Partimos de la idea de que el juego, además de ser el principal interés del niño en edad escolar, es un instrumento que incide en el aprendizaje de actitudes, valores y normas y da sentido pedagógico a la actividad motriz.
Para el desarrollo del tema partiremos del concepto de juego y qué es lo que le confiere ese carácter de actividad de enseñanza aprendizaje. En una segunda parte, analizaremos las adaptaciones metodológicas basadas en las características de los juegos.
Es el propio R.D. de currículo el que marca la importancia de este tema, ya que nos señala la importancia de utilizar el juego para alcanzar los objetivos de área.
Podemos definir el juego como todo ejercicio recreativo sujeto a ciertas reglas, que toma diferentes connotaciones según el momento evolutivo.
Para Huizinga, en su libro “Homoludens”, describe el juego como “la actividad voluntaria con límites espaciales y temporales, con reglas obligatorias pero libremente aceptadas, que tiene fin en sí mismo”.
El juego es un acto agradable, con grandes dotes de plasticidad y libertad. Es un acto de expresión y de expansión de la personalidad, mediante el cual, se ejercitan las capacidades motrices, afectivas y cognitivas, constituyendo además una puerta de comunicación a los demás.
Para tratar de explicar el fenómeno humano del juego se han dado TEORÍAS muy variadas según las diferentes corrientes. De esta forma tenemos teorías biológicas, educativas y sociales que pasamos a explicar.
Según las teorías biológicas, el niño juega para descargar energía y desarrollarse en todos sus aspectos. De esta forma tenemos:
Spencer, que en su teoría del exceso de energía, considera el juego como un medio de gastar las energías sobrantes.
Schiller, en su teoría del descanso, afirma que el niño juega para descansar. Es una de las teorías más antiguas.
Freud, en su teoría psicoanalítica, dice que es a través del juego donde se manifiestan los sentimientos reprimidos.
Para Carr, el juego es un estímulo al crecimiento y actúa favorablemente sobre éste
Las teorías educativas consideran que el niño juega por atavismo y curiosidad, considerándose así un medio por el que se adquiere experiencia. Y tenemos:
Stanley Hall, en su teoría del atavismo, afirma que los juegos son elementos de las actividades de las generaciones pasadas y en ellos se puede observar la historia de la humanidad.
Para Dugall, el juego es un instinto modifica.
Claparéde, en su teoría del como sí, defiende que el juego persigue fines ficticios y el niño vive el juego como una auténtica realidad.
Piaget afirma que el niño descubre la vida jugando y el adulto la renueva
Pasamos ahora a analizar las teorías sociales, que son aquellas que definen el juego como medio de socialización y encontramos:
Karl Gross, que enuncia la teoría del juego como ejercicio preparatorio para la vida adulta.
Y Freinet afirma que el juego es importante como componente del sistema trabajo‐juego y hay que buscar el equilibrio entre ambos.
De todas las definiciones que conocemos sobre el juego, quizás el denominador común sea que es una actividad gratuita en la que existe una pérdida de vinculación entre los medios y los fines, aparentemente sin finalidad y sin fin, y que existe en todas las culturas y civilizaciones, es decir, tiene carácter universal.
Una vez analizado las diferentes teorías vamos a desarrollar por qué el juego tiene VALOR EDUCATIVO:
Primero, porque es un medio por el cual se explora el mundo.
Constituye además una esperanza para la vida, ya que el niño, poco a poco, y de forma espontánea va a pasar en su actividad al juego deportivo y al deporte en sí mismo.
Desarrolla la creatividad, ya que en numerosas ocasiones los niños son los que modifican o establecen las reglas, sin olvidar la importancia en el desarrollo de la creatividad del juego simbólico
Desarrolla también la inteligencia, mediante la búsqueda de diferentes situaciones posibles que se plantean en corto espacio de tiempo, y con numerosos factores de incertidumbre, que pueden ser los compañeros, adversarios, el entorno.
Mejora su propio espíritu de superación. Con el juego nace en el individuo el agonismo, como necesidad de medirse con la naturaleza, consigo mismo y con los demás para superarse y valorarse.
Ocupa el tiempo libre, contribuyen a que adopte hábitos saludables y deportivos, evitando así que ocupe su tiempo con hábitos perjudiciales, como el alcohol, el tabaco, etc.
Contribuye a su autoeducación, ya que se aprovechan las características de expresividad, imaginación y fantasía del juego para ofrecer al niño una actividad global, canalizadora y llena de dinamismo.
Ejercita sus capacidades motrices, ya que de forma inconsciente, el niño va a desarrollar sus capacidades físicas tanto cuantitativas como cualitativas.
Es una actividad motriz natural y espontánea, porque todo lo que se le proponga al niño en forma de juego le interesa.
Permite la comunicación y apretura, ya que el juego es una elemento socializador de gran valor, que potencia el espíritu de equipo, el compañerismo y la camaradería, así como la
aceptación de triunfo y derrota, que va a permitir una relación socio afectiva equilibrada y constructiva.
El ajuste a las reglas del juego es otra de las características de gran valor educativo, ya que el niño ha de descentrarse de su punto de vista para admitir las reglas del grupo y así ser aceptado y poder participar en el juego.
A parte del gran valor educativo, el juego supone una EDUCACIÓN ACTIVA INTEGRAL, ya que
satisface una serie de necesidades, tanto a nivel fisiológico, biológico, psíquico y social.
Desde el punto de vista fisiológico, el niño juega para liberar la energía acumulada.
Biológicamente, el juego desarrolla el cuerpo, sus funciones y sus cualidades físicas.
Desde el punto de vista psicológico, es a través del juego donde se busca la afirmación personal, identificación y aceptación de sí mismo.
Y desde el punto de vista social, el juego satisface las necesidades ya que ayuda a integrar en la sociedad, adoptando sus normas de comportamiento y convivencia.
Constituye así el juego al desarrollo armónico del individuo en todos sus aspectos, cognitivos, afectivos, sociales y motrices.
Hasta aquí hemos desarrollado el concepto de juego y las diferentes teorías que se han dado al respecto. Hemos analizado también su valor educativo y cómo beneficia éste a la educación integral de individuo. Pero es indispensable conocer la EVOLUCIÓN DE LOS JUEGOS DURANTE LAS DIFERENTES ETAPAS DE LA INFANCIA para poder incluirlos de forma adecuada dentro del área de educación Física ya que va adquiriendo diferentes finalidades en cada etapa evolutiva del niño.
Hasta los 6 meses la actividad lúdica del niño será a través de ejercicios sensoriales, afectando principalmente a la boca y a la vista para involucrar después la cabeza, el cuello, los brazos y las piernas.
Hasta los 12 meses, alcanza gran importancia el juego con objetos, iniciado en la etapa anterior, predominando la actividad exploratoria. Esta acción de explorar el mundo que le rodea se ve favorecida por la adquisición de la marcha.
Durante el siguiente año, esta adquisición proporcionará infinidad de juegos motores muy variados, que contribuirán al conocimiento de sí mismo. El protagonista del juego ya no es el objeto sino su propio cuerpo, favoreciendo la autonomía y la iniciativa.
De 2 a 4 años constituye la etapa del juego simbólico y es la principal actividad del niño de esta edad, ya que va a proporcionarle grandes cambios en su psiquismo. El juego en esta etapa consiste en la imitación y la representación de un papel. El niño cree que sus propias representaciones son tan reales como el mundo exterior. La actividad lúdica de esta etapa contribuirá al desarrollo de la observación, la percepción, la imaginación y los sentimientos. También tienen gran importancia aquí los juegos de interés por el mundo que les rodea.
Entre los 4 y 6 años el niño juega adoptando papeles de la vida de los adultos, doctora, motorista, maestro, mama. Se inician los primeros juegos con compañeros aunque sigue jugando consigo mismo y los demás son un medio para jugar. Este tipo de actividad lúdica desarrolla la atención activa y la memoria.
Entre los 6 y 8 años, las actividades colectivas cobran especial importancia y en ellas el niño intentará demostrar su valía mediante juegos de proeza, que se van a ver favorecidos por el desarrollo de sus cualidades físicas. Aparecen las reglas, establecidas por ellos mismos y acatadas de forma voluntaria. El juego en esta etapa va a favorecer el razonamiento y la objetividad en sus valoraciones.
Durante los 8 y 10 años el grupo de amigos va a ser más firme y va a formar parte de multitud de juegos y actividades, como investigaciones, expediciones a lugares prohibidos, etc. Va a tomar también gran importancia el juego competitivo, como símbolo de reconocimiento y afirmación del grupo.
Por último, el juego de 10 a 12 años es un juego predeportivo, considerándose en un principio como juego‐deporte y más adelante se asemejará al deporte del adulto. Se someten a reglas fijas impuestas desde el exterior. El objetivo es lograr mejorar las habilidades personales y superar las de los demás jugadores. A medida en que se aprende a cooperar con los otros, los niños obtienen mayor satisfacción en el deporte de equipo.
Una vez analizado la evolución del juego en las diferentes etapas de la infancia, vamos a hacer una CLASIFICACIÓN DEL JUEGO INFANTIL, donde podemos encontrar numerosas según el criterio que se utilice.
En función del criterio energético funcional, podemos encontrar juegos muy activos, activos, de intensidad media o de poca intensidad.
Según el grado de intervención tenemos los de eliminación progresiva, de participación total, y de participación total pero intervención determinada.
Según el tipo de movimiento encontramos, de carrera, de lanzamientos, coordinaciones, juegos sensoriales, etc.
En función de los efectos a lograr podemos encontrar de desarrollo orgánico, de desarrollo sensorial, etc.
Según la dimensión social tenemos juegos individuales, grupales y de equipo.
Y por último, en función de su estructura funcional. Según Domingo Blázquez, en su libro “iniciación a los deportes de equipo”, establece la siguiente clasificación:
Juego libre y espontáneo.
Juegos de organización simple; donde no existe comunicación motriz, ni colaboración ni oposición, son individuales, se realiza en un espacio con demarcaciones simples y las normas y reglas son muy sencillas.
Juegos codificados, donde hay más información, existe colaboración pero no oposición, con espacios más complejos y es más importante la acción individual que la acción en equipo.
Y los juegos reglamentados, donde existe colaboración y oposición, hay una comunicación motriz alta, con espacios definidos, equipos estables, reglas complejas y reflexión colectiva.
Esta clasificación nos va a servir para fundamentar qué tipo de juegos son los que mejor se adaptan al área de Educación Física. Y pasamos con esto a la segunda parte del tema que constituye las ADAPTACIONES METODOLÓGICAS BASADAS EN LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS JUEGOS.
Las características comunes a todos los juegos son:
En primer lugar, que es una actividad que forma parte del comportamiento, como mecanismo de adaptación al medio que rodea al individuo.
Es generador de placer, ya que es altamente motivador.
Es también una actividad necesaria, ya que responde a la necesidad de actuar que tiene el niño.
Constituye la base de su propio desarrollo, ya que va a ejercitar tanto sus capacidades fisiológicas como biológicas.
Es la base de la cooperación y convivencia.
Y por último, el juego tiene un gran valor educativo, como hemos visto anteriormente.
Sabemos que la infancia es una etapa fundamental en la construcción del individuo y el juego es lo que caracteriza a esta etapa, pero además constituye un factor central del aprendizaje y
generador de la adaptación social, por lo que tenemos una razón esencial para establecer su importancia de cara a la utilización en el medio escolar. Si además la Administración Educativa favorece esta línea de actuación tendremos los ingredientes idóneos para llevar el juego al área de Educación Física.
En los principios metodológicos de la etapa de Educación Infantil, se dice textualmente: «Es imprescindible destacar la importancia del juego como la actividad propia de esta etapa. En el juego se aúnan, por una parte, un fuerte carácter motivador y, por otra, importantes posibilidades para que el niño y la niña establezcan relaciones significativas y el profesorado organice contenidos diversos, siempre con carácter global, referidos sobre todo a los procedimientos y a las experiencias. Se evitará la falsa dicotomía entre juego y trabajo escolar»
En el anexo destinado a la secuenciación de los objetivos y contenidos por ciclos y en lo que se refiere a la educación infantil el juego se contempla en el bloque de contenido denominado
«Juego y movimiento».
En cuanto a la Educación Primaria (Real Decreto 1344/1991) el juego queda englobado en el Área de Educación Física. Está presente en los objetivos generales de la misma y existe un bloque de contenido referido a los Juegos. A lo largo de la secuenciación en los distintos ciclos queda concebido como actividad física que culminará en la iniciación deportiva. Se hace hincapié en las relaciones sociales a través de los juegos, la moralidad y el papel que las reglas —en su aspecto cognitivo y afectivo‐moral— desempeñan en esta etapa del desarrollo.
Para introducir el juego en el aula es necesario analizarlo desde las siguientes perspectiva: en cuanto a las reglas de los juegos, respecto a la competición y cooperación, en cuanto a las características de la observación y acerca del cómo intervenir.
En cuanto a las reglas, nos parece que es un aspecto importante el valorar. Parece ser que, según las fases de la evolución del juego en el niño llega un momento en que la característica esencial de los juegos es que sus componentes se someten a determinadas reglas o normas del juego.
Piaget vincula estos juegos al nacimiento del juicio moral y la autonomía en el niño, distinguiendo la captación de la regla en los menores de unos 7 años que las consideran como
«sagradas», y los mayores que ven en la regla un producto de acuerdo entre compañeros. No obstante, el hecho de que las reglas sean establecidas por ellos y de que tengan libertad para modificarlas, crea una diferencia abismal en el aprendizaje de regirse por ellas.
Respecto a la competición y la cooperación, diremos que la competición ofrece pocos aspectos educativos, por lo que hay que instaurar la cooperación en la actividad física y sobre todo en los juegos y deportes cooperativos. No obstante, la competitividad es algo que debemos tener en cuenta ya que es el medio por el cual el niño o la niña se hace valer tratando de superar al otro. La capacidad de los niños pequeños para competir en los juegos es un hito en su desarrollo y no un rasgo de su personalidad. Por eso es importante distinguir entre comparar resultados y competir.
Así, podemos citar cuatro los principios de enseñanza para los juegos competitivos. 1) presentar el juego de una manera no competitiva desde el principio. 2) Verbalizar que no pasa nada si se pierde. 3) Quitar importancia al hecho de ganar. 4) Permitir que los niños eviten la competición si lo desean.
Es importante, no obstante, transformar un juego competitivo en uno no competitivo o, si es posible, en cooperativo. Nos parece que los maestros/as debemos pensar en eso cuando programamos introducir cualquier juego. T. Orlick define 4 componentes para un juego cooperativo: cooperación, aceptación, participación y diversión.
En cuanto a la observación en el juego, podemos decir que existen una serie de razones necesarias para que un juego colectivo sea educativamente útil y que a nosotros nos sirven como elementos para la observación, y son:
Proponer algo interesante y estimulante para que los niños/as piensen en cómo hacerlo.
Este punto hace referencia a las motivaciones del niño/a en el juego,
Posibilitar que los propios niños y niñas evalúen su éxito. Es preciso desplazar el punto de vista desde el adulto al de los niños y niñas.
Y permitir que todos los jugadores participen activamente durante todo el juego.
Por último, analizaremos la intervención del adulto en el juego. Las primeras necesidades que siente el niño/a son ya de origen social. Por tanto, reviste suma importancia la intervención del adulto en cualquiera de esas actividades y también, por supuesto, en el juego.
Es preciso saber situarse respecto al juego del niño o la niña en base a:
El binomio libertad/seguridad, que debe estar siempre presente. Solo desde la seguridad se puede edificar la comunicación.
La capacidad empática es fundamental para que la relación y la comunicación queden establecidas. Es algo que afecta al sistema de actitudes del adulto.
Saber situarse espacialmente también es importante para la participación y la cohesión del grupo.
La intervención del adulto puede beneficiar en las siguientes situaciones
Puede proponer actividades que él mismo determina como juego ofreciendo objetos educativos.
Puede observar el juego del niño/a y sacar conclusiones relevantes que le ayuden a entender la personalidad del niño/a.
Puede también implicarse en la acción para reforzarla o situarla.
Con todo esto queremos decir que hay que hacer un esfuerzo y no confiscar el juego infantil, teniendo en cuenta sus características ya desglosadas. Sobre todo, hemos de definir, desde el marco escolar, una situación educativa clara que distinga la actividad laboral de la actividad lúdica, la intervención del adulto y el ejercicio de la autonomía, excluyendo las ambigüedades, porque es así como se permitirá reconocerse, aceptarse y, por tanto, comunicarse verdaderamente.
Nos interesa, por último, destacar que en el trabajo corporal, cuando el adulto se implica en la acción, se crea una situación intermedia entre la actividad lúdica y la actividad definida desde el exterior. El desarrollo positivo de las interacciones va a depender a la vez de la veracidad del adulto, de su lucidez y de su capacidad para escuchar al niño/a. Es, justamente, en virtud de esta «empatía tónica» como logrará una comunicación profunda.
Para concluir el tema y a modo de SÍNTESIS, podemos decir que el juego, además de ser el principal interés del niño en edad escolar, es un instrumento que incide en el aprendizaje de actitudes, valores y normas y da sentido pedagógico a la actividad motriz.
En el desarrollo del tema hemos partido del concepto de juego y hemos analizado qué es lo que le confiere ese carácter de actividad de enseñanza aprendizaje. En una segunda parte, hemos desarrollado las adaptaciones metodológicas basadas en las características de los juegos.
Hemos expuesto un tema de gran valor pedagógico ya que el juego constituye un elemento altamente motivador y posibilita a los alumnos y alumnas establecer relaciones significativas.
Para el desarrollo del tema hemos utilizado la siguiente BIBLIOGRAFÍA:
– Piaget, Lorez, Erikson y Otros, “ Juego y desarrollo”, Ed. Grijalbo, 1982, Barcelona.
– Borja Sole, “El juego infantil”, Ed. Oikos‐tau, 1.980, Barcelona.
– Cristina González Millán, “Juegos y educación Física”, Edit. Alhambra.
– Alfonso Lázaro Lázaro, “Radiografía de juego en el marco escolar”, Revista de estudios y experiencia, nº 51.