0. INTRODUCCIÓN
1. EL CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO NEUROMOTOR, OSEO Y MUSCULAR.
1.1. El crecimiento en la edad escolar.
1.1.1. Concepto de crecimiento.
1.1.2. El proceso de crecimiento.
1.1.2.1. Periodos de crecimiento.
1.1.2.2. Las edades de crecimiento.
1.1.2.3. Regulación hormonal hormonal del crecimiento.
1.2. Concepto de desarrollo y desarrollo motor.
1.2.1. Teorías generales del desarrollo y su implicación en las conductas motrices.
1.2.2. Modelos del desarrollo motor.
1.3. Crecimiento y desarrollo neuromotor.
1.4. Crecimiento y desarrollo oseo.
1.5. Crecimiento y desarrollo muscular.
1.6. Cambios en la composición corporal.
2. FACTORES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS QUE REPERCUTEN EN EL DESARROLLO Y CRECIMIENTO.
2.1. Actividad física y crecimiento
3. PATOLOGÍAS RELACIONADAS CON EL CRECIMIENTO Y LA EVOLUCIÓN DE LA CAPACIDAD DEL MOVIMIENTO. EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO EN EL PROCESO EDUCATIVO.
3.1. Alteraciones relacionadas con el aparato locomotor.
3.2. Alteraciones relacionadas con la evolución de la capacidad del movimiento.
3.3. Patologías relacionadas con el crecimiento.
4. CONCLUSIONES.
5. APLICACIÓN DIDÁCTICA.
6. BIBLIOGRAFÍA.
7. RESUMEN.
0. INTRODUCCIÓN.
La infancia y adolescencia comprenden estadios de la vida del ser humano en los que los procesos de crecimiento y maduración se desarrollan rápida e importantemente, influenciando de manera profunda y crucial la estructura y capacidades físicas del individuo para el futuro. No obstante, el proceso de crecimiento es similar para la mayoría de los sujetos y, aunque puede ser modificado por enfermedades, cambios drásticos en la dieta o por realización de ejercicio físico, el patrón básico permanece bastante constante.
Desde este punto de vista es muy importante conocer, de un modo responsable, las limitaciones y las capacidades impuestas por los procesos de crecimiento y maduración. Cualquier intento para acelerar de manera no natural este periodo del crecimiento resultaría cuando menos peligroso, no sólo desde los aspectos físicos sino también psíquicos (Ribas y col., 1997).
1. EL CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO NEUROMOTOR, OSEO Y MUSCULAR.
1.1. EL CRECIMIENTO EN LA EDAD ESCOLAR.
1.1.1. CONCEPTO DE CRECIMIENTO.
Es evidente que uno de los fenómenos más destacables y constatables de la infancia y de la juventud es el crecimiento. Éste se manifiesta en una serie de transformaciones y cambios corporales, en el aumento de la talla y del peso y en otras variaciones, tanto de orden físico como biológico, las cuales, en la mayoría de los casos, pueden ser cuantificables. Ruiz Pérez (1987) destaca los siguientes fenómenos observables:
· Aumento del tamaño corporal.
· Cambios en las proporciones corporales.
· Cambios en la composición corporal.
· Cambios en la complejidad funcional.
· Consecución de la plenitud física.
Si lo perceptible en los fenómenos del crecimiento son los cambios físicos, éstos son tan sólo un aspecto de todo el proceso; esto es, crecimiento y desarrollo son dos conceptos diferentes, aunque estrechamente ligados. El primero se refiere al incremento cuantitativo de los diferentes órganos, y es fácilmente medible y contrastable; en cambio, el desarrollo o maduración hace referencia a la calidad de ese desarrollo, y es por eso un elemento más difícil de cuantificar. Sobre ello podemos establecer que el crecimiento afecta a los aspectos cuantitativos y que el desarrollo y la maduración se refieren a aspectos cualitativos de todo el proceso.
La mayoría de autores viene a coincidir en que este proceso de crecimiento y desarrollo se pueden distinguir una serie de estadios o etapas caracterizados por cambios concretos y manifestados con mayor o menor rapidez. No todos los individuos siguen un mismo ritmo de crecimiento; éste depende de las características propias de cada persona y de los diversos factores que lo regulan (Díaz, 1993a).
1.1.2. EL PROCESO DE CRECIMIENTO.
1.1.2.1. LOS PERÍODOS DE CRECIMIENTO.
Algunos investigadores, entre ellos Tanner (1978) sostienen que el crecimiento no está delimitado por fases o estadios concretos y que éste es un proceso continuo con una cierta uniformidad. Por el contrario, otros autores admiten la existencia de diferentes etapas evidenciadas en ciertos períodos del proceso y caracterizadas por sucesos concretos. Entre estos últimos destaca la propuesta realizada por Tonni (1969), el cual divide el proceso del crecimiento humano en ocho períodos a los que denomina:
· Período neonatal (recién nacido).
· Primera infancia (infancia, dividida a la vez en edad lactante y edad del destete).
· Segunda infancia (niñez).
· Tercera infancia (puérica).
· Pubertad (edad juvenil).
· Adolescencia (joven).
· Edad adulta (madurez).
· Vejez.
Por su parte Ruiz Pérez (1987) propone una división del crecimiento en dos grandes períodos, los cuales a su vez contienen diferentes fases:
· Período prenatal:
Fase germinal: Dos primeras semanas.
Fase embrionaria: 2ª á 8ª semana.
Fase fetal: de la 3ª semana al nacimiento.
· Nacimiento y período posnatal:
Infancia
Niñez (hasta los diez u once años)
Preadolescencia y adolescencia (entre los quince y los dieciocho años)
Juventud (entre los dieciocho y los veinticinco años)
Madurez (entre los veinticinco y los sesenta años)
Vejez (de los sesenta años en adelante)
El período prenatal se inicia con la concepción y se desarrolla durante 38-40 semanas en el seno materno. Las dos primeras semanas corresponden a la fase germinal; entre la segunda y la octava se desarrolla la fase embrionaria, de suma importancia porque en ella se forman los diferentes órganos y el nuevo ser adopta forma humana. La fase fetal se inicia aproximadamente hacia el tercer mes y se prolonga hasta el momento del nacimiento.
Tras haber transcurrido este período con normalidad el feto se halla suficientemente desarrollado y se produce el nacimiento. El proceso de nacimiento tiene una duración determinada, y en él la madre pone en acción diversos mecanismos. En el momento del alumbramiento se deben poner en funcionamiento los diversos sistemas y órganos autónomos.
Los controles del crecimiento a partir del nacimiento son fáciles de obtener; y por lo general hacen referencia a parámetros y aspectos diversos tales como el aumento de talla, de peso, la dentición, el grado de osificación, la pilosidad, los perímetros torácicos y craneales, etc.
Según Ribas y col. (1997), el proceso de crecimiento en el ser humano implica básicamente la transformación de nutrientes en tejidos vivos. Para que esta transformación progresiva dé lugar al organismo adulto normal debe haber un predominio de los procesos anabólicos sobre los catabólicos, es decir, en algún modo la energía procedente de la nutrición debe de exceder a la energía consumida en el mantenimiento de la vida y en la actividad del sujeto.
Otra característica fundamental del proceso de crecimiento es su ordenación en el tiempo. Cada tejido y cada órgano tiene su propio ritmo de crecimiento. Por ejemplo, y aunque pudiera parecer a primera vista contradictorio, las personas crecen de la cabeza a los pies. La cabeza ya constituye una parte voluminosa e importante del recién nacido (aproximadamente ¼ de la altura corporal a esa edad) y continúa creciendo rápidamente hasta la adolescencia. A su vez el esqueleto crece más rápido que el hígado o los riñones o el propio músculo esquelético. Naturalmente, estas diferencias en las velocidades de crecimiento de los distintos órganos afectan a las capacidades físicas del individuo a lo largo del proceso de crecimiento (Ribas y col. ,1997).
Para Ribas (1997), el proceso de crecimiento comprende varias etapas o períodos:
· Crecimiento prepuberal.
Esta etapa comprende dos periodos definidos por la infancia, desde los primeros meses de vida hasta los dos años, y la niñez, desde los dos años hasta el comienzo de la pubertad, proceso que suele empezar entre los diez a los trece años en las jóvenes y entre los doce y los quince años en los jóvenes.
A partir de los seis meses, las piernas crecen rápidamente, incluso antes que el tronco, mientras que el cráneo disminuye algo su velocidad de crecimiento. A partir de los dos años hay un aumento gradual de la altura y el peso del individuo, si bien la altura aumenta más rápidamente que el peso; las piernas continúan creciendo a mayor velocidad que el tronco y hay un incremento proporcional de las caderas y los hombros.
Por otra parte, aunque el ritmo es similar en los niños y en las niñas, tiende a haber pequeñas diferencias entre ambos. Por ejemplo, aunque los niños tienden a ser ligeramente más altos, las niñas tienen una edad esquelética (es decir, la calculada según el crecimiento y maduración del esqueleto óseo independientemente de la edad cronológica o tiempo de vida desde el nacimiento) más avanzada que los niños. Por otro lado, entre los seis y los diez años los niños ensanchan más el tórax y los brazos, mientras que en las niñas crecen más rápidamente las caderas. En cualquier caso, se puede decir que en este período, a pesar de las diferencias debidas al sexo, las características antropométricas son similares en los niños y en las niñas.
Un aspecto interesante de las características antropométricas en la última parte de este período prepuberal es la relación constante o relativamente constante entre la altura y la masa corporal magra. Esta relación proporciona unas bases idóneas para el aprendizaje motor y la coordinación neuromuscular de ejercicios que no impliquen el empleo intensivo de fuerza. Dada la fragilidad de los centros de crecimiento esqueléticos epifisiarios y la escasa masa muscular disponible a estas edades, la aplicación de ejercicios intensos respecto a carga o velocidad son potencialmente peligrosos.
· Crecimiento puberal.
Este período comprende la pubertad, que es la etapa en la que se desarrollan los órganos sexuales, y la adolescencia que es la etapa final del proceso de crecimiento que lleva a la madurez propia del estado adulto. Alrededor de la edad de desarrollo de los órganos sexuales, es cuando se suele producir un “estirón” o aceleración en el crecimiento y en la maduración del individuo. Suele suceder más temprano en las niñas (10 – 13 años, incluso en un rango de edades más amplio, dependiendo de las condiciones ambientales) que en los niños (12 – 15 años), por tanto entre los 10 – 13 años cabe esperar que las niñas sean ligeramente o claramente más altas que los niños, aunque posteriormente esta diferencia en altura se anule e incluso se haga favorable a los jóvenes.
El hecho de que el “estirón” coincida con la maduración sexual, permite utilizar los caracteres de los órganos sexuales como indicadores en curvas de crecimiento. En el caso de las jóvenes la aparición de la primera menstruación, también denominada menarquía, es una marca fiable del proceso de maduración sexual. En los jóvenes no existe una marca tan clara, pero la aparición de pelo en el pubis y en la cara, junto con un cambio en la voz son indicadores aceptables del proceso de madurez en esta etapa. La velocidad de crecimiento durante el estirón suele ser de 7’5 cm/año para las jóvenes y de 10 cm/año para los jóvenes, como promedio.
1.1.2.2. LAS EDADES DEL CRECIMIENTO.
Suele suceder que, a pesar de que varios individuos tengan la misma edad, su nivel de desarrollo y maduración difiera. Esta diferencia en el desarrollo constata la existencia de dos tipos de edad: la cronológica y la biológica. La primera se refiere exclusivamente a la edad temporal, la vivida por el individuo; la segunda, a la del nivel o grado de crecimiento y desarrollo de cada uno de los órganos, sistemas y funciones. Con el objeto de disponer de un conocimiento lo más fiel posible del momento evolutivo en que se encuentra cada individuo, se suelen buscar diferentes indicadores que así lo reflejen. Los más utilizados son los que se fundan en el estudio de la dentición, la maduración sexual, el aumento de peso y talla, y la osificación del sistema esquelético (Ribas y col. 1997).
Según los parámetros de estos indicadores se establecen cuatro edades de crecimiento: dental, sexual, somática y esquelética (Díaz, 1993a).
a) Edad dental.
Basada en el estudio de la dentición del sujeto, es decir, en la aparición – caída – aparición definitiva de las diferentes piezas dentales. La primera dentición suele aparecer entre el sexto mes y el segundo año, mientras que la definitiva aparece entre los seis y los trece años. La edad dental guarda una estrecha relación con la ósea, y también se asemeja a las edades cronológicas y biológicas.
b) Edad sexual.
Fundada en la aparición de los diferentes caracteres sexuales, principalmente los de tipo secundario; mediante ellos es posible determinar de manera muy sencilla el momento evolutivo vivido por el sujeto. De forma ostensible se aprecian cambios en la voz, presencia del vello pubiano, modificación estructural y morfológica del cuerpo, aparición de la primera regla y desarrollo mamario en las niñas, además de algunos otros. El concepto de edad sexual sólo puede ser utilizado a partir de la pre-pubertad, pues, pues es entonces cuando se producen esas manifestaciones que evidencian el crecimiento.
c) Edad somática.
Obtenida de la comparación entre diversos datos de los niños y tablas estándar, que nos permite formarnos una idea del momento evolutivo vivido por el individuo.
d) Edad esquelética.
El proceso de osificación comienza en el seno materno y se mantiene durante las dos primeras décadas de vida. Esta variación constante del proceso de osificación nos permite averiguar ante qué momento del crecimiento nos hallamos. Mediante la exploración radiológica de determinadas zonas corporales, y en relación con el grado de osificación de los centros de crecimiento, se puede determinar con cierta exactitud la edad biológica del individuo. Normalmente se elige la muñeca como zona para la observación, ya que contiene muchos centros madurativos en muy poco espacio. El estudio de la maduración ósea debe servir para cubrir los siguientes objetivos:
Determinar el estado actual de maduración.
Detectar casos patológicos y momentos problemáticos de la maduración ósea.
Establecer los medios adecuados para subsanar un desarrollo incorrecto.
1.1.2.3. REGULACIÓN HORMONAL DEL CRECIMIENTO.
Los diferentes órganos del cuerpo humano mantienen una comunicación entre sí con el fin de armonizar sus funciones. La coordinación entre todos ellos la realizan el sistema nervioso, como agente de intervención rápida, y el sistema endocrino, cuya intervención es más lenta.
El sistema endocrino está formado por una serie de glándulas de secreción interna cuyo producto son unas sustancias químicas denominadas hormonas. Éstas, cuando son requeridas, desembocan en la sangre para llegar a los órganos de destino. Una vez allí desarrollan su acción entrando en contacto con las células, para transmitir su mensaje. Así, entre las diferentes glándulas y hormonas, encontramos la glándula pituitaria o hipófisis, la glándula tiroides, la hormona insulina del páncreas, las glándulas suprarrenales y las gónadas; todas ellas tienen una incidencia directa en los procesos de crecimiento (Díaz, 1993a):
1) La hormona del crecimiento (GH o STH).
Está segregada, bajo el control del hipotálamo, por la glándula hipófisis anterior, y su presencia es fundamental para un correcto desarrollo y crecimiento. Está presente en el organismo desde los primeros momentos, pero su concentración se vuelve máxima en la pubertad. La segregación, que se produce fundamentalmente por la noche, desempeña numerosas funciones, tales como las de estimular el crecimiento y diversas funciones metabólicas, o facilitar la síntesis proteica. Para su actuación precisa de la mediación de otra sustancia, liberada por el hígado, llamada somatomedina.
2) La hormona tiroidea
Se produce en la glándula tiroides por la influencia de la hormona del crecimiento. Es importantísima en los procesos del crecimiento óseo y de la maduración nerviosa. Su presencia facilita la actuación de la hormona del crecimiento.
3) La hormona insulina
Segregada por el páncreas, es fundamental en el correcto crecimiento del niño y vital para el metabolismo de los hidratos de carbono. Está considerada como un poderoso anabolizante y contribuye a la acción de la hormona del crecimiento.
4) Las hormonas gonadales y suprarrenales
Actúan, sobre todo en la pubertad, favoreciendo el desarrollo muscular y la acción de la hormona del crecimiento. Las glándulas sexuales segregan diversas hormonas con influencia en los mecanismos de maduración y de diferenciación sexual. En el varón activan la formación de andrógenos; en la mujer, son responsables del ciclo sexual y de la ovulación.
1.2. CONCEPTO DE DESARROLLO Y DESARROLLO MOTOR
El desarrollo motor es uno de los constituyentes del conjunto que forma el desarrollo humano. Los estudios realizados en este campo, muy recientes y escasos, no le confieren entidad propia para convertirse por sí solo en un área autónoma de conocimiento. Los autores que han investigado el fenómeno del desarrollo motor vienen a coincidir en que éste no debe entenderse como una unidad aislada, sino que el estudio del desarrollo motor se ha de basar en una visión interdisciplinar y de conjunto que implique a las diversas ciencias que configuran el desarrollo humano.
Los estudios sobre este tema han intentado clasificar las conductas humanas y han dado origen a diversas taxonomías, algo especialmente perceptible en el campo educativo, como sucede en la clasificación que establece Harrow (1978), (Recogido en Díaz, 1993b)
Según ellas, podemos apreciar que la mayoría de autores coinciden en establecer los siguientes dominios: cognoscitivo, afectivo, social y motor.
1.2.1. TEORÍAS GENERALES DEL DESARROLLO Y SU IMPLICACIÓN CON LAS CONDUCTAS MOTRICES.
Aunque las investigaciones realizadas sobre el desarrollo humano no tenían como finalidad el estudio estricto del desarrollo motor, la aparición de éste entre los diversos ámbitos de la conducta hizo necesario su estudio. Analizaremos a continuación las aportaciones de varios de esos investigadores, defensores cada uno de ellos de otros tantos planteamientos (Díaz, 1993b).
A) LA TEORÍA DE PIAGET.
La teoría de Piaget se asienta en el desarrollo psicológico infantil y destaca la importancia de la motricidad en la formación de la personalidad del niño. Entre las contribuciones más importantes de su obra, podemos destacar sus aclaraciones acerca del desarrollo infantil, tema al cual le dedicó numerosos esfuerzos. Su interés por la motricidad es debido al intento de demostrar la vinculación de ésta al conocimiento.
Otras de sus aportaciones en este campo fueron la de poner de manifiesto la necesidad de tener en cuenta una acción pedagógica adecuada en función al desarrollo del niño y la de que éste tomara un papel protagonista y activo en la construcción de su inteligencia.
Al igual que otros investigadores, también estableció la existencia de etapas o estadios que delimitan las diferentes edades cronológicas. En concreto clasificó el desarrollo cognoscitivo en cuatro grandes etapas: sensomotriz, pre-operacional, de operaciones concretas y de operaciones formales.
B) TEORÍA PSICOBIOLÓGICA DE WALLON.
Wallon entiende que la motricidad ejerce una incidencia fundamental para la elaboración de las funciones psicológicas en los primeros años. Según esta concepción, determinó dos componentes de la misma: la función tónica y la función fásica. Y también él, al igual que otros investigadores, establece diferentes estadios:
Estadio impulsivo (de los seis a los doce meses): la motricidad posee un significado puramente fisiológico. El movimiento se basa en las formas más elementales de comunicación y relación.
Estadio senso-motor (de los doce a los veinticuatro meses): organización del movimiento hacia el exterior.
Estadio proyectivo (entre los dos y los tres años): se caracteriza por la utilización de la motricidad como elemento de acción sobre todo lo que rodea al niño.
Estadio personalístico (de los tres a los cuatro años): el movimiento favorece el desarrollo psicológico y confiere mayor significación a los procesos cognoscitivos.
C) GESSELL Y LA TEORÍA MADURATIVA DEL DESARROLLO.
El elemento clave de la teoría de Gessell es la maduración: los procesos internos de maduración son los protagonistas del desarrollo de la conducta en las diferentes áreas: adaptativa, social, motriz y verbal.
D) TEORÍA PSICOANALISTA.
Esta teoría defiende la importancia que el movimiento y el cuerpo poseen en las relaciones interpersonales. Entre los estudiosos de esta teoría, podemos destacar a Lapierre y Aucouturier (1980).
TEORÍA |
AUTOR |
CARACTERÍSTICA PRINCIPAL |
PERÍODOS |
Del desarrollo Psicológico |
Piaget |
Importancia de la motricidad en la formación de la personalidad. |
Etapas: Ø Sensomotriz Ø Preoperacional Ø Operaciones concretas Ø Operaciones formales |
Psicobiológica |
Wallon |
Incidencia de la motricidad en la elaboración de las funciones psicológicas. |
Estadios: Ø Impulsivo Ø Sensomotor Ø Proyectivo Ø Personalístico |
Madurativa |
Gessell |
La maduración es la protagonista del desarrollo adaptativo, social, motriz y verbal. |
|
Psicoanalista |
Lapierre Aucouturier Freud |
Énfasis en el papel de las relaciones interpersonales. |
Cuadro resumen de las diferentes teorías generales del desarrollo.
1.2.2. MODELOS DEL DESARROLLO MOTOR.
Aunque las investigaciones sobre el desarrollo motor se remontan a unos 200 años atrás, no es sino a partir de las primeras décadas de este siglo cuando se empieza a teorizar y a plantear con seriedad este apartado de la conducta humana.
L. M. Ruiz Pérez (1987) distingue dos grandes perspectivas entre los investigadores que más dedicación han prestado a este tema. Por una parte agrupa a los europeos, y por otra a los americanos; en el primer grupo destaca los trabajos de Ajuriaguerra, Azemar, Pikler, Le Boulch y Da Fonseca; y en el segundo, los de Willian, Cratty y Gallahue.
· El modelo de J. Ajuriaguerra entiende que el desarrollo motor atraviesa varias etapas con un claro soporte neurológico en las que la maduración del sistema nervioso central favorece momentos concretos para el desarrollo de cada estructura. Las fases de esta progresión son las siguientes: organización del esqueleto motor, organización del plano motor y automáticas.
· Lo más característico de las investigaciones de E. Pikler es la afirmación de que el niño se desarrolla de forma espontánea, en función de su maduración orgánica y nerviosa sin la intervención del adulto.
· Según Azemar el desarrollo motor infantil atraviesa varias etapas, en las que la progresiva maduración del córtex permite pasar de movimientos simples a otros más complejos.
· V. Da Fonseca realiza una aproximación psicobiológica del desarrollo motor, y lo considera condición necesaria para acceder a niveles superiores de pensamiento. También describe varias etapas de su desarrollo.
· Una de las contribuciones más importantes de J. Le Boulch es la del desarrollo de un método pedagógico basado en el movimiento humano. Distingue también varias etapas o estadios de desarrollo.
En la perspectiva americana destacan los siguientes autores:
· H. Williams defiende el concepto de desarrollo perceptivo – motor, ya que incide en varios aspectos de la conducta humana, que divide en cuatro grupos: las conductas perceptivo – motrices globales, las conductas motrices finas, las perceptivo – auditivas, visuales y táctico – kinestésicas, y , finalmente, las de conciencia corporal.
· B. J. Cratty analiza cuatro canales de desarrollo: el perceptivo, el motor, el verbal y el cognitivo, y trata de establecer nexos o conexiones entre ellos.
· En su explicación teórica acerca del desarrollo motor, D. L. Gallahue destaca la existencia de varias fases, las cuales se corresponden con momentos cronológicos de la vida, y asimismo distingue varios estadios en cada una de estas fases:
14 años |
FASE DE HABILIDADES MOTRICES ESPECIALIZADAS |
ESTADIO ESPECIALIZADO |
11 a 13 años 7–10 años |
FASE DE HABILIDADES MOTRICES ESPECÍFICAS |
ESTADIO ESPECÍFICO ESTADIO TRANSICIONAL |
6-7 años 4-5 años 2-3 años |
FASE DE HABILIDADES MOTRICES BÁSICAS |
ESTADIO MADURO ESTADIO ELEMENTAL ESTADO INICIAL |
1 a 2 años |
FASE DE MOVIMIENTOS RUDIMENTARIOS |
ESTADIO DE PRE – CONTROL ESTADIO DE INHIBICIÓN REFLEJA |
de 0 a 1 año |
FASE DE MOVIMIENTOS REFLEJOS |
ESTADIO DE PROCESAMIENTO ESTADIO DE CAPTACIÓN DE INFORMACIÓN |
PERIODOS CRONOLÓGICOS APROXIMADOS |
FASES DEL DESARROLLO MOTOR |
ESTADIOS EN EL DESARROLLO MOTOR |
Gráfico del desarrollo motor, según Gallahue (1982).
1.3. CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO NEUROMOTOR.
El crecimiento y el desarrollo de los diferentes sistemas corporales poseen sus propias peculiaridades, pero todos ellos siguen una evolución conjunta caracterizada en las diferentes etapas.
El crecimiento del Sistema Nervioso se realiza de forma rapidísima: hacia los dos años alcanza ya el 75% del proceso, aunque se prolonga hasta entrados los treinta años. Existe, pues, un desajuste entre la morfología y la funcionalidad del sistema, ya que si bien desde su temprana edad el tamaño es parecido al del adulto, sus funciones tardan muchos años en consolidarse.
El proceso de estructuración funcional de este sistema se ve facilitado por la mielinización – formación de una capa de mielina en las redes nerviosas -, que hace más eficaz la transmisión del impulso nervioso. Esta mielinización tiene un curso diferenciado en las distintas zonas del sistema nervioso: en algunos casos comienza en la vida fetal, y en otros no concluye hasta bien entrada la madurez. De todas formas, hacia los diez años se han mielinizado ya la mayoría de terminaciones nerviosas.
Para la descripción de las conductas motrices características en las diversas etapas, tomaremos como referencia los estudios realizados por P. R. Bize (1950) por considerar que ponen de manifiesto de una forma clara las diferentes conductas que el sujeto va adquiriendo a lo largo de su proceso de desarrollo motor, o mejor dicho, neuromotor:
· Estadio 1 (de cero a tres años): Integración progresiva.
En este estadio cabe distinguir tres fases: fase espiral, fase de tanteo y fase de logro.
Fase espiral: desde el nacimiento hasta los primeros ocho meses de vida. Su principal característica es una hipertonía de la musculatura flexora sobre la extensora. Hacia el tercer mes los músculos del cuello permiten al niño el control de los movimientos de la cabeza. Hacia la mitad de esta fase se desarrolla la coordinación óculo – manual, con la que el niño podrá, de forma aún muy torpe, lanzar pequeños objetos. Hacia el final de esta fase puede mantenerse sentado.
Fase de tanteo: desde los ocho meses a los dos años cumplidos. Durante ella el cuerpo comienza a tomar conciencia y se produce alguna iniciativa motriz. La coordinación motriz se ve mejorada a medida que los fascículos nerviosos se van mielinizando. Al inicio de esta fase domina la posición de sentado y el niño puede mantenerse de pie sin ayuda. Entre los nueve y los diez meses se desplaza en cuadrupedia y, si se le ayuda, empieza a dar los primeros pasos. Entre los doce a los quince meses el niño empieza a andar solo, con lo que consigue cierta autonomía y la posibilidad de explorar el espacio; de esta forma el conjunto de sensaciones que recibe (táctles, visuales, kinestésicas, etc.) fomenta la adquisición del esquema corporal. Hacia los dos años empiezan a aparecer manifestaciones de relación espacio – temporal: el niño ya es capaz de atrapar objetos estáticos, pero persiste la dificultad para atraparlos en movimiento. Hacia el final de esta fase empieza a tener conciencia del propio cuerpo.
Fase de logro: entre los dos y los tres años. Su característica principal es el establecimiento tónico en el tronco y en los miembros y, como consecuencia, un mayor equilibrio postural y una mejor coordinación motriz. La marcha se perfecciona notablemente y es capaz de realizar desplazamientos en varios sentidos, lo que origina el tránsito de la marcha a la carrera, ésta última con muchas limitaciones. El niño empieza a subir escaleras, y más tarde a bajarlas. Aparecen las primeras nociones de dirección y localización de objetos y de personas (alto – bajo, dentro – fuera), pero sus relaciones espacio – temporales todavía no son correctas. Hacia los dos años y medio el niño ya puede saltar una pequeña altura, primero con un pie y luego con el otro, pues el salto con los dos pies no tiene lugar hacia el tercer año. Asimismo empieza a lograr una cierta precisión en los lanzamientos.
· Estadio 2 (entre los tres y los siete años): Organización de la motilidad espontánea.
Denominamos motilidad espontánea a la facultad que tienen los seres vivos para producir movimientos. En este estadio se distinguen dos períodos: el de gracia y el de la motilidad orientada.
Período de gracia: desde los tres años a los cinco años. Se le denomina así por la gracia que imprime el niño en la habilidad que alcanza en sus movimientos, debida a la perfección neurológica que va logrando. Percibe la noción de verticalidad y horizontalidad y se empieza a definir la dominancia lateral. Hacia los tres años es ya capaz de ponerse sobre un pie momentáneamente y de desplazarse unos pocos metros sobre una línea marcada. Los patrones de la marcha se hallan perfectamente desarrollados: ésta se realiza de forma automática, aparece el balanceo alternativo de brazos, los cambios de velocidad y de ritmo, y es capaz de correr y saltar al compás de una música. Puede realizar varios saltos seguidos y de formas diferentes, y también empieza a golpear balones parados y a lanzar objetos con una cierta precisión.
Hacia los cuatro años se puede considerar que la mielinización del sistema nervioso de las diferentes áreas está muy desarrollada. Su actitud general se caracteriza por una motilidad global cada vez más desarrollada y una necesidad constante de movimiento. Hacia el final de este período es capaz de realizar saltos de profundidad, calcular distancias, reconocer uno y otro lados de su cuerpo, así como dominar las relaciones espacio – temporales.
Período de la motilidad orientada: se desarrolla entre los cinco y los siete años, ya que en estas edades aparece el control cerebral de los movimientos, de modo que éstos se realizan de forma más económica y eficaz. Puede realizar desplazamientos en todas las direcciones, con diferentes ritmos y velocidades, efectuando paradas, cambios de dirección, esquivando, etc. Los saltos, tanto en altura como en longitud, van alcanzando los niveles óptimos de eficacia, y es capaz de coordinarlos con una carrera previa. Los lanzamientos van siendo cada vez más precisos y ejecutados con movimientos simultáneos de piernas y brazos; también puede receptar una pelota lanzada con un bote previo. A esta edad empieza a realizar pequeñas actividades de trepa. La lateralidad se caracteriza por una aparición de las nociones de derecha e izquierda y de predominio de una mano sobre la otra, sin que esto represente una afirmación definitiva de ese predominio. El nivel de desarrollo motor en esta fase permite la aparición de la escritura y de tareas tales como abrochar botones, realizar pequeñas construcciones y habilidades manuales en general. La organización de su esquema corporal le facilita una visión global de su cuerpo y le permite reproducir ciertos movimientos. Asimismo puede orientarse por itinerarios simples debido al nivel de organización de las estructuras espacio – temporales. En este período se observa un cierto retraso de las chicas con respecto a los chicos.
· Estadio 3 (entre los siete y los once años): La motilidad voluntaria.
Durante este período se alcanza la plena maduración del sistema nervioso, y el desarrollo motor se caracteriza por una mejora y una perfección en las ejecuciones, que alcanzan índices elevados de efectividad. También la rapidez con que se ejecutan las acciones, la precisión en las mismas y el progresivo aumento en la dificultad de las tareas son elementos destacables de esta fase. Se consolida el nivel de adaptación a las estructuras espaciales y temporales, y con él se logra una fina coordinación en las acciones, riqueza y seguridad en los movimientos y desarrollo de las nociones de proximidad y lejanía.
La representación del propio cuerpo se realiza de forma global al principio, pero de forma paulatina se van diferenciando cada una de las partes, hasta alcanzar el máximo desarrollo al final del estadio. El niño diferencia los objetos y su cuerpo, lo que implica un conocimiento y control en los desplazamientos. Las imitaciones las realiza de forma consciente e inmediata. Las estructuras rítmicas están desarrolladas y le permiten seguir ritmos, melodías, etc. Esta conciencia del propio cuerpo también le permite seguir comportamientos de tipo social (mantener la atención y una postura durante varias horas seguidas). La consolidación de la lateralidad se manifiesta en una casi total integración de la derecha y la izquierda, con la consiguiente posibilidad de realizar movimientos segmentarios, tanto simétricos como asimétricos.
· Estadio 4 (de los once a los quince años): Armonización instintivo – volitiva.
El desarrollo de las capacidades físicas fomenta la ejecución de las tareas motrices en general. La total integración y desarrollo de los esquemas motores permite la realización de tareas complejas. La conjunción de la habilidad motriz y de la condición física favorecen la iniciación y la práctica deportiva.
· Estadio 5 (de los quince años en adelante): Dominio gestual progresivo.
El desarrollo motor en este estadio supone un perfeccionamiento en las ejecuciones iniciadas en el anterior. Las habilidades y destrezas, además de ser más variadas y perfeccionadas, se realizan cada vez de manera más elaborada, y con un control más eficaz por el cerebro.
1.4. CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO ÓSEO.
El crecimiento en altura se debe principalmente al crecimiento del esqueleto, principalmente a los huesos largos. Estos huesos crecen a partir de las placas o plataformas de crecimiento epifisiarias que están localizadas en los extremos de los huesos largos entre la epífisis articular y la diáfisis central. El proceso de formación de hueso se denomina osificación y, como en la mayoría de los procesos fisiológicos, es muy dinámico. El proceso consiste en una formación y destrucción de hueso continua. La formación se realiza a partir de los osteoblastos que quedan atrapados en el tejido óseo en formación u osteoide; cuando esto ocurre, los osteoblastos empiezan a almacenar calcio y fósforo, pasando a llamarse osteocitos, esta situación se mantiene hasta que la zona de la placa de crecimiento donde estaba el osteocito queda totalmente calcificada. De esta manera se forma la matriz del hueso, formada por fibras de colágeno y sales de calcio y fósforo, de una gran resistencia a la tensión y a la compresión. En determinadas localizaciones estas resistencias pueden ser superiores a las del material de cemento utilizado en la construcción. Esta formación u osteogénesis tiende a aumentar en aquellos puntos óseos sometidos a grandes cargas y por el contrario, tiende a disminuir incluso a ser reabsorbido o destruido por los osteoclastos cuando disminuye la carga o el estrés a que estaba sometido el hueso (Ribas y col. 1997).
Durante el crecimiento, los procesos de formación superan a los de absorción o destrucción ósea, todo ello regulado por un metabolismo mineral y hormonal preciso. Curiosamente, el ejercicio físico, que supone un estrés para los huesos y estimula el crecimiento óseo, más que aumentar el crecimiento lineal de los huesos, produce un incremento de la densidad y la amplitud de éstos. En general, se puede decir que la realización de ejercicio físico durante el crecimiento tiende a generar un esqueleto mas denso y fuerte y mejor preparado para soportar cargas y tensiones.
No obstante, el crecimiento lineal seguirá mientras los centros de osificación estén abiertos, lo que suele ocurrir hasta pasados los 18 años e incluso hasta los 22 – 23 años. Justamente por esta razón, los traumas o enfermedades que afecten a los centros de osificación son trascendentes para el crecimiento del individuo. En consecuencia, durante la etapa de crecimiento, es importante evitar las situaciones que puedan dañar estas zonas, por ejemplo, está bien demostrado que la actividad intensiva de pivots de baloncesto muy jóvenes puede causar daño epifisiario en estos individuos. Igualmente pudiera ocurrir este tipo de problema en los levantadores de pesas jóvenes, aunque esto no parece estar bien establecido de momento.
1.5. CRECIMIENTO Y EL DESARROLLO MUSCULAR.
La ganancia de peso que ocurre durante el crecimiento normal se obtiene, en gran parte, como consecuencia del crecimiento del tejido muscular. Este tejido muscular crece de manera estable durante los primeros 7 años de vida, posteriormente, antes de la pubertad, hay una tendencia al enlentecimiento en el crecimiento de la masa muscular. Sin embargo, durante la pubertad los músculos crecen rápidamente, especialmente en los jóvenes y siempre después del “estirón” en altura.
El aumento de tamaño muscular durante la adolescencia depende de muchos factores y por tanto, aparece con muchas diferencias individuales a lo largo de la adolescencia, por ejemplo, depende del nivel de maduración de la estructura corporal, de la cantidad de actividad física, etc. No obstante, las capacidades motoras de los músculos esqueléticos dependen también de la actividad neural y, por tanto, del grado de maduración del sistema nervioso. Por otro lado, la disponibilidad de hormonas sexuales masculinas es imprescindible para que el ejercicio físico pueda inducir un crecimiento de la masa muscular, tratar de conseguir esto en un niño o adolescente, en el que los niveles de hormonas son claramente insuficientes (normalmente unas diez veces inferior a la concentración de estas hormonas en sangre de un adulto), no sólo resulta inútil, sino que puede resultar peligroso por interferencias con otros procesos fisiológicos, por ejemplo la secreción excesiva y con poco efecto de hormona del crecimiento (Ribas y col., 1997).
El desarrollo de este sistema muscular aparece estrechamente asociado al del sistema esquelético, y sigue un proceso paralelo al aumento de estatura. Potenciado por la acción hormonal, superior en este caso para el sexo masculino, tiene precisamente su máximo aumento, y con él el de los niveles de fuerza, justamente después del momento de máximo impulso de crecimiento (Díaz, 1993a).
Respecto al desarrollo del sistema muscular, es importante entender que lo que aumentará no será el número de fibras musculares, sino su volumen y grosor, conformando de esta manera un paquete muscular más voluminoso. Y en este caso sí, el desarrollo muscular puede verse muy afectado por la actividad o la inactividad física.
1.6. CAMBIOS EN LA COMPOSICIÓN CORPORAL DURANTE EL CRECIMIENTO.
Actualmente existe una especial preocupación por la composición corporal, por una parte de manera intuitiva y cultural en los individuos que por lo general no desean que su cuerpo aparezca con un exceso de grasa y, por otra parte, en los técnicos dedicados al deporte que han empezado a utilizar la cineantropometría como una referencia para detectar composiciones corporales fuera de lo normal en la selección de deportistas. Efectivamente, la relación entre cantidad de grasa y masa corporal libre de grasa o masa magra en el cuerpo es una característica importante de la constitución del individuo y, especialmente durante el período de crecimiento. De hecho, está bien demostrado que los niños con sobrepeso tienden a ser adultos con sobrepeso u obesos; y lo que es más importante, el patrón de inactividad que habitualmente muestran los niños obesos o con sobrepeso persistirá a lo largo de toda su vida. Por el contrario, este patrón de inactividad y la proporción de grasa en la composición corporal pueden ser prevenidos e invertidos con un programa adecuado de actividad física durante la niñez.
Respecto al sobrepeso hay que dejar bien claro que el peso corporal es la consecuencia del balance entre la ingesta calórica y el consumo de energía, factores ambos regulados por numerosos mecanismos neurales, hormonales y metabólicos. Se puede optimizar la calidad de vida de un adulto si se previene el sobrepeso desde la niñez con programas adecuados de dietas y de actividad física. Por tanto, resulta obvio que la escuela y el hogar familiar es un lugar de trabajo básico para ello, y este trabajo una responsabilidad ineludible de los educadores físicos (Ribas y col. 1997).
2. FACTORES ENDÓGENOS Y EXÓGENOS QUE REPERCUTEN EN EL DESARROLLO Y CRECIMIENTO.
De nuevo nos encontramos con la herencia y el medio como factores reguladores de todos los procesos del crecimiento y el desarrollo. A pesar de que existen autores que defienden la influencia exclusiva de uno u otro de estos factores, nosotros debemos considerar la interacción e incidencia de los dos a lo largo de todo el proceso. La herencia determina unas características concretas y es el medio el encargado de facilitar o dificultar que éstas logren su plenitud (Díaz, 1993b).
1) FACTORES HEREDITARIOS (F. Endógenos).
Desde el momento mismo de la concepción quedan determinados todos los rasgos que caracterizarán a la persona, y entre ellos cabe distinguir los de tipo genético y los sexuales.
a) Factores genéticos.
Cada individuo nace con unas características que son propias de su especie, raza y familia. Éstas son transmitidas mediante unos códigos genéticos por sus progenitores y determinan tanto el proceso de desarrollo como su resultado final.
b) Factores sexuales.
Existen estudios que demuestran una cierta diferencia en el crecimiento y desarrollo del sexo masculino respecto al femenino. Comúnmente se acepta que los niños crecen más y que las niñas lo hacen antes.
2) FACTORES RELACIONADOS CON EL MEDIO (F. Exógenos).
Son todos aquéllos que provienen del exterior del individuo, pero que tienen efectos tanto positivos como negativos en su proceso de desarrollo. Entre estos factores podemos diferenciar los que ejercen su influencia antes del nacimiento y los que lo hacen con posterioridad.
a) Factores prenatales.
Los factores prenatales son todos aquellos que tienen incidencia durante el desarrollo del embarazo y que, procediendo del medio exterior, se centran casi exclusivamente en los hábitos de la madre. Posiblemente los más importantes son los referentes a la dieta, los medicamentos, los diferentes tipos de radiación, el uso de drogas, el estado psicológico, las enfermedades, la edad y la incompatibilidad sanguínea.
b) Factores postanatales.
Son todos aquellos que ejercen su influencia a partir del nacimiento y se prolongan durante los años de crecimiento. Entre los más importantes podemos destacar los siguientes:
Aspectos socioeconómicos:
Las condiciones socioeconómicas de cada individuo afectarán a su tipo de nutrición, a sus enfermedades, a su actividad física y, en definitiva, sobre sus hábitos y calidad de vida.
Nutrición:
Una dieta correcta, adaptada y equilibrada a las necesidades de cada sujeto estimulará el crecimiento; la carencia de ese tipo de dieta alterará el proceso de crecimiento, incluso de forma irreversible si esta dieta perdura.
Medio físico:
El lugar geográfico, la estación del año, la altitud, las condiciones climáticas, etc. ejercen una leve influencia sobre el proceso de crecimiento y desarrollo.
Enfermedades:
Si durante la época de crecimiento se producen ciertas enfermedades, éstas pueden influir directamente en el proceso normal de desarrollo del individuo.
Factores psicológicos:
Están suficientemente demostrados los efectos que ciertos aspectos psicológicos tienen sobre el crecimiento y el desarrollo.
Actividad física:
Posee una incidencia importante en el proceso de crecimiento y desarrollo, y será abordada posteriormente.
Angel Gutiérrez (1992) distingue factores intrínsecos (endógenos) y extrínseco (exógenos) que influyen en el crecimiento:
a) INTRÍNSECOS (ENDÓGENOS): Herencia, sexo, las hormonas y el peso al nacer.
b) EXTRÍNSECOS (EXÓGENOS): Nutrición, ejercicio, enfermedades y alimentación materna, las radiaciones, la raza y el clima, las estaciones, las clases sociales, y la evolución de la especie.
2.1. ACTIVIDAD FÍSICA Y CRECIMIENTO.
Para prevenir alteraciones indeseables en la salud del niño en edad escolar habría que tener en cuenta las siguientes consideraciones generales con respecto a la práctica motriz (Díaz, 1993a):
a) Los niños de 5 a 11 años se caracterizan por tener una buena flexibilidad, músculos débiles, incapacidad para concentrarse mentalmente durante mucho tiempo y gestos y movimientos típicos de niños. Durante esta etapa los niños deberían de “pasárselo bien” jugando, sin presiones y sin excederse del uso de sus capacidades.
b) Los jóvenes de 11 a 15 años, es decir, en la etapa prepuberal y de rápido crecimiento somático, forman un grupo muy heterogéneo en cuanto a desarrollo corporal y maduración biológica y psicológica. Debido a la falta de equivalencia entre edad cronológica y biológica, los sujetos de este grupo deben ser considerados muy personal e individualmente respecto a los entrenamientos, competiciones, etc. Similarmente, los entrenamientos de potencia deben ser considerados en función de la identificación del grado de crecimiento y madurez biológica.
c) Normalmente, a partir de los 15 años tiene lugar la finalización del período de crecimiento muscular que en ocasiones puede llegar hasta los 23 o 24 años. En este período, si las condiciones personales lo permiten, se pueden intensificar los entrenamientos tanto en potencia como en resistencia y flexibilidad, así como favorecer la especialización en algún deporte, si es que ésta no empezó en la niñez o en la pubertad como en el caso de la gimnasia, la natación, etc.
Según Ribas y col (1997), la actividad física produce los siguientes efectos sobre el organismo:
· Efectos sobre el sistema músculo – esquelético.
El ejercicio físico hace que los músculos tengan que trabajar contra cargas mayores que las habituales y de manera repetida frecuentemente. Esto ocurre durante la carrera, el salto, el tiro de objetos, el levantamiento de pesos, etc… En general, se puede decir que en cualquier circunstancia en que se aumente el peso a mover o se modifique la palanca o el momento de fuerza, el músculo está siendo sometido a un trabajo extra. Ante estas situaciones crónicas el sistema muscular responde aumentando sus recursos energéticos, es decir, desarrollando nuevos vasos sanguíneos que aporten y drenen mas sangre a los músculos que trabajan, sintetizando más mitocondrias, enzimas y proteinas musculares que permitan un mayor aprovechamiento metabólico de los principios inmediatos y, finalmente, consiguiendo una mayor disponibilidad de energía mecánica para la realización del trabajo solicitado. Este proceso termina por proporcionar músculos mayores en número y tamaño de las fibras, que necesitan de fuertes inserciones óseas, fuertes tendones y fuertes huesos que soporten las grandes tensiones.
Durante el proceso de crecimiento, aún sin necesidad de cargas extremas, los huesos van creciendo en longitud y por lo tanto en peso. Esto hace que los músculos tengan que contraerse contra cargas mayores, hasta que finalmente se adapten a la nueva situación. Al mismo tiempo, las inserciones ósteo – tendinosas tardan tiempo en modificarse, lo que frecuentemente da lugar a malos alineamientos de ejes y alteraciones del ángulo entre el hueso y el ecuador muscular y al estrés de la región de inserción tendinosa. Región que por ser de transición entre tendón a cartílago y de cartílago mineralizado a corteza ósea presenta una pobre vascularización sanguínea, lo que la hace vulnerable a lesiones por estrés.
Esta situación que a primera vista puede parecer exagerada en cuanto al riesgo, en realidad no lo es, sino que, por el contrario, está facilitada por las propias características del sujeto en crecimiento. Así cada aumento de peso o carga para el músculo requiere un nuevo aprendizaje neuromotor.
De igual modo que las cargas suponen un estímulo para el crecimiento y adaptación muscular, las tracciones músculos – tendinosas sobre el hueso suponen un estímulo para la formación de nuevo hueso.
· Efectos sobre el metabolismo.
Todo lo mencionado en el apartado anterior viene condicionado por una actuación coordinada y reguladora del sistema endocrino y el sistema nervioso. Es decir, cuando un músculo responde a un estímulo físico adecuado, necesita la presencia de hormonas para poder llevar a cabo la proliferación de elementos intracelulares, la adecuación de las vías metebólicas a las nuevas exigencias de trabajo y la suficiente proliferación de vasos sanguíneos para suplir el aumento de las necesidades metabólicas. En este sentido las hormonas sexuales masculinas, como la tetosterona y sus derivados (existentes también en las jóvenes aunque en diferentes formas y concentraciones), juegan un papel crucial en permitir y regular todos estos procesos. Igualmente, el desarrollo paralelo del corazón, necesario para mantener una mayor demanda de flujo sanguíneo, requiere la presencia de estas hormonas.
Es interesante tener esto en cuenta a la hora de accidentes o lesiones óseas múltiples que pueden alterar las fuentes de producción de sangre. Las alteraciones digestivas y carencias vitamínicas que pueden dan lugar a una insuficiente captación intestinal de hierro; el mismo ejercicio, que por múltiples causas tiende a acortar la vida media de los hematíes; y, por supuesto, las pérdidas de sangre fisiológicas (como la menstruación) o patológicas (como la úlcera péptica, la hematuria, etc.).
Los pulmones tienden a aumentar su capacidad de difusión, incrementando la superficie de intercambio aire – sangre y el volumen de aire movilizado en cada respiración. El cuidado del desarrollo del aparato respiratorio durante la fase de crecimiento puberal puede resultar especialmente ventajoso para la obtención de futuras capacidades deportivas. También los riñones aumentan su tamaño y su trabajo como consecuencia de los grandes cambios metabólicos existentes en estos períodos y por efecto de algunas hormonas.
Por otra parte, el ejercicio por sí mismo induce la liberación de hormonas que afectan de muy distinta forma al metabolismo. La realización de ejercicio es un estímulo potente para la liberación de hormona del crecimiento humano (HGH), de catecolaminas, de glucagón (dependiendo de las circunstancias), de b – endorfinas, etc. Todo ello permite contemplar al ejercicio físico como conveniente a todos los efectos en relación con la secreción hormonal y sus efectos metabólicos; no obstante, aunque, en general, esto es cierto, hay que tener presente algunas precauciones. Por ejemplo, la liberación de HGH se puede producir también como respuesta a otros estímulos como el sueño, la presencia de determinados aminoácidos, como la argimina, y, por supuesto, por indicadores biológicos no bien identificados que son los que a determinada edad ponen en marcha la liberación masiva de esta hormona, que precede al “estirón” de la pubertad. Es por esto, que la realización de ejercicio físico intenso puede suponer un riesgo de alteración del normal crecimiento del sujeto. En casos de ejercicios intensos y repetidos, la demanda de HGH puede ser suficiente como para agotar la capacidad de síntesis en la hipófisis del individuo en crecimiento y por tanto, limitar la cantidad de HGH a liberar durante los procesos de restauración energética, como parece ser el sueño, afectando así a la velocidad de crecimiento normal.
Otras hormonas también intervienen de forma importante en la regulación de los procesos de crecimiento. Por ejemplo, aunque la HGH está presente en cantidades adecuadas, el proceso de crecimiento no se desarrolla normalmente sin la presencia de las hormonas tiroideas, esenciales para la síntesis proteica en las células en crecimiento.
La parathormona y la calcitonina, resultan igualmente importantes para el crecimiento debido a su papel en la regulación de las concentraciones de calcio y fósforo en plasma. Iones que participan en numerosos procesos metabólicos celulares y, por supuesto, en los procesos de osificación y formación de hueso.
Según Ribas y col (1997), el crecimiento y desarrollo de los individuos son procesos fisiológicos complejos y armónicos que siguen un curso no uniforme a lo largo de la vida y que, siendo vulnerables a la acción o interferencia del medio ambiente, deben ser conocidos en el mayor grado posible por el educador, a fin de evitar errores de consecuencias irreversibles para los jóvenes, a la vez que facilitar el desarrollo normal y la aparición de talentos deportivos.
2.1.1. CONTRAINDICACIONES DE LA ACTIVIDAD FÍSICA.
Médicos y fisiólogos consideran que existen una serie de contraindicaciones para la práctica de actividad física. La bibliografía en este sentido es extensa y, a veces, no coincidente. En este caso, sin tomar partido por uno u otro especialista, se explicarán las consideraciones de Naranjo (1991).
Hay una larga lista de enfermedades y anomalías orgánicas que suponen una contraindicación para la práctica de la actividad física. Estas contraindicaciones pueden ser absolutas o relativas. Las primeras significan la prohibición de practicar deporte por grave riesgo para la salud e incluso para la vida, y abarcan entre otras, a casi todas las enfermedades cardíacas. Las segundas suponen una restricción parcial a la realización de ejercicios físicos, que pueden desaparecer o, por el contrario, convertirse en prohibición absoluta. En muchos casos sólo son situaciones que requieren una vigilancia especial o la adopción de determinadas precauciones (Naranjo, 1991).
El médico buscará siempre la existencia de soplos cardíacos y trastornos del ritmo o la frecuencia. Problemas respiratorios (pitos, ahogos, …). Antecedentes de pérdidas de conocimiento, convulsiones, o ataques epilépticos. Presencia de trastornos de la coagulación (especialmente la hemofilia). Existencia de hipertensión arterial con mala respuesta al ejercicio. Alteraciones de la estática del pié (pié plano, valgo, equino, etc…) o de la alineación de rodillas (genu valgo o varo) o raquis (escoliosis y cifosis). La existencia de cualquier anomalía de las que constituyen la rodilla de alto riesgo. Por último, en caso de los adultos se tratará de identificar los factores de riesgo cardiovascular (obesidad, tabaquismo, hipercolesterolimia, etc…) (op. cit.).
En la relación actividad física – crecimiento vemos que, por tanto, también existen efectos negativos sobre la constitución corporal. Existen evidencias de que la práctica continuada de actividad física puede no sólo no conseguir los beneficios antes citados, sino incluso producir perjuicios al individuo en crecimiento, algunos de los cuales pueden ser irreversibles. Por consiguiente, es desaconsejable el ejercicio intenso antes de la pubertad – entendiendo por ejercicio físico intenso aquél que supone más de diez horas semanales de dedicación – por las razones siguientes (Díaz, 1993a):
· Exceso de fatiga.
· Retrasos, algunos irreversibles, en el crecimiento.
· Posibilidad de sobrepasar los límites cardiovasculares.
· Problemas articulares, algunos de tipo crónico.
· Estrés debido al componente competitivo.
· Efectos no educativos del deporte de élite.
En contraposición a este tipo de actividad física, que incide negativamente en el desarrollo, resulta preferible planificar aquélla que aporte elementos positivos, aunque siempre teniendo en cuenta lo siguiente:
· El primer objetivo debe ser la salud, tanto actual como futura del niño que practica la actividad.
· Si se llevan a cabo competiciones, éstas deben ser entre individuos del mismo nivel.
· La actividad ha de estar rodeada de aspectos lúdicos.
· La actividad debe ser acorde con la edad de los niños y presentada con los métodos adecuados.
· En las competiciones, el deporte en cuestión estará adaptado a las características particulares del niño que lo practica.
· Debe ofrecerse una amplia variedad de actividades y deportes.
3. PATOLOGÍAS RELACIONADAS CON EL CRECIMIENTO Y LA EVOLUCIÓN DE LA CAPACIDAD DEL MOVIMIENTO. EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO.
Como hemos comentado anteriormente, no todos los efectos de la actividad física tienen una repercusión positiva sobre el crecimiento; existen algunos que, en relación con las capacidades intrínsecas de los individuos, pueden resultar negativos. Aunque la mayoría de individuos deban ser considerados normales, existe una pequeña minoría predispuesta a padecer alteraciones en el proceso de desarrollo si no se toman las medidas adecuadas en la realización de actividades físicas. Estas alteraciones pueden restringir temporalmente la práctica de actividades físicas: es lo que algunos autores denominan “enfermedades evolutivas” (Balius, 1983).
Las formas más comunes de alteraciones asociadas al proceso de crecimiento se manifiestan en zonas determinadas, fundamentalmente, la columna vertebral, las caderas y las rodillas.
Es, pues, importante mantener las debidas precauciones en la práctica de actividades físicas y prestar una especial atención a la detección precoz de estas posibles afecciones.
3.1. ALTERACIONES RELACIONADAS CON EL APARATO LOCOMOTOR.
Enunciaremos los elementos que forman el denominado aparato locomotor para situar correctamente tales alteraciones (Magraner, 1993):
· Elementos estáticos: huesos, cartílagos, sinoviales, cápsulas, vainas, vasos, nervios y tendones.
· Elementos dinámicos: fibras musculares.
Describiremos a continuación las alteraciones más frecuentes (Ávila, 1990; Balvis, 1983, Magraner,1993; Naranjo, 1991; Naranjo y col. 1993; VV. AA. 1997).
3.1.1. ENFERMEDADES EVOLUTIVAS.
En este apartado nos remitiremos a las enfermedades evolutivas a las que se refiere Balvis (1983; recogido en Magraner, 1993); son aquellas determinadas por condiciones individuales que predisponen a alteraciones en el proceso normal del crecimiento y que pueden afectar, temporal o totalmente, a la práctica de actividades físicas; generalmente son el educador y el técnico quienes primero perciben sus efectos en los niños.
Citaremos únicamente las asociadas a zonas óseas encargadas del sostén del cuerpo, como las que corresponden a la columna vertebral, a las caderas y a las rodillas, principalmente.
OSTEOCONDROSIS
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Descripción |
Sintomatología |
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De origen desconocido, pero asociada a una alteración vascular que provoca una necrosis en la epífisis ósea y una fibrosis en la metafisis. Suele aparecer entre los cinco y los siete años y entre los diez y los trece, esto es, periodos en los que se produce crecimiento. |
Aparición gradual, edema sin dolor, aumento de la sensibilidad en la epífisis, limitación del movimiento y en ocasiones espasmos musculares deformaciones que delatan la presencia de dicha alteración.
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
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Por parte de médico especialista. El diagnóstico precoz resulta muy importante, ya que la práctica de actividades físicas puede agravar el problema. |
Según la prescripción del traumatólogo. Adaptaciones curriculares específicas. |
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OSTEOCONDRITIS DEL TUBÉRCULO PROXIMAL DE LA TIBIA
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Descripción |
Sintomatología |
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También llamada alteración de Osgood – Schlatter, es una enfermedad que se ubica en la tuberosidad anterior de la tibia, lugar de intersección del cuadriceps.
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Aparece entre los nueve y los catorce años, y suele acompañarse de una gran sensibilidad en la zona ante los movimientos de extensión vigorosa de la rodilla o bien al realizar la acción de arrodillarse, movimientos éstos que agravan la lesión.
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
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Por parte de médico especialista. |
Se restringe la práctica de actividades físicas en la fase más activa de la alteración. Adaptaciones curriculares específicas. |
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OSTEOCONDRITIS DEFORMANTE DE LA CADERA JUVENIL
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Descripción |
Sintomatología |
También llamada enfermedad de Legg – Calvé – Perthes en la zona femoral proximal
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Se produce en niños de entre cinco y siete años, y conlleva un acortamiento del cuello del fémur y un aplanamiento de la cabeza femoral, y es por ello sumamente vulnerable al esfuerzo y a las fuerzas compresivas.
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
Por parte de médico especialista. |
Las actividades físicas que involucran la articulación de la cadera están contraindicadas. Adaptaciones curriculares específicas. |
EPÍFISIS VERTEBRAL, O ENFERMEDAD DE SCHEUERMANN
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Descripción |
Sintomatología |
Afecta fundamentalmente a los centros secundarios de osificación de los cuerpos vertebrados. Aparece entre los doce y los diecisiete años, y de forma más frecuente en las niñas.
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Su detección se manifiesta en una redondez progresiva de la columna asociada a dolores de la misma. Puede llegar a provocar cifosis verdadera |
Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
Por parte de médico especialista. Su diagnóstico debe ser precoz. |
Restricción de algunas actividades físicas (como el ciclismo). Según la prescripción del traumatólogo. Adaptaciones curriculares específicas. |
3.1.2. ALTERACIONES DEBIDAS A UNA INCORRECTA ACTITUD POSTURAL.
A continuación describiremos alteraciones debidas a causas diversas, pero entre las cuales una de las más importantes es la incorrecta actitud postural, en especial en las alteraciones de la columna vertebral.
Las más frecuentes son la lordosis lumbar, la cifosis dorso – lumbar y la escoliosis dorso – lumbar (Recogido en Magraner, 1993).
LORDOSIS |
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Descripción |
Sintomatología |
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Normalmente llamada hiperlordosis lumbar, consiste en el aumento de la lordosis fisiológica; puede ser congénita o constitucional, pero la más frecuente es la hiperlordosis de posición, sin malformaciones y debida a un incorrecto equilibrio de posición de la pelvis (a menudo a causa de una insuficiencia abdominal), que se fija progresivamente.
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La hiperlordosis está a menudo comprendida por una cifosis dorsal, o puede ser ella misma una posición de compensación de una cifosis importante: la cifolordosis. En las hiperlordosis de posición se debe distinguir entre la hiperlordosis lumbar clásica, con desequilibrio de la pelvis en anteversión, y la hiperlordosis con desplazamiento hacia atrás del raquis y una antepulsión de la pelvis. |
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
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Por parte de médico especialista. |
Según la prescripción del traumatólogo. Realización de ejercicios de rehabilitación si son posibles. Adaptaciones curriculares específicas. |
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ESCOLIOSIS
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Descripción |
Sintomatología |
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Charriere define la auténtica escoliosis como “una desviación lateral del raquis asociada a una deformación de las estructuras óseas que evoluciona en los tres planos del espacio, a los que se añade la rotación de los cuerpos vertebrados”.
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Deformidad en la columna. Molestias en la espaldas y cintura. |
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo Tratamiento Médico |
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Por parte de médico especialista. Podemos considerar como escoliosis toda desviación lateral del raquis, que a partir de los 30º de desviación lateral puede ser calibrada como de cierta gravedad. |
Según la prescripción del traumatólogo. Realización de ejercicios de rehabilitación si son posibles. Adaptaciones curriculares específicas. |
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CIFOSIS
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Descripción |
Sintomatología |
La cifosis consiste en una exageración o inversión de una curvatura anteroposterior. Este término abarca frecuentamente la cifosis dorsal, compensada a menudo por una hiperlordosis lumbar o cervical.
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La cifosis crea una curva de concavidad anterior; en cambio, la lordosis forma una curvatura de concavidad posterior.
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Evaluación |
Tratamiento en el proceso educativo |
Por parte de médico especialista. |
Según la prescripción del traumatólogo. Realización de ejercicios de rehabilitación si son posibles. Adaptaciones curriculares específicas. |
3.2. ALTERACIONES RELACIONADAS CON LA EVOLUCIÓN DE LA CAPACIDAD DEL MOVIMIENTO.
A continuación repasaremos una de las patologías más invalidantes en humanos: la parálisis. Abordaremos los tipos más frecuentes dentro de la población infantil (Recogido en Microsoft, 1997).
Se entiende por Parálisis, la pérdida de la movilidad voluntaria en una parte del cuerpo, producida por una enfermedad o lesión en cualquier punto a lo largo de la vía motora nerviosa que discurre entre el cerebro y la fibra muscular. Puede ser consecuencia de lesión, envenenamiento, infección, hemorragia, oclusión de los vasos sanguíneos o tumores. En ocasiones se debe a una deficiencia congénita en el desarrollo de los nervios motores. La parálisis permanente se produce por lesión extensa de las células nerviosas o de un tronco nervioso. Las células nerviosas con lesión grave no se pueden regenerar. La parálisis transitoria o incompleta, denominada paresia, es producida con frecuencia por infecciones, traumatismos o tóxicos, que suprimen durante un tiempo la actividad motora pero no producen lesiones graves en las células nerviosas.
Debido a que la mayoría de los nervios motores de cada mitad del cerebro inervan el lado opuesto del cuerpo, las lesiones en una parte del cerebro suelen producir parálisis en el lado opuesto del cuerpo.
Según las extremidades afectadas encontramos distintos tipos de parálisis:
· parálisis de una extremidad: monoplejia;
· parálisis de dos extremidades del mismo lado: hemiplejia;
· parálisis de ambas extremidades inferiores: paraplejia o diplejia;
· la parálisis de las cuatro extremidades: cuadriplejia o tetraplejia.
A veces, la parálisis originada en el cerebro puede ser de tipo flácida, esto es, los músculos afectados pueden estar blandos, débiles, relajados y sin reflejos normales. Sin embargo, es más frecuente que sea espástica, es decir, los músculos afectados están rígidos y los reflejos acentuados. La parálisis que se origina en un nervio motor de la médula espinal es siempre espástica; y la parálisis que se origina en los nervios periféricos o en las células ganglionares finas es siempre flácida.
Entre los estados paralíticos bien conocidos están la poliomielitis (antes conocida como parálisis infantil), la parálisis cerebral y la esclerosis múltiple. Las parálisis transitorias se tratan eliminando la causa subyacente. Las parálisis permanentes pueden mejorar aplicando técnicas apropiadas de fisioterapia o rehabilitación.
Poliomielitis: Enfermedad infecciosa viral del sistema nervioso central que en muchos casos provoca, como secuela, una parálisis. La mayor incidencia se produce entre los 5 y los 10 años, denominándose en este caso parálisis infantil.
Parálisis cerebral: Término que engloba a todos los trastornos no progresivos de la función motora debidos a una lesión cerebral permanente producida durante el nacimiento. Entre 0,1 y 0,2% de los niños padecen alguna forma de parálisis cerebral; en el caso de bebés prematuros o de bajo peso, esta cifra aumenta al 1%. La causa específica de la mayor parte de los casos de parálisis cerebral es desconocida. La lesión cerebral puede producirse antes, durante o al poco tiempo del nacimiento. Los factores prenatales que se han relacionado son las infecciones maternas (sobre todo la rubéola), la radiación, la anoxia (déficit de oxígeno), la toxemia y la diabetes materna. Las causas implicadas en el momento del nacimiento son los partos traumáticos, la anoxia, los partos prematuros y los partos múltiples (en este caso es el bebé nacido en último lugar el que tiene más riesgo). El grupo de causas postnatales incluye las infecciones y los tumores cerebrales, los traumatismos craneales, la anoxia y las lesiones vasculares cerebrales.
La parálisis cerebral se ha dividido en cuatro categorías principales: espástica, atetósica, atáxica y las formas mixtas.
a) En la parálisis cerebral espástica, los músculos están paralizados y rígidos; es la forma más frecuente, ya que supone el 70% de los casos. La hemiplejia, que afecta a ambas extremidades de un lado, y la diplejia, que afecta a las cuatro extremidades pero en mayor medida a las piernas, son manifestaciones frecuentes. Los niños con afectación leve pueden tener una limitación sólo en ciertas actividades, como la carrera.
b) La parálisis atetósica representa el 20% del total de los pacientes con parálisis cerebral. Se caracteriza por movimientos lentos involuntarios de las extremidades o del tronco y la raíz de los miembros. Pueden aparecer también movimientos violentos semejantes a los que se observan en pacientes con corea. Estos dos tipos de movimientos se acentúan en situaciones de tensión emocional y pueden desaparecer durante el sueño.
c) La parálisis cerebral atáxica es poco frecuente (el 10% de los casos), y se caracteriza por debilidad y alteraciones del equilibrio y de la coordinación.
d) Las formas mixtas son frecuentes y combinan aspectos de las anteriores. También son posibles alteraciones de la visión, crisis convulsivas y retraso mental.
Esclerosis múltiple: Enfermedad del sistema nervioso central en que la mielina (sustancia lipoide blanquecina que envuelve las fibras nerviosas) se destruye de forma gradual, con el desarrollo de múltiples lesiones en el cerebro y la médula espinal. Afecta en especial a individuos entre 20 y 40 años y es de origen desconocido.
EVALUACIÓN Y TRATAMIENTO.
Será el especialista médico, evidentemente, quien valore el grado de afectación y discapacidqad del afectado. Todo tipo de atención por parte del profesor será posterior al conocimiento del informe médico. Los ejercicios recomendados, si los hubiere, serán realizados bajo prescripción del médico especialista.
El principal objetivo en el tratamiento de la parálisis cerebral es conseguir que los pacientes alcancen el máximo grado de independencia dentro de las limitaciones impuestas por su minusvalía motora y por el resto de alteraciones que presentan.
La terapia física es una de las herramientas terapéuticas que pueden ser necesarias en las distintas fases de la enfermedad. Con los cuidados y el tratamiento adecuados, muchos pacientes de parálisis cerebral pueden tener una calidad de vida parecida a la del resto de la población.
En cualquier caso, el equipo de profesores estudiará las adaptaciones curriculares adecuadas.
3.3. PATOLOGÍAS RELACIONADAS CON EL CRECIMIENTO.
Entre las enfermedades relacionadas con el crecimiento se encuentran el enanismo, el gigantismo y el cretinismo (Recogido en Microsoft, 1997).
Enanismo: Condición que se caracteriza por una estatura inferior a los 1,27 metros. Algunos enanos no han sobrepasado los 64 cm al alcanzar la madurez esquelética. La primera causa de talla baja son las alteraciones genéticas; la segunda causa las carencias afectivas; y, a continuación, los trastornos endocrinos y ortopédicos (como las displasias).
El cretinismo es una de las causas de algunos casos de enanismo. Otras causas de enanismo son: el síndrome de Down (un proceso congénito cuyo cuadro clínico tiene cierta relación con el cretinismo); la acondroplasia (enfermedad caracterizada por extremidades cortas debido a una alteración del tejido cartilaginoso en el estadio fetal); la tuberculosis de la columna vertebral; o las alteraciones de la función endocrina de la hipófisis o los ovarios.
Gigantismo: Crecimiento desmesurado, en especial en los brazos y en las piernas, acompañado del correspondiente crecimiento en estatura de todo el cuerpo. Cuando aparece en la infancia antes de que la osificación normal haya finalizado su origen suele estar en una sobreproducción de la hormona del crecimiento en la hipófisis anterior. Los defectos hereditarios que impiden la osificación normal durante la pubertad, y por lo tanto permiten que el crecimiento continúe, pueden producir también gigantismo. Debido a que la hormona del crecimiento disminuye la capacidad de secreción de las gónadas, el gigantismo suele estar acompañado del debilitamiento de las funciones sexuales y recibe entonces el nombre de gigantismo eunucoideo. Sin embargo, puede haber gigantismo sin estas alteraciones sexuales. Los individuos afectados por cualquier tipo de gigantismo presentan debilidad muscular.
Cretinismo: Enfermedad producida por la ausencia congénita de tiroxina, hormona secretada por la glándula tiroides. Se caracteriza por retraso físico y mental, estatura corta, escoliosis, abdomen en péndulo, extremidades deformadas, facciones toscas y pelo escaso y áspero. Cuando un animal o un niño nacen con déficit de tiroxina las neuronas cerebrales no desarrollan sus ramificaciones múltiples que crean la compleja red cerebral.
Tratamiento dentro del proceso educativo:
Al igual que en el caso de las parálisis, será el especialista médico quien valore el grado de afectación y discapacidqad del afectado. Todo la atención por parte del profesor será teniendo en cuenta el informe médico. Igualmente, los ejercicios recomendados si los hubiere serán bajo prescripción del médico especialista.
El equipo de profesores estudiará las adaptaciones curriculares pertinentes.
4. CONCLUSIONES.
El educador, sin necesidad de que llegue a ser un experto en crecimiento, debe de conocer básicamente los procesos más importantes que tienen lugar durante las fases de crecimiento normal a lo largo del periodo de infancia y adolescencia (Ribas y col.,1997).
En general, se puede decir que las condiciones genéticas de un individuo son determinantes para la obtención de un desarrollo óptimo de sus capacidades físicas; pero también es cierto que esas capacidades han de ser exploradas a su debido tiempo y que el trabajo adecuado además de mejorar las características individuales puede, en algunos casos, paliar la falta de dotaciones genéticas.
Obviamente, estos comentarios no deben sesgar la atención del educador de individuos en jóvenes hacia una actitud de resignación y espera hasta que aparezca un sujeto bien dotado genéticamente. Por el contrario, debería llevarle decididamente a proporcionar un amplio rango de actividades a su población de trabajo y a ofrecer una atención especial e integral a aquellos individuos que verdaderamente lo necesiten.
5. APLICACIÓN DIDÁCTICA.
Justificación.
Según el Decreto 105/92, la Educación Física se entiende fundamentalmente como un elemento favorecedor de la salud y de la calidad de vida. La salud, por otra parte, no debe considerarse como un núcleo independiente de contenidos sino que está en relación con la totalidad del área, al mismo tiempo que con contenidos de otras áreas.
La reflexión respecto a la práctica de la actividad física y su influencia en el desarrollo equilibrado y de la salud debe constituir una actividad permanente en el profesor y en el alumno. Por ello, se hace necesario el conocimiento por parte del profesor de los aspectos que favorecen el correcto desarrollo y crecimiento del niño.
Relación con los Objetivos de Etapa.
Los contenidos del tema se pueden relacionar con el objetivo de etapa que aparece el Decreto 105/92, “Conocer y apreciar el propio cuerpo y contribuir a su desarrollo, adoptando hábitos de salud y bienestar y valorando las repercusiones de determinadas conductas sobre la salud y la calidad de vida”. Este objetivo trata de desarrollar en los alumnos y alumnas un conocimiento y aceptación de sus características físicas y psíquicas, de sus propias posibilidades y limitaciones, y de los riesgos que pueden comportar sus acciones para la propia salud y la de los otros. Se desarrollarán, así, aspectos como la alimentación, la higiene y el cuidado del cuerpo, la educación sexual, la prevención de accidentes y drogodependencias, la utilización creativa del ocio, etc…, tomando conciencia, progresivamente, de la responsabilidad y participación que tienen en su propia salud y en la calidad de su medio social.
Relación con los Objetivos de Área.
Con respecto a la relación con los objetivos de área, tres son los recogidos en el Anexo II del Decreto 105/92 que claramente contemplan distintos aspectos recogidos en el tema:
“Conocer y valorar su cuerpo y la actividad física como medio de exploración y disfrute de sus posibilidades motrices, de relación con los demás y como recurso para organizar el tiempo libre”. En esta etapa los niños y niñas han de desarrollar una serie de capacidades que les permitan explorar la utilización del cuerpo y la actividad física, experimentando de forma gratificante sus diversas posibilidades, tanto en relación consigo mismo como en la relación con los demás.
Por tanto este objetivo señala la necesidad de que la comprensión de la actividad física y del propio cuerpo no quede reducida a aspectos perceptivos ó motores, sino que implique elementos comunicativos, afectivos y recreativos.
“Dosificar el esfuerzo en función de sus posibilidades y de la naturaleza de la tarea”. Este objetivo trata de desarrollar en niños y niñas determinadas capacidades que, a partir del dominio de patrones motrices y de cualidades físicas básicas y genéricas, suponen la valoración de sus necesidades y posibilidades, la evaluación de las actividades que se desarrollan y, en consecuencia, la dosificación del esfuerzo. Ello supone el dominio de diferentes actuaciones en función del conocimiento y control de sus posibilidades orgánicas, valorando fundamentalmente el trabajo realizado más que el resultado obtenido.
“Adoptar hábitos de higiene, de alimentación, posturales y de ejercicio físico, que incidan positivamente sobre la salud y la calidad de vida”. Este objetivo responde a una concepción de la Educación Física como actividad compleja en la que influyen múltiples variables que afectan a la salud y la calidad de vida. Con él se contribuye a fomentar actitudes de responsabilidad hacia su propio cuerpo y de respeto a los demás. También implica el desarrollo de determinado conjunto de capacidades relacionadas con la apreciación, la valoración y el análisis crítico de costumbres y hábitos que inciden de una u otra forma sobre la salud individual y colectiva.
Relación con los Bloques de Contenidos.
1) Conocimiento y desarrollo corporal.
El conocimiento y aceptación del propio cuerpo y el de diferentes posibilidades de movimiento se ve facilitado por la práctica de la actividad física, sentando así las bases para el desarrollo y evolución de la competencia motriz en fases posteriores.
2) Salud corporal.
El conocimiento y aceptación corporal desarrolla progresivamente en los alumnos actitudes relacionadas con la responsabilidad y con la valoración de sus actuaciones previo conocimiento de sus posibilidades y el riesgo que comportan.
El cuidado corporal, entendido en su más amplio sentido, constituye un contenido presente de forma constante en la práctica de la educación física. Se pretende que el alumno conozca la relación existente entre educación física y salud, así como la influencia de ambas en un correcto mantenimiento corporal. Los contenidos del tema inciden y colaboran en ese sentido.
Se valorarán los efectos positivos que la actividad física tiene sobre la salud y la calidad de vida. Igualmente desarrollan en alumnos y alumnas actitudes críticas con respecto al consumo de productos y sustancias que puedan causar efectos negativos en la salud y crear dependencia ( tabaco, alcohol, medicamentos y otros…).
Relación con los criterios de Evaluación.
Algunos de los criterios de evaluación indicados en el Decreto 105/92 hacen referencias a aspectos abordados en el tema. Concretamente dos de ellos:
· Sobre las competencias físicas básicas.
Según este criterio, se deberá valorar el desarrollo logrado en las competencias físicas básicas, considerando en qué medida han evolucionado las más elementales, no tanto desde un punto de vista cuantitativo – incremento de fuerza, de velocidad – como desde un punto de vista cualitativo – precisión, flexibilidad, adecuación al objeto… -.
En este aspecto, la apreciación del desarrollo logrado no debe hacerse teniendo como referencia los valores más normales en su grupo de edad sino el nivel de partida de cada alumno y alumna en las distintas competencias. Se tendrá cuidado de que la valoración no resulte discriminadora en razón de factores como el sexo ó determinadas características físicas ó psíquicas que puedan condicionar el ejercicio.
· Sobre la concienciación acerca de los efectos de la actividad física.
Se trata de tener en cuenta el grado de ajuste de la actividad a las posibilidades y limitaciones propias ó a las posibilidades y limitaciones de los demás. Es conveniente comprobar en qué medida, a través de la reflexión sobre las actividades realizadas, los alumnos y las alumnas van adquiriendo un conocimiento progresivo de la propia capacidad y de la capacidad de los compañeros para realizar determinadas actividades y saber regular éstas sin pasar los límites que aconsejan la salud y la seguridad.
Debe constatarse la capacidad de evaluar la incidencia de la práctica adecuada y habitual de actividades físicas de la salud y la calidad de vida, comprobando en qué medida y en qué tipo de relaciones se establecen entre la realización de actividades físicas y el mantenimiento ó la mejora de la salud y la contribución a la calidad de vida.
CONSIDERACIONES METODOLÓGICAS A TENER EN CUENTA PARA UN CORRECTO DESARROLLO Y CRECIMIENTO DE LOS ALUMNOS.
Cuando se programan unidades didácticas se hace necesario que el profesor conozca el nivel de desarrollo y maduración de sus alumnos para poder así establecer las actividades de enseñanza – aprendizaje más adecuadas; igualmente, podrá así seleccionar la metodología más adecuada a su nivel de maduración
Cuando evalúe todo el proceso, será también necesario tener presente los requisitos de los alumnos en cuanto a su nivel de desarrollo y maduración.
De forma más concreta, en la aplicación didáctica se deben contemplar las siguientes pautas de actuación:
· Favorecer el crecimiento y desarrollo adecuados a la etapa o estadio de los alumnos.
· Tener siempre presente la salud del individuo, tanto la actual como la futura.
· Realizar las actividades más adecuadas a cada edad.
· Favorecer el crecimiento de los diferentes sistemas corporales:
a) Sistema esquelético:
Realizar una actividad físico – deportiva adecuada a la edad y características del individuo.
Evitar las competiciones que puedan ocasionar posibles lesiones.
No realizar actividades excesivamente intensas.
No incidir excesivamente en el trabajo de potencia.
Cuidar las posturas incorrectas, en especial las de la columna vertebral.
b) Sistema muscular:
Realizar actividades físicas que mejoren el sistema y doten al individuo del tono muscular necesario.
Evitar las actividades que puedan producir lesiones sobre este sistema.
c) Sistema adiposo:
Practicar actividades que puedan compensar el posible exceso de alimentación.
Ayudar a superar los factores que inciden negativamente en el estado psicológico.
d) Sistema nervioso:
Desarrollar el mayor número posible de esquemas motores antes de que se produzca la mielinización del sistema.
· Realizar siempre las competiciones entre individuos del mismo nivel.
· Revestir las diferentes actividades con un carácter lúdico.
· Presentar cada actividad con la metodología adecuada.
· En las competiciones, los deportes y sus reglamentos deben estar adaptados a la edad de los alumnos.
· Ofrecer una amplia variedad de actividades y tareas.
· En general, evitar:
El exceso de fatiga.
Retrasar en el crecimiento.
Sobrepasar los límites cardiovasculares.
Problemas de tipo articular (sobretodo de tipo crónico).
Estrés por la competición.
Los efectos no educativos del deporte de competición.
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