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Tema 28 – Los espacios, los materiales y el tiempo: Valor pedagógico y lúdico de los materiales, los espacios y el tiempo. La organización espacial. Características y tipos de material. Factores que condicionan la organización del tiempo. Principios de distribución.

1. INTRODUCCIÓN

El ámbito organizativo se refiere al conjunto de normas de actuación y disposición de todo tipo que sistematizan y rigen la vida del aula y que permiten la creación de un clima, de una atmósfera psicológica positiva que hace posible el trabajo, el aprendizaje y la convivencia fructífera y solidaria.

Entre los elementos, tiene especial interés el referido a la distribución del tiempo y espacio.

Los modelos organizativos han estado siempre muy vinculados a las concepciones educativas que han inspirado su creación.

Es importante hacer una referencia a determinados modelos organizativos históricos por la influencia que, actualmente, los principios concebidos por ellos siguen.

El mobiliario y el material deben estar preparados para despertar en el niño el inte­rés por manipular e investigar, favoreciendo su desarrollo físico, psíquico y social.

  1. Proporcionar al niño un ambiente adecuado.
  2. Estimular las actividades necesarias en orden a procurar una buena adaptación a los ambientes en los que el niño deberá desenvolverse fuera de la escuela.

2. EL ESPACIO EN LA ESCUELA INFANTIL

El niño se desarrolla en un proceso continuo de interacción y relación que desde su nacimiento, establece con su entorno. Desde esta perspectiva cobra especial relevancia el ambiente, entendido éste, como agente educativo de primer orden. A través de él, la escuela concreta su intencionalidad.

Desde el Sistema Educativo donde la acción educativa no se limita única y exclusivamente a la transmisión de conocimientos, se debe consi­derar el ambiente como un agente educativo importantísimo que debe organi­zarse y planificarse en función de los objetivos que persigamos.

Por tanto, cuentan todos los espacios del centro, tanto interiores como exte­riores.

Desde la Organización de los espacios destacamos autores como Barker (1968), el cual señala que todo ambiente o contexto en el que se produce una acción posee una serie de características (físicas, funcionales, recursos…) que facilitan o dificultan dicha actividad.

Esto significa que distintos ambientes darán pie a distintas conductas de los niños. Llevando por tanto a ambientes ricos y favorecedores y a ambientes empobrecedores.

Por otro lado, la organización del espacio va a condicionar no sólo la calidad del aprendizaje, sino también el tipo de relación que se mantenga entre el niño y el educador.

En términos generales, una escuela infantil que se base en una concepción del desarrollo- aprendizaje, habrá de organizar su espacio atendiendo a los siguientes criterios:

· Un espacio sano y seguro, que promueva hábitos de higiene y salud y que evite riesgos o peligros.

· Un espacio estético, atractivo y tranquilo.

· Un espacio no estático, funcional y adaptable a las distintas formas de actuación y situaciones de relación y aprendizaje.

· Un espacio que potencie por igual todos los aspectos del desarrollo del niño o niña (físico, social, afectivo, intelectual).

· Un espacio adecuado a las necesidades de los niños y niñas.

· Aprovechando todas las posibilidades.

· Atendiendo a la diversidad de personas que lo utilizan.

· Un espacio que contemple al enseñante como un elemento importante.

· Favorecedor de la participación y del contacto e intercambio con las fami­lias.

Respecto de las características que han de cumplir los centros tendremos en cuenta el RD 1004/1991 de 14 de junio, en el que se recogen las condiciones arquitectónicas y físicas que deben reunir los centros, así como las dependencias con las que debe contar. Entre los aspectos más importantes reco­gidos en este RD destacamos:

· Ubicación en locales de uso exclusivo y con acceso independiente desde el exterior.

· Una sala por unidad con una superficie de 2 m2 por puesto escolar y un mínimo total de 30 m2.

· Un espacio adecuado para la preparación de alimentos.

· Una sala de usos múltiples.

· Un patio de juegos, de uso exclusivo del Centro, con una superficie que, en ningún caso, podrá ser inferior a 150 metros cuadrados.

· Un aseo por aula, que contará con un lavabo y un inodoro.

· Dependencias para:

1. Dirección

2. Secretaria

3. Sala de profesores.

En cuanto a la organización de las aulas, pasaremos a analizarlo en el siguiente punto, en el que delimitaremos los espacios y haremos mención a los rincones.

LOS ESPACIOS: RINCONES. ZONAS DE JUEGO Y DESCANSO

En cuanto a la organización de los espacios dentro del aula, “no existe una organización espacial que se pueda considerar modélica o ideal. Cada educador/a ha de buscar la más adecuada para las carac­terísticas de su grupo y sus condiciones materiales concretas” MEC, 1993.

Esencialmente el entorno que organizaremos debe facilitar y promover el crecimiento global del niño en todas sus potencialidades. Algunos de los crite­rios que pueden ayudar a los educadores a analizar y planificar su propuesta en lo que se refiere a la organización y distribución del espacio y del tiempo son:

1. Necesidades afectivas.

2. Necesidades de autonomía

3. Necesidad de movimiento

4. Necesidad de socialización

5. Necesidades fisiológicas

6. Necesidad de descubrimiento, exploración, conocimiento.

Por otro lado, el espacio y tiempo del centro debe favorecer y permitir la acti­vidad lúdica del niño a través de la cual crece y se desarrolla. Espacios para el juego simbólico, como son: la casa, el mercado, los disfraces, el garaje…

En sentido amplio podemos definir el espacio como cualquier lugar donde tiene lugar la acción educativa.

Pudiendo distinguir los siguientes tipos de espacios:

1. Según el tipo de actividad a realizar:

· El aula donde el alumno pasa la mayor parte del tiempo y donde realiza la mayoría de las actividades.

· Espacios para el trabajo individual como la biblioteca.

· Las dependencias para otros trabajos que no tienen su lugar en las anteriores: laboratorio, gimnasios, pasillos, patio…

· Los espacios destinados a tareas de grandes grupos: salas de proyec­ción, salón de actos

2. Según la metodología utilizada:

· El aula tradicional donde las mesas se disponen de forma alienada de cara al profesor.

· El aula “autosuficiente” que permite el desarrollo de la autonomía, la cooperación, el aprendizaje por descubrimiento, la creatividad…

· Las aulas diferenciadas según el tamaño del grupo (aulas de logopedia, de Educación especial,….)

Cada centro de Educación Infantil y cada grupo dentro del mismo, tiene su propia situación y circunstancia por lo que no se puede establecer un modelo organizativo único válido para todos. Cada equipo docente y cada educador deben buscar el que mejor se ajusta a las características y condiciones concretas que les rodean. No obstante tendremos en cuenta una serie de criterios básicos que pueden orientar esta búsqueda y selección:

· Ofrezcan un ambiente estimulante y ordenado.

· Creen un ambiente cálido y confortable.

· El espacio ha de facilitar la relación, así como el aislamiento, el trabajo y el juego individual.

· Ha de propiciar la autonomía. Los recursos han de estar cerca del niño.

· Globalmente cubrirá las necesidades del grupo pero también las prefe­rencias e intereses particulares.

· Espacio flexible, sin excesiva especialización.

· Organización por zonas o rincones.

· Tener cuidado en la colocación del mobiliario.

· Los espacios evolucionan con los intereses.

· El espacio será seguro y promoverá hábitos de salud.

· Los niños pueden participar en la medida de sus posibilidades, en la distribución y organización espacial.

· La organización espacial responderá a la intencionalidad educativa.

En la organización espacial cabe diferenciar diferentes secciones, entre ellas destacamos:

Sección de los pequeños (primer año de vida).

Por la relación individual con el adulto. Para ello la clase deberá respon­der a estas necesidades y organizarse de tal modo que esta relación indi­vidual entre el niño el adulto se den de manera fácil y espontánea. El ambiente deberá tener en cuenta los cambios en el crecimiento del niño. Un elemento muy importante es el suelo de las aulas, este debe ser acoge­dor y debe facilitar que los pequeños puedan gatear.

Importante en esta edad son los estímulos visuales y sonoros que pueda haber en la clase. Una posible distribución podría ser:

· Zona de Alfombra: Alfombra y cojines para estar cómodos, cestas con objetos diversos, espejo, móviles, libros de imágenes.

· Zona de gateo y desplazamiento: Superficie del suelo, amplia y cálida, diversos desniveles en el aula, juegos de arrastre, pelotas, barra fija en la pared, grandes construcciones de espuma.

· Plantas, animales, imágenes.

· Zona de cambio y zona de descanso e higiene (RD 1004/1991).

Hasta los tres años:

En el segundo año de vida, el niño tiene como objetivo básico la conquista de la autonomía y las actividades, el ambiente y la clase deben favorecer y complacer las necesidades que desde este objetivo se deriven. La clase estará organizada de forma que estimule el desplazamiento, la autonomía, la coordinación motora.

En el tercer año de vida el ambiente debe favorecer los objetivos que caracterizan este nivel. La adquisición del lenguaje, el dominio manual, las pautas de comportamiento, los hábitos higiénicos. Es necesario que los lavabos estén en la clase y los aseos muy cerca, así se facilitaran la auto­nomía de los niños.

Pueden organizarse diversas zonas: la zona sensorial, el juego simbólico, la zona de biblioteca, la zona de plástica… Entre ellas destacamos:

· Zona de la alfombra: Espacio destinado para los encuentros en todo el grupo.

· Rincón de los juegos simbólicos: La casa-cocina. Los disfraces y el maquillaje, el garaje y los coches, las construcciones.

· Zona de movimiento y los desplazamientos

· Rincón de la manipulación y la exploración

· Zona para la observación de la naturaleza.

Según Lovelace ” no es necesario distinguir entre rincones de juego y de aprendizaje o trabajo, dado que si se tienen en cuenta las características de estas edades, la ruptura entre trabajo intelectual, trabajo manual y juego parece un tanto artificial”. Afirma que el enfoque globalizador es el más adecuado para que los aprendizajes sean significativos, por eso llama a los rincones: Rincones de actividad. Tienen un contenido específico en cuanto que cuentan con un espacio y unos recursos. Tienen una categoría tan primordial como las de cual­quier otra actividad que se realice a lo largo de la jornada escolar.

Cabe distinguir el término zona, que para muchos esta unido a rincón. Para Lovelace, zona son los espejos fijos en que se divide el aula, en la que se van ofreciendo propuestas que se da el nombre de rincones: Ejem: zona de juego simbólico puede tener rincones de la “casita”, “la tienda”…

Algunos autores señalan la posibilidad de que en la escuela infantil existan rincones Interclase. (Espacios comunes, poco utilizados, que se emplean para ir de una clase a otra, al patio o al comedor y que no cumplen ninguna función específica).

Dentro de esta categoría también pueden considerarse los “rincones en el patio” que ofrecen la posibilidad de expansión que no encuentran en el aula normal y que les permite un contacto directo con el entorno natural.

El RD 1004/1991 de 14 de junio señala, en cuanto a las condiciones arquitec­tónicas que deben cumplir los centros docentes:

· Pedagógicas: como adaptabilidad, flexibilidad.

· Físicas: donde se habla de la ubicación, la orientación, la estructura, las condiciones acústicas, que se evitara el ruido, la iluminación, aprovechando para ello la luz natural, la ventilación, preferiblemente la ventila­ción natural. Sistemas de calefacción (sistemas de aire y agua), condicio­nes de seguridad.

En cuanto a las dependencias, cabe destacar: la entrada, los pasillos, el come­dor, los servicios, el aula (creando diferentes zonas, ayudándose de diferentes materiales o mobiliario para delimitarlos), salas de usos múlti­ples, el patio.

Siendo importante también el mobiliario, que este habrá de cumplir una serie de características: físicas (que facilite la autonomía, la seguridad, resistencia, higiénico), estéticas (atractivos, color agradable) y pedagógicas (que facilite la flexibilidad y movilidad, polivalentes y sillas adecuadas y ajustadas a la esta­tura).

3. ORGANIZACIÓN DE LOS ESPACIOS

El espacio como escenario de acción-interacción debe adaptarse a las necesidades y características de los niños y niñas.

La organización de los espacios debe caracterizarse por las siguientes notas:

A modo de orientación, podemos señalar algunas de las actividades que requieren espacios diferenciados, a los que habitualmente se les suele llamar rincones:

  1. Rincón de juego simbólico. Debe disponer de juguetes de simulación apro­piados a las posibilidades y gustos de los niños de cada grupo de edad. Se puede dividir en otros tantos referidos a juegos específicos, como: rincón de la casa, rincón del médico, rincón del mercado…
  2. Rincón de juego dramático. En éste se cuenta con materiales que permiten al niño la representación con el propio cuerpo, la transformación y autoobservación. Dependiendo del nivel en que nos encontremos, se orientará más hacia el disfraz o hacia el juego dramático propiamente dicho. Cuentan con ropas, pelucas, espejos, maquillajes…
  3. Rincón de construcciones. Aquí se disponen los medios precisos para cons­truir, inventar y reparar objetos diversos. Para ello, incluye materiales de dese­cho, herramientas o juguetes específicamente diseñados para la construcción.
  4. Rincón de expresión plástica. Está destinado a actividades de pintura, mo­delado, collage, etc. Para ello debe contar con los materiales y mobiliario precisos.
  5. Rincón de experiencias. La experiencia con objetos físicos cuenta con un espacio determinado que facilita la actividad autónoma de los niños. Sirven para este fin la arena, el agua, balanzas, etcétera.
  1. Rincón de actividades tranquilas. Determinado tipo de actividades requiere de condiciones de comodidad y silencio apropiadas para las mismas. La ob­servación de libros, juegos de mesa, juegos relacionados con el lenguaje, se desarrollan en este rincón.
  1. Lugar de encuentro padres-niños-educadores. Puede ser un vestíbulo, por­che o patio, en el que se produzca un diario encuentro y despedida de niños y padres, así como contactos esporádicos con los educadores.
  2. Salas. Espacios interiores donde tiene lugar la actividad educativa. Como ya hemos dicho antes, estas salas a su vez deben diferenciar diferentes espacios. Cada sala debe tener retretes y lavabos. Es aconsejable la orientación suroeste (sol por la mañana), de forma que reciban la máxima claridad. La distribución de ventanas debe evitar las corrientes de aire. Mesas, sillas y estanterías de­ben ser bajas y estar pintadas de diferentes colores para estimular.
  3. Seminarios. Despachos donde los educadores puedan celebrar reuniones, recibir a los padres y programar su actividad. Aquí debe tenerse en cuenta, como equipamiento, las necesidades de los Servicios de Apoyo.
  4. Servicios (higiénicos, sanitarios, alimenticios). Las necesidades de equipa­miento en servicios dependerán del tipo de Centro, las edades de los niños y el horario que cubra.
  5. Patio exterior. Forma parte de un equipamiento adecuado la disponibilidad de un patio como un espacio educativo más, con instalaciones adecuadas y dotación de material.
  6. La estructura del Centro ha de ser sólida, con cámaras de insonorización y acondicio­namiento de la temperatura.
  7. La decoración interior, considerada un elemento más del equipamiento, debe ser obra de los mismos niños como parte de sus actividades diarias.

4. EL TIEMPO EN LA ESCUELA INFANTIL

La organización del tiempo en la escuela infantil, responde a una concepción pedagógica determinada, formando parte de la intencionalidad educativa. Las coordenadas espacio-tiempo son eje y soporte de la acción educativa.

En la toma de decisiones sobre la organización del tiempo se debe evitar tanto la excesiva división del tiempo como la rigidez. Los periodos de actividad, de descanso, de patio, de comer, de ir a los servicios, deben ser previstos aunque es igualmente importante asegurar cierta flexibilidad.

El proceso de aprendizaje se construye en el tiempo. Los niños necesitan tiempo para la acción, para la relación, para descubrirse a sí mismos y a los otros, para situarse en el mundo y ordenar la realidad, sin olvidar que cada niño tiene su propio ritmo.

La vivencia y organización del tiempo es también un factor cultural: el perte­necer a un grupo social con unos hábitos y rutinas sociales ya establecidos condiciona la visión que tiene el niño del mundo..

La organización del tiempo es un aspecto esencial que hay que cuidar con especial interés ya que constituye un factor con un enorme potencial educativo.

Las necesidades biológicas del niño son las que marcan en un principio los ritmos y frecuencias necesarias para la orientación temporal. De estas primeras pautas de tipo orgánico el niño comienza a diferenciar los distintos momentos del día, lo que permite recordar, prever y anticipar lo que vendrá después.

Es necesario pues, establecer frecuencias que ordenen la vida de la escuela y lleven al niño a interiorizar ritmos y secuencias temporales.

La distribución de las actividades en el tiempo puede ser muy diversa al depender de muchos factores: edad y características del grupo, la propia evolu­ción del mismo, nuestra personalidad y formación, la duración de la jornada, las características de los espacios y recursos materiales y personales.

Así la jornada escolar se define como la distribución que del tiempo se hace durante el día y que en la Educación Infantil tendrá como base la utilización de rutinas de carácter estable entre las cuales se realizan las distintas actividades.

La distribución de la jornada escolar dependerá de múltiples factores, por lo que resulta difícil establecer una jornada única, válida para todos los centros o alumnos. Algunos de los aspectos que hay que tener en cuenta a la hora de confeccionar el horario podemos resumirlos en:

· Relación entre los períodos de vigilia y sueño.

· Comidas que deben realizar los niños/as y los intervalos entre ellas.

· Alternancias entre el juego en el interior y el exterior.

· Alternancia entre el juego y la actividad escolar.

· Periodo de actividad libre y actividad que exige una concentración y una atención

· Sucesión de actividades individuales y actividades colectivas.

· Prever el cambio de una actividad a otra ya que todas requieren una preparación y una finalización.

A la hora de organizar y distribuir el tiempo no tenemos que pensar única­mente en lo que es la jornada escolar diaria de los niños. Hay que tener presen­tes otros tiempos específicos para:

· Padres.

· Educadores

· Niños.

Tiempo para los padres

Resulta imprescindible determinar un tiempo concreto dedicado a los padres, pues la conexión entre la familia y la escuela Infantil es uno de los factores bási­cos para que el proceso educativo se desarrolle con éxito.

Este tiempo estará destinado a diferentes funciones, como son:

· El intercambio de información. Como suele darse en las entradas y las salidas, en las reuniones colectivas y en las entrevistas.

· Formación y orientación a las familias. En la realización de talleres de padres y madres y en algunas charlas y conferencias.

· Participación de los padres en la vida del centro. En la participación de fiestas, actividades extraescolares.

Tiempo para los educadores

La tarea del educador/a es tan variada y compleja que su labor no se reduce al tiempo que pasa con los niños/as sino que se extiende más allá de lo que es la jornada escolar. Por eso los educadores/as y maestros/as necesitaran un tiempo especifico para:

· Tareas de Coordinación, Planificación y Evaluación.

· Tareas de Intercambio de Información y Orientación a los padres.

· Tareas de formación y Reciclaje.

Tiempo para los niños

En el tiempo dedicado a los niños no sólo tendremos que contar con el hora­rio establecido en la jornada escolar, sino que hay que prever situaciones que nos exijan otros tiempos adicionales o modificar los tiempos ya previstos con flexibilidad. Estos tiempos y modificaciones estarán destinados a:

· Necesidades Educativas Especiales.

· Actividades Extraescolares.

Una vez visto como ha de organizarse el tiempo en esta etapa, cabe destacar que la organización del tiempo es uno de los contenidos que el educador ha de comentar con los padres en la primera reunión de curso. Pasamos ahora a comentar los criterios que hay que tener en cuenta para una adecuada distribu­ción del tiempo.

5. LA ORGANIZACIÓN DEL TIEMPO INFANTIL

Dentro de la planificación de las tareas docentes, los aspectos organizativos temporales revisten importancia, dado que la falta de precisión haría los proyectos pedagógicos inútiles.

El tiempo escolar, al que podríamos definir como la oportunidad, ocasión para la planificación y realización de las actividades educativas, constituye un problema organizativo de primer orden, y de su correcta planificación y precisión dependerá la adquisición de los objetivos.

En la Escuela Infantil, el tiempo es un ele­mento de gran trascendencia, pues determina el ritmo de la vida escolar y es evidente que influye en el desarrollo de los niños.

Debe cuidarse al máximo la planificación de la jornada escolar, que ha de considerar las necesidades y peculiaridades de los niños y niñas, respetando tiempos de actividad con los de descanso, los de relaciones de grupo con los individuales.

Cada sujeto ha de disponer del tiempo necesario para crecer y desarrollarse, de acuer­do con sus ritmos individuales. Es básico, pues, respetar los principios del desarrollo cognitivo y socio afectivo, manteniendo una organización lo más natural posible, sin forzar el ritmo de actividad, y manteniendo determinadas constantes temporales o rutinas, ya que las experiencias desorganizadas son tan deshumanizadoras como las excesivamente tecnificadas. En la planificación de las rutinas diarias deberíamos considerar diferentes fases.

6. CRITERIOS PARA UNA ADECUADA DISTRIBUCIÓN Y ORGANIZACIÓN DEL ESPACIO

A) Criterios para una adecuada distribución y organización del Centro de Educación Infantil

Los tipos de centros de Educación Infantil no están actualmente definidos, puesto que algunas unidades se engloban dentro de centros de enseñanzas obligatorias y en otros casos la falta de reglamentación ha originado centros mixtos, que engloban escuelas maternales, jardines de infancia y parvularios.

Cada día está más extendida la idea de que es necesario construir centros específicos para la etapa de Educación Infantil y esto viene justificado, por una parte, por lo diferentes que estos alumnos son con respecto a los otros de edades superiores, y por otra, por la im­portancia que tiene que el ambiente familiar se inserte en el escolar.

Los criterios pedagógicos que deben tenerse en cuenta con respecto a la organización de una escuela infantil serían (Gairin Sallan, 1989):

Además de estos criterios pedagógicos deben tenerse en cuenta una serie de variables físicas como son:

Ubicación.

Estructura.

En general, se recomienda que las escuelas sean de una sola planta para evitar peligros. La superficie estará en función del número de alumnos y del método a aplicar. Además, los centros contemplarán determinadas condiciones de seguridad e higiene como escaleras cortas y amplias, pasillos que terminen en salidas y existencia de un plan de evacuación.

Distribución de espacios.

Se puede hablar de una distribución interna y otra ex­terna. La distribución interna debe realizarse teniendo en cuenta:

Algunas dependencias que podría contener a nivel interno serían: vestíbulo, zona de administración, aulas, salas de descanso, sala de aseo, comedor, botiquín…

En cuanto a la distribución externa, podrían contemplarse las siguientes: zona verde, zona de juegos educativos, zona de recreo…

La iluminación y la ventilación

Son otras de las condiciones físicas que deben considerarse. Con respecto a la primera, se dice que será adecuada cuando la luz sea suficiente, difusa, no reflejada y repartida de forma uniforme. La segunda es necesaria, sobre todo, por los efectos tóxicos que produce la acu­mulación de anhídrido carbónico bajo ciertas condiciones de temperatura y humedad.

B) Criterios para una adecuada distribución del aula

Si tratamos de hacer una relación de las actividades o estrategias metodológicas bási­cas de Educación Infantil, nos encontramos con muchas posibilidades organizativas de los espacios funcionales: rincones, proyectos, grupos flexibles, talleres… Aunque diferentes, todas ellas participan de la estructuración del espacio-aula, partiendo de los intereses y de la relación de los aprendizajes con la vida cotidiana de niños y niñas, y tienen como punto de partida la reciprocidad entre educador y alumno.

Todas estas formas de estructuración tienen, a su vez, en común el que respetan la diversidad facilitando diferentes formas de agrupaciones entre los alumnos: gran grupo, parejas, X, intersección entre clases, agrupación por niveles…

El nivel de participación e iniciativa de los alumnos variará; así, con unas tendrán los alumnos más autonomía, con otras podrán elegir entre varias opciones, en otras será nece­saria la ayuda del adulto o del compañero para realizar las actividades y, en otras, tendrá que limitarse a cumplir los requisitos que se le piden de una manera más o menos estricta para su ejecución.

Lo más interesante de todas ellas es que puedan combinarse de forma ordenada. A pesar de la diversidad existente, sería interesante detenernos a analizar dos formas de organización: por talleres y por rincones, por ser las más utilizadas en la escuela infantil.

La organización del aula por rincones supone una distribución espacial en la que se adscriben determinadas zonas del aula o unas áreas o técnicas de trabajo concretas; así, existe el rincón de la literatura, de la plástica, del juego simbólico, etc. En estos rincones o zonas se aglutina el material destinado a esos trabajos concretos. En ocasiones puede haber un cierto espacio donde los niños realizarán las actividades relacionadas con esa área. Esta organización suele ir asociada con fórmulas de educación personalizada y programación individual.

La organización por talleres es una modalidad más compleja, que suele afectar al conjunto de la programación y supone una alternativa más distanciada de la clásica división de contenidos y actividades de áreas.

Se fundamenta en una concepción basada en el activismo y enfatiza los aspectos prácticos y los trabajos en equipo.

Esta forma de organización rebasa el marco del aula, siendo lo fundamental la existen­cia de un espacio, un tiempo y unos instrumentos de trabajo claramente diferenciados y dirigidos todos estos elementos materiales a la realización de un proyecto global concreto (Martínez Sánchez, 1989).

Una vez hechas estas consideraciones, pasamos a analizar los criterios de organiza­ción de los espacios. Éstos serían:

Criterios psicopedagógicos:

En este sentido puede ser preferible retrasar el inicio de las actividades y empezar el curso sin tener decidida la distribución de las diferentes zonas, a fin de que los mismos niños puedan hacerlo. Esto formará parte de una actividad inicial fundamental para su colaboración, participación y apropiación del espacio.

Las diferentes superficies (suelo, mesas, pizarra…) configuran por sí mismas zonas de trabajo también diferentes y lo bastante interesantes como para tenerlas en cuenta.

Variables físicas:

Nos referimos a aquellas variables como iluminación, ventilación, ubicación… antes comentadas con respecto al Centro.

7. CRITERIOS PARA BUENA ORGANIZACIÓN Y DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO.

LOS RITMOS Y LAS RUTINAS COMO CRITERIO

Hay muchos factores que influyen en la distribución del tiempo, como es: la edad de los niños, las características del grupo, el momento de escolarización (adaptación o desarrollo), la personalidad, formación de cada educador/a, la duración de la jornada, la organización general de la escuela, las características de los espacios y los recursos materiales y personales etc.

Todo esto hace que no exista una distribución de jornada ideal para todos los grupos de alumnos. No obstante hay una serie de criterios básicos que siempre deben de tenerse presentes:

1. Las necesidades biológicas de los niños/as. Estas son las que en un prin­cipio marcan la organización del horario.

2. El tipo de horario escolar (continuo o partido, completo o parcial), lo que hará que tengan o no, cabida distintas actividades como la preparación de la comida, el aseo, la siesta, la merienda.

3. Evitar la excesiva segmentación arbitraria de la jornada. La organización temporal debe respetar la globalidad del niño.

4. El horario debe respetar los ritmos individuales dejando tiempo sufi­ciente para que todos puedan acabar las actividades. Programando activi­dades alternativas para aquellos niños que terminen pronto sus tareas.

5. El horario debe ser lo suficientemente flexible para permitir la cabida de actividades no programadas con antelación y que surgen de la propia dinámica del aula y espontaneidad de los niños.

6. Hay que atender a la curva de fatiga y atención de los niños, de manera que las actividades que exijan mayor concentración se realizaran en aque­llos momentos en que asciende la curva de atención.

7. Además hay que adecuar las actividades al índice ponogénetico de los niños/as. A menor edad mayor número de actividades, pero más cortas. Y a mayor edad, menor numero de actividades y de mayor duración.

8. Hay que programar actividades tanto individuales como grupales y en equipo para favorecer la cooperación y socialización de los niños/as.

9. Por último, es necesario coordinar el horario del aula con otros del centro para la organización y utilización de espacios comunes como la sala de audiovisuales, de psicomotricidad, de música, gimnasio…

En el sistema educativo y en función del desarrollo curricular básico de infantil se deben tener en cuenta los siguientes criterios:

1. La Flexibilidad.

2. Respetar la globalidad del niño.

3. Disponer de rutinas.

4. Aprovechar el potencial educativo de las rutinas.

5. Respetar los ritmos individuales, así como los ritmos que marca la propia cultura en la que los niños/as están inmersos.

6. Evitar la uniformización.

Cabe destacar también, que es necesario que los niños/as conozcan y comprendan el horario del grupo, ya que esto les ayudara a orientarse en el tiempo y a tener puntos de referencia claros. Las rutinas son muy útiles en este sentido, pero también es conveniente que el educador:

· Converse con los niños acerca de lo que van a hacer a lo largo del día.

· Mantenga los periodos de tiempo en los que haya distribuido el horario.

· Se ayude mediante símbolos o gestos para que los niños perciban clara­mente el inicio y el final de las distintas actividades.

Como hemos comentado al hablar de distribución temporal, es importante establecer unos puntos de referencia claros que proporcionen a los niños seguri­dad y certeza de saber qué hacer en cada momento. Las coordenadas espacio-tiempo son los ejes sobre los que se apoya básicamente nuestra seguridad y esta­bilidad psíquica.

Por tanto, tenemos que dar mucha importancia a la organización de marcos habituales, es decir, marcos en los que por necesidad o costumbre social se repi­ten siempre los mismos actos, pues proporcionan al niño la seguridad de saber qué hacer en cada momento y conocer las costumbres del grupo.

Definiremos primeramente: Ritmo.

Son las acciones que se repiten de forma estable a lo largo del tiempo con carácter interno y personal y están en relación con las necesidades biológicas de los niños y niñas (alimentación, sueño..).

Entendemos por Rutina:

Son acciones que se repiten a lo largo del tiempo pero que tienen un carácter externo impuesto por el entorno y contribuyen a conceptuar el tiempo externo, los distintos momentos del día. Son mas bien necesidades de tipo social.

Al principio, cuando los niños y niñas son pequeños, las necesidades fisioló­gicas son las que marcan los ritmos y frecuencias necesarias para su orientación temporal: el alimento, el sueño, son las primeras pautas y referencias para el niño.

De estas primeras pautas de tipo orgánico el niño va pasando progresiva­mente a otras de tipo social marcadas por el adulto (rutinas), pues es a partir de esta estabilidad desde donde el niño empieza a diferenciar los distintos momen­tos del día y lo que le permite recordar, prever y anticipar lo que vendrá después.

Por otra parte, las rutinas proporcionan una gran fuente de conocimientos, de trabajo, de experimentación y es preciso valorarla en todas sus dimensiones. La educación no se reduce a los periodos de actividad, sino a todos los momentos de la jornada escolar.

Las rutinas conducen a la adquisición de hábitos entendidos estos como conductas propias de cada individuo que han sido adquiridas a través de la repetición y que identifican a las personas que la realizan.

Pasamos a ver para que puede servir el establecimiento de ritmos y rutinas cotidianas. Esto puede servir para:

1. Proporcionar seguridad y equilibrio afectivo a los niños, ya que pueden prever y anteceder lo que va a suceder en lugar de moverse en situacio­nes desconocidas. Además las situaciones evitables proporcionan estabili­dad emocional.

2. Ayudarles a estructurar y organizar el concepto de tiempo pues la repeti­ción les permite conocer el presente, pasado y futuro: lo que se está haciendo en este preciso momento (presente) ya se ha hecho los días anteriores (pasado) y se hará en el futuro.

3. Estimular la autonomía puesto que si el niño puede anticipar en cierta mediada lo que va a suceder puede ir preparándose para ello sin necesi­dad de que el adulto le indique lo que ha de hacer y sin depender de las directrices constantes del mismo.

4. Favorecer el desarrollo de hábitos muy importantes para la estructura­ción del propio yo.

Esta estabilidad no se puede confundir con rigidez ni con excesiva división del tiempo. Junto a la necesaria estabilidad en los ritmos y rutinas, el niño nece­sita vitalmente la flexibilidad de unos tiempos en los que pueda vivir y satisfacer sin prisas, a su ritmo, los descubrimientos, las relaciones, las emociones, contem­plando una cierta amplitud que se destina al paso de una actividad a otra.

frecuencias, instalar unos hábitos o rutinas que ordenen la vida del centro y los diver­sos grupos que lo integran; en suma, delimitar el tiempo para establecer un ritmo adecuado que tenga en cuenta las necesidades de los niños, educadores y padres.

Es importante destacar en este apartado el papel de los “ritos”, como otro elemento que proporciona seguridad a los niños. Los ritos son apariciones repe­tidas ante un hecho determinado y unidas fuertemente a los niños por una gran carga de interés.

No son igual a las rutinas, pues estas aluden a repeticiones constantes “exter­nas” pero no unidas necesariamente a un componente interno afectivo. Las ruti­nas no son mágicas, pero los ritos sí. Ejemplos de ritos son el “Érase una vez” de los cuentos, esos estribillos que se repiten en los mismos, que mantienen su aten­ción, disfrutando enormemente con la comprobación del rito y advirtiendo siempre su falta y pidiendo su realización. En el rito se unen así, el interés, la magia y el cumplimiento de la rutina.

Cabe añadir un apartado no incluido en el epígrafe del tema, este seria la importancia de la evaluación en los espacios y tiempos. Desde la legislación nos la menciona como habrá de ser: global, continua y formativa. Destacando la importancia de la observación directa y sistemática.

LA DISTRIBUCIÓN DEL TIEMPO INFANTIL

El problema de la distribución del tiempo (Martínez Sánchez, 1989) trae aparejada la consideración y selección de las tareas escolares.

Ambas exigen el estudio de las necesidades y posibilidades del niño, tanto para el desarrollo de capacidades y la adquisición de destrezas como para la progresiva incorporación de contenidos culturales de diversas áreas.

El calendario del curso escolar se irá especificando en las distribuciones temporales vinculadas a períodos más cortos -trimestres, meses, semanas- hasta la determinación del horario de la jornada escolar.

En la planificación temporal se tendrá en cuenta no sólo los objetivos establecidos sino también los distintos criterios. Seguidamente analizamos cada uno de ellos.

Criterios psicopedagógicos

Es necesario alternar la realización de ejercicios individuales, los trabajos en gru­pos reducidos y experiencias en gran grupo.

Criterios climáticos

Criterios culturales

8. LA EVALUACIÓN DE LOS ESPACIOS Y EL TIEMPO

Evaluación de los espacios

Muchos de los criterios anteriormente señalados que deben ser tenidos en cuenta con respecto a la distribución del espacio, nos servirán para su evaluación.

Así las dimensiones, forma, disposición, distribución, climatización, etc. son variables físicas a evaluar.

Por otro lado, las zonas de trabajo, los colores, el alumbrado, ornamentación, son elementos que han de establecerse con sumo cuidado.

Conductas como el miedo, la agresión y la apatía, así como la atracción interpersonal, la partición, la colaboración o la motivación, nos darán información sobre las condiciones espaciales, al estar éstas muy relacionadas con variables espaciales.

De forma más concreta, los ítems que deben evaluarse:

Con respecto a las condiciones básicas de la Escuela (Maique March y Fernández March, 1989):

Con respecto al aula, podríamos se sugieren los siguientes:

Evaluación del tiempo

Muchas de las conductas antes señaladas con respecto al espacio pueden servirnos para detectar que la organización temporal propuesta no es la adecuada.

Entre los ítems a considerar se encuentran

AB- Puesta en marcha período de adaptación.

BC- Período de máximo rendimiento.

CD- Desciende el rendimiento.

DE- Nuevo ascenso en la curva.

9. EL MATERIAL EDUCATIVO

La labor educativa siempre ha estado preocupada por el uso de unos determinados me­dios para mejorar la enseñanza. La relación alumno-contenido se puede producir a través de un material o recurso didáctico que represente, aproxime o facilite el acceso del alumno a la observación, investigación o comprensión de la realidad.

Caben diversas perspectivas a la hora de considerar los recursos.

Gimeno (1981) señala que, si consideramos los medios como recursos instrumentales, estamos haciendo referencia a un material didáctico de todo tipo.

Una cuestión de vital importancia es entender que los equipamientos y materiales deben estar orientados a un fin y organizados en función de los criterios de referencia del currículo.

La inclusión de los recursos didácticos en un determinado contexto educativo exige que el profesor o el Equipo Docente correspondiente tengan claras cuáles son las principa­les funciones que pueden desempeñar en el proceso de enseñanza-aprendizaje.

El ambiente físico del Centro debe ser consecuencia del modelo educativo por el que se opta, pero, a la vez, es un componente que configura dicho modelo.

La forma en que se disponen los materiales, la distribución que se haga de los espacios, reflejan la concepción que se tiene de la Educación Infantil, las ideas que se sostienen acerca de cómo son y cómo se desarrollan los niños y cómo se puede propiciar ese desarrollo.

10. EQUIPAMIENTO, MATERIAL DIDÁCTICO Y MATERIALES CURRICULARES EN EDUCACIÓN INFANTIL

EQUIPAMIENTO

El equipamiento tiene que adecuarse a las necesidades de los niños.

Las características del equipamiento (Moll y Pujol, 1991) se pueden resumir en cinco puntos:

Mobiliario y utensilios de las aulas

El mobiliario y utensilios de las distintas aulas deben ser variables dadas las distintas características y necesidades de los niños en estas edades:

Para los grupos de 0 a 1 año:

Para los grupos de 1 a 3 años:

Para los grupos de 3 a 6 años:

Mobiliario y utensilios de exterior:

MATERIAL DIDÁCTICO

Los materiales en la escuela infantil son unos útiles que ayudan al desarrollo integral del niño y tienen una función específica. Son muy numerosos y variados. Su elección de­pende de los objetivos educativos que se quieran alcanzar y del tipo de situación que se pretenda establecer.

En cualquier caso, los materiales que se utilicen en el Centro deben reunir las condi­ciones de calidad y seguridad apropiadas para el uso por los niños de estas edades.

Aunque son numerosas las clasificaciones y ejemplos de materiales nosotros los agru­pamos según las distintas actividades o materias, en este sentido podemos considerar:

Materiales de juego.

Los materiales que sirven para potenciar el juego han de responder a las necesidades de los niños. Han de coincidir con los ritmos indivi­duales de desarrollo y favorecerlos.

El niño ha de poder satisfacer sus necesidades de desarrollo, que se efectúan a través del juego. Progresivamente, en cada etapa, está más evolucionado con respecto a la anterior, se han perfeccionado sus habilidades y van surgiendo otras posibilidades. Por ello, a cada edad le corresponde un material de juego determinado.

En el momento de elegir materiales para el juego es importante cubrir los siguien­tes aspectos:

Materiales de psicomotricidad.

Los materiales para trabajar la psicomotricidad en estos períodos han de responder a unos objetivos que vienen marcados por el desarrollo del niño.

Han de favorecer el descubrimiento del esquema corporal, han de ayudar al niño ha conseguir una autonomía de desplazamiento de su cuerpo, potenciar la mar­cha, desarrollar la orientación espacial, el equilibrio, la relajación, etcétera.

Para realizar este tipo de actividades será útil disponer de: colchonetas, tobogán, rampas, triciclos, aros, balones de distintos tamaños, barras y bastones, tacos de madera o plástico, sacos de arena, etcétera.

Hay que tener en cuenta, al elegir estos materiales, el cubrir las necesidades que comporta:

Materiales de lenguaje.

Estos materiales deben favorecer las estructuras lingüísti­cas y estar preparados teniendo en cuenta el nivel de lenguaje en que se encuen­tra el niño. Todos tienen un mismo objetivo, y es el de potenciar las capacidades expresivas de los pequeños. Podemos agruparlos de la siguiente manera:

Es importante tener también unos materiales que favorezcan la capacidad de tra­bajar aspectos como la enumeración, la descripción y la interpretación.

Entre los múltiples materiales destacamos: los títeres, los murales, los cuentos, las letras móviles, las pizarras pautadas, etcétera.

Materiales de educación sensorial.

Las capacidades sensoriales desempeñan un papel esencial durante todo el período de la infancia. Estas capacidades están concretadas en la educación de los cinco sentidos. Por este motivo, será impres­cindible que se organice un material para trabajarlos.

Por ejemplo, las tablas cromáticas, papeles de lija con distintos grabados (fino, rugo­so…), los frascos olorosos, las campanas Montessori, las cajas de sonidos, etcétera.

Los materiales que ofrecen la posibilidad de trabajar las vías sensoriales deben favorecer:

Materiales de matemáticas.

Los materiales que se utilizan para la matemática se pueden clasificar desde dos puntos de vista: según su procedencia y según su utilización.

Según su procedería a: puede ser material no específico pero de gran utilidad (botones, chapas, cordones, cajas…) para real izar actividades matemáticas. O bien material específico pensado para este fin: parte del material Montessori (barras, cajas de contar, etc.), los bloques lógicos, las regletas de colores de Cousinet, los neumáticos, globos, juegos de dominó, etcétera.

Materiales de observación y experimentación.

La observación pone en contacto directo al niño con el mundo que le rodea, con su entorno más inmediato. El deseo de manipular y experimentar exige al educador ofrecer un material suscep­tible de ser transformado.

Estos materiales deben responder al sentido de la curiosidad que tiene el niño, deben motivarle la experimentación.

En el área de la experiencia es muy sencillo disponer de abundante material y muy económico. Hay cosas que se encuentran en casi todas las casas y que pueden aportar los niños. Otras se pueden recoger en distintas salidas a visitar el entorno.

Materiales para la educación artística.

Para que el desarrollo sea integral, es preciso dotar al niño de materiales que favorezcan la educación plástica, musical y corporal.

Los materiales serán específicos para cada una de las formas de expresión; por ejemplo, es evidente que para la educación plástica es preciso dotar a los niños de arcilla, papel y pinturas (éstas deben ser no tóxicas), para la educación musical, instrumentos de percusión, un aparato de música, etc., y para la educación corpo­ral tendremos el baúl de los disfraces (pañuelos de colores, telas, faldas, vestidos viejos…). Es importante disponer de un espejo grande.

Estos materiales deben:

Materiales audiovisuales y nuevas tecnologías:

a) Los medios audiovisuales:

b) Tecnologías de la información y de la comunicación (TIC): ordenador, Inter­net, prestaciones multimedia.

MATERIALES CURRÍCULARES

Los materiales curriculares son instrumentos que ayudan a los profesores en la toma de decisiones que tienen que realizar respecto al proceso de enseñanza-aprendizaje; asimismo, facilitan la formación permanente del profesorado, que, siendo una necesidad inherente a su función pedagógica, cobra una especial relevancia en unos momentos en que se ha puesto de manifiesto la necesidad de su autonomía profesional.

Dentro de los materiales curriculares existe una gran diversidad: desde los que son de tipo prescriptivo hasta las guías didácticas que determinan la programación del proceso de enseñanza-aprendizaje para un curso o ciclo. Su publicación y difusión también es muy diversa (documentos de la administración, revistas, libros, etcétera).

Son entre otros:

Materiales para orientar la práctica pedagógica:

11. SELECCIÓN, UTILIZACIÓN Y EVALUACIÓN DE LOS RECURSOS MATERIALES

SELECCIÓN DE RECURSOS MATERIALES

En primer lugar, sobre la base de entender que los recursos materiales deben estar al servicio del proyecto educativo y no al revés, consideramos una serie de criterios generales que nos sirvan de guía para seleccionarlos.

Zabalza (1983) señala varios criterios que nos informan sobre la idoneidad o no de los recursos, en función de su inserción en el proceso de enseñanza-aprendizaje:

En lo que se refiere a la idoneidad para los alumnos de Educación Infantil, se plantean varios presupuestos:

En el momento de elegir los distintos materiales para el desarrollo del niño, es importante plantearse la distribución del tiempo y el número de niños que deben realizar la actividad.

El tamaño, el número de piezas, la consistencia, etc., dependerán no sólo del tiempo y del número de niños, sino también de su edad.

Como criterio general, se puede decir que cuanto menor sea el niño, mayor tiene que ser el tamaño y la cantidad de los objetos.

También es importante tener en cuenta, en la selección de los materiales, el desarrollo evo­lutivo del grupo de niños. Mientras que los más pequeños necesitan todo un ambiente y unos materiales que les inviten a conocer, a desplazarse, a observar, a comunicarse, etc., los medianos necesitan una actividad que les favorezca su imaginación, su motricidad, su autonomía, etc., y los mayores, en cambio precisarán unos materiales que les ayuden a mantener su atención, a rea­lizar los primeros aprendizajes instrumentales del dominio de la motricidad fina, de la lógica, del lenguaje expresivo, comunicativo y representativo, para llegar a adquirir el manejo de las técni­cas básicas del aprendizaje de la lectura, la escritura, el cálculo, el dominio corporal, etcétera.

Por otra parte debemos tener presentes a la hora de la selección criterios como:

Utilización.

Cualidades del material.

Origen del material.

Lo más importante de todos estos materiales, tanto si son individuales como colectivos, fungibles o no, de fabricación casera o patentados, etc., es que su elección se realice bajo unos objetivos concretos, y que su utilización tenga en cuenta la estética, el orden, la cali­dad, la resistencia, la seguridad, su no toxicidad, etcétera.

UTILIZACIÓN DE RECURSOS MATERIALES

Respecto a la utilización de los recursos, se contemplan varios criterios generales:

La utilización de los recursos está muy vinculada a su organización, presentación, distribución, limpieza, etcétera. Estos aspectos influyen en el nivel de motivación y com­promiso de los alumnos en las actividades, y se relacionan con los problemas de conducta, períodos de atención, conservación de los materiales, etcétera.

Cuestiones a tener muy en cuenta en el proceso de selección, gestión y utilización de los recursos serán:

Los distintos materiales que se pueden ofrecer a los niños deben tener un alto valor pedagógico para su desarrollo.

La manipulación de los objetos (piezas) ayuda al niño a trabajar la generalización. El niño pasa del análisis o descripción de propiedades de un objeto a una comparación con objetos similares. Encuentra algunos atributos estables que se repiten en dichos objetos, y ello favorece la capacidad de generalizar, abstrayendo ciertos rasgos particulares que tie­nen los objetos. Esto justifica la necesidad de más de un material para trabajar cada uno de los objetivos didácticos. Por ejemplo, debe haber una caja que contenga elementos para clasificar, pero los objetos a clasificar deben ser diferentes (piedras, semillas, botones, etc.) para facilitar la generalización de las propiedades.

La manipulación es el punto de partida para crear las condiciones favorables para la adquisición de nuevos aprendizajes y para desarrollarse plenamente.

Los materiales deben posibilitar la capacidad de realizar una percepción analítica y, a la vez, una percepción global. El niño debe ser capaz de percibir las relaciones entre las diferentes partes del objeto, percibir su estructura general, percibir las relaciones espaciales entre los objetos y adquirir conciencia de sus posibilidades.

Los materiales curriculares vistos anteriormente tienen un uso específico según la edad. El educador debe utilizarlos siguiendo este criterio, por lo que vamos a distinguir el uso de materiales según la edad de los niños:

a) Grupo de pequeños (0-1 año). Este período de descubrimiento sensorial hace que sean imprescindibles materiales que favorezcan y desarrollen los sentidos. Los sonajeros, los móviles de colores, de sonidos, de tamaños, las pelotas de trapo, los muñecos de peluche, los trapecios, los juguetes de cuna. La colchoneta, los cojines, las pequeñas rampas, etc., ayudan a los niños a adquirir un mayor dominio corporal.

b) Grupo de medianos (menores de 3 años). Los materiales específicos para estas edades deben responder a sus necesidades básicas. La autonomía de desplaza­miento, la coordinación de los movimientos, la precisión, la aceptación de sus compañeros, el desarrollo sensorial, etc., son características de este grupo.

El material que le ofrezcamos debe responder, por tanto, a esas necesidades. El tobogán, las rampas, los triciclos sin pedales, las muñecas, los primeros materiales estructurados como puzzles de figuras enteras, cubos decrecientes, juguetes para clasificar, arrastres, rincones lúdicos, la casita, los disfraces, etcétera.

c) Grupo de mayores (hasta los 6 años). Los materiales correspondientes son todos aquellos que favorecen el desarrollo integral. Por tanto, aquí habría que distinguir según distintos aspectos del desarrollo del niño:

· Los materiales necesarios para que el niño adquiera una buena estructu­ra perceptiva han de ser: los que favorecen una coordinación visomotora, la memoria perceptiva, la asociación de ideas, la ordenación de secuen­cias, etcétera.

· Los que desarrollan conceptos de lógica-matemática son: los que trabajan el principio de identidad (dos objetos iguales se superponen), los que tra­bajan el principio de complemento (dos partes unidas hacen un todo), los que trabajan las analogías (dos figuras que se complementan, una llave y un cerrojo), los objetos que sirven para su clasificación, seriación, agrupamien-tos, etc., objetos que sirven para realizar ejercicios que ayudan a adquirir la teoría de conjuntos (animales de plástico/ chapas, bloques lógicos…)/ los que trabajan los conceptos topológicos (división de figuras, figuras equivalentes, los globos, las cuerdas…).

· Los materiales que desarrollan la educación sensorial a partir de las gradua­ciones, aparejamientos, memorias sensoriales; los que trabajan la percep­ción visual: colores, formas, tamaños, figuras, volúmenes; los que trabajan la percepción auditiva: cualidades del sonido, intensidades, tonos…; los que trabajan la percepción táctil: sentido térmico, texturas, volúmenes…

· Los materiales que favorecen un buen desarrollo del lenguaje: las láminas murales, los grabados, los franelógrafos, los libros de imágenes, los cuentos, los títeres, los puzzles, los juegos de asociación, los que ayudan a adquirir una buena orientación, posición y tamaño (dominó, cartas, lotería…).

· Los que preparan para la lectura y la escritura: descripción de sonidos, car­tones para realizar dictados mudos, cartones para clasificar sílabas, cajas con objetos (cochecitos, pequeños animales, con sus respectivas etiquetas), car­tones con las diferentes grafías (para reseguir e identificar), pizarras pautadas de uso individual, etcétera.

· Materiales que favorecen un buen desarrollo psicomotriz: espejo, bastones, tacos de madera de alturas diferentes, saquitos de arena, balones de diferen­tes diámetros, pelotas de plástico de diferentes tamaños, globos, cuerdas, cordones, cubos de madera de varios colores, elásticos, aros, etcétera.

· Materiales para el juego simbólico: garaje y cochecitos, muñecas y vestidos, cocina y utensilios, piezas para construcciones, casita, tienda, disfraces, espe­jo, estera, etcétera.

· Materiales para el juego motriz: cuerdas para saltar, pelotas y balones, bolos, cubos y palas, banco de arena, triciclos, etcétera.

· Materiales para la observación y experimentación: vasijas y contenedores, lupa, pinzas, balanza, jaulas para pequeños animales (grillos, mariquitas…), herbario, acuario, terrario, cajas para clasificar (piedras, caracoles, etcétera).

· Materiales para la educación plástica, musical y corporal: caballete, pin­turas, pinceles de diferentes grosores, ceras, lápices de colores, diferentes instrumentos de percusión (pandereta, tambor, platillos, xilófono, palillos), campanas y cascabeles, disfraces y ropas para caracterizar personajes, maqui­llajes, bisutería…

Todos estos materiales, que nunca sustituirán al educador, harán que el trabajo sea más efectivo y que se pueda realizar con más riqueza el desarrollo integral del niño. Son materia­les que en muchas ocasiones serán de fabricación propia o de reciclaje de otros materiales.

En el uso discriminado de los distintos materiales, el educador debe tener en cuenta, ade­más de la edad de los niños, su nivel de desarrollo evolutivo y sus experiencias anteriores.

EVALUACIÓN DE RECURSOS MATERIALES

La evaluación se entiende como una actividad básicamente valorativa e investigadora y, por lo tanto, facilitadora del cambio y la mejora educativa. Desde esta concepción, la evaluación afecta (como sabemos) no sólo a los procesos de aprendizaje de los alumnos, sino también a los procesos de enseñanza desarrollados por los profesores y a los proyectos curriculares en los que esos procesos se inscriben.

Es en este contexto en el que la evaluación de los recursos materiales cobra sentido. Habrá que responder a las preguntas: ¿sirvieron los recursos para los objetivos que preten­díamos?, ¿mejoraron el proceso?, ¿introdujeron perturbaciones?, ¿de qué tipo?

Los interrogantes que nos planteamos están relacionados con los criterios que hemos establecido en lo que se refiere a su selección y utilización.

Los procedimientos de observación directa serán fundamentales para evaluar los re­cursos a partir de los interrogantes que nos hemos planteado previamente o de otros que puedan surgir en el proceso.

En lo que se refiere a la selección nos planteamos una serie de interrogantes tanto a nivel general como en un estadio más específico.

– Aspectos perceptivos, afectivos y cognitivos.

– Posibilidades de uso comunitario.

– Influencia o no sobre situaciones de discriminación.

– Limitaciones.

– Coste

– Etcétera.

Respecto a la utilización:

Respecto a la organización:

La investigación que realizamos a partir de todos estos interrogantes y otros muchos ue puedan surgir permitirá que nos planteemos hasta qué punto los recursos que se utili-an contribuyen o dificultan el desarrollo de nuestro proyecto educativo. Dicha reflexión debe pasar de ser individual a insertarse en el proceso de reflexión y toma de decisiones el Equipo Educativo del Centro.

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