa de la Educación Especial. Sin embargo, el periodo de aplicación de esta nueva ley es de cinco años y todavía no posee una normativa que la desarrolle, pues como ley orgánica, sólo establece las bases y principios generales que deberán ser completados y ampliados por dicha normativa.
En el presente tema, describiremos en primer lugar los hitos que caracterizan el desarrollo evolutivo del niño desde su nacimiento hasta los seis años de vida. A continuación expondremos las más frecuentes alteraciones que se producen en la etapa infantil. Estos contenidos permitirán al maestro de PT identificar prontamente síntomas de alarma y con ello poner en marcha medidas educativas que faciliten el desarrollo integral de los alumnos.
El desarrollo se entiende como un proceso en el que se producen un conjunto de cambios en el individuo, que dan lugar a una transformación de carácter cualitativo. Este proceso está condicionado por factores de naturaleza personal y ambiental, que interactúan de manera interdependiente. Diferentes factores, individuales o sociales, al concurrir, pueden generar alteraciones en el desarrollo del individuo.
En el proceso de desarrollo se pueden describir diferentes dimensiones: motriz, cognitiva, lingüística, afectiva, social; todas ellas constituyen elementos sistémicos de una misma realidad, el ser humano. Por ello en la exposición del tema, no hemos de olvidar que la persona es un todo y que la suma de sus partes está lejos de reflejar la integridad de su persona.
Una vez establecidos los aspectos generales del tema comenzamos el primer apartado LOS ALUMNOS Y ALUMNAS DE EDUCACIÓN INFANTIL. DESARROLLO EVOLUTIVO EN LOS DIFERENTES ÁMBITOS.
La Educación Infantil en la LOGSE era una etapa educativa que abarcaba desde los 0 a los 6 años. La LOCE modifica la estructura del sistema educativo en este tramo de edad y establece dos niveles:
·la educación preescolar para los niños de hasta tres años, cuya finalidad es la atención educativa y asistencial a la primera infancia.
·la educación infantil para los niños de 3 a 6 años, cuya finalidad es el desarrollo físico, intelectual, afectivo, social, lingüístico y moral de los niños.
A continuación vamos a comentar el desarrollo evolutivo de los niños durante ambos niveles comenzando por el desarrollo motor. Veamos las características más importantes siguiendo a autores como Palacios y Vayer:
Respecto a la educación preescolar debemos resaltar que en el crecimiento físico y en la maduración del sistema nervioso del bebé se producen importantes modificaciones durante los primeros años de vida. Los dos ejes sobre los que se asienta el desarrollo motor son el desarrollo postural, que permite pasar a la posición bípeda y posteriormente a la deambulación y la aparición de la prensión, que posibilitará coger y soltar objetos voluntariamente.
Este ámbito de desarrollo evoluciona en los dos primeros años de vida, desde la presencia de unos reflejos generales e innatos a movimientos diferenciados. En estos dos primeros años el niño va accediendo a la capacidad de sostenerse sentado, de pie, caminar solo, correr y saltar.
Con respecto a la percepción espacial, tomando como referencia el propio cuerpo, el niño comienza a distinguir cerca/lejos, grande/pequeño, encima/debajo, etc. Así pues, percibe tamaños y algunas posiciones. Con respecto al tiempo, según Secadas, distingue, a partir de los tres años, los conceptos de antes, ahora y después.
En la educación Infantil y con relación al movimiento y control corporal, los movimientos de las piernas siguen ganando precisión y finura y lo mismo ocurre con manos y dedos.
La lateralización se produce entre los tres y los seis años.
Con respecto al esquema corporal, aumenta la calidad y discriminación perceptiva respecto al propio cuerpo. Se enriquece e repertorio de elementos conocidos, así como la articulación entre ellos. El desarrollo de habilidades motrices, con una prensión más exacta y una locomoción mucho más coordinada, facilita la explotación del entorno y de las interacciones que éste establece con su cuerpo.
La estructuración del espacio se relaciona con la conciencia de las coordenadas en las que se mueve nuestro cuerpo y en las que transcurre nuestra acción. Desde los planos espaciales más elementales hasta los más complejos, el niño tiene que ir representando su cuerpo en función de parámetros como cerca-lejos, dentro-fuera, grande-pequeño, ancho-estrecho. El espacio se domina antes a nivel de acción que de representación.
La estructuración del tiempo es similar. El niño sitúa sus acciones y rutinas en unos ciclos de sueño-vigilia, de antes-después, mañana-tarde-noche, ayer-hoy-mañana, días de la semana-días de fin de semana, y es capaz de hacerlo en su actividad mucho antes que de representarse simbólicamente esas nociones. Por otro lado, las nociones temporales son aún más difíciles de dominar que las espaciales. Las informaciones temporales se archivan en clave espacial (acciones con el lugar en el que se ejecutan)
Una vez explicado el desarrollo motor vamos a tratar el desarrollo cognitivo. El desarrollo perceptivo y el conjunto de habilidades selectivas de información, es la base del desarrollo cognitivo.
Para el estudio de este ámbito de desarrollo nos vamos a basar en las investigaciones de Piaget. Para este autor existen tres períodos de desarrollo de la inteligencia:
·período sensoriomotor (0-18/24 meses);
·período de preparación y organización de las operaciones concretas (1,5/2-11/12 años):
·subperíodo preoperatorio (1,5/2-7 años)
·subperíodo de las operaciones concretas (7/8 – 11/12)
periodo de las operaciones formales (11/12 – 15/16 años)
Vamos a analizar el periodo sensoriomotor y el subperíodo preoperatorio ya que coinciden aproximadamente con la etapa evolutiva que nos ocupa.
En la educación preescolar los niños se encuentran en el periodo sensoriomotor, que engloba los dos primeros años de vida. En este periodo la inteligencia del niño se caracteriza por ser fundamentalmente práctica, ligada a lo sensorial y a la acción motora. Los logros más destacados en este tramo son el ejercicio de los reflejos y desarrollo de las reacciones circulares primarias, secundarias, la coordinación de los esquemas secundarios y las reacciones circulares terciarias.
Al final del periodo sensoriomotor el niño ha adquirido los siguientes aprendizajes:
·La permanencia de los objetos porque posee la representación mental de los mismos.
·Establece relaciones entre objetos y actos.
·Distingue entre medios y fines.
·Se da cuenta de la estrecha relación entre determinadas acciones y sus efectos.
·Desarrolla la intencionalidad, dirigiendo su comportamiento hacia metas cada vez menos inmediatas.
En el último año de la educación preescolar comienza el desarrollo de la inteligencia preoperacional, que coincide en su mayor parte con la educación infantil, ya que se produce desde los dos años hasta los siete, y que vamos a comentar a continuación.
La inteligencia preoperacional comienza con el desarrollo de la función simbólica que aparece de los dos a los cuatro años. La función simbólica conlleva la aparición de cinco conductas que se producen más o menos simultáneamente: la imitación diferida, el juego simbólico, el dibujo, la imagen mental y el lenguaje.
El razonamiento en estos momentos del desarrollo es transductivo, va de lo particular a lo particular, y el pensamiento del niño no utiliza la deducción ni la inducción. Es decir, el niño no es capaz de establecer reglas ni regularizaciones.
De los cuatro a los siete años aparece el pensamiento perceptivo o intuitivo, que se caracteriza por los siguientes rasgos:
·Pensamiento preconceptual. Piaget denomina preconceptos a las primeras nociones que el niño utiliza caracterizadas por estar a medio camino entre la generalidad propia del concepto y la individualidad de los elementos.
·Sincretismo. No es capaz de hacer un análisis de los detalles, percibe globalmente.
·Irreversibilidad. Las cogniciones preoperatorias están próximas a las acciones y a la realidad concreta y carecen de la movilidad propia de los actos mentales reversibles.
·Egocentrismo. Supone la tendencia a tomar el punto de vista propio como el único, desechando el de los otros. Al niño le resulta difícil diferenciar con claridad el propio yo del mundo exterior. Esto se manifiesta bajo diferentes formas:
·Fenomenismo o tendencia a establecer un lazo causal entre fenómenos que son vistos como próximos por los niños.
·Finalismo, que supone que cada cosa tiene una función y una finalidad que justifican su existencia y sus características.
·Artificialismo: todo lo que le rodea es considerado como el producto de la fabricación y voluntad humanas.
·Animismo o tendencia a percibir como vivientes y conscientes los objetos.
Muy vinculado al desarrollo cognitivo en el niño, se encuentra su desarrollo lingüístico, que a continuación pasamos a exponer.
El niño aprende la lengua prácticamente desde los primeros días de vida. El dominio progresivo del as habilidades de uso del lenguaje es un factor decisivo en el desarrollo psicológico general.
La adquisición del lenguaje y la comunicación se desarrolla según unas etapas de orden constante, aunque el ritmo de progresión puede variar de un niño a otro.
La sonrisa y el llanto iniciales constituyen, junto a otros recursos vocales y gestuales, la base de la comunicación prelingüística. Entre el cuarto y el noveno mes tienen lugar las etapas de balbuceo y el laleo. A los nueve meses aparecen ya las primeras vocales claramente pronunciadas y a los doce meses las primeras consonantes. En torno a esta edad aparecen las primeras palabras. Desde la mitad del segundo año ya es posible para el niño la combinación de dos palabras.
De los dos a los cuatro años el léxico crece a un ritmo notable, duplicándose el vocabulario cada año. A los cuatro años el niño domina las construcciones sintácticas simples y existe un uso correcto de las principales flexiones verbales.
De los cuatro a los seis años aumenta el vocabulario tanto como la experiencia directa o indirecta y el significado de las palabras se enriquece. El niño utiliza de 2500 a 3000 palabras.
Con relación al desarrollo socioafectivo seguiremos, principalmente la aportación de autores como Kohlberg y Osterrieth.
En la educación preescolar muestra como logros más notables los siguientes:
·El reconocimiento de las personas, que se inicia, como algo global, en el segundo trimestre de vida.
·Al final del primer año se observan muestras de conducta que dejan entrever la presencia de emociones tales como la elación o el cariño por ciertas personas.
·El reconocimiento de sí, que es posterior al reconocimiento de las otras personas. A partir de los 18-24 meses los niños reconocen su imagen y comienzan a usar los pronombres personales.
·La conformación de su identidad. Parece que el conocimiento de las primeras diferencias entre el yo y los otros se adquiere en interacción con el reconocimiento y la discriminación entre las diferentes personas.
·La adquisición del rol sexual. Alrededor de los dos años, los niños muestran preferencias según su sexo hacia los tipos de vestidos, adornos, actividades, juguetes, etc., asignadas a uno y otro sexo y poco a poco llegan a autoclasificarse en una de las categorías sexuales.
En la Educación Infantil son importantes:
·El conocimiento de las características de los otros que se basa en características externas y aparentes. Las inferencias sobre los sentimientos, pensamientos, intenciones o rasgos personales de otros tienen un carácter global, poco preciso.
·Es la época del no y de las rabietas.
·El conocimiento de las relaciones interpersonales que les permite comprender, no sólo las características de aquellos con los que conviven, sino también, las de las relaciones que les ligan a ellas (autoridad, sumisión, liderazgo, amistad…)
·El conocimiento de los sistemas e instituciones sociales que influirá en la mayor o menor integración del niño en la sociedad a la que pertenece. Es un conocimiento basado en rasgos o aspectos externos, perceptibles.
En la adquisición de estos logros intervienen aspectos afectivos, como la vinculación a la figura de apego durante los primeros meses, la construcción de la personalidad, proceso mediante el cual el niño se diferencia a sí mismo respecto al mundo social que le rodea, se identifica psicológicamente autónomo y avanza hacia la construcción de su propia personalidad y los procesos de socialización del niño, en los que interactúan numerosos factores: el propio niño, padres, hermanos, maestros, compañeros y el entorno social.
Hasta el momento hemos descrito el desarrollo psicoevolutivo del niño en la etapa de educación infantil, destacando los principales logros en todos sus ámbitos: motor, cognitivo, lingüístico y socioafectivo. Estas adquisiciones deben interpretarse de un modo flexible, ya que el momento de la adquisición puede variar de unos niños a otros. Sin embargo debemos estar atentos, ya que la ausencia o el retraso significativo en la adquisición de los hitos evolutivos puede suponer la existencia de necesidades educativas especiales y la necesaria aplicación de programas de atención temprana.
Los programas de atención temprana son el conjunto de intervenciones dirigidas a la población infantil de 0 a 6 años, a la familia y al entorno que tiene por finalidad dar respuesta, lo más pronto posible, a las necesidades transitorias o permanentes que presentan los niños con trastornos en su desarrollo o que tienen el riesgo de padecerlos. Su acción es preventiva y promueve, facilita y potencia la evolución máxima de todas las posibilidades de desarrollo de los niños en esta edad.
A continuación, después de un amplio primer apartado, vamos a comentar las principales ALTERACIONES DEL DESARROLLO, en lo que constituye el segundo apartado del tema.
Con el objetivo de seguir una clasificación expositiva funcional y de plena vigencia, nos basaremos en la establecida en el DSM IV. De esta manera, agruparemos las alteraciones del desarrollo infantil en trastornos del desarrollo, trastornos conductuales, trastornos de ansiedad, trastornos del estado de ánimo y trastornos o síndromes psicóticos.
Comenzamos, entonces, por los TRASTORNOS DEL DESARROLLO. Se trata de alteraciones en el proceso de aprendizaje de las diferentes habilidades cognitivas, verbales, motoras o sociales que se consideran normales a determinada edad. Se clasifican en retraso generalizado del desarrollo, trastornos generalizados del desarrollo y otros trastornos específicos.
Algunos de los trastornos por retraso general del desarrollo más importantes son:
Retraso mental: Según el DSM IV, se caracteriza por la presencia de un C.I. significativamente inferior a la media (esto es, menor o igual al 70), acompañada de claros déficits en la actividad adaptativa actual en al menos dos de los campos de adaptación establecidos por Luckasson, con una edad de inicio anterior a los dieciocho años.
Disfunción cerebral mínima se concibe como el retraso en el desarrollo de la atención y el control de la propia conducta, del aprendizaje verbal y no verbal, y de la afectividad.
La mayor parte de los niños con estos retrasos precisarán, para alcanzar los objetivos educativos, de adaptaciones curriculares muy significativas, sobre todo en el primer caso.
Seguimos con los llamados trastornos generalizados del desarrollo, por afectar todos los ámbitos del mismo, comprometiendo seriamente el desenvolvimiento autónomo del niño. Sin duda, el más representativo y frecuente es el trastorno autista, caracterizado por una alteración cualitativa en la interacción social, en la comunicación y una serie de patrones de comportamiento, actividades e intereses restringidos, repetitivos y estereotipados y/o claramente anómalos por su frecuencia e intensidad.
Al igual que en el caso anterior, y aunque no siempre está asociado a retraso mental, los niños con autismo precisarán de adaptaciones muy significativas en todas las áreas, por lo que en muchas ocasiones son escolarizados, ya en Infantil, en centros específicos.
Por otra parte, los llamados trastornos específicos se definen como el desarrollo inadecuado de habilidades específicas relacionadas con la comunicación (englobando trastornos del lenguaje y de la voz y el habla), la psicomotricidad y el aprendizaje, no debido a ninguna causa orgánica, retraso mental o falta de oportunidades académicas. Los más importantes, que pueden afectar a los niños en esta etapa son:
Trastornos del lenguaje:
Retraso simple del lenguaje: Se trata de un desfase cronológico en el desarrollo del conjunto de aspectos del lenguaje fonéticos, léxicos y morfosintácticos en niños sin afectación en otros ámbitos.
Disfasia infantil. Es un déficit que se manifiesta por dificultades específicas en la estructuración del lenguaje añadidas a un retraso cronológico en su adquisición.
Afasia. Este trastorno se caracteriza por la ausencia de desarrollo de lenguaje oral o la expresión muy limitada de este después de los cuatro años de edad.
Los tres trastornos van a requerir una intervención logopédica especializada encaminada a paliar esos déficits, ya que comprometen la normal adquisición del lenguaje oral y, en consecuencia, de la multitud de aprendizajes que tienen el lenguaje oral como base.
En cuanto a los trastornos de la voz y el habla:
Disfonía: Se trata de una alteración de una o más características acústicas de la voz (tono, timbre, intensidad, resonancia). Suele necesitar intervención logopédica.
Dislalia: Es la presencia de errores de articulación de uno o varios sonidos del habla, siempre en un niño mayor de cinco años. Es uno de los trastornos más frecuentes en niños, igualmente requiere intervención logopédica lo más temprana posible, para posibilitar un buen desarrollo del lenguaje oral.
Otros trastornos de la voz y el habla son el tartamudeo y la inmadurez articulatoria
Además, y aunque no se traten verdaderamente de trastornos del desarrollo, ya que son debidos a lesiones orgánicas, podemos incluir entre los trastornos de la voz y el habla: disartria (alteración en la expresión oral debida a lesión neurológica); disglosis (alteración en la expresión oral debida a una malformación).
Y en cuanto a los trastornos que afectan a las habilidades motoras, los más frecuentes son la apraxia y la dispraxia, que se definen respectivamente como el conjunto de dificultades para ejecutar y coordinar movimientos intencionales complejos, como realizar puzzles, abrocharse botones o atarse los cordones de los zapatos, por lo que pueden poner en serio peligro la autonomía del pequeño.
Respecto a los trastornos del aprendizaje (disgrafía, dislexia y discalculia) afectan de manera específica al aprendizaje de habilidades estrechamente vinculadas a las tareas escolares, por lo tanto es en la EP donde empiezan a ponerse de manifiesto este tipo de dificultades, ya que en esta etapa comienza de manera sistemática el aprendizaje de la lectoescritura y el cálculo aritmético.
Vistos ya los trastornos del desarrollo en esta etapa, vamos a ver ahora otros TRASTORNOS DE TIPO CONDUCTUAL. Estos pueden afectar a la conducta social, alimentaria, al sueño, a la eliminación o caracterizarse por la aparición de tics. De todos ellos, los que pueden tener consecuencias más claras en el desarrollo del niño son las siguientes:
Dentro de los trastornos de la conducta social:
Trastorno por déficit de atención con hiperactividad. Si bien este trastorno no suele diagnosticarse hasta los siete u ocho años, en esta etapa ya aparecen algunos de sus síntomas característicos, como la desatención persistente hacia las tareas que realiza, la aparente indiferencia cuando se la habla directamente, el frecuente extravío de objetos, la fácil distraibilidad, la actividad motriz excesiva o la conducta impulsiva. Suele traer aparejado un déficit importante en el rendimiento escolar y diversos problemas emocionales, como la baja autoestima y la labilidad, por lo que es necesaria la intervención psicológica e incluso, en casos más graves, farmacológica, tan pronto se detecte.
Trastorno reactivo de la vinculación de la infancia. Está caracterizado por la presencia de relaciones sociales muy alteradas e inadecuadas en la mayor parte de los contextos. Evidentemente, pone en serio peligro el proceso de socialización en el niño.
Conducta agresiva. Se puede empezar a manifestar en esta etapa en forma de rabietas o excesivo oposicionismo, rechazando toda forma de disciplina. En muchos casos, estos comportamientos son utilizados por el niño como un medio (muchas veces efectivo) de obtención de determinados fines (agresividad instrumental), e irán desapareciendo a medida que, con la edad y la interacción positiva con el entorno, mejora sus habilidades sociales. Sin embargo, en otros casos, este tipo de conducta puede derivar más adelante hacia trastornos con consecuencias más serias, como el trastorno disocial o el negativista desafiante.
Respecto a los trastornos de la conducta alimentaria, tres son los más importantes, por las graves consecuencias que acarrean y la progresivamente mayor incidencia en personas cada vez más jóvenes.
Anorexia y Bulimia es muy poco frecuente la aparición de estos trastornos antes de los seis años, aunque se constata el creciente número de niñas que presenta ya en este tramo algunas conductas sintomáticas, como la afirmación de no querer comer mucho para no engordar.
Trastorno de la ingestión alimentaria de la infancia: Es la dificultad persistente para comer de manera adecuada, con pérdidas significativas de peso o dificultades para aumentar el mismo, sin deberse a enfermedad médica. Su inicio es anterior a los seis años.
En lo relativo a los trastornos del sueño, hay que señalar que la mayoría tienden a desaparecer espontáneamente durante la infancia. Además no suelen conllevar problemas importantes en el desarrollo, salvo en el caso de que no permitan el perfecto descanso del niño de manera persistente, lo que podría obstaculizar su rendimiento en la vida diaria. Algunos de los más usuales son:
Terrores nocturnos: Se caracteriza por un despertar súbito con intensa ansiedad y desorientación espacio-temporal. Suele haber amnesia del episodio.
Pesadillas: Despertares repetidos durante el tiempo de sueño, provocados por sueños terroríficos que dejan recuerdos vividos, y que tienen que ver con la amenaza para la propia supervivencia. En este tramo de edad son muy frecuentes aquellos relacionados con la pérdida o daño de la madre o cuidador primario.
Pasamos a explicar los trastornos de la eliminación. Su importancia radica en el hecho de que comprometen, de no ser tratados adecuadamente, el perfecto desarrollo del niño, al mermar su autonomía y causar importantes trastornos emocionales. Son los siguientes;
Encopresis funcional: Se trata de la presencia persistente de deposiciones voluntarias e involuntarias en lugares no adecuados para ello. Para poder ser diagnosticada, el niño debe tener al menos cuatro años de edad cronológica y mental.
Enuresis funcional: Es la emisión involuntaria o intencional de orina por la noche o durante el día, en la cama y en sus ropas, a una edad en que se espera que haya continencia (al menos cinco años).
El último tipo de trastorno en la conducta, los trastornos por tics, se caracteriza por la presencia de movimientos rápidos y espasmódicos que aparecen de forma repetitiva e involuntaria, principalmente en cara, cuello y extremidades. No suelen ser graves en sí mismos, pero sí conllevar un malestar emocional importante para el niño.
Vistos ya los trastornos en el desarrollo, en la conducta, pasamos a ver los TRASTORNOS POR ANSIEDAD más importantes en esta etapa:
Trastorno de ansiedad por separación ansiedad excesiva e inapropiada para la edad del niño, concerniente a su separación del hogar o de las personas con quien está vinculado, mostrando, entre otras, preocupación persistente por la posible pérdida o daño de sus padres.
Trastorno por evitación en la niñez: Se caracteriza por una excesiva evitación del contacto con las personas desconocidas. Se concibe como patológico sólo en niños mayores de 2,5 años.
Otros trastornos por ansiedad son las fobias y el trastorno obsesivo-compulsivo.
En lo referente a los TRASTORNOS DEL ESTADO DE ÁNIMO en los niños, éstos no son aún demasiado frecuentes, aunque sí se constata la existencia de diversos síntomas depresivos en niños cada vez más pequeños. Los más importantes son la depresión infantil y la manía.
Por último, pasamos a ver los TRASTORNOS O SÍNDROMES PSICÓTICOS, que son los menos frecuentes en esta población (a partir de los cinco años) y conllevan las consecuencias más graves para su desarrollo.
Se trata de una entidad diagnóstica muy discutida en cuanto a su aplicación en niños. Algunos autores como Eisenberg o Amado ponen de relieve la existencia de ciertos síntomas psicóticos en algunos niños de corta edad, dándose un amplio polimorfismo en los cuadros que presentan. Algunos de los síntomas más característicos son:
·Trastornos relacionados con el exterior y en el comportamiento: mutismo o negativismo.
·trastornos del curso del pensamiento: lentitud, falta de fluidez o asociaciones mentales extrañas.
·Ideas delirantes, sin relación al contexto y a los acontecimientos.
·Trastornos del lenguaje plagado de incoherencias, logorrea.
En conclusión, el tramo de edad que abarca la Educación Preescolar y la Educación Infantil, y todos los hitos evolutivos que acontecen, sienta las bases para el futuro desarrollo del niño en todos los ámbitos. Como maestros de PT, debemos conocer, por una parte, cuál es el ritmo de desarrollo normal, para favorecerlo en todo momento desde la escuela, y por otra, cuáles son los principales problemas que podemos encontrarnos en este proceso, de cara a saber cuáles son las implicaciones que pueden conllevar y a poner en marcha las medidas oportunas que contribuyan a paliarlos.
Para el estudio de este tema, he consultado la siguiente bibliografía:
·Ley Orgánica 1/1990 de 3 de octubre de Ordenación general del Sistema Educativo.
·Decreto 19/1992 de 17 de febrero por el que se establece el Currículo de Educación Infantil en la Comunidad Valenciana.
·Decreto 20/1992 de 17 de febrero por el que se establece el Currículo de Educación Primaria en la Comunidad Valenciana.
·Decreto 233/1997 de 2 de septiembre por el que se establece el Reglamento Orgánico y Funcional de las escuelas de Educación Infantil y los Colegios de Educación Primaria en la Comunidad Valenciana.
·Decreto 39/1998 de 31 de marzo de ordenación de la atención de alumnado con necesidades educativas especiales en la Comunidad Valenciana.
·Orden 16 de julio de 2001 por la que se regula la atención educativa al alumnado con necesidades educativas especiales escolarizado en centros de Educación Infantil (segundo ciclo) y Educación Primaria.
·Orden 11 de noviembre de escolarización de los alumnos con nee.
·Ley Orgánica 10/2002 de 23 de diciembre de Calidad de la Educación.
·Francés, A., First, M. y Pincus, H.A. (1997). DSM-IV. Barcelona. Masson.
·Marchesi, A., Coll, C. y Palacios, J.(2002): Desarrollo psicológico y educación III. Necesidades educativas especiales y aprendizaje escolar. Madrid: Alianza.
·Molina García, S (1994). Bases Psicopedagógicas de la Educación Especial. Alcoy. Marfil.
·Palacios, J, Marchesi, A y Coll, C. (1990). Desarrollo psicológico y educación I. Madrid. Alianza Psicología.
·Piaget, J (1979). Seis estudios de psicología. Barcelona: Seix Barral
·Salvador Mata, F. (2001). Enciclopedia psicopedagógica de necesidades educativas especiales. Tomos I y II. Málaga. Aljibe.